21/11/2024

De la caída del Muro a una globalización en crisis

 
 
Veinte años de la revista Herramienta
 
Quiero empezar agradeciendo a todos los compañeros y compañeras de Herramienta. Es un honor para mí estar cerrando este lindo coloquio por los 20 años. Yo, muy modestamente, me considero un co-fundador en el exterior de Herramienta, porque por una invitación de Néstor López, en el primer número de Herramienta, aquél de tapa blanquita, colaboré y me convertí en un compañero de Herramienta. Dejo mi saludo para Néstor, para que pueda recuperarse y también a todos y todas los que están aquí, que son luchadores que hacen de Herramienta un arma de lucha contra el capital.
Preparé una presentación en sintonía con el tema en general. No voy a hablar tanto del mundo del trabajo, que es mi investigación central, sino un poco de la tragedia latinoamericana hoy. Dando un énfasis al tema del trabajo porque es un tema vital. Voy a intentar tratar la era de las rebeliones, de las contrarrevoluciones y del nuevo Estado de excepción que estamos viviendo en nuestra América Latina.
Voy a empezar con 1968, el año que bamboleó al mundo, los levantamientos en París, en varios países de Europa, la invasión rusa a Checoslovaquia, las huelgas en Brasil, la masacre de los estudiantes en México, las huelgas del otoño caliente en Italia en el ´69, mismo año del Cordobazo en Argentina. Son algunos hechos emblemáticos de un período que encontró en 1968 una fase de rebelión y confrontación abierta. En ese momento la lucha central era por el dominio y el control del capital por parte del trabajo y las fuerzas sociales. Cinco años después, 1973/1974, se presentó un cuadro de profunda crisis estructural analizado por Mészáros, Chesnais, Robert Kurz, lamentablemente el último fallecido. Mészáros y Chesnais son hasta hoy colaboradores de Herramienta. Todos ellos importantes críticos de la tragedia del sistema del capital.

En 1973 en un cuadro de profunda crisis del sistema de dominación del capital, constatada en todos los niveles: económico, social, político, ideológico, valorativo, aquél fue obligado a diseñar una nueva ingeniería de la dominación. Por lo tanto, empieza el fin de un ciclo de revueltas y el inicio de una era de contrarrevolución burguesa de amplitud global.

El trípode destructivo

Vinieron en una sucesión concatenada o que se podría llamar “trípode destructivo”: la reestructuración productiva de los capitales, la financiación ampliada del mundo y la barbarie neoliberal. Este es el trípode de la destrucción de nuestros días, y fue responsable del advenimiento de una contrarrevolución burguesa de amplitud global.

Quiero recordar al gran sociólogo marxista brasileño, con el que tuve el honor de compartir una amistad, Florestan Fernandes, y otro que también es muy conocido entre ustedes, Octavio Ianni. Florestan es el constructor de la idea de que nuestra América Latina siempre oscila entre la revolución y la contrarrevolución. Esta contrarrevolución burguesa inició la barbarie neoliberal todavía dominante, inició una monumental reestructuración del sistema del capital a escala global, que hoy nosotros llamamos de mundialización o globalización del capital. Creando, construyendo una ingeniería productiva muy destructiva en relación al mundo del trabajo. El primer resultado de esto es una ampliación descomunal de la superexplotación del trabajo.

Tal vez la más original crítica marxista de la superexplotación del trabajo que se hizo en Brasil fue la de Ruy Mauro Marini, que es olvidado en su país cuando se exilió en Chile y luego en México y regresa muchas décadas después. Esta superexplotación del trabajo, acrecentada hoy, es el trazo de base material de un mundo donde en la cúspide está la predominancia del capital ficticio, una punta dentro del capital financiero.

Es bueno recordar que el capital financiero no es solo capital ficticio que circula y se generaliza en las especulaciones y saqueos. El capital ficticio es una parte prolongada del capital financiero y éste, en sus orígenes, es una fusión compleja entre el capital bancario y el capital industrial, como nos enseñaron Lenin, Rosa Luxemburgo y tantos otros.
Por el contrario de cierta lectura, en mi frágil opinión, defendida por muchos economistas menos críticos, el capital financiero no es una alternativa más allá del mundo productivo, pero controla en gran parte el sistema productivo del capital y solo una parte de él, el capital especulativo de tipo ficticio se disocia de la producción y este es el lastre material existente sin el cual –labase productiva- el sistema financiero no puede dominar eternamente.

