23/11/2024

HAITÍ: Enfrentando al terremoto y a la herencia colonial. Enhebrando la solidaridad de pueblo a pueblo

 

 

 

 

 

 

Diálogo de Claudia Korol y Liliana Daunes con Camille Chalmers

El 27 de enero del 2010, fue difundida una declaración de un conjunto de organizaciones sociales haitianas, dirigida a los movimientos populares aliados, en los que se fija posición frente a la catástrofe que sacude a este país, y a las perspectivas de reconstrucción del mismo. En esta carta, se señala la necesidad, a pesar del dolor, de “reflexionar sobre lo que acaba de pasar y sacar de esta experiencia trágica las lecciones y las orientaciones que nos permitirán seguir nuestro incansable trabajo de construcción de otro país capaz de vencer el ciclo del hundimiento y la dependencia, y de colocarse a la altura de los sueños de emancipación universal de sus fundadores, y de todo el pueblo haitiano”. Se dice también que “nos conmueve profundamente la extraordinaria solidaridad manifestada por la población de la región metropolitana que durante los tres primeros días después del terremoto supo responder por la autoorganización, construyendo 450 campos de refugiados que contribuyeron a salvar miles de personas prisioneras de los escombros, e hizo posible la supervivencia de 1.5 millones de personas gracias al hecho que compartieron en forma comunitaria todos los recursos disponibles (alimento, agua, ropa). ¡Honor y respeto a la población de Puerto Príncipe! Estos mecanismos espontáneos de solidaridad deben desempeñar un papel esencial en el proceso de reconstrucción y de re-conceptualización del espacio nacional”. Para dialogar sobre la situación que hoy vive el pueblo haitiano, dialogamos con uno de los coordinadores de esta articulación de movimientos, Camille Chalmers

¿Cuál es la situación actual en Haití después del terremoto del 12 de enero, y transcurridos ya unos días desde el mismo?

Primero quiero decirles que es un shock terrible, un desastre. El sismo no sólo se llevó muchas vidas. Destruyó también muchas cosas en la sociedad haitiana. Provocó una ola impresionante de migración. Se habla de 480 mil desplazados para otros países, y todavía no alcanzamos a saber la cifra total de muertos y heridos. Por supuesto significa un trauma psicológico enorme, una descomposición social, una ruptura del tejido social realmente gravísima. Para entender este terremoto y las consecuencias que va a tener en la sociedad haitiana, hay que analizarlo en relación a la crisis que vive el país hace mucho tiempo, como producto de la situación colonial y neocolonial, y también como consecuencia de las políticas neoliberales aplicadas en los últimos 20 años, que han destruido gran parte del Estado, y han causado la hiperconcentración alrededor de la zona metropolitana de Puerto Príncipe.
La centralización alrededor de la “República de Puerto Príncipe” decidida por la ocupación norteamericana de 1915 es uno de los factores determinantes, y en particular, la liberalización total del mercado de vivienda, totalmente controlado por especuladores, explica que la mayoría de la población está viviendo en condiciones muy precarias, en zonas marginales, inestables, y con edificaciones que no pueden sostener un golpe como el que recibimos.
Me parece que es muy importante ver que es una catástrofe natural, pero que se inserta dentro de las políticas y de las consecuencias de las relaciones desiguales con las potencias, y en particular con Estados Unidos.
 
¿Qué está sucediendo en este contexto con la ayuda humanitaria?
 
