Compilación e introducción: Juan Carlos Cena
Prólogo: Osvaldo Bayer
La Rosa Blindada, Buenos Aires, 2000. 400 páginas.
Solíamos cruzarnos con ejércitos extraños, que agitaban
endebles y desmañadas plantas de amor entre una turba de mercaderes
Muriel Rukeyser
Esta compilación, precedida por un estudio de Juan Carlos Cena y seguida de un anexo documental, se divide en cuatro partes: 1) En la rebelión. Presenta testimonios de protagonistas directos e indirectos del Cordobazo, dirigentes gremiales y estudiantiles, abogados y sacerdotes: Jorge Canelles, Felipe Alberti, Américo Melchor González, Roberto Habichayn, “Cachulín” Álvarez, Dalinda Olmos de Di Toffino, Francisco Delgado, Erío J. Vaudagna, Néstor Galina, Marcos Garcetti y Gregorio Flores. Se incluye un reportaje a Agustín Tosco realizado por el periodista francés François Géze, en Villa Allende, en el año 1974. 2) Desde esa memoria. Aquí aparecen las lecturas sobre el Cordobazo de dirigentes sindicales actuales: Luis Bazán, Víctor de Gennaro, Tomás Di Toffino (h), Carlos Gallo, Luis Cortadi, Carlos “Perro” Santillán. 3) A través de la historia, Incluye análisis de historiadores y sociólogos: James Petras, Beba Balvé, Nicolás Iñigo Carrera, Mónica Gordillo, Pablo Pozzi, Alejandro Sshneider y María Saleme Burnichón. 4) Sobre el papel. Propone enfoques “fuera de género”, la mayoría centrados en la figura de Tosco.
Se incluyen textos de Osvaldo Bayer, Horacio González, David Viñas, Rodolfo Mattarolo, un cuento de Juan Carlos Cena y un comentario de Inés Vázquez sobre la película Tosco, grito de piedra.
Además de los documentos del anexo y de los que se intercalan a lo largo de la obra, se incluyen fotos del Cordobazo, muchas de ellas inéditas.
En el estudio introductorio Cena propone una síntesis histórica de las luchas obreras en la Argentina destacando sus principales hitos: los conflictos sociales a principios de siglo y las primeras organizaciones de la clase, la Semana Trágica de 1919, las huelgas de La Forestal y de la Patagonia en la década del ‘20, la huelga general de masas de 1936, el 17 de octubre de 1945, las huelgas durante el periodo peronista, etc. Asimismo, realza las continuidades de fondo, ligadas tanto a aspectos de las identidades conformadas alrededor de las luchas como a la respuesta represiva de la clase dominante. Más allá de los cambios en el modelo de acumulación, en las estrategias organizativas de la clase obrera, etc., lo que siempre reaparece, inalterable en los devenires, es esa –en términos de Malraux– “fraternidad increíble” con carácter religioso, cohesionante, y la capacidad de los trabajadores de comprometerse en acciones concluyentes.
Se trata de un enfoque desde la clase, por eso el autor prioriza la fidelidad al pueblo sobre la fidelidad a las categorías, por eso necesita imperiosamente ubicar al Cordobazo en el marco de una tradición, más allá de la especificidad de las coyunturas. La tradición aquí asume el sentido que le da el judaísmo (el sentido de la Yiddishkeit), es decir, la tradición no como un valor inalterable que convoca a hacer lo que se hizo siempre sino como un elemento que obliga a reelaborar el “cómo” se hizo para volver a hacerlo en condiciones distintas y más hostiles. Como se trata de una lectura política y revolucionaria se entrelazan pasado, presente y futuro y se relativiza el carácter excepcional del Cordobazo. Por eso la introducción concluye con un breve análisis de las luchas actuales, por eso el libro termina denunciando la política de hambre, exclusión y represión del gobierno de la Alianza.
