26/04/2024

Diálogo con Aldo Casas Sobre el libro Karl Marx, nuestro compañero

Por Revista Herramienta

Extraído de Bolletino Culturale -19 de junio 2020 (fragmentos)

FANCESCO BARBETTA. En "Karl Marx, nuestro compañero" trataste de reconstruir el trabajo de Karl Marx con un propósito pedagógico hacia los militantes comunistas latinoamericanos.  En su opinión, ¿qué tenemos que recuperar sobre Marx en el siglo XXI y dónde están los límites del trabajo de Marx?

ALDO CASAS.Lo que es imprescindible recuperar o retener de Marx es su crítica del capitalismo, que no fue como suele creerse una crítica economicista, sino una crítica sistémica, a la totalidad de relaciones sociales en que se basa e impone. Puso en evidencia que se trata de un metabolismo económico- social que permite y exige un incremento ilimitado de la producción y reproducción de mercancías, pero no para satisfacer genuinas necesidades humanas, sino para la valorización del valor, para obtener ganancias que impulsen la reproducción ampliada del capital. Marx advirtió, adelantándose a su tiempo, que el productivismo capitalista se desarrollaba agotando las únicas fuentes reales de riqueza que son el trabajo humano y la naturaleza.El capitalismo  es un sistema basado en el antagonismo social y la competencia irrefrenable de unidades productivas independientes obligadas a incrementar su capital. Es un sistema loco, que pone al mundo para arriba, todo lo que hombres y mujeres producen parece adquirir vida propia, llegando a someter y apropiarse de toda la praxis social, convirtiendo a los seres humanos en meros apéndices de un sistema alienado y alienante. Hoy debemos reconocer y advertir que la irrefrenable producción y reproducción del capital sólo beneficia auna porción cada vez más ínfima de familias a costa de hundir en la miseria, la destrucción de lazos comunitarios y la catástrofe ambiental, a la inmensa mayoría de la humanidad.

El límite fundamental de la obra de Marx consiste en que la crítica lúcida e implacable del capitalismo, coexistía con cierta ilusión en el progreso y la creencia de que el máximo desarrollo del capitalismo y sus contradicciones generaría también las máximas condiciones y posibilidades para la superación revolucionaria del capitalismo. Creía que en las entrañas del capitalismo se gestaba la nueva sociedad, la sociedad nueva que la revolución haría nacer. Esta previsión de Marx resultó completamente equivocada. El incremento y aceleración de la reproducción ampliada del capitalismo conduce al tipo de crisis sistémica, civilizatoria, que hoy vivimos. La revolución no será pues un trabajo relativamente sencillo de parto, sino una batalla mucho más compleja e incierta. Deberemos simultáneamente enfrentar una crisis estructural que es crisis económico-social, crisis ambiental y crisis civilizatoria desmontando el actual metabolismo económico social y la grieta ecológica que ha generado, construyendolos pilares de un metabolismo económico-social radicalmente diferente, en el que hombres y mujeres libremente relacionados recuperen el control sobre su vida y sus actividades, para auto-gestionar colectivamente la producción y la reproducción social en equilibrio con la naturaleza. Este es el inmenso desafía de la transición hacia una sociedad sin clases, llámese socialismo, comunismo, comunalismo o cómo se quiera.

F.B. En su opinión, ¿cuáles fueron los límites del llamado socialismo del siglo XXI?  ¿Qué nos ha enseñado esta experiencia en la larga lucha por la transición al socialismo?

A.C.El llamado “socialismo del siglo XXI” adquirió connotaciones muy distintas, por tanto utilizo la expresión “con beneficio de inventario”, para referirme sobre todo a la experiencia de la Venezuela bolivariana,sobre todo desde que Hugo Chávez nos recordó que ninguno de los problemas de Nuestra América podrían ser resueltos bajo el capitalismo, y planteó entonces que era necesario construir un socialismo para éste nuevo siglo, que evitara el modelo burocrático, estatista y liberticida de las URSS y los otros países del socialismo realmente inexistente. Recuperamos así la antigua pero actual perspectiva de la Revolución Cubana: “Revolución Socialista, o caricatura de revolución”. Sin embargo, fuerza es constatar hoy que también el proceso revolucionario en Venezuela quedó aislado, golpeado por las agresiones  del imperialismo cuyos daños son multiplicados por las limitaciones histórico-estructurales de sueconomía rentista,  extractivo-exportadora monoproductora de petróleo, que no pudo ser reemplazada por un modelo de producción y crecimiento endógeno. El proyecto de utilizar el aparato del Estado y el Ejército, que fueron radicalmentedemocratizadosen el proceso constituyente de la V República,para la movilización y politización popular, para la generalización del acceso a  servicios sociales básicos y la redistribución de la riqueza, apostando a que el desarrollo del poder popular impulsara el pasaje hacia un Estado de tipo comunal, que fue proyecto que Chávez enunció en su último y fundamental documentos llamado el “Golpe de timón”, no pudo concretarse. En parte por su muerte, en parte y sobre todo por la acción conservadora de la boli-burguesía y una poderosas e influyenteburocracia estatal-militarenriquecida y fortalecida a la sombra del chavismo. El proceso revolucionario llegó a un punto muerto.

