08/11/2024
Memorias de la Nakba. Por Leticia Garziglia, con colaboración de la Negra Mamani y Marcos K.
Zainab y Mahaseen son madre e hija. Viven en Kobar, Cisjordania, Palestina ocupada. Zainab cree que nació en 1948 y tiene algunos (pocos) recuerdos de esos años. Su historia hace vívida la Nakba continua (que empezó en 1948 y sigue 76 años después) y su cuerpo tiene inscrita la memoria sedimentada de las distintas épocas. Conocí a Mahaseen en el marco de mi estadía en Cisjordania en 2019. Su hijo de 17 años estaba preso sin juicio ni causas desde hacía algunos meses y, ante la falta de respuestas de la Corte militar israelí respecto de su situación, la familia buscó apoyos internacionales.
Saeed, Deeb e Ismail Hajajra son abuelo, padre e hijo. Saeed era oriundo de la ciudad de Ajjur, hoy inexistente, en la Palestina histórica. Fue desplazado en 1948 por las fuerzas sionistas. Deeb nació en 1965 en Beit Ula, una ciudad palestina en la Gobernación de Hebrón. Ismail nació décadas más tarde en el campo de refugiados de Al-Arroub, cerca de Hebrón, Cisjordania, Palestina ocupada.
Marcos K. conoció a Ismail, Deeb y Saeed al visitar Al-Arroub, en 2012. Marcos hizo el contacto para esta entrevista y aportó sus memorias sobre su acompañamiento a la familia Hajajra y al campo de refugiados.
Hoy recuperamos tres generaciones en las voces de Zainab, Mahaseen, Ismail y Deeb. Tres generaciones que llevan la memoria de la Nakba en sus historias, en sus cuerpos y en sus vidas cotidianas, una memoria que se actualiza a cada segundo, se cristaliza en cada bala y se sigue construyendo con cada preso, cada grafitti, cada poesía de resistencia.
Escuchar (leer) voces palestinas es lo que se intenta lograr con este artículo. Que se lean, se escuchen, se reproduzcan, se amplifiquen voces palestinas. Que no son números, son historias, vidas, risas, lágrimas y resistencia.
Zainab y Mahaseen, que traduce, pero también repone la historia
Mi nombre es Zainab. Nací en 1948 (Mahaseen le repregunta, las dos ríen, debaten y Mahaseen aclara: “Creo que es 1946, pero en aquella época no había registro oficial de personas y ella no se acuerda cuándo nació”). Nací en Kobar, Gobernación de Ramala y al-Bireh en Cisjordania, Palestina. Tenía una hermana y dos hermanos que fallecieron, al igual que mis padres. Soy la única que queda viva de mi familia de origen.
¿Qué recuerdos tenés de tu infancia después de la Nakba?
En ese momento Kobar no estaba en la zona ocupada ni aquí hubo desplazados. Después de 1948, quedamos bajo el gobierno jordano. Así que no había un intercambio directo con los soldados israelíes. En esos años, podíamos todavía ir a Jerusalén, no necesitábamos permisos ni había checkpoints. Los únicos oficiales que veíamos eran los jordanos que tenían estaciones de policía en Cisjordania. Pero los israelíes todavía no habían llegado acá. Sin embargo, sí recibimos refugiados de otros pueblos que habían sido ocupados. Acá en Kobar particularmente recibimos refugiados de Beit Nabala, un pueblo cerca de Al Quds (Jerusalén), que vinieron a vivir a Kobar; así que yo crecí con esas familias. Eran cinco familias, vivieron mucho tiempo acá y empezaron a ser como parientes nuestros.
¿Vivían en algún campo de refugiados o los recibieron en sus casas?
En Kobar no hay ni hubo campos de refugiados. Hay uno cerca en Birzeit, y algunos en otros pueblos o ciudades cercanas como Silwad. Pero no son campos de refugiados oficiales. Eran lugares donde los refugiados empezaron a instalarse, pero no llegaron a formar campos oficiales. Kobar es un pueblo chico, así que acá los tratamos como gente de nuestro propio pueblo. Les dimos una habitación grande detrás de las casas para cada una de las familias.