El capital ficticio sin algún lastre material es una imposibilidad, cuando se piensa en una dominación de largo período. No es por otro motivo que en la lógica hoy hegemónica del capital financiero, el saqueo, la explotación y la intensificación del uso de la fuerza de trabajo tiene que ser llevada cada vez más a un límite. Es por eso que los padecimientos y los niveles de superexplotación de la fuerza de trabajo alcanzan grados de intensidad jamás vistos en fases anteriores, tanto en el sur como en el norte del mundo.

El futuro de la humanidad pasa porque el proletariado chino pueda cambiar su realidad

Aquí voy a hacer un pequeño paréntesis para ilustrar un poco lo que estoy diciendo. Hoy China es un ejemplo de hiper explotación del trabajo, la empresa Foxconn es emblemática. Es una empresa de tercerización global que tiene 16 unidades productivas en China, una de ellas es la unidad productiva de Shenzhen donde se pueden encontrar cadenas de montaje de todas las marcas de tecnología celular. Todos los productos que fabrica la Foxconn son Apple, Nokia, etc., porque es una empresa de tercerización global. Emplea alrededor de 1.500.000 obreros y obreras, en 2010 recibían entre 100 y 200 dólares al mes, con jornadas de trabajo que suelen llegar a 12 horas. En este proceso de intensidad de explotación del trabajo hubo varias tentativas de suicidio en 2010 y trece ocurrieron. Jóvenes obreros que saltaron por las ventanas, etc., dada la explotación, la humillación, el asedio moral, etc.

¿Por qué ocurre esto en China? Hace un mes y medio estuve por primera vez en ese país. China tiene un sistema muy complejo. Nosotros conocemos muy poco de lo que sucede allí actualmente. Pero puedo decir esto, si un gobierno chino decide hacer en este predio, aquí en un área de Buenos Aires, un gran emprendimiento, contrataría una gran transnacional que se ocuparía de construir la infraestructura necesaria. Esa transnacional utilizaría un proceso de contratación y subcontratación de otras empresas. Porque hay un control por arriba del Partido Comunista, ese control hace que el Estado chino pueda extraer parte de la plusvalía creada en la producción. Todas las grandes corporaciones, que son muchas, se arreglan con el Estado chino y comienza un proceso de precarización descomunal del trabajo, porque China tiene casi 1.500.000.000 de población total, de los cuales casi 800.000.000 son parte de la población económicamente activa, es una super población excedente monumental, recordando términos de Marx.

Durante la Revolución China de los ‘60, sufrió un proceso de calificación, alimentación y educación diferente de la India, país que pude visitar también. En China no hay ninguna legislación protectora del trabajo, los sindicatos son estatales y controlados por la burocracia estatal del Partido Comunista. De tal modo que las luchas obreras en China, las huelgas, que fueron intensas en la última década, frecuentemente se dan contra la burocracia estatal y contra el control de un sindicalismo oficial. El futuro de la humanidad pasa porque el proletariado chino pueda o no cambiar las cosas en su propia realidad.

Es muy difícil caracterizar a la sociedad china: no parece ser una sociedad socialista. Pero tampoco es una sociedad capitalista típica, porque este control político del partido es garantizado por una monumental burocracia estatal que emplea una fuerza sobrante monumental de trabajo en la seguridad, los funcionarios públicos, etc. Yo conocí dos ciudades solamente, Shangai y Pekín, son las únicas ciudades del “sur” del mundo que conocí que están organizadas, no se parecen a San Pablo, ni a la ciudad de México, porque son organizadas, el metro funciona, los sistemas ferroviarios funcionan, pero bajo mucho control.

Durante los años ´70, nosotros los brasileños teníamos todo, éramos los campeones de fútbol, pero también éramos los campeones de la super explotación del trabajo. Hoy no lo somos más. Hace unos años estaba dando un curso en México y mirando un periódico decía: “Empresarios de todo el mundo, vengan a producir a México. Porque acá se puede explotar más que en China”. Ustedes conocen la idea de las maquilas, que son verdaderos centros de montaje de productos, porque se paga entre 10 y 20 veces menos el trabajo de la clase obrera mexicana, tanto hombres como mujeres, en comparación con la clase obrera norteamericana.

