26/12/2024
1. Introducción
El objetivo del presente trabajo es indagar sobre diferentes modalidades de comunicación popular, comunitaria y alternativa que se generó a raíz de la represión sufrida a la movilización de organizaciones de desocupados el 26 de junio del año 2002, que culminó con los asesinatos de Darío Santillán, Maximiliano Kosteki y tuvo más de treinta heridos por balas de plomo, acontecimiento que se conoce como la Masacre de Avellaneda.
Nuestra intención es analizar la tarea que desarrollaron ese tipo de medios durante el mismo 26 de junio y los días posteriores que se contraponían a los discursos de los medios masivos de comunicación hegemónicos que, haciéndose eco de los principales voceros del gobierno, expresaban que las muertes se debían a enfrentamientos entre miembros de diferentes organizaciones de desocupados y de ningún modo hacían referencia a la represión que desataron las fuerzas de seguridad. En ese sentido analizaremos la tarea desempeñada por Anred, Indymedia y el papel que jugaron fotógrafos de los colectivos de contrainformación.
También analizamos diferentes herramientas comunicacionales que surgieron con posterioridad a esa fecha y que se refieren a esos acontecimientos como son documentales realizados por distintos espacios militantes y realizadores, el libro “Darío y Maxi Dignidad Piquetera. El gobierno de Duhalde y la planificación criminal de la masacre del 26 de junio en Avellaneda” que fue firmado por el Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, la cobertura del juicio realizado a los autores materiales de los asesinatos que realizó la agencia Prensa De Frente y, a modo de cierre, problematizamos sobre la comunicación popular.
Previamente repasaremos en forma concisa el contexto político previo a la Masacre de Avellaneda y los discursos que efectuaron los medios masivos de comunicación[1].
2. Contexto: El 26 de junio de 2002 y los medios hegemónicos
El 26 de junio de 2002 la mayoría de las organizaciones de desocupados realizaron cortes en los diferentes accesos a la Ciudad de Buenos Aires en el marco de un plan de lucha en reclamo a una serie de reivindicaciones que tenían que ver con la entrega de planes asistenciales, el aumento del monto de los mismos y de la cantidad de mercadería que el gobierno le entregaba a esas organizaciones.
El gobierno del entonces presidente interino Eduardo Duhalde ordenó reprimir esa protesta a través de un operativo conjunto entre las fuerzas federales (policía, gendarmería y prefectura), la policía bonaerense y ex integrantes de esa fuerza que actuaron como paramilitares, que dejó como saldo los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, 32 heridos por balas de plomo y centenares de detenidos y heridos por balas de goma.
Los asesinatos estuvieron precedidos por una campaña desarrollada a través de los medios masivos de comunicación que demonizaban algunas organizaciones de desocupados y por declaraciones de funcionarios públicos que abonaban esa demonización vinculando a algunas organizaciones con la guerrilla colombiana, además de reivindicar el terrorismo de estado.
Tanto el Ministro de Defensa Jaunarena como el jefe del Ejército Brinzoni se referían a la necesidad de convocar a las fuerzas armadas en caso de que la policía fuera desbordada por un estallido social, cuestión prohibida por las leyes[2]. El canciller Ruckauf había reivindicado su firma en el decreto que ordenaba el “aniquilamiento de la subversión[3]”, que fue el comienzo de la represión culminada por la última dictadura. Los máximos responsables políticos a nivel nacional y provincial expresaron que no iban a permitir que los piqueteros corten los accesos a la capital[4]. Todos ellos no hacían otra cosa que repetir lo que habían formulado tiempo antes los representantes del verdadero poder en Argentina: actuar para que nadie corte las rutas[5].
Esas declaraciones se convertirían en acciones ese 26 de junio.
A pesar de la intensidad de esa represión y que trabajadore/as de medios de comunicación eran testigos de esos hechos, los discursos de los medios de comunicación lejos de utilizar términos como “represión” o “asesinatos”, desde el mismo momento en que sucedían los hechos construyeron –repitieron- un relato similar al de los principales operadores del gobierno, ocultando la tarea desplegada por las fuerzas de seguridad y tergiversando esos sucesos.
En efecto, los medios audiovisuales que transmitían en vivo hacían hincapié en los cortes de tránsito, en los destrozos que habían cometido los manifestantes y cuando se conoció que dos personas habían fallecido se referían a “enfrentamientos entre piqueteros”. Al día siguiente, los medios gráficos continuaban con esos relatos y por ejemplo el diario La Nación titulaba: “Dos muertos al enfrentarse piqueteros con la policía” para agregar en el copete “Bajo sospecha, dos grupos piqueteros”, sin considerar que en la historia de las protestas sociales en Argentina nunca los manifestantes se enfrentaron entre sí con armas de fuego[6].
Por su parte, el diario Clarín tituló “La crisis causó dos nuevas muertes” y publicó en la tapa una foto en que se encuentra el cuerpo de Maximiliano Kosteki tendido en el piso y la figura borrosa de Darío Santillán –sin que los editores lo supieran en ese momento- escapando rodeado de policías, instantes antes de ser fusilado por la espalda, poniendo en el epígrafe de la fotografía simplemente que los policías “llegan[7]”.
Tal como ocurrió durante la dictadura militar, los principales medios de comunicación privilegiaron las relaciones con el poder político por sobre la información.
Pero paralelamente otros discursos circulaban y se contraponían a los oficiales.
3. Disputando el discurso hegemónico
Por supuesto que el discurso oficial no fue creído por todos y todas, como lo demuestran las movilizaciones que se realizaron al conocerse que dos manifestantes habían sido asesinados por la represión ejercida por las fuerzas de seguridad.
Desde las organizaciones que por el año 2002 integraban la coordinadora Aníbal Verón –donde militaban Santillán y Kosteki- antes que se desatara la represión se elaboraron una serie de comunicados de prensa que primero denunciaban la intimidación policial desde antes que comenzara la movilización, luego para alertar el virtual estado de sitio, para finalmente denunciar la represión y los asesinatos de dos de sus integrantes, intentando contrarrestar el discurso oficial que expresaba que esas muertes se debían a enfrentamientos entre piqueteros:
“Se hacia hincapié en que los dos muertos habían sido asesinados por la policía, que había decenas de heridos por la misma circunstancia, que desmentíamos haber sido parte de ningún tipo de enfrentamientos ni de violencia que hubiera originado las muertes ni mucho menos, que lo que había habido era una decisión represiva muy clara, muy fuerte y que había dejado como saldo las muertes”.[8]
Esos comunicados fueron trabajados conjuntamente con la Agencia de Noticias Red Acción (ANRED) ya que algunos de los movimientos de desocupados que formaban la coordinadora Aníbal Verón desde antes de la Masacre de Avellaneda trabajaban las cuestiones de la prensa junto con esa agencia de contrainformación a través del envío y confección de los comunicados de prensa y en la participación de diferentes instancias de coordinación de áreas de prensa.
ANRED fue creada en el año 1995 y según sus propios integrantes se define “como una agencia alternativa de noticias que sigue el desarrollo de la lucha social de los trabajadores y el pueblo” y consideran que “la comunicación es un arma que las organizaciones populares deben apropiarse para utilizarla en su lucha por la transformación social” (Vinelli y Rodríguez Esperón, 2004:157-159).
Los comunicados eran “dictados” telefónicamente y desde ANRED –específicamente a través del periodista Claudio Mardones que les daba forma- se los enviaba a los medios de comunicación en función de lo que la coordinadora Aníbal Verón necesitaba aclarar, desmentir o fijar posición. Por ejemplo en el comunicado que distribuyó ANRED en la noche del 26 de junio se expresa: “El gobierno dice que garantiza el estado de derecho y la paz luego de 2 asesinatos, 180 detenidos y más de 100 heridos. La C.T.D. Aníbal Verón responde a las versiones oficiales y de las fuerzas represivas: no hubo emboscada alguna ni enfrentamiento entre piqueteros. Denunciamos la criminal implantación de un régimen represivo”.
