19/04/2024

La crisis de la civilización del capital

La actual crisis internacional del capital no es una crisis cualquiera. Es, al menos, la crisis más importante desde la Gran Depresión. Como en toda crisis sistémica en ella convergen las principales contradicciones, siendo por ello multidimensional1. Arranca desde el modo de producción: la crisis productiva que se expresa a través de la crisis económico-financiera pero también en la crisis energética; y la crisis de realización, representada en la crisis de pobreza y desigualdad, en la concentración de riqueza, en el consumismo, que son expresiones concretas de la contradicción entre la socialización creciente de la producción y la apropiación que continúa siendo privada. Pero va más allá, hasta el conjunto de relaciones sociales bajo el influjo del capital: desde la esfera política con la crisis de la hegemonía global norteamericana o la crisis político-militar del imperio; la crisis de las concepciones dominantes representada en la quiebra de la ideología neoliberal y su matriz neoclásica; hasta la crisis paradigmática que, atravesando todo lo anterior, se sintetiza con mucha claridad en la crisis del cambio climático. Por ello, desde la perspectiva del sistema internacional como totalidad es evidente que todo apunta hacia la crisis de la civilización del capital.

 
 
 
En ello confluyen crisis con fuerte influencia de componentes más coyunturales (como la crisis económico-financiera o las del ámbito político), pero también las hay de mediano plazo (como la crisis energética), y aquéllas en que son determinantes los fenómenos de largo plazo (como la pobreza y desigualdad o la crisis medioambiental). Por ello, más allá de los elementos actualmente más visibles de la crisis económico-financiera, asistimos a una crisis civilizatoria. Naturalmente, esto no significa predicar una nueva teoría del derrumbe, peor inmediato, del capitalismo. Solo subraya algunos elementos que, con meridiana nitidez, señalan la decadencia senil de la civilización del capital (que por supuesto puede ser de largo plazo) en el contexto de su “tercera edad”.
La crisis internacional del capital, siendo de origen múltiple, viene de bastante atrás y estalló en el gigantesco crack de septiembre/octubre del 2008. 1) Es económica, por ser una típica crisis de sobreproducción en mercados globalizados donde, bajo el imperativo de la competencia, se propende a incrementar la producción sin relación con la satisfacción de las necesidades sociales (ver Katz, 2002); con la hipertrofia de la esfera financiera provocada por la especulación desbocada y con la enorme economía norteamericana viviendo a costa del resto del mundo; además que el neoliberalismo planetario, impuesto por el capital transnacional, acentuó las tendencias a la acumulación monopólica a la vez que amplió la exclusión y la desigualdad. 2) Es crisis energética, pues el petróleo (al igual que otros recursos como el carbón y el uranio) no es eterno, mientras que la lógica de la producción capitalista funciona como si lo fuesen, pues busca una acumulación indefinida, espoleada por el insaciable apetito de beneficios que caracteriza al capitalismo. 3) De hecho es también una crisis de pobreza y desigualdad profundizadas con el neoliberalismo y la ofensiva planetaria del capital contra el trabajo que, para incrementar la tasa de ganancia, elevó la tasa de plusvalía por medio de la flexibilidad laboral, el despojo del estado de bienestar, la reorganización del proceso de trabajo, etc., lo que provocó un problema crónico de realización. 4) Es crisis política, pues el imperialismo norteamericano afronta una crisis de legitimidad mundial. 5) Es también crisis político-militar, dado que el imperialismo está empantanado en Iraq y Afganistán, en guerras que al no ganar, están en la trayectoria de su derrota, debido a la heroica resistencia de los pueblos agredidos. 6) Es crisis de la ideología neoliberal pues, si antes dichas creencias ya estaban en entredicho (ver Katz, 2002), hoy la crisis planetaria es el escenario privilegiado de la bancarrota del neoliberalismo y su matriz neoclásica. 7) Es crisis medioambiental con el planeta llevado al límite por la lógica de la ganancia encerrada en sí misma, desconectada de la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población y del elemental respeto al entorno natural, en un modelo de industrialización y un patrón de consumo asociado depredadores y que carecen de sustentabilidad, además que son imposibles de generalizar a todo el orbe.
 
En fin, la crisis del capital ha culminado en los más desastrosos eventos de exacerbación desde la gran depresión de los años 30, en la monumental quiebra financiera global producto de una típica crisis de sobreproducción.
Crisis económica internacional
 
El verdadero límite de la producción capitalista es el propio capital…” Pues “el medio –desarrollo incondicional de las fuerzas productivas sociales- está en constante conflicto con el fin limitado, la valorización del capital existente”.
(Karl Marx)2
 
La actual crisis internacional del capitalismo es la más profunda desde la II Guerra Mundial. Es, además, como ya se mencionó, multidimensional.
 
En cuanto a la crisis económica, ésta es multicausal (Katz, 2002). Ya Marx señaló esta característica: “En las crisis del mercado mundial, todas las contradicciones de la producción burguesa estallan de forma colectiva”3. Luego, Bujarin retomaría la noción de multicausalidad de la crisis, de la convergencia de las contradicciones del sistema en un punto crítico4. Mandel subrayó dicho origen múltiple: “se trata del conflicto entre las condiciones de acumulación y de explotación del capital, es decir, del despliegue de todas las contradicciones inherentes al capitalismo que intervienen totalmente en esta explicación de las crisis”: contradicción entre la producción acrecentada y el consumo disminuido de las masas; contradicciones por la anarquía de la producción debida a la competencia, al aumento de la composición orgánica y la caída de la tasa de ganancia; contradicción entre la socialización de la producción y la apropiación privada (Mandel, 1980: I, 348). Las oscilaciones en la tasa de ganancia sintetizan el resultado de la interacción de las variables básicas del modo de producción (Mandel, 1987:40). La crisis actual no hace sino confirmar esta perspectiva.
 
Primero, no hay que perder de vista que con el imperialismo, con los monopolios/oligopolios, con la hegemonía del capital financiero y el parasitismo que lo acompaña, se inicia la fase de descomposición del capitalismo (Lenin, 1976: 496). Segundo, el capitalismo tardío que se consolida tras la II Guerra Mundial “es la época en que la contradicción entre el crecimiento de las fuerzas productivas y la supervivencia de las relaciones de producción capitalistas asume una forma explosiva… conduce a una crisis cada vez más generalizada de estas relaciones de producción” (Mandel, 1987: 543). Luego, la globalización neoliberal fundamentalmente profundizó el proceso de internacionalización del capital, tanto en la producción como en la circulación, universalizando las empresas y sus mercancías, a la vez que consolidaba la tríada (EEUU-UE-Japón) bajo la hegemonía unipolar norteamericana y profundizaba la dependencia de las periferias. Frente a la crisis del modelo keynesiano-fordista que a fines de los 60 e inicios de los 70 cimentó una nueva fase recesiva de onda larga, el neoliberalismo sistematizó el interés del capital transnacional imponiendo su lógica de clase, pues reconoció como agentes económicos esencialmente a los vinculados al capital monopólico: impuso la liberalización de los mercados para que reinen las mega-empresas; la privatización sirvió para mercantilizar los bienes y servicios antes de carácter colectivo, expropiar el ahorro social, reorientar el gasto estatal a favor de las grandes empresas, creando nuevos espacios para la valorización del capital monopólico; la flexibilización laboral fue útil para abaratar la fuerza de trabajo; la apertura comercial unilateral exigida a la periferia facilitó la penetración (aún mayor) de sus mercados, mientras los países desarrollados mantenían sus prácticas proteccionistas; la liberalización financiera permitió la libre movilidad del capital para promover su acumulación monopólica planetaria.
 
Todo esto para provocar un repunte estratégico de la tasa de ganancia propiciando una nueva fase expansiva de onda larga en base a la revolución de las tecnologías de la información (sin cambiar el patrón energético), al saqueo acrecentado de viejas y nuevas periferias (donde el endeudamiento externo jugó un papel estratégico) y al incremento de la tasa de plusvalía comprimiendo el salario real y precarizando el trabajo (sin poder consolidar un patrón de consumo alterno, Katz, 2002), lo que llevó a rebrotes más bien débiles o parciales tanto en los 80s con el amplio despliegue de las tecnologías de la información y la ofensiva neoliberal, como en los 90s tras la caída del muro de Berlín, la incorporación plena de China al universo del capital y la instauración de la hegemonía unipolar. Pero la dinámica de los ciclos cortos mostraba una economía mundial que no conseguía una recuperación de la tasa de ganancia a largo plazo, es decir que si se había producido una fase de crecimiento, ésta fue demasiado endeble y corta, pues crisis periódicas se produjeron el 80-82, el 91-93, el 2001-2002, y la presente que va desde mediados del 2007 hasta la actualidad, en la que el capitalismo afronta una crisis mayor. Esto plantea la posibilidad de un contexto de agravamiento de la decadencia pues el capital no ha logrado dar el salto hacia una fase expansiva de largo plazo sostenida. Antes al contrario, nos llevó al hundimiento de los mercados y a la crisis actual. El capitalismo contemporáneo, si bien a través de las oscilaciones de ciclo corto e incluso de los movimientos de onda larga, muestra síntomas de un proceso degenerativo.
 
Las raíces últimas de la situación presente están en la crisis del modelo keynesiano-socialdemócrata porque la alternativa estratégica que consolidó el capital fue el paradigma neoliberal. “El declive del dinamismo de las economías avanzadas desde 1973 y, especialmente, desde 2000” marca todo el período (Brenner, 2009). Para recuperar la tasa de ganancia, el neoliberalismo impuso la ofensiva contra el trabajo que centralmente buscó recortar el salario real con la pérdida de la capacidad adquisitiva, la disminución del gasto social, las privatizaciones, la precarización, la flexibilidad laboral, la expansión del ejército industrial de reserva, la persecución a los trabajadores migrantes para abaratar su fuerza de trabajo, etc. Esto deterioró en el largo plazo la capacidad de consumo de las masas trabajadoras y de realización de las mercancías, lo que hipotecó cualquier recuperación de la tasa de ganancia, perpetuando el estancamiento (cfr. Amin, 1999: 51). El nuevo modelo de acumulación (neoliberal) no logró consolidar un patrón de consumo viable en el largo plazo, infló el consumo suntuario y/o la inversión especulativa. Porque al aumentar el ingreso de los capitalistas (a costa de deprimir los salarios reales) esto no necesariamente se traduce en un impulso a la acumulación porque no es forzoso que todo incremento en el ingreso se destine a la inversión productiva, sino que crece el gasto improductivo, en especial el consumo suntuario y el despilfarro, y se desata la especulación. Con ello, se “evita el colapso, pero a costa de congelar el crecimiento económico” (Valenzuela, 1991: 52-53).
 
