29/03/2024

La teoría de la dependencia y el sistema mundial.

El pasado mes de marzo, el doctor Theotonio Dos Santos (TDS) visitó México invitado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, que dirige el doctor Pablo González Casanova. En esa ocasión concedió la siguiente entrevista a la politóloga argentina Karina Moreno (KM) y al economista mexicano José Guadalupe Gandarilla Salgado (JG).

 
JG: Desde el paradigma neoliberal se ha tendido a plantear la globalización o mundialización como una etapa histórica sin precedentes, o bien como un conjunto de fuerzas con carácter inexorable. Y consecuentemente se supone para los países o los Estados la obligación de ajustar sus estrategias nacionales al modelo de globalización neoliberal, a través de una serie de medidas económicas (apertura comercial y financiera, privatización o extranjerización del patrimonio público, etc.). ¿Cuál es su opinión sobre esta visión de la globalización?

 

 

 
TDS: Yo creo que en este enfoque ideológicamente muy orientado, que predomina en la prensa, existen algunos elementos claves. Primero, la asociación existente entre la globalización y la expansión financiera es un hecho concreto, pero es un hecho localizado. No fue la expansión financiera lo que permitió el avance de la globalización, sino que el período de la expansión económica mundial es el momento en el que el sector financiero pasa a cumplir este rol. Si bien su función es importante, la expansión financiera aparece como fenómeno localizado, para luego entrar (está empezando a entrar) parcialmente en declinación. He intentado sistemáticamente mostrar que no hay un sector financiero aislado, sino que es producto del déficit norteamericano, y es producto de una serie de factores económicos. Existen una serie de fundamentos económicos para la expansión del sector financiero, no es un proceso tan simple como pretende presentarlo un discurso donde aparece “el sector financiero que se expandió”, completamente independiente de la producción y del resto del sistema económico. Por el contrario, el sector financiero se expandió a partir de esos fenómenos. Lo que también significa que la caída de los déficit fiscales, por ejemplo, tiene como consecuencia la desestructuración del sector financiero, o que la desestructuración del sector financiero se manifiesta también en una caída del déficit fiscal. Entonces, yo creo que va a ser muy difícil continuar identificando la globalización con el sector financiero solamente. Precisamente, la caída, la crisis del sector financiero es un gran tema. Desde el 1987 para acá tenemos la quiebra de los bancos y el modelo de política económica cambiaria que sirvió a la recuperación de Estados Unidos en la década del los 90 y que se combina con el sector financiero, porque son economías que entraron en déficit comerciales muy grandes y necesitan al sector financiero para cubrir sus déficit comerciales. Pero esta función del sector financiero en la economía mundial es localizada, no es posible pensar en la existencia indefinida de economías en zonas subdesarrolladas y dependientes, basadas en déficits comerciales e integración de capitales, porque podrán hacerlo mientras tengan “algo” con qué cubrir dichos déficits. Existe una situación en la cual tu tienes que pagar, ya no pagas con comercio, pero tienes que pagar con alguna otra cosa. ¿Con qué? Con excedentes, reservas disponibles y privatizaciones. Ahora, los medios principales de pagar se han agotado: no existe la posibilidad de procesos de privatización indefinidos. Esto tiene un límite objetivo y concreto. Y si pensamos en las reservas, el panorama es igual. La conclusión es que este no es un modelo permanente, que comienza a mostrar sus inconsistencias a través de las sucesivas crisis: la crisis en Asia fue muy fuerte, y también lo es en el caso del Brasil, del mismo modo en México, etc. Este es un primer aspecto del primer problema.
Por otra parte, creo que la cuestión de la globalización tiene que ser vista desde un punto de vista mucho más amplio: desarrollo de las fuerzas productivas, reestructuración de la economía como sistema productivo mundial, con una división del trabajo que entra en una etapa nueva, reestructuración del sector industrial y del lugar del sector de servicios, incluyendo el sector financiero, es claro... Se requiere una visión mucho más amplia del fenómeno de la expansión, o globalización si así quieren llamarla, de la economía mundial. Otra cuestión es que en este proceso no se pone en evidencia el rol de la clase obrera y de los sectores populares en general, de los nuevos movimientos sociales.Y la verdad es que en el proceso de integración europea, por ejemplo, la clase obrera está ganando una dimensión e incidencia creciente, la dimensión social fue introducida sistemáticamente con una serie de acciones políticas y además produciendo cambios políticos internos. Es un elemento esencial a ser integrado en el análisis del proceso de globalización. Y existe toda una temática mundial muy importante. La temática ecológica, la temática de la paz, la temática del género, la temática del pluralismo, que es el respeto a las diferencias, etc. son temáticas de orden mundial. Son temáticas que tienen un contenido global y deben ser recogidas por movimientos globales, movimientos políticos e ideológicos con una perspectiva global. Esto es fundamental señalarlo, porque cuando se habla de globalización no se integran estos elementos debido a que suponen otros agentes sociales, otra subjetividad. En síntesis, el concepto de globalización manejado como se suele hacer de manera superficial, no tiene mucha consistencia.
 
