17/04/2024

Raúl Castro en una hora de opciones.

Por Habel Janette. , ,

Singular historia la cubana. Luego de cuatro siglos de dominación colonial española, más de cincuenta años de República marcados por dos dictaduras, y medio siglo de Revolución, la isla está de nuevo ante un viraje de su historia. Redefinir un proyecto de desarrollo viable en condiciones históricas y geopolíticas nuevas, garantizar la estabilidad del país, organizar el traspaso del timón de los viejos cuadros históricos a las nuevas generaciones, entablar negociaciones con la administración de Obama: esta es la misión de Raul Castro. “Todo es negociable, salvo la soberanía”, ha declarado el nuevo presidente cubano.  

Reconociendo públicamente que el sistema funciona mal, que los salarios son insuficientes, que se necesitan “cambios estructurales y conceptuales”, Raúl Castro despertó muchas esperanzas. Pero los anunciados cambios avanzan lentamente. “Pese a nuestros deseos de arreglar todos los problemas, no podemos gastar más de lo que tenemos”, precisó el nuevo ejecutivo recordando la gravedad de la crisis mundial y decepcionando a quienes esperaban soluciones mas rápidas. ¿Un frenazo? ¿Cambio de rumbo o prudencia? Mas de una decena de ministros fueron separados -entre ellos el ex vicepresidente Carlos Lage y el ex jefe de la diplomacia Felipe Pérez Roque- y se anunció la fusión de ministerios relacionados con la producción, procurando hacer mas “funcional” un aparato estatal hiper-centralizado y muy burocratizado. En realidad, estas purgas son indicadores de graves tensiones políticas en la cúpula del aparato estatal. 

¿Cómo caracterizar lo que algunos en Cuba llaman el “raulismo”? La elección (el 24 de febrero de 2008) del hermano menor de Fidel Castro para la presidencia del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros no es sinónimo de transición sistémica. Los dirigentes cubanos aprendieron de la experiencia soviética y de Europa del Este. Después de cincuenta años de “fidelismo” y dos años de poder interino, el hermano de Fidel Castro tiene la misión de garantizar la continuidad y estabilidad del régimen impulsando al mismo tiempo reformas consideradas indispensables. Raúl Castro, con 78 años, dispone de un tiempo limitado para hacerlo. Pero el ritmo de los cambios aplicados revela un gradualismo prudente para limitar el costo social de las reformas y no abrir una caja de Pandora con incalculables consecuencias. El desafío es “salir del caos sin caer en la ley de la selva”, sostiene el sociólogo cubano Aurelio Alonso. Pero hay impaciencia en la población.
¿Por qué los anunciados cambios se hacen esperar? Hay diversas razones. La primera tiene que ver con el agravamiento de la situación económica. La segunda es política. Hay que adaptar las instituciones del régimen para que perdure tras la desaparición de Fidel Castro, en el poder desde hace 50 años. La tercera resulta de una nueva coyuntura: la emergencia de una sociedad civil y de una juventud mucho menos receptiva a los discursos oficiales. La cuarta es internacional: ¿cómo tratar con la administración Obama al tiempo que se mantienen las relaciones privilegiadas de La Habana con Hugo Chávez? La ecuación es difícil; el acercamiento con el presidente Lula podría permitir re-equilibrar las alianzas y facilitar las negociaciones con el nuevo presidente norteamericano.
 
¿Cual es la dinámica de reformas?
 