Pese a la caída de los salarios reales, la tasa de beneficio no logra recuperarse sostenidamente junto con la inversión productiva. “La causa principal del declive de la tasa de beneficio ha sido una tendencia persistente a la sobrecapacidad en las industrias manufactureras mundiales… Nuevos poderes industriales fueron ingresando, uno tras otro, al mercado mundial: Alemania y Japón, los nuevos países industrializados del noreste asiático, los tigres del sureste asiático y, finalmente, el Leviatán chino… El resultado ha sido un exceso de oferta…”, disminuyendo los beneficios (Brenner, 2009). La introducción de nuevas tecnologías “no ha hecho más que empeorar la sobrecapacidad” (Ibidem), además de incrementar la composición orgánica por la automatización de la producción y de la gestión de las empresas. A lo que se suma la competencia acrecentada por la globalización y el aperturismo (ver Katz, 2002). Frente a la sobrecapacidad está la contracción del consumo de la mayoría de la población planetaria, pues por un lado el neoliberalismo no logró establecer un patrón sustituto del “fordismo” (Katz, 2002) que vaya más allá del frondoso gasto improductivo de los capitalistas, mientras por otro la periferia está sometida a las catástrofes económicas, sociales, ambientales, producto del fracaso de la industrialización sustitutiva y del nuevo modelo impuesto por los organismos multilaterales vía Cartas de Intención, además de las guerras, los nuevos procesos de recolonización, etc. con resultados de pobreza, exclusión, reprimarización, desindustrialización, migración,… (ver Katz, 2002).
 
Los EEUU han gozado de una posición de privilegio al controlar la emisión del dólar sin tener ninguna limitación. Desde 1971, cuando declararon unilateralmente la inconvertibilidad del dólar en oro, se sostienen imprimiendo moneda y exportando sus desequilibrios al mundo como inflación, para al final padecer crisis sucesivas en ajustes que solo lograban ser aplazados. Además, su crecimiento ha estado fuertemente vinculado al crédito que las otras potencias le han otorgado para garantizarse sus propias exportaciones, lo que trasluce su fragilidad. Es así como China, que ha transformado sus dólares de superávit en bonos, es el mayor acreedor con 744,2 mil millones (24%) de los títulos del Tesoro estadounidense, seguido de Japón (21%). Asimismo China posee las mayores reservas mundiales (1,95 billones de USD) (Urgilés, 2009: 205). Si a esto se suma su control sobre los organismos multilaterales (y el modelo de hipertrofia financiera que impusieron) e incluso su poderío militar que garantiza estratégicamente al conjunto del capital planetario, se entiende las ventajas que consolida y el carácter de las relaciones que establece.
 
Desde mediados de los 90s, la estrategia de la Reserva Federal ha alimentado las sucesivas burbujas, pues intentó superar la insuficiencia de demanda incentivando el crédito y la especulación. Primero utilizó el déficit fiscal, pero éste perdió capacidad de incidencia. Entonces con bajas tasas de interés buscó facilitar el crédito e incentivar la inversión financiera (Brenner, 2009). A lo que se agregó la desregulación financiera, componente del ajuste neoliberal. Con ello, se amplió el endeudamiento hacia las empresas y los hogares, además del Estado, en proporciones gigantescas, para instaurar la modalidad de “crecimiento a crédito”. Entonces, crece astronómicamente el capital ficticio5 que mantiene (artificialmente) la demanda. Así por ejemplo, se constata el crecimiento exponencial de los derivados financieros (ver más abajo); o la contribución del consumo de hogares al crecimiento del PIB en EEUU que se elevó del 66% en 1985-90 al 77,3% en 2000-07 en base a la enorme expansión del crédito, pues el “coeficiente deuda-ingreso de los hogares aumentó en 7 años tanto como durante los 25 años anteriores” (Udry, 2009), haciendo que el endeudamiento complemente los salarios deprimidos por la contrarreforma neoliberal “para nivelar los problemas de consumo”6 y sirva para aplazar-encubrir la crisis. La desbocada carrera especulativa es, además, un indicio fehaciente de sobreacumulación, de superproducción de capital7, esto es, que hay capitales que no logran obtener la tasa de ganancia media, por lo que engrosan las enormes masas que se derivan a la especulación.
 
La expansión 1995-2000 en EEUU se basó en la devaluación del dólar, el estancamiento salarial, la reconversión industrial, la baja de la tasa de interés y cierto equilibrio presupuestario (Berterretche, 2009: 10). La Fed ayudó a sostener tal prosperidad alimentando la burbuja de la bolsa de valores que estalló el 2000. Las empresas puntocom se habían endeudado masivamente a cuenta de su sobrevalorada cotización de mercado o con emisión de acciones. La especulación elevó dichas cotizaciones, para lo cual se maquillaron balances o se usaban los créditos blandos de la Fed para comprar las acciones propias (Ibid: 11) hasta que se produjo la quiebra. Entretanto, el consumo suntuario de las familias ricas impulsó su endeudamiento y eliminó su ahorro (Ibidem). A la final, el capital ficticio explicó la tercera parte del crecimiento del PIB en esos años (Ibidem).
 
En 2001 estallaron los escándalos de Enron, Worldcom, etc. que habían cometido fraude contable para inflar sus cotizaciones en colusión con sus auditoras. La burbuja inmobiliaria ofreció otra área con la promesa de enormes beneficios. El precio de la vivienda se disparó junto con las cotizaciones bursátiles, lo que permitió la especulación, buena parte de cuyas ganancias se dirigieron al consumo suntuario (Berterretche, 2009: 12). Dos tercios del incremento de la producción y el empleo en 2001-2007 se relacionaron con el mercado inmobiliario (Ibidem). Entonces, EEUU salió de la recesión del 2002 gracias a la guerra, con sus gigantescos costos humanos y económicos a través de los cuales el Estado subsidia la acumulación, y a la política de la Fed que llevó al sobreendeudamiento y la especulación.
 
Como dice Berterretche, se comenzó a fabricar casas para hipotecándolas obtener ganancia, es decir, para especular con ellas. Como había que evitar la acumulación de inmuebles se los vendió a personas que no podían cubrir tal obligación. Las hipotecas incobrables se empaquetaron con otros papeles y se “titularizaron” (Berterretche, 2009: 7). Se consiguieron altas calificaciones de riesgo para esos paquetes, se ofertaron al mundo, se crearon seguros sobre ellos, se vendieron estos paquetes total o parcialmente, se vendieron esos seguros, se volvieron a empaquetar, etc.
 
Además, los bajos tipos de interés facilitaron el crédito a especuladores cuyas inversiones elevaban el precio de los activos y disminuían los rendimientos de los préstamos, lo que llevó a las instituciones financieras a realizar enormes inversiones en obligaciones muy riesgosas pero altamente rentables, espoleadas también por la competencia amplificada por la desregulación, lo que a su vez facilitó que los bancos siguieran haciendo préstamos a personas insolventes (Brenner, 2009). Entonces, “la burbuja inmobiliaria alcanzó proporciones históricas” (Ibidem) hasta que se hundió todo ante la caída de los precios de las viviendas8.
 
El resultado es la gigantesca quema de capital ficticio, la violenta desvalorización del capital: “el valor de los mercados de acciones mundiales se redujo en cerca de 30 billones de dólares en un año, o sea a la mitad”, esto es, en 2008 se disipó una cantidad equivalente a más del 50% del PIB mundial9.
 
Tras la quiebra vino el salvataje (de Bush y de Obama), la estatización de pérdidas, que se extiende a otras ramas como la automotriz donde la intervención estatal y la protección de bancarrota servirán para imponer nuevos “sacrificios”; y por supuesto, el desempleo, pues hay una “crisis mundial” de empleos como reconoce The Economist, (14/03/2009 cit. por Udry, 2009). Es la lógica de hacer pagar los costos de la crisis a los trabajadores y los pueblos del mundo, mientras a los financistas les protegen y les premian…
 
La gigantesca intervención estatal para salvar al capital y sus instituciones tomó la forma de enormes préstamos y de generosa impresión de billetes que empujarán el déficit fiscal a niveles históricos y fomentarán la inflación. La caída pasó del sector financiero al sector real con quiebras y despidos, destruyendo masivamente capital; la recesión se instaló en la producción y en la circulación, reduciendo los precios; el desempleo realimenta la contracción de la demanda y el consumo, etc. Así que la crisis tendrá costos muy altos, sin ninguna garantía de que la perspectiva adoptada sirva para superar estratégicamente las causas que la originaron. Antes al contrario, todo apunta a reconstituir más de lo mismo…
 
Crisis financiera
 
Fue consecuencia de la gigantesca hipertrofia que se constituyó en el método para valorizar el capital en un medio de baja rentabilidad productiva. Un ejemplo de cómo han aumentado desproporcionadamente los mercados financieros es el crecimiento de la valoración de las acciones en Wall Street (ver gráfico).
 
Como se observa en el gráfico, el crecimiento del promedio industrial Dow Jones toma un comportamiento prácticamente exponencial desde los primeros años 80, por el desate de la especulación. La exuberancia de los mercados financieros, debida a la multiplicación del crédito y a la “innovación financiera” junto con la liberalización del capital, ha producido un “crecimiento desorbitado de las cotizaciones”, que no tiene relación con la situación real de las empresas sino con la búsqueda de ganancias especulativas, generando mercados de capitales sobrevalorados (Albarracín, 2000: 208).
 
 
 
Evolución del Promedio Industrial Dow Jones 1896-2006
(El Comercio, 20/10/2006: 11)
 
Al comparar la tasa de crecimiento de la economía global con el crecimiento de los derivados10 (ver el Cuadro), resalta el contraste (Beinstein, 2008: 5-6). Mientras la economía mundial se expandió al 4,9% entre 1950 y 1973, para los 90s el crecimiento se había reducido al 2,3%. En tanto, los derivados aumentaron explosivamente pues, si bien para el 2000 ya eran dos veces el Producto Bruto Mundial, para el 2007 fueron diez veces tal Producto (510 millones de millones). Pero si se suma los demás papeles financieros se alcanza alrededor de los 1.000 billones de dólares.
 
ECONOMÍA MUNDIAL VS DERIVADOS
Tasa de crecimiento de la economía global
Crecimiento de los derivados
1950-1973
4,90%
2000
2 veces PBM
1974-1979
3,40%
2006
8 veces PBM
Década 80s
3,30%
2007
10 veces PBM (510 billones)
Década 90s
2,30%
Derivados + Otros papeles (acciones, deuda pública, etc) ≈ 1.000 billones
 
 
PBM = Producto Bruto Mundial (unos 50 billones)
Fuente: Banco Mundial y Banco de Basilea cit. por Beinstein, 2008: 5-6.
Entonces, se ha generado una gigantesca montaña de papel formada por “capitales ficticios” que crea una enorme inestabilidad en el capitalismo planetario (Albarracín, 2000: 208). Esto es lo que tambaleó y se hundió a partir del estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos provocando una masiva pérdida de valor del capital. Pero la actual crisis incorpora nuevos elementos porque ya no se presenta en la periferia capitalista (como en los últimos episodios del Sudeste asiático – Rusia – Brasil – Ecuador – Argentina…), sino en el centro mismo del sistema.
 