¿Cómo es que esas familias llegaron a Kobar y no a otro lugar donde estaban llegando más refugiados? ¿Conocían gente en Kobar?
No, no conocían a nadie. Los soldados estaban a su alrededor y bombardeando. Solo tenían miedo y empezaron a moverse. Los soldados israelíes les habían robado el dinero, la ropa y las casas, y luego los echaron a patadas y los obligaron a desplazarse por la fuerza, porque no había ni coches ni autobuses. Así que se trasladaron caminando por la ruta de Beit Nabala hasta Kobar (aproximadamente 40 kilómetros). Desde todos los pueblos donde la gente era desplazada llegaban caminando a Cisjordania y a Gaza. En Cisjordania fueron propagándose por todos los pueblos. La mayoría de ellos fueron a lugares donde no estaban planeando ir. Llegaron acá por accidente y se quedaron bastante tiempo esperando volver a sus tierras. Después de muchos años, cuando se dieron cuenta de que ya no sería posible volver a su casa y a Beit Nabala, algunos de ellos se fueron a Jordania, donde tenían algunos parientes. Otros se quedaron a vivir en Kobar.
Mientras Mahaseen escucha las palabras de su madre, se ve en la pantalla el humo de su café y el cigarrillo que está fumando. Fuma, toma café y habla de manera alternada, y a veces todo a la vez.
¿Volvieron de Jordania los que se habían ido?
Viven en Jordania y no pudieron regresar, perdieron sus pasaportes, sus documentos de identidad, así que ahora no son ciudadanos palestinos. Tienen pasaportes jordanos y no pueden entrar ni siquiera a Cisjordania.
¿Qué recuerdos tenés de las primeras veces que los soldados israelíes entraron a tu pueblo?
Al final de la Guerra de los Seis Días en 1967, el día en que Israel anunció que había ganado la guerra y que los árabes se habían rendido, los soldados israelíes llegaron en autobús a Kobar, recorrieron todas las calles del pueblo y luego se fueron porque estaban controlando. Querían anunciar que controlaban el pueblo. Yo tenía 18 o 19 años. Teníamos mucho miedo porque habíamos oído hablar de la Nakba, de lo que había pasado, de que habían matado a las niñas y de la violencia sexual. Las chicas jóvenes nos escondíamos en las habitaciones y cerrábamos las puertas. La memoria de la Nakba operó sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos durante muchos años.
Después de 1967, ¿qué cambios hubo en la vida cotidiana de Kobar y sus habitantes?
Ya había muchos soldados en Cisjordania, pero no en Kobar porque era un pueblo chico. No había una estación militar ni presencia de manera continua. Pero había muchos arrestos. Si había algún acto de resistencia, los soldados israelíes venían al pueblo, arrestaban y se iban. Y como en ese momento no había teléfonos ni wifi, usaban a la gente para que les dijeran dónde estaban las casas de esas personas. Así que arrestaban a un montón de gente y luego iban a las casas de las personas que querían llevarse. Después en realidad Kobar estaba como separado, no había un conflicto directo en la vida cotidiana. No había soldados en el camino a las escuelas como hay ahora en muchas áreas de Cisjordania, por ejemplo, tampoco había productos israelíes en los comercios. No era algo cotidiano, eran incursiones de acuerdo a las necesidades de Israel. Si necesitaban arrestar, venían, rompían las puertas, sacaban a la gente de sus casas y podían hacer cualquier cosa.
¿Cuándo empezó a haber productos israelíes en los comercios del pueblo? ¿Tenés recuerdos de esto?
