23/12/2024

Pensar el Comunismo, el Socialismo, hoy. Intervención de Nora Ciapponi

"Debemos rescatar en toda su plenitud la concepción profundamente humanista del marxismo"

Intervención de Nora Ciapponi (17 de septiembre de 2006)

Había hecho un pequeño borrador en mi casa y me lo olvidé. Igualmente me recuerdo la mayoría de las cosas ya que las pienso desde hace un tiempo. Me quiero referir a la cuestión de la subjetividad de la clase trabajadora, o mejor dicho del pueblo trabajador en un sentido más abarcativo, capaz de integrar a los distintos y nuevos componentes de los sectores oprimidos, un tanto distintos de la vieja clase obrera.

En este sentido el trabajo del compañero Chesnais que se pone como disparador del debate, representa un necesario esfuerzo como aporte a la búsqueda de una alternativa socialista o comunista, tarea de la que no podremos desprendernos, ya que el pueblo podrá avanzar en autodeterminarse, autoorganizarse, es decir construir sus organismos, su propia institucionalidad, si logra tener en el horizonte un proyecto emancipador. De lo contrario, muchas de las nuevas experiencias de autoorganización y autodeterminación se quedarán en el camino. Preocuparnos por aportar entonces a los objetivos transformadores no implica querer "sustituir". Por el contrario, la cruda realidad nos está exigiendo que aportemos a la construcción de un nuevo proyecto, objetivo central del valioso trabajo de Chesnais.

 

Me parece necesario que retrabajemos o reformulemos el concepto de alienación, mucho más amplio y extendido hoy que en época de Marx. Creo que vivimos una profunda alienación en todos los órdenes de la vida y que van mucho más allá de la sufrida con la pérdida de los productos del trabajo y en el proceso del trabajo mismo. En ese sentido, en el subtítulo "El comunismo como necesidad que surge de la crisis de la humanidad" del trabajo presentado por Chesnais se toman parte de estas cuestiones, especialmente cuando se señala que existe una "socialización" cada vez más contradictoria de los individuos, ya que mientras se ponen a su disposición todas las culturas pasadas o presentes para su disfrute y conocimiento, se los priva de la facultad de construir una identidad, de comunicarse con los demás así como de ocupar su puesto en la construcción del mundo que lo rodea, lo que evidentemente "afecta al hombre, a sus relaciones con la sociedad y su capacidad para actuar sobres ella".

También, y evidentemente, en el actual período destructivo del capitalismo, se han desarrollado numerosas enfermedades que obligan al marxismo a recurrir a diversas especialidades y disciplinas… La inseguridad sobre el futuro (en su sentido más amplio) combinada con exigencias de "éxito" cada vez mayores, provocan trastornos muy grandes que terminan en enfermedades atendidas por la psiquiatría y sufren miles de jóvenes… Las más conocidas son el "pánico", las "fobias" o depresiones de distinto tipo. Pero también aquellas producidas por no poder realizarse como seres productivos, sufrida por más de una tercera parte de la humanidad por la falta de acceso al trabajo… La dependencia de la droga, que destruye a generaciones enteras…

¿Y no sería también una doble alienación aquella sufrida por los trabajadores informales, ya que por un lado existe una clara diferenciación salarial y social respecto a los trabajadores legales, y por otra parte la penuria que provoca no saber cuándo aparece un nuevo trabajo? Porque aún sin trabajar, no puede desprenderse del capital, justamente porque depende de él para realizarse como trabajador: sería la alienación del no trabajo, muy distinta también a la que vio Marx en su momento, aunque por supuesto, todos los elementos que destacó siguen completamente vigentes.

¿Y qué decir de aquellos trabajadores que cumplen los horarios llamados americanos? Muchos no alcanzan a diferenciar/separar los tiempos de descanso y de trabajo, porque el vivir pendiente y de manera cambiante de los horarios de trabajo provoca que el mismo se meta en todos los poros de la vida cotidiana… Y cuando esas dos esferas de la vida se juntan, se llega a ser un animal dependiente de que el patrón lo llame a trabajar un día domingo o en cualquier horario….

Y tenemos también aquellas enfermedades (que sería necesario analizar) que terminan con una violencia creciente tanto familiar como social… En parte provocada porque la figura masculina no puede cumplir con el mandato social de mantener a la familia, lo que termina engendrando profunda insatisfacción o provocando el azote permanente de su mujer y los hijos.

Que estas cuestiones no aparezcan nunca como problemas fundamentales para hacer política, es preocupante. Debemos rescatar en toda su plenitud la concepción profundamente humanista del marxismo. A lo mejor entre todos podremos ir avanzando en argumentaciones y respuestas que den sustento a lo imperioso de una radical transformación social, también y esencialmente por estas razones.

Por último, creo que debemos hacer conciencia de que las reivindicaciones elementales no tienen por sí mismas proyección transformadora. No estoy diciendo que no hay que luchar por ellas. Pero hay otros temas candentes, agudos, de vida o muerte, que sí pueden dinamizar y movilizar a millones de seres humanos para los cambios revolucionarios. Sencilla y dramáticamente, el hecho de que nuestros hijos y futuros nietos no tengan garantizada la vida misma por la destrucción del ecosistema, y/o que esa vida esté plagada de sufrimientos que son efecto directo de la sociedad enferma en que vivimos, merecen nuestra atención. Por estas razones aquellas luchas como las de Gualeguaychú, o de las minas en Esquel o Catamarca, o la de los aborígenes que defienden sus semillas y tierras contra los transgénicos, representan importantes avances en una nueva dirección. Estos problemas que van a ser (que ya son) temas centrales para proyectar una transformación social y humana, tienen que convertirse en palancas y puntos de fuerza hacia el nuevo horizonte del comunismo y el socialismo hoy.

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