29/03/2024

Los Comunes y sus dilemas


Los Comunes y sus dilemas

Josep Maria Antentas
 
1. En espera de la ratificación por sus bases en una consulta interna, Catalunya en Comú adoptó este recién pasado 9 de septiembre su posición definitiva ante el 1 de Octubre. La pregunta que se someterá a referendo interno 1/ culmina y ratifica la trayectoria vacilante y tibia que el partido ha tenido desde que el gobierno de Catalunya fijó formalmente su hoja de ruta hacia el referéndum en Septiembre de 2016, con el compromiso de realizarlo a finales de 2017. Ello no quita la importancia de que dicha pregunta sea aprobada por las bases porque en caso contrario Catalunya en Comú quedaría simplemente fuera de todo lo relativo al 1-O y en la cuneta de la política catalana. La posición formal de los comunes, sin embargo, plantea varios problemas.
El primero es la negativa a dar de antemano cualquier carácter vinculante al referéndum, rebajándolo a una merca “movilización”, ante la ausencia de garantías y de un consenso en torno a la convocatoria. Ello obvia que la carencia de un marco institucional normalizado para el 1-O obedece exclusivamente a la negativa del gobierno del PP, con el apoyo de todas las estructuras del Estado, a aceptar la celebración de un referéndum y, más en general, a la negativa de grueso de organizaciones opositoras a la independencia a considerar legítimo el debate sobre la misma. Olvida también que las “garantías absolutas”, como recuerda correctamente el cuarto teniente de alcalde de Barcelona Jaume Asens, difícilmente se dan nunca en una cita electoral y no existieron por ejemplo en el referéndum sobre la Constitución en 1978 2/. A la vez, como señala Albert Noguera, las garantías “no son instrumentos técnicos y neutrales, son también instrumentos ideológicos en disputa que operan en el seno de las contradicciones democráticas y sociales 3/. Ello no supone negar la importancia de las garantías en el 1-O sino evitar concebirlas de forma fatalista y como definidas de antemano. Éstas son parte de la propia lucha política para conseguir materializar el referéndum, cuya naturaleza final sólo podrá evaluarse a posteriori. Por lo demás éste sobre-énfasis en las garantías contrasta con la realidad de lo que han sido las grandes luchas político-sociales de la historia, habitualmente poco amantes de certificaciones jurídicas a priori. El background movimentista de buena parte de los dirigentes de Catalunya en Comú, y su referencia al 15M como relato fundacional, casa bastante mal con dicha pasividad formalista.
El segundo problema es desconectar lo que suceda el día 1 de las condiciones políticas que existirán el día 2. Así no sólo se rebaja de unilateralmente la cita del 1-O a una mera “movilización” sino que de manera incomprensible no se valora que el resultado de ésta condicionará la posibilidades para conseguir después el objetivo declarado de Catalunya en Comú, un referéndum pactado con el Estado y con garantías. Ello expresa una posición contradictoria en sí misma y al diluir arbitrariamente el significado del 1-O los comunes están fragilizando también su propio objetivo formal para el día 2. En realidad cualquier intento de conseguir un referéndum vinculante y pactado con el Estado después del 1-O debería considerar que éste sólo será posible si el 1-O se va a por todas y el gobierno español sale muy debilitado del envite. Pero resulta bastante obvio que si el 1-O es sólo una “movilización” sin importancia, en la que además se participa a desgana, y que no supone un desafío demasiado grande al ejecutivo de Rajoy, no habrá buenas condiciones para conseguir un referéndum “de verdad” después 4/.
El tercer problema, y el más grave en términos prácticos, es la ausencia de un llamamiento a participar activamente el 1-O. La pregunta sometida a consulta a la militancia del partido simplemente hace referencia a si Catalunya en Comú debe participar o no, una participación en cualquier caso a muy bajo gas, pues la reunión de la Coordinadora Nacional del pasado día 9 rechazó que la organización hiciera campaña para el 1-O. Ello, sin duda, coloca a los comunes en una posición pasiva ante la cita de octubre, acompañando un proceso que les arrastra pero sin comprometerse a su éxito. Supone un intento claro de rechazar explorar todo intento de articulación (lo que no implica supeditación) de su hoja de ruta con la del proceso independentista.
En medio de ésta toma de posición pasiva, tibia y desmovilizadora del partido, entre los dirigentes centrales de los comunes y alineados con las posiciones oficiales sólo el teniente de alcalde de Barcelona Gerardo Pisarello ha explicitado una posición aceptable ante el 1-0, a través de un artículo publicado el pasado 5 de Septiembre, “1-O, razones para movilizarnos y votar”. En él, junto con varias aseveraciones discutibles y una tonalidad general muy institucionalista, Pisarello afirmaba que “un fracaso del 1-O sería más que el fracaso de la hoja de ruta de un gobierno. Sería un golpe decisivo a la posibilidad de avanzar en el ejercicio pleno del derecho a decidir. Y sería un golpe, también, a las iniciativas republicanas, democráticas, de impugnación del Régimen de 1978”. Igualmente señalaba que “un voto por el sí incluso tendría sentido desde la discrepancia con la hoja de ruta gubernamental. Primero, como una forma de rebelión contra el centralismo y el autoritarismo.Y segundo, porque también sería una manera de avanzar hacia la propuesta de fondo mayoritaria entre els ’comuns’ y arraigada en una tradición que va de Pi y Margall a Joaquin Maurin y Lluís Companys: un acuerdo plurinacional, respetuoso y entre iguales, que ponga en cuestión el proyecto oligárquico y elitista de "conllevancia" que se ha impuesto en los últimos años y que abre paso a una nueva convivencia republicana, libre y solidaria entre los diferentes pueblos y gentes peninsulares” 5/. Un planteamiento sin duda interesante pero que no tiene consecuencia práctica alguna, más allá de dar un débil e interesado barniz rupturista al planteamiento tacticista y dubitativo de Catalunya en Comú que el propio Pisarello avala.
 
