La redoblada conspiración derechista de este año, tanto como las medidas radicales tomadas esta semana por el gobierno de Nicolás Maduro, y la acumulación de intranquilidad social del pueblo chavista, señalan síntomas de una sociedad que ya no soporta más las medias tintas.
Los hechos ocurridos durante esta semana hablan por si solos de una realidad que se agudiza en varias dimensiones dentro de un proceso político bolivariano que busca una salida que no sabe donde está.
El pasado sábado 9 de noviembre, una arremolinada fila de venezolanos esperaba con impaciencia frente a la conocida cadena comercial Daka, la casa importadora más grande de Venezuela. Como en el resto de las ciudades, la gente quería comprar electrodomésticos con sus abultados aguinaldos y prestaciones sociales navideñas. A esas mismas horas, decenas de miles de venezolanos compraban lo mismo en los más de 400 grandes centros comerciales del país. Pero en Daka, luego de más de una hora de espera bajo el sol caribeño, la gente se angustió y lo que parecía una compra compulsiva más, en un país de petrocompradores compulsivos, se transformó en un tumulto cuando los empleados abrieron las puertas. Y del tumulto brotó el saqueo irremediable. Varias decenas de televisores plasma y otros adminículos electrónicos fueron cargados al hombro por saqueadores improvisados, bien vestidos y sin motivación política alguna. Ni chavistas ni antichavistas, o en todo caso, una mezcla de ambos pero convertidos en masa idiotizada de consumidores. Compradores desesperados por el último grito de la tecnología que les metieron en las cabezas.
En Miami, donde llegó primero la noticia y viven unos 300 mil venezolanos anti-chavistas, los medios enemigos del gobierno de Maduro invirtieron el orden de los hechos y difundieron la versión del Miami Herald y de MiamiDiario.com: “Maduro convocó al saqueo y la gente salió a saquear” (9 de noviembre)
Un día antes, el presidente venezolano había dicho por televisión que preparaba medidas para el control de la especulación y esperaba la aprobación de los Poderes Extraordinarios en la Asamblea Nacional.
Lo que no pudieron prever Maduro ni la jefatura de la Asamblea, es que para ese momento, cualquier accidente podía disparar la combustión social. Daka fue el accidente, y al mismo tiempo la huella de problemas más profundos. Tuvo razón Maduro al definir que los saqueos fueron motivados por “la desesperación”. Pero este es apenas el síntoma.
La perversión consumista venezolana, nada distinta a la de cualquier ciudad comercial del mundo, tiene la particularidad de ser alta, o muy alta en el país, porque se sostiene en la enorme renta petrolera. Desde 1975, los asalariados reciben la liquidación anual de sus prestaciones sociales en moneda constante. Eso que en Argentina, Uruguay o Europa, va en su mayoría al fondo social de las jubilaciones y la Obra Social del extinto estado de bienestar. Un trabajador venezolano cualquiera manosea hasta 120 salarios en un solo monto, a mediados de noviembre. Con el gobierno chavista la capacidad de compra creció en términos relativos, aunque su participación histórica en la renta nacional bajó dos puntos y medio en 14 años.
MADURO SE PUSO DURO: Luego de los saqueos en Daka, el presidente Nicolás Maduro ordenó “La ocupación de esa red de tiendas y sacar los productos a la venta del pueblo, a precio justo, que no quede nada en los anaqueles, que no quede nada en los almacenes” (Maduro, N., VTV, 9 de noviembre).
Esta decisión presidencial de rebajar todos los precios especulativos de electrodomésticos, ropa y comida importada, provocó una estampida de compras masivas en el país. Una heladera, por la que se debía pagar 20.000 Bs., se redujo a a menos de 10.000 luego de la medida presidencial.
El gobierno denomina “precio justo” a la reducción de la tasa especulativa comercial del 1.000%. Luego de la medida gubernamental queda oscilando entre el 75 y el 120 por ciento. Puesto en términos de costo y precio respecto al dólar oficial, significa un ajuste drástico, aunque la tasa general de ganancia continuará siendo altísima, debido a la presión de la inflación, la devaluación y el drenaje incontrolado de la renta petrolera hacia el comercio importador.
Un estimado sobre 73 comercios grandes y medianos y 11 casas de importación, requisadas esta semana, nos dio como resultado, que la especulación promedia una tasa del 570%.
La Fiscalía ejecutó la detención de los gerentes de la tienda de electrodomésticos y el gobierno ocupó el centro comercial por unos días, “Con el apoyo de los militares y miembros de Indepabis, el organismo estatal de protección al consumidor”. Los organismos del poder popular estuvieron casi ausentes en esta batalla por el control social de los especuladores. A pesar de sus intenciones y las buenas declaraciones que difundieron, se vieron limitados a una marcha, algunas reuniones y resoluciones. El peso de las acciones se concentró en las Fuerzas Armadas Bolivarianas. Otro síntoma del momento del proceso.