La sucesión apenas iniciada se tropieza con una imprevista coincidencia de dificultades coyunturales (alza en los precios de las materias primas, la gravedad de los desastres provocados por tres ciclones consecutivos, consecuencias de la crisis económica y financiera internacional, disminución del ritmo de crecimiento cubano) y estructurales (fuerte dependencia de las importaciones, débil productividad, dualidad monetaria, hiper-centralización burocrática). Los márgenes de maniobra económicos para el éxito de las reformas son estrechos. Según algunos economistas cubanos la hoja de ruta -vale decir la estrategia de las reformas- ya está definida. “El menú está listo. Sólo falta fijar una fecha, al menos en lo concerniente a las medidas iniciales”, declara el economista Omar Everleny Pérez, sub-director del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CECEC).[i] Resta hacerlo aprobar en el próximo congreso del Partido Comunista Cubano (PCC) previsto para el otoño de 2009 y ponerlo en marcha.
Por ahora el gobierno actúa poco a poco, pero se adoptaron algunas medidas puntuales de austeridad impopulares. Se pasó la edad de jubilación para las mujeres de 55 a 60 años y para los hombres de 60 a 65. Se reformó el sistema salarial y se generalizó su aplicación desde el 2009, con lo cual ya no hay techo para los salarios en el sector publico y los mismos pueden variar según el rendimiento y los resultados. “Para ganar más hay que producir mas”, puede leerse en los carteles oficiales. Los viajes al extranjero de funcionarios y cuadros de las empresas se redujeron a la mitad, los premios concedidos a los trabajadores de mayor rendimiento y algunas subvenciones fueron suprimidos. El ministro de Finanzas subrayó ante la Asamblea Nacional[ii] la necesidad de modificar “la política fiscal existente”, anunciando la progresiva eliminación de “gratuidades indebidas y altamente subvencionadas muy por encima de las posibilidades actuales del país”. La dinámica subyacente a las primeras medidas está signada por una orientación de mercado.
Además, Raúl Castro reafirmó la prioridad dada a la agricultura. Desde 2008 se tomaron una serie de medidas destinadas a estimular la producción agrícola con el propósito de disminuir importaciones de alimentos cada vez más costosas. En efecto, algunos productos básicos de la alimentación cubana (arroz, frijoles, trigo) dependen de las importaciones. Pero la situación en la agricultura es muy alarmante. Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) en el 2007 la tasa de utilización de tierras agrícolas apenas era de 45% contra un 55% de tierras sin cultivar. Está disminuyendo la producción de algunos géneros alimenticios. El aporte del sector agrícola en la obtención de divisas cayó: en el 2007 representaba el 16% de las exportaciones (en contraste con el 88% de 1990, cuando el azúcar constituía el 80% del total de las exportaciones).[iii] Hoy el sector estatal es poco productivo, a diferencia del sector privado que trabaja aproximadamente un 30 % de las tierras cultivadas y asegura más de la mitad de la producción nacional.
Para corregir esta situación, Raúl Castro anunció una serie de reformas a fin de estimular la producción de alimentos, declarado objetivo prioritario de “seguridad nacional” por el nuevo ejecutivo. Las tierras no cultivadas fueron distribuidas en usufructo a productores privados (7,5% de la superficie útil fue repartida en enero 2009). El gobierno afirma haber dado en usufructo cerca de 660.000 hectáreas de tierra en barbecho. El usufructo es intransferible pero renovable por períodos de 10 años y todas las tierras afectadas serán imponibles. El precio de compra pagado a los campesinos fue aumentado para determinados productos. Se adoptaron medidas descentralizadoras. Las 169 delegaciones municipales de agricultura que fueron creadas, tienen la misión de explotar todas las tierras y mejorar mecanismos de comercialización muy ineficaces. Algunas empresas públicas fueron desmanteladas pasando a ser prestatarias de servicios y su personal fue afectado a la producción.
Pero la situación económica y social demanda medidas más importantes. Pasados ya veinte años, no se recuperó aún el nivel de vida de 1989. Pese al aumento nominal de los salarios en 2005, el economista Carmelo Mesa-Lago estima que los salarios reales (ajustados según la inflación) seguían siendo en 2007 el 76 % más bajos que los de 1989.[iv] Juicio confirmado por Raúl Castro que reconoció en un discurso[v] que “los salarios son claramente insuficientes para satisfacer las necesidades”. A pesar del aumento en las jubilaciones dispuesto en 2005, su nivel medio real en 2006 es un 61% inferior al de 1989.[vi] Hay desnutrición en algunos hogares muy pobres.[vii] El sistema de salud y la educación se han deteriorado con la crisis. Los cuadros, los profesionales muy calificados, los docentes, a falta de remuneraciones suficientes se dedican a otras actividades. Se montó un sistema acelerado de formación de docentes para mitigar la falta de profesores, pero el mal desempeño de los maestros emergentes provocó protestas de la población. En cuanto a salud, la transferencia de decenas de miles de médicos cubanos al exterior, sobre todo a Venezuela, ha provocado una penuria de profesionales de la salud y algunos establecimientos hospitalarios ya no tienen el personal necesario.[viii]
Para algunos economistas cubanos, el sistema económico está en un impasse y no puede ser punto de partida para el desarrollo. Pedro Monreal habla de “descarrilamiento” de la economía y “la dura realidad de un país invadido por el marabú” que requiere “una refundación económica, social y política”.[ix] Para Omar Everleny Pérez es preciso “liberar todas las fuerzas productivas, desarrollar el mercado, impulsar las inversiones extranjeras y relanzar las PME entre otras medidas capaces de dinamizar una economía tan improductiva”.[x] “Hace falta una profunda transformación estructural incluyendo formas de propiedad no estatal no solamente en la agricultura sino también en el sector manufacturero y en los servicios”.[xi] La mayor de las preocupaciones es pues la economía. Es significativo que Carlos Lage -actualmente purgado, pero anteriormente responsable gubernamental del seguimiento de la evolución económica- haya cuestionado la corrupción y la incompetencia administrativa, constando que la recuperación no se correspondía con la magnitud de los recursos distribuidos. Pero dado que las reformas de mercado aplicadas durante la crisis que siguió a la caída de la Unión Soviética (el “Período especial”) desestabilizaron el anterior equilibrio social, cuando se trata de ir mas lejos se impone la prudencia, tanto mas cuanto que hay opiniones divergentes sobre los “cambios estructurales” a realizar.
 
