23/12/2024

Para compreender a Ontologia de Lukács, de Sergio Lessa

3ª ed., revisada y aumentada,  Editora Unijuí,  Ijuí, 2012, 240 págs.
 
En Para compreender a Ontologia de Lukács Sergio Lessa traza un recorrido introductorio por las principales categorías de la parte sistemática de la Ontología del ser social: trabajo, objetivación, exteriorización y alienación, teleología y causalidad, ideología, género e individuo, y libertad, entre otras. Esta tercera edición revisada y ampliada incorpora asimismo un capítulo sobre las condiciones laborales contemporáneas y el problema de la precisión del concepto de “trabajo abstracto” vinculado con la distinción que mantiene Lukács entre trabajadores y proletarios, más dos artículos previamente publicados por el autor: “Lukács e a Ontologia: uma introduçao” (2001), y “Per una Ontologia del’Essere Sociale: um retorno à Ontologia medieval?” (1996). Allí explicita Lessa la vigencia de las concepciones lukácsianas en un contexto adverso a la perspectiva ontológica, y discute las interpretaciones de Marshall Berman, Agnes Heller y Gaspar Tamás, que denuncian en el pensamiento tardío de Lukács un apego dogmático y religioso al marxismo y al socialismo soviético, e incluso afinidades con la metafísica medieval. Al lector que haya acompañado a Lessa en su repaso de los conceptos nucleares de la Ontología estas interpretaciones poco fundadas en el texto lukácsiano le resultarán tan débiles y absurdas que podrá prescindir de su muy eficaz refutación.
 
Lessa consigue, en efecto, exponer claramente y por separado las categorías centrales de la Ontología sin caer en simplificaciones y exhibiendo a cada momento la compleja trama que las vincula y la concepción dialéctica en la que se fundan. Así, por ejemplo, en el capítulo “Teleologia e intentio obliqua”, el autor hace justicia a la tendencia lukácsiana a considerar un mismo fenómeno desde perspectivas diversas y a eludir toda definición asbtracta –esto es, toda definición que aísle el fenómeno a precisar de sus relaciones con el contexto, de su historia y de sus efectos. Allí se detiene en la distinción entre el valor gnoseológico, por un lado, y la función y los resultados del reflejo de la realidad en el trabajo y en la vida cotidiana, por el otro. El éxito del acto de trabajo depende de un reflejo tan correcto como sea posible de las condiciones existentes y los medios a disposición. Pero en ningún caso puede tratarse de un “puro reflejo correcto” (57), sino de algo necesariamente aproximado y parcial, aunque suficiente para realizar el fin puesto. Las carencias del reflejo pueden, pues, hacer peligrar la realización del fin, o resultar indiferentes e incluso funcionales a ella. Un razonamiento similar opera en la caracterización de lo que Lukács llama la “ontología de la vida cotidiana” y de las ideologías. Se trata de las visiones globalizantes del mundo y del rol del hombre en él que los individuos se dan espontáneamente o a las que prestan su fe (como en el caso de la religión). Estas falsas representaciones pueden convertirse, como lo hacen habitualmente, en factores de alienación y verdaderos obstáculos para el desenvolvimiento humano, pero en ciertas circunstancias históricas pueden asumir un valor crítico y vehiculizar aspiraciones humanas legítimas: la cosmovisión romántica, por ejemplo, polemizó con las nuevas formas capitalistas de alienación, aunque asumiendo como modelo y meta condiciones históricas superadas.
En la introducción a esta tercera edición de su libro Lessa indica que ha decidido remplazar las traducciones de Entfremdung y Entäuβerung como “extrañamiento” y “alienación”, respectivamente, por las de “alienación” y “exteriorización”, también en ese orden. La modificación de la terminología y la interpretación que el autor ofrece de la categoría de Entäuβerung –que en versiones castellanas recientes se prefirió traducir como “enajenación”–[1] constituye un aporte a las discusiones todavía vigentes sobre la especificidad que para Lukács reviste el concepto,[2] más difícil de deslindar que los de Entfremdung (alienación) y Objektivierung/Vergegenständlichung (objetivación). Acordamos con Lessa cuando señala que la distinción entre el sujeto que pone el fin y el objeto creado es el fundamento ontológico de la Entäuβerung, en la medida en que ella supone la adaptación del sujeto a la tarea impuesta y la adquisición de las habilidades correspondientes para realizarla. El término refiere, pues, a las transformaciones subjetivas que requiere el acto de trabajo y que resultan de él. Más polémica nos resulta la afirmación según la cual la Entäuβerung, a diferencia de la Entfremdung, que constituiría “una negación social del ser humano”, correspondería “al momento de afirmación de lo humano” (136). Nos inclinamos a otorgarle a la Entäuβerung un valor en principio neutro y dependiente, como ocurre con otras categorías lukácsianas, de las condiciones de su efectiva realización. Todo trabajo (cotidiano, científico o estético) exige una Entäuβerung lo más completa posible para ser cumplido con éxito; pero no todos los efectos de retorno sobre el sujeto de sus actos de exteriorización/enajenación son positivos. Mientras que la actividad estética o el trabajo artesanal exigen un tipo de concentración que requiere la confluencia de una gama relativamente amplia de habilidades y emociones, el trabajo en condiciones alienadas requiere adecuaciones que redundan en la hipertrofia de alguna cualidad a expensas del resto.
Especialmente iluminador nos parece el primer capítulo acerca de las diferencias entre las tres esferas ontológicas: inorgánica, biológica y humana. Mientras que el ser inorgánico se caracteriza por la transformación, y el orgánico, por la reproducción cíclica de lo mismo, el ser social se distingue por la producción de lo nuevo con la mediación de la conciencia. El hombre evalúa las posibilidades presentes teniendo como orientación y meta una transformación futura. Como explica Lukács, en la determinación biológica, tanto en el animal como en el hombre, predomina la relación causal, en la que el presente se ve determinado por el pasado. En la posición de fin se invierte esta relación: el fin está en la conciencia antes de su realización, y en el proceso que conduce a ella cada movimiento es guiado por la meta, esto es, por el futuro.[3] Pero la relación con el pasado también es diversa en el hombre, pues no se reduce a la determinación biológica: las experiencias y las repuestas pasadas se acumulan como memoria del género, que de esta forma amplía su autoconciencia renovándose y renovando la posibilidad, a cada momento presente, aunque siempre en peligro, de una respuesta que lo acerque a su emancipación.
 
 


[1] Por ejemplo, en: Marx, K., Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Trad. de M. Vedda, F. Aren y S. Rotemberg. Buenos Aires: Colihue, 2004; y en Infranca, A.-Vedda. M. (comps.), La alienación: historia y actualidad. Buenos Aires: Herramienta, 2012. 
[2] Ver, por ejemplo, las interpretaciones de Benseler, F., “El Lukács tardío y el viraje subjetivo en el marxismo. Sobre la Ontología del ser social”, en: Infranca, A.-Vedda, M. (comps.), György Lukács. Ética, estética y ontología. Buenos Aires: Colihue, 2007; y Vielmi Fortes, Ronaldo, “Las categorías de objetivación (Vergegenständlichung), enajenación (Entäuβerung) y alienación (Entfremdung) en el último Lukács”, en: Infranca, A.-Vedda. M. (comps.), La alienación: historia y actualidad. Op. cit.
[3] Lukács, G., “Los fundamentos ontológicos del pensamiento  y de la acción humanos”, en: Lukács, G., Ontología del ser social. El trabajo. Infranca, A.-Vedda, M. (eds.). Trad. de M. Vedda. Buenos Aires: Herramienta, 2004, p. 121. 

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