Pero el trabajo de la agencia durante el periodo inmediatamente anterior y posterior a la represión no estuvo limitado simplemente a transmitir al resto de los medios de comunicación lo que esa organización de desocupados quería comunicar, sino que existía un permanente intercambio de información que permitía realizar diferentes análisis sobre la situación política que se estaba transitando. Por ejemplo el día anterior a la Masacre, se realizó una reunión entre varios integrantes de la coordinadora Aníbal Verón con Claudio Mardones, donde se vislumbraba un análisis represivo[9] y se establecieron algunas pautas para el trabajo de prensa del día de la movilización.
El objetivo de esos comunicados era “contrarrestar el abrumador discurso hegemónico de los medios de ese día, que tenia fuentes concretas: el poder ejecutivo, los ministros de Duhalde operando sobre periodistas esa misma tarde, hablando de enfrentamiento entre piqueteros, eran (los comunicados) sobre todo en contraposición al discurso hegemónico y para reafirmar nuestra lucha” (Entrevista a Pablo Solana citada).
Lentamente, se fue agrietando el discurso dominante que hacía referencia a que las muertes eran producto de una interna entre distintas organizaciones de desocupados. Un punto de inflexión sin duda fue la lectura que se hacía de la tapa de Clarín, donde como quedó expresado se veía la figura borrosa de Darío Santillán aún con vida. Mientras velaban a Darío Santillán en el centro comunitario del MTD de Lanús –que él mismo había construido junto con sus compañeros- con la tapa del diario frente a los periodistas que cubrían el velorio quedaba en evidencia que lisa y llanamente se trataba de un asesinato cometido por las fuerzas de seguridad:
“Clarín publica con cierta liviandad las fotos que con su línea editorial tendía a evitar la responsabilidad policial y política y señalar el caos, la crisis o el enfrentamiento entre los piqueteros; pero se les escapa una foto, que no leen, no interpretan, que es la de Darío siendo victima de un disparo en la estación, no saben que es Darío, no lo ponen en el pie de la foto, no hacen ninguna referencia, pero nosotros sí lo identificamos” (Entrevista a Pablo Solana citada).
Los cables enviados por ANRED fueron tomados por la agencia estatal TELAM al día siguiente de la represión a través del periodista Marcelo Cena, quién luego de confirmar con voceros de “La Verón” esa versión, elaboró un extenso cable donde se recogían las denuncias que hacían las organizaciones de desocupados y que se distribuyó a todas las redacciones del país.
4. Las cosas por su nombre
En forma paralela a que los medios hegemónicos distorsionaban lo sucedido, los integrantes del colectivo Indymedia expresaban con toda claridad que en Avellaneda las fuerzas de seguridad habían reprimido a la movilización de desocupados y sobre las dos muertes se expresaba que habían sido asesinatos.
Indymedia Argentina forma parte de la Red Global Indymedia que se formó luego de las manifestaciones en Seattle en 1999, cuando un grupo de periodistas, videoactivistas y militantes del software libre idearon una herramienta propia que reflejaran las luchas antiglobalización. El proyecto rápidamente se propagó a distintos puntos del planeta y en la actualidad tiene presencia en todos los continentes.
En Argentina[10] había surgido durante el año 2001 en las movilizaciones contra el ALCA y a raíz del estallido popular del 19 y 20 de diciembre de ese año había logrado un rápido crecimiento, en un contexto de creciente cuestionamiento a los medios tradicionales que se plasmó en la frase: “Nos mean y la prensa dice que llueve”.
Según Sebastián Hacher -uno de sus impulsores en Argentina-:
“Indymedia nace de la confluencia del movimiento hacker con el activismo No Global. Llega a Argentina en ese marco y acá se adapta a las particularidades locales. Tenía esa cosa de publicación anónima, instantánea, sin censura, de trabajo descentralizado, que viene de la ética hacker y del software libre, con la colaboración en línea y con lo que se va armando entre todos. Cuando explota el país en diciembre de 2001, nuestro lema era ‘Cada persona es un corresponsal’. Entonces se transforma en ese medio monstruoso y divino, porque no había otro canal de información que pudiera cumplir su función”[11].
Dedicados a cubrir las diferentes movilizaciones y luchas sociales de la época, habían establecido como prioridades las informaciones sobre fábricas recuperadas, asambleas populares que surgieron luego de la rebelión popular y las referidas al movimiento piquetero, y dentro de este último especialmente se trataba de articular con algunos de los movimientos que formaban la coordinadora Aníbal Verón.
Los integrantes del colectivo Indymedia –al igual que los de ANRED- participaron de un área de prensa que se había conformado entre algunos movimientos que formaban la Aníbal Verón, donde conocieron a Darío Santillán que también participaba de la misma.
Según Tomás Eliaschev:
“En el área de prensa se discutía que había una situación complicada, que se veía venir una situación represiva pero nadie se imaginaba que iba ser de la magnitud de lo que fue; ese día desde Indymedia, -como veníamos haciendo muy fuertemente desde diciembre-, un grupo de ocho o diez compañeros con disponibilidad casi cotidiana para ir a hacer coberturas, sacar fotos, hacer audios y filmar, cubrimos los distintos puntos del corte que se planificaban[12]”.
El 26 de junio del 2002, a las pocas horas de comenzar la represión los diferentes cronistas subían al sitio web de Indymedia materiales recogidos en el lugar de los hechos como audios, fotografías y relatos sobre lo que estaba sucediendo, realizando una cobertura que ponía el acento en la denuncia de la represión y en reflejar la voz de los manifestantes.
Ese mismo día, mientras los medios tradicionales continuaban afirmando que las muertes se debían a “enfrentamientos entre piqueteros” y simplemente se limitaban a informar los nombres de quienes habían resultado muertos, en Indymedia en todo momento se hacía hincapié a que esas muertes eran consecuencia de la represión ejercida por las fuerzas de seguridad y, sobre Darío Santillán, se hacía referencia a su militancia. Sobre la noche, firmado por el Colectivo de Redacción de Indymedia y bajo el título de “Asesinos”, se publica en portada una nota que refleja con exactitud y contundencia como fueron los hechos y se realiza una crítica a los medios de comunicación hegemónicos que muchos tardaron días en realizar y que merece ser citada in extenso:
“Hace tres meses, Darío nos mostró orgulloso una montaña de tierra con una bandera clavada. La montaña formaba parte de un basural, que junto con unas 50 familias el había ayudado a tomar. La semana pasada, mientras trabajaba haciendo bloques, contaba orgulloso que ya se había podido instalar ahí.
Darío tenía 21 años y hoy fue asesinado por la policía. La inmundas calumnias de los medios de comunicación, desde Haddad hasta Tognetti, la basura de las declaraciones de los funcionarios tropiezan y rebotan contra la figura impecable de este joven luchador desocupado. Sus asesinos llevarán por siempre el estigma de habernos arrancado a un gran compañero.
Darío murió como vivió; cuando una bala le arrancó la vida, estaba socorriendo a un compañero que estaba herido en el piso. Así lo recordaremos cada uno de nuestros días.
Darío Santillan del MTD Lanús y Maximiliano Kosteki del MTD de Pte. Perón, ambos de la CTD Aníbal Verón, son las primeras víctimas del nuevo régimen en la Argentina. En el día de hoy el gobierno mostró su verdadero rostro. Por la mañana, militarizó todos los lugares previstos para las manifestaciones, haciendo uso de la infantería, la policía federal y provincial y la prefectura naval, perros, hidrantes, carros de asalto y helicópteros. Esa es la verdadera ‘política social’ del régimen de Duhalde de ahora en adelante.
(...) Los medios hablan, cínicamente, de ‘piquetes trágicos’, el gobierno habla de que no se trataba de una movilización, sino de una “provocación”. Desde la policía que dijo que ‘las balas no partieron de nosotros’ hasta periodistas ‘progresistas’, como Tognetti, insinuaron que los piqueteros estaban armados.