2. El proyecto de Catalunya en Comú, cuyo antecesor fue la coalición electoral En Comú Podem que ganó las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015 y del 26 de junio de 2016 en Catalunya, nació con el doble objetivo de exportar el modelo de Barcelona en Comú al conjunto de Catalunya y de superar los límites que Podem había mostrado como proyecto político en Catalunya, tras haber tenido una existencia precaria en 2014 y 2015, que culminaría con su inserción subalterna en la fallida coalición electoral Catalunya Sí que es Pot, junto con Iniciativa per Catalunya (ICV) y Esquerra Unida y Alternativa (EUiA) 6/.
Podem Catalunya nació bajo la inercia de la expansión general de Podemos en la campaña de las elecciones europeas y sus consecuencias posteriores. Pero lo hizo sin reflexión alguna sobre como insertarse en Catalunya y como relacionarse con el proceso independentista abierto en 2012 y la cuestión nacional catalana en general. El choque entre el proyecto nacional-popular español que intentaba construir la dirección estatal de Podemos y la realidad catalana debilitaba el potencial de Podem en Catalunya, mientras que la falta de relación entre éste último con el catalanismo político le invalidaba de cualquier voluntad hegemónica. En cierta manera lo que propulsaba a Podemos al “centro del tablero” en el conjunto del Estado lo empujaba parcialmente a sus márgenes en Catalunya 7/. En términos de concepción de la cuestión nacional, Podem se ubicaba incluso un paso por detrás del viejo y fallido modelo de la “federación catalana del PSOE”, es decir, una rama catalana subalterna de un partido de ámbito estatal.
Superar estas limitaciones y avanzar en la construcción de un partido nacional catalán era, pues, el desafío subyacente a la gestación de Catalunya en Comú. Sin embargo, las cosas transcurrieron de otro modo, y la negociación interpartidaria entre sus creadores sustituyó al debate estratégico profundo de los tema relevantes, entre ellos de la cuestión nacional catalana. En su congreso fundacional se aprobaron una serie de generalidades que no constituyen reflexión profunda alguna sobre la cuestión nacional, ni tampoco una evaluación estratégica seria del proceso independentista. Las distancias marcadas con éste último derivaron en una táctica pasiva consistente en ponerse de perfil durante tanto tiempo como fuera posible, en espera de que el independentismo colapsara y/o fuera derrotado. Se renunciaba así a tener una política activa que buscara reforzar el potencial constituyente del movimiento independentista y articular las aspiraciones que éste encarna con las del legado del 15M.
 
