21/11/2024
Por Bihr Alain ,
Las pocas reflexiones que siguen apuntan a precisar las orientaciones generales del taller Auto-actividad en las luchas de hoy cuya apertura fue decidida en el encuentro de Nyon los días 20 y 21 de mayo de 2006. Las propuestas de investigación finales tienen un propósito meramente indicativo.
"La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos". Así comienza el preámbulo de los Estatutos generales de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), mas conocida por el nombre de Primera Internacional. Redactado por Marx en 1864, el texto enuncia claramente el principio de la auto-emancipación del proletariado. Y la historia del siglo y medio transcurrido desde entonces se ha encargado de ilustrarlo ampliamente. Directamente, por un lado: todos los ascensos y embates revolucionarios del proletariado lo han visto entrar en actividad como una clase capaz de movilizarse y organizarse por si misma y, simultáneamente, de reorganizar al conjunto de la producción social, sentando con ello las bases de la sociedad comunista; y también por la negativa: cada vez que, por el contrario, se instituyó una relación sustitutista entre la clase y las organizaciones (sindicales o políticas) que pretendían dirigirla y actuar en nombre de ella, fueron las antiguas relaciones de explotación y dominación las que terminaron reproduciéndose, bajo una u otra forma.
Suponer al proletariado capaz de autoemanciparse implica reconocerle, mas ampliamente, una capacidad de auto-actividad, aún cuando ésta no se desarrolle constantemente hasta el punto de posibilitar lo primero. Por auto-actividad -y esto es solo una definición preliminar completamente provisoria- entendemos simultáneamente una capacidad de autodeterminación (la capacidad de determinar por si mismo su horizonte histórico: sus modelos de sociedad, sus intereses de clase, sus proyectos políticos, sus estrategias y tácticas de lucha, así como la capacidad de conducir por si misma las luchas que los concretizan), una capacidad de auto-organización (la capacidad de construir sus propias mediaciones organizativas, en relación con sus opciones políticas y estratégicas) y una capacidad de autorreflexión (la capacidad de formar su conciencia de clase en las diversas dimensiones de ella: representación de sí misma, de las otras clases y del mundo social en general, de un modo a la vez original y adecuado a su situación y ambiciones). Como tal la auto-actividad del proletariado es pues capaz de abrazar el conjunto de aspectos y elementos de la existencia y de la práctica del proletariado como clase y de sus miembros individuales, tanto en el trabajo como fuera del mismo. (Un análisis mas detallado del concepto de auto-actividad se encuentra en el artículo de Alain Bihr en el nº 34 de Carré rouge).
Sin embargo, postular semejante capacidad no implica de ninguna manera fetichizarla. Esto significa que no se trata de considerar la auto-actividad del proletariado como un principio o un dato inmutable, como una facultad que el proletariado demostraría poseer en todo momento y lugar, y menos aún como un deus ex machina capaz de resolver todos los problemas históricos. Siendo un momento de la lucha de clases, la auto-actividad del proletariado es en primer lugar un producto, que depende pues a cada instante y tanto en sus formas como en su contenido, de las relaciones de fuerza entre las clases así como entre las diferentes fracciones, capas o categorías de las que el proletariado mismo puede estar compuesto y, en consecuencia, más ampliamente aún, de la inserción de la formación social considerada en las relaciones internacionales; en definitiva, de la configuración histórica de las relaciones capitalistas de producción. Cualquier otra manera de considerarla sería evidentemente opuesta a todos los principios del enfoque materialista de la historia. Esto significa, en consecuencia, que la auto-actividad no existe en sí misma, que siempre está en relación a los obstáculos que debe superar y a las contradicciones que debe resolver, y que por tanto la auto-actividad nunca representa la totalidad de la praxis proletaria (de su vivencia inmediata, de su actividad, de sus luchas, etc.), que coexiste pues con momentos contradictorios de hetero-actividad con los que a veces se mezcla estrechamente; en pocas palabras, que la auto-actividad es siempre es una conquista por parte del proletariado, con lo que esto puede tener no sólo de parcial y relativo, sino también de frágil y, por tanto, de provisorio y reversible.