Nosotros sabemos que es mentira. Nosotros tenemos balas que recogimos del piso en nuestro poder. Nosotros vimos cuando mataban a nuestros compañeros. Nosotros filmamos y fotografiamos testimonios. Nosotros acusamos ante el mundo entero al gobierno de Argentina y a su policía de asesinato (...).”
Pero además del testimonio de los propios cronistas, el sitio Indymedia a través de su publicación abierta fue una herramienta para que una vez que comenzara la represión se reflejen diferentes muestras de bronca hacia el gobierno y los medios de comunicación y se definieran distintas convocatorias para movilizarse en repudio a lo sucedido.
Como expresa Sebastián Hacher: Indymedia se planteó:
“Como un lugar donde todo el mundo puede ser emisor y receptor al mismo tiempo. En ese sentido prefiguró lo que hoy se llama red 2.0. Funcionaba y sigue funcionando de manera similar a las redes sociales, pero en una experiencia más micro en relación a lo que es ahora. Hoy en Twitter podés leer miles de personas que de otra forma no se leerían. Gente que ni hubiese pensado en publicar en Indymedia, ya que estábamos enfocados al activismo. Con Indymedia se abre ese proceso de empezar a hablar de una información en red, de una publicación que rompe la lógica de emisor y receptor, por un lado, y también empieza allí la crisis de credibilidad de los medios”[13].
5. Revelando la mentira
Las fotografías que registran los hechos ocurridos ese día en Avellaneda fueron fundamentales para reconstruir con exactitud como se había desarrollado la represión y condenar a los autores materiales de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.
En efecto, la mayoría de los reporteros gráficos que fueron a cubrir la movilización pudieron captar a través de sus lentes como los efectivos policiales dispararon a los manifestantes y la no publicación de las fotografías fueron una muestra cabal de los intentos de encubrir lo que realmente había sucedido. La posterior publicación por parte de los grandes diarios de toda la serie de fotos donde se puede apreciar como Darío Santillán sale corriendo luego de intentar auxiliar a Maximiliano Kosteki al irrumpir la policía en el hall de la estación Avellaneda –además de ser una prueba de la manipulación mediática- pone de relieve el fracaso de la estrategia discursiva de los medios de comunicación hegemónicos y, por lo tanto, del gobierno.
Desde los diferentes medios de comunicación alternativos también se pudieron tomar fotografías que daban muestra de la represión que se había desatado, muchas de ellas publicadas en Indymedia o en distintos medios las que fueron sacadas a través de cámaras fotográficas analógicas.
En ese sentido, fue importante el papel desempeñado por el fotógrafo de la Asociación Madres de Plaza de Mayo Sergio Kowaleswki ya que una vez que desde el diario Clarín supieron que Página/12 iba a publicar las fotografías de ese fotógrafo ahí si publicó la secuencia entera que había tomado Pepe Mateos, quedando en evidencia lo que ocultaron desde un principio, más allá del mérito del fotógrafo de obtener esa secuencia[14].
Para el análisis que estamos realizando, consideramos importante la actitud de los fotógrafos frente a las movilizaciones sociales, desde los lugares donde sacan las fotografías y que es lo que intentan reflejar.
Por ejemplo, mientras que los fotógrafos de los medios alternativos son parte de las columnas de los movilizados, los reporteros gráficos “profesionales” preferentemente realizan su trabajo desde el lado del cordón policial. Mientras los integrantes de medios populares –cuando no existe ninguna situación de represión- enfocan sus lentes, además de las columnas de los manifestantes y sus banderas, hacia el dispositivo policial –es decir la cantidad de policías que conforma un operativo y como se forman, el armamento que llevan- los reporteros gráficos de los medios tradicionales enfocan su lente en las caras tapadas y los palos que los piqueteros utilizan como mecanismo de autodefensa.
Tomás Eliashev da cuenta del rol de ese tipo de medios, que para el caso excede a Indymedia y la cuestión de la fotografía:
“Habíamos desarrollado una herramienta de alguna manera que tiene una función táctica bien concreta en la movilización popular como es la autodefensa, desde confianza con el cordón de seguridad y con los referentes, y a la vez con la base. Los compañeros sabían que estábamos ahí, en contra de la policía filmando del lado de los que protestaban. El rol de poder estar ahí, colaborando para aminorar la represión y si se produce la represión que no quede impune”.
Esa actitud se puede reflejar en Kowaleswki increpando al comisario Fanchiotti –condenado por ser uno de los autores materiales de los asesinatos- cuando perseguía a los manifestantes diciéndole que iban a cometer una masacre y luego revelando sus fotografías para ver cual de ellas era significativa para poder ofrecer publicarlas en el diario Página/12. En cambio el fotógrafo de Clarín sólo se limitó a bajar sus fotografías digitales a la computadora y retirarse compungido por lo que había visto[15].
Quizá la fotografía que mejor representa el posicionamiento de los fotógrafos integrantes de los medios alternativos fue la que sacó Pablo Ferraro, en ese momento integrante del colectivo Argentina Arde[16].
En su foto aparecen Darío Santillán y Maximiliano Kosteki de espaldas, aún con vida y sin heridas los dos entre los gases arrojados por la policía. En esa foto, la mirada del fotógrafo es la misma que la de los manifestantes. Minutos después se iban encontrar en el hall de la estación, pero ya las fotos que les tomaron en ese encuentro iban a dar cuenta de la intensidad de la represión que ese día las fuerzas de seguridad ejercieron sobre la movilización de los desocupados organizados.
6. Registrando la memoria
Como todo acontecimiento histórico-político relevante, los diferentes aspectos que rodean a los asesinatos del 26 de junio de 2002 han sido objeto de indagación en materia audiovisual a través de las cámaras de videoactivistas y documentalistas.
Colectivos audiovisuales como el Grupo Alavío a través de Crónicas de Libertad (Organizando la resistencia), Ojo Obrero con Piqueteros Carajo y también Indymedia con Piquete Puente Pueyrredón –los tres videos realizados durante el año 2002- han indagado desde diferentes miradas esos acontecimientos.
Resaltamos en esas tres piezas audiovisuales –tal como lo hacíamos anteriormente respecto de los fotógrafos- la ubicación de los videoactivistas que son parte de la movilización y comparten la misma perspectiva de quienes se movilizaron ese día y pudieron captar los primeros instantes de la represión desde las columnas de manifestantes. También destacamos el análisis que ha realizado Mariano Zarowsky (2004) en relación a “las tecnologías de la instantaneidad”, ya que a diferencia de lo que ocurría con el celuloide, el uso del video digital amplía la posibilidad del acceso y registro, se aceleran los tiempos de producción y postproducción, además de ampliarse los espacios de exhibición, dejando también huellas en el discurso en relación a las posibilidades expresivas.
En el primero de los videos aludidos, -dedicado “a los compañeros que animan la lucha por la Revolución Social”- las crudas imágenes de la represión que incluyen a policías de civil se intercalan con testimonios de manifestantes que encapuchados por razones de seguridad relatan lo que vivieron ese día.
De similar manera, el video realizado por Ojo Obrero también registra imágenes de la represión y las movilizaciones posteriores, incluyendo además declaraciones de funcionarios públicos tomados de la televisión, siendo importante para ese video la entrevista que se realiza a un integrante del Partido Obrero herido de bala que contextualiza la movilización desde el punto de vista de esa organización.
Piquete Puente Pueyrredón fue estrenado en el acto que conmemoró el primer mes de los asesinatos. En el mismo se intercalan imágenes propias de la movilización de ese día con las que transmitieron los principales noticieros o canales de noticias, por supuesto haciendo un contrapunto con esos discursos, apareciendo en el video el testimonio de Darío Santillán, quién fuera entrevistado por Sebastián Hacher junto a un activista estadounidense en un corte de ruta producido pocos meses antes de su asesinato, donde se refiere a la lucha que llevaban a cabo los movimientos de desocupados, apreciándose también el trabajo de base que las organizaciones realizan en el territorio. A pesar que se consideraba al video como un trabajo en proceso, tuvo bastante trascendencia y se proyectó tanto en varios de los barrios donde tenía injerencia el movimiento de trabajadores desocupados, como en el Foro Social que se realizó en Porto Alegre al año siguiente.