KM: ¿Cuándo surge el planteo del sistema mundial? ¿Desde que se planteara la teoría de la dependencia existen elementos nuevos? ¿Cómo pensar en este contexto a América Latina?
 
TDS: Claro, el concepto del sistema mundial ya existía... En la década de los 60, lo que sucede con este concepto es lo siguiente: primero, una reelaboración del concepto, y segundo, un posicionamiento teórico del concepto más importante que en el pasado.
Se precisa el concepto, se lo enriquece con nuevos elementos, y adquiere un rol explicativo más importante. En esa elaboración hay varias fuentes, digamos. Una es el grupo de Immanuel Wallerstein. Este grupo se concentra mucho en la temática de los ciclos largos a la manera de Braudel, con una preocupación braudeliana por la historia del capitalismo, y sobre lo que ellos llaman el capitalismo histórico. No pensar el capitalismo como conceptos abstractos solamente, sino pensarlo sobre todo como proceso histórico y hay una cierta identificación entre el propio concepto de capitalismo y de sistema mundial, a medida que el capitalismo se va convirtiendo en el fundamento del sistema mundial. Según la visión de Braudel, existían sistemas-mundo que no ocupaban todo el planeta, el Mediterráneo por ejemplo era un sistema-mundo, pero existía al lado de otros sistemas-mundos... La diferencia que el capitalismo produjo fue, justamente, constituirse como sistema mundial. Claro que se podía discutir, y en la década del setenta se discutía, el rol de la Unión Soviética y del campo socialista: si se trataba de un nuevo sistema o se trataba de una modalidad del sistema. La respuesta de Immanuel y su grupo ha sido siempre que se trataba de un subsistema. No llegaba a ser un contrasistema, sino que cumplía ciertos roles dentro de ese sistema mundial, a través de la Guerra Fría y de acuerdos básicos que se establecieron sobre todo en la Segunda Guerra Mundial. Es una línea de pensamiento con un impacto bastante grande en la academia americana, con una cantidad de estudios muy grande, no sólo del Fernard Braudel Center sino de otros estudiosos de Estados Unidos. Otra línea es la que sigue Samir Amín, desde Africa, que también desarrolla esa temática pero da más énfasis a los problemas de la evolución no sólo de Africa sino del Tercer Mundo en general. El libro de Samir sobre la acumulación mundial es parte de este proceso. El otro grupo estaba en el Centro de Estudios Económicos que yo dirigía en Chile, con André Gunder Frank, con Ruy Mauro Marini... Si bien dábamos mucha importancia a los estudios sistemáticos de la economía mundial, quedamos bajo la presión de los acontecimientos. Ruy Mauro intentó dar la visión del capitalismo dependiente con categorías más abstractas. Yo trabajé sobre el imperialismo como sistema mundial. Nuestro programa era estudiar la economía mundial como un todo, un modo de producción capitalista, pero con tres formaciones sociales: la del capitalismo contemporáneo, el socialismo y los países de las economías dependientes, que tenían muchas diferencias entre sí pero servían de base de esta economía mundial. En esa línea trabajábamos. Si bien no lo tratábamos con tanta claridad, también nosotros veíamos el sistema mundial como sistema único, aunque tratábamos en el caso de la Unión Soviética y de los países del campo socialista con más especificidad que Immanuel, le reconocimos más importancia y un contenido transformador más significativo. Pero también veíamos el tipo de socialismo que se produjo como parte de un sistema mundial capitalista.
