04/12/2024
Por Schachter Silvio
Los devastadores incendios de Corrientes no son los únicos en curso en este momento en el país. Los focos se multplican en Córdoba, la Patagonia y el Delta. Es el cambio climático, la sequía, la crisis hídrica, la desforestación, la contaminación, la degradación de los suelos. No es un accidente ni un imprevisto sino la consecuencia del accionar predador de una civilización tan voraz como el fuego.
Mientras se pagan y se negocia seguir pagando miles de millones de dólares que fugaron las principales corporaciones y los socios del poder, faltan recursos básicos para contener y reducir los daños.
600.000 hectáreas, el 10% de la provincia de Corrientes, están bajo fuego mientras el gobernador radical Gustavo Valdés dice “que no se puede hacer nada” y el ministro de Ambiente Juan Cabandié se dedica a twitear para lavarse las manos.
Es la agromafia, son los políticos cómplices parte del negocio, los funcionarios ineptos de los gobiernos de Nación y de las provincias, tan incapaces como venales. Que se vayan, ya demostraron que no les preocupa ni al pueblo ni la naturaleza, mientras la vida está muriendo sin remedio ante nuestros ojos.
¿Hasta cuándo? ¿O es que nos amansaron tanto que toleramos todo? ¿Naturalizamos el horror? ¿Aceptamos lo dado y nos resignamos? Estamos volviendo al medioevo, creyendo en el castigo divino o en que los dioses nos enviaron las plagas, como en Egipto.
No alcanza con la queja virtual. Si no salimos ya a expresar nuestra rabia e indignación, si no asumimos ser parte de la lucha, como en Chubut o Mar del Plata, seguirá pasando y no tendremos futuro, ni nosotros ni nuestros hijos y nietos.