23/12/2024

Fue hermoso, podría haber cambiado todo

Hablar de Que Se Lixe la Troika*** es hablar también con la emoción. Porque fueron tiempos de discusión –tantas veces más encendida y tantas otras más tibia de lo que la madurez política aconsejaba-, de entrega plena de esperanza. Fueron noches de no dormir, complicidades nacidas en la concepción y ejecución de acciones que nos ponían el corazón al galope. Pero también desilusiones inesperadas.

Pero esa no es la parte interesante de la cuestión. Esa será, para lxs románticxs, la historia que será contada a lxs nietxs, no es la historia de donde se sacan las lecciones que parirán nuevas historias.
Sin nunca haber sabido definirse –recuerdo las discusiones interminables sobre su naturaleza y el humor con que a ellas sobrevivíamos terminando siempre por autodenominarnos como el “ovni”, a falta de mejor y más consensual definición-, el QSLT fue el colectivo de sigla feliz que juntó en la calle, por dos veces, más de un millón de descontentos con la gobernación.
Vivíamos años de aflicción: todos los días sabíamos de alguien próximo más que emigraba. Todos los días sabíamos de la desesperación de alguien más que perdía la casa a manos del banco. Todos los días sentíamos la humillación de quien, trabajando, no conseguía sobrevivir con un mínimo de dignidad o de quien, perdiendo el trabajo, regresaba con la familia a la casa de los padres donde intentaban vivir todos con pensiones difíciles incluso para dos.
Por la televisión y por los diarios nos llegaban los delirios de los gobernantes (PSD-CDS) que parecían no conocer el país y las amenazas de los gobernantes de los gobernantes (Troika).
En marzo de 2011, una convocatoria inédita aparece en las redes sociales: cuatro jóvenes universitarixs, glosando un epíteto1 que quedó de los tiempos de la lucha contra las propinas universitarias y los exámenes en el secundario durante el cavaquismo, apela a que se hagan oír en las calles las razones de las protestas que están en la boca de toda la gente. Y, bajo el lema “Geração a Rasca”, las calles de Lisboa son inundadas por viejxs y nuevxs, cada uno/a trayendo de la casa su cartel. En otras ciudades del país, a escala de cada una, sucede lo mismo.
“La revolución está por pasar por aquí”, me decía una amiga al teléfono. No había cordones ni servicio de orden sindicales, no había banderas partidarias. Sólo gente, mucha gente. Gritaban lo que les venía en gana, cosas ya escuchadas antes y otras nunca antes dichas. Y mucha, pero mucha gente, se tomó el trabajo de escribir algo en una cartulina o en una hoja de papel, más grande o más pequeña. Y de esa revolución que ella me habla conmovida, la que trae tanta, pero tanta gente hacia la calle que nunca ahí gritó y tanta otra que nunca ahí estuvo a no ser en respuesta a convocatorias de partidos o sindicatos.
Con el tamaño de la manifestación, se espantó la proto-organización. Se espantaron lxs manifestantes. Se espantó la comunicación social. Y los partidos y los sindicatos. Todo era novedad. Era nueva la descentralización al modo de “organiza en tu ciudad”. Era nueva la ausencia de protocolo en relación a las consignas y a todo en la manifestación. Era nueva la participación de cada uno/a con sus gritos estampados en los carteles o en las remeras. Era nueva la mezcla de gentes tan diferentes. Era toda una nueva ocupación de la calle.
Año y medio más tarde, “Que se lixe la Troika: Queremos nuestras vidas” fue la apelación para la primera manifestación organizada por el colectivo QSLT, creado en junio pero todavía desconocido por fuera de los más politizados. Con más recursos – humanos y de experiencia, ya que este grupo2 era compuesto por activistas con práctica militante, más o menos partidaria o incluso nada partidaria, práctica sindical o no por eso, más práctica militante – de lo que el grupo Geração a Rasca, el QSLT aparece reivindicando la dimisión del gobierno e invitando, a través de las redes sociales, a la ocupación de las calles de la capital en el día 15 de septiembre de 2012. Rápidamente, desde la capital se extiende el llamado a las otras ciudades.
Pero lxs activistas del QSLT, al contrario de lxs organizadores de la manifestación de la Geração a Rasca, tenían una preocupación: afirmar claramente que la lucha contra la austeridad es una lucha política. Mientras aquellxs habían alardeado acerca del carácter apolítico de la ocupación de la calle en marzo, estxs, subrayando el modo apartidario del grupo, niegan la faceta apolítica de las respuestas necesarias. No es suficiente clarificación para evitar que skins y fascistas afines participen, pero deja a la extrema derecha incómoda para ocupar la calle al lado de gente que grita contra la Troika, la austeridad, pero también por la dimisión del gobierno.3