En la década de los 70, los tres grupos, y otros más, confluimos en un conjunto de reuniones internacionales en torno de la discusión del sistema mundial. Esto fue organizado por el Fernand Braudel Center, por la Maison des Sciences de la Universidad de París y el Stand Institute en Alemania y se desplazaba a varios países para dar continuidad al debate y al estudio. La cuestión de América Latina fue muy importante en la primera fase del debate. Luego se fue integrando un debate más amplio, y con los desarrollos de la situación asiática, hay un desplazamiento hacia el debate sobre Asia, sobre el recentraje asiático, sobre el éxito de los llamados Tigres Asiáticos. La experiencia latinoamericana empieza a perder importancia en el debate más general, amén de lo cual, en ese período, la realidad latinoamericana nos imponía una serie de problemas en los cuales tuvimos que concentrarnos. Primero, la cuestión de la democracia, que pasaba a ser un punto central en América Latina. La cuestión de la deuda externa era otro punto clave, que con excepción de India no se vivía en Asia. En fin, la problemática latinoamericana empezó a girar en torno a problemas como los nuevos movimientos sociales, que ganaban una dimensión muy importante. Entonces, digámoslo así, la reflexión no ha sido muy fuerte en lo que respecta al rol de América Latina en el sistema mundial en esta etapa. Hemos bajado un poco el perfil... Pero yo creo que cuando entramos en esta temática de la civilización planetaria y del contenido digamos civilizatorio de la lucha socialista, América Latina tiene una posición muy especial.
Hasta los años 30, en Argentina o en Brasil, por ejemplo, teníamos un movimiento obrero sin mucha conciencia latinoamericana, tenía una formación más europea que latinoamericana. Pero después de los años 30 el movimiento obrero va ganando una dimensión profundamente latinoamericana que fue ignorada y hasta atacada por las formaciones socialistas obreras anteriores, que no comprendieron que la latinoamericaneidad era parte de la afirmación de la clase obrera de esta región, porque tu no puedes afirmarte como clase si no estás dentro de tu nación o de tu realidad social inmediata. Un sector de la izquierda muy grande ha vivido esta enajenación de lo real, de las formas concretas del movimiento histórico, con una visión de una humanidad abstracta, que no tiene contenidos culturales sociales concretos. Yo creo que la latinoamericaneidad es una parte del movimiento que viene de abajo, de la reestructuración de las fuerzas políticas de la región, de las fuerzas de los movimientos sociales de la región, que pasa también por esta afirmación de su cultura propia, por la reivindicación de su fuerza civilizadora, para que la idea de civilización planetaria incluya estos elementos.
 
KM:La explicación de Wallerstein del sistema mundial deja muchas cosas afuera, que no se pueden explicar desde dicha cosmovisión. En la conferencia usted puntualizó algunas cosas en las que estaba de acuerdo y dijo que en muchas otras no. ¿En cuáles no?
 
