08/12/2024
Por , , Pacheco Mariano
La Plata, Editorial de la Universidad de La Plata, 2007, 343 páginas.
Uno
Hay un proverbio chino que dice: "conocer y no actuar es como no conocer". La frase se completa y complica con las palabras que Morfeo dedica a Neo en Matrix: "Tarde o temprano te darás cuenta de que una cosa es conocer el camino y otra recorrerlo". Son estas las líneas con las que Rodríguez comienza su último libro, en el que aborda de lleno en la categoría de lumpen proletariado. "Ya no como calificativo despectivo", nos dice, "sino como herramienta teórica que contribuye con más preguntas que las que puede aportar el propio proletariado".
El autor es abogado y magíster en Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de La Plata; docente en la UNLP, la UNQUI y en la Unidad Penintenciaria n°9 de la Prov. de Bs. As. (en donde se negó a tomarle examen al ex comisario Alfredo Fanchioti, condenado por los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán). Es también editor de la revista La Grieta e integrante del Galpón de Encomiendas y Equipajes, un centro cultural ubicado en la ciudad de La Plata.
Si en "Las formas del lumpenaje", el primer capítulo, se mete con las distintas caracterizaciones que se han hecho sobre la categoría y las experiencias de lucha desarrolladas por el lumpen proletariado, es para llegar a la conclusión de que allí anida el punto de partida para la acción colectiva del proletariado.
En el segundo capítulo, "El hecho maldito y lumpen de la Argentina", la propuesta es recorrer el andamiaje teórico que ha polemizado sobre "los descamisados": desde la animalización del sujeto en cuestión, por Ezequiel Martínez Estrada, hasta la posición de A. Ghioldi y Jorge Abelardo Ramos, quienes, desde la izquierda, caracterizaron al peronismo como "Bonapartismo" (o Milcíades Peña, para quien el peronismo reactualizaba los temas planteados por K.Marx en el 18 Brumario).
"La lumpemproletarización de la sociedad", el tercer capítulo, arroja la hipótesis de que el lumpen proletariado no es un estado de cosas, sino un fenómeno complejo, concentrándose en los procesos de recomposición de los sectores populares.
El cuarto capítulo, "Fragmentación e identificación en la Argentina neoliberal", aborda los procesos de serialización y ruptura de los lazos sociales operados en nuestro país en los últimos años.
"La lumpemproletarización de la izquierda", el quinto capítulo -tal vez el más polémico- plantea que la lumpemproletarización no está afuera, sino adentro de las experiencias. Caracteriza como "fragmatismo" la forma de identificación de la izquierda vernácula, tanto la "tradicional" como la "nueva". Dice que si la vieja izquierda, "sectaria", promueve el socialismo en un solo partido, la "autonomista", en muchos casos, no difiere demasiado de aquella: se propone el socialismo en un solo barrio, facultad, colectivo cultural o publicación de contrainformación.
En el sexto y último capítulo, "Más allá y más acá de la clase", el autor parte de la polémica categoría de multitud y propone la siguiente hipótesis: cuando la sociedad en general (proletariado incluido) se han lumpemproletarizado, la multitud es la forma de estar, por parte de los sectores subalternos, en una sociedad cada vez más polarizada y fragmentada. "La multitud es la categoría que mejor nos permite dar cuenta de los procesos de lumpemproletarización".
Dos
Rodríguez, que leyó a Friedrich Nietzsche y Michel Foucault (y es más: sospecho que leyó al primero desde el segundo), se empeña en una labor ardua, como lo es la del genealogista: "la genealogía", escribió Foucault, "exige el saber minucioso, grandes cantidades de papeles apilados, paciencia…". Tres características que están claramente presentes en este trabajo.
Alguna vez el autor planteó, en un libro anterior (Estética cruda), que "lo crudo es lo que no está cocido, pero que no necesita esperar a su versión definitiva para constituirse en una obra acabada". Insistía en que lo crudo es un boceto inacabable. Para decirlo con sus propias palabras: "un ensayo interminable que no puede parar de escribirse". Vida lumpen tiene un poco de eso. De hecho, cuando el Estética se publicó -a principios de 2003- ya anunciaba que el Bestiario de la multitud se estaba amasando, gestando.