La experiencia de Venezuela nos enseña, y no es poco, que la movilización y politización del pueblo con un horizonte emancipatorioque logre asociar el proyecto socialista con las tradiciones de resistencia, lucha y esperanza de los pueblos de Nuestra América, hace posible luchar por una Segunda Independencia y enfrentar la fuerza formidable de los Estados Unidos. Después de Cuba, Venezuela fue el único país que pudo hacerlo. Pero también debemos aprender que esta emancipación sólo puede conquistarse confiando y apostando a la auto-actividad y auto-gestión centralizada del poder popular y formas comunales o comunitarias de producción, reproducción y socialización no heterónomas. En esto, no puede haber atajos. El burocratismo y las concepciones estado-céntricas son la “personificación” interna de la contrarrevolución. 

F.B.¿Qué podemos aprender de los experimentos de transición al socialismo del siglo XX?

A.C.Yo creo que las experiencias transicionales del siglo XX y los Estados burocráticos del llamado "socialismo realmente existente” enseñanque la expropiación política y económica de los capitalistas y los terratenientes no asegura, de ninguna manera, la transición al socialismo, ni hace siquiera irreversibles las medidas anticapitalistas o igualitaristas que pudieran tomarse. La estatización de los medios de producción no significa socialización y puede por el contrario convertirse en su opuesto, en una nueva e imprevista forma de explotación del trabajo asalariado.

La transición socialista debe significar la re-apropiación por parte de hombres y mujeres de sus condiciones de vida, de producción y reproducción social, el reemplazo de la división social jerárquica del trabajo, la autogestión social de los medios de producción y distribución. Esta libre asociación de productores y consumidores en forma comunales exige las más amplias libertades democráticas para que se aprenda con la propia experiencia lo que nadie puede “enseñar” porque nadie lo sabe: la construcción del socialismo y el comunismo es una construcción colectiva sujeta a ensayo y error y esto es imposible sin un genuino pluralismo socialista.

La experiencia histórica confirma también la temprana intuición de Marx, en el sentido de que la construcción del socialismo no puede quedar encerrada en las fronteras del Estado nación y asumir que se trata de un empeño internacional e internacionalistas, sin que esto signifique creer que la revolución mundial podrá desarrollarse simultáneamente o de la misma manera en todos los países del mundo.

F.B. ¿Sobre qué bases deberíamos tratar de repensar la idea del comunismo hoy?

A.C.Repensar la hipótesis comunista exigen dejar de lado las falsas ilusiones de la modernidad y el progreso asociadas al industrialismo y el productivismo. Los Estados burocráticos creyeron que podían competir y superar al capitalismo produciendo las mismas cosas y de la misma manera, aunque fuera con peor calidad. Con la obsesión de “modernizarse”  terminaron volvieron al capitalismo más salvaje, sometidos al arbitrio de un Putín o del Partido Comunista de China.

Como dijera Mariátegui: el socialismo no debe ser ni copia de ni calco, sino creación heroica. A lo que bien puede agregarse la que dijo el maestro de BolivarSimón Rodríguez: "O inventamos o erramos".

La pandemia y la crisis económico-civilizatoria sistémica nos enfrenta hoy con un inmenso desafío que, eventualmente, podremos transformar en una inmensa posibilidad si nos atrevemos a reconocer que estamos entrando en la crisis más grave del sistema capitalista en toda su historia, una crisis de características inéditas por su gravedad y alcance porque es una crisis general, la primer crisis del “capitaloceno”. Una crisis que sólo puede ser enfrentada con respuestas y con acciones prácticas colectivas apuntadas a construir respuestas eco-socialista, antipatriarcales, internacionalistas, luchando por fuera del Estado, dentro del Estado y en contra del Estado, pero construyendo en todo momento lazos comunitarios, poder popular y organización política como vectores de una voluntad colectiva revolucionaria.

F.B. ¿Puede darnos un breve análisis de la situación de los movimientos comunistas en Argentina?

 A.C. Esta pregunta es de difícil respuesta. En primer lugar porque el Partido Comunista prácticamente ha desaparecido en la escena política, a tal punto de que sus distintas fracciones son casi todas componente subordinados del Frente de Todos conducido por el peronismo, movimiento político cuyo programa es, como le gusta repetir al actual presidente Alberto Fernández, “un capitalismo en donde  todos ganen”, repitiendo las vieja falacias del capitalismo con rostro humano, el capitalismo humanizado, etc. O sea, el Partido Comunista está diluido en un proyecto político que no tiene nada que ver con el comunismo.