Cuando estuve en India, en octubre de 2013, el Ministro indio estaba haciendo una propaganda que decía así: “China creció por el Made in China” o sea por producir en China. La propuesta del Ministro era crear un eslogan para la India, que sería “Make it in India” o sea, “produzca en India”, porque en India las condiciones de explotación del trabajo con aún más intensas que las chinas.

Yo creo que hay entre 200 y 300 millones de hombres y mujeres en la India que por una compleja situación de casta y de clase, son excluidos de la condición más elemental de humanidad. Las personas viven en una situación que para nosotros es chocante, y yo vivo en Brasil, conozco casi toda América Latina, pero nunca había visto una miseria tan brutal como en la India, que además está absolutamente naturalizada, por una combinación perversa de un sistema de clases y un capitalismo que excluye a todos aquéllos y aquéllas que no son parte de las castas consolidadas. Pero la superexplotación no es un problema solo de la India, veamos el caso de Japón.

Este país tiene hoy más de un 34% de su clase trabajadora en condiciones de trabajo precario, informal. Hay palabras como “arubaito” que significa trabajo precario y es una expresión que es utilizada desde la era Meiji del siglo XIX.
Hay una figura en Japón actualmente que es el “Cyber refugee”, que es el joven precarizado que migra del campo a la ciudad, que no tiene donde dormir por la noche porque no tiene con qué pagar un cuarto o una pensión. En Japón hay cápsulas de vidrio para dormir, los obreros pobres las alquilan. La única diferencia con una cámara mortuoria es que es de vidrio. Si no puede pagar esto, van a pasar la noche en cyber cafés cuyo precio es bajo. Van allí para conectarse e intentar conseguir un trabajo para el día siguiente. Lo que el geógrafo inglés James Peck, llamó “trabajo contingente”. Si hay trabajo hay que presentarse a las 5 am, trabajar toda la jornada y al final del día recibe el pago, sin ningún sistema de contratación legal. Este es un ejemplo japonés.

En EE. UU. el ejemplo del trabajo esclavo moderno es el “wallmartismo”. Wallmart se caracteriza por burlar los derechos de los trabajadores. Todavía no es fuerte en Europa pero sí en USA y en el sur del mundo. Una parte de las millares de empresas proveedoras y sub proveedoras, la primera cadena son entre 6 y 9.000 y la última llega a 65.000, según Pietro Bsso, sociólogo marxista italiano, se pueden encontrar en China. Por eso los precios de Wallmart son los mejores, porque están basados en esta precarización del trabajo.

Y si pudiese dar más de un ejemplo, citaría que vale la pena observar el ejemplo reciente de Inglaterra, no es reciente porque empezó hoy, ya tiene más de dos décadas, hay una tendencia de expansión a este sistema que se denomina “contrato de 0 hora” (zero hour contract). Funciona de esta manera, yo contrato a alguien, un médico o enfermero, etc., éste se queda esperando la llamada, uno, dos, al tercer día recibe la llamada y hace el trabajo y recibe el dinero. Pero ese dinero que recibe es el que corresponde a ese pequeño tiempo de trabajo, pero estuvo disponible 72 horas.
Un ejemplo de esto es Uber. Muchos de los empleados de Uber son médicos, economistas, administradores, ingenieros desempleados. Llamo la atención de esto porque no es una tendencia marginal, el mundo financiero del capitalismo global puede convivir con la dilapidación del trabajo, con la corrosión de los derechos del trabajo, con la demolición de los códigos del trabajo. Es por esto que hace un mes que en Francia hay luchas cotidianas contra una medida de un gobierno “socialista” que quiere implantar un código de trabajo flexible. Estando en China con Michael Lowy y un grupo de marxistas de occidente que son críticos de China, le pregunté cómo veía el gobierno de Hollande y su respuesta me pareció espectacular: “para mí es un gobierno de extremo centro”. El papel de extremo centro representado por un hombre de extrema derecha es destruir los derechos del trabajo.