Bastante cerca de Derrida (y también de Alan Badiou), manifestó entonces que "la crudeza no es el arte de lo posible, sino justamente lo contrario: una experiencia que se abre desde lo imposible". Esto parece quedar claro desde el título, pasando por la primera frase, hasta llegar al final de este libro que se construyó sobre una categoría difícil de digerir para la cultura de izquierda.
Escritura de boceto, entonces, y escritura de la mezcla. Una experiencia que trabaja con lo que tiene; en los tiempos que (no) tiene. Concepción bien presente en la escritura de este libro, construido sobre incontables lecturas y extensas conversaciones sobre las experiencias sociales de la última década. Tal vez por eso, si miramos la bibliografía, podemos toparnos con citas que van desde la antropología de Lévi Strauss a la literatura de Roberto Arlt; desde clásicos como Marx y Lenin a "gente amiga" como Miguel Mazzeo, María Pía López, Guillermo Cieza y Horacio González; desde periodistas argentinos como Cristian Alarcón a pensadores europeos como Althusser, Foucault, Arendt y Negri.
La lista es larga. De Cortázar a Hobbes; del Gordo Cooke a Gramsci; de Cortázar a Fanon; de Scalabrini Ortiz a Trotsky; de Guevara a Holloway; de Borges a Deleuze. Si me paseo por todos estos nombres no es para fastidiar a nadie, sino porque creo que en este mosaico de autores, de disciplinas, que van desde la filosofía la cine, desde la sociología a la historia, podemos encontrar una interesante fotografía de quien vuelca en un ensayo gran parte de su biblioteca, parte fundamental de su experiencia. Que no empieza ni termina ahí, eso está claro.
Tres
Hay una idea que está flotando en el primer capítulo y que quería resaltar. La idea de que no es el dolor, la situación de explotación/dominación/alienación lo que nos junta. O no solamente.
Que en su momento fue la fábrica la que modeló y juntó al proletariado en gestación (así como en los últimos años fue el barrio el que aglutinó a los desocupados y, muchas veces, a los que, aun conservando un trabajo, ya no se sentían convocados por sus gremios; o la facultad; o algún centro cultural, que han funcionado como lugares para reunirnos), es una parte de la historia.
Rodríguez rescata otra instancia. "No solamente el dolor", escribe, "también la pasión por juntarse nomás. La reunión como posibilidad de beber, comer, fumar, reír, jugar, cantar, bailar y conversar entre todos". Lo dice en función de reivindicar la taberna en cuanto lugar importante (tanto como la fábrica) para que los proletarios se constituyan como un colectivo con confianza en sí mismo. Porque en la taberna "la gastronomía y la danza se confunden con el juego y a veces con el sexo".
Porque allí, insiste, fue en donde cada uno descubrió que su problema era también el del otro. Allí descansan, leen (casi siempre en alguna pieza del fondo) los periódicos y folletos propagandísticos. "Y todo eso no sucedía de un modo compungido y serio; sino en medio de carcajadas, gritos y jadeos". Porque en la taberna, los proletarios, sienten "la alegría de saberse formando parte de algo más grande".
Otorgarles a los sitios lúdicos un papel tan destacado, sospecho, puede ser vital para una reactualización de las concepciones sobre la militancia, el compromiso, las apuestas de transformación. Destacar que lo que nos junta, también, es la voluntad de hacer las cosas de otro modo; una indignación compartida ante las injusticias; cierta camaradería, y otras tantas cosas más. Y que eso no es nuevo, sino que tiene sus antecedentes en la propia historia de los trabajadores.
Eso viene a decirnos Rodríguez en los pasajes mencionados, que rescatamos para tratar de pensar la actualidad, el porvenir. Porque el lumpepproletariado -callejón sin salida y promesa- es presentado en este libro como un ambiguario: "Es la imposibilidad de la acción colectiva pero también -se nos dice- al mismo tiempo, constituye un nuevo punto de partida para pensar la acción colectiva; una acción más radical, más democrática, más horizontal".
Punto de partida para continuar recorriendo el camino, gestando preguntas, ensayando hipotéticas respuestas. Un ensayo parado en la rigurosidad teórica, pero también en el entusiasmo por lo que las experiencias pueden decir. O no decir. Y que el futuro diga.
Mariano Pacheco
Consejo de redacción de Herramienta