Siete ensayos sobre la realidad de la filosofía de la liberación, de Antonino Infranca.
Colección Herramienta, Editorial Antídoto. Buenos Aires, 2000, 188 páginas.
Con la publicación de El Otro Occidente, de Antonino Infranca, la Colección Herramienta -que anteriormente publicó los títulos de Renan Vega Cantor El caos Planetario, o de Virginia Marconi China. La Larga Marcha, y nuestro ¿Adiós al Trabajo?- ofrece al lector de lengua española la posibilidad de entender con mayor prfundidad y densidad teórica, algunos de los principales fundamentos filosóficos de la ética de la liberación de Enrique Dussel.
Filósofo argentino radicado en México, Enrique Dussel es, en gran medida, el principal elaborador de los fundamento teórico-filosóficos de la teología de la liberación, el movimiemiento ético-político que ha sido responsable por la eclosión de diversos movimientos sociales de resistencia popular en América Latina y, en muchos casos, por el impulso -como en la Nicaragua Sandinista- de acciones sociales con el objetivo más profundo de aspirar a la construcción de un diseño de sociedad socialista en América Latina. Vale recordar que Michael Löwy, conocido e importante marxista brasileño radicado en Francia, viene elaborando una sugestiva reflexión en torno de las distintas y necesarias confluencias práctico-políticas entre los movimientos de inspiración socialista y/o marxista y los que se basan en el cristianismo de izquierda de la teología de la liberación.
Este fue el pensamiento latinoamericano que el filósofo marxista italiano Antonino Infranca resolvió investigar. Sus preguntas iniciales pueden ser resumidas así: ¿cuáles son las bases de un pensamiento liberador originado en América Latina? ¿Porqué fue capaz de germinar en nuestro continente, según Infranca, un pensamiento de mayor aliento emancipador que el gestado en Europa durante los últimos veinte años? ¿Porqué la filosofía occidental europea fue incapaz de incorporar -o al menos conferir estatus filosófico- al pensamiento que emergió en el Otro Occidente, el Occidente que nació como apéndice colonial de las metrópolis?
Infranca señala elementos importantes para una respuesta a esta cuestión. En sus palabras:
En la Etica de la Liberación en la edad de la globalización y de la exclusión, Enrique Dussel ofrece al lector un precioso elemento para la comprensión de los problemas éticos relacionados con la actualidad, es decir, con la época de la globalización. Hasta ahora ningún proyecto ético se propueso el problema de encarar en profundidad la definición de una nueva ética para un mundo dividido desde su propia integración. Los intelectuales del Primer Mundo no han ido másallá de lo que significa delinear una ética de la comunicación o del discurso, o sea, de un intercambio de experiencias linguísticas que en el fondo dejan de lado, si no es que niegan, las necesidades primarias de los hombres.
Y agrega el autor:
El rasgo carácterístico de las éticas contemporáneas es considerar resultos los problemas humanos de los hombres como son la reproducción de la vida y del cuerpo, como comer, beber, tener una casa, vestirse, reproducirse, tener una instrucción y una cultura y en definitiva poder tener un proyecto de vida. (pags. 116/7)
La tésis central de Infranca es que, al colocarse en la posición y al lado de las víctimas del sistema, Dussel fue capaz de superar lo que de mejor ofrece el pensamiento filosófico europeo. En vez de aceptar la a-crítica participación en la comunidad de los científicos, de la que habla el resignado Apel, o de reducir las posibilidades de emancipación a las esferas de la intersubjetividad o a la razón comunicacional propugnada por Habermas, Infranca busca demostrar como el constructo ético-político de Dussel parte de necesidad imperiosa de liberación del hombre de las condiciones materiales de su existencia, de la esfera que Marx denominó el reino de las necesidades. En las palabras del autor
(...) Dussel elabora una concepción crítica de la cultura y de la civilización europea a partir de la condición del excluido, del oprimido, del explotado y del marginado del Tercer Mundo, es decir, del negro, del indio, del mestizo y, por lo tanto, nos ayuda a descubrir una faceta escondida y encubridora de la misma civilización europea. (p. 94)
Ciega en relación al Otro Occidente, prisionera de su culto fetichista, la filosofía del Occidente contemporáneo fue incapaz de formular una ética de emancipación que tuviesese una dimensión universalizante, quedando por el contrario limitada a su propio universo eurocéntrico.
El escrito de Antonino Infranca es contundente, lo que sólo ocurre con los intelectuales europeos de izquierda que trascienden e incorporan en sus reflexiones el Otro Occidente y también las otras inmnesas partes del mundo, como Asia, Oriente, Africa, etc.