Otro ejemplo de la hipertrofia financiera es el descomunal crecimiento de la especulación con divisas. Así, mientras en 1979 se necesitaban 200 días para alcanzar el requerimiento anual de exportaciones (lo que es consistente, pues representa el año comercial), para 1998 bastaban 3 días de cambio de divisas para cubrir las necesidades anuales de exportación (Toussaint, 2002: 125).
 
Transacciones Financieras diarias versus Exportaciones mundiales anuales
(miles de millones de dólares)
 
Cambio de divisas (diario)
Exportaciones (anual)
1979
75
1.546
1984
150
1.800
1986
300
1.998
1990
500
3.429
1994
1.200
4.269
1998
1.800
5.142
Fuente: Toussaint, Eric, 2002, p. 125.
 
El volumen de las transacciones de divisas ya alcanzaba los 1,4 billones de dólares por día11 para la segunda mitad de los ’90 o los dos billones de dólares diarios en el 2001 (Castells, 2001). Hay que recordar que el PIB de EEUU (de lejos la más grande economía del mundo) fue de 8,23 billones en 1998 (PNUD, 2000: 206, Cuadro indicador 14). Es decir que en menos de una semana se transaba el equivalente del PIB anual norteamericano, con lo que “los cerca de 1,2 o 1,5 billones de dólares flotantes que se intercambian cada día [a mediados de los ’90] representan más de 60 veces las transacciones internacionales de bienes y servicios”12. Todas estas sumas inequívocamente señalan una gigantesca desproporción entre las finanzas y la economía real a la cual deberían soportar, que ha estallado de diversas formas, pero que el mecanismo capitalista realimenta incesantemente.
 
Es así como la crisis global se expresó como crisis alimentaria pues la subida de precios debida a la especulación, a los biocombustibles, al encarecimiento del petróleo, al incremento de la demanda planetaria (China, India), a la disminución de la oferta, según la FAO amenazó con extender el mapa de los hambrientos en el mundo a 100 millones adicionales. Asimismo, más coyunturalmente, en busca de ganancias, el petróleo y las materias primas también fueron objeto de fuertes presiones al alza ocasionadas por la huida de los especuladores ante la caída de la renta financiera. Sin embargo, con posterioridad, la agudización de la crisis económico-financiera empujó los precios a la baja.
 
Pobreza y desigualdad
 
La inmensa pobreza y la obscena desigualdad son flagelos tan espantosos de esta época –en la que nos jactamos de impresionantes avances en ciencia, tecnología, industria y acumulación de riqueza– que deben clasificarse como males sociales tan graves como la esclavitud y el apartheid”
(Nelson Mandela)13
 
En la evaluación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) realizada el 2005 sobre el desarrollo humano en los 15 años anteriores, se señalaba que en los países de la periferia la gente tenía mejor educación y salud, estaba menos empobrecida y era más probable que viviera en democracia: la esperanza de vida había aumentado en 2 años, morían 3 millones de niños menos al año, 30 millones adicionales iban a la escuela y más de 130 millones de personas habían salido de la pobreza extrema. Sin embargo, el mismo PNUD alertaba contra el exagerado optimismo, pues en contraste se tenía que 10,7 millones de niños morían antes de los cinco años, siendo 2/3 de esas muertes prevenibles a bajo costo; más de 1.000 millones de seres humanos sobrevivían en pobreza extrema con menos de un dólar diario; en un retroceso sin precedentes, 18 países (con 460 millones de habitantes) en 2003 bajaron su Índice de Desarrollo Humano (IDH)14 respecto de 1990; la epidemia del VIH/SIDA había provocado el mayor retroceso en la historia del desarrollo humano, en 2003 mató a 3 millones de personas e infectó a otros 5 millones, con casi todas las muertes localizadas en la periferia (70% en África) (PNUD, 2005: 3 y 29-31).
 
En el Informe 2007-2008, el PNUD subraya que los avances en desarrollo humano respecto de 1990 “han sido espectaculares, aunque también espectacularmente desiguales”. Así, la población de los países en desarrollo que vive con menos de 1 dólar diario cayó del 29% en 1990 al 18% en 2004, la tasa de mortalidad infantil se redujo de 106 muertos por mil nacidos vivos a 83, la esperanza de vida aumentó en tres años; en el mundo, los niños que terminan la primaria aumentaron del 83% (1999) al 88% (2005); las personas en extrema pobreza disminuyeron en 135 millones entre 1999 y 2004. Pero todavía unos 1.000 millones de personas sobreviven con menos de 1 USD por día y 2.600 millones (40% de la población mundial) vive con menos de 2 USD diarios; alrededor del 28% de los niños de los países en desarrollo tienen peso bajo o crecimiento deficiente (la India, por ejemplo, no ha logrado plasmar su alto crecimiento en una reducción de la desnutrición); aproximadamente 10 millones de niños menores de 5 años mueren cada año, mayoritariamente por la pobreza y la malnutrición; unos 40 millones de personas viven con VIH/SIDA, lo que causó 3 millones de muertos en 2004; entre 350 y 500 millones de personas se contagian de paludismo cada año, con 1 millón de decesos (90% en África global, 80% solo de niños africanos). El 40% de los seres humanos que viven con menos de 2 USD al día acceden solo al 5% del ingreso mundial, mientras que el 20% más rico de la población mundial recibe las tres cuartas partes de ese ingreso, con el agravante que más del 80% de la población planetaria vive en países donde crecen precisamente las diferencias de ingreso (PNUD, 2007-2008: 24-25).
 
 
Por otro lado, en la evaluación realizada sobre la crisis del agua (PNUD, 2006) se constata que unos 1.100 millones de habitantes (la quinta parte de la periferia tercermundista) no dispone de acceso a la cantidad mínima de agua limpia indispensable para cubrir sus necesidades básicas (al menos 20 litros por día de fuentes situadas a menos de un kilómetro), y unos 2.600 millones de personas (la mitad de los habitantes del III Mundo) carecen de servicios básicos de saneamiento (PNUD, 2006: 5, 33-35). Pero, si se toma como referencia el modelo de saneamiento de los países desarrollados, “el déficit mundial se incrementaría a unos 4.000 millones” de personas (Ibid: 112). La carencia de agua limpia y saneamiento es la segunda causa de mortalidad infantil en el mundo, estando en el origen de las 1,8 millones de muertes infantiles anuales por diarrea (Ibid: 6). En muchos países las conexiones domiciliarias del quintil más rico frente al más pobre están en una proporción de 4:1 o 5:1, favoreciendo la mayor propagación de enfermedades y la más alta mortalidad infantil entre los más pobres (Ibid: 50-51). Además, en los hogares pobres el gasto en agua tiene un peso exorbitante, comprometiendo la atención a otras necesidades (Ibid: 52). “Algunos de los hogares más humildes de los barrios urbanos más pobres pagan algunos de los precios más elevados del planeta”, no solo más que sus conciudadanos sino más que los habitantes de los países desarrollados que pagan por el agua varias veces menos (Ibid: 53). El acceso inadecuado al agua, además de los riesgos de salud, refuerza la desigualdad de género dado que son las mujeres y las niñas quienes tienen que dedicar 2 o 3 horas por día a la recolección y el transporte de agua, con las consiguientes pérdidas educativas, de ingresos y de tiempo libre (Ibid: 47-48).
 
 
Más aún, al abordar la crisis climática planetaria (PNUD, 2007-2008), se observa que alrededor de 1.600 millones de personas carecen de electricidad y unos 2.500 millones dependen de la biomasa (leña, carbón o excremento animal) para cubrir sus necesidades energéticas; en África Subsahariana más del 80% de la población no accede a energías modernas, al igual que más de la mitad de la población de China e India (PNUD, 2007-2008: 43 y 45). El uso de la biomasa tradicional afecta gravemente a la salud debido a la contaminación en lugares cerrados por el uso de combustibles biológicos no procesados (1,5 millones de muertos por año); y acentúa la desigualdad de género pues las mujeres y las jóvenes deben recolectar leña y/o excremento animal por 2 o 3 horas acarreando pesadas cargas, además de abandonar la escuela por ese motivo (Ibid: 45).
 
 
Pero además, la disparidad no solo se registra entre países, ni tan solo entre trabajadores y grandes propietarios, sino que se produce también entre zonas urbanas y rurales, pues las últimas en general resultan estar menos adelantadas que las primeras, entre regiones dentro de un país, entre grupos étnicos y entre hombres y mujeres (ver PNUD, 2000: 152-153). Sobre la desigualdad entre la ciudad y el campo, por ejemplo las ¾ partes de las personas que viven con menos de USD 1 diario y el 75% de las personas con malnutrición se hallan en zonas rurales (PNUD, 2007-2008: 26). En los países de la periferia, la cobertura de los servicios de agua es del 92% en las zonas urbanas y solo del 72% en las rurales, pero en los servicios de saneamiento la cobertura urbana duplica la rural (PNUD, 2006: 54).

 

En cuanto a la desigualdad entre regiones, el caso de China es extremo pues mientras que Shangai o Beijing tienen un Índice de Desarrollo Humano (IDH) comparable al de Portugal o Argentina, Guizhou está al nivel de Namibia, es decir a casi 100 países de distancia. En Brasil, la tasa de mortalidad infantil en el nordeste es de 52 muertes por cada 1.000 nacidos vivos, pero cae a 20 muertes en el sudeste. En México, el IDH en Chiapas o Oaxaca está al nivel de El Salvador mientras que Ciudad de México se equipara a la República de Corea, es decir a 76 países de distancia (PNUD, 2005: 66; 243 y ss, Cuadro indicador 1).

 
 
Sobre la desigualdad entre grupos étnicos, por ejemplo en Sudáfrica, en 1995, la tasa de desempleo entre hombres africanos era del 29%, más de siete veces la de los hombres blancos (4%) (PNUD, 2000: 153). En el Ecuador, 9 de cada 10 indígenas eran pobres, mientras que al nivel de toda la población, la pobreza se calculaba en el 67% a inicios del 2000 (SIISE, s.f.: 5). En EEUU, los niños afroamericanos tienen el doble de probabilidades de nacer con bajo peso que los niños blancos y dos veces más probabilidades de morir antes de cumplir un año (PNUD, 2005: 65). La pobreza entre los habitantes negros casi triplica los índices entre los blancos, afectando al 25% de afro-estadounidenses frente al 9% de blancos (PNUD, 2007-2008: 81). En Guatemala, la desnutrición entre los indígenas más que duplica la de los no indígenas (Ibid: 80). En cuanto a la desigualdad entre géneros15 el PNUD calculó que la relación de ingresos entre mujeres y hombres resultaba estar en un rango que iba por sobre el 60% en algunos países desarrollados hasta alrededor del 30% en países musulmanes, latinoamericanos, la India,... (PNUD, 2005: 327 y ss, Cuadro indicador 26; 323 y ss, Cuadro indicador 25).
 