Por un lado vemos que a nivel mundial hay una ola espontánea, muy bonita, de solidaridad con el pueblo de Haití, una solidaridad ciudadana que se expresó de múltiples formas. Pero también vimos a las instituciones dominantes, las ONGs internacionales y las grandes potencias, instrumentalizar la crisis haitiana para fines bélicos, que no tienen nada que ver con el sufrimiento y el dolor vividos por el pueblo de Haití. Particularmente debemos subrayar que Estados Unidos se aprovechó de la crisis haitiana para militar más el Caribe, para implementar un esquema militar: muchos buques de ataque, muchos aviones de ataque, que están desplegados sobre el territorio de Haití, alrededor del territorio de Haití, y por supuesto eso no tiene nada que ver con la ayuda humanitaria.
El pretexto utilizado fue que los militares de Estados Unidos están realizando ayuda humanitaria, pero de hecho sabemos que esta militarización entra dentro del proyecto más amplio del imperialismo para remilitarizar el Caribe, sobre todo a través de dispositivos bélicos, como los que existen ahora en Curaçao, como las nuevas bases de Colombia, para tener un dispositivo militar que pueda responder al descontento y a la sublevación de los pueblos en contra del capitalismo neoliberal, en contra del imperialismo. Está muy claro eso, y se puede explicar dentro de un contexto geopolítico.
También hay un dispositivo militar para prevenir olas de refugiados hacia Estados Unidos, lo que siempre ha sido una prioridad de su política externa. EE.UU. siempre ha gastado más plata en retener a los refugiados, en impedir la ola de refugiados, en vez de invertir en lo que llaman el “desarrollo” de Haití. También, teniendo en cuenta el nivel de pobreza del pueblo de Haití, Estados Unidos está pensando que este último golpe puede desembocar en una sublevación social, un estallido social, y por supuesto los 20 mil marines están ahí para prevenir este tipo de cosas, y poder reprimir al pueblo de Haití, para asegurar los intereses estratégicos de Estados Unidos. Denunciamos esto como un escándalo, ya que no solamente la intervención militar no ayudó al pueblo de Haití, sino incluso obstaculizó la llegada de ayuda humanitaria de muchos países, como de CARICOM, de Europa, o de Venezuela. Porque Estados Unidos se apoderó del aeropuerto de Haití, y selecciona qué tipo de aviones pueden aterrizar, dando prioridad absoluta a los aviones norteamericanos y a los periodistas norteamericanos.
Incluso hubo un escándalo cuando retrasaron el aterrizaje de un avión hospital de Francia, para dejar aterrizar al avión de Hillary Clinton.
Es realmente muy importante que se entienda que a pesar de la enorme ola de solidaridad, incluso en Estados Unidos mismo, para con el pueblo de Haití, esa ayuda fue canalizada a través de organismos y estructuras que realmente desvirtuaron esa solidaridad, poniendo esos recursos al servicio de los planes imperiales.
Un periódico de Estados Unidos señala que por cada dólar gastado supuestamente para las víctimas del terremoto de Haití, más de 33 centavos está consumido por el Ejército de Estados Unidos.
Las organizaciones sociales haitianas no aceptamos esta situación, la estamos denunciando, y no queremos que nuestro país sea convertido en una base militar para Estados Unidos.
 
Señalan ustedes en su carta: “Desearíamos ver nacer brigadas internacionalistas de solidaridad que trabajarían junto con nuestras organizaciones en la lucha por la realización de una reforma agraria y de una reforma territorial urbana integrada, en la lucha contra el analfabetismo y para la repoblación forestal, en la edificación de nuevos sistemas educativos y de salud universales, descentralizados y modernos”. ¿Qué posibilidades ven para que este tipo de solidaridad pueda concretarse hoy, desde las organizaciones sociales?
 
Realmente es un momento muy interesante para poder partir de ese interés sobre Haití, y que no sea un fenómeno mediático coyuntural. A partir de ese interés, necesitamos construir un sistema de solidaridad duradera, de largo plazo, que cambie básicamente la relación de Haití con el resto del mundo. Porque sabemos que Haití fue aislada, fue puesta en cuarentena desde la revolución de 1804, y todavía estamos sufriendo ese aislamiento.
Es muy importante que se conozca mejor lo que está sucediendo en Haití, y que podamos construir una solidaridad más profunda, más masiva y más duradera. Creo que es el momento para hacerlo, y por ejemplo denunciar la presencia de la MINUSTAH[3], denunciar la presencia de las tropas norteamericanas, y construir la solidaridad de pueblo a pueblo, que es la única forma para ayudar al pueblo de Haití para que pueda decidir estrategias eficaces para salir de la crisis.
 