En 1967, todavía no sabíamos lo que eran los productos israelíes. Las cosas que consumíamos eran muy simples, teníamos nuestros propios árboles, cosechas y tierra, nuestro aceite, nuestro trigo, nuestro sésamo, nuestras gallinas, huevos y verduras, ovejas y leche. Solo comprábamos azúcar, tabaco y alguna otra cosa. El primer producto israelí que yo personalmente recuerdo haber visto eran pequeños chocolates, pequeñas bolitas de chocolates como los M&M, pero marrones, no eran de colores.
Mientras habla, Zainab recuerda datos y repone información que va completando las primeras preguntas de la entrevista. Va y viene con recuerdos e información de manera fragmentaria y completando a medida que recuerda.
Antes hablaste de actos de resistencia. ¿Cuándo empezaron los actos de resistencia en Kobar?
Kobar fue uno de los primeros lugares en Cisjordania donde empezó a haber actos de resistencia contra los israelíes. ¿Sabés? El prisionero que más años ha pasado en prisión de todo el mundo es de Kobar, pasó 44 años preso, Na’el Barghouti. Y también Fahri Barghouti, que fue liberado en el intercambio de prisioneros de Shalit en 2011. Los dos fueron arrestados en 1978, diez años después de la ocupación de Cisjordania. Antes de esto, nuestro pueblo todavía no estaba en el mapa de la ocupación. Venían a arrestar y se iban. Después empezaron a venir a diario.
¿Podemos entonces decir que Kobar o la gente de Kobar empezó a sentir más la ocupación en los años setenta?
A principios de los setenta. Ahí es cuando el pueblo se dio cuenta de que la ocupación iba a seguir y no iban a irse, y ahí empezaron a organizarse y hacer actos de resistencia; y allí es también cuando comienzan los arrestos. Na’el fue liberado en 2011 inicialmente en un intercambio de prisioneros, estuvo tres años libre y luego lo volvieron a detener hasta ahora; desde 2014 está en la cárcel. Hasta ahora, pasó en total 44 años en la cárcel israelí.
¿En qué cárcel está ahora? ¿Podés visitarlo?
Está en la prisión de Hadarim (en el centro de Israel, región a la que el pueblo palestino no puede acceder). Nadie puede visitarlo. Detuvieron a su esposa y a su hermana hace dos días, cuando atacaron Kobar (esta entrevista fue realizada a principios de marzo de 2024, y las dos mujeres siguen detenidas al día de hoy). Y no sabemos en qué prisión están ni lo que está pasando ahí adentro. No hay llamadas telefónicas ni visitas desde el 7 de octubre. Nadie sabe nada de sus prisioneros. Los prisioneros no se enteran por ejemplo si asesinan a un familiar que está afuera hasta que salen. Desde 1967 hasta ahora, 202 personas fueron asesinadas en las prisiones. Y desde el 7 de octubre hasta ahora ha habido 37 asesinados palestinos en prisiones israelíes (y a mayo han asesinado a dos más). Los israelíes anuncian el número, pero no sus nombres. 202 en 57 años, 37 en 5 meses. El porcentaje es muy alto.
Todavía en 1978, las visitas a las prisiones no necesitaban permiso, como hoy. Así que en ese momento podíamos ir a visitar a nuestros familiares a las cárceles. Primero estuvieron en Beer AlSabe en el Negev, el desierto de Palestina y después los llevaron a la prisión de Al Junaid, en Nablus. Yo los visitaba, iba con sus esposas y madres a visitarlos, éramos parientes muy cercanos. Después de un tiempo, impusieron una ley de que solo los familiares de primer grado podían visitar a los presos.
¿Cuándo vieron por primera vez que se estaban instalando asentamientos ilegales israelíes alrededor de Kobar?
Mahaseen: Yo tenía 16 años (nació en 1974), antes de (los acuerdos de) Oslo, solíamos obtener nuestro documento de identidad ahí, en Halamish, porque allí estaba la oficina de asuntos civiles. Mi mamá y yo fuimos a obtener mi documento. No recuerdo antes de eso porque era muy chica, a nuestro alrededor primero eran muy pocos y eran pequeñas casillas. Luego empezaron a expandirse y ahora ya nos rodean, han llegado a las tierras de Kobar. Hay otro asentamiento entre nosotros y Mizr’a y también entre nosotros y Jibia, que son aldeas alrededor de Kobar.
