Buenos Aires, 9 de diciembre del 2006
Querido Ricardo [Dr. Ricardo Antunes]:
Alentado por la charla que tuvimos en tu último viaje donde hablamos sobre la tensión entre trabajo concreto y trabajo abstracto en la empresa recuperada Chilavert y por unas cartas que estoy intercambiado sobre el tema con un compañero a raíz de unas jornadas sobre trabajo precario retomo el diálogo sobre aspecto del trabajo.
Lo hago a partir de tu gentil respuesta en donde me envías el original del CapítuloV de tu nuevo libro El Caracol y su concha inédito en castellano, en donde destacas que están desarrolladas las diferencias que te señalé en mi anterior carta.
El libro El Caracol y su concha que mencionas aún a la fecha no lo he recibido, pero sí he leído con atención la edición de un resumen que hicieron los compañeros de Uruguay y por supuesto el Capítulo V que me enviaras en su versión electrónica.
Trataré de avanzar en el camino del intercambio de enfoques, aclarando las dudas que tengo y las críticas que esbozo
Paso al grano.
Dices en el Capitulo 5:
A história da realização dos seres sociais, ao longo de seu processo de desenvolvimento histórico-social, sabemos, objetiva-se através da produção e reprodução da existência humana. Para a realização da produção e reprodução da existência humana, os indivíduos iniciam um ato laborativo básico, desenvolvido através do processo de trabalho.
É a partir do trabalho, em sua realização cotidiana, que o ser social distingue-se de todas as formas pré-humanas. (negritas mias)
Focalicemos este párrafo porque es uno de los nudos de mis dudas. Veo acá nuevamente (como afirmaba yo en la carta anterior) categorías diferentes que se deslizan unas sobre otras sin explicar ni cómo, ni porqué se produce ese paso. Primero vas desde el ato laborativo básico, al processo de trabalho y después desde éste, en el párrafo siguiente, se desemboca en el trabalho a secas.
Para colmo a todo este movimiento se le asigna un continuidad “natural” y positiva (no hay ruptura alguna), ya que se afirma que esto es lo que nos distingue de las formas pre-humanas. Así nos encontramos que los hombres por el trabajo [una palabra muy moderna] a secas (no por el del acto laborativo básico) saltamos de la etapa pre a la humana. Lo cual constituye una afirmación muy fuerte que me permito poner en dudas.
Pero yo me/te pregunto ¿qué es este trabajo a secas? ¿Es el trabajo alienado? En todo caso si no lo fuera, al no aclarárselo, el desprevenido lector podría caer en el equívoco de estar pensando en lo que común y corrientemente se entiende por trabajo: o sea en el trabajo asalariado, que como sabemos es trabajo alienado. Esto llevaría al absurdo de ver en el trabajo alienado la virtud de impulsar la humanización cuando afirmas que: “Es a partir del trabajo, en su realización cotidiana, es que el ser social se distingue de todas las formas pre-humanas”..
Si partimos de coincidir con los enfoques de Marx en Los Manuscritos económico-filosóficos, creo ver, en el párrafo que señalo como mínimo una tremenda confusión. Esta es provocada al usar la misma palabra, trabajo; para categorías y significados distintos y antagónicos. Por otro lado esta falta de claridad en el lenguaje disfuma lo más importante que ocurre entre esas categorías y que es precisamente: la lucha, la tensión que hay entre ellas. Lucha y tensión que no se menciona en el trabajo pero que desarrolla “cotidianamente” en la vida laboral real, dentro del modo de producción capitalista.
Me refiero concretamente a las categorías: acto laborativo básico y trabajo que resalté en amarillo y que están continuamente en pugna. El capitalista pugna por reproducir la alienación que, como dice Marx, genera y sustenta la propiedad privada (Marx, 2004, Pág. 118/9) y el trabajador lucha por desalinearse, por querer ser, por ser digno (es decir determinar libre y socialmente, qué, cómo y para qué producir lo que elabora), lo que en este caso implica un proceso que de desarrollarse a fondo tiene por fin la liquidación del modo capitalista de producción. Es decir hay una lucha asimétrica, ya que el capitalista no puede acabar con el trabajo porque le es imprescindible para extraer la plusvalía, pero el trabajador sí puede y necesita suprimir al capital si desea liberarse y liberar a la humanidad de la explotación y de la alienación.
Según lo veo yo el acto laborativo básico es la actividad social y libre en donde el hombre se realiza socialmente. El trabajo es lo opuesto, es la esclavitud del hacer al capital.
Supongo que para evitar caer en la confusión que yo destaco, es que John Holloway (2002) utiliza el doing, la categoría de el hacer o el gerundio haciendo, como poder, como potencia, que tiene el hombre para desarrollarse y ser el verdadero ser social, y este poder hacer se objetiviza en el acto laborativo básico. Pero esta categoría es antagónica con la categoría de trabajo alienado, que es el proceso de dominar a el hacer, lo que Holloway llama el poder sobre el poder hacer.
Parecería que yo ando buscando pelos en la leche, pero esta distinción aclara la confusión y tiene una importancia fundamental en focalizar la lucha de clases, no solamente en la lucha contra la plusvalía, sino también en la lucha por la dignidad.(Marx, 2004, Pág. 118) Vale despejar esta confusión porque esta forma de considerar al trabajo como un natural escalón del acto laborativo, es profusamente utilizada para confundir a los trabajadores tanto por la burguesía como por los burócratas sindicales, e incluso creo que inconscientemente la izquierda cae en la trampa de caer en el oxímoron de levantar la consigna “Trabajo para todos, trabajo digno”.
La confusión fue utilizada acá por Perón quien lanzó en su momento la consigna: “El trabajo dignifica” lo cual revolvería, sin dudas, a Marx en su tumba, pero que a la patronal le viene de dedillo para decir: cada cual es cada cual, el rico con su riqueza el pobre con su pobreza y tratar de que el asalariado alienado crea que se puede vivir feliz con su alienación a cuesta.