Preparar el post-castrismo: institucionalizar y estabilizar el régimen 
 
El desafío es también político. Está cuestionada la funcionalidad de un sistema preparado para operar en otro contexto histórico. El escenario de la sucesión es imprevisto. El traspaso de poderes perfectamente controlados en 2006 preparaba a la población para la ausencia de Fidel Castro, gravemente enfermo. Su vida peligraba. Renunciando a sus cargos (excepto al del Secretariado del Partido Comunista Cubano), Fidel Castro parecía retirarse. Pero con sus 83 años no sólo sigue estando presente sino que parece mejorar y “reflexiona” casi cotidianamente en las columnas del diario Granma o en Internet. A veces sus “reflexiones” son leídas íntegramente por la televisión. Y sus escritos no siempre coinciden con las decisiones adoptadas por el gobierno de Raúl Castro (como pudo verse a propósito de los mensajes referidos a las relaciones con la Unión Europea o con algunos gobiernos latinoamericanos). ¿Significa esto que hay divergencias entre los “raulistas” y los “fidelistas”? Los desacuerdos entre ambos hermanos son invisibles. Se pueden advertir estilos de trabajo diferentes: los primeros con mayor pragmatismo y un funcionamiento más organizado en el marco de las instituciones existentes, sobre todo el ejército, y en los segundos un voluntarismo que no vacila antes las dificultades y frecuentemente toma atajos. Pero más allá de estos rasgos, es difícil identificar corrientes políticas organizadas en el aparato estatal. El sistema político de partido único es opaco y no permite la expresión pública de las diferencias a pesar que el PCC es muy heterogéneo.
La prensa oficial está dominado por la “lengua de madera” y el black out sería casi total sin Radio Bemba, una transmisión de boca a oreja generalmente bien informada. El investigador cubano Haroldo Dilla[xii] identifica tres sectores en la elite política.[xiii] En primer lugar las personalidades históricas en actividad (entre las que Raúl Castro es la figura clave) generalmente volcadas a las actividades financieras y comerciales, favorables a una amplia apertura económica y partidarias de un reforzado control político garantizado por las Fuerzas Armadas. Un segundo sector sería, según Dilla, el integrado por políticos más jóvenes relacionados con dirigentes económicos y con algunos centros de investigación; partidarios de una mayor flexibilidad política, estarían en contacto con dirigentes latinoamericanos y en particular con el presidente venezolano Hugo Chávez. La personalidad mas representativa sería el vicepresidente hoy purgado Carlos Lage, el ministro de cultura y miembro del Buró Político Abel Prieto, aún en funciones, y tal vez el también purgado ministro de Relaciones Exteriores Felipe Pérez Roque. Finalmente, un tercer sector muy conservador y con una visión dogmática de la política aceptaría reformas a condición de controlarlas y preservar las prerrogativas de la burocracia del PCC. El primer vicepresidente José Ramón Machado Ventura (78 años) sería su figura prominente. Controla el aparato del PCC que incluye varios cientos de miles de funcionarios. Son los pilares políticos de la administración; su suerte está ligada al mantenimiento de un Estado muy centralizado y temen ser desestabilizados por “cambios estructurales” que podrían aparejar reivindicaciones políticas.
Cuando se esperaba la promoción de Carlos Lage como número dos, ante la sorpresa general, quien fue promovido en 2008 como primer vice-presidente del Consejo de Estado fue Machado Ventura, lo que en caso de fallecimiento de Raul Castro lo convierte en sucesor oficial, de acuerdo a la Constitución cubana. Esta decisión imprevista preanunciaba el desplazamiento de Carlos Lage. Esta alianza entre la alta nomenklatura del PCC y los militares “históricos” constituye hoy el núcleo duro de la dirección del país. En el marco del proceso de sucesión que está en curso, el desplazamiento de C. Lage y de F. Pérez Roque permite a Raúl Castro consolidar su poder y colocar a su gente. Según su concepción, el Partido Comunista Cubano representa la vanguardia de la Nación. Sin embargo, siendo partido único, el PCC está lejos de ser homogéneo.
En vísperas de importantes acontecimientos, el nuevo presidente quiere “trabajar en el perfeccionamiento de las instituciones” en alianza con las Fuerzas Armadas (FAR) de las que fue ministro durante casi medio siglo. Estas han adquirido un considerable peso económico. Son el vector de numerosas transformaciones económicas y pesan a favor de reformas que den mas espacio al mercado y a la disciplina, a fin de hacer competitiva una producción que no lo es. Los empresarios de las FAR aplican desde hace mucho “el perfeccionamiento de las empresas”, como se denomina a un sistema de gestión aplicado en las empresas cubanas con métodos marcados por la búsqueda de la perfomance y de la rentabilidad. La aplicación de mecanismos de organización y de dirección utilizados por las empresas privadas que funcionan en una economía capitalista implica una mayor autonomía de decisión para los dirigentes incluyendo la facultad de reducir personal, y de aplicar un sistema de pagos y remuneraciones ligados a los resultados de la producción. En agosto de 2007, 797 empresas sobre un total de 2732 (la mayor parte de las empresas son públicas) aplicaban las normas del “perfeccionamiento”.[xiv] Ellas inspiran la nueva política salarial nacional que se aplica desde el segundo semestre de 2008. A partir de ahora todos los trabajadores serán pagados de acuerdo al rendimiento, su salario básico será fijado con independencia de de las tablas salariales nacionales y en una misma empresa podrán coexistir sistemas de remuneración diferenciados, práctica que anteriormente estaba prohibida.
El nuevo presidente ha puesto el acento en la regularidad de un funcionamiento institucional frecuentemente alterado por su hermano mayor. El abandono de la “batalla de ideas” (una estructura paralela extremadamente costosa montada por Fidel Castro para impulsar sus propios planes económicos y sociales) y el desplazamiento de cierto número de “talibanes” (sobrenombre dado a los jóvenes incondicionales del líder máximo cuyo activismo frecuentemente “cortocircuitaba” la legalidad administrativa) confirma la voluntad de “colegialidad” -y disciplina- ejemplificada en la organización de las Fuerzas Armadas. En este aspecto es en lo que el “raulismo” se diferencia del “fidelismo”, sin que ello signifique mayor preocupación por la participación democrática. Pero el desorden institucional mantenido por Fidel Castro se había hecho inaceptable.