Ya que mencionás los acuerdos de Oslo, no puedo dejar de preguntarte sobre esto. Sé que es un debate bastante grande entre palestinos y palestinas. Recuerdo que algún día me dijiste que, gracias a Oslo y a Arafat, pudiste comenzar a cantar el himno nacional en la escuela.
Mahaseen: Sí. Y a izar la bandera palestina. Antes de eso, no nos permitían ni siquiera dibujar el mapa en la escuela; si veían que lo hacíamos o escribíamos la palabra “Palestina”, nos arrestaban. Entonces, en el momento en que escuchás el himno nacional, te sentís orgullosa. Sé que es un acuerdo lleno de errores. Pero si Abu Ammar (Yasser Arafat) no hubiera dado este paso, la cuestión palestina habría desaparecido del mundo. Porque mucha gente en todo el mundo estaba en contra de Palestina, incluso los países árabes estaban olvidándose de Palestina. Éramos atacados en Cisjordania, en Gaza, en Jerusalén. Un líder de Al-Fatah fue asesinado en Túnez, Jordania estaba planeando hacer un acuerdo confidencial con Israel, donde Jordania tomaría Cisjordania, Egipto tomaría Gaza, y luego los israelíes tomarían todas las otras partes de Palestina. El Líbano estaba bajo ataque. No había Yemen como ahora. El pueblo palestino estaba solo, sin nada que hacer. Entonces, lo que hizo Abu Ammar fue dar el primer paso. Así que Oslo, a pesar de todos los problemas que tiene, fue importante. ¿Qué opciones tenía Abu Ammar en el momento en que todo el mundo estaba en su contra? Podés ver ahora que Gaza está sola. Entonces, ¿podríamos culpar ahora a los gazatíes si firman un acuerdo que no es perfecto, con la presión del asedio que están viviendo?
¿Ves lo que está pasando ahora como una nueva Nakba?
Lo que está sucediendo en Gaza no es solo una nueva Nakba, es el mismo escenario que la Nakba, atacan y luego fuerzan a las personas, es terrorismo, gobiernan con los asesinatos e infundiendo terror a la gente, matando niños y mujeres. Y lo mismo ha sucedido en la Nakba. Los números son mucho más altos esta vez porque saben que los palestinos no están dispuestos a irse. Entonces, la fuerza que utilizan es mucho mayor. Pero sí, sucedió de la misma manera. Y quieren forzar a las personas a irse a Egipto y a otros lugares, incluso están queriendo hacer más fácil para los palestinos ser refugiados en todo el mundo, si tienen doble ciudadanía, hacen que sea más fácil para los palestinos vivir afuera.
¿Alguna vez tu familia pensó en mudarse a otro país?
Ni siquiera hemos podido discutirlo porque mis hijos se niegan incluso a hablar del tema. Yo tengo mi visa para Estados Unidos, así que podría ir en cualquier momento. Si quisiéramos, podríamos irnos, empezar de nuevo, pero no vamos a hacerlo. En este momento, incluso personas que estaban afuera regresan para decir que no nos vamos a ir. En Gaza, todas las personas estaban viviendo en Rafah este último tiempo, cerca de la frontera con Egipto. Y ahora comenzaron a moverse al norte de Gaza para regresar a los lugares donde los estaban atacando. Y viven en sus casas destruidas, pero se niegan a irse. Porque ya saben lo que pasó en la Nakba, nunca pudieron volver. Muchas de esas familias que hoy están viviendo en Gaza son familias expulsadas de sus pueblos en 1948, y nunca pudieron volver. No quieren repetir la historia.
¿Qué significa Palestina para vos?