Entre el domingo 10 y el viernes 15 de noviembre, se registran 111 dueños y gerentes comerciales importadores presos y procesados judicialmente por especulación, acaparamiento, lucro excesivo y otros delitos comerciales de efecto social. En el mismo lapso fueron requisados por las Fuerzas Armadas Bolivarianas más 120 grandes negocios importadores en todo el país y decomisadas decenas de toneladas de productos en tres ciudades, guardados para remarcarlos cuando la navidad esté más cerca.
Un caso escandaloso entre los descubiertos, fue el del Estado Miranda, donde las autoridades inspeccionaron “un depósito que tiene 22 mil 760 artefactos eléctricos en un galpón y otros tres galpones en jurisdicción de Carabobo, repletos de línea blanca, que se presume pertenecen a la gente de la empresa Daka”.
En un Estado agrícola de los llanos, “El Gobierno Bolivariano incautó 70 toneladas de harina de maíz precocida en la población de Guanare, en el estado Portuguesa” (Correo del Orinoco/
www.aporrea.org, 12/11/13).
“Tenemos a más de 100 burgueses tras las rejas en este momento”, Esto lo informó el mandatario nacional el jueves 14. La potencia social e ideológica de esta declaración la relativizó el mismo Maduro con la siguiente frase: “Me da dolor, en el fondo. Tenemos a más de 100 burgueses bajo rejas y uno dice: bueno, este señor qué más quería. Poseedor de riquezas y todos los días robaba al pueblo, cobrándole 1000% de más”.
La rebaja de precios ordenada por orden ejecutiva se transformó en el aumento de salarios indirecto más sustancial en un año marcado por inflación y devaluación galopantes. De hecho, creó en una semana una capacidad de compra estacional que beneficia al pueblo comprador. Pero al mismo, en el sentido más estructural, alimenta y recrea la lógica perversa de un sistema comercial y estatal corrupto basado en una economía de puertos y una renta petrolera capaz de provocar saqueos y al mismo tiempo disiparlos. El 87% del consumo liviano se compra en el mercado mundial. Dos de los principales creadores de precios altos son la importación de electro-domésticos, con el 96% y el segmento alimentario con el 91% de compras en el exterior.
Daka es la señal peligrosa de esa enfermedad instalada en la económica y en la administración del sistema cambiario, reflejos a su vez de un proceso político quedado a medio camino. La mecánica es reveladora.
En 9 años, esta empresa recibió 407 millones 799 mil 379 dólares del Estado, según los registros contables de Cadivi, el órgano que controla el mercado del dólar. En 2012 le otorgaron más de 51 millones de dólares distribuidos en 263 solicitudes, informa la página web de Cadivi. Esta comercializadora fue registrada en enero de 2004, el año cumbre del ingreso petrolero y expansión del consumo y las inversiones estatales. O sea, el fraude Daka comenzó desde el origen de su registro comercial. Recibió esa inmensa suma de dólares a pesar de que su capital declarado era y sigue siendo de apenas 100 millones de bolívares (unos 2 millones de dólares). Así consta en el Registro Nacional de Contratistas de Venezuela. Más grave: el dueño de este centro comercial fue retratado el año pasado en la prensa local al lado de Capriles Radonski en la campaña por las presidenciales.
Quien esté interesado en conocer como funciona la vida económica y política venezolna y hacia donde marcha el proceso más profundo de lo que se conoce como “revolución bolivariana”, que observe este matrimonio social entre la burguesía comercial dominante, la burocracia corrupta y su política económica desplanificada y sin control social y las relaciones de ambas con el mercado mundial.
Entre esas tensiones y fuerzas se origina el actual escenario social venezolano y la conspiración en marcha. A estas alturas del año, se ha convertido en una acumulación de zozobras y tensiones sin una perspectiva clara para ninguno de los lados, excepto para la tasa de ganancia comercial y bancaria.
La gente trabajadora está sometida a la presión de una economía familiar desquiciada por la inflación y la devaluación y una oposición que aprovecha las brechas y las medias tintas para conspirar y sabotear.
Si algo indican los síntomas de noviembre es que la gente ya no tiene paciencia para diferenciar entre especulación comercial, polarización política sin definición, compulsión consumista navideña, corrupción y rabias locales por abusos con precios en casas comerciales y en instituciones estatales que no atienden demandas.
ESA IRREFRENABLE NECESIDAD DE CONSPIRAR. Hace rato que las acciones sediciosas de la oposición empresaria en Venezuela dejaron de ser noticia. Se diferencian este año por su radicalidad y sistematización, asumiendo una dinámica que recuerda a los meses de enero a abril de 2002.
Del sigilo con el se mueven en conversaciones nocturnas con militares en hoteles caraqueños e islas del Caribe, han pasado sin pausa al saboteo comercial abierto, escondiendo productos de primera necesidad, desviando importaciones, creando nudos artificiales en la red de distribución de alimentos, instigando a sindicalistas asociados para alborotar bases laborales, asesinando cuadros políticos de organismos del poder popular (7 en los últimos dos meses, 27 durante 2012).
