18/04/2024

Oaxaca en la constelación de la violencia y la cultura

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Oaxaca, Oaxaca la Antequera, ciudad convertida en el centro comercial del folklore, entre olvido y memoria, entre turismo y culturalismo, entre mezcal e historias, la capital y su centro se han vuelto también espacio y tiempo del calendario de los otros, los adoloridos. Expresan esa Constelación de grietas del pasado renaciendo junto con las del presente. "Erase una vez Oaxaca…" la que se hizo fama: comer tlayuda hecha a mano junto con chapulines cosechados en los campos, disfrutarlos bebiendo un mezcal por los campesinos y comprar artesanías, labor de manos deformadas por el trabajo y, para los que puedan, comprar obras plásticas de la corriente artística que se hizo famosa con el indigenismo y su constelación. Claro que eso se puede disfrutar junto al olvido de sus nativos, sus pobres rechazados de las cantinas desinfectadas por la cultura del poderoso. Parecía que todo iba por el buen camino del progreso y la civilización. Los miserables del Sur se subían al tren del Norte de la democracia y su civilización, se encerraban en los proyectos de las organizaciones no gubernamentales (ONG), las nuevas cárceles de las maquiladoras, o abandonaban a sus familias para inmigrar al paraíso de los Estados Unidos de Norteamérica.

Si la Oaxaca rebelde era silencio, permanecía escondida atrás de los aparadores de la cultura del mercado. ¿Qué paso? ¿Qué le sucedió a la joya de la Antequera? ¿Qué se hizo de este ejemplo nacional de cultura e identidad, este cliché de los misterios del México desconocido televisivo? ¿Serán nuevas estas luchas o son expresiones de los negados, esos expulsados de las realidades producidas por la mentira del mundo mediática de la cultura sincrética, bella y pacífica? Junto con Chiapas, nuevamente el sur de México se volvió el centro de atención de una fermentación de dolores de uno de los estados más pobres del país. De repente, los pobres, los salvajes, los mal educados se apoderaron del centro de la Oaxaca del folklore y lo convirtieron en un verdadero zócalo, un centro vivo de información, de comunicación, de intercambio. Mientras, para los intelectuales institucionales no se trata de miseria acumulada por la historia colonial y el desarrollo que causa del subdesarrollo. No, las razones radican en una resistencia salvaje en la cual los indios se niegan a entrar al proceso de modernización y capitalización de los "cortesanos", los "cultos", mestizados y civilizados por el capital y el dinero.

Culturalismo y folklore: una ciudad-museo, simpática y pacífica

Los gobernadores trabajaron: volvieron aséptico el centro de la ciudad para evitar todo movimiento social, impedir que los salvajes y terroristas de las guerrillas llegaran a molestar la paz construida y modelada desde arriba por los poderosos. Oaxaca se volvió el ejemplo a seguir en la limpieza de la cultura y la identidad pacificada. Para lograrlo se protegió la ciudad de los peligros de la lucha de clases, un pasado supuestamente muerto y sin futuro, fuera de los paradigmas del desarrollo y la democracia neoliberal. La guerra de limpieza social había sido declarada dentro de los comerciantes y círculos gubernamentales. Por órdenes de las autoridades, a cualquier precio político y social había que "limpiar" y proteger el centro de la ciudad, área turística y folklórica del patrimonio cultural de la humanidad. En ese contexto de re-conocimiento cultural, los "mendigos", miserables de estas tierras, no podían ser tolerados. Fueron expulsados. Los guardias de las terrazas protegían a los buenos mestizos y "catrines" de la ciudad que, por cierto, re-valoraban su culturalismo desarrollista al rozarse con los buenos turistas que visitaban la bella joya de la Antequera.

"Así fue, así es y así será"… parecía que la "paz romana" era la ley sin cambios. El mismo gobernador, Ulises Ruiz Ortiz, gozaba del centro donde se paseaba junto a sus policías. Todo era calma en ese sosiego de política culturalista: "Bienvenido al folklore simpático de la bella Antequera y su Guelaguetza". Era y es, según cuentan los indígenas y habitantes del estado de Oaxaca, la preciosa historia de muchos gobernadores e inversionistas inmobiliarios.