Palestina es algo muy especial y difícil de describir para quienes vivimos acá. En otros países quizás ustedes tienen días normales, ¿no? Con más problemas o menos, pero días que podríamos llamar “ordinarios”. Acá todos los días son con ocupación, no existe la normalidad, todos los días son “semiordinarios”, es como que lo olvidamos y tratamos de vivir como otras personas. Pero todo el tiempo finalmente estás pensando si tus hijos, tu esposo, tu madre, están bien; todo el tiempo estás pendiente de lo que está sucediendo en las calles, con los soldados, mandando fotos, videos, deseando que tu familia esté bien y tratando de difundir todo lo que pasa. Y a la vez, tenemos deseos, ¿verdad? Tenemos hambre, cocinamos cosas ricas, nos reímos, jugamos, festejamos cumpleaños y casamientos, bailamos, hacemos música, arte, estudiamos, vamos a trabajar. Son como dos realidades, dos mundos paralelos que suceden todo el tiempo a la vez. La ocupación, y la vida. Y como te decía, cada vez que escucho nuestro himno siento que voy a llorar, porque significa lo que podemos hacer y también significa todo lo que no podemos hacer. Cada vez que pude ir a Jerusalén, lloré, porque me recuerda lo sagrado de esta tierra, y las dificultades que tenemos acá. Palestina no es solo un país en el que vivimos, es la cosa en la que pensamos cada día, cada minuto, cada segundo.
¿Qué expectativas tenés sobre lo que los pueblos fuera de Palestina pueden hacer?
Cada pequeño movimiento fuera de Palestina, no sabés cuánto afecta, porque la gente en Gaza, la gente en Cisjordania está viendo cuánto creen las personas en todo el mundo en su historia. En el pasado, los israelíes mataban a los palestinos, pero el mundo no lo sabía. Hoy el mundo ve lo que realmente vivimos, qué enemigo enfrentamos. Entonces, cada pequeño movimiento en todo el mundo es muy importante, yo creo en el efecto mariposa. Aunque algo parezca pequeño, después se va agrandando y puede tener influencia en los gobiernos del mundo que podrían actuar. Mirá lo que le está afectando a Biden haber apoyado el genocidio. La gente en las calles es lo que finalmente va a tener un efecto. La gente en Gaza ve que los pueblos del mundo están de pie junto a nosotros. Cada esfuerzo, aunque parezca mínimo, sirve. Y lo vemos. Y lo agradecemos. En Argentina, por ejemplo, sabemos que su nuevo gobierno apoya de manera ilimitada a Israel; entonces para nosotros sería muy importante si un país como Argentina, por ejemplo, se retirara de un acuerdo con Israel, o detiene alguna cosa. Sé que es muy difícil en este contexto de Argentina, pero podría hacerse si algo grande sucede en las calles.
Deeb e Ismail
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La familia Hajajra es oriunda de ‘Ajjur, era un pueblo palestino a 24 kilómetros de Hebrón que en 1945 tenía casi 4 mil habitantes. En la invasión de las fuerzas militares sionistas en 1948, todos los habitantes de ‘Ajjur fueron desplazados. En las tierras de lo que había sido ‘Ajjur, se construyeron varios moshavs (asentamientos rurales sionistas similares a los kibutz): Agur, Tzafririm, Givat Yeshayahu, Li-On y Tirosh. Todavía quedan en pie tres estructuras, una de ellas parece haber sido una mezquita.
¿Cómo te afectó a vos, a tu familia y a tu pueblo la Nakba?Ismail: Mi abuelo tuvo que dejar su pueblo ‘Ajjur debido a la ocupación en 1948 y se trasladó a Beit Ula, en la Gobernación de Hebrón, primero, y luego fue al campo de refugiados de Arroub, al norte de la ciudad de Hebrón. Allí nací yo, en 1991, así que viví toda mi vida como refugiado. Asistí a la escuela de la UNRWA hasta que terminé la secundaria. Mi abuelo era como el oro de mi familia, la fuente de toda la riqueza y la fortaleza de mi familia
¿Qué recuerdos tiene tu familia de 1948?
