22/12/2024
Por López Néstor A. H. , ,
Karl Marx: Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Traducción del alemán de Miguel Vedda, Fernanda Aren y Silvina Rotemberg. Introducción de Miguel Vedda. Buenos Aires, Colección Colihue Clásica, 2004. 257 págs.
El lenguaje, tanto el oral como el escrito, se va modificando constantemente con el uso. Entonces, ¿por qué congelar en su tiempo a los textos clásicos?, ¿por qué dejarlos envejecer? Posiblemente ésta sea una de las acertadas razones por las que Ediciones Colihue se ha lanzado a la traducción actualizada de obras que han superado el paso del tiempo. Así la Colección Colihue Clásica reúne títulos de Aristóteles, Descartes, Shakespeare, Rimbaud, Baudelaire, Dostoievsky, Maquiavelo y de Karl Marx.
Un proyecto de tal naturaleza de por sí es saludable, pero específicamente releer en clave actual los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 que fuera presentado en el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires, constituye un triple placer. Por el contenido apasionante del sólido pensamiento de Marx; porque nos encontramos frente a una valiosísima traducción realizada directamente del alemán (en contraste con muchas de las anteriores, que han sido retraducciones de las versiones francesas o inglesas) y porque podemos leer y entender con nuestro propio y cotidiano lenguaje a un Marx que pareciera vivo y escribiendo ayer mismo lo que en realidad tiene nada más y nada menos que 160 años de vida. Forma y contenido se reencuentran y complementan maravillosamente en esta nueva traducción.
En la introducción, Miguel Vedda realiza un recorrido por las ideas de Marx que se abren a partir de los Manuscritos. En ese camino destaca la importancia de estos últimos frente a la concepción economicista y cientificista hegemónica en el marxismo difundido por Kausky, Plajanov, Bujarin y otros.
Cabe indicar que esta tradición determinista y dogmática, cristalizada en incontestable ortodoxia, se había empeñado en despojar al marxismo de buena parte de sus elementos subjetivistas y activos, y en hacer de él un rígido esquema de principios y leyes orientado a producir una interpretación estrictamente causal y "objetiva" de los fenómenos sociales; una derivación forzosa de este hecho había sido la voluntad de anular la filosofía disolviéndola en la ciencia -entendida ésta en términos positivistas-, y olvidando la sentencia marxiana según la cual es imposible superar la filosofía sin hacerla realidad.
Después de recorrer el desarrollo de las criticas de Marx a la concepción hegeliana del Estado como representante de la sociedad en su conjunto en Para una critica de la filosofía del derecho de Hegel, nos muestra a Marx como crítico de la economía política y destaca que:
Con una sobriedad y rigor que se echan en falta en sus precursores, Marx se ocupa de indagar las contradicciones de la economía política. Señala que, al presentar las leyes que rigen la sociedad burguesa como principios eternos y universales, los economistas clásicos han buscado dotar de una legitimación ideológica a la alienación económica, pero también han confinado su propio pensamiento dentro de estrechos límites. De ahí que la economía política no sea la ciencia del ser humano, sino la de un hombre degradado por efecto de la explotación económica, a una existencia meramente animal, y reducido a las más estrictas necesidades vitales; de ahí que no logre definir los atributos del trabajo humano en general, sino tan solo las cualidades específicas del trabajo alienado; de ahí que no brinde una imagen del hombre en tanto hombre, sino tan solo en cuanto capitalista o trabajador.
El recorrido abarca temas tan importantes como la discusión sobre el ser genérico; la relación del hombre con la naturaleza; o la teoría del conocimiento fundamentada en los Manuscritos; o sobre el papel de la historia donde destaca que
Marx cree, como dirá luego en La sagrada Familia (escrita en colaboración con Engels) que "¡La historia no hace nada no ‘posee ninguna riqueza inconmensurable’, no ‘lucha en ninguna batalla’! Es, antes bien, el ser humano, el ser humano real, vivo, el que todo lo hace, posee y lucha; no es, por ejemplo, la ‘historia’ la que utiliza a los seres humanos como medios para realizar -como si fuese una persona particular- sus propios fines, sino que es sólo la acción del ser humano que persigue sus fines". De ahí la importancia que Marx concede al factor subjetivo, a la conciencia de clase revolucionaria -agrega Vedda- puesto que la transformación de la sociedad no es el efecto de una necesidad histórica independiente e la acción o el pensamiento de los seres humanos, la conciencia de clase es, a la vez, condición y resultado del proceso revolucionario; de ninguna manera representa el escrupuloso reflejo de las condiciones económicas y sociales.
Vedda finaliza la introducción señalando que "la vasta tarea de reflexión sobre un verdadero ‘Montblanc de materiales’ que ocupará la vida restante del filósofo, y que se concretará en esa obra inconmensurable, compleja, inconclusa y genial que es, sin lugar a dudas, El capital".
El volumen que comentamos se completa con una nueva traducción de Esbozos para una crítica de la economía política de Federico Engels; con un apéndice de nueve artículos y trabajos seleccionados por Miguel Vedda sobre los siguientes autores: Marcuse; Korsch; Lukács; Bloch; Raddatz; Althusser; Lapin; Kolakowski y Wheen, para finalizar con un Registro de las obras y de nombres citados por Marx y Engels, donde cada autor es seguido de una pequeña descripción de su vida y obra.