3. El debate interno en Catalunya en Comú hacia el 1-O no puede desvincularse del futuro del conjunto de su proyecto político y del perfil general del partido. Su política concerniente al 1-O tiene una cierta autonomía respecto a sus posicionamientos en temas de política económica, por ejemplo, o a su concepción del papel de la “calle” y de las instituciones en una estrategia de cambio. Pero dicha autonomía es relativa. Ante la cita del 1-O se juega también, quizá fundamentalmente, la naturaleza y los contornos del proyecto de Catalunya en Comú.
Del tacticismo calculador y timorato ante el 1-O no sólo sale una Catalunya en Comú de bajo perfil catalanista, sino también una Catalunya en Comú poco desobediente y rupturista. Las ambigüedades sobre el 1-O expresan en primera instancia ambivalencias sobre la cuestión nacional, pero también sobre la pulsión constituyente del partido. Éste es el hecho decisivo. Los titubeos de los “comunes” ante el envite independentista dibujan una organización más insertada en la gobernabilidad convencional y la normalización institucional. Delinean una fuerza política más favorable a un cierre de la crisis institucional por arriba en forma de una positiva, pero limitada, mutación del sistema tradicional de partidos en favor de uno nuevo donde la izquierda pos-neoliberal tenga mayor peso que en la fase anterior. Es difícil no ver en el episodio del 1-O un momento importante en el proceso de mutación de los comunes en “eurocomunes” 8/.
En este sentido, conviene remarcar que Catalunya en Comú, a través de sus relaciones con Unidos Podemos, En Marea y Compromís se encuentra inmersa en una hoja de ruta en la política española que lleva al intento de configurar una mayoría gubernamental con el PSOE de Pedro Sánchez. Una senda que, aún siendo mucho mejor que la de soportar indefinidamente al gobierno del PP, tiene muy poco que ver con cualquier horizonte de ruptura y constituyente. Al contrario, significa la definitiva normalización institucional de las fuerzas del “bloque del cambio”. Más allá de los límites generales de un gobierno formado por el PSOE y Unidos Podemos (y Catalunya en Comú, En Marea y Compromís), es imposible pensar que un gobierno así fuera a aceptar un referéndum sobre la independencia de Catalunya 9/. En realidad un ejecutivo de Sánchez e Iglesias no lleva al referéndum con garantías que plantean los comunes, sino a la vía de la reforma constitucional y al cierre de toda hipótesis constituyente.
 
4. Por su parte, Podem Catalunya, contra el pronóstico y expectativas de muchas, ha tomado una senda más proactiva ante el 1-O. Tras un inicio de mandato marcado por una hostilidad irreflexiva ante el proceso independentista, el secretario general Albano Dante Fachín acabó abrazando de manera parcial, pero real, una posición más constructiva hacia la dinámica abierta en 2012, un planteamiento que durante mucho tiempo y de manera más coherente y articulada sólo defendieron en solitario las militantes de Anticapitalistes en el seno del partido morado. La postura de Podem ante el 1-O se resume en: en hacer un llamado a la “participación masiva” en el referéndum como forma de visibilizar un amplio frente contra el régimen de 1978, pero considerando la cita con las urnas una movilización no vinculante y defendiendo el “No” como posición de voto. La cuestión decisiva en los postulados de Podem es el llamamiento a la “participación”, pues ésta será la variable clave para evaluar el 1-O en caso que pueda finalmente celebrarse. Y ello coloca a Podem en el campo de los defensores del referéndum.
Aunque teniendo en cuenta sus premisas de partida la posición de Podem sea globalmente positiva, tiene igualmente fuertes inconsistencias. Los esfuerzos de Podem ante el 1-O están siendo ampliamente y justamente apreciados, pero ello no impide lamentarse que dicha organización se haya quedado a medio camino, bastantes metros por detrás de lo que el momento exige. La primera debilidad es que pedir una participación masiva el 1-O y a la vez no considerarlo vinculante es objetivamente contradictorio. Si el 1-O tuviera una alta participación ¿como podría argumentarse de que ello no tiene validez alguna?¿cuál sería la razón para considerar que lo votado por las y los catalanes no debe tener consecuencias reales?¿cómo podría defenderse que tras una eventual victoria del “sí” en una consulta con alta participación el Parlament de Catalunya no tuviera legitimidad para proclamar la República catalana independiente? Ahí el argumento no se sostiene.
La segunda endeblez tiene que ver con la defensa del “No” como consigna de voto. Francamente cuesta ver en qué una victoria del “No” ayudaría a abrir una grieta en el régimen del 78. Más bien todo lo contrario. Supondría un frenazo a toda dinámica. Podem ha defendido que tras el 1-O se inicie un proceso constituyente en Catalunya. Es difícil vislumbrar cómo podría abrirse con una victoria del “no”. El hecho que el eslabón débil del 1-O sea la participación, que la victoria del “sí” se dé por descontada entre los independentistas y que sea necesario que haya partidarios del “no” que vayan a votar, hace que la consigna de voto no esté siendo un objeto de debate real y que toda la controversia se concentre en la legitimidad o no del referéndum. Pero no por ello hay que dejar de señalar la fragilidad del argumentario podemita para el “no”. Para todo aquél que piense en clave estratégica de ruptura institucional es fácil constatar que el “sí” tiene un potencial mucho más amplio que el casi nulo del “no”. ¿Supone ello que Podem debería pasar a defender la independencia como horizonte? Ello no tendría demasiado sentido, visto la opinión de su propia base social y la naturaleza de su propio proyecto político. En realidad el desafío estratégico de Podem, que su dirección no ha sabido afrontar, era defender el “sí” como opción estratégica de ruptura y como vía hacia el modelo de Estado plurinacional que el partido defiende, asumiendo la idea clásica de romper como paso previo a una propuesta de libre federación voluntaria. En suma, desde los propios y limitados planteamientos estratégicos de Podem sería posible defender el “sí” como consigna de voto el 1-O.
 