Otro tema secundario, o de importancia relativa, es el inicio del párrafo donde dices que “La historia de la realización de los seres humanos…” Con este ensamble de categorías donde la opresión, el poder sobre desaparece, precisamente se desvanece la raíz histórica de la aparición del trabajo íntimamente ligada a la opresión, y paradójicamente se nos presenta el trabajo como una categoría a-histórica lo opuesto a la afirmación con la que comienzas el párrafo. Volveré sobre el tema.
Un ejemplo útil
Voy a un ejemplo para que se vea mejor lo que digo.
Tierra del Fuego, la Isla del Fin del Mundo, hasta el siglo XVIII estaba habitada por miles de aborígenes llamados yámanas. Las investigaciones antropológicas descubren que ellos habitaban estas tierras desde hace algo unos 10.000 años. Las extremas condiciones meteorológicas, su proximidad con la Antártida los llevó a sobrevivir y a progresar en base a distintos actos laborativos básicos. Se organizaban en familias para la caza de la foca y del guanaco, y en tribus que se reunían una vez al año (Rossi, 2006). Hicieron sus herramientas para pescar, se untaban con grasa de foca para sumergirse desnudos y extraer de las heladas aguas los moluscos con los que completaban su dieta. De este acto laborativo básico emanaron determinadas relaciones sociales específicas que se fueron desenvolviendo durante miles y miles de años en las que no existió la propiedad privada y por consecuencia no había trabajo, trabajo bajo las condiciones de la producción capitalista, es decir no existía el trabajo alienado, que es lo que comúnmente se conoce como trabajo, trabajo a secas. La vida de esa comunidad trascurría en relativa armonía y en completa armonía con su habitat. Pero apareció el trabajo y el trabajo los mató.
Durante los 10.000 años en que vivieron de actos laborativos básicos, los yámanas se reprodujeron y aumentaron la población de un puñadito que llegó del norte, hasta ser unos 12.000 seres humanos. Pero en apenas unos 150 años después habían desaparecido completamente. La última indígena, llamada la India Varela murió en la segunda mitad del siglo XX. ¿Qué pasó? El genocidio se llevó a cabo por la lógica del mercado mundial, en nombre de la propiedad privada, y del trabajo, obviamente trabajo asalariado, trabajo alienado. En este tiempo llegó el capitalismo y su modo de producción basado en el trabajo asalariado. Los primeros pobladores europeos, en realidad los primeros despobladores de los miles de indígenas, casi extinguieron las focas y lo complementaron con la importación de la oveja sin importarles que fuera un animal completamente depredador y extraño en ese paisaje ya que el mercado mundial requería lana para la industria textil inglesa.
Los yámanas desarrollaban su poder hacer es decir sus actos laborativos básicos, al nivel que les era permitido por el desarrollo en ese momento de sus fuerzas productivas. Construyeron sus primitivas herramientas y desarrollaron la técnica de construcción de canoas hechas de una sola pieza con la corteza de lenga con la cual se internaban en el mar constituyendo el único pueblo autóctono de tradición marítima en el atlántico sur. Se organizaban para el acto laborativo básico y socialmente necesario para su supervivencia, reproducción y lento avance económico social. El acto laborativo básico consistía en la caza de guanacos y focas y frutos del mar. Pero ante la casi extinción de las segundas por los barcos pesqueros que les extraían la piel y aceite y por la merma de guanacos desplazados por la oveja, emprendieron la caza de éstas últimas (el guanaco blanco, como lo llamaron) “violando” la propiedad privada de los primeros pobladores (despobladores). Los colonos europeos defendieron a tiros su trabajo, el de cuidar ovejas, y la naciente propiedad privada, violada en su más tierna infancia por estos yámanas “pre-humanos” que se apropiaban de las inocentes ovejitas. Empezó entonces la matanza en masa de indefensos yámanas.
El nuevo sistema de producción y de reproducción capitalista, legitimó el genocidio contra los que no sólo no querían trabajar, sino que desafiaban el nuevo modo de producción persistiendo en realizar su poder hacer mediante actos laborativos básicos. Su pecado mortal: usurpar (sic) la propiedad privada, razón de ser y de existencia del trabajo asalariado. Los yámanas no entendían por qué su acto laborativo básico era respondido a fuego de carabinas. Los sobrevivientes pasaron a trabajar obligadamente, igual que en la Inglaterra de la Ley de Pobres, bajo las normales condiciones del modo de producción capitalista en las estancias del Sur y en el frigorífico de Río Grande propiedad del tal Menendez Bethy quien dirigía a los genocidas legales. Bethy pagaba por cada cabeza de los hacedores de actos laborativos básicos o por el par de orejas que atestiguaban que los yámanas estaban bien muertos. Fue la Ley que protege la propiedad privada y el trabajo “honrado” [el llamado comúnmente trabajo digno] la que garantizó que la matanza de miles de seres que reproducían la existencia humana, que se estaban desenvolviendo de forma histórico-social quedara eternamente impune y no sufriera pena legal alguna.
Lo que le pasó a Jemmy Button por no querer desenvolverse en forma histórico social
Cuando en 1832 Charles Darwin de sólo 22 años de edad desembarcó en una chalupa a 14km al sur de las costas de Pehuen có y una sorpresiva sudestada lo obligó a quedarse varios días sin regresar al Beagle observó en una barranca los restos del megaterio y allí comprendió que la misión encomendada por el capitán del Beagle Robert Fitz Roy de “constatar científicamente la exactitud literal del génesis” resultaba un imposible absoluto. Calmada la tormenta de verano la chalupa pudo regresar al Beagle y cuando Darwin se encontró frente a Jemmy Button terminó de pergeñar para sus adentros la imposibilidad de cumplir con el mandato que se le había encomendado y comenzó a pensar en su opuesto, en la teoría de la evolución que luego se fortalecería con su experiencia en las Galápagos.