La entrevista con Darío Santillán también sirvió para la realización del video No olvidamos, editado por un equipo de militantes del MTD Aníbal Verón –la mayoría sin experiencia en la realización de materiales audiovisuales-, con la colaboración de integrantes de Indymedia en el 2004[17].
En el mismo, con el relato en off de uno de los militantes del MTD, se da cuenta de la lucha emprendida para que esos crímenes no queden impunes a través de las movilizaciones que se realizaron todos los meses al Puente Pueyrredón, donde también se refleja la apertura simbólica de esa estación ya que se encontró por un periodo prolongado cerrada a raíz de un incendio. El video fundamentalmente se ha proyectado en comedores y bibliotecas populares en los diferentes barrios del conurbano bonaerense donde los movimientos que luego formaron el Frente Popular Darío Santillán tiene presencia.
Como expresa Alfredo Alfonso (2007:18) para referirse a lo que se denomina Cine Piquetero, consideramos en los diferentes trabajos aludidos que:
“lo reflexivo no sólo aparece en la composición discursiva, sino también en la cuestión política. Hace referencia a la materialidad de las prácticas sociales y emergentes políticos, pero discutiendo mucho más allá de las formaciones discursivas y planteando idas y condiciones para el cambio social. Entre los nuevos trabajos se visualiza al producto documental como herramienta y constructo del proceso de politización de las distintas organizaciones”.
Por su parte, en el año 2006 se estrenó “La crisis causó dos nuevas muertes”, documental realizado por Patricio Escobar y Damián Finvarb, que a partir de la tapa de Clarín del día posterior a la masacre, indaga sobre el papel de ese diario en su intento de manipular esos hechos. Los realizadores efectúan entrevistas a diferentes actores que tuvieron algún tipo de participación en los hechos analizados como fueron los voceros de los movimientos de desocupados, periodistas de medios alternativos y abogados que intervinieron en las causas, incorporando además diferentes voces que permiten analizar esos acontecimientos de manera más global.
Pero en el documental también se encuentran los testimonios de los periodistas, fotógrafos y editores del diario Clarín, por lo que queda en evidencia el ocultamiento que realizó ese medio sobre la represión, donde los encargados de cubrir la movilización se refieren a que tenían en claro que los disparos provenían de las fuerzas policiales –incluso fueron testigos de eso-, cuestión que no aparece reflejada en las páginas, como tampoco aparecen las fotografías que tenían[18].
Por último, a poco tiempo de cumplirse una década de la masacre, se estrenó el documental de Miguel Mirra –uno de los impulsores del Movimiento de Documentalistas- “Darío Santillán, la dignidad rebelde”, donde a partir de testimonios de quienes lo conocieron y compartieron la militancia con Darío Santillán, destacan su solidaridad y compromiso, haciéndose especial hincapié en una especie de “renacimiento” de su figura, a partir de la reivindicación y en la necesidad que “multiplicar su ejemplo” que hacen sus compañeros al llevar su nombre en la organización.
El documental es significativo además porque recoge material de archivo inédito del propio movimiento que integró Darío Santillán, donde se lo ve participando en asambleas barriales en terrenos recién ocupados por la propia organización, donde incluso discute con policías que se acercan intentando amedrentar a los ocupantes y él con solo 21 años expresa a los vecinos organizados los posibles pasos a seguir para evitar ser desalojados, y donde mientras recorre el barrio se refiere al avance represivo que se está viviendo historizando además el surgimiento de las luchas de los desocupados en Argentina. También aparecen imágenes de ese mismo 26 de junio antes de la represión cuando sus compañero/as realizan asambleas y se advierte sobre la posibilidad de que las fuerzas se seguridad impidan que se corte el Puente Pueyrredón y el viaje en tren hasta lo que fue la Estación Avellaneda, hoy denominada Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.
Entendemos que las diferentes piezas audiovisuales analizadas –más allá de los objetivos y la estética individual de cada una- se inscribe en lo que a partir de los años setenta se ha denominado cine militante a partir de los aportes de Fernando Solanas y Octavio Gettino donde esas prácticas están vinculadas a los objetivos de las diferentes organizaciones, donde la misma exhibición constituye un acontecimiento político y su contenido implica un arma de contrainformación, tal como lo ha planteado Raymundo Gleyzer
7. Escribiendo la historia
“Una herramienta más de lucha” se concibe al libro Darío y Maxi, Dignidad Piquetera. El gobierno de Duhalde y la planificación criminal de la masacre del 26 de junio en Avellaneda, editado por lo que fue el Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón al cumplirse el primer año de los asesinatos[19].
Traemos el análisis de este libro ya que resulta interesante que desde una organización político-social se conciba la elaboración de un libro como “una herramienta de lucha”, al mismo tiempo que para reclamar justicia luego de los asesinatos se han realizado todos los meses movilizaciones al Puente Pueyrredón, además de convocar a multitudinarias marchas en cada aniversario o realizar diversas acciones como escraches a los responsables políticos.
"Empezamos este trabajo por necesidad. Nos resultaba imprescindible indagar a fondo en lo que había pasado aquel 26 de junio. Conocer en detalle los pormenores de la represión y entender la profundidad con la que se había planificado una masacre que nos tuvo como blanco”, se plantea en el prólogo, así en primera persona, hablando “la Verón” en conjunto, como fue la elaboración del trabajo:
“Fuimos buscando las respuestas, reafirmando las certezas, por medio de un trabajo novedoso para nosotros: aprendimos a leer un expediente judicial, a revisar un archivo periodístico, a tomar apuntes de horas y horas de filmaciones, a consultar nuestras propias fuentes, a chequear los datos. Y cruzamos ese trabajo con lo que ya sabíamos hacer: los balances colectivos entre los/as compañeros/as, la socialización de la información y el análisis político, las charlas y debates permanentes que van construyendo nuestras definiciones y nuestro Movimiento” (Entrevista citada a Pablo Solana).
A la hora de indagar sobre como surgió la idea de elaborar ese trabajo, Pablo Solana señala que se comenzó a plantear entre algunas de las personas encargadas de realizar las tareas de comunicación como es la elaboración de comunicados y declaraciones, y de los distintos materiales de difusión:
“ (...) dijimos ‘esto la verdad que es un hecho de importancia política, no sólo porque nos pasó a nosotros- porque en todo caso nos tuvo a nosotros en el medio y hay que hacerse cargo- pero es un hecho político que va a tener su trascendencia más allá de éste momento y que nos haya pasado a nosotros nos impone la responsabilidad de ser nosotros quienes cuenten esta historia y no permitir que nos la cuenten cambiada”.
No se trata de un libro que se limita a rendir un justo homenaje o intenta convertir en íconos a las víctimas de la represión. Es un libro de denuncia, es una investigación periodística que indaga sobre la trama política que desembocó en los asesinatos, y que describe como el gobierno, diagramó, instigó y ejecutó un plan que tenía como objetivo mostrar algún tipo de autoridad ante los organismos financieros internacionales: “Una represión aleccionadora, entonces, era necesaria para revertir la imagen de debilidad de su gobierno y para que los amos del Norte creyeran que Duhalde tenía carácter para gobernar”, se expresa en el prólogo.
