23/11/2024

Presentación del libro "Cambiar el mundo sin tomar el poder"

El significado de la revolución hoy.
de John Holloway
ICS Y H e Editorial Herramienta, Argentina, 2002.

1.    El libro que hoy presentamos tiene un doble significado en la actualidad, un significado político y un significado teórico. Nos referiremos primero a los aspectos teóricos, para dejar por último la cuestión del significado político.

2.     En un primer acercamiento, se puede decir que el libro tiene el objetivo de plantear de manera crítica el espinoso y complejo problema de la revolución y del sujeto revolucionario en la situación actual. Lo cual implica una actualización de Marx, o lo que es lo mismo, un trabajo teórico que despliega la crisis de los conceptos tradicionales o clásicos sobre el tema de la revolución y el sujeto revolucionario. Se puede plantear en ese sentido, que los conceptos elaborados por John Holloway son parte de ese proceso. Esto es importante, pues ubica la posición del autor respecto a esos temas. No es una posición que trate de hacer una crítica desde la supuesta neutralidad de un “exterior”, convirtiendo los temas de la revolución y del sujeto revolucionario en “objetos de estudio”, sino que se asume como parte del proceso de la revolución. La revolución es urgente, dice. El problema es cómo asumirla.

3.     Simplificando bastante, en la versión clásica - ortodoxa, la revolución es concebida como un acto violento concentrado en el tiempo, un acto definido por la toma del poder estatal. La revolución es, por definición, poder, un nuevo poder, y el Estado es concebido como su espacio privilegiado. Desde una versión socialdemócrata (que descarta la idea del asalto al poder) la revolución era considerada como un movimiento de reformas al interior del Estado burgués.

En todo caso, el autor destaca el hecho de que el Estado y el poder han estado en el corazón del concepto de revolución o la reforma hacia el socialismo. La teoría leninista de la organización revolucionaria, y, en general, la forma partido, son formas de pensar el cambio social y la revolución a partir de la centralidad del Estado.

Aquí se encuentra uno de los temas principales del libro: la crítica de la identidad entre revolución y Estado. Lo cual, a su vez, es una crítica a la identidad entre sujeto revolucionario y partido; cuestión que en términos más amplios conlleva a una reconceptualización de la lucha de clases. Efectivamente, el libro de John es una teorización de la lucha de clases a contrapelo de la visión ortodoxa de la misma.

4.     Ese proceso teórico implica la elaboración de un nuevo lenguaje, una nueva categorización. En esa dirección, John Holloway elabora un concepto alternativo de sujeto revolucionario, la teoría del NO PODER, no del antipoder.

La teoría del no poder parte del desgarramiento del sujeto en la sociedad actual, parte del “grito”. Esto es importante pues el punto de partida del análisis de la sociedad y de la revolución no es la dominación y el poder, sino el proceso de su negación. El grito es la negatividad de nuestra existencia. Si bien es cierto, sostiene el autor, estamos atravesados por el poder (el poder nos constituye), lo estamos de manera contradictoria: somos y no somos. Existimos en y en contra del capital, existimos en y en contra de la dominación.

Esto es así pues el principio de la sociedad para el autor no es la dominación sino el hacer, o el poder hacer. Lo que sucede es que en el capitalismo el poder hacer (la capacidad de imaginación y de transformación de los humanos) está subsumida o es parte del poder sobre (el poder del capital). El poder sobre (la dominación) es la negación del poder hacer. De tal suerte, existimos en la dialéctica y el antagonismo entre el poder hacer y el poder sobre. Es a partir de esa dialéctica que se puede pensar la revolución, según el autor.

La revolución se piensa como la insurgencia del poder hacer contra su negación (el poder sobre). No se puede pensar como un nuevo poder sobre, sino como la liberación de ese poder sobre, o sobre la base del cuestionamiento y crisis del poder sobre, de la negación de la dominación.

El tema del fetichismo y el proceso de fetichización, que es el corazón teórico del libro, tiene que ver con esa dialéctica. El poder del capital, el poder sobre, implica un proceso de fetichización. El capital no puede ser concebido sino como un proceso contradictorio entre fetichización y desfetichización. Si el capital es reificación, la insurgencia del poder hacer es la fuente de la desreificación.