En Lisboa, 500 mil personas llenaron todo el recorrido de la manifestación, no cabiendo en la Plaza de España, donde el carrito del sonido exclamaba palabras imposibles de hacerse oír por una instalación sonora que no previera más que algunos escasos millares de manifestantes. Más de un millón de personas se juntaron en todo el país4. Por primera vez. No sería la última. Luego allí, fue anunciada una concentración para una semana después (21 de septiembre), en Belén. Una euforia derramando esperanza llevó el límite de la convocatoria a una distancia sólo posible de cubrir con una comunicación que los diarios y las televisiones no nos facilitaban. De todos modos, varios millares pidieron la dimisión del gobierno durante horas, mientras se desarrollaba el Consejo de Estado. El tono ya no era sólo de espanto y alegría. Varias personas fueron detenidas por el lanzamiento de petardos. El micro provisto por los Precarios Inflexibles fue varias veces ocupado por grupos nacionalistas entonando el himno. Por algunos momentos, se escucharon consignas homofóbicas, muy apreciadas por lxs militantes de extrema derecha que con nosotros convivían –con algún arrojo- en aquel espacio donde las esperanzas mayores se situaban todas a la izquierda.
Tres semanas después (13 de octubre), la Plaza de España, en Lisboa, fue palco del mega- concierto “Cultura contra la Troika”. La idea, nacida un mes antes, no necesitó mucho para juntar artistas que, durante muchas horas, tocaron y cantaron su mensaje contra las políticas de la Troika: que se lixem! La plaza de España se llenó, una vez más, con millares de familias que entendieron que existían razones para cambiar el programa dominguero. Muchas de estas personas nunca habían estado en una manifestación política y, en el espacio de pocas semanas, hicieron parte de varias.
Y, de repente, juzgábamos que un país entero caía en la cuenta de que nunca más callaría la indignación. Juzgábamos que la revuelta había ganado un espacio que nunca más se vaciaría. Por eso, no entendemos a los pocos millares que gritan “La Merkel no manda aquí”, después de su visita a Portugal, el 12 de noviembre.
A fines de 2012 e inicios de 2013 fueron meses de intensa discusión dentro del QSLT. Mientras se pensaba la continuación de la movilización, nos perdíamos en enmiendas, cortes y agregados a los textos a publicar, en la búsqueda de un consenso absoluto que, de tan absoluto, fue siempre artificial. Las intenciones de los activistas del QSLT convergían en poco más que la dimisión del gobierno y el fin de la austeridad. Y sobraban esperanzas y voluntades. De comisarixs políticxs partidarixs. De activistas comprometidxs primeramente con la intervención social, la mayor parte de ellxs no organizados en ningún partido político aunque fieles al voto a la izquierda. De jóvenes y menos jóvenes hace mucho empeñadxs en luchas varias y de otrxs que, por primera vez, pensaban alternativas de forma colectiva. De lxs que creían religiosamente en la posibilidad de la sinceridad de la discusión y horizontalidad de las decisiones y de lxs que, incluso sabiendo de las ventajas de la participación, hacían depender la eficacia de las decisiones de la calidad de lxs decisores y, por lo tanto, no se perdían en propuestas ni en intenciones igualitarias que consideraban de una ingenuidad peligrosa. Y, hasta, de gente presa a agendas políticas personales. Chocaban modelos de organización que, antes que nada por no ser explícitos, eran de imposible conciliación. Eran las contradicciones inevitables resultantes de entendimientos de intervención social diferente: por un lado, quien quería construir allí un espacio de discusión y de decisión colectiva que contribuyese a la concientización y movilización social; por otro, quien quería hacer allí un espacio fértil en el refuerzo de movilizaciones y reivindicaciones decididas en otras estructuras y organizaciones. A pesar de todxs querer la renuncia del gobierno y el fin de la austeridad, el esfuerzo empeñado en esa lucha era casi tan grande como el invertido en el control de la lucha o en el combate al control de la lucha.
Para unos/as, la cuestión era “¿cómo crear un movimiento creciente de movilización? ¿Cómo crear conciencia política y necesidad de participación?”. Para otros/as, la cuestión era “¿Cómo aprovechar la movilización, haciéndola crecer en la dirección correcta? ¿Cómo crear conciencia política y necesidad de participación, sin perder el control de las reivindicaciones, ni de la propia movilización?” Entre los más politizados las tensiones crecían y, sin nunca ser formulada, una preocupación dominaba las discusiones: la intervención de los partidos en el QSLT –y en los movimientos sociales, en general- y la tentativa de dirigirlo.
Cuando el QSLT se decide por una nueva manifestación, para el 2 de marzo (“Que se lixe la Troika: el pueblo es quien manda”), tropieza con un muro de silencio de la comunicación social. Facebook es el único sitio donde la convocatoria pasa. El desinterés de los diarios y de la televisión rebela intenciones vergonzosas pero eficaces en el boicot a la divulgación de la acción.
 