Todo este panorama de pobreza y desigualdad se ve agravado porque el cambio climático intensifica los riesgos y vulnerabilidades, para los países en desarrollo y en especial para las personas más pobres (PNUD, 2007-2008: 8-9, 78 y ss).
 
Sin embargo, el mayor incremento de la desigualdad se dio en la restauración del capitalismo en los países que pertenecieron al llamado bloque “socialista”, pues en menos de una década “el coeficiente de Gini16, aumentó [en ellos] de un promedio de 0,25-0,28 a 0,35-0,38”; en Ucrania pasó de 0,23 (1987-1988) a 0,47 (1993-1995), en la Federación de Rusia de 0,24 a 0,48, en Lituania de 0,23 a 0,37, en Hungría de 0,21 a 0,23, en Polonia de 0,26 a 0,28 (PNUD, 1999: 39); es decir creció incluso en los países que fueron masivamente favorecidos por “Occidente”, como Polonia y Hungría. Los países de Europa Oriental y la Comunidad de Estados Independientes (CEI), resultante de la disolución de la URSS, al incorporarse al mundo capitalista sufrieron el más rápido incremento de la desigualdad que se tenga constancia en la historia (PNUD, 1999: 3, 37).
 
COEFICIENTE DE GINIa
 
1987-1988
1993-1995
Ucrania
0,23
0,47
Rusia
0,24
0,48
Lituania
0,23
0,37
Hungría
0,21
0,23
Polonia
0,26
0,28
Fuente: PNUD, 1999, p. 39.
 
aUn Coeficiente de Gini igual a cero representa la igualdad perfecta,
un Coeficiente de uno, la desigualdad perfecta.
 
Como es evidente, la pobreza y la desigualdad son expresiones de una crisis que, como es un resultado “normal” en el capitalismo, una constante de su funcionamiento, no se visibiliza y no se la percibe como tal a veces ni siquiera por quienes la padecen. Es una crisis permanente que, como se verá más adelante, tiene siglos de persistencia (ver Maddison, 2002). Dicha crisis hunde sus raíces en la estructura misma de la economía capitalista pues ésta se basa en la explotación del trabajo humano reducido a simple medio de valorización del capital. La fuerza de trabajo es tratada como una mercancía más, como una cosa, que se ansía remunerar al mínimo posible para maximizar la plusvalía extraída, para lo que además se incrementa la productividad del trabajo, y al hacerlo se crea una “superpoblación relativa… sobrante para las necesidades medias de valorización”, una “acumulación de miseria” simétrica a la acumulación de capital (Marx, 1976: III, 92 y 113). Más aún, el desarrollo del capitalismo lleva a su fase monopolista, al imperialismo, que se caracteriza por sojuzgar a naciones enteras, colonizarlas, ocuparlas militarmente, imponerles tratados, forzar (en general por la violencia) la apropiación de mercados y de medios de producción con el librecambio, la venta de mercancías, la exportación de capitales, la entrega de empréstitos, la obtención de concesiones, el intercambio desigual, etc., condiciones imperialistas que favorecen la propagación del capital a la vez que descomponen las instituciones, la cultura y las formas de producción precapitalistas (Lenin, 1976: 431-470; Luxemburg, 1978: 283 y ss, 369 y ss) pero en forma dinámica y compleja, porque a la larga conforman la economía capitalista mundial que es “un sistema articulado de relaciones de producción capitalistas, semicapitalistas y precapitalistas, vinculadas entre sí por relaciones capitalistas de intercambio y dominadas por el mercado mundial capitalista” (Mandel, 1987: 49 y 337 y ss). Sabiendo además, que el universo capitalista construido sobre el desenvolvimiento desigual y combinado es “un todo integrado y jerarquizado de desarrollo y subdesarrollo a nivel internacional, regional y sectorial” (Ibid: 101). Los ejemplos de imposición violenta sobran, desde la guerra del opio para instaurar el libre comercio (de la droga) en China hasta el Irak contemporáneo, pasando por la historia negra de América Latina sembrada de invasiones, intervenciones armadas, golpes de Estado,… De la ruina de las formas comunitarias y de la pequeña producción mercantil el capital obtiene fuerza de trabajo “liberada” y medios de producción (tierra, materias primas) aprovechables, solo que con ello crea una periferia dependiente y subordinada, articulada en el sistema mundial descrito. Pero también, la misma acumulación de capital produce asimetrías regionales y sectoriales necesarias para obtener ganancias extraordinarias, incluso en los países industrializados (Flandes, el Mezzogiorno italiano, la Irlanda agrícola, etc.) (Mandel, 1987: 84 y ss). Es que “el desarrollo desigual y el nivel de subalimentación de las masas son las condiciones y las premisas básicas e inevitables de este modo de producción” (Lenin, 1976: 431-432). El mundo de la globalización neoliberal claramente ejemplifica a Lenin.
 
Concentración de la riqueza
 
Pero las desigualdades responden a un proceso planetario de concentración y centralización del capital y la riqueza. Así, por ejemplo, uno de los ítems de exportación de capitales hacia la periferia constituye la deuda externa, que se traduce en una ingente exacción de recursos.
 
DEUDA EXTERNA
(Miles de millones de dólares)
Saldo
1980
2000
Pagos 1980-2000
III Mundo
530
2.050
> 3.450
Este Europeo
57
> 480
> 640
Total Periferia
587
2.530
~ 4.100
Fuente: Banco Mundial, 2001 cit. por Toussaint, Eric, 2002, p. 179-180.
Elaboración: Autor
 
El saldo de la deuda externa del III Mundo subió de 530 mil millones en 1980 a 2,05 billones en el 2000 pese a haber pagado más de 3,45 billones durante ese período. Asimismo, el saldo de la deuda externa del Este Europeo creció de 57 mil millones (1980) a más de 480 mil millones (2000), a pesar de pagar sobre los 640 mil millones en esas dos décadas. Con ello, el III Mundo devolvió más de 6 veces lo que debía y sin embargo quedó 4 veces más endeudado; mientras que el Este devolvió más de 11 veces lo que debía y quedó 8 veces más endeudado. Entonces, entre 1980 y 2000, el III Mundo consignó a los acreedores el equivalente a 43 Planes Marshall (Toussaint, Eric, 2002: 179-180), en un gigantesco proceso de succión internacional de capitales.
 
Pero este proceso de concentración de la riqueza se da también al interior de los países centrales. Entre 1979 y 1997, el PIB real per cápita de los EEUU aumentó en 38%, pero los ingresos de una familia de nivel medio solo aumentaron un 9%, mientras que los ingresos del 1% de familias más ricas aumentaron en un 140% (¡más de tres veces el promedio!) (PNUD, 2002: 20). En 1979, los ingresos del 1% más rico eran 10 veces mayores que los ingresos medios, en 1997 eran 23 veces (Ibidem). Entre 1983 y 1997 la renta real cayó para el 80% de los hogares estadounidenses, resultando que el crecimiento económico de la familia media prácticamente había sido nulo, mientras que el 20% más rico acaparó casi todo el incremento de la renta familiar (Wolff, 2000: 157). En 1995, el 10% de las familias más prósperas poseía aproximadamente el 90% de las acciones, bonos, fondos de gestión y negocios y 3/4 de los activos inmobiliarios diferentes a vivienda; además, pese a que el 40% de las familias tenía acciones directa o indirectamente a través de fondos, el 10% más rico acumulaba el 82% del total (Ibid: 135). Según la Reserva Federal, en EEUU “los ricos se están haciendo más ricos” pues en 2004 el 10% de familias con mayores ingresos poseía el 69,5% del patrimonio familiar neto (67,4% en 1989), mientras el 50% más pobre (56 millones de familias) apenas controlaba el 2,5% de la riqueza (The Wall Street Journal Americas, El Comercio, 2/3/2006, 11).
 
Asimismo, los beneficios empresariales alcanzan proporciones astronómicas. Así por ejemplo, Ignacio Ramonet llamaba la atención sobre los private equities, “fondos de inversión voraces que compran y revenden empresas con riesgo nulo y siderales márgenes de ganancia”. Dotados de una enorme capacidad financiera (por sobre los 1,1 billones de euros), se dedican a “racionalizar” las empresas que toman (reducir el personal y los salarios, disminuir costos a rajatabla afectando la calidad del producto y las conquistas de los trabajadores, aumentar el ritmo de la producción y deslocalizar), para obtener enormes ganancias (tasas de retorno de más del 300% en 4 años). Los capitales recogidos de bancos, seguros, fondos de pensión y multimillonarios individuales, pasaron de 94.000 millones de euros (2002) a 358.000 millones (2006) en un crecimiento que apunta a “apoderarse de la economía mundial” (Ramonet, 2007). Carlos Slim, que era el hombre más rico del mundo en 2007 según la revista Forbes, fue superado por Warren Buffet, pero “en los dos últimos años ha duplicado su fortuna” que alcanza los 60 mil millones de dólares (Vistazo, 975, 3 de Abril de 2008, p.12). Pero las ganancias petroleras están rompiendo marcas como resultado del histórico incremento del precio en los últimos años. Así por ejemplo, Exxon Mobil alcanzó una ganancia de 80.842 dólares por minuto durante el IV trimestre del 2005, en “una de las ganancias trimestrales más grandes de la historia empresarial” (The Wall Street Journal Americas, El Comercio, 31/1/2006, 10), con lo que obtuvo una utilidad récord de 36.130 millones de dólares en el año 2005, al igual que Shell que alcanzó un beneficio récord de 25.300 millones (2,7 millones por hora), estableciendo la marca nacional en la historia económica de Gran Bretaña (Revista Líderes, El Comercio, 6/2/2006, 33). En el 2006, Exxon Mobil “percibió las mayores utilidades anuales generadas por una compañía estadounidense en la historia, al registrar ganancias por 39 mil 500 millones de dólares” (75.150 dólares por minuto) (La Jornada, 02/02/2007)17. En el 2007, las ganancias de Exxon Mobil alcanzaron los 40.610 millones de dólares (La Jornada, 22/04/2008) (77.264 dólares por minuto), pero en el I trimestre “le tomó solo dos días obtener ingresos por 2.500 millones” (La Jornada, 26/06/2008, casi 14.500 dólares por segundo), mientras que la Shell obtuvo una ganancia de 31.331 millones (La Jornada, 03/09/2008)18.
 
Como un índice del resultado de la concentración planetaria de la riqueza tenemos que según el PNUD (1999: 3, 37-38), el activo neto de las 200 personas más ricas del mundo creció de manera espectacular de 440 mil millones de dólares en 1994 a 1.042 mil millones en 1998 (se multiplicó por 2,4 veces en 4 años), mientras registraban un ingreso de 500 dólares por segundo. “El activo de las tres personas más ricas es superior al PNB combinado de todos los países menos adelantados [48 países con 600 millones de habitantes]. El activo de las 200 personas más ricas es superior al ingreso combinado del 41% de la población mundial”, unos 2.400 millones de personas en ese momento (PNUD, 2000: 226, Cuadro indicador 19). Este descomunal proceso de concentración y centralización del capital alcanza dimensiones universales y expresa efectivamente aquella “obscena desigualdad” de la que hablaba Nelson Mandela.
 