Se trata de un libro que recoge lo mejor de la tradición periodística-militante de nuestro país, por lo que necesariamente remite a Rodolfo Walsh. De hecho, si se analizan las distintas investigaciones de Walsh siempre intervienen los mismos actores: militares y policías que ejecutan los crímenes de luchadores sociales, funcionarios judiciales que encubren, el poder político que planifica, luego justifica y después deja impune. Tanto en la obra de Walsh como en este libro hay una intención de meterse con el poder para cuestionarlo, analizar un hecho y contrastar los discursos oficiales con la propia realidad, desde un determinado acontecimiento se indaga la lógica del poder, se trasciende el mero suceso para analizar el proceso. Además, la forma clara y contundente en que está escrito el libro también remite a la escritura de Walsh[20].
Precisamente expresa Pablo Solana que en la concepción del libro se tuvo en cuenta “alguna referencia de Operación Masacre, para decir: déjame leer tres veces esos dos o tres libros de Walsh que voy a subrayar mucho y hacer algo que exprese por lo menos con esa claridad y esa contundencia una historia, pero bueno ahí había algunos rasgos muy difusos de algo que nosotros con mucha humildad hicimos, un material más militante que una investigación periodística[21]”.
Más allá de que el motivo principal de la investigación sea mostrar como la Masacre de Avellaneda fue una decisión política del gobierno, en el mismo se puede vislumbrar, aunque sea en retazos, algunas de las características que definen a ese tipo de organizaciones de desocupados. Desde el trabajo de base a las asambleas, de los proyectos productivos a la formación, todo eso siendo parte de la lucha popular con la finalidad de “cambiar la sociedad”.
Pero no se cae en el autoelogio, sino que se realizan autocríticas y se muestran las diferentes concepciones que tiene cada movimiento. Incluso los protagonistas no son solo los propios integrantes de los MTD, sino que se destaca el aporte de todos los que de alguna manera intervinieron y se movilizaron los días posteriores a la masacre, resaltando la unidad popular que por lo menos en esos días se pudo concretar.
Otro punto que parece muy importante destacar es la forma en que fue elaborado el libro y se vincula también con la firma de ese trabajo:
“Las condiciones de producción de ese libro también aportaban algo extra que de alguna forma suplía la falta de profesionalismo, a la altura de un gran trabajo de investigación, fue realmente un trabajo colectivo que tuvo 5 o 6 aportes pero que después se amplificaban con compañeros de los movimientos que colaboraban, una cantidad con vocación de dar testimonio, de lecturas colectivas antes de editarlo para corregirlo, hacer un ultimo balance, sugerir modificaciones, o sea, el libro salio firmado por el movimiento y no por tal o cual persona o tal colectivo de compañeros que lo hacen, porque realmente tuvo un proceso colectivo la elaboración y su condiciones de edición también, con una imprenta recuperada editándolo con compañeros de las asambleas, profesionales de clase media pero de las asambleas barriales que habían participado de todo ese proceso de lucha diagramando, algún otro medio alternativo haciendo trabajo de conexión, entonces todo eso también se buscaba fijar. Y eso le daba una particularidad extra” (Entrevista citada a Pablo Solana).
Un rasgo significativo es el balance que hace el movimiento a diez meses de los asesinatos. El libro hace partícipe al lector de las discusiones y los debates que se dieron; en ese sentido hay que destacar que son pocas las organizaciones que pueden mostrar hacía afuera ese tipo de análisis.
Hace más de cuatro décadas Rodolfo Walsh escribió una serie de documentos que, cuando se publicaron luego de varios años, hicieron conocer un poco más el tipo de discusiones que había en la organización Montoneros. En esos escritos se efectuaban una serie de críticas a la conducción y sobre la forma de construcción que por ese tiempo se había adoptado. Pero entre varias de esas críticas que a título individual se efectuaban, había un aspecto que se puede retomar: decía Walsh que una de las principales falencias que encontraba era “un déficit de historicidad”.
Por supuesto salvando las distancias históricas y políticas, en el trabajo se trata de dejar atrás ese déficit al concebirse a partir de “(...) la ética militante que día a día volcamos en la construcción del Movimiento y, sabemos, nos viene de otras luchas” y al recordar las palabras de Darío Santillán en la última marcha de la Resistencia de las Madres de Plaza de Mayo en la que participó: “Nos pesa mucho la valoración de todos aquellos que dieron su vida, más de 30.000 compañeros que pelearon por lo mismo que estamos peleando hoy. Lo que sentimos en carne propia es que somos los mismos que pelearon en aquellos años. Somos la continuidad de esa historia”.
8. Multiplicando las voces
Nos parece importante para cerrar este trabajo referirnos a la cobertura realizada por lo que fue la agencia Prensa De Frente en el año 2005 durante el juicio a los autores materiales de la masacre.
Para eso primero consideramos conveniente partir de analizar como fue el proceso de gestación del colectivo que llevó adelante esa agencia, y para eso nos debemos remitir al proceso de acercamiento de un conjunto de MTDs que compartían formas de construcción política que comenzaron a trabajar en forma articulada a partir de diferentes áreas de trabajo, incluida la de prensa. En ese marco, se comenzó con la edición de un boletín electrónico que se llamó Noticias Piketeras que trataba de difundir pequeñas informaciones sobre esos movimientos y las diferentes luchas, tratando de mostrar los proyectos productivos o las diferentes tareas que realizaban los movimientos más allá de los cortes de ruta, ampliándose y consolidándose luego el área de prensa al producirse la división de lo que hasta ese momento había sido el Movimiento de Trabajadores Aníbal Verón y la conformación del FPDS[22].
La forma de construcción a partir de la articulación en diferentes áreas –además de prensa, las primeras fueron de formación, proyectos productivos, seguridad, salud- y la toma de decisiones colectivas a través de asambleas y mesas de delegada/os se tradujo en relación a lo comunicacional en la existencia de -por ejemplo- varioxs voceros donde se tendía a la paridad de género en lugar del clásico único vocero que concentra no solo esas tareas sino que es el dirigente que participa de las reuniones con los funcionarios y define por sobre la organización.
En ese sentido, desde el área de prensa se pudieron materializar diferentes iniciativas como la realización de talleres de formación en comunicación y se editaron primero el periódico Frente Popular, luego la revista Cambio Social, además de garantizarse el envío de comunicados y las habituales tareas de comunicación de una organización social como la realización y mantenimiento de páginas webs, hasta el establecimiento de radios comunitarias. También se trató que impulsar áreas de prensa en cada localidad donde el FPDS tenía desarrollo, para lo cual se realizaban diferentes cartillas donde se difundían las cuestiones más importantes de cada movimiento, de manera de intentar que la información esté distribuída al interior de FPDS.
En todo ese proceso se fueron sumando al área de prensa periodistas y estudiantes de comunicación que se referenciaban en el FPDS por lo que se comenzó a discutir sobre la necesidad de construir nuevas herramientas comunicacionales más allá de la prensa orgánica, es decir, si bien estas nuevas herramientas podían servir para potenciar la comunicación propia del FPDS –pensando además que se realizaría el juicio a los autores materiales de la represión del 2002-, se intentaba a partir de lo ya acumulado en materia comunicacional también difundir otro tipo de luchas, opiniones y diversas experiencias de organización.
Así nació la agencia de noticias Prensa De Frente, cuya primer frase que acompañó el logo de la agencia era “Noticias de los movimientos sociales en lucha” que luego se transformó en “Noticias de los movimientos populares por el cambio social”[23].
En su primer boletín enviado la segunda quincena de noviembre de 2004, a modo de presentación se expresaba que el propósito de Prensa De Frente era “aportar a la difusión de noticias sobre las acciones, las palabras y los pensamientos de los movimientos sociales en lucha”. Además de difundirse las novedades de las organizaciones del campo popular, también eran parte de los envíos “toda aquella información o análisis vinculados a la dura realidad social y política que atraviesa nuestro país, desde el punto de vista de quienes la resisten y buscan alternativas para el cambio”.
Por último, se señala que “Con Prensa De Frente intentamos recuperar las mejores tradiciones de la prensa popular, aquellas que en varias épocas de la lucha de nuestro pueblo permitieron incorporar al discurso público otra visión y otra agenda informativa. Nuestra pretensión es introducir datos sobre fenómenos que también determinan la realidad pero que habitualmente están ausentes del reflejo que los medios ofrecen de esa realidad”.
