23/12/2024
Por Revista Herramienta
Ucrania y algunos problemas de la izquierda
7 marzo 2022
Luis Bonilla-Molina
Introducción
Ya casi no miro el WhatsApp ni Telegram porque la mitad de los mensajes que me llegan son declaraciones panfletarias de distintos signos, sobre lo que ocurre en Ucrania, mientras el resto son compañeros y compañeras que piden una explicación más creíble respecto a lo que acontece.
Sorprende ver como muchos analistas progresistas no esperaron que sonaran los cañones de la guerra para comenzar a enviar sus artículos, sin tomarse la molestia de consultar previamente, antes de opinar, a compañeras(os), movimientos sociales de resistencia y partidos revolucionarios de los países involucrados. Parece que ser “progre” habilita para opinar con algunas palabras claves comunes y estilos de redacción que mencionen al sur global.
La complejidad de lo que está ocurriendo en el mundo, tiene un capítulo en lo de Ucrania y, no está desconectado de las transformaciones que están ocurriendo en el mundo. El impacto de la aceleración de la innovación científico-tecnológica, los cambios en la economía y la cultura de masas, influyen en la actual correlación de fuerzas entre las clases sociales, las potencias capitalistas y las contradicciones inter imperialistas.
Ucrania, con toda la tragedia que implica la perdida de vida de cientos de personas y el impacto ecológico de uso de armas de destrucción masiva, debería ser el punto de partida para comprender que no estamos entendiendo lo que realmente ocurre.
¿y que pasó con la globalización?
El 99% de los análisis que he leído, no parten de una de las interrogantes fundamentales para los análisis marxistas en cualquier tiempo histórico: ¿Qué pasa en la economía mundial que hace posible que ocurra esta conflagración? Pareciera que lo que sucede en Ucrania expresa solo sentimientos nacionalistas o imperialistas de carácter meramente político, o, peor aún, simples patologías de dirigentes de naciones. En la mayoría de los casos tengo la sensación que estoy leyendo a reporteros políticos, no analistas marxistas.
En los ochenta del siglo XX, toda la izquierda sensata coincidió en que había desembarcado la globalización neoliberal que implicaba una tendencia a la conformación de capital trasnacional, que, si bien podía tener asiento en un país capitalista avanzado, su tendencia era a no tener fronteras. Se popularizó la expresión de capitales golondrinas, que iban saltando de sitio en sitio, sumando a otros capitales a la manada y dejando atrás al capital que se resistía a las nuevas formas de acumulación, inversión, especulación y explotación.
A pesar de que muchos preveían que esto impactaría las correlaciones de fuerzas y el carácter de las contradicciones entre las potencias imperialistas, son contados los esfuerzos sostenidos por estudiar este tema. Una rápida búsqueda por internet da cuenta que son pocos los estudios existentes sobre el impacto del capital trasnacional en las contradicciones inter imperialistas, de cómo las asociaciones estratégicas de capitales de distinto origen nacional, reconfigurados en capitales trasnacionales, se convierten en fuentes de mediación o profundización en las contradicciones inter imperialistas.
Claro está que estas contradicciones comerciales por mercados y hegemonía existen, pero estas, en el marco de la globalización son fundamentalmente de dos tipos: a) roces que construyen mecanismos de integración, es decir, cada choque se resuelve con acuerdos por mercados y énfasis en la producción de mercancías o servicios y, b) fricciones que se intensifican para imponerse un bloque económico sobre el otro. ¿Dónde están analizados estos dos procesos en su relación con las contradicciones inter imperialistas y el conflicto de Ucrania?
Las contradicciones inter imperialistas no son las mismas que analizó Lenin en “Imperialismo Fase Superior del capitalismo”, pues cien años después estamos en una economía globalizada, en etapa de feroz proceso de alianzas impensables y/o de carnicerías por mercados. Por ello, opinar desde la superficialidad de lo “político evidente” no permite construir táctica política.
Vivimos una etapa en la cual las sanciones económicas se han “popularizado” como mecanismos de Estados imperialistas para incidir en la tensiones y fricciones de la economía globalizada y en los “agujeros negros” de la geopolítica, que se multiplican ante el agotamiento del modelo de gobernanza global de las post guerras. En consecuencia, se hace necesario construir escenarios del impacto de guerras y medidas sancionatorias sobre el capital globalizado, si queremos entender el proceso de reorganización del capitalismo actual.
