29/03/2024

Hegel

Por Richard Gunn , ,

 
Herramienta publicó recientemente mi libro Lo que usted siempre quiso saber sobre Hegel y no se atrevió a preguntar, que propugnaba una interpretación de la obra de Hegel desde la “izquierda hegeliana” y, al mismo tiempo, buscaba introducir a los lectores a los aspectos más desafiantes del pensamiento de ese autor. ¿Por qué leer a Hegel? ¿Por qué, en 2016, los activistas políticos deberían volver sobre una obra, ciertamente compleja, que apareció por primera vez en 1807?
Mi perspectiva es que, a pesar de las diferencias entre la situación política de Europa en 1807 y la de Latinoamérica en 2016, los activistas radicales tienen mucho que ganar de un enfoque en lo que considero son términos hegelianos. Este breve artículo se propone explicar mi punto de vista y ofrecer una sucinta introducción a las propuestas que aparecen expuestas con más detalle en mi libro.
Comenzaré destacando que, a través de las décadas y los siglos, Hegel ha sido interpretado de maneras radicalmente distintas. En ocasiones los especialistas proclaman que han arribado finalmente a una comprensión rigurosa (o incluso científica) de Hegel, pero creo que sería acertado señalar que no existe ni puede existir una lectura indiscutible de Hegel. Con esto no quiero decir en lo más mínimo que una lectura de Hegel sea tan buena como cualquier otra. Pero lidiar con el texto de Hegel implica lidiar con los problemas que estos textos traen aparejados. Estos problemas son, en parte, sociales y políticos. Una historia de la interpretación de Hegel podría escribirse en términos políticos.
En los años que siguieron a la muerte de Hegel en 1831, sus seguidores se dividieron en grupos políticamente diversos. Surgieron versiones de la “derecha hegeliana” y de la “izquierda hegeliana”.1 Lo que usted siempre quiso saber sobre Hegel y no se atrevió a preguntar lee la Fenomenología del Espíritu como un texto de “hegeliano de izquierda”. Una de las características, y no precisamente la menos interesante, de la distinción izquierda hegeliana/derecha hegeliana es que, como es bien sabido, Marx comenzó su desarrollo intelectual como figura entre las filas de la izquierda hegeliana. El lector de mi estudio sobre Hegel encontrará en este libro muchas líneas de discusión inspiradas en Marx. Este eco es intencional. De ninguna manera puede decirse que hay, entiendo, un “quiebre” entre Hegel y Marx, como afirmó memorablemente Louis Althusser en Pour Marx (1969).2 Por el contrario: Marx fue el joven escritor hegeliano que durante toda su vida reflexionó sobre las implicancias de la Fenomenología de Hegel y las llevó hasta sus últimas consecuencias.
En este punto quisiera introducir una observación personal. La afinidad entre la Fenomenología de Hegel y Marx comenzó a resultarme cada vez más evidente en las reuniones de un grupo de lectura informal que tuvieron lugar en la década de 1970. Desde entonces, ha sido fundamental para mi desarrollo político y mi obra teórica.
Hacia fines de la década de 1960 y durante 1970, la relación entre Hegel y Marx recibió la atención de los especialistas. Desde entonces –es decir, durante las décadas del neoliberalismo–, Marx ha dejado de ser un tópico de moda para la academia. En este mismo período, los investigadores han tendido a ver a Hegel como una figura que ocupa una posición intermedia. En 2005, Frederick Beiser (2005: 216) describió a Hegel como un “reformista liberal”, y pocos académicos de hoy discreparían seriamente con esa afirmación.
Mi propuesta, que espero resulte más clara cuando el lector explore mi libro sobre Hegel, es que términos moderados que evitan los extremos, como el de “reformista liberal”, no hacen justicia al desafío que presenta Hegel. Los debates de fines de la década de 1960 y 1970, que exploran las perspectivas de este autor sobre la relación entre teoría y práctica, ponen de relieve ese desafío. El libro que publiqué en Herramienta apunta, de hecho, a renovar los debates de 1960 y 1970 en torno a Hegel. Desde entonces, las discusiones sobre este autor han “optado por lo seguro” en términos políticos. La tradición de la “izquierda hegeliana” ha sido (al igual que los lectores de Hegel como teórico de la “izquierda hegeliana”) una de las víctimas de la era neoliberal. En varios trabajos publicados en el sitio web de Heathwood, Adrian Wilding y yo hemos intentado infundir nueva vida a la izquierda del hegelianismo.3
En este punto de mi breve exposición, quizás sea posible abordar brevemente un aspecto que presenta dificultades. Entre los comentadores de Hegel, hay un debate de larga data acerca de si el Hegel “temprano” (esto es, Hegel antes de, e inclusive en, la Fenomenología de 1807) y el Hegel “tardío” (el de la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas de 1817 y 1831, junto con el de la Filosofía del Derecho de 1821) dicen lo mismo o no. Mi perspectiva es que hay cambios significativos. La Fenomenología –que considero la principal obra de Hegel– fue escrita cuando la Revolución Francesa era todavía un recuerdo vívido. En cambio, para cuando escribió Filosofía del Derecho, su pensamiento tenía un estilo menos radical. Lo que usted siempre quiso saber sobre Hegel y no se atrevió a preguntar se centra en la Fenomenología –en tanto difiere de Filosofía del Derecho– e intenta desplazar hacia el centro de la escena la respuesta de Hegel a la Revolución Francesa.
Como parte de esta respuesta, el Hegel de la Fenomenología se concentra en la historia. Más específicamente, presenta la historia como una extensa narrativa en la que la Revolución Francesa constituye el acto final.4 De acuerdo con la Fenomenología, la historia termina cuando el reconocimiento –o el reconocimiento social– adopta una forma no alienada o no contradictoria. De acuerdo con Hegel, en y a través de la Revolución Francesa, nace el reconocimiento sin contradicción o no alienado: de acuerdo con su perspectiva, donde existe reconocimiento aparece la libertad no alienada. En la actividad de las masas en las calles del París revolucionario, “cada cual hace todo siempre de un modo indiviso” (Hegel, 1971: 344); se alcanza entonces un anticipo del “reconocimiento mutuo” –o reconocimiento que es “ser reconocido por los otros”–. Para el Hegel de la Fenomenología (como para el de la Revolución Francesa), emancipación y reconocimiento mutuo son una y la misma cosa. El problema que Hegel percibe en la Revolución Francesa, y que la Fenomenología por su parte deja sin resolver, es que una forma de reconocimiento que prospera en la actividad de las masas se ve socavada cuando consigue fijarse socialmente; por ejemplo, al construir una Constitución. Si se parte de la terminología de Jean-Paul Sartre en su Crítica de la Razón Dialéctica, se diría que la fluidez de un “grupo en fusión” se cosifica como “grupo fusionado”. En la exposición que hice de Hegel para Herramienta, intenté explicar con cierto detalle qué es, para el Hegel de 1807, el reconocimiento mutuo. La idea clave es que, para Hegel, lo que es mutuamente reconocido es la libertad (la autodeterminación) de los individuos –de manera tal que, en una sociedad donde hay reconocimiento mutuo, la libertad de cada uno de los individuos se pone de relieve–. Una de las características relevantes de la Fenomenología es, sugiero, que provee a los revolucionaros y activistas con una imagen de lo que –en 2016, tanto como en 1807– la revolución debería intentar conseguir.5
A estos comentarios, ciertamente exiguos, sobre la emancipación, quisiera agregar una nota sobre lo que la Fenomenología nos dice acerca del reconocimiento de tipo contradictorio o alienado. Para el Hegel de 1807, la historia es una secuencia de patrones de reconocimiento contradictorio. La historia tiende a (o alcanza su conclusión con) la Revolución Francesa porque, por primera vez, se alcanza la libertad no contradictoria. Una de las razones por las que las revoluciones actuales deberían volver sobre la Fenomenología es que, allí, Hegel analiza sagazmente las formas que el reconocimiento contradictorio puede adoptar. Hay dos patrones que lo preocupan especialmente. Uno es el reconocimiento “unilateral y desigual” (ibíd.: 118): allí, la reciprocidad y el igualitarismo que caracterizan al reconocimiento “mutuo” se pierden de vista. El otro es el reconocimiento que se expresa en definiciones de papeles (o una división del trabajo) y que se inscribe en instituciones sociales de tipo alienante. Los activistas deberían leer la Fenomenología para comprender la importancia de aspirar como objetivo al reconocimiento de tipo no contradictorio. Si la revolución conduce a un reconocimiento contradictorio, pierde su carácter emancipador.
Este artículo se proponía ofrecer un marco a Lo que usted siempre quiso saber sobre Hegel y no se atrevió a preguntar. Más específicamente, he intentado esbozar argumentos que expliquen por qué a un lector podría resultarle importante enfrentarse con el pensamiento de Hegel. Durante muchos años, la Fenomenología ha sido punto de referencia para mis reflexiones. Al final de cada una de las líneas de pensamiento que he seguido, quien espera es la Fenomenología.
 