Así, en la ciudad museificada, se podía contemplar representaciones antropológicas, desde luego domesticadas y controladas, para no hablar de sus historias coloniales, de sus muertes, de sus deseos y aspiraciones frente a las condenas económicas. Las historias milenarias de sus sentidos sociales y religiosos quedaban atrapadas en las vitrinas, mientras, paradójicamente, los habitantes y pobladores de las culturas indígenas viven en el abandono social de sus comunidades. Fuera de las guelaguetzas simpáticas y dolarizadas por el turismo internacional, solamente volvían a aparecer los pobres e indios cuando alguna catástrofe natural los hacía, paradójicamente, "re-nacer" más allá de los discursos publicitarios, emblemáticos, culturalistas y folklóricos del poder. Pero, despertó "la bella Antequera durmiente". La explosión de realidades en el mundo oaxaqueño actual es parte de lo negado y lo sembrado en los espacios locales: sus cuentos, sus leyendas, sus canciones o su folklore mismo son expresiones de asimilación y de "resistencias implícitas", diría Jean Séguy (1999: 257). Están atrás de los aparadores y reflectores permitidos. Sus gritos son la expresión de las comunidades acalladas, aquellas que, finalmente, resurgen del entierro culturalista. Renacen para reivindicarse dentro de la misma "cultura oficial" o, en su caso, como parte de la "cultura auténtica" excluida por el poder.

Así, podemos afirmar que, independientemente de las diferencias al interior del movimiento, la resistencia oaxaqueña es una muestra más de que ya no se puede vivir más presos de los muros verde-azules de cantera de las únicas verdades. No se puede vivir en la soledad del mezcal y el olvido de los otros, pues, como afirma Charles Bukowski, (1992), aceptar tu soledad entre cuatro muros es suicidarse o ayudarlos a ellos mismos a suicidarnos en la misma soledad de las mentiras y miserias de la sociedad del espectáculo (Debord, 1992).

Constelación y lucha de clases: el regreso de los olvidados

Los espacios concretos de la globalización, Oaxaca por ejemplo, no nacen fuera del mundo del capital. Son abstracciones de los ruedos antagónicos del capital. Son una acumulación de deseos inscriptos en la redención de los luchadores del pasado. Son la constelación en el nos-otros del presente. Es una cita del pasado con el presente construyendo un futuro. Es la historia colectiva la que se ha manifestado múltiples veces. Es una constelación de luchas reales, de los olvidados en las estadísticas de la cultura del poder y la riqueza. Son los mixtecos, zapotecos, popolocas, mixes, mazatecos, chochos, triquis, amuzgos, cuicatecos, chinantecos, chatinos, chontales, huaves, nahuas, zoques, ixcatecos y tacuates, campesinos y obreros, mujeres, niños, homosexuales, lesbianas… Son los maestros organizados en sus experiencias de lucha de más de veintisiete años contra el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Son millones de partículas en resistencia, en ocasiones imperceptibles por los mismos rebeldes -diría John Holloway, (2006, p. 19)- buscando otra perspectiva, otro presente, otro futuro que la condena y el destino del capitalismo[1]. Desde diferentes trincheras, todos son parte de las múltiples grietas dejadas en el paso de la esperanza. Son herencias de las tradiciones creativas del pasado. Son las resistencias de los más pequeños, de los sometidos en el pasado pero no para el destino anunciado de la eternidad.

Los oaxaqueños son otra prueba más de los signos negativos de los sueños, aquí, pero contra el mundo de la miseria. El no es un si en movimiento dentro y más allá del mundo. Las miradas en las calles de Oaxaca hacen re-saltar las regularidades-irregularidades y normalidades y anormalidades del poder. Rompen la reificación folklórica de las leyes y la violencia del poder del dinero. La constelación de su lucha, sus acciones-llaves han vuelto a abrir la "caja de Pandora". Por un lado, muestran las desgracias de nuestra humanidad, por otro lado, con los miedos a la muerte brotan de su interior las esperanzas acumuladas del pasado.