Jemmy Button era un gigante morrudo, morocho, de cabellos renegridos largos y lacios, sus labios estaban extremadamente hinchados, sus pies eran grandes, enormes, un verdadero patacón. Jemmy “era el ejemplar ideal en el que la reina de Inglaterra había depositado toda su confianza, era el yámana que mejor se había adaptado a las costumbres inglesas. Se había convertido en un verdadero dandy; jamás salía a cubierta sin sus guantes blancos, gustaba de admirarse frente a un espejo y había desarrollado un celo obsesivo por el lustre de sus botas. De todos modos su carácter era afable y llegó a ser muy querido por todos a bordo.” al decir de los redactores de la pagina web:
www.patagonline.com.
Darwin y Jemmy Button continuaron silenciosos el resto del viaje hasta la llegada a Tierra del Fuego pero por diferentes motivos. Charles porque necesitaba meditar ante la segura pelea que se desencadenaría en esos lares con Fitz Roy cuando le confesara que abandonaba el marco teórico místico para adoptar el de la evolución. Jemmy porque su cuerpo se transformaba a medida que se acercaban al Polo Sur y su mente le volaba a miles de kilómetros luz, sus pulmones se expandían desmesuradamente en la cubierta del Beagle cada milla que se acerca al Sur y el viento patagónico circulaba por sus alvéolos. Y ocurrió lo esperado Darwin enfrentó la furia descontrolada de Fitz Roy pero logró sobrevivir, Jemmy Button logró no solo sobrevivir, sino revivir, porque enfrentó con éxito su destino en las cercanías de Ushuaia. Allí desembarcó en una chalupa ballenera y tres días después regresó acompañado de cuatro aborígenes al frente de una canoa de corteza de lenga. Desnudo, su cuerpo untado de pie a cabeza con grasa de foca, un arpón de colihue afilada en la mano derecha y en su enorme mano izquierda un lío de tela, subió al Beagle y primero habló en su lengua nativa, el yamanal y nadie entendió nada, luego en perfecto inglés yo imagino que le dijo a Fitz Roy: “Hace más de un año tu y Pringle Store, el anterior capitán del Beagle, me secuestraron, me arrancaron de estas tierras junto a cinco hermanos más, nos llevaron a Inglaterra y nos bautizaron, a mi hermano con el nombre de York Minster, a mi hermana de Fuegia Basquet. Mi hermano y los otros murieron de tristeza, de mi hermana no conozco cual fue su destino. Uds. quisieron forzar el mío para que, por mi intermedio mis hermanos dejen de hacer actos laborativos básicos y su sumen al progreso del proceso de trabajo que desemboca en el trabajo y en el desarrollo de la sociabilidad humana. Pero he conocido tus tierras y tu corte, me han hecho tomar té con la Reina, me han mostrado tu sociedad, eso que Uds. llaman orgullosamente Revolución Industrial y que yo no terminé de entenderla. No entiendo porqué el trabajo asalariado (no podía decir trabajo alienado, porque Marx para esa fecha todavía no había escritos los Manuscritos) nos libera. He hablado con los míos y no entienden esos papeles llamados libras esterlinas, ni aquellos en los que se estampan los títulos de propiedad, y aunque el desarrollo material que hemos tenido no tiene el vertiginoso ritmo del vuestro, amamos la libertad y la sociabilidad que emana de la libre autodeterminación.”
Jemmy Button tomó aliento, modificó con una magia el tiempo real, dio un salto fantasmagórico hacia el siglo XX y a la velocidad de la luz leyó rápidamente el Tomo I de El Capital y al mejor estilo Harry Poter regresó a su tiempo, entonces continuó diciendo: “No nos engañamos sabemos que no somos el buen salvaje del comunismo primitivo que muchos pudieran haber idealizado, tenemos nuestros fetiches y pensamientos pre aristotélicos, pero no entiendo por qué el fetichismo de la mercancía y la sociedad cosificada, son mejores fetiches que los nuestros. Los nuestros tienen la posibilidad de ser superados con el desarrollo del pensamiento abstracto, con el avance de la ciencia y la técnica, pero el fetichismo que emana del trabajo abstracto, se profundiza con el avance de la ciencia, la técnica, y el concepto de progreso de la modernidad, cuanto más mercancías producen, más fetichizado se vuelve el mundo de la relaciones sociales cosificadas y seguramente nuestro pueblo que hasta hoy ha crecido y avanzado en estos miles de años será víctima de un genocidio atroz generado por el ansia de acumular trabajo abstracto, el trabajo abstracto será genocida para nosotros. No entiendo entonces porque vuestros fetiches son más atrayentes que los nuestros”
Se hizo un profundo silencio. Abrió el lío de tela, el sol hacía brillar el lustre de las botas como si estas fueran de charol, la negra chaqueta estaba prolijamente doblada, el pantalón y los calzones puestos encima, entonces tendió todo sobre la cubierta y dijo: “os lo devuelvo, no los necesitaré más”.
Los cinco yámanas, hombres desnudos pero hombres al fin, que aunque no conocían el trabajo asalariado hacía rato habían pasado la etapa pre-humana estaban cubiertos solamente por grasa de foca, con su miembros descubiertos y solo sus hombros cubiertos por una piel de guanaco, volvieron a su canoa, le dieron la espalda al flemático y paralizado Fitz Roy y éste solo atinó a reaccionar cuando ya estaban lejos, casi llegando a la orilla y fuera del alcance de sus armas de fuego y entonces gritó, un grito de odio de clase, un grito aristocrático y patronal: ¡Volveremos y trabajareis! Y así fue. Pero antes emprendió la primera masacre como castigo a que los yámanas habían percibido que la chalupa británica era una herramienta superior a sus canoas de corteza de lenge, aquella se deslizaba más rápido sobre la gélida agua del canal que ahora se llama Beagle y en ella podía transportar más peso, y decidieron quedársela. No se sabe si este atropello a la propiedad privada de Su Majestad se debió a la creencia que los seres venidos desde el progreso de una sociedad más desarrollada como era la Inglaterra de la Revolución Industrial no tendrían más que placer al compartir ese desarrollo de las fuerzas productivas con los humildes onas o si fue porque se sintieron felices de incorporar esta nueva herramienta a los actos laborativos básicos de su comunidad. Lo cierto fue que no tenían el marco teórico moldeado por el trabajo y la propiedad privada y consideraban natural apropiarse de su uso, como sucedió y obviamente no podían medir las consecuencias de ese “ilegal” acto que humilló a la Corona. Para colmo el joven súbdito Fitz Roy no logró recuperar el preciado bien y debió volverse a su querida Inglaterra con una chalupa menos.