A partir de ahora es preciso reformar, reorganizar, sin desestabilizar: difícil operación que por el momento deja poco o ningún lugar a las nuevas generaciones. Es sorprendente ver que ni Fidel ni Raúl Castro han tenido la suficiente confianza en la siguiente generación como para transmitirle -aunque sea bajo su control- la responsabilidad gubernamental, habiendo algunos experimentados dirigentes cuadragenarios o quincuagenarios en funciones desde hace mucho tiempo. Era el caso de Carlos Lage (57 años) y de Felipe Pérez Roque (43 años). Así pues, con algunas pocas excepciones, el poder se mantiene en la vieja generación histórica[xv] que así afirma que quiere ser la única que decida las reformas que se pondrán en marcha.
Para esta vieja guardia la situación no es sencilla. ¿Cómo reemplazar el arbitraje ejercido hasta entonces por Fidel Castro, líder carismático “irremplazable” según Raúl Castro, logrando evitar la división de los círculos dirigentes? ¿Cómo “construir el consenso” sabiendo que cualquier ruptura en la cúpula amenazaría al conjunto del sistema? En el credo castrista la unidad es un principio sagrado, y la división de las elites el peor de los peligros. Pero las repentinas destituciones de altos responsables producidas en marzo 2009 son una buena muestra de las dificultades. ¿Cómo manejar las divergencias sin tener que recurrir a la represión o a la calumnia? Los métodos utilizados contra reconocidos dirigentes políticos, acusados de haberse burlado de la edad y capacidades del núcleo dirigente delante de extranjeros, traicionando así la confianza en ellos depositada por Fidel y Raúl Castro, recuerdan lamentablemente los procedimientos usuales en la ex URSS.
La nota oficial anunciando su desplazamiento fue seguida por una “reflexión” de Fidel Castro bajo la forma de una aclaración que no solamente expresaba su pleno acuerdo con las decisiones sino, factor agravante, denunciaba las ambiciones de sus antiguos colaboradores “que los llevaron a jugar un rol indigno”. Sin embargo, las destituciones del vicepresidente Carlos Lage (considerado una figura ligada a los “reformadores”) y de Felipe Roque Pérez (que dirigía la diplomacia desde 1999) fueron interpretadas como signo de un reagrupamiento alrededor de los hombres ligados a Raúl Castro, en desmedro de los más próximos al antiguo “líder máximo”. ¿Cómo explicar entonces el acusador desmentido de Fidel Castro hacia sus antiguos subordinados corriendo el riesgo de ser desmentido? Carlos Lage es un hombre con una reputación de integridad jamás desmentida anteriormente. Y cuando Felipe Pérez Roque se retiró del ministerio de Relaciones Exteriores fue saludado por aplausos.
Dudas, interrogantes y críticas provenientes de personalidades cercanas al régimen fueron expresados públicamente objetando las acusaciones oficiales.[xvi] Fue entonces cuando se produjo un nuevo incidente con el arresto de un hombre de negocios español amigo de Carlos Lage. Acusado de ser un agente español, Hernandez fue interceptado en el aeropuerto de La Habana. Serían sus conversaciones con Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, escuchadas y registradas a espaldas de ellos, las que habrían provocado las destituciones. En Cuba se han presentado a los dirigentes políticos y militares del país videos que reproducen sus palabras cuestionando la edad de Fidel Castro y las capacidades de su hermano.[xvii] ¿Estas palabras irrespetuosas sobre la vieja generación que no se decide a ceder el lugar ocultan desacuerdos más políticos? No es posible excluirlo.
¿Cual es, en este contexto, el verdadero rol de Fidel Castro? ¿Qué lugar ocupa hoy día? “Disminuí las Reflexiones tal como me lo hacia propuesto para este año, para no interferir o molestar a los compañeros del Partido y del Estado en las decisiones que deben tomar” ante la crisis mundial, había escrito el ex presidente cubano en una declaración publicada en el sitio Internet oficial Cubadebate. Cabe decir, como mínimo, que ese compromiso no se mantuvo.[xviii] Contrariamente a lo declarado no se retiró. Ya no tiene responsabilidades oficiales pero su autoridad no depende de títulos y sus múltiples “reflexiones” siguen pesando en las decisiones políticas. Esto se pudo ver cuando, tras la visita de la presidente chilena Michelle Bachelet a La Habana, casi provoca un incidente diplomático evocando un litigio histórico como la necesidad de salida al mar para Bolivia. Líder carismático, Fidel Castro arbitraba y decidía, pese a que su carisma a lo largo de los años se había “rutinisado” (Max Weber). Hoy la enfermedad le impide ocupar el primer plano de la escena pero no por eso está menos activo.
La cuestión que muchos cubanos se plantean es si las purgas se deben a una creciente preocupación frente a los cambios en la política norteamericana hacia Cuba o si anuncian la implementación de decisiones impopulares en momentos en que las dificultades económicas y sociales provocan pesimismo y un alarmante malestar en la opinión. Ya estamos contra el reloj, la pared o el abismo” escribe el antiguo diplomático Pedro Campos[xix].
La hipótesis según la cual los dos hermanos Castro harían opciones geopolíticas diferentes (Fidel Castro, desconfiando del nuevo presidente norteamericano defendería el mantenimiento de relaciones privilegiadas con Hugo Chávez, Raúl Castro preferiría aproximarse al presidente Lula en la perspectiva de una gran negociación con la administración Obama) tiene credibilidad.[xx] Carlos Lage y Felipe Pérez Roque tenían contacto frecuente con el presidente venezolano. En lugar de apoyarse ante todo en un frente latinoamericano construido alrededor de Hugo Chávez, Raúl Castro cuenta con el presidente brasileño para diversificar sus alianzas, limitar la dependencia cubana con respecto a Venezuela y facilitar la negociación con Washington. La débil delegación cubana que se hizo presente en el Foro Social de Belén (Brasil) en enero 2009 testimonia las prioridades del presidente cubano, incluso cuando estaban presentes los presidentes ecuatoriano, boliviano, paraguayo, venezolano y brasileño. Pero cabe también preguntarse: ¿no se trata de una distribución de roles? ¿ambos hermanos no tienen un doble juego? De hecho, en lo inmediato nada puede reemplazar el intercambio privilegiado con Caracas.
 