Este es un libro coral. Sería interesante detenernos en cada una de las voces pero el espacio disponible y razonable para un simple comentario desautorizan una incursión polifónica. El Cordobazo sigue siendo un dato molesto para la cuadrícula de algunos sociólogos, historiadores y “revolucionarios profesionales”. Sigue siendo común la tentación de analizarlo no desde lo que fue sino desde lo que debió haber sido o de meterlo en los escaques preestablecidos de algún esquema rígido más que riguroso. Estas tentaciones no abundan en esta compilación, aunque aparecen. Por ejemplo, el lector podrá encontrarse con una utilización algo arbitraria del concepto de crisis orgánica, con interpretaciones en términos absolutos de lo objetivo - subjetivo, con ciertas lecturas estereotipadas del fenómeno peronista post 1955 (lecturas con sentidos que van desde cierto “gorilismo” o del “purismo” de izquierda al neopopulismo). Cada “cantor” lleva su tono pero –por momentos y pesar de las diferencias– los tonos se funden en una melodía conjunta.
Es importante destacar algunos elementos que no dejan de ser sintomáticos: por ejemplo, cierta homogeneidad en la crítica a la política entendida como una cuestión de espacios y no de masas, el cuestionamiento a toda forma de “sustituismo” sea violento o pacífico, el reconocimiento de la pérdida de centralidad estratégica de viejos debates como, por ejemplo: “organización” y/o “espontaneidad”, “insurreccionalistas” vs. “orgánicos”, etc., la insistencia en resaltar los procesos de unidad que se dan desde la base y no desde la superestructura.
El pasaje de una parte a otra nos obliga a transitar registros y lenguajes diferentes. En los testimonios de los trabajadores (incluyendo la introducción) la Verdad no es otra cosa que la cultura propia sostenida en la política. No es precisamente la ciencia. Tampoco la palabra ambigua del lugar narcisista. De este modo el Cordobazo aparece por un lado como el resultado de un largo proceso de formación de subjetividades (la subjetividad es también autoconciencia), un proceso social e imperceptible, y por el otro como cultura transformada en acontecimiento, en fuerza social productora de hechos políticos que rompen con la matriz de poder existente. Creo que en esto radica la clave formidable del Cordobazo, clave que la clase obrera vive con naturalidad y alegría taciturna y algunos intelectuales como “misterio”, “drama” o “culpa”.
En otros textos la Verdad tiende a relativizarse y asume los perfiles –necesarios– del pensamiento crítico. Estos trabajos nos recuerdan la precondición de la totalidad y nos muestran una estructura historizada a partir de la praxis de los sujetos. Salvo alguna excepción, el lugar dialéctico es inspiración unitaria en esta compilación. También podemos encontramos con textos en los que la Verdad es sinónimo de la belleza que se descubre detrás de relaciones y gestos humanamente superiores, en la potencia de cada uno de los personajes, en la irreverencia de clase, en el humo de una fogata, en el piedrazo certero. Tiendo a pensar que la complementariedad de los enfoques no solo resulta atractiva como horizonte intelectual, sino como estrategia política.
Finalmente quiero rescatar dos aspectos de este trabajo: 1) La constante invitación –implícita o explícita– a leer el Cordobazo desde el presente, a resignificarlo desde las luchas actuales. Como los relatos de Jacob, estos textos tienen un doble rostro: miran hacia atrás y hacia delante. El Cordobazo se presenta como símbolo y trinchera. El Cordobazo –a diferencia de Fausto–, sí dejó vástagos. 2) La certeza de que la vigencia del Cordobazo responde a la insatisfacción indexada, a la necesidad de construcciones obreras y populares autónomas del Estado, de las patronales, de los partidos... La certeza y la confianza en las ganas que el pueblo tiene de calentarse el alma en el fuego de las viejas ceremonias...
Osvaldo Bayer lo dice en el prólogo con toda claridad: este libro es un manual. Nosotros agregamos: es un valioso breviario de nuestras luchas obreras y populares, un compendio de identidad emancipatoria.