Seguramente fue en la cubierta del Beagle cuando el joven investigador Charles Darwin, testigo de estos actos, meditó los pensamientos siguientes que luego escribiría en su Diario:
“La perfecta igualdad que reina entre los individuos de las tribus fueguinas no puede menos que retrasar por largo tiempo el desarrollo de la civilización” (Darwin, 1998, Pág. 279).
Y agrega:
“En Tierra del Fuego hasta que surja algún jefe con poder suficiente para consolidar cualquier ventaja alcanzada, por ejemplo, la cría de animales útiles, apenas parece posible que pueda mejorar el estado político de ese país. Al presente, hasta el menor retazo de tela que se le dé a un fueguino es hecho jirones y distribuido; de suerte que ningún individuo puede llegar a ser más rico que otro. Por otra parte es difícil comprender cómo podría aparecer un jefe en tanto que no se reconozca alguna clase de propiedad por la que sea dable manifestar su superioridad y acrecentar su poder.
A mi juicio, en esta parte extrema de Sudamérica es donde el hombre se halla en un estado de desamparo mayor que en ninguna otra parte del mundo…Pero aunque los [aborígenes] australianos sean superiores en ciertos adelantos e invenciones [como el boomerang], no se sigue en modo alguno, que lo sean también en capacidad mental; realmente me inclinaría a creer todo lo contrario si he de atenerme a lo que he visto en los fueguinos y leído de los australianos.” (Darwin, 1998, Pág. 279/80)
Quizás esta incursión “científica” a Tierra del Fuego quebró la posibilidad de que la “perfecta igualdad” continuara acompañando la evolución humana sin que sea necesario que “se reconozca alguna clase de propiedad ” derivada del trabajo alienado (Marx, 2004), el llamado “desarrollo de la civilización” sin la necesidad de “…un jefe con poder suficiente para consolidar cualquier ventaja alcanzada…” pudiera “mejorar el estado político de ese país” al decir de Darwin.
Lo cierto es que cincuenta años después regresó el grito de Fitz Roy encarnado en los estancieros de la Patagonia, la mayoría de origen inglés, quienes eran entusiastas defensores del trabajo “honrado”, y que no querían saber nada con aceptar el irreverente e ilegal poder hacer que ejercían los yámanas, poder hacer que sólo conocía el límite del nivel de desarrollo alcanzado paso a paso durante miles y miles de años y que les habilitara para llevar a cabo el acto laborativo básico con el que desarrollaban la vida pre-humana (sic). Entonces, con la llegada de los futuros estancieros, comenzó la verdadera matanza: la matanza de los hombres y la desaparición del libre y social poder hacer de los igualitarios Yámanas. A los primeros los exterminaron con armas de fuego; al acto laborativo básico, o sea al poder hacer, con el trabajo.
Ruptura o quiebre pero no deslizamiento natural
No pretendo hacer la apología del pasado. El ejemplo de los yámanas no es para nada singular, es atinente para señalar que no hay ningún deslizamiento ni continuidad evolutiva entre el acto laborativo básico, el proceso de trabajo, y el trabajo. Entre uno y otro hubo una combinación de hambre, de nuevas enfermedades con la boca del fusil que, como sabemos, no sirve para curar enfermedades. Es cierto que otros traspasos al modo de producción capitalista no se hicieron con mosquetes y carabinas. Las sociedades asiáticas, esclavistas, feudales tuvieron cada cual su propia pólvora, pero en todas hubo un elemento común la dominación, el poder sobre el poder hacer. Esto implica una ruptura, un quiebre en el desarrollo del acto laborativo básico y la aplicación de formas de opresión y de dominación diferentes, pero siempre presentes para atrapar el hacer humano. Por eso no hay continuidad, ni ningún tipo de coexistencia pacífica entre ambos extremos de la supuesta cadena. No coexisten desde su nacimiento hasta su muerte como ocurre con el caracol y su concha que, quitado uno implica la muerte del otro.
Hay vida humana hay humanidad con y en el poder hacer y en el poder pensar socialmente actos humanos necesarios para llevar a cabo la vida, y hay ruptura de esa humanidad con y en el trabajo. ¿Cómo podemos poner ambas acciones en una misma frase como si hubiera una solución de continuidad entre el acto laborativo básico, el hacer y el trabajo alienado? En el modo de producción capitalista la vida, la humanidad, está en la lucha insumisa, sea esta conciente o no, contra el trabajo y por liberar el poder hacer del poder sobre el poder hacer. Hay ruptura, hay negación, hay grito de desgarre y hasta de muerte. Aún escucho en mis oídos los gritos desgarradores de los yámanas.
El labour niega el work. El labour es antagónico con el work. El work es el acto laborativo básico hecho en libertad y sociabilidad y jamás deviene en labor que es el trabajo asalariado. Esto es lo que para mí, no queda claro en tu trabajo.
El labour o trabajo, o trabajo alienado no deviene genética, ni ontológicamente, ni se desliza naturalmente de ningún acto laborativo básico, creo yo. El labour es la interrupción del work. El trabajo en las condiciones de la producción capitalista es puro labour y deviene de la dominación, de la subsunción real y formal del work, o sea de la interrupción de la evolución del acto laborativo básico. La lógica construida desde la gramática del idioma no puede esconder los desgarres de la vida real, ni hacer desaparecer la opresión, no puede naturalizar la ausencia de vida y de humanidad. Ambos, vos y yo, tenemos una lucha en común por sacar a luz esta realidad oculta bajo la bruma de la fetichización.
No hay posibilidad de tender un conector o un puente entre acto laborativo básico, y trabajo y me parece que no se puede afirmar lo que expresa el párrafo siguiente, sin una clara explicación y denuncia:
É a partir do trabalho, em sua realização cotidiana, que o ser social distingue-se de todas as formas pré-humanas.