Hoy las palabras oaxaqueñas son el médium (Walter Benjamin, 2000, vol., I, p. 165), son acciones reconfortantes del "Dios nunca muere" ya que comunican la esencia espiritual de los deseos acumulados en las experiencias del mundo. Sus palabras son un arma y una defensa del centinela en barricada que atesora la espera contra el mito hecho ley e injusticia. A partir de las experiencias de la guerra y de la tentativa de exterminación de las resistencias comunistas, anarquistas, libertarias, basándose en un discurso de identidad de la raza superior, civilizada y ligada al progreso contra los judíos, Theodor W., Adorno (1989, p. 166) nos previene de las consecuencias que se están acumulando en la desgracia y la represión calculada en los espacios institucionales. "Percibir la constelación en que se halla la cosa es lo mismo que descifrarla como la constelación que lleva en sí en cuanto producto del devenir. A su vez la separación radical entre interior y exterior se haya condicionada históricamente. El único saber capaz de liberar la historia encerrada en el objeto es el que tiene en cuenta el puesto histórico de éste en su relación con otros, el que actualiza y concentra algo ya sabido transformándolo. Conocer el objeto en su constelación es saber el proceso que ha acumulado. El pensamiento teórico rodea en forma de constelación al concepto que quiere abrir, esperando que salte de golpe un poco como la cerradura de una refinada caja fuerte: no con una sóla llave o con un sólo número, sino gracias a una combinación de números".

La miseria del mundo, objetivación y acción liberadora

En este sentido, Oaxaca no esta sola. Es parte de luchas y solidaridades de otros millones de partículas en el mundo. Es como si saliéramos de nuestra propia mirada, más allá de nuestras determinaciones. Al brotar fuera de nuestro yo (constituido por el poder y la dominación, diría Michel Foucault, s/a) y al exterior de los mensajes mediáticos de la sociedad del espectáculo -mentira-show-big-brother- podemos ver que, en el contexto de guerras legitimadas por los discursos de los grandes del planeta, millones de hombres gritan hoy negativamente. Son expresiones de la subjetividad hecha acción contra los destinos advertidos en los vientos del progreso de las reformas estructurales de la privatización, tan urgentes como necesarias para la acumulación de los capitalistas y administradas por las democracias del capital.

En la geografía política y militar del mundo de principios del siglo XXI, vemos que existen tres hombres ricos que concentran el PIB de más de cuarenta países pobres. El mercado está determinado, organizado y piloteado por los intereses de unos cinco mil capitalistas y políticos del primer mundo, es decir, alrededor de quinientas empresas transnacionales, treinta y siete mil fabricas. El resultado de estas lógicas del capitalismo es una concentración de las riquezas y un crecimiento impresionante y doloroso de los pobres de la tierra. De 5,000 millones de habitantes en el mundo, solamente 500 millones viven confortablemente; 358 familias concentran el ingreso anual de 45% de habitantes de los países más pobres, es decir de 2.600 millones de personas (Matamoros, 2006, pp. 59-60 cf. Ramonet, 1997, pp. 10-11; y 2002, pp. 12-13). Todavía más de la verdad capitalista transportándose cibernéticamente a la catástrofe anunciada: dentro del mismo progreso humano contra la dominación de la naturaleza, sabemos que la producción mundial de alimentos (110%) seria capaz de resolver el hambre de millones de seres humanos, millones de latinoamericanos, africanos y asiáticos migrando para sobrevivir, ausentes, por cierto, de los discursos mediáticos de la riqueza pero presentes en los miedos racistas de la contemporaneidad. Todavía cada año, 30 millones mueren de hambre y ochocientos millones viven mal alimentados. Lo dramático y trágico de las promesas neoliberales es que 1.2 mil millones de personas viven con un dólar por día y 2.8 mil millones con menos de dos dólares, o sea la mitad la población mundial.

Las consecuencias de la economía neoliberal son concretizadas en las distribuciones geográficas desiguales de la riqueza. El ingreso medio en los veinte países más ricos del planeta es igual a treinta y siete veces más el ingreso medio de los veinte países más pobres, y esta diferencia se duplico en veinte años. El desempleo en Europa alcanzó los 50 millones y 1.000 millones en los países periféricos. Además de 300 millones de niños trabajando en condiciones de brutalidad (o en los supermercados llenando las bolsas de mercancías del patrón), sabemos que, mientras en los países ricos menos de 5% de niños de menos de cinco años mueren de mal nutrición, en los países pobres mueren más del 50% antes de llegar a esa edad (Matamoros, 2003; Cf. Ramonet, 1999).

