19/04/2024

Nosotros los indios

Por Blanco Hugo ,

 

Con comentarios y prólogo de:
Eduardo Galeano, Raúl Zibechi y Norma Giarracca
 
Comentario de Eduardo Galeano
 
Estas páginas, escritas a borbotones, desordenadas, jubilosas y desesperadas, cuentan las aventuras y desventuras del hombre que encabezó la lucha campesina en el Perú, el organizador de los sindicatos rurales, el que impulsó una reforma agraria nacida desde abajo y desde abajo peleada.
Hugo Blanco ha caminado su país al revés y al derecho, desde las sierras nevadas a la costa seca, pasando por la selva húmeda donde los nativos son cazados como fieras. Y por donde pasaba, iba ayudando a que los caídos se levantaran, y los callados dijeran.
Las autoridades lo acusaron de terrorista. Tenían razón. Él sembraba el terror entre los dueños de la tierra y de la gente.
Durmió bajo las estrellas y en celdas ocupadas por las ratas. Hizo catorce huelgas de hambre. En una de ellas, cuando ya no aguantaba más, el ministro del Interior tuvo un gesto cariñoso y le envió, de regalo, un ataúd.
Más de una vez, el fiscal exigió la pena de muerte, y más de una vez se publicó la noticia de que Hugo había muerto.
Y cuando un taladro le abrió el cráneo, porque una vena estalló, Hugo se despertó con pánico de que los cirujanos le hubieran cambiado las ideas.
Pero no. Seguía siendo, con el cráneo cosido, el mismo Hugo de siempre.
Sus amigos estábamos seguros de que ningún trasplante de ideas iba a funcionar. Pero sí temíamos que Hugo despertara cuerdo.
Y a la vista está: él sigue siendo aquel loco lindo que decidió ser indio, aunque no era, y resultó ser el más indio de todos.

 

 

Nota de los editores
 
Considerado legendario y mítico, historia viviente de aquel Perú profundo que José María Arguedas supo desentrañar en sus memorables escritos, Hugo Blanco sigue siendo referencia y símbolo de la extraordinaria lucha del campesinado indígena de los Andes. Ahora con 75 años, ayer con veintitantos en los años cincuenta, cuando siendo estudiante universitario en La Plata eligió trabajar en un frigorífico de Berisso y muy pronto volvió al Perú para sumergirse en la lucha revolucionaria del campesinado, es el mismo y es otro, el que no cesa, el que disfruta del valor insustituible de casi seis décadas de experiencia política. Y habría que leer esa experiencia hurgando todo lo que contiene: el trotskismo de la corriente que en los años cincuenta editaba en la Argentina el periódico Palabra Obrera, toda una escuela de militancia y solidaridad proletaria; las vicisitudes en el Partido Obrero Revolucionario, el POR peruano, que, al igual que su homónimo argentino, remontaba sus orígenes en un grupo inicial de los años cuarenta; su incorporación a la lucha campesina en 1958 en los valles de La Convención y Lares en la ceja de selva del Cusco; la posterior fundación del Frente de Izquierda Revolucionario (FIR); el fortalecimiento de los sindicatos campesinos, la ocupación de tierras y la reforma agraria surgida desde abajo; la resistencia armada y la represión; su prolongada prisión –que incluyó entre otras cárceles la isla penal de El Frontón, frente a Lima– y el frustrado intento de condenarlo a muerte; las tres deportaciones que sufrió de su país (1971, 1975 y 1978); su experiencia parlamentaria (1978-1979, 1980-1985 y 1990-1992), y la continuidad de una militancia infatigable con los pobres del campo hasta nuestros días. En fin, son trazos, segmentos de un recorrido que pasó la prueba de la vida, acumulando aciertos y errores, con la apertura necesaria para revalorar lo que hizo siempre con el pensamiento y la mirada puesta en el futuro.
Nosotros los indios es una compilación de sus textos escritos en diferentes momentos. Como él mismo lo dice en su presentación, éste no es un libro “pensado como tal”. Sin embargo, él y nosotros hemos podido reeditar, finalmente, esta obra testimonial, ahora corregida y aumentada respecto de la primera versión publicada en el Cusco en 2003. Él con sus relatos, sus análisis y las lecciones que nos entrega con una extraordinaria frescura, con un lenguaje sencillo y directo, propio de los protagonistas de grandes acontecimientos sociales y revolucionarios. Nosotros, simplemente editores, con nuestra vocación de publicar libros que rescaten el pensamiento y el testimonio de esos protagonistas, en este caso de alguien que jugó un rol fundamental en la lucha por la tierra y que sigue en primera línea defendiendo los derechos y la cultura de “los indios”.
Los comentarios de Eduardo Galeano y de Raúl Zibechi, así como el prólogo de Norma Giarracca, expresan de la mejor manera una valoración de este libro y de su autor. Son textos que dan cuenta de sus trascendencias. Presentan, mejor que nadie, a ese Hugo Blanco que “resultó ser el más indio de todos”, al luchador revolucionario consustanciado con la explotación y opresión de los pobres del campo, al militante que rescata la cultura comunitaria de los pueblos originarios frente a la orgía del progreso, al dirigente social que enfrenta a los poderes opresores y que aporta desde abajo a la construcción de una alternativa de liberación.
No nos vamos a detener en esta nota en la trascendencia de la revolución campesina de los valles de La Convención y Lares entre fines de los años cincuenta y la década siguiente. Dejamos a los lectores interiorizarse sobre su dimensión y proyecciones sumergiéndose en las páginas de este libro. Simplemente queremos subrayar que tales acontecimientos constituyen una matriz fundamental, un conjunto de experiencias entrelazadas que luego permitirían renovadas y fecundas vivencias, en los Andes y en la selva del Perú, donde lo vivido décadas atrás se repropone y alimenta nuevas creaciones. Hugo Blanco ha hecho este recorrido y lo sigue haciendo rechazando dogmas, abriendo su pensamiento, abrevando, por ejemplo, en la insurgencia de Chiapas o en los movimientos indígenas del Ecuador y Bolivia, siempre volviendo, una y otra vez, a las comunidades andinas o a los pueblos amazónicos del Perú. La revista que su colectivo edita mensualmente: Lucha Indígena, es un testimonio militante de esa renovación.
Para Ediciones La Minga/Emprendimiento Colectivo y Ediciones Herramienta, que realizamos esta primera coedición, es un orgullo publicar Nosotros los indios, sabiendo que entregamos un libro que aporta al debate sobre la cuestión indígena en nuestra América, a la crítica de la idea del progreso y al rescate cultural de los pueblos originarios. Esta obra, que ha requerido varios meses de trabajo, en continua relación con el autor, nos gratifica de manera extraordinaria.
 
Manuel Martínez y Néstor López
 


 

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