TDS: En cuáles no... Primero, creo que Wallerstein propone un nuevo marco teórico, en el que el marxismo es parte, pero sin darle la preeminencia que yo pienso que debe tener. Claro que el marxismo debe ser tratado de una manera crítica, evidentemente. Pero pienso que Marx tiene que estar como centro de la reconstrucción del pensamiento, digamos “avanzado” del mundo, y Wallerstein tiene otra visión. Otra cuestión son las interpretaciones sobre la Unión Soviética. Como ya dije, existe una tendencia a considerar a la Unión Soviética como subimperialista, totalmente al servicio de la hegemonía americana y no acuerdo con esto. Sostengo que había y hay en la Unión Soviética diferencias internas muy importantes y fuerzas con políticas diferenciadas, no es correcto interpretar la historia soviética en ese cuadro de sumisión a Estados Unidos. Además, es fundamental rescatar que hubo una cierta rebelión que, mal que mal, aunque en parte terminó fracasando, por otro lado logró desestructurar el aparato burocrático soviético lo que es una conquista, así como derribar también esa ideología, ese socialismo ideológicamente tan atrasado que se había desarrollado ahí, creo que se consiguieron transformaciones significativas e importantes, que van a tener un rol importante en el futuro. No estoy de acuerdo, entonces, con ese punto de vista de una Unión Soviética tan subordinada. Puedo mencionar también que Immanuel trabaja con los ciclos de doscientos años y yo no estoy totalmente convencido de estos ciclos, a pesar de que la argumentación de Arrighi es bastante buena y desde ella me parece bastante correcta la idea de ciclos financieros de más largo plazo. Y por fin, creo que en su reflexión la cuestión de la tecnología y el rol de las fuerzas productivas en la dinámica económica, social y política ha sido bastante subestimada. Es otro punto en el que tenemos diferencias, no porque él esté en contra de que se haga un análisis macroeconómico, sino porque no estuvo en sus prioridades.
 
KM: ¿Qué rol, qué aportes debe realizar el pensamiento crítico latinoamericano, luego del largo silencio producto de las dictaduras y del embate neoliberal? ¿Cuáles serían los desafíos?
 