Además, realizan campañas en sus medios periodísticos para crear zozobra en una población cada vez más confundida y nerviosa. Anuncian que no reconocerán los resultados de las elecciones municipales del 8 de diciembre, hacen ruedas de prensa en las que dicen abiertamente que el gobierno es ilegítimo y llaman a la calle con fechas que van cambiando sin avisar por qué.
Pero la acción conspirativa que hizo saltar el sistema nervioso a la población asalariada obrera y media, y al gobierno mismo, no es estrictamente de tipo político, sino comercial. La especulación.
En los saqueos de Daka no actuó la conspiración derechista. No pudo, aunque hubieran querido. A partir de este suceso, inspirados por la oportunidad y la santa necesidad de conspirar, la derecha intentó actuar sobre el nerviosismo comercial de la gente, creado por la rebaja masiva de precios ordenada por el gobierno.
De los varios intentos registrados, el más cercano al saboteo ocurrió en la lejana ciudad industrial de Guayana, al borde del Amazonas. Allí fueron filmados por la televisora comunitaria Calypso TV, cuatro activistas de la organización opositora “Guayana será mejor”, tratando de convertir en saqueo otra compra nerviosa como la de Daka. No pudieron. La propia gente lo impidió haciendo lo contrario.
La propaganda opositora difundida por el mundo, editó las declaraciones del Presidente, dichas el sábado 9 por la tarde, como si las hubiera pronunciado el viernes 8, antes de los hechos en Daka. Solo cabía un titular: “Maduro convoca a saqueos”.
El domingo, el periodista y político José Vicente Rangel, denunció en su programa televisivo “Confidenciales”, que el activo dirigente de ultraderecha, Leopoldo López ofreció financiamiento a jóvenes venezolanos para entrenarse como paramilitares en Miami.
“El líder del partido Voluntad Popular se reunió con dirigentes de la comunidad cubana entre los que se encontraban María Elvira Salazar y Luis Conte Agüero, quienes lo invitaron a visitar un centro de paramilitares en Los Cayos, dirigido por el ex militar Jorge Luis García Pérez.
Los blancos eran cartones con la cara y el pecho de Nicolás Maduro, luego dirigió unas palabras a los cursantes y los animó a prepararse a defender la democracia y la libertad en Venezuela” (Televén, J.V. Rangel, 10 de noviembre).
El lunes, Capriles Radonski acusa al gobierno de “desestabilizar” el país “para impedir su derrota en las elecciones del 8 de diciembre” y convoca a una marcha de desobediencia civil “contra la ilegitimidad”, que nunca se dio.
Pero el mismo lunes bien temprano aparecieron en redes sociales de amplia circulación, la periodista colombiana Fernanda Jaramillo, asentada en EE.UU., alertó esta semana sobre este mensaje ampliamente difundido en los medios y redes del Caribe, Venezuela y Norteamérica: “16 de noviembre. El único líder eres tu. Sal a la calle y alza tu voz. Fuera el castro-comunismo”. Y agregan una lista de 53 punto de encuentro en 23 ciudades del país. La gráfica está ilustrada con la imagen de un bebé dormido arropado en una bandera venezolana y este llamado: “El no merece este presente. Lucha por su futuro.” (
https://mail-attachment.googleusercontent.com/attachment/u/0/)
Por supuesto, la rebelión social no se dio, pero la penetración de estos mensajes en una situación fragilizada como la venezolana, tiene el efecto de un rumor amoroso en un pequeño pueblo de provincia.
LO QUE NO AVANZA RETROCEDE. La conspiración derechista hace lo suyo, y con ganas, pero ella sola no podría con sus propias fuerzas. En los últimos años, sobre todo desde que murió Chávez, la oposición aprovecha Las brechas abiertas desde las instituciones del gobierno, pero también en el pueblo chavista.
Se expresan como rechazo masivo de los chavistas a la corrupción estatal, su burocracia improductiva y la boli-burguesía depredadora, que junto a los privados, drenan la legitimidad gubernamental con la misma tenacidad que una infección des-inmuniza un cuerpo frágil. El control discrecional del mercado del dólar y su uso especulativo para amasar fortunas tempranas desde la importación y las finanzas, es apenas la manera como se manifiesta la gravedad de la contradicción entre un programa gubernamental socialista y una práctica que marcha en sentido opuesto.
Desde la muerte del Comandante este malestar social ha brotado en parte del pueblo chavista con una visibilidad y radicalización verbal y organizativa imprevistas. El desarrollo de los organismos de poder popular representan una de sus manifestaciones más conscientes, pero al mismo nueva y limitada.
En estas elecciones municipales, cuya campaña de 20 días comienza hoy domingo 17 de noviembre, ese malestar se manifiesta en una decena de candidaturas bolivarianas alternas a las oficiales.
El dilema tiende a convertirse en crucial, al ritmo de la conspiración derechista y el drenaje de legitimidad desde el propio poder. En esa media tinta se debate la revolución bolivariana. Daka fue el síntoma. O se avanza o se retrocede.