Hace apenas un año, en febrero del 2013, con un triunfo electoral, el noveno en seguidilla, que garantizaba a Rafael Correa no solo su reelección hasta el 2017, sino el control de los 2/3 del poder legislativo, parecía inevitable calificar la situación de hegemónica, no solo por el dato de la estabilidad política, no poca cosa en un país, como el Ecuador, caracterizado por una constante inestabilidad política, sino por una adhesión popular que parecía absorta ante el nuevo liderazgo.
En Enero del 2014, al iniciar el séptimo año consecutivo de mandato Correa se ubicaba en el selectísimo grupo de presidentes de la republica con una secuencia similar en el cargo, apenas son cuatro los primeros mandatarios en la historia republicana del Ecuador tienen ese record, incluido el actual en funciones.
Adicionalmente este indiscutible respaldo popular se lo hacía en nombre de una revolución, la “revolución ciudadana”, y bajo la legitimidad de un proceso constituyente y una Constitución de vanguardia (derechos de la naturaleza y buen vivir, entre lo destacado); pero que hacia el 2014 va siendo intercambiada por un desarrollismo de “cambio de la matriz productiva”
Ante aquello los resultados electorales del 23 de Febrero del 2014 llaman a ser bastante cautos sobre la solidez de la hegemonía en ciernes, si nos atenemos a los preceptos de “construir poder popular”, y nos presenta una fase de vacilación, de pérdida en su capacidad de convocatoria y liderazgo, especialmente en tratándose de los sectores populares.
Más aun si a los resultados electorales se les da el atributo de otorgar o quitar la legitimidad política.
¿Qué nos dicen las elecciones de Febrero del 2014 en el Ecuador, cuyo propósito fue renovar los gobiernos locales a nivel de municipio y a nivel de provincia?
En primer lugar, una pérdida sustancial del electorado directamente adherente al partido político del presidente Rafael Correa, el movimiento Alianza País, listas 35, que en Febrero del 2013, para las elecciones de parlamentarios provinciales, obtuvo el 62% del electorado, para Febrero del 2014 en elecciones de concejales municipales obtiene el 37% del electorado a nivel nacional.
En segundo lugar, una perdida en los bastiones electorales que fueron la cuna del ascenso político del presidente Rafael Correa, como son las ciudades de Quito y Cuenca, en ambas se pierde la Alcaldía que estaba en manos de Alianza País.
Cuando Correa se presentó por primera vez a elecciones, a finales del 2006, fueron cruciales los respaldos electorales obtenidos en Quito y Cuenca, caracterizados por una fuerte politización y una numerosa clase media, e incorporación de población migrante a los perímetros productivos.
En tercer lugar, y lo que es trascendente para la hipótesis de que la hegemonía en ciernes ha entrado a una fase vacilante, se evidencia una pérdida de la capacidad de liderazgo de Rafael Correa para revertir una tendencia adversa de disputa política.
Por lo tanto vale la pena detenerse un momento en este punto.
El diagnóstico que realiza la dirección de País y el propio Correa, un mes antes del 23 F, sobre la disputa electoral en torno a la Alcaldía de Quito es la correcta: la derecha se ha unido en torno al candidato Mauricio Rodas, está en movimiento una campaña orquestada junto con los grandes medios de comunicación y ellos están captando la votación indecisa, la situación es apremiante.
La respuesta que dan a la situación de apremio es muy similar a la que habían dado antes frente a momentos similares: Rafael Correa se apersona de la campaña en Quito, su capacidad de liderazgo es capaz de revertir la tendencia; de lo que se trata es de poner al presidente y sus logros de gobierno (carreteras, aeropuertos, modernización) como el criterio dirimente de un futuro promisorio.
Más en este caso el remedio fue peor que la enfermedad.
No solo que no se revertió la tendencia, a la final en la Alcaldía de Quito el candidato de País obtiene el 39% de la votación, frente al candidato de la derecha que obtiene el 59%, sino que esto repercute a nivel nacional, pues pierde en 18 de las 22 alcaldías capitales de provincia.
En cuarto lugar, es importante decir que no solo la derecha se unió en Quito, sino que hubo una campaña orquestada y bien planificada para golpear a los candidatos de Alianza País y al gobierno de Rafael Correa a nivel nacional.
Sería una ingenuidad creer que estamos ante un hecho que tiene como protagonistas a actores políticos locales, la emergencia de Mauricio Rodas, por ejemplo, formado en las escuelas de gobernabilidad de la derecha mexicana y con auspicios de fundaciones gringas, responde a intereses económicos y políticos de carácter transnacional.
En quinto lugar, para completar el panorama, dos partidos aliados al presidente Rafael Correa lograron mejorar sus resultados electorales, como son el Movimiento Avanza, que lidera su ministro Gonzalez, y el partido Socialista – Frente Amplio.
En sexto lugar, constatar que en el partido de gobierno, Alianza País, son evidentes las consecuencias de un liderazgo personalista y vertical de Rafael Correa, que impide no solo que otras figuras puedan afirmarse, sino que mella alguna consolidación ideológica.
En séptimo lugar, cabe mencionar que la izquierda a la izquierda de Correa logro pervivir a los afanes del gobierno por su eliminación, el movimiento Pachakutick alcanzo alcaldías y prefecturas precisamente en las regiones de disputa respecto del extractivismo, como son las provincias amazónicas de Orellana, Morona y Zamora, mientras que el Movimiento Popular Democratico logro la prefectura en la provincia de Esmeraldas y varias alcaldías del interior.
En el Ecuador actual la situación de correlaciones de fuerza se torna compleja, con un revés electoral de Alianza País y una derecha fortalecida, pero no necesariamente implica un escenario de próxima derrota en elecciones del 2017, tampoco eso era lo esencialmente en disputa en este Febrero.
Lo verdaderamente en disputa, lo que unió a la derecha , es la pugna por participación y reparto alrededor del eje fundamental de la estrategia económica del gobierno, lo que se ha denominado “el cambio de la matriz productiva”, y eso mismo es lo que ha debilitado duramente la perspectiva de un proyecto hegemónico con participación popular.
En nombre de cambio de la matriz productiva está en juego grandes proyectos extractivistas, modernización vial e inmobiliaria, alianzas con transnacionales para la conformación de ciudades del conocimiento, negociación con la Unión Europea.
No fue casual que en meses precedentes el gobierno de Correa renunciara al proyecto emblemático del Yasuni – ITT y abriera la exploración petrolera sobre zonas de biodiversidad en la amazonía.
Y la estrategia de cambio de la matriz productiva no considera como ejes de la transformación productiva a las economías populares, ellas quedan relegadas para ser tratadas en el marco de las políticas sociales de “combate a la pobreza”, merecedoras de programas de subsidios, pero no de transformaciones productivas en la estructura del sistema.
El modelo político de caudillismo con extractivismo está mostrando sus enormes debilidades, y con eso no se puede construir una hegemonía con bases y perspectivas populares.