China, la potencia económica capitalista más joven expresó en el reciente Foro Económico Mundial de Davos (2022), su inquebrantable voluntad de sostener el carril de la globalización y fomentar la economía abierta. Alibaba es hoy una muestra de cómo un gigante económico nacional se asocia y vincula con el capital trasnacional.
En consecuencia, para analizar lo de Ucrania la primera pregunta que debería hacerse la izquierda es ¿cómo se inscribe esta confrontación en la globalización neoliberal y la conformación de capital trasnacional? La carencia de esta formulación deja los análisis políticos sin sustento económico real. Los pocos análisis que rozan esta intención lo hacen desde una perspectiva de capital nacional, como en el caso del comercio del gas, sin acompañar el análisis con un estudio sobre las tensiones que se generan en esa industria entre capitales nacionales y trasnacionales y su impacto en el forcejeo político y económico que ocurre alrededor de Ucrania; nunca al revés.
La contradicción principal y el campismo
La izquierda tiene dogmas y rituales. Sociólogos y antropólogos dirían que eso es lógico y hasta natural. Sin embargo, cuando la cultura política, prisionera de la tradición y el temor a ser considerado “revisionista”, les impide a algunos sectores de izquierda ver lo nuevo, ello se convierte en un problema objetivo para la acción transformadora.
Una parte importante de la izquierda política, está anclada en los esquemas de contradicción inter imperialista, que como señalamos, desconoce el impacto de la globalización en ellas. Pero peor aún, definiciones como que, independientemente de lo que ocurra siempre hay que oponerse al enemigo principal (EEUU) y apostar por su debilitamiento apoyando contrapesos o enemigos menores (Rusia o China), resultan insuficientes para entender lo nuevo y formular políticas revolucionarias. En ese camino conocimos una izquierda que justificaba cada paso en la declinación soviética, china o vietnamita hacia el capitalismo, como si al final se tratara de construir un referente capitalista que compitiera por mercados con el imperialismo norteamericano. Ciertamente en toda confrontación militar y geopolítica tenemos que criticar al imperialismo gringo quien siempre está presente de una forma u otra, pero ello debe ir acompañado de una lectura económica, comercial, tecnológica y política del porqué el imperialismo muestra sus garras opresoras; no basta con una crítica adolescente permanente sobre el capitalismo norteamericano.
El estudio de los conflictos y las guerras en el marco de la globalización económica aún en construcción, resulta fundamental para evitar el campismo político tan de moda en sectores de la izquierda y abrazado frenéticamente por los gobiernos progresistas. Muchas de las elites de los gobiernos progresistas, convertidas en nuevas burguesías dominantes, ven en el capitalismo ruso o chino, fuentes alternas de negocio y de sobrevivencia política, pero utilizan la retórica del enemigo menor para esconder su real política de alineación con alguna de las fracciones del capital trasnacional. Incluso al no ser estudiosos de la globalización neoliberal, de manera tonta terminan creyendo que los capitales chinos o rusos no tienen intereses cruzados con el capital gringo, en cuyas tensiones los gobiernos progresistas pasan a ser solo peones negociables cuando sea necesario.
Ucrania debe ser analizada también, en la perspectiva del sujeto revolucionario, la clase trabajadora y las nacionalidades oprimidas. Desde esa mirada el análisis se enriquece de manera radical y visibiliza las tensiones entre capital y trabajo globalizado, que se expresan en los territorios de Ucrania, Rusia, EEUU, Turquía, China y la Unión Europea.
Nuestra apuesta como revolucionarios, no es estar al lado de país capitalista alguno, ni EEUU, ni Rusia, ni China, ni Turquía, sino de los intereses del pueblo y la clase trabajadora. Incluso, allí donde pueda no existir ninguna expresión política organizada o expresiones visibles de resistencia, nuestro discurso debe ser para empalmar con lo que está aún subterráneo pujando por emerger en algún momento.
Si algo nos queda claro a esta altura, es que el discurso del enemigo menor, termina vaciando de sentido anticapitalista a la lucha revolucionaria.