En nuestra América Latina vivimos bajo formas diferenciadas de precarización del trabajo. En esta larga era de contrarrevolución una precarización del trabajo que pasó por las dictaduras militares, que todos conocemos, pasó por la desertificación liberal, ensayó alternativas y ahora estamos viviendo nuevamente una onda conservadora del retorno de aquello que nunca salió, sólo que ahora se trata de la línea bruta, directa del neoliberalismo

El neoliberalismo, sea como tragedia o farsa, sigue dominando y retorna con más fuerza

Fue contra este proyecto profundamente destructivo del capital, que los obreros y obreras de los campos, de las ciudades, los campesinos, los indígenas, los sin tierra, los desposeídos, los hombres y mujeres sin empleo, además de una gran cantidad de movimientos sociales como la juventud, ambientalistas, la lucha de las mujeres, de los homosexuales, desencadenaron nuevas formas de lucha social y política especialmente a partir de los años ´90. En el caso brasilero desde los ´80. En los Andes, donde madura una cultura indígena secular y milenaria, cuyos valores son muy distintos de aquellos estructurados bajo control del tiempo del capital, se emplearon las rebeliones, se diseñan nuevas luchas dando claras señales de contraposición al orden que se estructura desde el inicio del dominio con base de expropiación y desposesión típica de la fase neoliberal.

Pero tuvimos un período de gobiernos que ustedes llaman “progresistas” que fueron muy diferentes, donde ocurrieron muchas luchas. En Venezuela los asalariados pobres de los morros de Caracas esbozaron formas de organización popular en las empresas, en los barrios populares, inclusive en las comunidades. En Perú los indígenas desencadenaron varios levantamientos contra gobiernos conservadores. Hubo períodos de levantamientos en Ecuador que depusieron a muchos gobiernos. En Argentina durante la eclosión de los levantamientos de 2001 vimos la lucha de los trabajadores desocupados, de los piqueteros, que conjuntamente con los obreros y las clases medias empobrecidas depusieron varios gobiernos, seis en pocos días. En México encontramos el ejemplo de Chiapas del ´94 y posteriormente la Comuna de Oaxaca en 2005 que hoy ha vuelto, hay rebelión en Oaxaca nuevamente, de mano de los maestros públicos. Es interesante que una categoría que en el pasado tenía cierto estatus, como lo es el maestro, hoy sufre un proceso global de proletarización, por eso hay huelgas y revueltas de maestros en todos los países del mundo, de norte a sur.
Estos son fuertes ejemplos de huelgas, rebeliones y revueltas contra la destrucción neoliberal. Hubo incluso innumerables luchas sociales urbanas rurales en toda América Latina contra la comoditisación, la mercantilización de los servicios públicos, como la salud, la educación, el transporte, la minería, contra la privatización del agua. Recordarán la lucha de las comunidades indígenas. En este período el ciclo gobernante liberal en América Latina perdió progresivamente fuerzas, lo que posibilitó la ampliación del descontento social. Tal vez el primer período de desgaste neoliberal.

En algunos casos tales movimientos y partidos políticos se convirtieron en gobierno y generaron experiencias políticas que señalaron la posibilidad efectiva de cambios, como en la Venezuela de Chávez con el bolivarianismo o, en mucha menor escala, el movimiento social de Evo Morales que inició un ciclo de cambios en Bolivia. Pero hubo también victorias de movimientos y partidos de oposición que llegaron al gobierno, como el PT de Brasil y el Frente Amplio en Uruguay. Sabemos hoy, que el resultado de las elecciones por las cuales el PT asumió en 2003, no sé si decir que fue una tragedia o una farsa, o las dos juntas; probablemente un poco de ambas. Pero después de más de una década de estas victorias podemos constatar que en su gran mayoría, en Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, estos nuevos gobiernos aceptaron, con sus diferencias, hacer un amplio pacto de fuerte conciliación con los grandes capitales, lo que terminó de corroerlos por dentro y devorar a sus gobiernos, como sucede en Brasil hoy.

Después de luchas de gran importancia que marcaron períodos de fuerte descontento, el neoliberalismo, sea como tragedia o como farsa, sigue dominando y retorna con más fuerza. Durante 2008 y 2013 vimos un ciclo de rebeliones espectacular, dentro de una larga era de contrarrevoluciones. Túnez, Egipto y todo el Oriente Medio, en Inglaterra el levantamiento popular que comienza en barrios de inmigrantes negros y se expande por Inglaterra y luego por todo el Reino Unido. Antes de Podemos el levantamiento de la juventud en España, los Indignados que después llevó a la actual formación de Podemos, el Occupy Wall Street fue vital en USA y pienso que solo se puede comprender la campaña de Sanders a partir de la juventud que vivió y participó del levantamiento. Por otro lado las revueltas en Italia, en Grecia, antes del trágico giro de Syriza, la lucha del movimiento popular obrero, de los asalariados, de los trabajadores públicos que fue vital en Grecia.