Lo específico de Argentina es que, existiendo inmensas experiencias y capacidades de lucha acumuladas por el movimiento obrero y popular, la debilidad y fragmentación de las organizaciones de izquierda y el predominio del peronismo,hasta hoy han impedido que ese inmenso potencial anticapitalista cuaje en unamovilización en ruptura con la dependencia, con  la sojización que envenena y mata, con el modelo productivo extractivo-exportador, con la permanente desposesión y superexplotación de las mayorías. Existe un Frente de Izquierda constituido por 4 organizaciones trotskistas que obtienen entre un 3 o un 5% de respaldo electoral y juegan un rol significativo a nivel de las luchas sindicales y otras movilizaciones,  pero adolecen a mi juicio de cierto cretinismo parlamentario y cultivan comportamientos sectarios y autoproclamatorios que los mantienen en la marginalidad.

Por otro lado, existe una izquierda revolucionaria que viene, venimos quiero decir, fracasando en construir una  fuerza organizada con vocación de poder, capaz de ganar visibilidad y aportar un proyecto alternativo emancipatorio, a pesar de que existen posiblemente decenas de miles de activistas y luchadores con vasta experiencia y voluntad de cambio. Vale destacar que en los últimos años se suma el aporte cualitativo de la lucha de las mujeres  y, en menor medida, de las luchas ecológico-ambientales así como de la irrupción de la demanda organizada de los pueblos originarios. 

F.B.¿Qué opina del concepto de "gente" de Ernesto Laclau para la construcción de un bloque social antagónico y del uso que hizo del pensamiento de Gramsci?

A.C.A mi juicio, las teorías de Laclau se han desacreditado aceleradamente. El proyecto de construir hegemonía radicalizando la democracia y apoyándose en lo que supuestamente "quiere la gente" sólo aportó confusión. Es imposible e idealista en el mal sentido de la palabra pretender enfrentar y o corregir al sistema renunciando, desconociendo o desdibujando el antagonismo social y utilizando un concepto de pueblo puramente discursivo, privado de contenidos de clase y vocación revolucionaria. Syriza en Grecia, Podemos en España y en Argentina la capitulación de semejantes progresistas en el peronismo de Alberto y Cristina Fernández son prueba de esta bancarrota.

F.B.¿Sobre qué base deberíamos reconstruir un partido, una forma de organización política, capaz de responder a los desafíos del siglo XXI?  ¿Todavía es posible construir una fuerza política de masas capaz de cambiar radicalmente el sentido común?

A.C. La movilización de las mujeres y de los movimientos feministas con toda su riqueza, diversidad y contradicciones han demostrado en los últimos años que efectivamente es posible desarrollar una fuerza política de masas capaz de comenzar a cambiar el sentido común. Son ya un factor constitutivo de cualquier proyecto revolucionario, que no reemplaza sino que aporta nuevas energías y preocupaciones a la urgente tarea de construir organización política posiblemente de tipo movimientista, capaz de recoger distintas tradiciones revolucionarias pero capaz también de evitar la trampa en la que sistemáticamente ha caído el movimiento popular argentino, por responsabilidad esencialmente del peronismo, que es renunciar a la autonomía política para colocarse a la cola de una burguesía anti-nacional, socia subordinada del capital imperialista y dependiente de las transnacionales cadenas de valor.

F.B.¿También tiene consejos sobre cómo construir un sindicato de clase que le gustaría darnos?

A.C. No me considero en condiciones de dar consejos a quienes estén empeñados en la difícil pero imprescindible tarea de construir un sindicalismo de clase. Puedo compartir si algunas reflexiones que surgen de mi experiencia. Tal vez la primera es que aceptar el divorcio entre lucha política y lucha reivindicativa, para dejar a los partidos electoralistas la primera y limitar lo sindical a meros reclamos corporativos, y la ilusión de que se puede avanzar apostando a aprovechar y hacer presión sobre las que parezcan ser los puntos o líneas de menor resistencia del sistema, sólo conduce a catastróficas derrotas, incluso en el terreno de las reivindicaciones más elementales.

Otra experiencia, particularmente dura y sangrientas en el caso del movimiento obrero argentino, es que las burocracias sindicales tienden a convertirse cada vez más en burocracias empresariales, asociadas a los aparatos de Estado y a la represión de los luchadores anticapitalistas. De tal manera que la lucha por la democracia sindical sólo puede ser concebida y llevada adelante en términos revolucionarios, desechando el posibilismo, el corporativismo, abrazando al pobretariadoque constituye hoy la inmensa mayoría del pueblo que vive de su trabajo, asociándose al eco socialismo y a la superación del patriarcado.

F.B.La última pregunta, me gustaría saber en qué líneas se está desarrollando el marxismo hoy en América Latina, en su opinión.

A.C. considero francamente alentador que en Nuestra América el marxismo y el pensamiento crítico se estén desarrollando polémica y creativamente, sobre diversas líneas, abriéndose a otras tradiciones teóricas e incluso recuperando conocimientos y prácticas ancestrales que fueran invisibilizados por la colonialidad del poder y el saber. Y en algunos casos desarrollando un sistemático esfuerzo por re-aproximar crítica teórica, luchas populares y praxis revolucionaria. No me atrevería a pronosticar si estos esfuerzos fructificarán pronto o no, PERO creo que no existe hoy tarea más importante.

Puede escuchar la entrevista completa aquí: https://www.youtube.com/watch?time_continue=76&v=Q-DLTRMfX4w&feature=emb_logo

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