21/11/2024
1.- Entre las muchas cosas que he oído y leído en estos últimos días, hay dos que me han llamado poderosamente la atención. El silencio atronador de Pedro Sánchez (como si no fuera secretario general del PSOE); y las supuestas palabras de Monedero (no desmentidas por él) diciendo que hay que ser gilipollas para votar al PP siendo un camarero que gana 900 euros. Ambas actitudes reflejan la distancia, ya no solo física, sino social, de una izquierda ensimismada en las instituciones y alejada de la calle.
Porque esto que ha pasado en Madrid no ha caído del cielo, es el resultado de años de retroceso social e ideológico; donde la mayoría de las organizaciones políticas o sindicales han estado mucho más cerca de las instituciones que de la calle. Cualquiera que viva en barrios de Carabanchel, Tetúan, Aluche, Usera, Villaverde o Vallecas; sabe que el sindicalismo social, es decir, la atención a las familias, en las colas del hambre, del centro de salud o en los colegios, no ha sido por obra de los gobiernos, sino de las redes de solidaridad de miles de voluntarios o trabajadoras de la sanidad pública. Por eso mismo indigna la indiferencia de Sánchez o la prepotencia de Monedero.
2.- Toda metáfora tiene su trasfondo y las utilizadas por Ayuso no son una excepción. El PP trumpista supo leer e interpretar la realidad social y política mucho mejor que la izquierda. Con ello interpeló no solo a las clases medias conservadoras o a los de la Moraleja, sino a las clases trabajadoras y a miles de jóvenes. En la izquierda y con la excepción de Mónica García, no se supo ni se pudo contrarrestar esos mensajes. No se supo porque nuestro adversario no era un ejército de fascistas, sino una ciudad harta, agotada y extenuada. No se pudo porque el mensaje de “Socialismo o Libertad”, solo tenía la respuesta de los hechos. Sí, ya sabemos que la gestión de Ayuso era un desastre, pero ¿cuál era la del gobierno central?: una política sanitaria completamente errática y unas ayudas sociales insuficientes y bloqueadas (en su mayoría) por la burocracia del Estado.
Así las cosas nos situamos en el peor de los escenarios. Dos relatos metafísicos con argumentos opuestos. En la confrontación salió ganando el relato “optimista” de Ayuso porque se subió a la ola de la necesidad vital. Aquella visceralidad que en una ciudad con 23.000 muertos pedía -más con el corazón que con la cabeza- ¡Quiero vivir!
3.- Nos queda tiempo. Aún podemos evitar el mal mayor: que el trumpismo llegue a la Moncloa. Pero empecemos por tomar la amenaza en serio. El mayor error que podemos cometer es solo ver sus aspectos anecdóticos y folclóricos. Los personajes pueden ser ridículos pero sus actos son criminales. Ya lo han demostrado sobradamente Donald Trump, Bolsonaro y otros. El ascenso y caída de Trump en solo cuatro años ha tenido consecuencias demoledoras y, hasta el último suspiro, nos hizo contener la respiración a medio mundo.
Igual que no se podía entender el ascenso de Trump sin el rechazo a las élites financieras de Wall Street y el tufo aristocrático de los Clinton; tampoco entenderíamos su derrota en el 2020 sin la gran movilización antiracista de Black Lives Matter, que sacudió a todo el país y a la que siguió la enorme movilización democrática en las urnas de millones de mujeres, negros, migrantes y trabajadores latinos o blancos.
4.- La clave aquí en los próximos meses es mantener la tensión social y, por supuesto, que el PSOE (y en otra medida UP) no cometan los mismos errores que otros gobiernos de izquierdas.
El Gobierno tiene dos caminos que se bifurcan. Uno es hacer lo que hizo el gobierno de Zapatero en el 2010 cuando en plena crisis económica; marcó una agenda de ajustes, recortes sociales y austeridad: la modificación del artículo 135 de la constitución para priorizar el pago de la deuda pública sobre el gasto social, elevación de la edad de jubilación y la primera contra-reforma laboral. Ese camino abrió las puertas de par en par a los rescates bancarios y la llegada de Rajoy con un plan económico aún más duro.
5.- El Gobierno de Pedro Sánchez va a disponer de una cantidad de dinero que no se tuvo en el 2010, pero a cambio Bruselas va a exigir condiciones laborales, fiscales y recortes del gasto social. Si Pedro Sánchez sigue el camino de Zapatero, las posibilidades de una victoria de un renacido PP (trumpista, ultraliberal y muy conservador bajo la mirada de la FAES de Aznar) sería la hipótesis más probable. La única salida para el gobierno sería una recuperación económica durante dos años seguidos y una moratoria de los pagos de la deuda. No evitaría el problema pero si los ajustes antes de las citas electorales.
Pero hay una segunda posibilidad. Que el gobierno lleve a cabo un giro social auspiciado por los vientos que vienen de Estados Unidos y trate, al menos, de dar cabida a los sectores más golpeados por la crisis, se creen dos millones de puestos de trabajo, se lancen ayudas a las familias, se controle la subida de precios tanto en la vivienda como en los alimentos, y se apueste por una economía vinculada a los nuevos sectores energéticos. Desde luego, esto no es ningún plan anticapitalista, pero haría mucho más soportable el sufrimiento de la gente.
6.- Vivimos en medio de una gran incertidumbre. No pasa un solo día sin que se anuncien subidas fiscales, cambios en nuestro sistema de pensiones o cierres de empresas. A todo esto agreguemos la errática política sanitaria del Ministerio de sanidad que da mas y mas alas a la reacción y complica nuevamente nuestras vidas.
Pero también hay algo que debemos y podemos hacer desde abajo. Organizar y preparar la respuesta social. Ante la falta de resolución de nuestros problemas; ante el ascenso de las derechas reaccionarias, hagamos como hizo el Black Lives Matter tomando las calles y ciudades. Hagamos como los pensionistas de Euskadi o los trabajadores de cientos de empresas que están cerrando y han salido a protestar. Como los vecinos de mi barrio que llevan ocho meses luchando por lograr más médicos y enfermeras en el centro de salud de Abrantes. Todo es empezar. Hace 10 años millones de personas nos pusimos en marcha un 15M. Nos levantamos y nos organizamos contra la crisis económica y moral de un sistema que, en la peor de nuestras pesadillas, solo sigue pensando en ganar.
Jesús Jaén Urueña es miembro del MATS (Movimiento Asambleario de Trabajadoras/es de Sanidad)