Si a través de gobiernos neoliberales puros, sea por acción de gobiernos social-liberales, apológicamente muchas veces llamados “neodesarrollistas” como en el caso brasilero y el gobierno del PT que fue además, a lo sumo un “neodesarrollismo de tipo liberal”. Porque los fundamentos de la economía política del gobierno de Lula eran neoliberales. Por supuesto que hay diferencias entre un gobierno puro neoliberal y aquél. Son formas distintas de lo mismo. “No es lo mismo, pero es igual”. Un positivista no puede comprender esto, y un posmoderno menos.

Hablando del caso argentino, la primera vez que visité el país fue en el ´76 y a partir de ahí regresé decenas de veces. Después de un largo desgaste de los gobiernos de los Kirchner, asistimos recientemente a la victoria de Macri a quien yo defino como “variante de gladiador de la barbarie”. El gobierno golpista de Temer en Brasil, Macri en Argentina, la trágica situación de Venezuela, el primer “no” a Evo Morales. Estamos presenciando la gestación en un nivel bastante avanzado y ya casi victorioso del golpe parlamentario en Brasil a través del proceso de impeachment que en la forma que ha asumido burla gravemente la Constitución brasileña de 1988.

Los gobiernos de Lula y Dilma del PT como gobiernos de conciliación, fueron en última instancia gobiernos significativos de la representación de los intereses dominantes, pero realizando algunos programas de mejoras puntuales como el programa “Bolsa familia” volcado hacia los asalariados y sectores más pobres del país, entre tantas otras medidas. Era una tentativa de un gran gobierno de conciliación de clases.

Mientras el escenario económico brasilero fue favorable, parecía caminar bien, hasta 2008/2010. Lula terminó su mandato en 2010 con un 83% de aprobación, pero con el agravamiento de la crisis destructiva económica que viene devastando muchas partes del mundo eso cambió. China crecía un 12% al año, hoy crece un poco más de 6%, que para China es una hecatombe, porque es un país que emplea una masa de trabajadores que nacen y necesitan empleo.

En este cuadro el caso brasilero se agudizó, porque más allá de la crisis económica, se intensificó la crisis política y llevó a una crisis institucional. La salida encontrada por las clases dominantes en Brasil, sean brasileñas o transnacionales, fue el impeachment. Como el impeachment está previsto en la Constitución brasileña, se convirtió en la alternativa ideal de flagrar un golpe con apariencia legal y constitucional. Esta es la mayor obra de arquitectura política brasileña, es un golpe que tiene apariencia legal, un golpe que contando con el apoyo decisivo de todos los grandes sectores burgueses que determinaron que Lula no servía, que Dilma no servía más, entonces los descartó.

Los medios cumplieron un papel decisivo, las cadenas de televisión y todas las grandes radios, canales de televisión y prensa fueron propulsores de la movilización que llevó de 2 a 4 millones de personas de las capas medias conservadoras a la calle, generalmente los domingos después del almuerzo, porque primero van al club: el señor, la señora, los hijitos, el perrito y claro, la esclava, la trabajadora que cuida de los niños. Luego de la salida, a luchar contra la corrupción en Brasil. Imagínense ustedes, a la clase media y burguesa luchando contra la corrupción, de la que es una parte activa. Con el apoyo de los grandes capitales dando recursos. Por eso es un golpe, no militar como en el ´64, pero sí un nuevo tipo de golpe forjado por el pantano parlamentario, que hasta pocos meses antes era la base aliada que daba sustento a los gobierno de Dilma y Lula.

Es un pantano, se mueve y mucho. Vale recordar lo que dijo Marx en el siglo XIX cuando afirmó que el Parlamento francés había llegado a la posición más degradante y más degradada. Perdió el respeto de la opinión pública, dice Marx. Pero él no vio el funcionamiento servil y pantanoso del Parlamento brasileño, porque si lo hubiera conocido hubiera revisado su tesis sobre el Parlamento francés, que sin dudas es incomparable con lo nuestro. La votación del impeachment fue un círculo de animales, con la diferencia que los animales reales tienen algo de charme.

