En memoria de István Mészáros
Antonino Infranca
La muerte de István Mészáros, ocurrida el 1 de octubre, priva a la cultura marxista mundial de una de las figuras más relevantes. Autor de decenas de libros, de los que sólo algunos fueron traducidos y publicados en Italia, era particularmente conocido en América latina.
Mészáros nació el 12 de diciembre de 1930 en Budapest y fue criado sólo por su madre, obrera de una fábrica de motores de aviones. A los 12 años, falsificando la fecha de su nacimiento, logró hacerse tomar en la misma empresa en la que trabajaba su madre, logrando mejorar la situación económica de su pequeña familia. Después de la Segunda Guerra Mundial y de la instauración del régimen comunista en Hungría, pudo frecuentar la universidad y volverse primero alumno y luego asistente de György Lukács en la cátedra de Estética. Formó parte de la que puede definirse como la Primera Escuela de Budapest, junto a Agnes Heller, Ferenc Feher, István Hermann, Dénes Zoltai y Miklos Almasi. A causa del “Debate Lukács”, que obligó al viejo filósofo a abandonarla vida pública y, por lo tanto, también la enseñanza, se hizo cargo de la cátedra del maestro. Permaneció siempre ligado afectivamente a Lukács y no lo abandonó a pesar de que el régimen estalinista de Rakosi lo había definido como “persona no grata”.
La revolución de 1956 y su participación en las filas antiestalinistas lo obligaron a abandonar Hungría. Eligió exiliarse en Italia para poder aprovechar la ayuda práctica de Cesare Cases y del apoyo económico del propio Lukács, que puso a su disposición el fondo de sus derechos de autor. Norberto Bobbio logra hacerle lugar en una cátedra de Literatura Húngara en la Universidad de Turín. En aquellos años publicó su primer libro en italiano, Attila Jozséf y el arte moderno, seguido por La revuelta de los intelectuales en Hungría, donde pudo exponer tanto su experiencia personal como la de su maestro Lukács durante las agitadas jornadas de la Revolución de 1956. En Italia conoció a su amadísima mujer, Donatella. Sin embargo, la universidad italiana no supo ofrecerle las comodidades necesarias para que decida quedarse en nuestro país. Fue así obligado a mudarse primero a Escocia, a la Universidad de St. Andrew; luego a Canadá, a la Universidad de York; y, finalmente, a Inglaterra, a la Universidad de Sussex. Allí fue profesor emérito hasta 1991, año en que abandonó la enseñanza.
Su vínculo con la cultura italiana permaneció siempre firme, publicando diversos libros en nuestra lengua, entre ellos La teoría de la alienación en Marx, Socialismo o barbarie, Alternativas a la sociedad del capital y Literatura, historia y conciencia de clases, dedicado a su maestro. La editorial Punto Rosso finalmente publicó el año pasado Más allá del capital, su obra magna. Sin embargo, no han sido traducidas al italiano otras obras fundamentales de Mészáros, sobre todo los volúmenes sobre la ideología, la educación, la conciencia de clases y la estructura social, así como una gran monografía sobre Sartre.
Había comenzado a escribir una crítica al Estado, de la que había publicado un primer volumen en portugués, obra que quedó incompleta. Obtuvo una muy importante recepción en América latina, y en particular en Brasil, como sucedió habitualmente en estas décadas con otros difusores del pensamiento marxista. Hugo Chávez le dio el premio “Libertador” al pensamiento crítico, transformándolo en un punto de referencia de su revolución política.
A diferencia de otros miembros de la Escuela de Budapest que abandonaron el pensamiento de Lukács, Mészáros mantuvo siempre un vínculo especial con él, criticando algunas de sus concepciones mientras asumía una fisonomía intelectual propia, pero permaneciendo siempre dentro del universo teórico del marxismo y refiriéndose constantemente al pensamiento de Lukács. Conservó una relación afectiva y humana con su maestro que iba más allá de las críticas, demostrando ser un hombre íntegro, con un pensamiento original pero también consciente de que ese pensamiento tenía, a su vez, un origen en el pensamiento de Lukács. Quienes lo conocieron personalmente pudieron sentir claramente que había tomado de su maestro la característica más importante para un pensador: ser un hombre bueno.
Mészáros fue un crítico radical del capitalismo y logró desarrollar una crítica no eurocéntrica del mismo, abierta a las problemáticas de la neo-colonización o de la explotación del Tercer Mundo que es usado, a su vez, como instrumento de explotación del Primero. Siempre se definió en el sentido de una mayor democratización de los sistemas sociales y económicos, empujando hacia un creciente control social sobre la producción económica y buscando, por lo tanto, la superación de la lógica de la ganancia. En su obra magna, Más allá del capital, desarrolló también una crítica al socialismo real de los países del Este europeo, al que consideraba como capitalismo de Estado, subordinado a esta lógica de la ganancia. En esta obra también evaluó como insuficiente la crítica de su maestro y no aceptó la idea lukacsiana de que el socialismo real podía ser reformable. En su crítica al capitalismo y al socialismo real retomó mucho de los temas del Marx de los Grundrisse para mostrar cómo la lógica de la ganancia sigue siendo el fundamento de toda relación social de trabajo en el mundo de hoy. También plantó, por lo tanto, la necesidad de crear alternativas a esta lógica relacional para superar la explotación del ser humano. No hay dudas de que la pérdida de un pensador de su altura es enorme y de que deja un vacío difícil de llenar.