20/04/2024

Trump, el cine o como aprendí a amar la bomba

Por Revista Herramienta

 “Las grandes naciones han actuado siempre como gánsteres, y las pequeñas como prostitutas”. Stanley Kubrick

Stanley Kubrick, dirigió tres memorables películas sobre la guerra, en 1957 Paths of Glory, Senderos de gloria, una  crítica feroz a los jerarcas  militares y a la barbarie de la primera guerra mundial; en 1987 estrenó  Full metal jacket , aquí conocida como Nacido para matar, sobre la alienante preparación de los marines y su accionar salvaje en la  guerra de Vietnam,  y en medio de ambas, Dr. Strangelove, aquí  titulada Dr Insólito o como aprendí a amar la bomba,  una sátira mordaz, amarga, cargada de humor negro, sobre la ideología de la disuasión nuclear propia de la guerra fría. La estrena a poco de la crisis de los misiles de 1962, cuando en EEUU se alcanzaba  el pico de la paranoia ante la posibilidad de una tercera guerra mundial. Cuando el cine de Hollywood alimentaba,  con cintas clase B sobre espías, la  psicosis anticomunista, Kubrick tuvo el valor de poner en el banquillo a la piromaníaca cúpula militar de EEUU y a los fabricantes de armas, presentándolos como una banda de ambiciosos, dementes, fanáticos poseedores del poder absoluto de vida y muerte

 Cambio en  el guion

“La guerra no es la continuación de la política por otros medios, la guerra es la continuación de los negocios por otros medios.”  Bertolt Brecht

El colapso de la Unión Soviética, cambió la estrategia y los enemigos pasaron a ser otros, ya no rige la retórica  de la carrera armamentista justificada en el necesario equilibrio del poderío nuclear ante el peligro comunista. Ahora los generales del edifico pentagonal saben que EUU tiene ningún rival a su altura, posee más de la mitad de todo el arsenal bélico que existe en el mundo, con drones,  armas súper sofisticadas de una tecnología destructiva impensadas, incluso por la ciencia ficción, en tiempos de la guerra fría.

Ahora los nuevos vesánicos  de la Casa Blanca y las corporaciones  de la industria militar no tienen contraparte, después del  11 de septiembre el terrorismo es el nuevo guion, es la  amenaza que,  alimentada por ellos mismos, devino en el  nuevo malo de la película, tan elementalmente  necesario como efectivo para sostener la tensión dramática y cautivar a un público dócil al patrioterismo.  

Al Qaeda se origina en la sunnita dinastía suadi aliada de EEUU y  facciones del salafismo yihadista como el ISIS son un producto de las condiciones creadas por EEUU, para enfrentar a los rebeldes kurdos o contener a los milicianos chiitas y son la excusa para atacar a los Estados que supuestamente  lo amparan, entre los cuales le otorgan a Irán un lugar privilegiado. Con  esta misión Donald Trump aprobó  el exorbitante  presupuesto  militar para 2020 de 750.000 millones dólares.

Un escenario clave en esta cruzada  sigue siendo Irak, donde la llamada segunda Guerra del Golfo,  iniciada con la invasión a Irak en 2013 (la primera fue en 1990-1991), tuvo un saldo   200.000 víctimas civiles, 30.000 soldados y milicianos muertos y varios cientos de miles de heridos, además de la devastación  de  gran parte del territorio iraquí. Tras finalizar la guerra y  con el  argumento del entrenamiento de las tropas iraquíes para combatir la insurgencia y el terrorismo, la denominada  Operación Nuevo Amanecer le permitió a  EEUU asegurar la presencia permanente de sus tropas. Actualmente son 5.000 los efectivos que ocupan sus bases militares, que además tiene en el Golfo Persico la Task force lista para rápidas respuestas punitivas.

Las consecuencias de las guerras  de EEUU  y sus aliados en Medio Oriente no pueden ser más nefastas:  millones de víctimas, destrucción y  sociedades envueltas en guerras fratricidas como en Siria, Yemen, Libia, Afganistán, e Irak, en Palestina es Israel el gendarme,  son el resultado del accionar de un Estado terrorista, donde  la CIA, el Pentágono y una cantidad indefinida de mercenarios llamados eufemísticamente contratistas, no vacilan en violar los derechos humanos y las leyes  internacionales, hasta el nivel que sus presidentes ordenan y monitorean en tiempo real  el asesinato.  Barack Obama, premio Nobel de la Paz , el de Osama Bin Laden y Donald Trump el de  general iraní  Qasem Soleimani  y sus acompañantes. En campaña Trump declaro  ante activistas anti aborto “siempre defenderé la vida”, es evidente que  para él un embrión estadounidense  vale más que la vida de miles de musulmanes.