TDS: La derrota que hemos sufrido en América Latina fue muy fuerte. Básicamente en el sur, pero también en México donde hubo un retroceso de la revolución mexicana que es parte de esa derrota. Cierto es que fue una consecuencia de que antes hubo un gran ascenso latinoamericano, entre la década del cincuenta y sesenta. Con la revolución cubana y su triunfo. Con la revolución boliviana que a pesar del fracaso y sus contramarchas dieron un marco. La guatemalteca, que fue realmente aplastada. Hay casos como el venezolano, que tuvieron una salida de compromiso, pero fueron un avance político también. El caso centroamericano, que se va a proyectar incluso hacia la década del setenta... Avanzamos y la respuesta de la derecha fue muy dura, precisamente la ola de golpes de Estado asociados con el capital internacional, que dirigió este proceso, con un sentido de modernización, pero una modernización estrecha, una modernización que no permitió asimilar al conjunto de la población y creó aún más exclusión en la región. Después, en la medida que la derecha fue perdiendo fuerza, en parte porque pierde la confianza del capital internacional por su contenido local y nacionalista, asistimos a un proceso de apertura política, el proceso de democratización, que el capital internacional dirige a través de sus corresponsales liberales en la región, a dirigir. Y a pesar de que hemos roto a veces los límites de la apertura política que querían establecer, hasta ahora ellos tienen la hegemonía de la apertura política. Eso limita mucho nuestra experiencia política y nuestra capacidad política. Porque incluso parte de la gente que podría estar influenciadas por la izquierda se deja influenciar por este proceso de apertura concebido desde un punto de vista de derecha, liberal, que asocia la apertura política con el capital, la propiedad privada y con el libre cambio, etc. Se hizo una ecuación: dictadura = estatización, nacionalismo, antiimperialismo.Y luego viene la democracia y pasa a ser democracia = apertura comercial, libre cambio... Se dice que las economías estaban cerradas. ¿Cómo cerradas? Si todos sabemos que América Latina estuvo siempre en manos del capital internacional, al servicio de él, con liberalismo económico fortísimo y donde los períodos en que se pudo controlar un poco la situación para permitir un desarrollo industrial inicial fueron muy cortos, que no llegaron a establecer una situación económica de cierre. Sin embargo, todos dicen que eso ocurrió y que ahora se abre, cuando en realidad se trata de mantener y dar continuidad al mismo esquema. Esto revela que tenemos una lucha ideológica, y estamos muy mal en la lucha ideológica porque es una tesis típicamente derechista que interpreta nuestra historia desde su punto de vista, conduciendo el contenido y el sentido de la democratización, y hasta ahora no hemos logrado realmente construir una fuerza suficiente para que nuestra interpretación, nuestra visión prepondere. Incluso sectores de izquierda han sido influenciados por este punto de vista. Grandes sectores. Este es un problema muy serio, la derrota ha sido profunda y ha establecido cortes generacionales. La reconstrucción es un proceso largo. Posiblemente en el marco de un proceso internacional más favorable, con una tendencia a formas de centroizquierda, puede abrirse un espacio para que la izquierda recupere capacidad ofensiva en la región. Pienso que para esto habrá que recuperar mucho de los procesos anteriores, de la historia latinoamericana anterior y establecer vínculos de continuidad. También retomar la temática de los movimientos sociales, la cuestión de género, la cuestión étnica, cosas contempladas eventualmente en el período anterior, pero desde una perspectiva en general muy liberal, vale decir: la mujer será igual al hombre, los indios van a ser blancos, etc. Pero hoy está claro que los indígenas no quieren ser blancos, las mujeres no quieren ser hombres, la cuestión es otra, de afirmación de su propio movimiento y de su propia identidad en la formación de una nueva sociedad. Esta situación va a ser difícil de asimilar, incluso por el contenido autoritario de la izquierda que correspondía a la propia experiencia de la clase obrera; por ejemplo, la experiencia de organizarse bajo un autoritarismo muy grande, el autoritarismo de la fábrica, de los capitalistas, ante el que no había forma de organizarse sin reproducir gran parte de ese autoritarismo en el propio movimiento obrero. Hoy día, con el avance de la tecnología y la destrucción de gran parte del tipo de organización obrera tradicional, tenemos que observar la cuestión es con una dimensión completamente nueva. Hay necesidad de ampliar los mecanismos de participación, desde debajo de la sociedad. Me parece que la izquierda está empezando a integrar esas experiencias, creo que algo se ha avanzado y que esto va a ser una fuerza de la izquierda si sabe integrar en su experiencia este proceso no sólo de ir hacia abajo, sino también de permitir que desde abajo se creen estructuras de democracias avanzadas, como condición del avance revolucionario. La revolución rusa tuvo su momento de democracia avanzada, que va del 1917 hasta 1926-27 (cuando Stalin consolida la revolución con represión), donde realmente las masas cumplieron un rol dinámico no sólo en el sentido de hacer la revolución, sino también en el sentido de organizarla, de darse un contenido, etc., y que se fue perdiendo, cediendo a la burocracia y otras cuestiones que se fueron consolidando en la estructura política del poder soviético. Esos momentos de gran democracia son fundamentales para el avance realmente revolucionario. Y yo creo que no sólo para el avance revolucionario y la consolidación de la revolución, sino para su funcionamiento posterior. Porque una política de apropiación de la acción popular, de la fuerza popular por tecnócratas y burócratas puede repetirse, pero creo que en la etapa actual será mucho más difícil de lo que fue en el pasado por el desarrollo y la conciencia de la base de poder social.
 
JG: Retomando el tema de la necesidad para la izquierda de plantearse proyectos alternativos. En ese sentido, el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil o de los zapatistas en México, no solamente son movimientos que se desarrollan en el campo y con caracteres étnicos, involucrando grupos étnicos, sino que están desarrollando proyectos de creación de fuerzas políticas, que incluso cuestionan el paradigma de la modernidad europea.
 
TDS: Es más claro eso en el caso de Chiapas, que en el caso de los Sin Tierra...
 
JG: ¿Cómo ve este proceso y el planteo de los zapatistas de una democracia no excluyente y de una sociedad donde todos quepan; una política sobre nuevas bases? ¿Qué ofrece o qué capacidades tiene para formular un proyecto alternativo?
 