y se convirtió en arma poderosa cuando fue usada sin control
Es en este contexto que se intenta algo cuyo resultado no podíamos prever: el día 15 de febrero de 2013, durante el debate con el gobierno, un grupo de activistas del QSLT interrumpe al primer ministro cantando la Grândola 5. Sabíamos que saldría en directo en la televisión. Acá afuera, apenas una declaración corta donde se apela a la manifestación del próximo día 2 de marzo.
De la conmoción que fue escuchar a uno de los policías que procedió a nuestra evacuación de las galerías decir, en voz baja y embargada “gracias, gracias”, de la conmoción que fue cantar la señal de la revolución en el hemiciclo obligando al primer ministro6 a callarse, de la conmoción que fue percibir la histeria de la Presidenta de la Asamblea de la República7, de la conmoción que fue escuchar la Grândola resonar por los corredores cuando salíamos… de toda esta conmoción se contará a quien no estuvo presente y gustaría de haber estado y también a los nietxs.
Para aquí, lo que interesa es que esta “grandolada” fue replicada, durante meses, siempre que un/a gobernante/a aparecía en público. Lo que interesa es el efecto que tuvo al convertirse en una poderosa arma de afirmación de la protesta. El gobierno empezó a esconder su agenda. Lxs periodistas se volvían locxs para planear transmisiones en directo. A toda hora circulaban mensajes y se juntaban decenas de “cantores”. El gobierno huía de la injuria constante. Era perseguido por una canción que todxs conocen y nadie consigue ignorar. La convocatoria de la manifestación se volvió conocida pero, sobre todo, de norte a sur, donde quiera que apareciese y durante muchos meses, el gobierno era recibido no con una protesta cualquiera, sino con el símbolo de la libertad (y de la liberación) y, también desde el punto de vista simbólico fue una escena fuertísima, pues a toda hora pasaban imágenes televisivas de esta nueva utilización de “la” señal. Imposible no soñar con que ahí vendría, esta vez.
 
El pueblo es quien manda ¿Y después?
El 2 de marzo de 2013 –bajo el lema “Que se lixe la troika: El pueblo es quien manda”- más de un millón de personas volvieron nuevamente a la calle. En decenas de ciudades portuguesas, pero también en el extranjero donde todos los días llegaban más portuguesxs.
Lisboa nunca había visto una manifestación de esta dimensión. Pero esta vez, impresionó no solamente por el tamaño –el mayor de siempre- más sobre todo, por los rostros cerrados de las personas. La indignación y la revuelta se leían en los carteles, pero la tristeza y la falta de esperanza estaban escritas en las caras y en las miradas.
En Lisboa, terminó en el Terreiro do Paço. A las 18 hs., activistas del QSLT subieron al palco y, mientras a la misma hora en otras ciudades se hacía lo mismo, fue leída una moción de censura popular8 y cantada la Grândola. Abajo, la mayor plaza del país llena. Algunas lágrimas se mezclaban con la señal revolucionaria. Y muchos, muchos puños en el aire. Todavía algunas decenas de miles de manifestantes no habían llegado a la plaza y ya todo terminó.
En Lisboa, terminó incluso antes de haber terminado. Como si no hubiese otro camino posible –regresar a casa, aunque aún sonaran gritos en la calle – y nos quedara a penas la nostalgia de un sueño que allí nos había llevado.
A partir de esta altura, el QSLT fue muy (justamente) criticado por activistas (dentro y fuera del colectivo) que no se conformaban con la organización de momentos de protesta sin apuntar a alguna posibilidad de continuidad, como si la movilización fuese una acción ritualizada de espacios y tiempos limitados y la única perspectiva fuese la de la expresión de la revuelta como alivio para regresar a casa con la fuerza necesaria para aguantar todo.
 