Deeb: Tengo vívidos recuerdos de las historias que me contaba mi padre sobre el desplazamiento en 1948. Fue una experiencia desgarradora, llena de miedo, incertidumbre y pérdida. Fue testigo de la destrucción de nuestros hogares y de la desintegración de nuestras comunidades. El desgaste emocional fue enorme y dejó un impacto inmenso en todas nuestras vidas. La tierra de mi padre estaba en línea recta entre el campo y el mar, como a mitad de camino, y él después de la Nakba nunca más pudo volver a su tierra.
¿Cómo fue su vida (la de tu abuelo) los primeros años en el campo de refugiados?
La vida en el campo de refugiados durante los primeros años fue increíblemente difícil. Tuvieron que adaptarse a vivir hacinados y con recursos limitados. Las necesidades básicas como la comida, el agua y la atención sanitaria no llegaban a cubrirse. El campo está en las afueras de Al-Khalil (Hebrón), sobre la ruta. Al principio, los primeros años eran puras carpas y casas improvisadas y mucha gente estaba ahí refugiada y hacinada.
Con el tiempo, la comunidad se unió para apoyarse mutuamente empezaron a llegar algunas ayudas humanitarias, para carpas un poco mejores y las condiciones de vida mejoraron gradualmente. La educación se convirtió en una prioridad, como pasa en todo pueblo palestino, para poder pensar en un futuro mejor aún en la dificultad.
¿Cómo cambió la vida de tu familia después la Nakba?Mi familia era muy unida, con fuertes lazos con nuestra comunidad y cultura. La Nakba la afectó profundamente, a todo nuestro pueblo. Perdimos nuestra tierra ancestral y fuimos obligados a huir de nuestros hogares, enfrentando el desplazamiento y las dificultades. Después de la Nakba, la vida para mi familia se volvió más difícil. Luchamos por reconstruir nuestras vidas frente al desplazamiento y la pérdida. Todo cambió: nuestro hogar, nuestra comunidad, nuestra sensación de seguridad.
La familia Hajajra pasó de vivir en su casa en un pueblo rural a vivir en carpas en un nivel de hacinamiento que nunca antes habían vivido. En el siglo XXI los campos de refugiados ya no están hechos con carpas, ahora son construcciones de ladrillos u hormigón. Al Arroub tiene muchas calles angostas y muy irregulares porque fueron creciendo a medida que se agrandaban las familias de refugiados a lo largo de los años. Creció para los costados, pero también para arriba, de manera no planificada. Muchas construcciones son altas y están separadas por calles por las que solo pueden caminar personas o pasar alguna moto pequeña. Con el tiempo se fueron construyendo también comercios, cuyas puertas de entrada suelen ser verdes y de metal. La casa de Ismail está sobre una pequeña esquina rodeada de comercios como mercados, ferreterías y almacenes. Es una pequeña ciudad con gran densidad poblacional que puede quedar cerrada cuando los soldados israelíes deciden cerrar sus puertas.
A la entrada del campo, hay unas torres de vigilancia del ejército israelí, de 10 o 12 metros de altura, en las que permanentemente hay soldados apostados y estacionados junto a ellas, autos blindados del ejército con soldados dentro o carros hidrantes, de esos que tienen un cañón de agua del agua sucia (la que le llaman skunk water), que tiene un olor insoportable.
¿Cómo creen que afecta y ha afectado sus vidas haber nacido como refugiados?
Ismail: Nacer como refugiado ha marcado mi vida de manera profunda. Me inculcó un profundo sentido de la resiliencia, la empatía y la solidaridad con las comunidades marginadas. También me hizo plenamente consciente de las injusticias y desigualdades que existen en el mundo. Aunque tuvo y todavía tiene sus desafíos, también alimentó mi determinación de defender la justicia y la igualdad para todas las personas. Por eso es que estudié enfermería y después me puse a trabajar para la Media Luna Roja, porque trabajar como enfermero para mí es mi forma de contribuir también a mi comunidad.