 
Pero ésto tiene una larga historia. Los países más ricos a comienzos del siglo XIX lo siguen siendo hoy, “lo que indica su persistencia en la estructura de la desigualdad internacional” (PNUD, 2003: 39). En 1.820, el ingreso per cápita de Europa occidental era 2,9 veces el de África, y en 1992 fue de 13,2 veces (Ibidem). La distancia entre el país más rico y el más pobre (medida en el PIB per cápita) ha ido en aumento, en una tendencia que se ha mantenido constante durante dos siglos, puesto que era de

3 a 1 en 1820,
7 a 1 en 1870,
10 a 1 en 1913,
38 a 1 en 1950,
45 a 1 en 1973,
62 a 1 en 1990 y
124 a 1 en 1998. 

Los Países Bajos, país más rico en 1820, tenían ocho veces el ingreso de Zaire, país más pobre de 1998; entonces la India como país más pobre en 1820 más que duplicaba el ingreso del actual Zaire (2,4 veces) (Maddison, 2002: 169-228)19.

 
El modelo consumista
 
Hace unos años, la ONU alertaba sobre las enormes asimetrías en el consumo resultado de la desigualdad, la pobreza y la concentración de la riqueza.
 
LAS DESIGUALDADES DE CONSUMO A NIVEL MUNDIAL
 
20% más ricoa
20% más pobreb
Proporción
Gasto total en consumo privado
86%
1,3%
66 a 1
Carne y pescado
45%
5%
Carne: 11 a 1
 
 
 
Pescado: 7 a 1
Total de la energía
58%
< 4%
17 a 1
Líneas telefónicas
74%
1,5%
49 a 1
Papel
84%
1,1%
77 a 1
Automóviles
87%
< 1%
145 a 1
a La quinta parte de la población mundial que vivía en los países más ricos
 
b La quinta parte más pobre de la población mundial
 
 
Fuente: PNUD, 1998: contraportada y 6.
 
 
Elaboración: Autor.
 
 
 
 
Como se aprecia en el Cuadro, la quinta parte más rica de la población mundial concentra de la mitad a más de las cuatro quintas partes del consumo de los bienes, la comida, los recursos, los servicios, la energía, etc., en impresionante divergencia con lo que consume el 20% más pobre.
 
Pero estas asimetrías se extienden a otras áreas. Así por ejemplo, en contraste con la mayoría de los 1.100 millones de personas que no acceden al mínimo de agua limpia necesario y que utilizan unos 5 litros diarios de fuentes alejadas, los europeos en promedio consumen entre 200 a 300 litros/día y los estadounidenses 575, muchos de los cuales tienen usos suntuarios como regar jardines o césped, llenar piscinas, lavar carros o consumir agua embotellada (PNUD, 2006: 34-35). Mientras la parte más rica del mundo dilapida apoyando esa industria sin ningún beneficio para su salud, la parte menos favorecida se ve obligada a consumir agua de drenajes o de lagos y ríos contaminados o compartidos con animales (Ibid: 35). Asimismo, la disparidad en el consumo energético se refleja en las extremas desigualdades en las huellas ecológicas. Los países desarrollados (15% de la población planetaria) hacen el 45% de las emisiones de CO2, mientras que los países de bajos ingresos (1/3 de la población mundial) liberan solo el 7% de las emisiones. Texas (23 millones de habitantes) produce 700 Mt de CO2 lo que supera las emisiones del África Subsahariana (720 millones de personas); el estado de Nueva York (población de 19 millones) supera las 146 Mt de CO2 que dejan los 50 países menos adelantados (766 millones de habitantes) (PNUD, 2007-2008: 42-43).
 
Por otro lado, el modelo consumista impone determinadas prioridades, como se muestra en el siguiente Cuadro:
 
¿CUÁLES SON LAS PRIORIDADES MUNDIALES?
 
(Gasto anual en dólares)
 
Enseñanza básica para todos
6 mil millonesa
Cosméticos en los EEUU
8 mil millones
Agua y saneamiento para todos
9 mil millonesa
Helados en Europa
11 mil millones
Salud reproductiva para todas las mujeres
12 mil millonesa
Perfumes en Europa y EEUU
12 mil millones
Salud y nutrición básicas
13 mil millonesa
Alimento para animales
 
 
 
domésticos en Europa y EEUU
17 mil millones
 
 
Recreación de empresas en Japón
35 mil millones
 
 
Cigarrillos en Europa
50 mil millones
 
 
Bebidas alcohólicas en Europa
105 mil millones
 
 
Drogas estupefacientes en el mundo
400 mil millones
 
 
Gasto militar en el mundo
780 mil millones
a Estimación del costo anual adicional para lograr el acceso universal a servicios sociales básicos
en todos los países en desarrollo
 
 
 
Fuente: PNUD, 1998: 37.
 
 
 
Elaboración: Autor.
 
 
 
 
Entonces, se prioriza el gasto en cosméticos, en helados, en perfumes, en alimento para animales, en recreación de empresas, en cigarrillos, o en alcohol en los países más ricos, o en drogas o en armas a nivel planetario, antes que garantizar la satisfacción de necesidades básicas de la mayoría de la población. Naturalmente, estas prioridades de consumo son funcionales al interés de la acumulación de capital. Además que “dentro del capitalismo, para que el 20% de la humanidad que mayoritariamente vive en los países ricos esté bien, es necesario que el resto de la población mundial se encuentre mal. El consumismo es impensable sin la exclusión y la restricción violenta de la mayoría” (Rosero, 2002/2003: 14). Para que unos tengan hasta para derrochar, otros no tienen ni lo mínimo indispensable para sobrevivir.
 
Pero esta situación ha tenido continuidad, pues en la actualidad se ha profundizado. Es así como, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz (SIPRI) de Estocolmo, el gasto mundial en armas alcanzó un nuevo récord en 2006, al llegar a 1 billón 204 mil millones de dólares20. En contraste, por ejemplo, según la OMS salvar 8 millones de vidas costaría 57 mil millones (el 4,7% del gasto en armas). Es decir, el aumento del gasto armamentista se hace a costa del combate a la pobreza o de enfrentar el cambio climático, según señala el SIPRI (La Jornada, 12/06/2007). En el informe 2009, el SIPRI determina que el gasto militar global totalizó 1,464 billones de dólares en 2008, un incremento del 44,7% en la década pasada desde 1999. EEUU se mantiene a la cabeza con 607 mil millones puesto que con George Bush elevaron el gasto hasta el nivel más alto desde la II Guerra Mundial debido a las guerras de Afganistán e Irak21. A propósito, Sudamérica aumentó su gasto militar hasta 48,1 mil millones en 2008, un incremento del 50% en la década pasada (1999-2008), casi el doble comparado con el crecimiento de la década anterior (1990-1999)22.
 
En cuanto al mercado mundial de drogas hay mucha variabilidad en las estimaciones23. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC por sus siglas en inglés) en su evaluación más integral y reciente dice que “el valor del mercado mundial de las drogas ilícitas correspondiente a 2003 era de 12.800 millones de dólares a nivel de producción, de 94.000 millones de dólares a nivel de venta al por mayor (teniendo en cuenta las incautaciones) y de 321.600 millones de dólares según los precios de venta al por menor y teniendo en cuenta las incautaciones y otras pérdidas” (UNODC, 2005: 127)24. Pero “la mayor parte [de los] beneficios brutos de la industria de las drogas ilícitas se obtiene realmente en el mundo industrializado”, pues el 76% de su “valor agregado” se origina allí, el 19% en los países de la periferia tercermundista y el 5% en los países en transición (Ibid: 130). Más aún, los ingresos totales de los países productores alcanzan (en promedio) al 4% del valor final de la venta al por menor, y para la heroína y la cocaína se acercan al 1% (Ibidem). En el último informe realizado (UNODC, 2009: 9 y ss) se observa que recién en 2008 se han contraído tanto los cultivos (amapola y coca) como los mercados (opiáceos, cocaína y cannabis, pero no de estimulantes sintéticos que más bien creció). Tras diez años del Plan Colombia y ocho años de ocupación de Afganistán solo en el 2008 el área cultivada baja, un 18% en la coca y un 19% en la adormidera. Luego del enorme crecimiento del 2001 al 2007, en ese año Afganistán alcanzó la mayor superficie cultivada de amapola jamás registrada (193.000 Has.) (UNODC, 2008: 9 y ss), disminuyendo el 2008. Pero la producción de opio, pese a caer respecto del 2007, sigue superando de lejos todo el registro anterior desde los primeros años 90 (Ibid: 11; UNODC, 2009: 10) y eso en un país bajo ocupación militar. Luego del pico 1999-2000, la superficie cultivada de coca permaneció estable en casi toda la presente década, excepto en 2007 debido al incremento del 27% en Colombia y la reducción en 2008 ya mencionada (Ibid: 11; UNODC, 2008: 13). La producción de cocaína, luego de permanecer estable del 2004 al 2007, decreció en 2008 un 15% global (-28% en Colombia) para volver al nivel de los primeros años de esta década (Ibid: 13-14; UNODC, 2009: 11). Los precios se incrementan de manera radical conforme se alejan del productor: en 2007, la pasta de coca en la puerta de la granja costaba 600 USD/kg (Perú) o 943 USD/kg (Colombia) (UNODC, 2009: 67); el precio al por mayor de la cocaína en Perú era de 851 USD/kg y en Colombia de 2.198 USD/kg (Ibid: 222); en EEUU el precio de mayorista era de 31 USD/gramo y en la calle valía 106 USD/gramo, mientras que en Europa Occidental eran de 41 euros/gramo y de 67 euros/gramo respectivamente (Ibid: 78 y 220). El FMI calculaba que el lavado de dinero representaba entre el 2% y el 5% del PIB mundial, esto es, entre 1,2 y 3,1 billones de dólares para 2005, “buena parte de este lavado fluye a través del sistema financiero estadounidense” (The Wall Street Journal Americas, El Comercio, 13/09/2007, 11). Finalmente, en 2007 entre 172 y 250 millones de personas consumieron drogas al menos una vez al año, pero los consumidores problemáticos de 15 a 64 años eran entre 18 y 38 millones (UNODC, 2009: 14). Asia concentra a los opiómanos (entre 8’440.000 y 11’890.000) y Norteamérica a los cocainómanos (6’870.000) y al mayor número de adictos a la marihuana (31’260.000) (Ibid: 17). Sin embargo, la lucrativa “guerra contra la droga” no se hace en las calles de New York sino en las selvas colombianas y en los desiertos afganos…
 
Como es evidente de todas estas cifras, no es que falten los recursos necesarios para atacar las carencias de la mayoría de la humanidad y algunos de sus principales problemas, sino que no existe la voluntad política ni el interés económico para hacerlo. Al contrario, la lógica de la ganancia se impone por todo lado, articula las actividades lícitas con las ilícitas, aplica su lógica de hierro al conjunto de los seres humanos y de manera fundamental domina en lo que la mayoría de la humanidad produce y consume prioritariamente. Demuestra su irracionalidad extrema al fomentar la guerra, las drogas, las armas, etc., e incluso el consumismo sin sentido, en definitiva al imponer el beneficio del capital por sobre la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población planetaria.
 