Creemos importante analizar ese primer boletín para dimensionar como se podía plasmar esa agenda alternativa desde la mirada de una organización social.
Además de esa presentación que se tituló Prensa De Frente: ¿Por qué? ¿Para qué?, en ese primer envío se anunciaba la creación de la Comisión Independiente por el Juicio y Castigo a los asesinos del Puente Pueyrredón, temática exclusiva del segundo envío y que obviamente iba a ser relevante para la agencia, como profundizaremos más adelante.
Luego se analizaba la política del gobierno en relación a los planes sociales, la disputa por el control de los mismos y la desocupación y crisis social que atravesaba Argentina, concluyendo ese artículo: “Mientras no haya trabajo en Argentina, ni políticas para generar la inclusión de los miles de jóvenes desocupados en el país, ni para garantizar un pasar digno a los ancianos, la universalización de los planes sociales es una obligación del Estado”.
Otra de las noticias daba cuenta del avance de la criminalización de la protesta a partir de un comunicado de prensa elaborado por el Movimiento Campesino de Santiago del Estero y el FPDS -al que adhieran un conjunto diputadxs nacionales- que denunciaban la persecución a referentes campesinos y la existencia de presos políticos. Seguidamente, otra noticia anuncia la conformación del Movimiento Campesino de Córdoba a través de la confluencia de distintas organizaciones que aglutinaban a familias campesinas: “No nos queremos ir del campo, no queremos más desalojos, paren con los desmontes, basta de privatizar la tierra, el agua, el monte nativo, la vida”, fueron algunas de las consignas que se gritaron en la marcha que implicó la presentación de ese movimiento y que se reflejó en Prensa De Frente.
La última noticia se refiere a un informe realizado por la Vía Campesina y un organismo internacional consultor de las Naciones Unidas en materia de derecho a la alimentación en la que se denuncia la malnutrición en zonas rurales de Argentina y el aumento de conflictos debido a “la ausencia de una política agraria nacional” y a “la expansión de los cultivos de soja a gran escala, promovidos para incrementar las exportaciones argentinas a costa de pequeñas unidades agrícolas”. En la nota se expresa además que frente de la gravedad de la denuncia, el informe: “no tuvo repercusión en los medios de comunicación de nuestro país, a pesar de los cables de agencias internacionales que dieron cuenta de esta información”.
Además de los envíos regulares por correo electrónico se montó una página web a través de un programa de software libre[24], siendo importante para esas cuestiones el apoyo internacional de Inventati, colectivo italiano que provee herramientas para que los movimientos sociales puedan generar su propia comunicación[25]. La agencia se fue consolidando a partir del tipo de informaciones que abordaba, recibiendo la cooperación desinteresada de diferentes colaboradores a lo largo del país e incluso de Sudamérica, que excedía el marco de relaciones del FPDS.
Con el tiempo se fueron incorporando nuevas secciones a la web y en el año 2005 en tres oportunidades se definió abordar temáticas puntuales de manera separada, a través de un sitio propio: cuando se realizó la Cumbre de las Américas en Mar del Plata se montó el sitio “Anticumbre”; al realizarse el juicio al militante Gabriel Roser en la ciudad de La Plata; y, cuando en los tribunales de Lomas de Zamora se juzgaron a los autores materiales de la Masacre de Avellaneda.
Desde Prensa De Frente se cubrieron las audiencias durante los siete meses que duró el juicio a través del “Diario del Juicio” en la página www.masacredeavellaneda.org –hoy no está disponible-. La mayoría de los medios de comunicación solo acudían a las audiencias de mayor trascendencia, solo Prensa De Frente y la agencia DyN cubrieron la totalidad; TELAM cubrió las audiencias hasta que asumió en la dirección Martín Granovsky y la agencia estatal dejó de cubrir el juicio.
Además de referirse a las declaraciones testimoniales, se incorporaban al sitio pruebas que surgían del juicio, declaraciones de los abogados y de los familiares, además de poner a disposición galerías de fotos de la represión y los antecedentes de los acusados y de los responsables políticos[26]. También fue parte de la cobertura el acampe que se realizó frente a esos tribunales, que estuvo acompañado por diversas expresiones culturales y políticas, además de las movilizaciones y distintas acciones que se realizaban para exigir justicia.
El punto de partida fue contar un medio propio para no depender de la cobertura que podían llegar a realizar los medios de comunicación comerciales. Pablo Solana señala al respecto:
“(...) creo era más que decir ‘bueno, si no lo decimos nosotros, van a decir lo contrario’ era ‘si no lo decíamos nosotros van a ser más imprecisos’, con una vuelta que no sea tan según nuestra voz, pero sí creo que primaba la necesidad de instalar una legitimidad que iba a hacer falta para lo que buscábamos: que el juicio tuviera un desenlace de las condenas máximas en esa instancia y también para decir después de este juicio hay responsables políticos que no se están presentando, hacer hincapié en los funcionarios que no venían a declarar, eso si tal vez era una necesidad, pero más una necesidad de lucha contra la impunidad en una instancia decisiva que iba a ser un juicio”.
Es decir, si bien se trataba de informar de manera adecuada lo que sucedía en el juicio, ese objetivo se vinculaba con la necesidad de que los asesinatos no queden impunes. Como sucedió con el libro “Darío y Maxi....”:
“La cobertura del juicio creo yo que fue concebido más como una herramienta de lucha, desde lo específico que es informar, generar un sitio de comunicación, que sea referencia para quien quisiera informarse, hacer una crónica diaria de la jornada, aportar información extra del perfil de quienes eran los responsables políticos, contar con el expediente para decir ‘tal cana esta acusado como consta en la foja tanto’, cosas que eran realmente insumos para periodistas, pero en ese sentido” (Entrevista citada a Pablo Solana).
Natalia Vinelli (2006) ha analizado ese trabajo realizado por Prensa De Frente, señalando sobre la página que la conjugación de soportes, lenguajes y herramientas ha favorecido su desarrollo creativo y que la articulación entre formas multimedia y contenidos alternativos permite ampliar la llegada al público y potencia lo que se quiere comunicar. Incluso los contenidos fueron tomados en algunas oportunidades por los medios tradicionales y también la información que estaba disponible en la página fue incorporada como prueba durante el juicio[27].
La cobertura del juicio que realizó Prensa De Frente fue una herramienta comunicacional creada desde las propias organizaciones sociales que tenían como objetivo que el caso no quede impune. Pero más allá de ese objetivo, el trabajo militante para poder llevar adelante esa herramienta se destacó por su rigurosidad a la hora de informar y contextualizar esa información, desde la propia mirada de la organización.
Como ha expresado Natalia Vinelli, Prensa De Frente:
“(...) toma partido, pero –a diferencia de las empresas periodísticas que se describen a sí mismas como ‘independientes’ para naturalizar su mirada y ocultar su pertenencia de clase- hace explícita su vinculación y su dependencia de un proyecto de cambio social. Es decir, hace manifiesta su inserción en un polo específico de la lucha de clases y es en ese marco que se articula con otros colectivos de acción política y comunicacional”.
Para Dênis de Moraes (2013), Prensa De Frente se inscribe -al igual que varias agencias en la región- en una experiencia alternativa que rechaza los controles ideológicos de los medios masivos, recurre al ecosistema descentralizado e interactivo de internet para intentar renovar prácticas de producción, difusión y circulación social de información subrayando el carácter colaborativo de gestión y no lucrativo de ese trabajo, que está estructurado para la disputa política-ideológica y asociada a las movilizaciones anticapitalistas.
9. A modo de cierre: La comunicación como herramienta de lucha
Si bien existen matices entre las diferentes prácticas analizadas –lejos estamos de pretender “clasificarlas”-, refiriéndonos a nivel general entendemos que las diferentes cuestiones comunicacionales que hemos analizado conforman lo que se ha denominado comunicación popular, alternativa y comunitaria.
