24/11/2024
Por , , Pacheco Mariano
Buenos Aires, Editorial El Colectivo, 2007, 220 páginas
Miguel Mazzeo se mete en este libro con conceptos y prácticas que vincula al Poder Popular. En la actualidad y en el pasado. De Karl Marx al Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. de Rosa Luxemburgo a nuestro filósofo Carlos Astrada, el autor desmenuza los conceptos y palabras. Desde los distintos usos del término hasta el análisis de la dialéctica sujeto-poder, o por qué es poder y popular el poder popular. En sus páginas podemos encontrarnos con citas de Trotsky, Lenin, Gramsci, Lukács pero también de Bloch y Passolini, Holloway y Negri. Y no están ausentes argentinos como Santucho o Rubén Dri, Thwaites Rey o Raúl Cerdeiras.
Experiencias como la del gobierno de Unidad Popular en el Chile de Salvador Allende, o las influencias en los procesos latinoamericanos por parte de la corriente eclesiástica de la teología de la liberación, así como los procesos más recientes de Venezuela y los Sin Tierra en el Brasil, forman parte del abanico de sus preocupaciones actuales. Por supuesto, el foco está puesto en la experiencia desarrollada en nuestro país en la última década. Las experiencias autónomas, que intentan gestar construcciones contrahegemónicas, son analizadas con detalle. Posicionándose como parte de ellas, el autor sin embargo no las idolatra. Las analiza críticamente. Instala debates. "Mete el dedo en la llaga", como quien dice. Por supuesto, lo hace con respeto y desde el interior de esta nueva izquierda. No como "intelectual-especialista", sino colocándose en el lugar sartreano del escritor como un "hombre entre otros hombres".
Una pequeña digresión: algunas palabras sobre la tapa del libro. Florencia Vespignani, Diego Gonzáles Lean y Alejandra Andreone toman El jardín de las delicias, la parte central del tríptico del Bosco. Unas fotografías de Sebastián Hacher. Gestan un collage. La fotografía es una de las tantas en donde podemos claramente observar la diversidad de colores y siglas, de banderas presentes en movilizaciones. Hombres y mujeres, viejos y niños. Van aplaudiendo, cantando mientras avanzan en una de las típicas y desprolijas columnas de los de abajo. El pueblo, "que regresa puteando alegremente", a decir de Mario Benedetti. "La mersa", que "rescata consignas de las alcantarillas y las escribe a lo ancho del cielo / le da al bombo con su más generoso rencor".
Lo novedoso es que el autor haya elegido a uno de los más grandes exponentes de la pintura flamenca de los siglos XV y XVI para entremezclarlo con los piqueteros. Novedoso hasta cierto punto, si tenemos en cuenta que este es un artista con una imaginación que vuela hasta lo inusitado. Hieronymus Bosch ha sido un heterodoxo, un audaz de su época. Un pedagogo sostenido en la ética visual. Por algo Breton, en sus Manifiestos, lo legitima como "pionero del inconsciente creador inacabable".
El primer efecto de la imagen selvática del Bosco es la percepción de lo universal y múltiple concentrado en un espacio pequeño y estrecho. Un lienzo en donde una realidad otra se hace presente. Como en el libro de Mazzeo, que logra dar cuenta de esas realidades otras que en Argentina y otros sitios del mundo se están expresando como "síntomas" de algo mas amplio y novedoso, según señaló el sub-comandante Marcos.
Mazzeo también ha sido un heterodoxo afín a los herejes. Pareciera que se hubiera trazado un sendero desde que comenzó a publicar sus preocupaciones: de Mariátegui, Gramsci y J.W. Cooke a su tipología sobre el movimiento piquetero, pasando por sus análisis de los procesos de globalización neoliberal, hay un sólo movimiento. Siempre apelando a la audacia, sus reflexiones tienen un punto de llegada en sus dos últimos libros (que podrían considerarse dos partes de un mismo trabajo). Si en Qué (¿no?) hacer se mete con el momento "negativo", "crítico" de los movimientos y colectivos que en la actualidad bregan por gestar nuevas políticas de emancipación, en "Introducción" redobla la apuesta e intenta dotar a esas prácticas de un cuerpo teórico mas o menos coherente . Imbuido en ellas, el autor no se coloca por fuera de esas experiencias, intentando mantener cierta distancia "objetiva". Por el contrario, el carácter de "notas" que le da a sus palabras, la perspectiva de introducción que tiene su libro, nos habla de una manera determinada de concebir la construcción política en esta nueva izquierda autónoma, a la que denomina "Izquierda por venir".
Si en la primera mitad de la década de los 90 el autor transitó los pasillos de la Universidad de Buenos Aires para formarse como historiador y militar en las agrupaciones estudiantiles que aun intentaban sostener una posición en medio de la debacle, en la segunda mitad se lo puede ver siendo parte de distintas Cátedras Libres. En Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata y otros sitios del país, Las Cátedras del Che; de Pensamiento Latinoamericano; de Movimientos sociales; de América Latina; de J.W. Cooke, entre otras, encontraron a Mazzeo como coordinador o parte del equipo organizador.
Por fuera de esos espacios, las instancias de formación política en el interior del Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, primero, y del Frente Popular Darío Santillán, luego, son parte del mismo recorrido.
Por eso, hablar del último trabajo de Mazzeo es un poco ingresar en el mundo del proyecto editorial que lo publica, y del cual el autor es parte activa. En este primer libro, el nombre (El Colectivo) queda bastante claro. Tanto la diagramación interior, como la corrección y el diseño de tapa, así como la impresión y ahora su puesta en circulación (de mano en mano, pero además ingresando en el circuito comercial a través de la recientemente creada Distribuidora Cultural), fueron llevados adelante con vocación militante por compañeras y compañeros que emprenden estas tareas con la convicción de dar una batalla más por la gestación de una alternativa de emancipación.
Luego de El sueño de una cosa, la Editorial El Colectivo sacó a la calle El Gauchito Gil (con fotografías y textos de Sebastián Hacher); Estado de gracia (una novela de Guillermo Cieza) y Reflexiones sobre el poder popular (un compilado de ensayos de autores varios).
Si rescato este emprendimiento es porque, al hacerlo, hablo de la forma en que Mazzeo concibe su producción autoral: estrechamente vinculada a la militancia popular; a todas esas mujeres y esos hombres que, como señala Sergio Nicanoff en el prólogo del libro, más allá de las frustraciones, desvíos y detenciones, aun no renunciamos a acuñar el sueño de una cosa.
Mariano Pacheco