TDS: Esto tiene que ver con lo que estábamos discutiendo sobre la integración de temáticas como la étnica o de género dentro de la lucha política. Estos sectores que vienen de abajo, excluidos, son profundamente democráticos, porque uno de los aspectos de exclusión es la exclusión política. Ellos han reivindicado y comprendido que su afirmación étnica y de respeto a sus características e identidad suponen también un profundo sentido democrático. Creo que hay una conciencia creciente de este hecho. Estos sectores sociales no tienen una experiencia de autoritarismo eficaz, quiero decir un autoritarismo eficaz como el de la fábrica, que funciona para resultados económicos, porque en el campo no funciona ese tipo de autoritarismo, se impone a la gente someterse realmente al dominio del señor, entonces creo que la comprensión de la relación entre la lucha social y la lucha democrática es muy profunda y va a tener una gran evolución en el siglo próximo.
 
JG: Retomando este problema del autoritarismo y de la eficacia o de la noción de eficacia en el capital, usted rescataba el planteo que ha desarrollado Hinkelammert, su crítica de lo que él llama lo irracional de lo racionalizado, o la racionalización de lo irracional. El destaca la necesidad de retomar o de hacer la crítica de la modernidad, a partir de la criticar esta racionalidad instrumental medio-fin.
 
TDS: Yo creo que en lo fundamental es correcta la crítica, es muy importante, sobre todo para nosotros en los países del Tercer Mundo, pero también en países desarrollados donde hay problemas étnicos significativos. E incluso para países que se desarrollaron fuera de Europa, como Japón, que no encuentra en la cultura europea un lugar para su manera de desarrollar el capitalismo. La crítica al eurocentrismo y a su modelo de racionalidad es muy fuerte y debe ser muy seriamente tomada para producir una identidad más grande entre las fuerzas de izquierda y el movimiento popular en sus formas más profundas: la cuestión de la etnicidad, la cuestión de la mujer, etc.
Claro que cuando criticamos la racionalidad, como tu señalas, no es en nombre de un irracionalismo, sino en nombre de una racionalidad superior, una forma superior de razón. Donde no sea el instrumento quien defina a los hombres, sino la adecuación a los hombres de estos objetivos. La expansión de la vida, el fortalecimiento de los vínculos humanos, realmente un humanismo como referencia fundamental para esta racionalidad. Un humanismo que reconozca las identidades, las diferencias, el pluralismo. Creo que tenemos que pensar la izquierda hoy por ahí, no volver a los esquemas de un falso racionalismo, un racionalismo estrecho que arrinconó a la izquierda y no le dio comunicación con las masas. Hay que desarrollar esta comunicación, es fundamental.
Identificar a la izquierda con la realidad y las exigencias de estas identidades. Volvamos al caso de Chiapas. En el comienzo mucha gente no lo veía, pensaba que era una cosa medio rara, ¿no? Pero fue muy importante. En México quizá la gente estaba preparada para esto, existía la sensibilidad de un gran sector de la izquierda mexicana para entender que la emergencia de un movimiento indígena bajo la dirección de indígenas tiene la cuestión democrática como fundamental. Creo que fue un gran avance y que va a tener que reproducirse este avance en el resto de América Latina. Vivimos un período de crítica errónea al populismo por parte de los marxistas, inspirada por una cosa medio althuseriana, antihumanista. Nuestra crítica al populismo no debió asumir la forma que asumió hasta pretender casi romper con lo popular. Una cosa es el populismo como manipulación del pueblo y otra cosa es lo popular como fundamento de la organización popular y de la movilización popular, pero hubo una confusión muy grande, una desvalorización incluso de las formas estéticas populares, de las formas de representación de su universo, de sus demandas. Como si nosotros tuviéramos que ser una cosa oscura, sin historia, sin identidad. En fin, hay que romper con esa visión. Es muy importante que la izquierda comprenda esto.
 
