Chile, Lom Ediciones, 2007, 585 páginas, edición actualizada.
Recientemente reeditada en Chile, la antología de Michael Löwy conserva la pretensión de ser un recorrido por la evolución del pensamiento y la praxis marxista de América Latina, desde su introducción inicial a principios del s. XX y a lo largo de casi 100 años de historia. Los artículos agregados en las reediciones expresan, a la vez, la propia evolución del pensamiento de su autor, desde su edición original francesa en 1980, las sucesivas reediciones en español, portugués e inglés, hasta esta última edición chilena. La antología que aquí se nos ofrece propone al lector un pacto de lectura con una multiplicidad de voces en diferentes momentos históricos, tanto de intelectuales, como de líderes y organizaciones revolucionarias. En cada artículo Löwy ofrece una breve referencia acerca de la autoría del mismo, la que, sin embargo, no agota el recorrido político e intelectual de los autores.
Esta multiplicidad de voces se encuentra en un diálogo más rico a partir de la edición brasileña del 2000, actualizada y revisada. Desde las casi setenta hojas agregadas a modo de introducción -cuya riqueza hizo que se publicaran en Alemania como libro independiente-, Löwy ofrece Puntos de referencia de los procesos históricos más importantes, junto con datos biográficos algo más profundos de los autores más célebres incluidos. Aporta también referencias sobre los principales momentos históricos y experiencias de lucha que estructuran la antología: la rebelión de El Salvador de 1932; la insurrección brasilera de 1935; el surgimiento y los avatares de los PC y PS de los distintos países; la hegemonía del estalinismo en la región; la experiencia de Earl Browder como líder del Partido Comunista de los Estados Unidos entre el ´44 y el ´45 y sus propuestas de colaboracionismo con Estados Unidos; la posguerra; la revolución cubana y su impacto internacional; las tendencias trotskistas y maoístas; la lucha armada en distintos países, la que expresó un voluntarismo rupturista respecto de la línea soviética de revolución por etapas; la Teología de la Liberación en los sesenta; y, finalmente, referencias acerca del capítulo abierto de la historia, aquél que el autor da en titular en su antología Nuevas tendencias. Estas tendencias demuestran la “permanencia de una utopía revolucionaria en América Latina, que vuelve por lo menos prematuros los intentos de declarar por terminado el gran capítulo histórica abierto por la Revolución Cubana. Otras luchas (…) expresan en el curso de los ´90, una contestación radical de orden social”.
Esta reunión de artículos comienza en 1909, tomando como hito la publicación de Teoría y práctica de la historia de Juan B. Justo (1865-1928), trabajo que Jean Jaurés conoció en una visita a Argentina y se llevó consigo para su publicación en París. Comienzo arbitrario, dado que el propio Löwy declara que Justo no es de ningún modo el primer marxista latinoamericano. Sin embargo, es exponente del marxismo moderado de la época, inspirado en la II Internacional, y, según Löwy, representante de una de las tendencias más dañinas para la introducción del marxismo en América Latina, de un “eurocentrismo” que desdeñó la especificidad del continente. Así, la antología comienza con el artículo “El librecambio” del primer traductor de El capital. Lo siguen escritos del chileno Luis Emilio Recabarren (1876-1924), fundador del Partido Obrero Socialista de su país, quien actuó en Argentina como principal exponente de la oposición al reformismo de Justo.
Encontramos también escritos de intelectuales como Aníbal Ponce (1898-1938), ensayista, psicólogo y politólogo argentino, discípulo de José Ingenieros. Del peruano José Carlos Mariátegui (1895-1930), fundador del Partido Socialista de su país quien decididamente renovó la recepción del marxismo en el continente, y, según Löwy, probablemente el pensador marxista más importante que haya producido América Latina. Del intelectual ítalo-argentino Vittorio Codovilla (1894-1970), fundador y secretario general del Partido Comunista argentino, ligado al comunismo soviético e interventor del PC español durante la guerra civil, en donde controló duramente las disidencias trotskistas y anarquistas. Del historiador y sociólogo marxista argentino Silvio Frondizi (1907-1974), próximo al trotskismo, de quien encontramos una declaración de 1959 sobre la izquierda argentina.
Asimismo, artículos de los representantes de las ciencias sociales marxistas en América Latina, como Milicíades Peña (1933-1965), militante y teórico trotskista argentino; Marcelo Segall, (1920-1991), historiador chileno; Sergio Bagú (1911-2002), historiador y economista argentino y Caio Prado Junior, historiador brasileño. Sus trabajos son para Löwy importantes referencias de los intentos de entender la estructura económica capitalista de América Latina en su especificidad, impugnando el esquema estalinista de feudalismo latinoamericano.