5. Las movilizaciones sociales suelen tener consecuencias contradictorias y las lecciones que las masas sacan de las mismas no son unívocas. El potencial del independentismo como proceso generador de una conciencia de lucha y organización colectiva es ambivalente debido a su peculiar combinación de impulso desde abajo y desde arriba y de movimiento social e institucional. La desobediencia social e institucional al Estado español favorece una cultura de lucha, pero fácilmente puede desembocar en aplausos a los Mossos de Esquadra. La resistencia a las autoridades españolas puede suponer una sobre legitimación de la clase política catalana que, a diferencia de sus equivalentes europeos sumidos en la austeridad sin fin y la mediocridad sin límites, posee un relato y, quizá, un proyecto. La movilización social, como es sabido, suele ser episódica y es probable que la amplísima mayoría de quienes han participado en las manifestaciones independentistas se desmovilizaran ampliamente en caso de victoria y volvieran a la privatización de su vida cotidiana. Está claro también que el bloque social detrás del proceso abierto en 2012 está escorado fundamentalmente hacia clases medias y la juventud y los adultos jóvenes.
Pero, a pesar de todos estos límites y ambigüedades, es innegable que el impacto de una victoria o una derrota serán muy distintos en la sociedad catalana del futuro. Si la lección que enseña el proceso independentista es un "sí se puede", la participación, implicación y movilización social se revalorizarán y tendrán más peso en la cultura política del país. Si de la aventura independentista lo que queda es un siniestro "no se puede", la apatía y el escepticismo ganarán enteros. El proceso independentismo puede dejar un poso de empoderamiento o un rastro de desengaño. Luchar y ganar o luchar y perder. Son dos experiencias distintas que, más allá de lo que se piense sobre el proyecto independentista, van a contribuir a marcar la relación de la sociedad catalana con la acción colectiva. No deja de ser paradójico que este tipo de consideraciones estén palmariamente ausentes en una formación política como Catalunya en Comú que formalmente defiende la importancia de los movimientos sociales en toda estrategia de cambio, y que tiene un amplio surtido de dirigentes que, en sus cada vez más lejanas vidas anteriores, tuvieron una fuerte cultura y biografía activista.
6. Es inevitable comparar las actuales vacilaciones de Catalunya en Comú con las que tuvo en 2014 uno de sus socios fundadores, Iniciativa per Catalunya (ICV), quien practicó entonces una política de pasividad e indefinición muy similar a la de los comunes ahora. En aquél caso, sin embargo, los titubeos no fueron sobre si apoyar o no el referéndum inicialmente previsto (que era fruto de un amplio consenso pactado en el Parlament) sino, primero, acerca de la consigna de voto a mantener en el mismo, que ICV no desveló hasta el último minuto y, segundo, sobre cómo reaccionar ante el “proceso participativo” que Mas propuso como alternativa a la consulta prohibida por el Tribunal Constitucional, ante el cual ICV se desmarcó rotundamente de entrada para al final acabar apoyándolo con perfil bajo. Expresados de forma distinta, los dilemas de ICV entonces y de Catalunya en Comú ahora reflejan la misma incomodidad ante el movimiento independentista y su incapacidad para pensar estratégicamente como relacionarlo con la agenda derivada del 15M y las Mareas contra la austeridad. Al comparar el papel de ambas organizaciones en 2014 y en la actualidad es fácil recurrir a la conocida frase de Marx en el 18 Brumario en la que escribe que “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa” 10/. Sin embargo, teniendo en cuenta, primero, que ICV era entonces una fuerza minoritaria y en declive electoral mientras que Catalunya en Comú es uno de los partidos catalanes más importantes, y que, segundo, el gobierno de Mas se hizo atrás a las primeras de cambio mientras que el de Puigdemont está obligado a ir tan lejos como consiga, puede que el orden de los acontecimientos hayan invertido la afirmación de Marx. Así, si la actitud de ICV en 2014 fue la farsa, la de Catalunya en Comú ahora ha sido la tragedia.
 