Una sociedad civil emergente.
 
Además del contexto político, una tercera razón hace más peligrosa la aplicación de las reformas. Desde los años 1990 ha emergido una sociedad civil. Con la enfermedad de Fidel Castro esta dinámica social embrionaria se reforzó[xxi]. Algunas medidas impopulares despertaron protestas, tal como ocurrió en enero de 2008 cuando los empleados cubanos de empresas extranjeras se opusieron a una resolución que apuntaba a aplicar impuestos a sus salarios. El aumento de la edad para la jubilación también provocó reclamos. Este malestar social es todavía limitado pero tiene ecos y esto explica la prudencia de las autoridades.
Además, hay círculos intelectuales o militantes que también se expresan, sobre todo en Internet. En 2007, durante un incidente conocido como “guerra de los e-mails” centenares de intelectuales y artistas protestaron en contra de un programa de televisión complaciente hacia algunos ex censores culturales. Los balances muy críticos de los años de plomo (la “década gris” de los años 1970), el recordatorio de las derivas del “socialismo real” durante el Congreso de la Unión de Escritores y Artistas Cubanos (UNEAC) en abril 2008, fueron los primeros indicios de este despertar. En el curso de las 5.000 asambleas realizadas en centros de trabajo en 2007, las diferencias de ingresos, el desigual acceso a las divisas, las dificultades de los transportes públicos, la falta de maestros y su formación deficiente, la disminución del número de médicos, la carestía de los servicios, la incompetencia de los administradores y la pequeña corrupción rampante fueron denunciados. Se expresó la exigencia de una mayor participación popular en las decisiones.
Las autoridades habían alentado estas críticas: “así es como se puede avanzar” se decía en el Partido. En diciembre de 2007 Raúl Castro comentó sobriamente estos debates en la Asamblea Nacional: “no necesitamos que nos digan cuáles son los problemas”. ¿Era preciso que “la boca se abriera” para conocer el estado de ánimo de la población? Luego, se sucedieron otros incidentes significativos. La interpelación pública al presidente de la Asamblea Nacional Ricardo Alarcón por un joven estudiante, la difusión en el sitio de Internet Kaosenlared (de la que no se sabe con precisión quien la inspira) de varias contribuciones o proposiciones alternativas en el marco de la preparación del Congreso del PCC de 2009, así como los debates muy abiertos organizados por la revista TEMAS testimonian el mismo fenómeno.
Se constata una gran distancia entre el discurso oficial y la sensibilidad de las generaciones nacidas a fin del siglo XX, un desfasaje que acentúa el deterioro del clima político. “Yo tengo 25 años”, declaró en 2007 Carlos Lage Codorniu[xxii], presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios e hijo de Carlos Lage, “mi vida fue marcada por los años de crisis, período durante el cual se ha visto como algunos valores se degeneraron en Cuba” (...) “hay un debate en curso entre generaciones, entre lo que cree la generación de nuestros padres y la nuestra que quiere proponer ideas nuevas. Incluso los jóvenes más ortodoxos tienen maneras de pensar diferentes y de asumir no solamente la revolución sino la vida en sociedad”... “hay que presionar para reforzar el peso de la joven generación, pero aunque algunos lo comprenden otros son mucho más reticentes”. Ésta diferencia generacional es indudablemente uno de los elementos más inquietantes para la dirección del país. Con el correr de los años el marxismo soviético enseñado en la Universidad con la etiqueta de “socialismo científico” ha sido percibido por algunos jóvenes como un dogma esclerosado del que Fidel Castro sería la encarnación.
Ciertamente, no es la primera vez que se producen iniciativas surgidas de la “sociedad civil”. Muchas asociaciones civiles y organizaciones no gubernamentales que intentaron ofrecer alternativas a las dificultades de la población sufrieron del boicot burocrático. Cuando los proyectos de una ONG pasaban los límites fijados, el estado intervenía casi siempre con consecuencias negativas[xxiii]. Éste fue el caso de Hábitat-Cuba (una ONG cubana[xxiv]) cuando las experiencias de “arquitectura participativa” habían sin embargo permitido mejorar el hábitat de la población facilitando los arreglos o la reconstrucción de viviendas con ayuda de profesionales. Porque el Estado cubano puede explicar que trata de proteger su soberanía nacional denunciando las tentativas de injerencia de algunas ONG norteamericanas, pero resulta absurdo que imponga límites y controles a organizaciones que habían rechazado cualquier injerencia internacional y adhieren a los objetivos declarados del proyecto revolucionario. Es una constante del poder castrista: aunque sea de izquierda o revolucionaria, no se tolera ninguna expresión de autonomía social con dimensión política. “La burocracia sigue dialogando consigo misma e imponiendo acuerdos desiguales a la gente bajo formas de coacción o cooptación, reproduciendo la asimetría entre lo estatal y lo social” constata el profesor Armando Chaguaceda[xxv].
 Pero ahora estas prácticas son criticadas y la exigencia de una democracia más participativa o incluso más autogestionaria se expresa en revistas (entre ellas TEMAS), en Internet, en círculos militantes, en la Universidad o en estructuras asociativas. Incluso antes de la destitución de su padre el joven presidente de la FEU, Carlos Lage Codorniu constataba “la ausencia de una verdadera cultura de debates”, el hecho de que “los espacios de participación han perdido su credibilidad porque los estudiantes ya no identifican a las instituciones ni a sus dirigentes como una vía de comunicación con la revolución”(...) “hay gente muy buena pero no ocupa puestos de dirección porque estos están ocupados por camaradas que son posiblemente muy disciplinados, muy correctos, acordes con los imperativos del pasado, pero que hoy ya no responden a las necesidades de los cubanos”. Premonitoriamente agregaba: “a veces se excluye a gente acusada de no ser revolucionaria porque tienen opiniones diferentes (...) estas políticas erróneas son luego identificadas con la revolución”. El filósofo Jorge Luis Acanda confirma: “hace falta que el socialismo cubano sea menos estatal, a fin de impulsar la democratización del poder y de la propiedad”.
 