Natalia Vinelli (2014) ha problematizado sobre esos conceptos a partir de la tradición latinoamericana en comunicación y establece una serie de acuerdos sobre esas prácticas, cuyas características principales resumimos de la siguiente manera: la comunicación popular, alternativa y comunitaria está inserta dentro de procesos populares de movilización y transformación social, surge por la necesidad de recuperar la palabra y dar visibilidad a las voces silenciadas o tergiversadas por los medios hegemónicos, proponiendo otro paradigma comunicacional alejado de la lógica de lucro, apelando a la autogestión y a la propiedad comunitaria de los medios de comunicación, construyendo su agenda a partir de los propios criterios de la organización social en la que está inserta a partir de un discurso periodístico de contrainformación.
Entendemos a la comunicación popular, comunitaria, alternativa como un entramado de prácticas y procesos que cuestionan las desigualdades, violencias y atropellos; recuperan saberes negados para construir conocimiento; promueven el intercambio; fortalecen el tejido social; alimentan la memoria; construyen sentidos diversos y críticos a las lógicas y gramáticas de la matriz capitalista, colonialista y patriarcal (Boaventura De Sousa Santos;2018).
Como expresa Carina López Monja (2011), se trata de una comunicación contrahegemónica y liberadora que va más allá de los medios de comunicación e incluye a las diversas herramientas comunicativas que se gestan en las organizaciones sociales al calor de un proceso de lucha. La comunicación constituye un espacio central de disputa cultural y de sentidos que se enfrenta al sistema mediático que consolida el pensamiento hegemónico capitalista, aportando a la construcción de poder popular generados desde los sectores subalternos.
Pablo Solana pone de relieve la integración de los medios de comunicación a los procesos de organización popular y que la misma esté en manos de lxs propixs actores más allá de analizar el discurso alternativo que los mismos puedan desplegar:
“Una radio de baja frecuencia –una FM- puede expresar la necesidad de comunicación de un colectivo de estudiantes, militantes o compañeros jóvenes o personas con vocación de comunicar y está bien, ahora, si expresa a una comunidad de la cual es parte a mí me gusta mucho más. Concebir a los medios populares como medios comunitarios, no solamente alternativos, contrahegemónicos, populares o el rotulo que a cada uno le guste más ponerle, pero integrado en un proceso de organización popular, organización popular alternativa”.
En ese sentido, el entrevistado recupera las diferentes etapas de Rodolfo Walsh en su trabajo en la CGT de los Argentinos o posterior con ANCLA y sus canales informativos de experiencias clandestinas, donde la principal fuente no era la política superestructural -que también había que considerarla- sino la producción popular de información y de investigación ya que “nuestro mejor tejido de investigación es la organización popular” y esos insumos deben ser aprovechados por la propia organización para la lucha cotidiana.
En las diferentes prácticas comunicacionales analizadas –que han sido parte de algo mucho más amplio como lo es la movilización social- se ha puesto de relieve explícitamente que la comunicación ha sido una herramienta de lucha, una de las tantas que se generan desde las organizaciones sociales con el objetivo de incidir en la realidad para cambiar la sociedad.
Destacamos que ha sido parte de la movilización social porque más allá de lo analizado en el presente trabajo, se trata sólo de un aspecto de los muchos que intervinieron primero para demostrar que el 26 de junio de 2002 el gobierno de ese momento reprimió una protesta social que tuvo como saldo los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki y decenas de heridos de bala, y que luego –por primera vez en la historia de Argentina- se logró que los autores materiales de esa represión fueran condenados por la justicia, cuestión que entendemos debe ser resaltada. La comunicación en ese sentido jugó un papel clave y nuestra intención ha sido destacar ese aspecto.
Bibliografía:
[1] El presente trabajo ha sido concebido como una continuidad de una ponencia presentada en el año 2012, donde además se suman trabajos previos y lecturas posteriores. El autor es Licenciado en Comunicación Social (UNLP), Especialista y Magíster en Ciencias Sociales y Humanidades (UNQ), y Doctorando en Comunicación (UNLP). Actualmente es docente en la Universidad Nacional de Río Negro y en la Universidad Nacional del Comahue. Ha sido militante de la agrupación Galpón Sur, integrante de la Coordinadora de Organizaciones Populares Autónomas (COPA), luego también integró el MTD La Plata/ MTD Aníbal Verón/ Frente Popular Darío Santillán, siempre vinculado a tareas de comunicación. También participó del programa Desatormentándonos que se emitía por Radio Futura (La Plata), integró Indymedia Argentina (Colectivo La Plata), la agencia de noticias Prensa De Frente y Marcha.
[2] El 20 de junio, bajo el título “Las FF.AA. piden hacer inteligencia interna para vencer al terrorismo”, la periodista Victoria Ginzberg publica en Página/12 que: “En un seminario organizado por el Estado Mayor Conjunto, varios expositores y panelistas cuestionaron las limitaciones que las leyes de Defensa e Inteligencia imponen a los militares para realizar esas tareas. La avanzada fue iniciada por el jefe del Ejército y el ministro de Defensa, que llegaron a plantear la fusión de esa cartera con Seguridad Interior”.
[3] El 24 de junio, Susana Viau publica en ese mismo diario una nota en la que se expresa: “Ante un auditorio de oficiales de la Fuerza Aérea, el canciller dijo el jueves que está orgulloso de haber firmado el decreto de 1975 que desató la represión militar y que volvería a hacerlo ‘sin vacilar’. El ex gobernador de la mano dura agregó insinuante que vienen ‘días de desbordes’”.
[4] Por ejemplo, en el libro Darío y Maxi Dignidad Piquetera. El gobierno de Duhalde y la planificación criminal de la masacre del 26 de junio en Avellaneda se transcriben declaraciones –entre otros- del por entonces secretario de seguridad Juan José Álvarez, que el 7 de junio expresó que a “la Ciudad no se la puede bloquear” y que “habrá operativos conjuntos de las fuerzas de seguridad para hacer frente a este tema”. En tanto el presidente interino Eduardo Duhalde expresó el 17 de junio que los cortes de ruta que bloqueaban a la capital “no pueden pasar más” y que “tenemos que ir poniendo orden”.
[5] Tanto Eduardo Escasany - presidente de la Asociación de Bancos de la Argentina -como Enrique Crotto – presidente de la Sociedad Rural Argentina- le habían realizado ese reclamo al gobierno de De la Rúa.
[6] En la editorial de ese día se expresaba: “No parece sensato hablar de represión indiscriminada cuando las imágenes de la televisión mostraron a los manifestantes de Avellaneda en una actitud francamente hostil, como si desde el comienzo estuvieran dispuestos a enfrentarse con las fuerzas del orden. Es de esperar que desde distintos sectores de la sociedad y de la Justicia, no se insista en equivocados criterios –como los expuestos con motivo de los trágicos incidentes en Plaza de Mayo, en diciembre último- por los cuales, quienes actúan conforme con la ley terminan siendo castigados por cumplir con su deber, mientras que los generadores de los desórdenes no reciben sanción alguna”.
[7] El epígrafe completo dice: “Una de las víctimas mortales, en el piso de la estación Avellaneda. A la derecha, un policía llega al lugar. Los dos muertos recibieron impactos de bala, al igual que otros siete de los heridos. (Foto: P. Mateos). Contrariamente al discurso oficial que reflejaron la mayoría de los medios gráficos, Página 12 se refirió a una “cacería” y a una “brutal represión”.
[8] Entrevista a Pablo Solana, realizada por el autor en abril de 2012 y publicada en Torres Molina (2010). El entrevistado pertenecía -junto a Darío Santillán- al grupo fundador del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Lanús, y fue uno de los encargados de las tareas de prensa del MTD Aníbal Verón y luego del Frente Popular Darío Santillán.