Nos cuesta ver que, en el modo de producción capitalista basado en el trabajo asalariado, el ser social sufre un retroceso a formas casi pre-humanas debido a la lógica del incremento de la productividad laboral lo que se nos aparece disfrazado de progreso. Cuando en realidad hay una ley de tijeras; cuanto más avanza tecnológica y la ciencia la sociedad emanada de este “desarrollo” capitalista la sociabilidad retrocede a pasos agigantados.
No hace falta mucho esfuerzo más para ver la barbarie capitalista, los datos de hambre y miseria son aterradores y bajo la falta de reacción de los habitantes del primer mundo emborrachados en el consumismo y la creencia de que es este el mejor de los mundos. En cambio vemos la lucha contra el capital desarrollarse en Cochabamba y La Paz, Quito y Guayaquil, Buenos Aires del 2001, Gualeguaychú, Oaxaca o en las fábricas recuperadas o simplemente la resistencia oculta e imperceptible que a veces se reduce al lenguaje o el pedo irreverente y silencioso del campesino que lo libera adrede cuando hace la deferencia acostumbrada al paso del amo. Estas luchas son las que forman nuevas relaciones desalienates y de vida, son el crisol donde se funden esperanzas y donde la sociabilidad se desarrolla en forma positiva. Y estas luchas son un quiebre con las formas institucionales de la sociedad emanada del trabajo alienado o del trabajo abstracto. No solo con las instituciones de la opresión capitalista, sino incluso con instituciones proveniente de movimiento de los trabajadores,
De abejas y de albañiles libres hacedores y pensadores
En el conocido ejemplo de Marx nuestro limitado idioma escrito nos juega una muy mala pasada para interpretarlo claramente. Marx dice:
“Pero lo que distingue ventajosamente al peor maestro albañil de la mejor abeja es que el primero ha modelado la celdilla en su cabeza antes de modelarla en la cera. Al consumarse el proceso de trabajo surge un resultado que antes del comienzo de aquel ya existía, en la imaginación del obrero, o sea idealmente”. (Marx, 1983, 126). (negritas mías)
Actualmente en el modo de producción capitalista sea taylorista, fondista, toyotista o cualquier combinación de ellas, el resultado del trabajo del obrero de ninguna manera está antes en su imaginación porque los obreros deben cumplir órdenes y no hacer libremente lo que han modelado socialmente previamente en su cabeza. Si llegara a ocurrir esto, por ejemplo supongamos que los trabajadores se reúnen antes de empezar la jornada realizan una asamblea, se autodeterminan y deciden que ese día van a hacer tal cosa porque los vecinos se los requieren y nombran una delegación que le vaya a comunicárselo al patrón, éste llama al hospital psiquiátrico Borda para que traigan camisas de fuerza en cantidades pertinentes. Seguramente si el médico psiquiátrico es un marxista convencido les aconsejará a los obreros que no confundan al acto laborativo básico o al poder hacer, con trabajo, digamos con trabajo alienado y les recomendará luchar contra ese tipo de trabajo que impide desarrollar la imaginación del obrero porque en el capitalismo el que imagina y piensa es la oficina técnica o sea la patronal.
Hay una larga lucha por apoderarse del poder hacer, del saber hacer, lucha centrada en controlar el tiempo de producción y por consiguiente en el ritmo del proceso de trabajo que describe muy acertadamente Benjamín Coriat (Coriat, 1993) y que popularizó magníficamente Charles Chaplin en la película Tiempos Modernos. Pero esa lucha no está cerrada. Todos los días se desarrolla en el proceso productivo y esa lucha tiene picos. Hay veces que la lucha de los trabajadores pone en crisis a todo el modo de producción entonces la lucha larvada se desarrolla con una rapidez tremenda, se transforma en conmoción, en revelada insumisión, la crisis se desborda y solo vuelve a “normalizarse” la sociedad capitalista cuando la patronal encuentra un nuevo patrón de dominación. Entonces el libre albedrío, es encauzado nuevamente en y por el trabajo y por las instituciones que emanan del trabajo abstracto. La lucha sigue a otro nivel.
La lucha de los trabajadores no se reduce solamente al salario, o a que los partidos obreros logren más bancas en el parlamento burgués, o que eventualmente tomen el poder y en nombre del socialismo reproduzcan nuevamente el yugo del trabajo. Mientras que la imaginación y el pensar es nuevamente capturado por las oficinas técnicas de la fábrica capitalista o por las oficinas del Gosplan del capitalismo de estado soviético.
La lucha contra el trabajo es la lucha por poder desarrollar la imaginación, por poder pensar y por desarrollar y extender el poder hacer, social y libremente. Si a esa lucha, los aparatos, las instituciones no la encorsetan en un aumento salarial, indefectiblemente será una lucha contra el trabajo y por un más allá del trabajo asalariado y la sociedad fetichizada que de el deviene. Será una lucha por poder realizar actos laborativos básicos pensados e imaginados [a partir de las necesidades sociales y no del afán de ganancias] previamente en la cabeza del obrero social antes de ser moldeado con todas las manos. Como lo soñara Marx.
Desnaturalizar la connotación positiva de la palabra trabajo
El ejemplo de la abeja y del maestro albañil también es usado en los libros de texto de la Sociología oficial para naturalizar a la palabra trabajo sin aditamentos. Como si a pesar de la explotación o extracción de plusvalía hubiera en el trabajo alienado una cierta positividad y que esta positividad marcha de la mano por la misma senda que la opresión. Hablando en criollo podemos decir: “Me explotan me alieno pero estoy socializándome, estoy saltando de las formas pre humanas, a las humanas, todo gracias a trabajar 14 a 16 hs en la fábrica fondista !Qué bueno que es trabajar¡ No es tan malo trabajar bajo patrón”.
Esta confusión es real, es tan fuerte, se ha naturalizado tanto que hasta incluso parte de las organizaciones de izquierda levantan la consigna de “Trabajo digno, trabajo para todos” y se entiende que trabajo digno significa un trabajo estable con un salario que permita llegar a fin de mes.