Coexistencias difíciles tipo jerigonzas
Mientras, las tácticas partidarias dictaban maniobras más descaradas que lo habitual y profundizaban fracturas: por ejemplo, en una asamblea abierta para decidir acciones y formas de lucha, gran parte de lxs participantes, siendo militantes partidarios, nunca antes habían puesto los pies en una reunión del QSLT. No venían a discutir, venían a influenciar decisiones, votar.
Internamente, la desconfianza gana lugar, como siempre sucede cuando la democracia disminuye. Por un lado, las prácticas promotoras de condiciones igualitarias de participación en la discusión y decisión son apenas un recuerdo en cuanto se hacen reuniones de petit comités clandestinos donde se multiplican manipulaciones. Por otro, compañerxs verdaderamente comprometidxs con la lucha de clases no lograban admitir que un colectivo cerrado, donde sólo se participaba con invitación, a pesar de haber organizado momentos de protesta que sobrepasaban en mucho a la capacidad de movilización partidaria y sindical, nunca podría ser un movimiento de masas. Entre otras razones porque la comunicación por sí sola no cultiva conciencias, ni la participación y la decisión se hacen sin democracia.
Externamente, prosiguió un periodo donde se multiplicaron las pequeñas acciones, en procura de alguna que tuviese el efecto replicador de las grandoladas. Tal vez la relación de fuerzas, dentro del QSLT, todavía fuese favorable a quien pensaba la movilización sin dueños…
 
De las grandes a las pequeñas acciones
El 16 de abril (2013), a propósito de una visita de la Troika a Portugal, se juntaron centenas de personas frente al hotel donde estaba instalada, en una acción relámpago convocada con pocas horas de anticipación. Porque involucró a la policía y hasta una detención, incluso tuvo alguna cobertura mediática.
Lo mismo ya no sucedió en otras acciones como, por ejemplo, “Si estás por ser robado pita” (carteles en varios puntos de Lisboa, donde el tránsito era más intenso); o el esténcil “Vendido a la Troika”, como el logo de una agencia inmobiliaria, que marcó a escuelas, estaciones de subte, estaciones de correo y otras instituciones públicas; o “La Troika mata” (suspensión en diversos semáforos de la ciudad de “ahorcados” (muñecos de tamaño real) con el letrero “Troikado”, a pesar del caos causado en el tránsito cuando, de mañana, sólo los bomberos los conseguían sacar; o la semana del micrófono abierto que, todas las tardes, tenía un tema diferente (cultura, salud, educación, etc.)
Mientras, desobediencias ajenas van soplando esperanzas: la CGTP que anuncia una marcha en el puente 25 de abril y comienza una pulseada nunca antes vista con el gobierno9 y un grupo de 250 personas que, en el final de una manifestación, sigue camino y es parado (y detenido) por la policía a la entrada de la autopista en la salida de Lisboa.
El día 1 de junio de 2013, asociándose a la movilización internacional “Pueblo contra la Troika”, el QSLT promueve una de sus últimas manifestaciones. Una vez más, el recorrido (trazado y acciones a suceder durante) y el final son objeto de grandes discusiones internas. Gana la versión de la organización sin trastornos. Y se juntan 2 o 3 millares, tanto por convicción como por obligación.
Cuando Paulo Portas10 anuncia su renuncia (2 de julio de 2013), se juntan en el Marqués de Pombal, en Lisboa, centenas de personas. “Obviamente, están demitidos”11, se leía en una pancarta gigante que encabezara la manifestación de junio. Autos que pasan solidarizándose con la protesta, tocan bocina. Son multados, que el gobierno no está dispuesto a dejar pasar protestas sin castigo.
5 de octubre12: “Que se lixe a la troika: El pueblo contraataca” concentró pocas centenas de personas cantando la Grândola en la Plaza del Municipio mientras, en los Pazos del Consejo, transcurrían a puerta cerrada las conmemoraciones oficiales de la República. Como no cerraron las ventanas, la música entró en directo en las televisiones que captaban imagen con sonido. Un activista fue detenido por agentes de civil.
Endurece la austeridad y cada vez es más evidente la falta de independencia de la comunicación social, que obedece sin pudor a la voz del dueño. No logrando hacer pasar en ningún órgano de comunicación el anuncio de una nueva manifestación contra la austeridad (26 de octubre, “Que se lixe la troika: No hay callejones sin salida”), el QSLT crea personajes ficticios que convocan a una manifestación contra la austeridad con conferencia de prensa de apoyo a la Troika. En el día, caen allá periodistas como moscas a la miel. Son profesionales engañados con mucha creatividad que tienen que dar la noticia de “apoyo” que al final era un vehemente “que se lixe” y una convocatoria para la manifestación siguiente. El 26 de octubre, la manifestación termina con un concierto en S. Bento. Con la música se atraen más personas y con el palco se evita la subida de las escalinatas de la Asamblea de la República.
Varias veces, el QSLT discute opciones muy fuera de lugar. Pero la radicalización de la lucha es un riesgo que no sabe asumir y se queda en las discusiones de cómo hacer ocupaciones que nunca llegan a suceder, etc, etc. Y termina siendo natural la negociación con la presidente de la AR que lleva no sólo a la no subida de las escaleras13, sino también, a la garantía de que esto no sucedería.
 