Por otra parte, se encontrarán escritos de los líderes de la revolución cubana Fidel Castro y Ernesto Che Guevara; el artículo de Guevara, de 1967, es un análisis de las lecciones de la revolución cubana para la aplicación de la guerra de guerrillas a escala continental. Del colombiano Camilo Torres (1929-1966), cura, sociólogo y guerrillero, pionero de la Teología de la Liberación y fundador del Ejército de Liberación Nacional. De Carlos Fonseca Amador, (1936-1976) militante del Partido Socialista Nicaragüense, de tendencia castrista, fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
También, artículos o declaraciones de importantes representantes de los distintos partidos comunistas o socialistas de América Latina, como del cubano Julio Antonio Mella (1903-1929), fundador del PC de su país. Del brasileño Luis Carlos Prestes (1898-1990), secretario general del PCB. De Diego Rivera (1886-1957), pintor muralista mexicano. De Ernesto Giudici (1907-1992), dirigente del PC argentino. De Manuel Agustín Aguirre (1903-1992), escritor ecuatoriano y fundador del PCE. También, dentro de lo que Löwy organiza específicamente bajo el apartado Los partidos comunistas, encontramos escritos de Rodney Arismendi (1913-1989), sociólogo y filósofo uruguayo, secretario general del PCU. De Carlos Nelson Coutinho, brasilero, animador de una corriente de inspiración “eurocomunista” dentro del PCB, entre algunos otros. Asimismo, incluye dentro de los Socialismos, un mensaje al Congreso de 1971 de Salvador Allende (1908-1973) y un artículo de 1980 de Paul Singer, economista, investigador y defensor de un socialismo democrático y pluralista en Brasil.
Entre los documentos de las organizaciones se encuentran tres documentos de la Internacional Socialista, que tratan sobre la revolución en la región y las orientaciones a seguir en dos períodos diferentes: dos son de la III Internacional, escritos en 1921 y 1923; el tercero, del XI Congreso de la IV Internacional, escrito en 1979. También se encuentran algunos documentos o declaraciones de los PC mexicano, brasileño y argentino en distintos momentos de su historia, así como del Frente Sandinista de Nicaragua, de la guerrilla de los Tupamaros, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria chileno, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional mexicano, del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil y el Foro de Sao Paulo, entre otros.
A medida que el lector se acerque a los últimos artículos de esta antología, agregados luego de la primera edición, estará en condiciones de sospechar las direcciones en las que evoluciona el pensamiento de Löwy y los fenómenos que son de su interés. En el último apartado encontramos un trabajo de 1986 del sacerdote dominicano brasileño Frei Betto titulado “Cristianismo y marxismo” y del teólogo de la liberación Enrique Dussel, “Teología de la liberación y marxismo” (1990). También un artículo de Joao Pedro Stédile y Frei Sérgio (1993), intelectuales orgánicos del MST de Brasil, sobre el fenómeno “sin tierra”. Del sociólogo chileno Tomás Moulian, titulado “Comunismo y orden neoliberal” (1999). Del filósofo y escritor español Adolfo Sánchez Vázquez, “La revolución cubana y el socialismo” (2000) y, finalmente, del economista argentino Claudio Katz, “Centroizquierda, nacionalismo y socialismo” (2005).
Si bien un recorrido por el marxismo en América Latina no puede agotarse ni en 500 ni en 2000 páginas, y sería ambiciosa tal pretensión, Löwy intenta aproximarse al marxismo en el continente a través del pensamiento de sus exponentes más importantes y de las declaraciones de las organizaciones. Para ello, se encontrarán desde la introducción dos claves de lectura subyacentes: Löwy trasluce su convicción en torno a la necesaria unión entre la teoría y la práctica, y al universalismo del marxismo para la efectivización de esa unión.
Es necesario considerar que entre la edición original de 1980 y la que aquí se nos ofrece, el pensamiento del autor evolucionó. Iniciados los noventa, Löwy comenzó a abrevar con especial énfasis en la tradición de la sociología weberiana, en su búsqueda de comprender la relación entre las esferas de la política y la religión, y más específicamente, la forma en que se apropian del marxismo como método de acción los sectores cristianos: así es que desde su libro Guerra de dioses. Religión y política en América Latina (1996), profundiza en el conocimiento de las conexiones entre las prácticas y creencias religiosas y políticas en América Latina. Al incorporar una tradición teórica como la de Max Weber, Löwy se acerca a la comprensión de la especificidad de la modernidad latinoamericana, modernidad en la que es insoslayable la importancia del marxismo como una de las corrientes políticas más fuertes a lo largo del s. XX.