KM: ¿Podría integrar en la explicación la propuesta de un nuevo modelo civilizatorio?
 
TDS: Podemos analizar el tema observando más en detalle el fenómeno de la cultura atlántica. Vemos que este fenómeno de la fusión de europeos, indígenas y africanos (sobre todo africanos, no tanto indios), crean en el caso del Atlántico un fenómeno cultural que rebasa el nivel puramente cultural. Tiene una fuerza civilizacional muy grande y seguramente depende mucho de la afirmación histórica con Brasil y Africa. En el caso de los países andinos, las civilizaciones básicas: Andina, Maya y Azteca, también son experiencias que tienen una unidad próximas a la civilizadora. Cuando se piensa en una civilización planetaria, mucha gente cree que se trata de excluir estos procesos civilizadores. No es así, pues justamente la idea es que el proceso civilizatorio aparece como una síntesis de civilizaciones, como un proceso pluralista y no como una exclusión de esas civilizaciones. Porque es claro que una de las consecuencias de que el proceso de transformación social se haga o vaya ganando un contenido socialista, socializante, es el hecho que sectores sociales que estuvieran excluidos, las culturas y civilizaciones que estuvieran excluidas de la concepción del mundo dentro del capitalismo, tienen que emerger y esto implica la necesidad de un concepto pluralista del mundo. Esta es una experiencia que estamos viviendo a finales del siglo XX y en el próximo siglo XXI va a ser fundamental. El socialismo, por surgir dentro de un contexto europeo, muchas veces se dejó llevar por la visión iluminista que en su concepción excluía las otras civilizaciones. Es decir, las otras civilizaciones tendrían que transformarse en la civilización europea. Esto es parte del pensamiento liberal que entra en crisis. Creo en eso, y concuerdo con Immanuel Wallerstein que llega a esa conclusión: hay una crisis definitiva del pensamiento liberal a finales del siglo XX, y esta aparición del pluralismo es uno de los elementos claves. Porque en la visión liberal de la cual participaron los comunistas y socialistas, por ejemplo, el problema negro se resolvería en la medida en que los negros se ajustasen al modo de vida occidental. Y lo que nosotros tenemos después de los años 60 es la afirmación de que no se trata simplemente de un problema económico y social, hay también un problema étnico, cultural, los negros no pueden tener una cultura occidental que es blanca, pertenecer a un dios blanco, a ángeles blancos... Todo este mundo, toda su construcción teórica, su percepción del mundo, sus valores, sus signos, sus símbolos, están impregnados de la hegemonía europea que excluye a todas estas otras civilizaciones. Y esto es aún más cierto para China, para la India. Los chinos o los japoneses dicen: mira, tenemos dificultades para conversar con los occidentales, porque se refieren a la historia de Grecia como una referencia fundamental para todo y nosotros no sabemos nada de la historia de Grecia. Entonces, necesitamos no excluirlos de las referencias fundamentales. ¿Por qué no estudiar la historia de Japón? ¿Por qué decir que Grecia era más importante que China? ¿Y por qué faltan estas referencias como marco histórico? Hay toda una cultura, toda una visión del mundo, todo un sistema de interpretación que excluye las cuestiones económicas, culturales, políticas, sociales que fueron las más importantes hasta los siglos XVI o XVIII, por lo menos. Esto es así, el socialismo tiene que romper con esa tradición liberal para acercarse al carácter planetario que está alcanzando la transformación mundial.
Mas específicamente, en el caso de América Latina, creo que hay que reconocer un contenido civilizatorio por lo menos en tres direcciones: la de los Incas, los Mayas-Aztecas, y la cosa atlántica afro-blanca/europea, así como el proceso indígena que es bastante menor. Es parte de la afirmación latinoamericana, reivindicar su condición civilizadora propia, para ser parte del proceso de formación de esta civilización planetaria. La alternativa insurgente desde la izquierda debe integrarse más que nunca con esta problemática, para constituirse en un proyecto viable.

 

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