El desafío es construir una alternativa política y social que deconstruya la institucionalidad dominante

Para empezar a esbozar una conclusión, la primera afirmación es que la crisis que vivimos es de una gran profundidad en América Latina. Porque la crisis que tuvo epicentro en el norte del mundo, ahora está golpeando en el sur. Es una crisis además de económica, social y política; una crisis institucional en el caso brasileño, que abriga riesgos de confrontación creciente entre los tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial.

A pesar de que el gobierno de Dilma hizo esencialmente todo lo que las distintas fracciones de las clases dominantes le exigían, frente a la amplitud y el alcance de la crisis, las clases dominantes decidieron el descarte de un gobierno que siempre les sirvió y de esa manera reintroducir un gobierno puro como el de Temer. Temer era el vicepresidente de Dilma que fue propuesto por Lula, porque en el PT siempre hay uno que manda y que decide, es nuestro Perón, ese es Lula. Bueno nuestro no, de ellos.

Es una tragedia, porque Lula fue nuestro mayor líder durante el siglo XX, pero quedó en el pasado. Las clases dominantes recurren entonces al uso de un instrumento legal: el impeachment. Lo mismo ocurrió en Honduras en 2009 y en Paraguay en 2012. Esto no significa que se deba ser condescendiente con los gobierno del PT, pero es un golpe que con sus múltiples modalidades, es siempre un acto que tiene la marca de la ilegalidad y la excepcionalidad.

En el caso brasileño tal vez podamos decir que en esta fase que vivimos hoy, julio de 2016, solamente es posible a través de un nuevo tipo de golpe esta faceta parlamentaria respaldada en una legislación de excepción, solamente así es posible cambiar el gobierno. En la población hay un enorme descrédito por las enormes falencias del gobierno del PT, pero la población pobre sabe que las derechas son peores. Por eso Dilma ganó, porque muchos se taparon la nariz sabiendo que era mala pero lo otro, Aécio Neves, era un Macri brasileño.

Parece entonces que, al menos en este aspecto, Agamben tiene una dosis de razón y nuestra América Latina puede empezar a preparar o intensificar la resistencia a esta esdrújula fase que puede ser caracterizada provocativamente como Estado de derecho de excepción, un “Estado de excepción normal”, lo cual es una contradicción en sus términos, porque es esta la forma de nuestra democracia burguesa.

¿Por dónde recomenzar entonces?

Las rebeliones de junio de 2013 fracturaron toda la institucionalidad brasileña y plantearon dos alternativas, la propuesta de una reforma política hecha por un Parlamento controlado, o la alternativa real y positiva que será el resultado de una transformación social y política impulsada por las masas trabajadoras y populares en su nueva morfología, con un diseño heterogéneo. El desafío es entonces construir una alternativa política y social que deconstruya la institucionalidad hoy dominante que está separada de la vida cotidiana real de las clases trabajadoras. Muchos preguntan cuáles serán los nuevos canales sociales de política capaces de crear una nueva fuerza de izquierda auténticamente ligada con lo mejor de los movimientos populares.

Me gustaría terminar con una reflexión, yo pienso que este no es un punto de partida irrelevante. Frecuentemente la pregunta de la izquierda brasileña y latinoamericana es si la salida son los partidos, los sindicatos o los movimientos sociales. Reconozco que este es un debate difícil. Mi opinión es que nuestro punto de partida efectivo, de la izquierda social, de las luchas sociales, será el resultado de la conjugación de los movimientos sociales, los sindicatos y los partidos de izquierda, junto con los movimientos periféricos,de los barrios, los desempleados, los de la juventud, los de los ambientalistas anticapitalistas, de los que luchan por las libertades sexuales, de los negros, indígenas, etc. Son muchos movimientos. Voy a dar una pista para pensar las tres herramientas: los partidos, los movimientos sociales y los sindicatos.