Marx decía al respecto:
Una violenta alza de los salarios (dejando de lado todas las otras dificultades; dejando de lado que, como una anomalía, solo podría sostenerse por medios violentos), no sería, pues, sino un mejor salario para los esclavos, y no habría conquistado ni para el trabajador ni para el trabajo la [auto] determinación y dignidad humanas. (Marx, 2004, Pág. 118) (negritas mías)
Decir “trabajo digno” es pronunciar un oxímoron. Cuando se considera que un buen salario o buenas condiciones laborales dignifica el trabajo, se da de patadas con Marx que lo llama mejor salario para los esclavos porque el trabajo implica sometimiento y las condiciones de bienestar no significa haber conquistado la [auto]determinación y la dignidad humana, que sólo se logra aboliendo el trabajo, el trabajo abstracto.
En el modo de producción capitalista [sólo mediante la lucha contra y más allá del capital] existe la posibilidad de que el hacedor, el obrero en la cita de Marx, pudiese pensar, imaginar, planificar, organizar libremente en medio de relaciones sociales libres decidiendo entre todos para qué, cómo, cuándo y cuánto hacer y cómo distribuirlo, y [esto implica una lucha contra] el trabajo que es alienante, que [al trabajador] le es ajeno y hostil [que se origina como] producto del modo de producción capitalista.
Y lamentablemente muchas veces caemos nosotros también en aceptar la falsa antinomia que opone trabajo a vagancia o robo para subsistir. Mientras que la antinomia verdadera está centrada en términos de trabajo vs autodeterminación socialmente libre del hacer humano. Hay que cambiar el nombre a la Sociología del Trabajo, por el de Sociología de Lucha Contra el Trabajo y por la libertad y autodeterminación del hacer humano.
Con Luis Menéndez presentamos una ponencia en el XXIII Congreso Latinoamericano de Sociología del Trabajo en Guatemala en octubre del 2001 en la Mesa que Bialakovsky y vos integraban, nuestra ponencia que tenía un nombre provocador, se llamaba. Fordismo: Un modo de Dominación. ¿Recuerdas que pasó? El presidente de la Mesa nos dejó para el final, y cuando expuse, tanto él, como los asistentes nos hicieron un vacío enorme, se llamaron a silencio, ni una sola pregunta nos formularon, solo vos nos felicitaste. Es que denunciamos a la Sociología del Trabajo en pleno auge del neoliberalismo como una sociología al servicio de la explotación capitalista bajo la chapa progresista del estudio del trabajo humano.
Deberíamos retomar esa lucha frontal.
Es antagonismo, es lucha de clase
Veamos la cita de Lukács que utilizas en el Capítulo 5:
Através do processo de trabalho, com seu desenvolvimento na história humana , “tem lugar uma dupla transformação. Por um lado, o próprio homem que trabalha ‘ é transformado pelo seu trabalho; ele atua sobre a natureza; ‘desenvolve as potências nela ocultas’ e subordina as forças da natureza ‘ao seu próprio poder’. Por outro lado, os objetos e as forças da natureza são transformados em meios, em objetos de trabalho, em matérias-primas etc”. (G. Lukács, op. cit., p. 16)
Esse processo de transformação recíproca faz com que o trabalho social se converta em elemento central do desenvolvimento da sociabilidade humana.
Agora precisamos introduzir um outro elemento analítico importante. Quando se estuda o trabalho humano, é fundamental resgatar a distinção feita por Marx entre trabalho concreto e trabalho abstrato…. (negritas mías)
Con esta cita se afirmaría que los yámanas no tenían sociabilidad humana porque no trabajaban ya que como sabemos solamente hacían actos laborativos básico. Lo cual sería afirmar que el hacer, el poder hacer, el acto laborativo básico no desarrollan sociabilidad humana alguna. Lo cual me parece una afirmación implícita muy temeraria.
¿Qué entiende cualquier persona normal cuando lee que el proceso de trabajo con su desenvolvimiento en la historia humana se transforma en el elemento central del desarrollo de la sociabilidad humana? Dicho así a secas, después de más de 200 años de Revolución Industrial, de modo de producción capitalista, de 70 años de socialismo real donde el stajanovismo o sea el trabajo esforzado era el paradigma de la “nueva” sociedad, y de varias generaciones nacidas en la “cultura del trabajo” en la naturalización de “la dignidad que deviene de ganarse el miserable salario con el trabajo honrado”, ese lector entiende que el trabajo abstracto, el trabajo asalariado, el trabajo alienado, el que Marx dice que embrutece al obrero, desarrolla nada menos que: la sociabilidad humana.
El razonamiento que me parece induce la cita de Lukács es que la humanidad avanza como deslizándose por un tobogán y sin solución de continuidad dando cuatro pasos de categorías: del acto laborativo básico, al proceso de trabajo y de este al trabajo social y ahora a la sociabilidad humana. Todos con el mismo tono de voz, usando la misma palabra: trabajo.
Me cuesta creer lo que acá se afirma, pero supongamos que así fuera, entonces me pregunto ¿qué tipo de sociabilidad humana es esta emanada del trabajo alienado? ¿Qué tipo de relaciones humanas genera el trabajo alienado que según Marx embrutece al trabajador hasta el punto de volverse extraño y contra de si mismo? Seguramente será una sociabilidad-enajenada- fetichizada y, por supuesto, muy alejada de la categoría de sociabilidad-humana que tanto para vos, como para mí, y supongo que para nuestro esforzado lector es el objetivo que da sentido a la lucha de clases.
Reconozco que en la izquierda siempre hemos aceptado sin cuestionarnos esta formación de sociabilidad y lo peor de lo peor es que a este tipo de relaciones emanadas del trabajo alienado, asalariado, se le atribuye una connotación esperanzadamente positiva, como que eso constituiría el basamento de la fuerza necesaria, traducida en “los batallones pesados del proletariado industrial”, que posibilitarían cambiar al mundo en el sentido de progreso social. Hoy vemos que no fue ni es así.