Vemos entonces que la importancia que tienen para Löwy los vínculos entre estas dos estructuras culturales (religión y política), se trasluce también en las reediciones de esta antología, al incluir las manifestaciones más recientes de la Teología de la Liberación en América Latina.
El marxismo que se nos ofrece aquí, es, por lo tanto, ajeno a ortodoxias y mecanicisimos: Löwy sujeta su labor de antologador del marxismo en América Latina, -o al menos pareciera ser su pretensión-, al desarrollo concreto de las luchas sociales, apuntando a la comprensión de la especificidad de las distintas experiencias y su evolución en la región. Un marxismo que, para el autor, puede pensarse de forma “universal”, en tanto que praxis, atendiendo, sin embargo –y ese es el espíritu fundamental de esta antología- a las experiencias históricas que lo han adoptado, imprimiéndole su especificidad, y, por tanto, enriqueciéndolo y resignificándolo. El autor advierte en la introducción del 2000 acerca de las dos grandes barreras con las que se confrontó en América Latina, y de las que muchos de los artículos aquí compilados son una expresión: su recepción estuvo condicionada, de un lado, por visiones eurocentristas de la evolución histórica. Éstas tendieron a pensar a Latinoamérica como parte de un desarrollo capitalista retardado –considerando la estructura agraria del continente como feudal y por tanto, atrasada en la evolución con respecto a los países europeos. La socialdemocracia “colonialista” de Juan B. Justo es una expresión de esta deficiencia.
Por otro lado, el marxismo también se vio condicionado para el autor por la tendencia contraria, el indoamericanismo, que tendió a absolutizador la especificidad latinoamericana –y cuyo ejemplo más contundente es para Löwy la Alianza Popular Revolucionaria Americana fundada por el peruano Víctor Raúl Haya de la Torre en su exilio en México. El APRA se pretendió durante los años ´20 como un movimiento de carácter continental capaz de expresar al movimiento obrero latinoamericano.
En rigor, sucede que detrás de estas corrientes que a lo largo del siglo fueron adversas a la consolidación de un marxismo fuerte en América Latina, se encuentra para Löwy el verdadero desafío para la reflexión y la práctica marxistas: la elucidación de la naturaleza de la revolución; vale decir, la respuesta a la pregunta acerca de cómo aplicar el marxismo a la realidad latinoamericana. A comprender la naturaleza de la revolución, y por tanto, la posibilidad de llevarla a cabo en América Latina, invita Löwy al ofrecernos una antología tan heterogénea, que por eso mismo, recorre distintos momentos históricos por los que transitó el marxismo en la región.
La nada modesta propuesta de Löwy en esta antología se propone en este sentido “suplir una deficiencia y proporcionar un instrumento de trabajo para investigadores y militantes”. Si el eje central de la antología es las luchas políticas, su método es, en palabras del autor, “decisivamente historicista: se trata de considerar la evolución del pensamiento marxista en cada período histórico de América Latina”.
Detrás de una propuesta como ésta subyace la convicción del autor de que la problemática acerca de la naturaleza de la revolución será elucidada mediante una cuota importante de creatividad. El pensamiento de Mariátegui es, a criterio de Löwy, la mayor expresión de dicha creatividad al servicio de una “síntesis dialéctica entre lo universal y lo particular, entre lo internacional y lo latinoamericano”. Mariátegui fue “indudablemente el pensador marxista más vigoroso y original que América Latina haya conocido”. Él profundizó en el conocimiento del lugar del campesinado en las luchas, negándose a absolutizar el papel de proletariado latinoamericano. Deudor del pensamiento de Georges Sorel (1847-1922), también se interesó por los aspectos éticos y míticos de la lucha. Mariátegui entendió que había que ir más allá de las fronteras de Perú e incluir a toda América Latina, asumiendo al imperialismo mundial como el gran enemigo, pero sin por ello caer en una absolutización indoamericanista. Mariátegui comprendió que “La revolución americana sólo puede ser una revolución socialista que incluya objetivos agrarios y antiimperialistas”.
Esta antología es entonces, un recorrido por la historia marxista de la región pero, sobre todo, una invitación a reflexionar acerca de la vigencia del marxismo como teoría y como práctica en las luchas actuales de América Latina.