06/11/2024
Por Campione Daniel
Leí El país de los soviets. La revolución y sus contra-tiempos (1917-1924) de Aldo Casas. Es un nuevo volumen de la serie del autor en torno a la revolución rusa.
Al igual que el anterior, destaca en este libro el tratamiento abierto y heteroxo del proceso revolucionario ruso. Se percibe con claridad que el propósito de la obra no es sólo historiográfico, sino de examen de las lecciones que ese transcurso puede dar aún hoy a quienes pretendan avanzar en un proceso revolucionario. Como indica el nombre de la serie se trata de indagar en la "actualidad de la revolución y el socialismo" y no tanto de hacer una historia de la revolución. Me impresionó en particular lo que Aldo dedica a la progresiva anulación de la democracia sovietista en la naciente URSS. Sigue las distintas incidencias que van en ese sentido desde el día uno de la revolución triunfante y, manteniendo la mirada de admiración y respeto sobre Lenin y Trotsky, señala sus responsabilidades en la "expropiación" política de los órganos asamblearios, progresivamente reemplazados por el partido. El mismo que marcha con rapidez a convertirse en partido único y de allí a la neutralización del debate interno con la prohibición de las fracciones y su conversión en un organismo de jerarquías estrechas y cerradas.
El autor presta atención tanto a la marcha cotidiana y poco perceptible de ciertos acontecimientos como a los hechos plagados de dramatismo, como la represión de Kronstadt que Casas condena sin tapujos.
Uno de los núcleos de toda la obra es la postergación de los campesinos, en un país en que conformaban el 80% de la población, y a los que se priva de su propia expresión política, el partido socialista revolucionario de izquierda. Ycon ella al olvido de las posibilidades transformadoras de la comunidad campesina, ya señaladas en la producción tardía del propio Marx.
El poder soviético se perfiló como una dictadura del proletariado sobre los campesinos en una dirección en que la burocracia partidaria se erigió a su vez en una dictadura "sobre el proletariado" Y la revolución soviética se convirtió en "revolución bolchevique". Y de un bolchevismo en el que sólo una estrecha franja partidaria iba a tener capacidad decisoria.
Ocupa también un lugar la cuestión de las nacionalidades, en la que rápidamente despierta el "chauvinismo gran ruso" que, por ejemplo, no trepida en "conquistar" a Georgia por la fuerza de las armas.
A lo largo de la narración y el análisis se presta mucha atención a la formación y los cambios de las opiniones de Lenin y Trotsky, desechando una mirada teleológica en la que el destino de la revolución estaría marcado desde el primer día. Se desarrollan y evalúan las espantosas condiciones en las que se desenvolvió la revolución, en medio primero de la guerra mundial y después de la civil, el hambre, la disgregación de la clase obrera, los desequilibrios económicos y sociales de todo tipo. También aquí se asigna su lugar a las responsabilidades de los revolucionarios, que implantan un "comunismo de guerra"que deteriora las neurálgicas relaciones entre la ciudad y el campo. Y luego cometen yerros en otro sentido al implantar la "Nueva Política Económica".
Seguramente los expertos en la historia de la revolución (quien escribe estas líneas está muy lejos de serlo) tendrán mucho para debatir con el autor. Una discusión abierta requerirá, nos parece, aceptar que el devenir ruso y soviético no constituye un "modelo" de revolución, susceptible de ser reproducido en sus rasgos fundamentales en todo tiempo y lugar y que su burocratización no nace con el poder indisputado de Stalin y el estamento dirigente a él sometido, sino que arranca mucho antes. Y podría haberse contrarrestado a tiempo.
Debe apreciarse sobre todo la disposición de Aldo Casas a estudiar la revolución con una mirada innovadora, no adscripta a ninguna escuela preconstituida. La que no excluye un propósito pedagógico, que abarca la transcripción de largos pasajes de otros autores que invitan a la reflexión sobre las miradas de "clásicos" y "modernos" acerca del octubre ruso y sus consecuencias. En esas referencias, Casas le asigna un lugar importante a los estudiosos de la revolución desde perspectivas anticomunistas y conservadoras (Orlando Figes, entre los que más frecuenta), sin cerrase sobre los enfoques más o menos afines.
Lectura necesaria, con interrogantes abiertos y amplia disposición a seguir hurgando en las condiciones de derrocamiento del capitalismo y de la construcción democrática y socialista que pueda reemplazarla sin derivar al "capitalismo de Estado". Cabe esperar los sucesivos tomos de este singular estudio, que vayan acercando al presente esta apasionante secuencia histórica volcada sobre el porvenir