Hasta que no se pueda negar
2014 fue un año singular en la vida del QSLT. Por un lado participó en la organización de los “Ríos al Carmo” con cortejo propio14 (“Que se lixe a la Troika: Puedes ser la gota de agua”). Por otro, discutía la formalización de su fin.
En aquella que fue su última acción, el QSLT participó con decenas de organizaciones /grupos – políticas, culturales, grandes, pequeñas, conocidas o no,…- lo que constituyó un fin mejor del que se discutía en pasillos y asambleas.
Mientras participamos en la preparación de una acción que nos devolvía un bocadito de esperanza en la expresión de nuestro sentir – porque algún sectarismo había sido olvidado, porque nos proponíamos ocupar la calle sin pedir permiso, porque nacían ríos con cursos a definir por sus propias aguas convergentes para terminar todos en el local y en la madrugada en que todo comenzó, porque estábamos juntxs y juntxs pensábamos las respuestas a la represión-, lo hicimos siempre en abierto conflicto con el colectivo. La razón era aquello que, para las que por allá andábamos, tenía pleno sentido en este tiempo: la desobediencia asumida, la no comunicación de los recorridos hasta la Cámara, la definición de estrategias de defensa en caso de conflicto con la policía. La oposición que tuvimos que vencer en el colectivo era ya una señal inequívoca de que no teníamos que preocuparnos con su futuro: el QSLT ya era.
Al mismo tiempo, en vez de gastar energías en lo que estaba por suceder, las asambleas del QSLT discutían la posibilidad de la formalización de su fin. Terminar con una acción en el día de reflexión de las elecciones para el parlamento europeo, de tal forma que tengamos un último momento de visibilidad al provocar una carga policial y ser detenidxs por la policía, o mantener el colectivo en coma esperando oportunidades de resurrección dudosas, fueron hipótesis sólo posibles en medio de la desesperación de quien ya sabía al movimiento muerto pero todavía se le apegaba, o de quien ya no tenía ninguna esperanza en la utilización del colectivo para fines (que consideraba) mayores, ligados a agendas que poco tenían que ver con el momento político, la lucha social y necesaria.
 
Siempre se puede
Siempre podríamos haberlo hecho mejor, mucho mejor. Porque siempre se puede. Es así.
Pero es imperdonable si no aprendemos con todo este proceso, con sus virtudes y vicisitudes. Aprender para hacerlo mejor más tarde o, en lo mínimo, no repetir los errores. Hacer otros, pero no los mismos.
Por mí –radical romántica que rechaza abdicar de las utopías que nos dan razones para la práctica, para la militancia, para el activismo-, aprendí que la coexistencia de independientes y corrientes políticas puede no sumar ni una gota a la concientización política. Y que la intervención de los partidos en los movimientos sociales puede ser vital si se verifica la disponibilidad de su fuerza, presencia institucional y medios técnicos. Que la intervención de lxs activistas que se reconocen en los partidos de izquierda se debe traducir en una militancia generosa y constructiva, todo lo contrario de invertir en su control. Que un partido de izquierda debe tener la preocupación de crear movimientos donde la capacidad de participación y decisión sea completa y autónoma. Que el trasplante de estructuras con direcciones más o menos formales de los partidos hacia los movimientos sociales es mortal.
 