En esta escala de diferenciaciones económicas, Oaxaca, su población con sus indios no están ausentes. Se encuentra dentro de este remolino de la catástrofe anunciada por algunos profetas carismáticos sociales y políticos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido de Acción Nacional (PAN), y explicitadas en las reformas estructurales desde hace algunos años, por ejemplo Carlos Salinas de Gortari. Las cifras de desigualdad son contundentes en este espejo del mundo. El estado de Oaxaca es uno de los más pobres del país. Solamente 3,2% tiene un ingreso mayor a cinco salarios; 65% de las habitaciones no tiene agua potable; 20% de niños quedan al margen del sistema educativo, el nivel de instrucción primaria alcanza solamente el 23,5% y la mayoría padece de malnutrición.

¿Entonces, cuántas desigualdades necesitamos para resolver los problemas de la miseria, cuántos muertos más son necesarios para que la negociación tenga resultados, que Ulises Ruiz Ortiz sea destituido? ¿Cuántos condenados por los discursos de su justicia estructural y su democracia fraudulenta necesitan surgir de las estadísticas para destituir gobernadores corruptos y asesinos? ¿Cuanto tiempo podemos seguir aceptando las mentiras de los especuladores de las estadísticas de los dólares y euros de unos cuantos? ¿Hasta cuándo seguirán libres los traficantes de niños y niñas para la prostitución en los casinos del dolor institucionalizados, protegidos por las mafias "preciosas" de los capitalistas y gobernadores? ¿Cómo seguir aceptando las sonrisas hipócritas de los intelectuales en los escenarios de la mentira televisiva que especula sobre los plebeyos, aquellos que apenas saben hablar el español?

Al interpretar las cifras en el calendario y la agenda de la miseria, podemos constatar que la subjetividad y la potencia de las palabras Ya basta contienen la crítica como objetivación del dolor del mundo. La resistencia oaxaqueña hace eco a las palabras de penas de amor de Franz Kafka: "no haber nacido todavía y ser forzado de pasearse en las calles, hablar a los hombres"[2], aquellos que nacen y crecen con las bendiciones del fetiche de la mercancía y el poder mientras otros viven al lado o con la muerte antes de crecer, muchas veces antes de nacer para ser hombres y mujeres.

Oaxaca muestra que la dominación es proporcional a los deseos acumulados en la autodeterminación negativa. No es posible que la contradicción "domada" y naturalizada (es normal que existan pobres y ricos afirman los medios de comunicación), sujetada por la síntesis del capital, se eternicé en la síntesis de la normalidad. Cada día, entre fuego y palabra, el movimiento dialéctico de la represión del dogma de la ley conservadora (como el derecho que representa) frente a las contra-violencias se fragiliza indirectamente. Cuando la "bestia", el "seigneur du monde" institucional del Estado, organizador y administrador de las leyes del monstruo del capital, se encuentra más acorralado por el crecimiento del deseo, la esperanza y la utopía, se enfurece. Saca sus garras, enfila sus dientes para devorar y defender los privilegios organizados en el derecho y en la violencia. Ladra, aúlla, araña, se mueve y actúa en los intersticios de la esperanza. Sabemos que no son solamente amenazas, hay muertos y heridos.[3]

Las acciones de los oaxaqueños, la protesta y el deseo de millones de ciudadanos en las calles resuenan como los sueños para actuar. Es una propuesta de unir los puentes no sólo de pensamiento sino también organizativa de los tiempos discontinuos de la historia. Paradójicamente, el mundo mira a Oaxaca, ya no como folklore, sino como reflexión y acumulación de experiencias. Como los antiguos que levantaron las grandezas oaxaqueñas de Monte Alban y Mitla, la rebeldía deberá ser un reflejo más al mundo de otra vez venceremos (como los jóvenes en Francia), otra campaña contra la soberbia del poderoso (como los campesinos de Atenco en el estado de México), otra moral, otra ética y otra forma de vivir y de gobernar en la vocación de cumplir la palabra como las comunidades indígenas y sus Juntas de Buen Gobierno.