Josep Maria Antentas profesor de Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y miembro del Consejo Asesor de viento sur
 
Notas:
1/ La pregunta aprobada contiene el siguiente preámbulo: "El 8 de julio, la Coordinadora Nacional de Catalunya en Comú aprobó dar apoyo a la movilización del 1-O, y hacer frente a cualquier tipo de represión, inabilitaciones y suspensiones por parte del Estado, respetando la diversidad del espacio y a la vez que se emplaza a continuar trabajando para aconseguir un referéndum efectivo que ponga solución a la situación de bloqueo actual y a hacer frente a los ataques de la soberanía de Catalunya perpetrados por el partido popular". Mientras que la pregunta en sí dice: "¿Catalunya en Comú tiene que participar a la movilización del 1-O?".
2/ Asens, J. (2017). “Si hi ha urnes, jo aniré a votar al referèndum de l’1-O” (entrevista), El Crític, 10 de julio. Disponible en: http://www.elcritic.cat/actualitat/jaume-asens-si-hi-ha-urnes-jo-anire-a-votar-al-referendum-de-1-o-16652
3/ Noguera, A. "Sobre las garantías del referéndum catalán", El diario.es, 5 de Septiembre. Disponible en:http://www.eldiario.es/contrapoder/garantias-referendum-catalan_6_683541658.html
4/ Amplío más esta cuestión en los puntos 8 y 9 del siguiente artículo: Antentas, Josep Maria (2017). "1 de octubre: terciando en el debate Llonch-Garzón", 18 de julio. Disponible en: http://blogs.publico.es/tiempo-roto/2017/07/18/1-de-octubre-terciando-en-el-debate-llonch-garzon/
5/ Pisarello, G. (2017). "1-0: raons per mobilitzar-nos i votar", El crític, 5 de Septiembre. Disponible en: http://www.elcritic.cat/blogs/sentitcritic/2017/09/05/1-0-raons-per-mobilitzar-nos-i-votar/ [Versión castellana en: http://vientosur.info/spip.php?article12974]
6/ Para un balance general de la fundación de Catalunya en Comú ver: Antentas, Josep Maria (2017). “Los Comunes y la soledad del corredor de fondo”, Viento Sur, 24 de abril. Disponible: http://vientosur.info/spip.php?article12506
7/ Antentas, Josep Maria (2015) "Podemos y el proceso independentista catalán", 20 de marzo. Disponible en: http://blogs.publico.es/dominiopublico/12899/podemos-y-el-proceso-independentista-catalan/
8/ Antentas, Josep Maria (2017). “¿Comunes o eurocomunes”, 4 de Mayo, Viento Sur. Disponible en:http://vientosur.info/spip.php?article12544
9/ La única hipótesis plausible, en un ejercicio de política ficción, en la que un gobierno de este tipo podría aceptar un referéndum sobre la independencia sería en una situación en que éste fuera un imperativo de la Unión Europea como forma de solucionar el problema “catalán” si éste se hiciera ingestionable en caso que el independentismo saliera victorioso del 1-O, fuera capaz de mantener una desobedencia prolongada después para intentar hacer efectivo los resultados del referéndum y desencadenara una intensificación injustificable, insostenible y prolongada de la represión del Estado. En un escenario de ficción así, es probable que un referéndum sobre la independencia fuera, sin embargo, acompañado de un proceso de reforma constitucional y de mejora del autogobierno catalán para desactivar y derrotar la opción independentista. Pero esta no es la situación actual y la política de desmovilización de Catalunya en Comú y Podemos precisamente va en sentido contrario.
10/ Marx, K. (1852). El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Disponible en: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm
 

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