Artículo enviado por la autora para ser publicado en este número de Herramienta
Traducción del portugués a cargo de Raúl Perea
 
*** El término portugués “lixar” refiere literalmente a “limpiar”, “lijar”, etc. La consigna lo utiliza en forma de repudio, su sentido más preciso en español sería “Que se joda la Troika” [N. del T.]
1 En la década del 90, el movimiento estudiantil contra la ministra de educación Manuela Ferreira Leite (más tarde ministra de finanzas del PSD) fue fuertemente reprimido y apodado de “geração rasca”. (Geração rasca=generación ordinaria; vivir a la rasca=vivir con dificultades).
2 Donde sólo se hacía parte por invitación de alguno de los miembros promotores.
3 En la manifestación de la Geração a Rasca, un grupo skinheads intentó disputar la cabeza de la manifestación.
4 Una semana antes, el primer ministro Passos Coelho dio una preciosa ayuda a la movilización con una medida que beneficiaba a los patrones y penalizaba a los trabajadores, el descenso de la TSU (impuesto relativo a la seguridad social). El anuncio desvergonzado de dicha medida hizo explotar una onda de indignación que se reflejó en las calles, el 15 de septiembre.
5 Grândola, de José Alfonso: canción transmitida en la radio dando la señal para la revolución de 1974, el 25 de abril.
6 Passos Coelho.
7 Assunção Esteves.
8 “Esta Moción de Censura Popular expresa la voluntad de un pueblo que quiere tomar el presente y el futuro en sus manos. En democracia el pueblo es quien manda.
Los diferentes gobiernos de la Troika no nos representan. Este gobierno no nos representa. Este gobierno es ilegítimo. Fue electo en base a promesas que no cumplió. Prometió que no subiría los impuestos, pero los aumentó hasta niveles insoportables. Garantizó que no arrebataría las pensiones ni cortaría los subsidios de quien trabaja, pero no hay día en que no robe más dinero a los trabajadores y los jubilados. Juró que no despediría empleados públicos ni aumentaría el desempleo, pero cada hora que pasa hay más gente sin trabajo.
Esta Moción de Censura es la expresión de aislamiento del gobierno. Puede cocinar leyes y decretos con la banca y su mayoría parlamentaria. El Presidente de la República hasta puede aprobar todo, incluso lo que subvierte a la Constitución que juró hacer cumplir. Pero este gobierno ya no tiene legitimidad. Tiene en contra suyo a la población, que exige como punto de partida, la renuncia del gobierno, el fin de la austeridad y del dominio de la troika sobre el pueblo, que es soberano.
¡Que el pueblo tome la palabra! Porque el gobierno no puede y no consigue hacer que el pueblo renuncie, pero el pueblo puede y consigue renunciar al gobierno. No hay gobierno que sobreviva a la oposición de la población.
Esta Moción de Censura Popular es el grito de un pueblo que exige participar. Es la afirmación pública de una creciente voluntad del pueblo para tomar en sus manos la conducción del país, derrumbando un poder corrupto que se arrastra a lo largo de varios años.
En el día 2 de marzo, por todo el país y en diversas ciudades por el mundo, bajo el lema “Que se lixe a la Troika. El pueblo es quien manda”, el pueblo manifestó una clara voluntad de ruptura con las políticas impuestas por la troika y llevadas a cabo por este gobierno.
¡Basta! Obviamente, están demitidos. Que el pueblo mande!”
9 Pulseada en todo favorable a la central sindical que, en el último momento, cedió cubriendo de desilusión a quien en ella viera la esperanza de la vieja central adecuar las luchas a los tiempos y, al mismo tiempo, calmando a quien en ella viera el peligro del abandono de la ritualización de las protestas.
10 Líder del CDS, partido del gobierno.
11 Frase dicha por Humberto Delgado, refiriendo al dictador Salazar, durante la campaña para las elecciones de 1958.
12 5 de octubre de 1910 – implantación de la República en Portugal. Uno de los feriados abolidos por el gobierno.
13 La subida de las escaleras de la AR pasó a ser una señal de desobediencia, y escenario de enfrentamientos de alguna violencia entre manifestantes y policías de choque.
14 En la noche del 24 para el 25 de abril, partieron de varios puntos de la ciudad varios ríos que desaguaban en el Lago del Carmo (lugar del cuartel donde, en Lisboa, se rindió Marcelo Caetano), en conmemoración de la revolución de 1974. Fue una acción producto de la iniciativa de activistas independientes de partidos políticos y que se decían ser una alternativa a las conmemoraciones oficiales del 25 de abril. De varios puntos de la ciudad partían manifestaciones organizadas por colectivos (más o menos formales) que se reunieron frente al cuartel del Lago de Carmo, donde sería cantada la Grândola a las 0hs. 20’, hora en la que se pasó en la radio en la madrugada del 25 de abril.

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