Analizar Ucrania desde la tradición de los debates de izquierda
Las importantes opiniones de Zbigniew Marcin Kowalewsk (2022) y de Catherine Samary (2022) en los foros sobre Ucrania del 4 de marzo de 2022, organizado de manera conjunta entre Otras Voces en Educación, Insisto y Resisto, Punto de Vista Internacional y CLACSO TV, mostraron la significación de aproximarnos a la situación de Ucrania con los siguientes ejes:
La tradición imperialista de Rusia desde el Zarismo
La política de Lenin sobre las nacionalidades y la URSS que apostaba por soberanía y autonomía
El giro de Stalin sobre la cuestión nacional en la URSS que vuelve la visión imperial rusa
El sentimiento nacional de soberanía que siempre ha existido en Ucrania, incluso en el periodo de la URSS, algo no desestimable:
La separación de Ucrania de Rusia en el proceso de desmantelamiento de la URSS y si vocación anti nuclear al destruir su arsenal después de la separación con Rusia
Rusia potencia capitalista que se va tomando cuerpo desde Yeltsin y se consolida con Putin
La política de Putin de retomar la política del zarismo y el estalinismo hacer de Rusia una potencia de vocación imperialista. En ese contexto en la campaña electoral Putín anunció su voluntad de recuperar Ucrania:
El papel de Putin y Rusia desde 2014 en la exacerbación de las contradicciones y los separatismos en Ucrania, para crear las condiciones para una invasión
A lo cual le agregaría, que Putin y Rusia intentan usar el conflicto de Ucrania para producir un cambio geopolítico en el mundo, algo que ha venido trabajando la dirección capitalista de ese país durante los últimos años, con puntos de interés que se encuentran con China y EEUU.
La tragedia en curso es para la Unión Europea, pues si Putin logran ganar el “match” de Ucrania, ella perderá una parte importante de su importancia geopolítica heredada de los acuerdos de post guerra y, Rusia pasaría a ser el gendarme emergente en la otrora región de influencia única de las naciones europeas.
Atrevernos a pensar la geopolítica del poder
La geopolítica de la segunda mitad del siglo XX devino de los acuerdos de post guerras mundiales. La OTAN y la alianza europea que terminó conformándose en la Unión Europea eran el anillo de seguridad de los Estados Unidos alrededor de la URSS.
Con la desaparición de la URSS y al convertirse Rusia en una potencia capitalista salvaje, una de las justificaciones reales de la existencia de la Unión Europea como corta fuegos al comunismo desaparece. Los países de la UE han intentado sostener la alianza asumiendo un rol de factor X en el equilibrio de mercados. Sin embargo, lo que ocurre es:
Comienzan a surgir intereses económicos cruzados entre capitalistas rusos, norteamericanos y chinos, donde la Unión Europea no es para nada un eje articulador, mucho menos una alcabala que condicione mercados. China, Rusia y Estados Unidos prefieren apostar por la Organización Mundial de Comercio en la cual se impone la lógica del dinero y el mercado global;
El periodo de Trump, acusado hasta de ser agente de Rusia, expresaba intereses de un sector del capital trasnacional que busca coincidencias extra territoriales, defendiendo los intereses de los capitales propios;
Rusia comienza a perfilarse como un actor fundamental en el mundo árabe, África y Europa oriental en su conjunto y está guerra es en realidad un reacomodo geopolítico de las naciones imperialistas;
La Unión Europea no asusta a nadie y su incapacidad para impulsar una respuesta militar de la OTAN en Ucrania la dejó desnuda y descarrilada de la nueva geopolítica imperialista de primera línea.
Por supuesto, que este intento de activar la OTAN debe servir para exigir el desmantelamiento de este mecanismo militar y transimperialista que cada vez resulta más peligroso por la volatilidad de la dirección geopolítica global. Pero, el que no se haya activado la OTAN debería hacernos preguntar ¿Qué variables económicas influyeron en esa decisión? ¿cuál es la posición de los capitales transnacionales sobre una eventual activación de la OTAN?
Atrevernos a pensar en contracorriente a la mayoría de la izquierda
En consecuencia, considero importante abrir un debate en la izquierda revolucionaria anticapitalista, sobre el impacto de la globalización neoliberal en las tensiones inter imperialistas, eso sí, en cada una de las dos tendencias que se expresan en este proceso integración y confrontación de capitales transnacionales.
Esto permitirá contar con análisis más consistentes que se puedan traducir en líneas políticas con capacidad de empalmar con la realidad concreta de la tercera década del siglo XXI
Como luchador social y docente, una gran parte de mi preocupación está en las víctimas inocentes, esas a quienes los medios de uno y otro lado les quitan rostro y les convierten en simples números de bajas. La geopolítica con perspectiva de clase debe darle voz a quienes hoy sufren los estragos de cualquier guerra con trasfondo económico.