Las desigualdades de consumo se resumen en que el 20% más favorecido de la población mundial concentra el 86% del gasto total en consumo. Sin embargo, pese a que solo la quinta parte de los habitantes de la tierra tienen un alto nivel de consumo, éste se ha desbocado pues casi se ha quintuplicado la quema de combustibles fósiles desde 1950, casi se ha duplicado el consumo de agua dulce desde 1960, se ha cuadruplicado la captura marina desde 1950, y el consumo de madera (industrial y de leña) es 40% superior al de 1970 (PNUD, 1998: 2, 54-55), produciendo además los problemas que afectan al medio ambiente planetario (contaminación, cambio climático, pérdida de diversidad biológica, etc.). Estos resultados y las asimetrías globales demuestran la imposibilidad de generalizar aquel patrón cuyo paradigma a seguir es el “american way of life”, pues se necesitarían varios planetas con similares niveles de riqueza y contaminación (ver Rosero, 2002/2003). Entonces, incluso en el supuesto de que fuera posible mundializar tal patrón consumista, no sería sustentable ambientalmente por los gigantescos impactos que provocaría.
 
Calentamiento global
 
En la actualidad, este consumo desbocado nos ha llevado a un límite: a la amenaza del calentamiento global. Este fenómeno representa un peligro “sin precedentes para el desarrollo humano”, pues podría encarnar una mayor afectación a la agricultura, con aumento de la pobreza extrema y la malnutrición al acentuarse la inseguridad de agua, con incremento de los riesgos y la vulnerabilidad al extremarse los patrones climáticos, y con nuevos riesgos debidos a la contracción de glaciares y la subida del nivel del mar (PNUD, 2006: 159). Aunque se puede atenuar los efectos futuros, “se ha sobrepasado el punto sin retorno. El peligroso cambio climático ya es inevitable” (Ibid: 160).
 
En la realidad presente, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) alcanzan las 7 gigatoneladas por año (aproximadamente) con concentraciones en la atmósfera de 380 partes por millón (ppm), lo que supera el rango de los últimos 650.000 años. A partir de la situación actual, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) ha proyectado distintos escenarios posibles (PNUD, 2006: 161).
 
 
Emisiones de CO2
(PNUD, 2006: 161)
 
Así se redujeran ahora mismo a cero las emisiones, la temperatura seguiría subiendo por el efecto retardado de las emisiones pasadas. Entonces, el IPCC calcula que en el caso de no mitigación las emisiones de CO2 crecerían sostenidamente hasta alcanzar casi las 30 gigatoneladas para el año 2100. Un “nivel sin precedentes de cooperación internacional” se requiere para alcanzar la estabilización en 550 ppm, lo que demandaría que para el 2050 se vuelva al actual nivel de emisiones y que continúe disminuyendo hasta situarse por debajo de las 5 gigatoneladas para el año 2100. Solo con un fortísimo acuerdo internacional (por otro lado, casi imposible de conseguir), se alcanzaría la estabilización en 450 ppm, lo que requerirá que para el 2050 las emisiones sean aproximadamente la mitad de las actuales y sigan disminuyendo hasta llegar a alrededor de 2 gigatoneladas hacia el año 2100 (PNUD, 2006: 161).
 
En cuanto a la temperatura, los tres escenarios descritos significarían que para el año 2100, en el caso de no mitigación, se alcanzaría casi los 4 ºC de incremento; con la estabilización en 550 ppm, sobre los 2 a 2,5 ºC de aumento; con la estabilización en 450 ppm, casi los 2 ºC de incremento (PNUD, 2006: 160-161).
 
 
Cambio de la temperatura media mundial
(PNUD, 2006: 160)
 
Las posibilidades de desencadenar el cambio climático catastrófico (sobrepasar los 2ºC de subida hasta el 2100) son de aproximadamente el 50% (medianamente probable) con una estabilización en 450 ppm de CO2, pero supera el 80% (probable) con una estabilización en 550 ppm, lo que implica un gran riesgo para el planeta y para el desarrollo humano (PNUD, 2007-2008: 46). Queda menos de un decenio para asegurar mantener viable la senda de la mitigación (Ibid: 22-23). Todo esto pone un límite objetivo al modelo de desarrollo predominante hasta aquí, ya no solo por la pobreza y la desigualdad que genera sino también por la agresión a la naturaleza que implica.
 
Está claro que mantener las tendencias actuales de mala gestión de los recursos y de altas emisiones “es un camino directo hacia el desastre ecológico” que pone en riesgo no solo a los pobres del mundo y a las generaciones futuras, sino al mismo planeta y a la humanidad en su conjunto ya que incluso podría afectar la supervivencia misma de la especie (PNUD, 2007-2008: 6, 21).
 
Además que, como en todo, el modelo capitalista predominante también polariza las huellas ecológicas. “La responsabilidad histórica de las emisiones es claramente asunto del mundo desarrollado”, pues de ellos salieron 7 de cada 10 toneladas de CO2 emitidas desde el comienzo de la era industrial (PNUD, 2007-2008: 40-41). Por otro lado, el flujo de emisiones se concentra en unos pocos países: los cinco más contaminantes (EEUU, China, Rusia, India y Japón) son responsables de más de la mitad de emisiones, y los diez mayores (agregando a los anteriores Alemania, Canadá, Reino Unido, Corea e Italia), explican alrededor de los 2/3 de las emisiones (Ibid: 41). En contraste, el grupo de países menos adelantados (50 países o territorios) son responsables de apenas el 1% del total de emisiones de CO2 (Ibid: 41, 70).
 
 
Además de la extrema desigualdad en las huellas ecológicas ya mencionada, las emisiones per cápita son enormemente dispares: Estados Unidos arroja 20,6 toneladas de CO2 per cápita, Canadá 20 t, Rusia 10,6 t, Reino Unido 9,8 t, Francia 6 t, China 3,8 t (1/5 de EEUU), Brasil 1,8 t, India 1,2 t (1/17 de EEUU), Etiopía 0,1 t per cápita (Ibid: 43). Pese a que la huella ecológica de los mil millones de personas más pobres del planeta corresponde solo al 3% del total, por vivir en zonas rurales vulnerables y barrios marginales, están muy expuestos a los riesgos del cambio climático por el que casi no son responsables (PNUD, 2007-2008: 42-43).
 
¿Cuántos planetas se requieren?
 
¿Cuántos planetas serían necesarios para que todos tuviéramos el nivel de consumo de aquel 15 o 20% más rico del planeta?
 
El profesor e investigador Chen Xin del Instituto de Sociología de la Academia China de Ciencias Sociales dice que suponiendo que China pudiera superar las restricciones impuestas por el capitalismo mundial, olvidando las consecuencias sociales y económicas negativas provenientes del modelo consumista, y suponiendo que pudiera soportar los costos del modelo, “¿el planeta podrá ajustarse a un volumen económico y a una oferta de consumo suplementaria entre una y dos veces superior a los de Europa Occidental, Japón y los Estados Unidos juntos?” (Chen, 2007: 130).
 
Es más, “para que cada chino viva como un estadounidense, habría que duplicar la producción mundial de petróleo –un desafío casi imposible- y más carbón del que, según muchos, China jamás podría extraer. «No podemos copiar el modelo de casa grande y auto grande» [de Estados Unidos], dice Zhou Dadi, un investigador del Instituto de Investigación Energética, un centro de estudios estatal [chino]. «Es simplemente imposible»” (The Wall Street Journal Americas, El Comercio, 28/12/2006, 11).
 
Si todos los habitantes del mundo generaran el mismo nivel de emisiones de gases de efecto invernadero que algunos países desarrollados, se necesitarían hasta 9 planetas para mantener su sostenibilidad (PNUD, 2007-2008: 3). Los países desarrollados (15% de la población planetaria) utilizan el 90% del presupuesto de carbono sostenible. Si la huella ecológica per cápita de los países del III Mundo igualara al promedio de los países de altos ingresos, se requerirían 6 planetas (Ibid: 47). Si la huella per cápita planetaria se equipararía al promedio mundial, se demandarían dos planetas; si tuviera el nivel de Alemania, Japón o el Reino Unido, se necesitarían cuatro planetas; con el nivel de Australia, se requerirían siete; con el nivel de EEUU o Canadá, se precisaría de nueve planetas (Ibid: 47-48).
EQUIPARACIÓN DE EMISIONES
 
Emisiones per cápita
Cantidad equivalente
 
(t de CO2)
de presupuestos de
 
2004
carbono sostenibles
Mundo
4,5
2
Australia
16,2
7
Canadá
20,0
9
Francia
6,0
3
Alemania
9,8
4
Italia
7,8
3
Japón
9,9
4
Países Bajos
8,7
4
España
7,6
3
Reino Unido
9,8
4
Estados Unidos
20,6
9
Fuente: PNUD, 2007-2008: 48.
 
 
Todo lo cual subraya la IMPOSIBILIDAD de generalizar el modelo del capitalismo central, es decir la IMPOSIBILIDAD de replicar tal modelo de desarrollo en el resto del mundo.
 
Por lo tanto, se impone la necesidad de un cambio paradigmático.
 
Entonces, es necesario cambiar el Modelo de Industrialización y el Patrón de Consumo asociado.
 
Crisis político-militar
 
Hay también una crisis militar del imperialismo, que ha utilizado la guerra como un mecanismo para evadir la crisis global a partir del 11/09 y más aún desde la agresión a Irak.
 
EEUU invadió Irak violando toda la normatividad mundial y en contra de la mayoría de la comunidad internacional, apoyándose en pruebas falsas (armas de destrucción masiva, supuesta cercanía de Sadam con Al Qaeda, compra iraquí de uranio). Revivió la doctrina de la “guerra preventiva” y de la legítima defensa de su seguridad nacional.
 
Irak es destruido y ocupado, empujado a la guerra civil y a la violencia sectaria (kurdos-sunitas-shiítas) por la intervención militar extranjera, para aprovecharse de las disputas intestinas e instaurar regímenes diferenciados (por ejemplo, la autonomía del Kurdistán o la tolerancia con sectores shiítas). El país es devastado, sus riquezas son apropiadas, su herencia cultural es saqueada.
 
El ejército de ocupación comete crímenes de guerra: bombardeos indiscriminados, ejecuciones sumarias, asesinato de civiles, uso de armas prohibidas, tortura a los prisioneros (Abú Ghraib, Guantánamo), etc.
 
Se privatiza y terceriza la guerra. Se hacen negocios con la “reconstrucción”, donde destaca Halliburton, vinculada al ex-Vicepresidente Cheney. La guerra se hace por los intereses geopolíticos y económicos (petróleo, armas). Se contrata en el mundo por decenas de miles mercenarios que no constan en las cifras oficiales (como hace la empresa Blackwater) y que completan el mapa de negocios privados hechos con la guerra, en un ambiente “liberalizador”.
 