Yo estuve preso, ¿sabés? (En los campos de refugiados, donde viven personas cuyas familias fueron desplazadas en 1948 de sus pueblos y ciudades, hay una tasa mayor de palestinos presos y asesinados que en otros pueblos). Y estuve preso por haber pintado un grafitti en la pared de mi propia casa. Había escrito con aerosol, en verde sobre una pared blanca una frase del Corán que decía “Los leones van a ser libres”. Hacía referencia a los prisioneros políticos palestinos. Y por ese graffiti, los soldados me arrestaron. La experiencia de estar detenido fue muy traumática, en ese tiempo lo único que me salvaba era rezar. Estaba en una celda muy pequeñita con la luz prendida todo el día, ni siquiera la apagaban durante la noche para que no pudiéramos dormir. Había ruidos y siempre pasaba algún carcelario por ahí a gritarme cosas y me trataban muy mal, no me daban de comer. Pero yo estoy orgulloso de haber transitado esa situación tan traumática, haberla superado y haberla superado recitando los versos del Corán, para mí el Corán fue una fuente de fortaleza.
¿Tenés recuerdos e historias de 1967?
Deeb: Los eventos de 1967 trajeron la ocupación y restricciones adicionales en nuestra vida diaria. Agravaron las dificultades que ya estábamos enfrentando como resultado de la Nakba, como las restricciones al movimiento, los asedios de los soldados y la escasez de recursos. Luego, los acuerdos de Oslo en los noventa trajeron cierta esperanza de paz, pero finalmente no lograron ofrecer una solución justa para nuestro pueblo. Trajeron una autonomía limitada pero no abordaron las causas fundamentales del conflicto. En un principio nos dieron algo de esperanza, pero finalmente no nos dieron justicia.
¿Cómo vivís hoy?
Hoy, mi familia y yo seguimos viviendo en el mismo campo de refugiados. Los enfrentamientos con los soldados en los campos de refugiados son muy frecuentes, especialmente en las puertas de entrada al campo. Nuestro campo tiene dos puertas de entrada principales, una que está muy cerca de mi casa y la otra un poco más lejos y esta es una entrada con capacidad militar porque tiene una barrera de esas amarillas que las pueden abrir para que entren los jeeps militares. Pero en la entrada que está más cerca de mi casa es donde más se dan los enfrentamientos porque es del lado que están las torres de vigilancia. Entonces de pronto algún chico le tira alguna piedra o pintura o lo que sea y los soldados empiezan con una provocación y eso escala inmediatamente y terminan disparando gases lacrimógenos directamente adentro del campo, y como todo está tan cerca, todos los gases están por todas las calles y en todas las casas y es muy sofocante para toda la gente de la comunidad respirar eso. Además, cuando hay algún conflicto con alguien bloquean las puertas de entrada al campo y entonces quedamos confinados acá adentro, sin posibilidad de salir ni a trabajar, ni a estudiar ni al hospital o la universidad. Y esas situaciones pueden durar mucho tiempo.
Por eso siempre estamos luchando por la dignidad, la justicia y la paz. Navegamos los desafíos de la ocupación mientras mantenemos la esperanza en un futuro mejor.
¿Creés que lo que está sucediendo hoy es una nueva Nakba?
Lo que está sucediendo hoy ciertamente hace eco del trauma de la Nakba, con desplazamientos continuos, violencia y opresión. Es una continuación de la misma lucha por la libertad y la justicia. Un aspecto importante para resaltar es la resistencia y la fuerza de nuestra comunidad frente a la adversidad. A pesar de los desafíos que hemos enfrentado, seguimos firmes en nuestra búsqueda de justicia y autodeterminación.
Imagen principal: Mahaseen ilustrada por la Negra Mamami