Quisiera pedirte que en este contexto,  recuerdes para los latinoamericanos y latinoamericanas, qué significó la independencia de Haití en nuestra historia como continente.
 
Es muy importante recordarlo, porque la historia de Haití y sus aportes son silenciados por los medios occidentales. Por ejemplo en esta crisis, en vez de mostrarse la enorme ola de solidaridad dentro del pueblo de Puerto Príncipe, que permitió salvar muchas vidas, se trata de mostrar otra cosa.
Es muy importante decir que Haití jugó un papel clave en el proceso de liberación y de independencia del continente, porque la primera revolución antiesclavista y anticolonial nació en Haití en 1804, y abrió todo un proceso en América Latina. Hubo finalmente una colaboración directa entre el estado nuevo de Haití y los proyectos libertadores de América Latina a través de Francisco Miranda, Simón Bolívar. Incluso combatientes haitianos fueron a participar en las luchas contra la ocupación española. Haití fue un país que lanzó un grito de libertad, y que dijo al mundo que la esclavitud debería desaparecer, haciendo un movimiento muy importante de mundialización y globalización de los derechos humanos, incluyendo a todos los pueblos de la humanidad.
Durante todo el siglo XIX Haití siguió con ese papel, y recibió muchas invitaciones para participar en las luchas de independencia, incluso de Grecia.
Por supuesto, la respuesta de los imperios fue brutal. No sólo se produjo esa conspiración de silencio, sino también se impuso a Haití la famosa “Deuda de la Independencia”, firmada en 1825, que fue el paso para reintegrar la economía haitiana a la economía mundial bajo la violencia de la deuda.
Se declaró una deuda de 150 millones de francos oro, que el estado de Haití tuvo que pagar durante más de un siglo, y que todavía estamos pagando a partir de la transferencia de esta deuda hacia los Bancos de Norteamérica. Esta deuda fue a indemnizar a los antiguos dueños de plantaciones de esclavos de Francia. Una cosa totalmente escandalosa.
 
En una carta realizada desde Jubileo Sur, para los líderes de 20 países y organismos internacionales reunidos en Montreal, para debatir sobre los mecanismos de ayuda a Haití, se demanda precisamente que los gobiernos y organizaciones internacionales anulen de manera inmediata e incondicional la deuda externa reclamada a Haití, y que los recursos diseccionados a la reconstrucción de Haití, no generen nuevo endeudamiento ni sean utilizados para imponer nuevos condicionamientos, como es la práctica de las instituciones financieras internacionales tales como el Banco Mundial, el BID, el FMI y los llamados países “donantes”.
 
Claro, ahora en Haití estamos hablando de reparación, y de restitución. Decimos que esa deuda pagada con la sangre y el sudor del pueblo de Haití, debe ser restituida al pueblo de Haití. En vez de eso, el proceso de endeudamiento, como elemento clave de dominación sigue. Y en esta crisis reciente del terremoto, el FMI impuso a Haití un nuevo préstamo de 104 millones de dólares, diciendo que Haití tenía que empezar a pagar los intereses en el 2012. Eso es algo totalmente escandaloso, y muestra el cinismo de esos organismos, que incluso en la crisis humanitaria tan extrema, siguen con las mismas políticas de dominación, y siguen incrementando la deuda. Por eso creo que es el momento para intensificar la lucha que estamos llevando hace muchos años, para exigir la anulación total e incondicional de la deuda reclamada a Haití, que es una deuda ilegítima, una deuda ilegal, una deuda criminal.
 
Ustedes están exigiendo también el retiro de las tropas de la MINUSTAH. ¿Cuáles son las consecuencias de la presencia de estas tropas en este momento?
 