La vía vietnamita: ¿una alternativa?.
 
¿Hasta dónde puede y quiere ir Raúl Castro? Está ahí para perpetuar el sistema político reformándolo que en el plano económico. Pero si se descarta cualquier terapia de choque, la idea de una transición gradual sin costo social es poco creíble. La polarización y la fragmentación social engendrada por la crisis luego del hundimiento de la URSS ya tuvieron efectos disgregadores[xxvi]. Los que denuncian los riesgos de la vía china para Cuba subrayan el peligro que representaría para el sistema. Es el caso del ex ministro de economía José Luis Rodríguez, hoy destituido. El había declarado en 2007 que Cuba no cambiaría su modelo económico para seguir el de China o el de Vietnam, que sólo se trataba de hacer a la economía más eficaz sin que esto implicara la diversificación de las formas de propiedad. Para él la propiedad estatal debía por lo tanto seguir siendo preponderante, y el desarrollo de pequeñas empresas no estaba en el orden del día. ¿Este punto de vista tuvo algo que ver con su despido? Sobre esto no pueden hacerse más que especulaciones. Pero estas tomas de posición son parte del debate interno en curso. Y Fidel Castro nunca ocultó sus reservas con respecto a esos “mecanismos capitalistas” cuyas consecuencias políticas teme.
A corto término la continuidad del castrismo no parece amenazada. ¿Pero puede reformarse un poder carismático? Es verdad que el esquema vietnamita (observado con atención por el nuevo ejecutivo) muestra que la transición de una economía de comando (centralmente planificada) hacia una “economía socialista de mercado” (tal como la califican los dirigentes vietnamitas) no es sinónimo de democratización. En Vietnam, el proceso de renovación (doi moi) impulsado por el Partido Comunista Vietnamita en 1986, permitió pasar de una economía ineficaz sometida a la irresponsabilidad burocrática y dependiente de la ayuda extranjera, a una economía de mercado cuyas tasas de crecimiento han pasado del 8% en los últimos años. Los éxitos vietnamitas fascinan a los dirigentes cubanos, como lo testimonian la gran cantidad de intercambios, viajes y publicaciones entre ambos países[xxvii].
La prioridad dada a la agricultura y la asignación de tierras productivas a los campesinos, las inversiones extranjeras (que acaban de ser autorizadas en Cuba para el azúcar), los reajustes previstos de las tasas de cambio para terminar con la dualidad monetaria, se inspiran en la experiencia vietnamita. Pero Cuba no es comparable a China o a Vietnam. Ni por la situación geopolítica, ni por el tamaño, ni por los recursos económicos, ni por su historia y cultura. El “socialismo de mercado” significa en realidad el “capitalismo salvaje” protegido por el Estado y el Partido, subrayan algunos dirigentes. El comportamiento de las empresas chinas es tan predador como el de las Trasnacionales del Norte, y a veces peor. La aplicación de este “modelo” podría tener graves consecuencias.
Tanto más que el traspaso de timón difícilmente podrá realizarse en el marco de una continuidad institucional que fue construida por y para Fidel Castro. El Partido Comunista Cubano no tiene la misma coherencia histórica que el Partido Comunista Vietnamita. Un “capitalismo del partido” es problemático por razones sociales y políticas. Las desigualdades (desocupación, déficit sanitario y escolar...) más o menos tolerados hasta ahora en Pekín o en Hanoi correrían el riesgo de ser mal recibidas en Cuba donde la cultura igualitaria y redistributiva es fuerte. Finalmente la economía de mercado bajo control del partido del estado no deja ningún lugar a una democracia participativa y autogestionaria que reclaman muchos cubanos. ¿Cómo articular las reformas económicas de mercado sin cambiar el paradigma sociopolítico, protegiendo al mismo tiempo las prerrogativas de la burocracia? Esta es la ecuación que Raúl Castro debe resolver en la perspectiva del Congreso del Partido Comunista cubano previsto para el otoño de 2009.
 