Febrero de 2016
 
Bibliografía
Beiser, F., Hegel. Abingdon: Routledge, 2005.
Gunn, R., “Emancipation, Recognition, Democracy”, Heathwood Institute and Press (4 de noviembre de 2015). Disponibles en: www.heathwoodpress.com (última consulta: 2/10/2016).
– / Wilding, A., “Revolutionary or Less-than-Revolutionary Recognition?” Heathwood Institute and Press (24 de julio de 2013). Disponibles en: www.heathwoodpress.com (última consulta: 2/10/2016)
–, “Occupy as Mutual Recognition”, Heathwood Institute and Press (12 de noviembre 2013). Disponibles en: www.heathwoodpress.com (última consulta: 2/10/2016).
“Marx and Recognition”, Heathwood Institute and Press (24 de noviembre de 2014). Disponibles en: www.heathwoodpress.com (última consulta: 2/10/2016).
Hegel, G.W.F., Fenomenología del Espíritu. Trad. de Wenceslao Roces. México: FCE, 1971.
McLellan, D., The Young Hegelians and Karl Marx. Londres: Macmillan Press, 1969.
Stepelevich, L.S. (ed.), The Young Hegelians: An Anthology. Cambridge: Cambridge University Press, 1983.
Toews, J. E., Hegelianism. Cambridge: Cambridge University Press, 1980
 
 
Artículo enviado por el autor para su publicación en este número de Herramienta. Trad. del inglés de Agustina Lojoya Fracchi
 
 
1Algunas discusiones útiles pueden encontrarse en Toews (1980) y D. McLellan (1969). Durante mucho tiempo he considerado invalorable la obra de L.S. Stepelevich (1983).
2 Hay traducción al castellano: La revolución teórica de Marx (México: Siglo XXI, 2004 [1967]) (nota de la trad.).
3Gunn/Wilding (2013a); Gunn/Wilding, (2013b). Hemos intentado seguir la misma línea de reflexión en Gunn/Wilding (2013b)
4Los pasajes clave sobre la Revolución Francesa se encuentran en la Fenomenología de Hegel; cf. Hegel, 1971: 343-350).
5 Para una discusión más elaborada de esta propuesta tan escueta, cf. Gunn, 2015.

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