No me puedo detener en este tema complejo. Pero es necesario destacar una cuestión fundamental. Para John, el marxismo no ha sido ajeno al proceso de reificación. En una versión positivista y cientificista, la reificación entró por el lado del análisis del capital como cosa, como objeto que tiene sus propias “leyes independientes” de los sujetos. Al declarar al capital como objeto o como economía, y no como relación social, se daba la posibilidad de teorizar al Estado como algo diferente al capital. Esa separación entre economía y Estado, entre sujeto y objeto, es parte del proceso de reificación. De tal suerte, podriamos decir, que el Estado es un fetiche, es un fetiche real, pero es un fetiche. La teoría de la revolución centrada en el Estado, entonces, es una teoría fetichizada y fetichizante de le revolución.

5.     La fetichización es parte de la lucha de clases, por eso es también desfetichización. Pero, a nivel teórico, la clase y la lucha de clases pueden ser entendidas como categorías cosificadas. Una parte fundamental del trabajo está dedicada a definir un concepto de clase y de lucha de clases no reificado. De tal suerte, la clase no aparece como un grupo social determinado sino como categoría crítica. Para “abrir” la categoría, el autor plantea que la clase no se puede ver como un objeto o como algo ya dado por la dominación, sino en la dialéctica y el antagonismo entre el poder hacer y el poder sobre.

Una de las cuestiones más interesantes de esto, es que la noción crítica de clase permite observar en términos de lucha de clases los movimiento sociales y las distintas expresiones de resistencia en el mundo actual. Lejos que las clases y la lucha de clases hayan desaparecido, están presentes como el movimiento crítico de la negatividad y del poder hacer en y contra el capital. Lo que sucede, argumenta Holloway, es que los conceptos de que disponemos no nos dejan ver la lucha la lucha de clases.

6. Algunas preguntas saltan de inmediato.

-¿Si el partido y el Estado ya no son considerados el espacio privilegiado de la clase y de la lucha de clases, entonces ésta en la versión del no poder (la encarnación material del no poder son los movimientos de crítica al capital), no será una suerte de teorización anarquista de la lucha de clases, o una versión que desdeña cualquier organización por considerarla parte del proceso de reificación?

-¿La revolución será un proceso indefinido e inasible, un permanente poder hacer contra el poder sobre?

-¿Qué hacer (de nuevo la pregunta de Lenin) con la política y el Estado, cómo relacionarse en cuanto sujetos penetrados por el poder pero también desafiantes del mismo en términos tan puntuales como la política electoral?

Respecto a la primera pregunta. Me parece que la teorización de John es una crítica a la teoría de la organización como teoría estatizante del sujeto revolucionario. El no poder implica organización, pero una organización que cuestione las categorías verticales de construcción de la política. La resonancia que ha tenido el pensamiento de Holloway en el zapatismo y en los piqueteros y asambleístas en Argentina puede ser un ejemplo.

Respecto a la segunda. Me parece que la teorización expuesta en el libro implica un sujeto en que la incertidumbre es constitutiva, pues no hay un fetiche al que aferrarnos. El movimiento del no poder tiene sus propios ritmos, su propio tiempo. No es un tiempo abstracto, de antemano prefigurado. Es el tiempo de la revelación crítica de la negatividad, la cual tiene muchos rostros y ritmos.

Respecto a la tercera, me parece que no se puede derivar de las propuestas de John una negación abstracta de los partidos y de la política electoral, entre otras cosas porque sería como irnos a la luna, un absurdo. No se puede poner en crisis las categorías liberales de la representación desde un afuera, sino a partir de sus contradicciones. El no poder es parte de ese proceso. En todo caso, el no poder es un punto que señala los peligros del Estado y de las categorías burguesas de la política para la izquierda.

Por último, no me queda decir más que es un gran orgullo para el Posgrado de Sociología (nosotros) que éste haya sido el espacio donde se produjo es obra.

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