Novedades en las Américas
 
En tanto que la administración del presidente Obama comenzó a suavizar un embargo casi quincuagenario al liberalizar los viajes y las transferencias de divisas drásticamente limitadas por George Bush, La Habana ya no está aislada en el tablero internacional. Las grandes potencias se anticipan a los cambio por venir. La visita del Comisario europeo para el desarrollo Louis Michely, el levantamiento de las sanciones de la Unión Europea que se aplicaban desde el 2003, precedieron la visita del presidente chino Hu Jintao. Una decena de acuerdos bilaterales (incluyendo la compra de azúcar y de níquel cubano” fueron establecidos y la deuda comercial fue reestructurada con 5 a 10 años suplementarios[xxviii]. China es el segundo socio comercial de La Habana, después de Venezuela. Para Pekín, Cuba es una buena puerta de entrada para acceder a las preciosas materias primas de América Latina.
El jefe del Kremlin, Dimitri Medvedev, también estuvo en la isla en 2008 mientras Rusia participa con Venezuela, principal aliado cubano, en maniobras militares en los caribes. Para Moscú desarrollar lazos con Caracas y La Habana permite dar una respuesta al proyecto norteamericano de instalación de un escudo antimisilístico en Polonia y la República Checa. Rusia modernizará el equipamiento militar cubano de origen soviético devenido obsoleto y grupos petrolíferos rusos quieren explotar la zona económica exclusiva de Cuba. Moscú parecería dispuesto a “olvidar” la deuda de su antiguo aliado.
Raúl Castro dispone también de importantes respaldos en América Latina. De Hugo Chávez por supuesto, pero también del presidente brasileño Lula y de otros dirigentes latinoamericanos que aprovechan el fin de la hegemonía estadounidense para tomar distancia de Washington. El 16 de diciembre 2008 durante una reunión en Brasil, Cuba fue integrada al Grupo de Río y 33 naciones latinoamericanas y caribeñas reafirmaron su condena a las sanciones norteamericanas contra la isla. Tras el viaje del presidente brasileño Lula en 2008, los presidentes de Argentina, de Chile, de Ecuador, de Guatemala, de Honduras, de República Dominicana y de Venezuela fueron recibidos en La Habana. En 2009 el presidente mexicano Calderón anunció que iría. Estas visitas son un homenaje “a la resistencia del país desde hace 50 años” declaró Raúl Castro. En la Cumbre de las Américas que tuvo lugar en Trinidad y Tobago en abril 2009, en presencia de Barack Obama, los gobernantes latinoamericanos enviaron un mensaje al presidente norteamericano: la normalización de las relaciones de Washington con Cuba es insoslayable. Pero la declaración final no tuvo consenso, fue rechazada por los países del Alba por qué no mencionaba el embargo.
Los otros gobiernos latinoamericanos la adoptaron... sin firmarla. Con un nuevo viraje, Washington, constatando sin duda que “hacen falta dos para bailar la rumba”[xxix], anunció la apertura de conversaciones exploratorias “informales” con La Habana. El partido de ping pong ha comenzado, y será largo puesto que son importantes los obstáculos legislativos y políticos en los Estados Unidos. Del otro lado del estrecho de la Florida, Fidel Castro ya ha sostenido que Obama había “mal interpretado” las declaraciones de Raúl Castro[xxx]. Éste había declarado estar dispuesto a discutir de todo, incluyendo de “prisioneros políticos”, una terminología siempre rechazada por Fidel Castro. En la isla, las relaciones con Washington amenazan con transformarse en una cuestión de política interior. “El lobo está llegando, pero en lugar de pistola, trae fajos de dólares” escribe Pedro Campos llamando a hacer los cambios necesarios para enfrentarlo[xxxi]. ¿Cómo administrar el pasaje de medio siglo de conflictos y de confrontación a una fase de normalización de relacione? Encontrar un modus vivendi con la administración norteamericana que permita salvaguardar la independencia y las principales conquistas sociales logradas en 50 años y al mismo tiempo realizar las “reformas estructurales” no resulta fácil de visualizar.
Finalmente, en ausencia de un debate político organizado y libertad de prensa es difícil advertir la evolución de las diferentes corrientes políticas que atraviesan la sociedad cubana. Más allá de los disidentes, cuyo impacto es actualmente muy débil, es posible reconocer tres corrientes que en realidad se cruzan de distinta manera según de qué se trate. Se puede esquemáticamente distinguir los pragmáticos, que se reclaman de Raúl Castro y que están a la búsqueda de una versión cubana del “modelo” vietnamita. A mitad de camino entre Chávez y Lula desean poner fin al conflicto con el gran vecino del norte. En segundo lugar los “ortodoxos” que desconfían de los “cambios estructurales” y de sus consecuencias socio-política en tanto que el régimen está conducido a negociar con la administración Obama. Fidel Castro a pesar de su edad y de su enfermedad sigue siendo el garante de la intransigencia frente al imperialismo. Exige antes de cualquier concesión el levantamiento del embargo y mantiene su visión verticalista y homogénea de la sociedad unida tras el jefe para enfrentar al enemigo. Estos diferentes posicionamientos tienen en común la voluntad de preservar un régimen autoritario fundado en el partido único.
Otra orientación más democrática está presente entre intelectuales, estudiantes, algunos sectores del Partido que expresan las aspiraciones de amplias capas de la sociedad. Lo mostró el debate popular organizado en 2007. Éstos demandan cambios sin desear por ahora una ruptura. Reclaman a la vez más democracia política y una mayor libertad económica para los trabajadores independientes, campesinos comerciantes y artesanos. Pero quiere mantener el control del estado sobre los sectores estratégicos y preservar las conquistas sociales. Esta tendencia es heterogénea, ella comprende partidarios de la democracia participativa y la autogestión, defensores“de una efectiva pluralidad emancipadora de las izquierdas” [xxxii] y partidarios de la economía mixta. Sea como sea, es la primera vez que parece insinuarse una corriente de pensamiento distinta a las dos variantes burocráticas del castrismo, la carismática “fidelista” y la pragmática “raulista”. El fin del embargo sería una condición para su desarrollo.
 

