23/12/2024
Por Logiudice Edgardo , ,
Edizioni Punto Rosso, Alessandria, 2008, 240 págs.
Herramienta ha publicado ya trabajos del autor y reseñas de algunos de ellos. También ha organizado un seminario-taller sobre aspectos de su pensamiento y propicia el Fondo Bibliográfico existente en el CEDINCI.
Puede decirse que toda la obra de Prestipino es un continuo hurgar en los escritos de Gramsci: un trabajo filológico en busca de la savia gramsciana para traducirla, -como el mismo dijera- traicionándola. Es decir, no se trata de una lectura evangélica, apologética o cristológica.
Dice el autor, en estas páginas que presentamos:
Estoy convencido que en Gramsci existen geniales anticipaciones de algunos caracteres de nuestro presente, pero también otros enunciados "obsoletos" y, sin embargo, capaces de incitarnos a corregir la mira a la luz (o en las sombras), precisamente, de nuestro tiempo.
Esa lectura-traducción, diría vampiresca, es en realidad una constante de la labor intelectual de Prestipino. El libro se inicia, precisamente, con una especie de breve mesa redonda de ultratumba entre sus maestros: Vico, Leopardi, Marx y Gramsci. Las intervenciones consisten en afirmaciones casi literales de aquéllos en juicios que suponen conocimientos de hoy. Pero Prestipino no es un espiritista, ni su mesa redonda tiene tres patas. El aire vampiresco de sus lecturas excede el espíritu de los muertos, obsesivamente escarba en los "núcleos de buen sentido" - aun en aquéllos con los que discrepa abiertamente. Convencido de la riqueza que se le ofrece en la concepción gramsciana de la dialéctica no puede sino pensar que el conocimiento se construye en base a diferencias y oposiciones, cuya síntesis no es única.
Esta estrategia es, en mi opinión, lo que enriquece sus trabajos. Ellos mismos sometidos, por él mismo, a esta lógica constructiva. Efectivamente, ciertos temas son constantes en su obra, aparecen, desaparecen y vuelven a aflorar, pero siempre innovados, enriquecidos por los cambios que acaecen en los fenómenos observables y en los conocimientos que se elaboran. Es como si fuese una partitura cuya melodía nos suena en la que se van añadiendo voces armónicas que la complican sin confundirla.
Se trata, me parece, de una consecuencia de su concepción epistemológica:
[…] los procesos mentales son traducciones antropológicas de los procesos que podemos continuar llamando reales. Pero, en todo caso, son traducciones selectivas. Su convalidación depende de su operatividad, o sea de su re-traducibilidad, no sin adaptaciones o ajustes, en nuevos datos empíricos, que por lo tanto aparecen como productos, ahora, de aquellos procesos mentales en su forma más completa de aparatos teóricos. Operatividad y traducibilidad: epistemología que podría ser evaluada como un (no increíble) "cordial entendimiento" entre Dewey y Gramsci.
Es con ese sentido que el autor aborda la vivencia-vitalidad de Antonio Gramsci. Por ello quien desfila en el libro no es él, ni su palabra escrita funciona como recurso al criterio de autoridad. El discurso nos pone de manifiesto los nudos problemáticos presentes que puede (debe) afrontar hoy una filosofía de la praxis.
Es difícil dar noticia exhaustiva del tratamiento de esos asuntos cuando el autor los plantea en un diálogo permanente con quienes, a su entender, se prodigan en abordarlos.
Así, en "De la filosofía «perenne» al presente histórico", luego de sintetizar su modelo de una dialéctica lógico-histórica, afronta la relación de la ontología del individuo y la herencia marxista en franco diálogo con Roberto Esposito, para abordar un "sumario" histórico del siglo XX a hoy, caracterizando nuestro momento como el de una "revolución pasiva" frente a la cual la política debe también considerar micro-proyectos alternativos.
En "Hegemonía y democracia entre Estado y sociedad civil" el esfuerzo ahonda en la fecundidad de las distinciones políticas y metodológicas de Gramsci, más su preocupación no se aleja de las formas que puede tomar la democracia, encarando la cuestión de la democracia directa y la representativa. (En este número publicamos una intervención de G.P. que constituye la base de ese capítulo).
"Del capitalismo hacia un nuevo comunismo" es un largo apartado que enfrenta distintas miradas, particularmente desde la "herencia" marxista, sobre los núcleos problemáticos actuales del capitalismo. Refiere allí algunos recientes debates en Italia y repasa algunas posiciones respecto a la interpretación de la ley de valor, tanto desde el punto de vista de la teoría económica como de una antropología filosófica. Presta allí especial atención a Enrique Dussel, y desfila también junto a Habermas y Rawls, nuestro conocido Jacques Bidet. Naturalmente de la apreciación resultante de las nuevas formas resultarán probables algunas concepciones sobre el "nuevo comunismo". Por ese lado entonces debe tener obligatoriamente en cuenta, no sólo algunas pistas renovadas en el Marx también vivo a pesar de tantos sepultureros, sino distintas perspectivas teóricas sobre la democracia, los partidos, los movimientos y, otra vez, la democracia directa, en la que nos honra disintiendo con nuestra concepción de la autonomía publicada en esta misma revista.
En "Transformación social y hegemonía ético-política" pone en el centro de su atención una pregunta "¿Revolución permanente (y revolución pasiva) o Reforma permanente? que, pese a su aparente anacronismo en los debates marxianos, aquí aparece como una novedosa re-creación de las categorías dialécticas gramscianas respecto a la relación sociedad-estado.
Fuertes juicios de confrontación con Jacques Attali prologan su defensa de la dialéctica de los opuestos para abordar "Culturas entre oposición distinción y diferencia". Dialéctica donde, recuerda junto a nuestro amigo Antonino Infranca, las síntesis no necesariamente deben resolverse en encuentros frontales, es decir, son probables síntesis en la que opuestos-distintos no antagónicos pueden devenir complementarios. Este tipo de concepción, fundado en la lectura de Gramsci, le es útil para abordar las diferencias existentes dentro de un bloque histórico, particularmente las culturales, las de género y las etarias, que pueden tener así resoluciones novedosas e innovadoras como anticipaciones de otro bloque, pero formas de resolución no válidas para los opuestos antagónicos como son los conflictos de clase.
Completan el libro un pequeño capítulo sobre "Cultura y naturaleza" y otro sobre la naturaleza y la estética. Cierra un apéndice sobre el humanismo de Mario Rossi.
Para aquellos que conozcan o se animen a la lengua del Dante, además, de un pensador pródigo en enlazar el pensamiento clásico con el pensamiento contemporáneo, el libro le puede brindar, junto al dolor de nuestro desgarrado mundo actual, el placer de una prosa franca y aguda. Creo que el esfuerzo vale la pena.
A los buenos lectores de Gramsci, el minucioso trabajo de reconstrucción y reelaboración filológica, les ofrecerá una lectura sagaz y abierta a la creatividad, a la interpretación audaz, no de capilla.
A los militantes, un paradigma de filosofía de la praxis, un ejemplo claro de la Tesis XI.
En lo que a mí respecta - y perdón por la vanidad - la posibilidad de encontrar en el maestro nuevos temas de debate, con un político-filósofo, un humanista de ochenta y cuatro años que, sujeto a tres sesiones semanales de diálisis, aprovecha las cuatro horas que cada una de ellas le insumen, para seguir informándose y poder así participar en la lucha ideológica.
El texto estará a disposición de los lectores en el CEDINCI o a través de Herramienta.
Mayo 2008