Yo diría que los movimientos sociales han sido vitales, en todas partes del mundo han tenido un papel fundamental, tal vez con excepción de Túnez donde hay sindicatos y una central sindical fuerte. Las explosiones mundiales de 2110/12 fueron muy espontáneas, con poca presencia de partidos políticos, inclusive la rebelión de junio de 2013 en Brasil empezó por las izquierdas, pero las sociales, sin relación partidaria directa. Yo diría entonces que los movimientos sociales encuentran su fuerza y su vitalidad en las conexiones fuertes que los entrelazan a la vida cotidiana. El rol fundamental de los movimientos sociales es comprender la vida cotidiana. El Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra, el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, el movimiento de las comunidades contra las minerías, etc. Estoy haciendo una generalización, con las excepciones que siempre se dan en este tipo de reflexiones.

Los movimientos sociales encuentran una dificultad en convertirse en longevos y duraderos, porque no siempre es fácil vislumbrar otra sociedad. Cuando yo estoy luchando por un techo, por comida o por vivienda o algo muy cotidiano, es mucho pedir que yo tenga el modelo de sociedad a la que quiero llegar. O sea, no siempre es fácil vislumbrar un deseo de sociedad que le permita una comprensión mayor entre vida cotidiana y un nuevo modelo de vida a ser creado.
Los sindicatos, la segunda herramienta más próxima a las necesidades e intereses de la clase trabajadora, por más imprescindibles, muchas veces se pierden en su inmediatez, en sus luchas cotidianas, o también en su burocratismo, corporativismo e institucionalidad, sin comprender bien la totalidad y el sentido de pertenencia de clase. Muchas veces se trata de sindicatos combativos pero corporativos, luchan por su categoría y no por su clase, que es diferente. Esto cuando no sufren disputas políticas de los partidos que frecuentemente aumentan la distancia entre base, categoría y dirección. Entonces, los sindicatos también tienen mucha contribución pero muchas dificultades.

Por último, los partidos de izquierda, que diseñan sus proyectos a futuro sabiendo el socialismo que quieren. Saben porque leyeron a Marx, a Trotsky, a Gramsci, a Lukács, a Mao Tsé Tung, etc. Practican sus acciones anticapitalistas, pero con frecuencia, en mi opinión, se desconectan efectivamente de la vida cotidiana, del día a día de los hombres y las mujeres que viven de su trabajo y a quienes pretenden representar.

Frecuentemente los partidos son prisioneros de los espacios institucionales conquistados, lo que los distancia cada vez más del ser social al que efectivamente quieren representar. Deben procurar comprender de mejor manera las nuevas dimensiones de las luchas sociales, las cuestiones vitales presentes en la vida cotidiana, que frecuentemente son desconsideradas por las acciones partidarias.

El otro día alguien me preguntaba qué vamos a hacer en las elecciones de 2018 y yo me pregunto, haciendo un chiste: ¿llegará Brasil al 2018? Porque la situación es muy complicada. El principal ejemplo de la rebelión de junio de 2013, fue una importante lucha popular que después la derecha politizó. Yo escribí un artículo en Herramienta en el que hablamos de esto.

Para terminar, pienso que no tiene sentido jerarquizar y definir cuál de estas herramientas es más importante, porque es una división previa y teórica. Los desafíos están en soldar lazos de mayor organicidad entre estas tres herramientas. Tal vez el reto más grande es no jerarquizar sino alentar un diseño donde movimientos sociales, sindicatos y partidos puedan mirar a partir de los imperativos de la vida cotidiana, cuáles son las cuestiones cruciales hoy: Trabajo, la naturaleza, la cuestión de la igualdad entre hombres, mujeres, blancos, negros, indígenas; la cuestión de la propiedad colectiva, la propiedad de las riquezas de nuestra América Latina. Son algunas de las cuestiones fundamentales.

Una nueva morfología del trabajo nos obliga a pensar una nueva morfología de las luchas sociales. Yo pienso que esta es nuestra fuerza y por eso no descarto ninguna de las herramientas aunque parezcan viejas, porque todas pueden fortalecerse para enfrentar el futuro. Y tal vez, podamos encontrar en América Latina y en el mundo asiático, con todas las dificultades que estamos viviendo hoy, laboratorios espectaculares de luchas sociales, de una nueva clase trabajadora ampliada y una batalla que recupere un socialismo con perfil del siglo XXI, que por cierto será muy diferente a lo que vivimos en los siglos XIX y XX.

Desgrabación: Ana Laura Xiques
Edición: Mario Hernandez

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