Sin embargo, el resultado no puede ser más espantoso25…:
 
  • Hasta mayo de 2008, 4.071 soldados de EEUU habían muerto (4.383 de la Coalición) y eran casi 30.000 los heridos. Según la organización Globay Security, las bajas de soldados estadounidenses hasta septiembre de 2009 ascienden a 4.257. Mientras los soldados heridos llegan a 30.182 (Global Security, 2009).
  • 8.000 miembros de los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes muertos desde la invasión (en un cálculo conservador), hasta mayo de 2008.
  • Desde 83.000 (en la cifra más moderada para mayo de 2008) hasta más de 1 millón (en el cálculo más abultado)26 de civiles iraquíes muertos. Entre el 2003 y el 2005, en Bagdad se registró casi la mitad de todas las muertes, mientras que las fuerzas lideradas por Estados Unidos mataron al 37% de las víctimas civiles (según Iraq Body Count, 2003-2005). Hasta junio del 2009 los muertos civiles en Irak suman 101.346, según Iraq Body Count. En la siguiente tabla se detallan las muertes de civiles:
 
 
  • Para noviembre de 2007 se estimaba que unos 2,3 millones de personas eran desplazados internos en Iraq; cada mes, unas 60.000 personas son desplazadas, cada día 2.000 iraquíes se ven obligados a abandonar sus hogares (UNIRAQ, 2007). Para mayo de 2008, habían casi 5 millones de desplazados y refugiados (2,7 millones de desplazados internos hasta abril/2008 y 2,2 millones de refugiados en el exterior hasta noviembre/2007) (Jamás, 2008). Con una población de 26,8 millones de ciudadanos, Iraq es el país con mayor tasa de refugiados y desplazados del mundo: casi el 18% de sus habitantes han perdido su hogar (Varea, 2009).
  • Cuatro millones de personas en Irak están en situación de inseguridad alimentaria y necesitan ayuda, el 15% de la población. Iraq sigue estando en la lista de los 60 países en el mundo con la mayor tasa de mortalidad infantil para menores de cinco años y de mortalidad materna (UNIRAQ, 2007).
  • USD 602.000 millones era el costo de la guerra hasta el 2007, según el Congreso de EEUU. Joseph Stiglitz27 calcula en 3 billones el costo total y una cantidad similar para el resto del mundo (vía financiamiento del déficit estadounidense), incluyendo, a más de los costos de la ocupación, la jubilación de soldados, las pensiones por los muertos, los servicios médicos para los mutilados, los pagos a los mercenarios, los intereses para el pago del crédito externo,…
 
Sin embargo, pese a la enorme cantidad de recursos empleados, a las tropas, a las armas y al dinero, a los muertos y al terror, a la destrucción y al saqueo, se constata el empantanamiento militar de la mayor potencia de la historia en Afganistán e Irak. Estados Unidos está fracasando en la guerra. Como decía Newsweek: “El hecho es que EEUU no está ganando en Irak, lo que significa que está perdiendo” (Zakaria, 2006: 19). Desde allí han cambiado las condiciones28 debido a los ataques terroristas indiscriminados que también fueron usados en la intensa campaña mediática norteamericana que vinculó la resistencia a las acciones de Al Qaeda y las facciones sectarias para aislarla y crear un ambiente de guerra civil. Es decir, los acuerdos de EEUU con los shiítas (apoyados por Irán) y los kurdos crearon una dinámica en que las acciones de Al Qaeda justificaban el terrorismo de las milicias shiítas operando desde el Estado y fuera de él y propiciando la división sectaria. De allí que los ataques terroristas (realizados además en una ciudad bajo estricto control miliar) han beneficiado al gobierno y a la ocupación. El objetivo en que coincidieron fue “desestructurar la sociedad iraquí a fin de destruir el sustrato material y humano de la resistencia armada a la ocupación” para imponer un nuevo modelo regresivo y privatizador (Varea, 2009a). Es que la muerte, la destrucción, la diáspora, la inseguridad, la violencia son el resultado de la ocupación que ha creado el sometimiento y el empobrecimiento masivos y que ha encumbrado a un régimen sectario, cuyo proyecto es dividir Irak en el federalismo de las regiones. Al final, el proyecto colonizador estadounidense se volvió inviable. Entonces, a la sombra del colaboracionismo se fortalecen nuevas oligarquías locales y mafias sectarias que luchan por el control del crudo (Varea, 2009). El principal beneficiario ya no será EEUU, sino, quizá, Irán… Pero así y todo, la estabilización política (objetivo central de la invasión) está lejos de ser alcanzada. El fracaso del proyectote dominación de Irak y Afganistán es inocultable.
 
Crisis energética
 
Hay, además, unacrisis energética: se terminó la era del petróleo barato.
 
 
Consumo Final Total Mundial (Mtoe de fuel)
(IEA, 2007: 28)
 
El consumo energético no ha dejado de crecer. Así por ejemplo, según la Agencia Internacional de Energía, el total del consumo final mundial creció fuertemente casi un 70%, de 4.700 Mtoe en 1973 a 7.912 Mtoe en 2005 (IEA, 2007: 28). En especial, el consumo de petróleo aumentó un 52%, de 2.260 Mtoe en 1973 a 3.431 Mtoe en 2005. Porque el desarrollo incesante de las fuerzas productivas bajo el capitalismo ha estado ligado al aprovisionamiento ascendente de energía barata, como si éste pudiera ser inagotable. Algo que, evidentemente, es insostenible.
 
 
Consumo Mundial de Petróleo (Mtoe)
(IEA, 2007: 33)
 
Pero se va estableciendo una creciente brecha entre la producción de petróleo y el hallazgo de nuevos yacimientos del mismo. Como se observa en la siguiente gráfica, desde 1985 se está extrayendo más petróleo del que se descubre y cada vez se encuentra menos.
 
 
La brecha entre producción y descubrimiento
(ASPO, 2008: 2)
 
El modelo depredador no podía ser indefinido, pese a la lógica del capital, porque los recursos son inevitablemente finitos. Es así como la producción petrolera, según importantes grupos de geólogos, está llegando a su cima, y tras ella su volumen tenderá a disminuir. El modelo teórico en que se basan es la curva de Hubbert, que plantea que la producción alcanza su máximo cuando se ha explotado la mitad de las reservas recuperables y luego cae en forma de campana (Rifkin, 2007: 46-47). Ya en la práctica así sucede por la brecha mencionada entre producción y descubrimientos; la calidad del petróleo (muchas de las nuevas reservas son de petróleo pesado, no convencional); la poca capacidad de las inversiones para ampliar las reservas (ASPO, 2003); la marginalidad del yacimiento (que va a requerir para su extracción de grandes inversiones, infraestructuras nuevas, tecnologías diferentes) produciendo un petróleo caro (Guardiola, 2004). Se estima que el techo de producción global de petróleo se alcanzará entre 2010 y 2020 (Rifkin, 2007: 56). Asimismo, la producción mundial de gas podría alcanzar su máximo hacia 202029
 
Todo lo cual plantea serias interrogantes sobre cómo compatibilizar el desarrollo de los países periféricos con el creciente consumo de los industrializados en un contexto de recursos en declive, o sobre la mercantilización de la naturaleza frente a los intentos (hasta hoy fracasados) por regular su aprovechamiento (por ejemplo, Kyoto) (ASPO, 2003). Más aún conociendo el límite que impone al modelo energético el calentamiento global. Hoy incluso los datos de la OPEP apuntan en esa dirección, como se aprecia en el siguiente gráfico.
 
 
Incremento de Reservas Probadas (eje izquierdo) vs. Producción anual (eje derecho)
(millones de barriles, OPEP, 2008)
 
Todo esto ha redundado en un fuerte crecimiento de los precios, cuyo origen está en la demanda acrecentada de petróleo (China, India); la crisis internacional que provoca que los inversionistas huyan del dólar y de los valores vinculados hacia el oro, el petróleo, etc.; la especulación sobre el petróleo. Para julio de 2008 se alcanzó el pico histórico de 147 USD/barril, que solo por la recesión cayó a 40 USD (ver gráficos).
 
 
Precios spot de petróleo crudo (USD/barril, promedio mensual)
(IEA, 2007: 40)
 
 
Precios spot de petróleo crudo (USD/barril)
(OPEP, 2008)
 
Además se calculan cimas similares a la del petróleo en la producción de carbón (para 2025) y en la producción de uranio (hacia el 2035), si se mantiene vigente el patrón energético actual30.
 
La quiebra de GM señala el cambio de época, pues se derrumbó el ícono del “american way of life”, el símbolo del período de petróleo barato, con enormes autos que consumían ingentes cantidades de combustible. Se transparentó su retraso tecnológico y su inviabilidad económica vinculada al modelo de derroche de recursos.
 
La necesidad de una alternativa energética cae por su propio peso, pero su posibilidad es más compleja. Así, puede que exista la tecnología alternativa (eléctrica, de hidrógeno, biocombustibles, solar, eólica y demás), pero su implementación no se hace porque no es rentable todavía. Además, el cambio tecnológico no será fácil, pues la industria está diseñada para el patrón energético predominante. Por eso mismo, hay poderosos intereses político-económicos contrarios, como las transnacionales petroleras, automovilísticas, etc., y los EEUU, la UE, y demás países que se benefician del modelo de industrialización vigente, que controlan el saber tecnológico, las fuentes de energía, etc. En una nueva expresión de irracionalidad y de reduccionismo, el imprescindible cambio energético se aplaza hasta satisfacer el apetito por ganar y su lógica de corto plazo.
 
La perspectiva de energías renovables es inevitable. En el fondo, de nuevo, el problema es el capital. La dificultad es la transición, la viabilidad económica para el capital (para su lógica de maximizar ganancias externalizando costos), que no sean un fiasco (como los biocombustibles que ahondan la crisis alimentaria global). El cambio tecnológico tendrá lugar en las actuales circunstancias cuando sea de interés del capital, lo cual puede ser tardío para la humanidad (de hecho, en parte ya lo es).
 
Es así como tuvo que entrar en gigantesca crisis el capital global, tuvieron que quebrar General Motors y Chrysler, tuvo que dejar el poder Bush, para que se acepte ir en la dirección del cambio del modelo energético, y habrá que ver hasta qué punto.
 
La necesidad de una transformación civilizatoria: un nuevo modelo de desarrollo exige el cambio sistémico
 
Tras el recorrido realizado, la conclusión es evidente: el capital vive una crisis histórica, una crisis múltiple, una crisis de civilización. Es que el problema es integral: va desde las concepciones hasta las prácticas que solo visualizan la ganancia, desde las estructuras sociales hasta las relaciones con la naturaleza, desde el modo de producción hasta el modo de vida.
 
