28/03/2024

En septiembre de 1867 se publicó el primer volumen de El capital. Entrevista a Aldo Casas

Por Revista Herramienta

“El capitalismo nos condujo a una situación donde retomamos la lucha por el comunismo o aceptamos un retroceso civilizatorio descomunal”

M.H.: ¿Qué te motivó a escribir Carlos Marx nuestro compañero?

A.C.: Dos cosas. La primera es mi convicción personal, intelectual y política, de que Marx sigue siendo una referencia imprescindible en la lucha contra los males del capitalismo porque la investigación y la crítica que hizo Marx hace 200 años, sigue siendo insuperada. Pero además de eso, lo que me llevó a escribir el libro fue que, desgraciadamente, tengo la impresión que las luchas y los movimientos sociales en las últimas décadas perdieron de vista esa referencia y Marx es en gran medida un desconocido para gran parte de los nuevos luchadores y los que lo conocen a veces tienden a imaginarlo como un intelectual encerrado en una biblioteca que escribió un libro muy largo y muy difícil de leer en varios tomos que se llama El Capital.

Contra esa idea quise rescatar lo que me parece es una valoración más justa y más correcta de lo que significó Marx: reivindicarlo como un compañero, un militante revolucionario en una época histórica bastante distinta a la nuestra, pero que tuvo la capacidad, en pleno Siglo XIX, de prevenir como ningún otro los males que hoy estamos viendo, por ejemplo, con esta pandemia, en la que cada vez es más evidente que el curso de la expansión mundial del capital, y el progreso y la modernidad, en los términos y el contenido que el Capitalismo ha dado a estos procesos, conducen no solo a una mayor explotación y marginación de millones y millones de hombres y mujeres, sino también al riesgo cierto de un colapso civilizatorio. Ese es el sentido de rescatar a Marx como un compañero, un militante, seguramente con mucha más capacidad que nosotros.

M.H.: Hay puntos débiles en Marx y hay contribuciones valiosas. En uno y otro aspecto ¿qué nos podrías comentar?

A.C.: Es cierto que, en algunos aspectos, para ser fiel a lo esencial y a “la línea roja” del pensamiento de Marx hay que atreverse a discrepar con él en algunas cosas. Por ejemplo, y yo lo señalo así en este libro, Marx a pesar de la agudeza de su crítica al capitalismo, en algún momento esa crítica se mezcla con una cierta ilusión en que el mismo desarrollo de las fuerzas productivas y de la economía iban a generar condiciones que prácticamente preparaban una victoria relativamente sencilla de la revolución. Hay frases de Marx que usó bastantes veces en tal sentido, como cuando afirmaba que en las entrañas del capitalismo estaba formándose ya la nueva sociedad y que en un momento de crisis, cuando “maduraran” las condiciones, el proletariado tendría la suficiente fuerza, capacidad organizativa y claridad política como para terminar con el capitalismo y utilizar la herencia del desarrollo capitalista en función de la construcción de una sociedad nueva.

Esa perspectiva se reveló equivocada. Hoy creo que debiera estar claro para todos que el capitalismo no prepara las condiciones para un pasaje relativamente sencillo a una sociedad sin clases, sino que por el contrario preparara las condiciones y nos empuja hacia un abismo. De tal manera que la revolución es más que nunca una lucha y una construcción que exige creatividad, reflexión crítica y autocrítica.

En ese sentido también debemos aprender de Marx, y yo dedico a eso el último capítulo de mi libro: Marx fue el primer crítico de Marx. Fue capaz de decir, y varias veces, medio en broma pero en serio, frente a sus discípulos que se reclamaban marxistas y como tal le pedían opinión sobre tal o cual cosa, él los frenaba y les decía que no era marxista. Más allá de lo que podía tener de ironía esa frase, lo cierto es que hacia el fin en 1880, en sus últimos años, mientras trataba de completar El Capital, cosa que nunca terminó de hacer, acometió investigaciones teóricas y políticas de una dimensión descomunal que han permanecido en gran medida desconocidas. Por ejemplo, para entender lo que pasaba en Rusia, donde había comenzado un movimiento de protesta contra la autocracia zarista muy grande, con corrientes revolucionarias que eran una mezcla de anarquismo y terrorismo, que eran los llamados Populistas, Marx se apasiona por estudiar esa realidad y aprende ruso para leer en su idioma original documentos y los libros que le permitieran entenderla. Y formuló un diagnóstico que contradice gran parte de lo que había dicho antes y sostenía la mayor parte de sus discípulos de ese momento. Concretamente, que en Rusia se había abierto la posibilidad de una revolución que podría tener como base para avanzar hacia el socialismo, no a la clase obrera ni a la gran industria, sino al campesinado y la obchina o mir, porque  a diferencia de todo lo que había pasado en Europa Occidental, el campesinado ruso mantenía elementos de la tradicional comuna rural y apoyándose en ella resistía la embestida del capitalismo y mercantilización de la tierra.  Los populistas sostenían, romantizando un poco la realidad del campesinado, que la posibilidad de sacar a Rusia de la autocracia y el atraso estaba justamente en el campesinado y Marx dice que hay un elemento de verdad en eso que hay que rescatar agregándole: acondición de que impidamos que el capitalismo termine de destruir esos elementos que aún subsisten de propiedad colectiva de la tierra y también de que en auxilio de esta posible emancipación ocurran también revoluciones en otras partes del mundo, especialmente en Europa Occidental.