La ambición de este taller debe ser pues escrutar las luchas que el proletariado libra hoy, de modo manifiesto o latente, explícito o implícito, bajo distintas condiciones y en la más amplia gama de países que sea posible, para poner en evidencia la presencia o no de tales elementos de auto-actividad, sus formas y límites eventuales, y comprender sus razones. Como hilo conductor del análisis referido a estas luchas, pueden servir las siguientes preguntas (de hecho, estrechamente relacionadas entre sí):
-¿Cuales son los elementos de auto-actividad que pueden identificarse en tales luchas? ¿A que nivel (la autodeterminación, la auto-organización o la autorreflexión) se manifiestan más? ¿Existe un desarrollo desigual de la auto-actividad en estas diversas dimensiones? ¿La presencia de tales elementos de auto-actividad y las formas que toman se explican por un contexto particular (presencia de determinados elementos del proletariado, la composición global de éste, el sector de actividad o región en consideración, la coyuntural relación de fuerzas entre las clases, la historia nacional, etc.)?
- Inversamente: ¿Cuáles son los límites de esta lucha desde el punto de vista del desarrollo de la auto-actividad? ¿Cuáles son los orígenes de los mismos? Dicho de otra manera: ¿Con qué obstáculos tropezó el movimiento? ¿En qué medida aportan a estos obstáculos las nuevas formas capitalistas de organización del trabajo dentro y fuera de la fábrica "post-fordista" (la organización del trabajo fluido, flexible y difuso); las actuales formas del hábitat (los espacios cerrados, las grandes concentraciones) o las formas de urbanización (el zoning del urbanismo funcional, los countries); los "medios" con su capacidad de "despolitización" del cuerpo social"; y entrelazado con los factores anteriores, el creciente individualismo así como también la crisis de la individualidad inherente a tal individualismo?
- ¿Cuál fue el papel que jugaron en la construcción de las capacidades de auto-actividad lo que resta de las mediaciones (programáticas, organizativas, ideológicas) del viejo movimiento obrero? Inversamente, ¿de qué modo obstaculizaron la eclosión y el desarrollo de tales capacidades? ¿Qué dialéctica se esbozó o desarrolló entre los momentos de auto-actividad del proletariado y esas mediaciones heredadas del viejo movimiento obrero?
- ¿Qué parte, eventualmente, han tenido en el desarrollo de elementos de auto-actividad las organizaciones revolucionarias (sindicales o políticas)? En su defecto, ¿Qué rol hubieran podido o debido asumir? ¿Qué enseñanzas se pueden extraer en cuanto a lo que deberían ser la forma, la estructura (los modos de organización e intervención) y las finalidades (el programa) de grupos u organizaciones que no pretenden sustituir al proletariado para actuar en su lugar, ni tampoco dirigir sus luchas, sino activar en su seno sus potencialidades de auto actividad?
Publicado en Carré rouge nº 31, junio 2006. Traducción del francés al castellano de Aldo Casas
[1] Hay que insistir sobre la anarquía como uno de los rasgos principales de este sistema: consecuencia de la sacrosanta propiedad privada, de la búsqueda de valorización del capital, la anarquía surge de la absoluta libertad del capitalista de invertir el capital donde él lo desea, donde su valorización puede ser más interesante. En ese sentido, la propiedad privada es absolutamente antinómica a toda planificación, y por ende a toda planificación democrática, es decir, fundada en la satisfacción de las necesidades sentidas y enunciadas por los pueblos. Pero, también en ese sentido, haríamos mal en soñar con una gestión «armoniosa» de los recursos naturales dejándoles el control a los capitalistas, sin retirarles la libertad de destruir todas las otras libertades. Es aquí que aparece claramente que la lucha por la salvaguardia de la naturaleza es inseparable de la lucha por la emancipación social.