El cine Irak y la guerra

 “Todo lo que se mueve es un vietcong. Todo lo que se esté quieto es un vietcong disciplinado.”  Soldado que dispara la ametralladora en Full metal jacket

Después del horror y  la debacle militar en  Vietnam, contundentemente expuesta en las obras de grandes cineastas como Kubrick, Coppola, Oliver Stone y Hal Ashby, y  las denuncias de atropellos y barbaridades  en las guerras más actuales, algunos  directores de prestigio  intentaron recuperar la imagen de las FFAA  de EEUU y del Reino Unido con la  épica figura del soldado heroico y la noble causa  de la Segunda Guerra Mundial, como en  Rescatando al soldado Ryan de Steven Spielberg en 1998 o la más reciente Dunkerke de Christopher Nolan en 2017. En contraposición, después  la controvertida La noche más oscura (2017) de Kathryn Bigelow,  varios films recientes producidos en los estudios de las productoras del norte, han  planteado una dura crítica al papel de EEUU en la  guerra contra Irak. Tres películas  que, aunque con  ópticas diferentes, pueden leerse como complementarias, incursionan en el tema.  Report, estrenada al año pasado, trata sobre el informe que confirma las torturas, que emulan  con las de Josef Mengele, ejecutadas  por la CIA  en  centros clandestinos en distintos lugares  del mundo, alli 190 prisioneros, según documentos registrados, fueron sometidos a actos aberrantes donde muchos de ellos murieron durante las crueles sesiones.  Vice, de Adam McKay , recorre la inescrupulosa vida políticadel vicepresidente Dick Cheney, jefe del operativo que fraguó la información sobre armas de destrucción masiva  en Irak, arsenal que como reconoció el propio presidente Bush nunca existió, al igual que la inverosímil relación de Saddam Hussein con Al Qaeda dando lugar a la invasión cuyo principal  objetivo fue favorecer a un puñado de  empresas, entre las cuales estaba la del propio Cheney, para que se apoderaran  de los pozos petroleros en el país de Medio Oriente y al mismo tiempo ejercitar el músculo probando su nueva  parafernalia bélica. En Officcial secrets,  Secretos de  Estado de 2019, la denuncia de este thriller político gira sobre los documentos secretos que revelan las acciones de los gobiernos de  George Bush y Tony Blair para presionar a determinados gobiernos para que aprueben en la ONU la intervención de una alianza encabezada por EEUU para invadir Irak, dada  la renuencia de varios de ellos a involucrarse en  una nueva guerra basada en información flagrantemente falsa.

Estas, como otras películas, al igual que los libros en los que se asientan, se basan en  hechos reales que nunca fueron refutados o desmentidos por ninguno de los involucrados. Ninguno de los criminales responsables, desde presidentes hasta  una larga lista de funcionarios civiles y militares involucrados, fueron juzgados ni castigados por las masacres cometidas. El nivel de cinismo, hipocresía e impunidad con que operan es una señal tenebrosa sobre los tiempos que nos tocan,  tiempos sin ley ni justicia, donde la excepcionalidad es la norma y  las instituciones internacionales y regionales, empezando por la ONU, que traicionando sus propias declaraciones y resoluciones, se han convertido en estructuras burocráticas vaciadas de toda capacidad para defender la paz y condenar a los señores de la guerra.

Si viviera Kubrick, el irreverente y genial director de La naranja mecánica y 2001 Odisea del espacio, tendría hoy  que crear un nuevo personaje que no es ni Stranglove, el científico nazi al servicio de los EEUU, ni el militar a quien llama ironicamente Jack D. Ripper, en un juego  de palabras con el conocido  Jack el destripador,  autor del plan de ataque a la URSS, ni  tampoco el general paranoico 'Buck' Turgidson, dispuesto maniáticamente a lanzar la bomba atómica a cualquier precio. Su protagonista seria el energúmeno presidente, el magnate  de pelo volátil, que desde el salón oval de la Casa Blanca niega el cambio climático que incendia el Amazonas y Australia, y que tiene, en la realidad fuera de la ficción de la  pantalla, todo el  poder para aplicar su política matoneril y sembrar el  terror  en todo el planeta.

Poco o nada se puede esperar de la mayoría de los gobiernos, por el  contrario, el silencio o la complicidad genuflexa  es la norma cuando se trata de la desigual relación con el jefe del norte. En América Latina la alineación casi automática con la política belicista, de violenta intromisión y chantaje  de EEUU, es casi automática. Quienes rápidamente condenan al gobierno de Venezuela, independientemente de su deriva autoritaria, sus derrapes  y fallidos, no dudan en reconocer a la golpista y represora  Janine Añez,  auto-elegida  presidente de Bolivia, sin quorum e impidiendo que los legisladores del  MAS ingresen  al recinto,  que callan ante la represión salvaje del gobierno chileno y pasan por alto la situación en Colombia, país que tiene el record de la mayor cantidad de dirigentes políticos y sociales asesinados, ciegos frente a  los recurrentes crímenes cometidos en Haití o la violencia sistemática de la democratura del fascistoide Bolsonaro

Más allá de la pantalla 

“Tomar posición es hacer cine político.” Sergio Leone

El género del cine político, tanto de ficción como documental,  ha tenido diferentes motivaciones, desde un rol militante como fermento de la historia, hasta un perfil más acorde con los parámetros del mainstream del espectáculo, pero por sobre las disparidades  estéticas y de objetivos ha mantenido un valor esclarecedor y testimonial, que hoy se potencia y complementa con las redes multimedia. Pero si los pueblos no abandonan su lugar de espectadores y  reaccionan ante la prepotencia y la violencia de los mercaderes de la guerra, si no logran imponer un nuevo orden  internacional no capitalista, basado en los derechos humanos, la dignidad, la defensa de una paz justa, equitativa y duradera como parámetro ético para la solución a los conflictos, de reconocimiento  a la diversidad política, social y cultural, el respeto y cuidado de la naturaleza y el medio ambiente, este presente  oscuro y convulso de  peligros extremos será  irreversible y el sueño de un mundo que se pueda vivir sin miedo ni amenazas, sin ominosos  muros, un mundo que pueda recorrerse libremente sin necesidad de documentos  ni fronteras  se volverá imposible.

Silvio Schachter es integrante del consejo de redaccion de Herramienta

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