Y Marx tanta importancia asigna a esa conclusión que la hace figurar en el que tal vez sea el último texto que escribe: el prólogo a una nueva edición en ruso del Manifiesto comunista en 1882, donde introduce un párrafo que difería radicalmente  con mucho de lo que había escrito anteriormente. Y en cartas con otro pensador de la época, Marx dice que muchos le atribuyen tener una teoría del desarrollo histórico, aclarando que en El Capital él escribió un análisis crítico de cómo se desarrolló el capitalismo en Europa Occidental. Sobre cómo seguiría la historia y la revolución en otras partes del mundo, afirmó: no lo sé porque no lo he estudiado lo suficiente. Ese es el Marx que yo rescato, siempre se puede seguir aprendiendo de él, cuando acierta y cuando se equivoca.

“La pandemia como toda gran crisis es una posibilidad pero es necesario advertir el tremendo peligro que tenemos por delante”

M.H.: Vamos a la actualidad, en abril conversé con Daniel Campione y lo trajimos a Gramsci a la actualidad y ahora lo quiero traer a Marx. Hay un tema central que es que el excedente del capitalismo surge de la explotación de la fuerza de trabajo, creo que es una afirmación fuerte de Marx y que en estos días lo estamos viendo.

A.C.: Yo subrayaría que Marx denuncia que todo el desarrollo y lo que el capitalismo llama progreso está basado en la explotación del trabajo. Y más aún: cuando se habla de la explotación del trabajo puede parecer que esto significa darle a la gente un poquito menos de lo que produce. Pero Marx afirma que la explotación, bajo el capitalismo, es mucho más que eso, la explotación es la expropiación de los medios de vida, de los medios de trabajo, de los productos del trabajo del hombre y es en definitiva la expropiación de la misma actividad productiva y vital de los hombres. Esa es una afirmación muy fuerte y temprana de Marx y que hoy tiene una vigencia descomunal.

Estas características hacen justamente que el mundo generado por el capitalismo sea un mundo loco, invertido, en el que los hombres y la capacidad productiva de la humanidad se transforma no en un elemento de progreso humano y desarrollo sino en un elemento que esclaviza a los hombres y los convierte en engranajes de un sistema que funciona como productor imparable, irrefrenable,  de valor y plusvalor, de ganancia para una minoría del mundo, acumulando en el otro polo, explotación, marginamiento, etc. Incluso Marx anticipándose, en una época en que no existía la ecología ni la crisis ambiental había adquirido la magnitud que tiene hoy, tiene una frase que dice “el capitalismo solo puede desarrollarse agotando las dos únicas fuentes de riqueza reales que existen que son la naturaleza y el trabajo humano”.

Este es el mundo que tenemos hoy, esa destrucción del trabajo humano y la naturaleza se expresa en la crisis ambiental, y en el hecho de que existen millones y millones de hombres y mujeres que no tienen ni siquiera acceso a la posibilidad de ser explotados, porque no pueden trabajar, hay una masa excedentaria que el capitalismo utiliza también para presionar sobre el trabajo vivo para imponer condiciones cada vez más enajenadas e insoportables de trabajo. Es decir, el proletariado del mundo se convierte cada vez más en lo que algunos sociólogos de Latinoamérica llaman con mucha agudeza el “pobretariado” del mundo contemporáneo ultra fragmentado sin ningún tipo de derechos.

Y la pandemia que hoy estamos viviendo, que nadie sabe cómo va a terminar nos enfrenta con un futuro preñado de peligros, como toda gran crisis es una posibilidad pero hoy es más urgente y necesario advertir el tremendo peligro que tenemos por delante.

Hoy estaba leyendo el pronóstico de uno de los institutos económicos más serios de Inglaterra que acaba de hacer un informe afirmando que este mismo año se ingresará en lo que va a ser la crisis más seria de los últimos 300 años de Gran Bretaña y pronostican una caída del PBI superior al 14/15% en lo inmediato. Así que a ese futuro nos enfrentamos y frente a ese futuro solo cabe oponer respuestas colectivas que están por construirse. Esto también hace a la actualidad de Marx.

Marx polemizaba con otros luchadores sociales que proponían disminuir o eliminar tal o cual aspecto negativo del capitalismo diciéndoles “el capitalismo no admite  reformas, por eso es necesaria una revolución total”.No se trata de buscar en la sociedad capitalista hasta diferenciar el lado bueno y el lado malo, para desechar el malo, porque esa es una utopía irrealizable, hay que advertir las contradicciones y resolverlas de la única manera que se pueden resolver, que es con una revolución, que debe ser total.

Esas palabras de Marx tienen completa actualidad. Investigadores y críticos sociales agudos de nuestro tiempo están diciendo las mismas cosas, me refiero por ejemplo a Harvey o Bellamy Foster: el capitalismo nos condujo a una situación donde no hay más alternativa que o retomar la lucha por el comunismo o condenarnos a aceptar un retroceso civilizatorio descomunal. Yo creo que efectivamente en esa situación estamos.

Versión ligeramente editada por Aldo Casas para Herramienta el 5 de octubre de 2020.

 

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