En sus palabras:
Hoy los intelectuales del Primer Mundo tienen la pretensión de dirigirse a la entera humanidad o de ser la expresión mejor de la humanidad. Nada más alejado de la realidad. El planeta Tierra está habitrado por más de 5 mil millones de seres humanos y el Primer Mundo está representado aproximadamente por una quinta parte de éstos, es decir que el 80% de la humanidad no se reconoce en los valores morales del Primer Mundo. Por lo tanto, sostener una universalidad de los valores humanos es más bien manifestar la intención pretenciosa de fundar tal universalidad, no su existencia sino más bien su hegemonía. (p. 120/121)
Eso puede parecer evidente, pero para los intelectuales (especialmente marxistas) que conocen in loco el pensamiento europeo actual, saben que incluso en sus núcleos dominantes y de izquierda se reserva generalmente para América Latina una posición secundaria, apéndice de las reflexiones de la izquierda europea. Podemos ilustrar ese punto con la temática de la "crisis de la sociedad del Trabajo", del llamado "fin del trabajo". Casi la totalidad de los qutores europeos que tratan sobre esta temática, como André Gorz, Claus Offe, Habermas, Dominique Méda, Giovanni Mazzetti, entre tantos otros, disertan de modo supuestamente universal, pensando ofrecer alternativas de ámbito mundial, pero en gran medida (cuando no completamente) minimizan en su análisis el Tercer Mundo, que engloba cerca de 2/3 de la humanidad que trabaja. Desde luego, no es difícil constatar lo que constituye uno de sus principales límites: pensar la humanidad como si ésta tuviese contornos exclusivamente europeos.Por supuesto, existen exepciones de gran importancia, especialmente entre los marxistas contemporáneos como István Mészáros, François Chesnais, Alain Bihr, John Holloway y, entre los norteamericanos, podríamos recordar a James Petras y Noam Chomsky entre varios.
Según Antonino Infranca, un proceso similar ocurre con la filosofía de Europa Occidental, cuando trató de desarrollar en las últimas décadas un proyecto con contornos éticos. Es aquí, según el autor, donde reside la fuerza y vitalidad de la elaboración de Enrique Dussel, filósofo de orígen teológico que dedicó sus últimas décadas al estudio en profundidad de la obra de Marx, de lo que resultaron volúmenes de gran densidad analítica. Y esto ocurrió precisamente cuando, en el escenario europeo, la elaboración de los proyectos filosóficos dominantes, incluso en el llamado "campo progresista", se dio a través del creciente rechazo e incluso abandono de la obra marxiana. Basta pensar en Habermas y su Teoría de la Acción Comunicativa.
Para terminar, querría decir que el libro de Infranca por cierto provocará mucha discusión entre los marxistas, y en especial en lo concerniente a las relaciones entre la Etica de la liberación y la Etica marxista. A nuestro entender, la imprescindible construcción de una Ética marxista será intrínsecamente laica, fundada en una ontología materialista desprovista de todo resquicio filosófico idealista o teológico. En esta dirección anduvo incluso el enorme esfuerzo de Lukács, empresa no concljuida puesto que Lukács concibió su Ontología como base necesaria para escribir su Ética. Infranca conoce intensamente este debate dado que, además de su erudición en filosofía clásica, es uno de los más competentes estudiosos de Lukács en Italia.
Si a nuestro juicio la Ética de Dussel no substituye la ausencia de una Ética marxista, reconocemos sin embargo que la obra dusseliana es una contribución relevante y por cierto una gran ayuda en la construcción de esta gran empresa que es dotar al pensamiento emancipador marxista, en este nuevo siglo XXI, de un proyecto ético compatible con las necesidades humano-sociales de nuestro tiempo y su proyecto de emancipación. Además de esto, el constructo de Dussel ofrece también elementos centrales para la comprensión de la proposición ético-política presente en la Teología de la Liberación. Y, al hacerlo, posibilita una mayor compreensión de las bases filosóficas y políticas posibles y existentes entre la Ética de la Liberación y el marxismo latinoamericano, además de inscribirse en este monumental esfuerzo -al que se dedico en especial Lukács- en el interior del marxismo, tendiente a elaborar una Ética de fondo materialista.
Aprendimos con Marx, desde su primorosa Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, de1843/44, que la religión "es la razón general de consolación y justificación" de este mundo, su "aroma espiritual". Pero el fiósofo alemán agregó:
La miseria religiosa es, por un lado, expresión de la miseria real y, por otro, protesta contra ella. (...) es el estado de ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de la situación sin espíritu.
Marx ofrecía un decisivo y denso sentido analítico a la comptrensión de la génesis y el papel de la religiosidad entre las masas trabajadoras, retomando y dando toda la dimención de la dialecticidad a la indicación hecha por Goethe, de que "Toda carencia cuya satisfacción real es negada, suscita fé" (Goethe, Afinidades Electivas).
La Teología de la Liberación es la respuesta crítica religiosa a la miseria del mundo real. Por eso, si ella tiene como fundamento una ontología de corte teológico, está por otro lado sedimentada en una epistemología de izquierda y tiene una comprensión del mundo fuertemente insirada en Marx, lo que le confiere gran vitalidad. Y abre, en este segundo plano, una posibilidad real, imperiosa y necesaria de establecer lazos sólidos y profundos con los movimientos de inspiración marxista y socialista de América Latina.
Aquí reside, a nuestro entender, el mayor mérito del libro de Infranca: ofrecer densos elementos de análisis para la compreensión de los fundamentos éticos de la Filosofía de la Liberación de Dussel. Y ayudar de este modo a la compreensión del significado ético-político de la Teología de la Liberación en América Latina y de su proyecto de emancipación. Que, junto con los proyectos marxistas, tienen mucho que hacer en la lucha latinoamericana por el socialismo y por la emancipación social de los trabajadores.