Hay toda una máscara para decir que son tropas de Naciones Unidas, que no es una ocupación, etcétera. Pero de hecho es una ocupación militar, y es una ocupación represiva, que está debilitando al Estado de Haití, a las instituciones haitianas, y que significa la violación de nuestra soberanía. Recientemente, por ejemplo, el secretario general de la ONU ha designado a Bill Clinton como coordinador de la ayuda externa de emergencia a Haití, y  del proyecto de reconstrucción de Haití. Es algo totalmente inaceptable. Debemos intensificar la lucha por la recuperación de la soberanía de Haití.
Durante la crisis que vivimos después del terremoto, a partir del 12 de enero, se vio muy bien que la presencia de esos 9000 militares bajo el paraguas de Naciones Unidas, no sirvieron de nada para ayudar a la población a hacer frente a la crisis.
El primer soldado de la MINUSTAH que vimos en las calles fue solamente el cuarto día después del terremoto, y la gente tuvo que enfrentar esta crisis con sus uñas, buscando sobrevivientes por debajo de los escombros, sin ninguna posibilidad de utilizar los equipamientos y los conocimientos de las tropas de la MINUSTAH. Es muy importante subrayar esto, porque se presentan como una tropa que también realiza ayuda humanitaria. Esto no tiene nada que ver. Su presencia contribuyó al debilitamiento del estado haitiano, que fue muy lento y muy ineficaz en su respuesta a la crisis. La MINUSTAH se está aprovechando de la crisis para reforzar su presencia. Incluso demandaron un aumento de efectivos de 3500 militares más, y es muy evidente el balance negativo de esta presencia desde el 2004, que no contribuyó a ayudar al país a salir de la crisis. Al contrario, se profundizó la crisis, y se debilitaron los instrumentos que permitirían salir de esa crisis.
 
¿Qué respuesta recibieron del llamamiento a las organizaciones populares para coordinar la solidaridad de pueblo a pueblo?
 
Es una respuesta entusiasta, muy interesante. Debemos subrayar que redes como Jubileo Sur se movilizaron de manera muy temprana después del terremoto, para canalizar ayuda a Haití, y para hacer un trabajo con la redacción de una nota que fue firmada ampliamente a través del mundo, que fue enviada a la Conferencia de Montreal donde se reunía el gobierno de Haití con los donantes. Fue una contribución muy importante. También tenemos que subrayar la presencia con nosotros de compañeros y compañeras de Centroamérica, de República Dominicana, de Puerto Rico, que vinieron físicamente a participar del esfuerzo para responder a la crisis, y que están haciendo una contribución vital para esta coyuntura, y que se ofrecen para participar en proyectos reales de reconstrucción de Haití. Porque cuando los Estados Unidos hablan de reconstrucción, ya vimos lo que pasó en Irak; son proyectos de reconstrucción que no tienen nada que ver con las necesidades del pueblo. Son proyectos en los que se enriquecen las trasnacionales norteamericanas, que tienen contratos multimillonarios, y que se aprovechan de la crisis otra vez para sacar beneficios. Es muy importante que el proyecto de reconstrucción, y las estrategias de reconstrucción sean definidas por el pueblo de Haití como actor central de este proceso. Esto los compañeros de América Latina, de Europa, Asia y África que se han manifestado, han entendido ese mensaje clave, y van a ayudarnos a construir la solidaridad duradera.
 
Te agradecemos este diálogo y te hacemos llegar nuestro abrazo. Sabemos que tu familia ha sido muy afectada también, y que fue destruida tu vivienda. Para vos y para todos los hermanos y hermanas del pueblo haitiana nuestra solidaridad.
 
Muchísimas gracias por todo lo que han hecho, por lo que siguen haciendo, y por la ternura que sentimos que viene de ustedes.
 

Diálogo realizado en el programa Juana Pimienta, de Radio Nacional de Argentina, el 5 de febrero del 2010.
 
[3] El 29 de febrero del año 2004, una intervención militar franco-norteamericana destituyó al presidente haitiano Jean Bertrand Aristide. Posteriormente, este golpe de estado fue reforzado y "legitimado" con la presencia de tropas militares que integran la Misión de Estabilización de Naciones Unidas para Haití (MINUSTAH), con efectivos de diferentes países de América Latina (entre ellos de Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Ecuador, Guatemala, Perú, Bolivia y Paraguay), y de otros continentes, organizados y financiados por EE.UU. y Francia.
 

 

 

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