Hoy sabemos que el desarrollo, el progreso de lo que se llama Organización Científica del Trabajo, la OCT, por un lado aumenta la productividad del trabajo, pero por otro constituye la piedra angular de un retroceso social. Sabemos que el pacto social fordista consistió en acordar mayor enajenación por mayor salario y que ello desembocó en las luchas que comenzaron a fines de los 60 y en la crisis de los 70.
Hemos batallado juntos contra la falacia de que el progreso cuyo basamento en la mayor productividad, mayor competitividad, mayor flexibilidad, significa un mayor bienestar para los trabajadores. Hoy está claro que el, progreso basado en la mayor productividad es inversamente proporcional al progreso social, que los trabajadores no sólo tienen menor ingreso real, sino que la desocupación, la miseria y la exclusión social tiene cara de exterminio. La degradación es ya ahora: barbarie. Barbarie en medio del desarrollo tecnológico de de productividad más colosal de toda la historia de la humanidad.
Sabemos que los que trabajan, trabajan más. Más horas de mayor intensidad de mayor involucración en los intereses de la empresa o sea de mayor explotación y de mayor alienación, de mayor embrutecimiento y deshumanización y de este conjunto de trabajadores que trabaja en estas condiciones ¿qué sociabilidad con connotación positiva podemos esperar del mero hecho de trabajar juntos?
Para mi el trabajo genera una sociabilidad negativa. Estar 14hs en la máquina al lado de otro obrero, sin dirigirse más palabras que las estipuladas por las necesidades emanadas de la cadena de producción, no me parece muy positivo ni base para un desarrollo de la sociabilidad. Es más bien un proceso de deshumanización permanente.
Yo creo que la sociabilidad positiva no nace del proceso que describes en donde no aparece la lucha contra-y-más-allá-del-modo-de-producción-capitalista basada en el trabajo. Me parece que la sociabilidad positiva deviene del proceso de lucha contra la deshumanización a que nos condena el trabajo. Allí, en la lucha-contra-y-más allá del trabajo como destaca Holloway, está la formación de la verdadera sociabilidad. Nuestra Revista Herramienta es un claro ejemplo de ello, es una libre autodeterminación lo que nos lleva a hacer en más de 10 años un núcleo de producción y reproducción de ideas críticas contra el capital y más allá del capital y sin proponérnoslo expresamente hemos desarrollado un nueva sociabilidad libre aún con todos los problemas típicos de todo hacer humano.¿Acaso no nos une una estrecha relación entre nosotros dos por más que tengamos discrepancias? Es evidente que Herramienta por las características de su lucha en y contra las relaciones capitalistas, no ha evolucionado con el ritmo y la rapidez como hubiera hecho una empresa capitalista típica, como por ejemplo Bointempo, sin embargo, sin que lo nuestro sea idílico, nos sentimos felices de haber desarrollado (a nuestro ritmo) una sociabilidad diferente a la que hay en dichas empresas.
Por eso creo que si no hay lucha contra-y-más-allá-del-proceso-de-trabajo, por la supresión del trabajo, no hay formación de la sociabilidad que signifique nuevas relaciones sociales no alienantes. Es la lucha por la desaparición del trabajo lo que da sentido a las reivindicaciones parciales, a las demandas salariales y eso implica rescatar la lucha por la revolución social, que no aparece en la moderna Sociología del Trabajo y que vos y yo reivindicamos como la única razón de esperanza de un mundo mejor.
Si viéramos continuidad, coexistencia, dualidad o un deslizamiento entre estas etapas: acto laborativo básico, proceso de trabajo, trabajo y sociabilidad humana, caemos en lo que no queremos, en reformas y más reformas. Entonces ese puente, ese deslizamiento es peligroso.
Si viéramos ruptura, si viéramos antagonismo, entonces la lucha se nos desplegaría en todas sus dimensiones. El centro de nuestro análisis no pasa por el deslizamiento sino por la ruptura, por la lucha contra el capital (que es en realidad lucha contra el trabajo que lo produce), y eso es lucha de clases permanente, visible e irresistiblemente presente, ahora, ya, aunque en dimensiones que van desde lo infinitesimal al espectáculo gigantesco del los 19/20 de diciembre del 2001. Es la tensión que actúa como un resorte en constante compresión-expansión, debido a que el capital nos quiere someter y nosotros nos resistimos, queremos liberarnos, el capital nos quieren hacer trabajar para extraernos plusvalía, nosotros luchar en-contra-del-trabajo por el hacer socialmente necesario, libre y autodeterminado.
El lado positivo es y está en la lucha en-y-contra-el-trabajo. No es solo en la lucha contra la explotación, contra la disminución de la tasa de explotación, por un aumento del salario, sino de la lucha contra el trabajo tal como lo conocemos que, bajo el modo de producción capitalista que aliena, embrutece y produce y reproduce el capital que nos explota. La sociabilidad-humana se deviene de la lucha, y se desarrolla con los pies, con las manos y en la cabeza, a partir de las acciones sociales que se generan y desarrollan en la lucha por cambiar el mundo. Esta lucha implica pensar, pero es pensar-en-asamblea (Lewkovicz, 2004, Capítulo 11) es pensar y decidir socialmente que es lo que se va a producir y cómo, por qué y para qué. Entonces sí, la autodeterminación es sociabilidad-humana, es la imaginación en la cabeza antes de hacer algo, es el hombre libre que primero ha modelado la celdilla en su cabeza, y que lo diferencia de la abeja.. Es la libre imaginación social, la libertad, la necesidad de dialogar, de autoorganizarse con independencia de las formas emanadas del capital y sus instituciones opresoras: estado, partidos, sindicatos, verticalismo etc., lo que construye esa sociabilidad positiva, no en el mero hecho de estar trabajando alienadamente bajo el mismo techo del patrón.
La lucha contra y más allá del capital es una lucha insumisa y diaria en cada momento de resistencia contra las diferentes formas de dominación a niveles diferentes y cambiantes, que a veces se presenta como imperceptibles gestos de protesta, con un lenguaje oculto y a veces como clara rebelión que se proyecta a toda la sociedad como los hechos del 2001 en Argentina, o en la Guerra del Agua de Cochabamba en el 2000 o la rebelión de Oaxaca actual, esas luchas son la fuente de la sociabilidad- humana, de una sociabilidad-desalienante-que-desfetichiza, de una sociabilidad autónoma, positiva y revolucionaria..