El apogeo del capital sin contrapeso planetario condujo al capitalismo salvaje y decadente (ver Rosero, 1998). La burguesía ha perdido toda autoridad, “ha perdido inapelablemente su capacidad de dirección” como diría Lukács.Su carencia de liderazgo político-ideológico proviene no solo de la crisis del neoliberalismo, sino de la imposibilidad de legitimar una visión de futuro, al no tener un proyecto de inclusión. Al contrario, en aras de la ganancia propaga la pobreza y la desigualdad, devasta la naturaleza, siembra la especulación y la guerra. Lo único que puede ofrecer son anti-utopías violentas y depredadoras, solo vende sueños-al-revés como pesadillas individualistas y consumistas.
 
Pero, por supuesto, ningún sistema social cae por sí mismo. Se requiere de los sujetos históricos, sociales y políticos, que construyan la posibilidad de la transformación y del proyecto que los represente.
 
Por ello, frente a la crisis de la civilización del capital es necesario construir una alternativa de ese nivel, civilizatoria. Hay que reemplazar el paradigma tecnológico, cambiar el patrón de consumo, transformar la organización del proceso de trabajo. En fin, hay que cambiar el modo de vida.
 
Es imprescindible plantearse un nuevo modelo de desarrollo que efectivamente apunte al Buen Vivir (más allá del bienestar individual). Pero entendido no solo como el despliegue de las capacidades individuales, sino también de aquellas de los sujetos colectivos. Además sabiendo que el Buen Vivir solo es posible construyendo una relación armónica con la Naturaleza, por lo que ella debe ser concebida como sujeto de derechos (como la Pacha Mama).
 
Es decir, hay que construir un Proyecto que apunte a la satisfacción de las necesidades prioritarias de la mayoría de la población con sustentabilidad medioambiental y solidaridad inter-generacional. Un Proyecto que vaya hacia la profundización de la democracia, hacia la democracia directa de los productores: a) Participación social en la dirección del Estado; b) Control social de la producción-distribución. Un Proyecto que apunte a un nuevo horizonte civilizatorio: a construir una nueva sociedad que garantice el desarrollo pleno del conjunto de la población como seres humanos más allá de la valorización del capital, una sociedad en donde la autorrealización individual integral sea la condición para el libre desenvolvimiento de todos.
 
Quito, septiembre de 2009
 

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 Notas
 
Trabajo enviado por el autor en noviembre de 2009.
 
1 Jorge Beinstein señala que en ella confluye la crisis financiera; la crisis militar del imperialismo y la crisis energética (Beinstein, 2008: 7).
2 Marx, 1978: I, 329.
3 Marx, Teorías sobre la plusvalía, Ed. Cartago, Buenos Aires, 1975, t. II, p. 457, cit. por Mandel, 1987: 39, nota 58.
4 N. Bujarin, El imperialismo y la acumulación de capital, Ed. Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires, 1973, cap. 5, cit. por Katz, 2002.
5 El capital ficticio se crea “mediante la emisión de simples medios de circulación” (Marx, 1978: II, 90), es decir, papeles de todo tipo que siendo medios respaldados por bancos u otras entidades financieras, en el fondo son solo promesas de pago. No constituyen capital real, productivo, valor lanzado a la autovalorización.
6 McKinsey Global Institute, “Will US consumer debt reduction cripple the recovery?”, Marzo 2009, cit. por Udry, 2009.
7Una superproducción absoluta de capital se da cuando el capital incrementado al final de un primer ciclo de acumulación (C+ ΔC) genera igual o menor masa de plusvalía que el capital originario (C). Con ello “una parte del capital quedaría total o parcialmente ociosa... y la otra parte se valorizaría a una cuota más baja de ganancia bajo la presión del capital ocioso u ocupado solo a medias” (Marx, 1978: I, 331).
8 A finales del 2008 era del 30% en relación al pico de 2006, previéndose que podría llegar al 40% (Udry, 2009).
9 The Economist, 6/12/2008, editorial, cit. por Berterretche, 2009: 8.
10 Los derivados son papeles que sirven para trasladar el riesgo a terceros a cambio de una prima. Por ejemplo, el pacto para mantener una cotización a cambio de una prima: si baja la divisa, el especulador gana la prima; si sube, el especulador tiene que vender las divisas a la tasa pactada (ver Toussaint, 2002: 132-136).
11 Chesnais, François (coord.), La mondialisation financière, ed. Syros, Paris, 1996, p. 14 cit. por Toussaint, 1998: 61. La UNICEF cifraba en 1,5 billones el monto transado en los mercados de divisas (UNICEF, 2000: 22).
12 Christian de Brie, “Prefacio” al libro de Toussaint, 1998: 12. Según cifras de Samir Amin, mientras el comercio mundial se estima en 2.000 millones de dólares, los movimientos internacionales de capital se situarían en 50.000 millones (Amin, 1999: 36).
13 PNUD, 2005: 4.
14 El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es una medida que expresa el avance conseguido en tres dimensiones básicas del desarrollo humano: una vida larga y saludable, medida con la esperanza de vida; adquisición de educación, medida con la alfabetización de adultos y la matriculación bruta combinada de primaria, secundaria y terciaria; un nivel de vida digno, medido a través del PIB per cápita en términos de paridad del poder adquisitivo (PPA) en dólares (PNUD, 2007-2008: 358).
15 Sea cual fuere la agrupación de países escogida para medirlo (países en desarrollo, Europa Oriental y CEI, OCDE, alto, medio y bajo desarrollo humano o alto, medio y bajo ingreso), según las estimaciones del PNUD las mujeres siempre tenían solo alrededor de la mitad del PIB per cápita (Paridad de poder adquisitivo –PPA– en dólares de 1998) de los hombres, con mayor sesgo en los países más pobres (PNUD, 2000: 164, Cuadro indicador 2).
16El Coeficiente de Gini es una medida de la desigualdad. Un valor igual a cero representa la igualdad perfecta, mientras que un coeficiente de uno, la desigualdad perfecta.
17http://www.jornada.unam.mx/2007/02/02/index.php?section=economia&article=029n5eco.
18Wal-Mart se mantiene en primer lugar por ingresos entre empresas de EU”, http://www.jornada.unam.mx/2008/04/22/index.php?section=economia&article=025n1eco; “La Corte de EU rebajó 80% la multa a Exxon por derrame de buque en 1989”, http://www.jornada.unam.mx/2008/06/26/index.php?section=economia&article=025n1eco; “Pemex, la petrolera más rentable del mundo, “si cambia régimen fiscal”,http://www.jornada.unam.mx/2008/09/03/index.php?section=politica&article=003n1pol
19 Este libro es la actualización y revisión de los resultados obtenidos en trabajos previos. Así, en un documento anterior Maddison llegaba a similares conclusiones puesto que la relación establecida era de
3 a 1 en 1820, 35 a 1 en 1950,
7 a 1 en 1870, 44 a 1 en 1973 y
11 a 1 en 1913, 72 a 1 en 1992.
El Reino Unido, como país más rico en 1820, tenía un ingreso seis veces mayor al de Etiopía, país más pobre de 1992; es decir, China como país más pobre en 1820 duplicaba el ingreso de la Etiopía contemporánea (Maddison, 1998: 20-22; PNUD, 1999: 3, 38).
20Tal nivel significó un crecimiento del 37% durante la última década (respecto de 1997). Encabeza el gasto los Estados Unidos, con 46% del total mundial; le siguen, muy de lejos, Gran Bretaña, Francia, China y Japón con entre el 4 y el 5% cada uno. Los principales exportadores son desde 2001 Estados Unidos y Rusia, cada uno con una cuota de mercado de alrededor del 30% (La Jornada, 12/06/2007, http://www.jornada.unam.mx/2007/06/12/index.php?section=mundo&article=029n1mun).
21http://www.sipri.org/yearbook/2009. Estados Unidos sigue liderando el gasto mundial con el 41,5% del total. Le siguen China que pasó al segundo lugar con 84.900 millones (5,8% del gasto mundial), Francia (4,5%), Gran Bretaña (4,5%) y Rusia (4%). Los más grandes abastecedores de armas fueron EEUU (31% del total mundial 2004-2008), Rusia (25% de ese total), Alemania (10%), Francia (8%) y Gran Bretaña (4%); los cinco representan el 79% del total exportado en 2004-2008, siendo los principales abastecedores desde el fin de la guerra fría con al menos ¾ del total anual. El promedio anual 2004-2008 fue 21% superior que el promedio 2000-2004. China es el principal importador desde los primeros 90s.
22 El gasto en 2008 representó un incremento del 6%, tasa similar a la del 2007. En 2008, Brasil hizo el 48% del gasto total, seguido de Colombia que incrementó significativamente su gasto en un 142% en los últimos 10 años (SIPRI, 2009: 201-202).
23 Tanto por su condición ilegal y sumergida como por el conjunto de intereses que buscan maquillar las cifras: desde burocracias nacionales e internacionales que procuran argumentar en pos de mayores asignaciones presupuestarias (como señala Carlos Resa) hasta actores políticos, económicos y militares que pretenden justificar estrategias y prácticas y presentarlas como exitosas, como hace el Presidente Uribe.
24 El mercado de consumo (ventas al por menor) se divide así: cannabis, 113.100 millones de dólares (35% del total); cocaína, 70.500 millones (22%); opiáceos, 64.800 millones (20%); resina de cannabis, 28.800 millones (9%); y estimulantes tipo anfetamínicos (ETA), 44.400 millones (14%) (UNODC, 2005: 127).
25www.icasualties.org; www.iraqbodycount.org; www.iraqsolidaridad.org; El Comercio, 20/3/2008, 19; El Comercio, 25/3/2008, 21. Las bajas en Afganistán de la Coalición sumaban 804 y las de Estados Unidos, 496, según www.icasualties.org/oef/. Para julio del 2009, más de 5.000 soldados estadounidenses ya han muerto entre Irak y Afganistán, por confirmación del Pentágono al diario Usa Today. Oficialmente el total de muertos entre los dos frentes es de 5.001: de ellos, 4.332 cayeron en Irak y 669 en Afganistán (Argenpress, 2009).
26 El informe se basó en una encuesta realizada por la organización Opinion Research Business (ORB), con sede en Londres con la asistencia local del iraquí Independent Institute for Administration and Civil Society Studies (IIACSS). Este estudio ratificó los datos de los dos anteriores del equipo de epidemiología de la Universidad John Hopkins de Baltimore, que los ocupantes han procurado descalificar, “Más de un millón de iraquíes han muerto desde el inicio de la ocupación” en
http://www.iraqsolidaridad.org/2008/docs/05_02_Informe_mortalidad.html.
28 Varea, 2009a; Fibla, 2009; Rojo, 2009.
29 C.J. Campbell, “Depletion patterns show change due for production of conventional oil”, Oil & Gas Journal, 29 de diciembre de 1997, p. 37 cit. por Rifkin, 2007: 193.
30 Energy Watch Group, “Coal: Resources and future production”, Marzo 2007; “Uranium resources and nuclear energy”, diciembre 2006 cit. por Beinstein, 2008: 3.

 

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