 

[i] La Jornada, 17/3/2008 “Cuba requiere soltar todas las fuerzas productivas”.

[ii] La Habana, Asamblea Nacional Popular 24-27/12/2008.

 
[iii] La Carta de La Habana, nº 90, febrero 2009, B. Gazon. y traducido del alemán para Herramienta por Dora de la Vega.
[iv] Carmelo Mesa-Lago “The Cuban economy al the crossroads: Fidel Castro’s legacy, debate over change and Raúl Castro’s options”. Documento de trabajo, Real Instituto Elcano, 2008, Madrid.
[v] El 26 de julio 2008.
[vi] Ibid, pag. 157.
[vii] Omar Everleny Pérez “La economía en Cuba: un balance necesario”, Nueva Sociedad nº 216 (2008), Buenos Aires.
[viii] Julie M. Feinsilver “Médicos por petróleo”, Nueva Sociedad nº 216, julio-agosto 2008, pag. 119.
[ix] Espacio Laical, La Habana, 2/2008.
[x] La Jornada, 17/3/2008 “Cuba requiere soltar todas sus fuerzas productivas”.
[xi] Omar Everleny Pérez, ob. cit. 
[xii] Haroldo Dilla es sociólogo y fue uno de los investigadores del prestigioso Centro de Estudios sobre América (CEA) cuyos responsables fueron reprimidos por Raul Castro en 1996. Actualmente vive en la República Dominicana.
[xiii] Haroldo Dilla “La dirección y los límites de los cambios” Nueva Sociedad Nº 216, julio/agosto 2008, Buenos Aires. 
[xiv] La carta de La Habana nº 82 junio 2008.
[xv] Sobre 23 miembros de Buró Político 6 son militares. Los comandantes y generales representan el 26% del Consejo de Estado. Además del ascenso de varios militares en el curso de la reorganización ministerial de marzo 2009 el coronel Armando Emilio Pérez, uno de los encargados del “perfeccionamiento de las empresas” fue nombrado en abril vice-ministro de Economía.  
[xvi] Ver el sitio Kaosenlared y también el sitio Rebelión próximo al gobierno cubano.
[xvii] El País 23 mayo 2009.
[xviii] AFP 23 enero 2009.
[xix] Autor de un proyecto de tesis sometido al próximo congreso del PCC, este ex funcionario del ministerio del interior colabora regularmente en el sitio Kaosenlared.
[xx] Esto fue señalado en un texto anónimo titulado “material de trabajo” que circulo en Internet así como por el escritor Richard Gott en “A freesh breeze in Havanna”.
[xxi] Ver Alexander Gray y Antoni Kapcia The Changing dynamic of Cuban civil society, University Press of Florida, 2008.
[xxii] Hijo de Carlos Lage, en TEMAS nº 50/51, abril-septiembre 2007. Economista y presidente de la FEU, luego fue desplazado.
[xxiii] Ver nota 21.
[xxiv] Dirigida por la arquitecta Selma Díaz ex responsable de urbanización territorial. Habitat-Cuba fue disuelta.
[xxv] Universidad de La Habana. “Sus cumbres borrascosas, nuestras agendas pendientes”, 26/4/2009, www.kaosenlared.
[xxvi] Léase sobre esto los notables trabajos de la socióloga cubana Mayra Espina “Viejas y nuevas desigualdades en Cuba”. Nueva Sociedad nº 216 julio-agosto 2008.
[xxvii] Cuba y Vietnam: un nuevo análisis de las reformas económicas. Ed. Rosario Domingo, Ruben Tansini. Ministerio de Economía Y Planificación de Cuba, Ministerio de Planificación e Inversiones de Vietnam, 2007, Uruguay.
[xxviii] La Carta de La Habana nº 89, enero 2009.
[xxix] The Economist 18 abril 2009.
[xxx] El Pais, 23 abril 2009.
[xxxi] “Las trampas de Obama”, 26 abril 2009 www.kaoeslared
[xxxii] Armando Chaguaceda “Nada cubano me es ajeno: notas sobre la condición ciudadana”, TEMAS nº 50-51 2007.

 

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