Puebla, octubre de 2006

Bibliografía

Adorno, Theodor W., Dialéctica negativa, Madrid, Taurus, 1989.

Benjamin, Walter, Œuvres, 3 vols., Paris, Gallimard, 2000.

Bukowski, Charles, Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones, Barcelona, Anagrama, 1992.

Debord, Guy, La société du spectacle, París, Gallimard, 1992.

Foucault, Michel, Hermenéutica del sujeto, La Plata-Argentina, Altamira, s/a.

Holloway, John, Un mouvement ‘contre-et-au-delà’. À propos du débat sur mon livre Changer le monde sans prendre le pouvoir", en Variations, Revue internationale de théorie critique, Primavera, 2006.

Matamoros Ponce, Fernando, Memoria y Utopía en México. Imaginarios en la génesis del neozapatismo, México, UV-BUAP, 1998.

- "Sentido y significación en la comunicación y la cultura", en Polis 02, México, UAM, 2003.

- L’Autre Campagne des zapatistes" en Le monde Diplomatique, No. 623, Febrero, 2006.

Ramonet, Ignacio, Géopolitique du chaos, París, Galillée, 1997.

- "L’an 2000", en Le Monde Diplomatique, Paris, décembre, 1999.

- Guerres du XXIème siècle, París, Galillée, 2002.

Séguy, Jean., "La protestation implicite; groupes et communautés charismatiques", en Jean Séguy, Conflit et utopie ou réformer l’Église, París, Cerf., 1999.


* Artículo enviado para su publicación en Herramienta.

[1] Marcos (La Jornada, enero de 2003) menciona que son cientos de experiencias las que han luchado contra el sistema del capitalismo y sus representantes institucionales. "En la Sierra Sur (pero no sólo ahí), la Alianza Magonista Zapatista, la Coalición de Organizaciones del Estado de Oaxaca, el Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo, la Coalición de Organizaciones Independientes de la Cuenca, el Frente Amplio de Lucha Popular, el Frente Civil de Teojomulco, el Frente Unico de Defensa Indígena, las Organizaciones Indias por los Derechos Humanos de Oaxaca, la Unión de Campesinos Pobres y la Unión de la Juventud Revolucionaria de México se han conformado en la Coordinadora Oaxaqueña Popular Magonista Antineoliberal y construyen uno de los procesos de resistencia más interesantes. No sólo. La resistencia oaxaqueña abunda en sabiduría, decisión y nombres: Servicios del Pueblo Mixe, Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca, Unión de Comunidades Indígenas de la Región del Istmo, la Coordinadora Estatal de Productores de Café de Oaxaca y el Movimiento Unificado de Lucha Trique, por mencionar algunas de las muchas que hay sobre el suelo oaxaqueño".

[2] Cf. Frédéric Pajak, Le chagrin d’amour, carta postal, Presses universitaires de France, (Trad. del autor de este artículo).

[3] Estamos pensando la relación de la Otra Campaña zapatista (Matamoros, 2006) y la violenta represión a los campesinos de Atenco en el estado de México (mayo del 2006) y los maestros en Oaxaca (junio del 2006). Se mencionaron dos muertos, docenas de heridos y más de doscientos detenidos en Atenco. Según las informaciones encontradas en Oaxaca (http://beirut.indymedia.org/ar/2003/07/374.shtml) hubo seis muertos, cuatro de ellos confirmados por el reporte que brindó el hospital del ISSTE, entre ellos dos maestras, dos niños, un hombre adulto y un policía, heridos graves y varios detenidos. Al igual que en Atenco, también hubo mujeres violadas: cinco maestras fueron violentadas en la escuela primaria Petalozzi. Desde luego no son los únicos, un mes antes, en el estado de Michoacán (20 de abril 2006) la intervención policíaca para desalojar a quinientas trabajadores mineros en huelga de la empresa Siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas (Sicartsa) dejó un saldo de dos muertos y cuarenta y un lesionados, dos de ellos de gravedad (http://www.jornada.unam.mx/2006/04/21/053n1soc.php).

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