Me parece que tanto en El Caracol y su concha como en su Capítulo V el paso del acto laborativo básico al trabajo (alienado) se presenta casi como si fuera un desarrollo biológico. Como si más que un caracol fuera una crisálida que se transforma en bella mariposa y creo que no es así. Tengo dudas si el ejemplo del caracol que anda con su concha a cuesta toda la vida y no se la puede quitar es el más pertinente para expresar esta lucha en y contra el trabajo.
El dominio, la opresión, la subsunción está en la génesis del trabajo como está omnipresente la tensión y la lucha abierta contra el trabajo. La fetichización es el intento de mantener oculto el poder sobre el poder hacer y este poder sobre es la opresión.
Creo que el uso de palabras que naturalizan situaciones que son claramente históricas sociales no ayudan a desarrollar esa lucha de clases que se da en todos los terrenos y obviamente en el de la palabra. Cuando hacía charlas sobre el desarrollo del movimiento obrero gustaba escribir Sindicatos cuando me refería a los de principios del siglo pasado que poseían un estatuto que explicitaba que su objetivo era luchar por la revolución social para liberar no solo a los trabajadores sino a todas la humanidad del yugo de la producción capitalista [como decía el Estatuto fundacional de la Federación Obrera Regional Argentina en los principios del siglo pasado]. Escribía Cindicatos para referirme a los del keynesianismo peronistas que cambiaron la lucha contra el modo de producción capitalista por la “lucha” por una mejor distribución del ingreso, lo cual avala el modo de producción de plusvalía. Por último escribía en el pizarrón Xindicatos para los actuales, los toyotizados, cuyo secretario general ha pasado primero por ser jefe de personal y han roto la unidad que había en los Cindicatos de industria keynesianos, para pasar a ser Xindicatos por empresa.
No hay posibilidad de que el capitalista se apodere de la plusvalía, sin que despliegue una lucha constante por alienar al trabajador y esto origina una lucha del trabajador por desalinearse, de todas las formas posibles, en todos los grados. Este proceso de alienación está reforzado por las instituciones y por la ideología y el uso de palabras que ocultan sus verdaderos significados también entra en ese proceso de opresión. La confusión con la palabra trabajo es parte del ocultamiento que hace la burguesía del proceso de alienación. Por eso la lucha por esclarecer los procesos, y los significados es una lucha contra las formas de alienación y fetichización y parte importante de la lucha de clases.
¿Dónde ponemos el foco?
Querido amigo, si he volcado tanta pasión en escribirte esta carta es en realidad porque estamos intercambiando enfoques en el punto nodal de la lucha de clases, o sea en el tema de la teoría del cambio social. Obviamente que no pretendo tener razón, lo importante es preguntarnos y seguir caminando.
El tema del trabajo es central y estas confusiones posiblemente sean solo gramaticales, sin embargo pongo empeño porque hay como un templo sagrado en cuyo centro está sentado, santificado el trabajo.
Creo que hay que seguir desenmarañando el tema, ver cómo sacamos a la alienación y el fetichismo de abajo de una montaña de perros muertos para colocarlos en el centro de la lucha, de la lucha de clases junto con la lucha contra la extracción de plusvalía. Creo que sería bueno avanzar desenrollando el hilo de lo que hoy Holloway llama la crisis del trabajo abstracto y de la sociedad del trabajo abstracto, pero eso para la próxima.
Creo que avanzar en esto será escuchar con nueva clave los gritos yámanas de dolor y muerte que aún flotan en el ambiente, pero en toda su dimensión actual y resonando en clave de lucha. Vienen desde el fondo de la imposición del trabajo y como ecos de la lucha contra un proceso de producción ajeno y hostil al trabajador, que sin interrupción, diaria y constantemente tratan de sostener los capitalistas para apuntalar su sistema. Hoy son gritos contra, negando el trabajo, serán gritos insumisos como el Que se vayan Todos, porque esos insurgentes gritos insumisos son el fantasma que hoy recorren el mundo devolviéndonos la esperanza en la lucha de clases que termine con la explotación, y también con el proceso de alienación y el fetichización que según Marx genera la propiedad privada, esa lucha nos ayudará a alcanzar la vida conciente, la autonomía, la dignidad humana, la verdadera humanización, la auténtica sociabilidad humana. En esa lucha estamos hermanados.
Te mando todo mi afecto y cariño que hemos cultivado durante más de 12 años de fructífera colaboración a la lucha y a la dignidad humana y en este nuevo fin de año te deseo muchas felicidades a vos, a Claudia y a todos los tuyos
Un abrazo muy grande.
Néstor [López]
Parte de los libros que usé:
Coriat, Benjamín, “El Taller y el Cronómetro” Madrid. Siglo XXI Editores.1993
Holloway, John “Cambiar el mundo sin tomar el poder” Buenos Aires, Ediciones Herramienta 2002
Holloway, John “Contra y más allá del capital” Buenos Aires, Ediciones Herramienta 2006
Lewkovicz,Ignacio “Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la fluidez” Buenos Aires. Paidos 2004
Marx, K “El Capital” México. Siglo XXI Editores.1983
Marx, K “Manuscritos Económico-filosóficos de 1844”.Buenos Aires. Ediciones Colihue 2004
Rossi,Juan José, “Los Yámanas” Buenos Aires. Galerna. 2006
Vairo, Carlos Pedro. “Los Yámanas” Ushuaia- Buenos Aires. Zagier & Urruty Publications. 1997
Carta al Dr. Ricardo Antunes, sobre aspectos expresados en el Libro El Caracol y su Concha (edición en portugués) y que a sugerencia de éste fue presentada oralmente en el III Coloquio Internacional de Teoría Crítica centrado en La Crisis del Trabajo Abstracto, organizado por la Cátedra de Literatura Alemana de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y la Revista Herramienta. Coloquio llevado a cabo en Buenos Aires en el año 2007.