[9] “Nosotros fuimos sabiendo que iban a reprimir, no que iban a tirar con plomo, que iban a haber muertos pero sabiendo que iban a reprimir y con éste compañero (por Claudio Mardones) y con algunos otros teníamos esas relaciones de ida y vuelta y durante la mañana (del 26 de junio) se repetían los llamados” (entrevista a Pablo Solana). De hecho en el diario Página 12 la foto que muestra el momento en que se produce el “encuentro” entre una columna de desocupados con una fila de policías y se da comienzo a la represión, de fondo aparece Pablo Solana hablando por celular, precisamente con Mardones.
[10] En el país existieron colectivos en la ciudad de Buenos Aires, Rosario, Santiago del Estero, La Plata, en la región del Alto Valle y en Mar del Plata. Funcionan como un colectivo anticapitalista, no comercial y no corporativo. Una de las características de Indymedia era que cualquier persona u organización podía subir sus notas o comentarios al sitio web.
[11] Entrevista realizada por Ramón Raggio (2012).
[12] Entrevista realizada por el autor en abril de 2012.Tomás Eliaschev fue parte de Indymedia y luego del MTD Anibal Verón y del Frente Darío Santillán, participando en áreas de prensa.
[13] Entrevista citada. Sebastían Hacher además fue quién redactó la nota “Asesinos”.
[14] Como si ese ocultamiento no hubiera quedado en la historia de la manipulación mediática, Clarín publica el 20 de junio de 2010 en relación a una fotografía que hacía referencia a tres asesinatos cometidos por la Policía de Río Negro en Bariloche: “Gran repercusión tuvo la fotografía publicada ayer en la tapa del diario Clarín. Mostraba a un joven manifestante, en Bariloche, mientras le hacía pis a un grupo de policías. La escena fue captada por el reportero gráfico Pepe Mateos, el mismo que cumplió un papel fundamental en la cobertura de la feroz represión policial del 26 de junio de 2002. Aquel día, en una protesta social, el gobierno del entonces presidente Eduardo Duhalde decidió impedir que un grupo piquetero cortara el puente Avellaneda. La actuación de la Policía Bonaerense fue feroz, y terminó con el asesinato de dos manifestantes. Eran Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Pepe Mateos registró la muerte de Santillán. Gracias a sus fotos –incorporadas a la causa judicial–, el comisario Alfredo Fanchiotti terminó preso por homicidio agravado por alevosía”. Disponible en: http://www.clarin.com/sociedad/Impacto-foto-sintetizo-conflicto_0_283771681.html.
[15] Tal como se relata en el documental “La crisis causó dos nuevas muertes”.
[16] Argentina Arde fue un colectivo de contrainformación surgido también en el convulsionado año 2001 con el propósito de intervenir a partir de acciones contraculturales y la vinculación con los movimientos sociales, invitando a la intervención colectiva a partir de la consigna: “Vos lo viviste, no dejes que te la cuenten”. En ese sentido, además de realizar diferentes muestras fotográficas y distintas iniciativas culturales, sus integrantes realizaron talleres de fotografía para los integrantes de algunos MTDs. Su nombre remite a la experiencia artístico-política de 1968 denominada “Tucumán Arde”.
[17] El grupo de video de los Movimientos de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón se presentó de la siguiente manera:
“(...) nace con la idea de ser un espacio donde los propios compañeros y compañeras desocupados realicen y produzcan sus propias piezas audiovisuales, utilizando al video como una herramienta de comunicación, expresión y transformación.
Uno de los objetivos del grupo es poder mostrar aquello que los medios burgueses ocultan, como ser las causas que nos mueven a cortar una ruta o aquello que hay detrás del piquete: el trabajo y la organización.
También pretendemos poder generar materiales que sirvan para la formación de los compañeros y compañeras.
Nuestro trabajo incluye el formarnos en el lenguaje audiovisual desde la práctica concreta.”
[18] Como expresa Pablo Lanza (2010): “En la entrevista que le realizan al jefe de redacción de Clarín, Julio Blanck, las fotografías y el ejemplar del diario son utilizados de forma crucial como evidencia ante la negativa del entrevistado para asumir alguna especie de autocrítica”.
[19] El libro fue reeditado dos veces: cuando se cumplieron tres años de la Masacre de Avellaneda, donde se agregó un prólogo que denunciaba la impunidad que tenía la causa durante el gobierno de Néstor Kirchner, y al cumplirse diez años, con un prólogo de Vicente Zito Lema. Se encuentra disponible en frentedariosantillan.org
[20] Además, surgen varios paralelismos con el conjunto de la obra de Walsh: desde denominar a esos acontecimientos como “Operación Masacre”, a intervenir “la secta del gatillo alegre” como caracterizaba a la policía. Además, a pocas cuadras del Puente Pueyrredón, el 13 de mayo de 1966 mataron a Blajakis y Zalazar, acontecimiento que Walsh registró en ¿Quién mató a Rosendo?.
[21] Desde nuestro punto de vista se trata de un verdadero trabajo de investigación periodística – y por eso fue presentado en varias cátedras de periodismo de investigación o distintas materias de las carreras de comunicación- con el plus que le agrega el hecho que sea escrito desde “adentro” de una organización social.
[22] División que obedeció a diferencias con respecto a la caracterización del gobierno de ese momento.
[23] Si bien se da en forma paralela la conformación del FPDS y de Prensa De Frente, el nombre de esta última se inspiró en el periódico De Frente que dirigió John William Cooke. En el año 2011 junto con militantes de otras organizaciones Prensa D Frente se fundió en el portal Marcha.
[24] En realidad el primer diseño de la página web incluyendo el logo lo realiza Pablo Solana, pero luego Sebastián Hacher al diseñar el sitio www.masacredeavellaneda.org -que enseguida nos referiremos- a través del programa b2evolution, la totalidad de la página se rediseño con ese programa de software libre que hacía más dinámica la página y facilitaba la subida de noticias, ya que no había que configurar cada artículo que se subía.
[25] En www.inventati.org se expresa que “Nuestra idea básica es proveer una amplia variedad de herramientas de comunicación libres, impulsando alas personas a elegir aquellas opciones libres en lugar de las comerciales”.
[26] En Vinelli (2006) además se agrega: “(...) a lo largo de los casi ocho meses de trabajo el sitio publicó desde poemas y fotografías acercadas por los vecinos de Darío y Maxi hasta una parte de la obra teatral del dramaturgo Vicente Zito Lema en homenaje a los jóvenes asesinados. El 26 de junio de 2005, a tres años de la represión en el puente, la portada se armó con la imagen de una obra plástica enviada a Masacre... por un lector argentino residente en Madrid, ‘y se publicó con el único trámite de avisar al colaborador espontáneo’. Finalmente, por medio de la página se difundió una solicitada ‘que apuntaba a recolectar adhesiones con el pedido de justicia, y que terminó siendo firmada por más de 500 organismos sociales, sindicales, políticos y de derechos humanos a los que se les sumaron personalidades o simples ciudadanos que tomaron contacto con la iniciativa a través de su publicación en la web’. Entrevista a Pablo Solana”.
[27] "Teníamos ese registro fotográfico y el fiscal no lo tenía, o no lo podía conseguir, entonces se encargaba de descalificar nuestro trabajo en la misma sala de prensa del juicio: llegó a decirles a los otros periodistas que la habíamos trucado. Finalmente esa fotografía terminó sirviendo como evidencia, como un argumento más para la condena. Robledo es un tipo que se hizo pasar por policía; en la foto aparecía portando un arma y justamente la acusación era por usurpación de títulos y honores, porque los testimonios indicaban que había estado deteniendo compañeros. Su defensa decía que pasaba por la esquina y que decidió ‘ayudar como lo haría cualquier ciudadano’, pero entonces, ¿qué hacía con una Itaka en la mano? Eso lo aportamos nosotros”. Entrevista a Pablo Solana, en Vinelli (2006).