30/10/2024

A propósito de Alan Sokal.

Por Marí Enrique , ,

En diciembre pasado el filósofo Enrique Marí nos concedió una entrevista para referirse centralmente a la aparición en Francia del libro Imposturas Intelectuales de Alan Sokal y Jean Bricmont. Este tema fue tratado en Herramienta Nº 7 por el propio Sokal. En esa oportunidad publicamos la conferencia que diera en nuestro país en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

La entrevista fue realizada por Lucio Argañaraz, colaborador de Herramienta, y Mario Hernández, miembro del Consejo de Redacción.
MH: En mayo de 1998 Alan Sokal visitó Buenos Aires efectuando varias conferencias que tuvieron una gran repercusión…

EM: Efectivamente. Tuve conocimiento por primera vez de Sokal a través de Herramienta. Después Clarín publicó una entrevista que le hizo Hilde Pomerianic. Me interesó y fui a comprar el libro publicado en francés.[1]

Después de leer estos textos, mi impresión es que tienen algunos aciertos, pero también algunas cosas suficientemente impugnables. Aciertos en el sentido de que el cuadro general que maneja Sokal, contra los autores posmodernos, es acertado, en parte. Yo también estoy en contra de los posmodernos, pero me parece que Sokal confunde los autores específicamente posmodernos, como por ejemplo Lyotard, Lipovetsky, o Vattimo, con los autores que ataca en este libro, muchos de los cuales tienen posiciones tomadas contra los posmodernos.
 
MH: ¿Ud. se refiere a Latour?
 
EM: Claro. Yo comparto totalmente las cosas que dice contra Baudrillard. Y aunque no tengo competencia en Física y en Matemáticas como para ver si las impugnaciones que le hace a Lacan y otros autores como Latour e Irigaray son acertadas y en qué grado, me da la sensación que son exageradas.
Una de las cosas que se me ocurre pensar hablando de Sokal -cuando hablo de él, también me refiero a Bricmont, el coautor del libro-, y que me resultó sorprendente, es el hecho de que reconozca que de estos autores sólo conoce el 5 % o el 10 % de su obra, es decir, que no conoce la totalidad de la obra. Sinceramente, creo que una persona para atacar a intelectuales que tienen un reconocimiento en el mundo, no puede dejar de conocer sino la totalidad, por lo menos las raíces, los fundamentos, las reflexiones más importantes de estos autores. Sin embargo, él dice: “yo no los conozco. Yo simplemente me voy a dedicar a ver como estos autores franceses emplean mal los conceptos matemáticos y los conceptos físicos. En cuanto al resto de la obra no la conozco, la dejo de lado”. Yo creo que hacer esto es actuar con el fervor y el brío temperamental de Chilavert aquí, en el fútbol, que arremete contra todos, sin tener un concepto global de las demás personas.
Si bien en Herramienta y en otras entrevistas sostiene lo que acabo de mencionar, he observado que ésta no es su verdadera opinión ya que leyendo en las páginas 17 y 191 de la edición francesa de Imposturas Intelectuales podemos encontrar lo siguiente: “Cuando uno se encuentra confrontado con textos tales como los de Hegel o los de Lacan, cuyo sentido no es por lo menos evidente, no carece de interés evaluar lo que dicen estos autores cuando abordan dominios como los de la matemática en donde los conceptos tienen un sentido preciso y los enunciados son rigurosamente verificables. Si después del análisis comprobamos que su discurso, allí donde es fácilmente verificable, no es más que una confusión sin sentido, tenemos el derecho a cuestionar el resto de sus obras”.
Por un lado dice que no conoce los textos, y por otro sostiene claramente que si emplean mal estos conceptos, allí donde es evidente que se equivocan, tenemos el derecho de cuestionar toda la obra. Esto lo repite en la página 191, donde toma un ejemplo bastante banal: “Me encontré en París con un estudiante, que luego de haber terminado brillantemente una maestría en Física, se volvió hacia la filosofía, y en particular hacia Deleuze y que se esforzó en comprender Diferencia y Repetición y habiendo leído los pasajes matemáticos, que nosotros criticamos, admitía que él no veía adonde se dirigía Deleuze. Sin embargo, la reputación de profundidad que disfrutaba este filósofo era tal, que dudaba en concluir que, si él mismo, después de haber estudiado seriamente cálculo diferencial e integral, no comprendía esos textos probablemente era porque no querían decir nada. Nos parece, por el contrario, que este ejemplo lo habría debido incitar a ser más crítico hacia el resto de la obra de Deleuze”; es decir, que este estudiante actuaba reconociendo el criterio de autoridad de Deleuze: “no entiendo nada de lo que dice Deleuze, pero respeto su figura”, y Sokal le plantea que debía ser más crítico hacia el total de la obra de Deleuze.
Entonces, en dos oportunidades en su libro, muestra el fondo de sus críticas: no los critica en lo que no conoce de su obra, con lo cual sería un irresponsable; pero no es tan responsable, porque demuestra en realidad hacia adonde va, al decir: “si esto que es importante, que es evidente, está mal empleado, entonces tengo que dudar de todo el resto de la obra”.
 
Marx “coqueteaba” con Hegel
 
LA: Sokal diría: “citan mal, usan mal, entienden mal. Sólo están impresionando al lector no avisado de conocimientos científicos”. Pero, sobre esto plantea algo mucho más interesante: se declara adversario de un reduccionismo metodológico ya que los científicos sociales, al traer ejemplos de las “ciencias duras”, de la física o de la matemática, sin darse cuenta, no hacen más que reconocerles a éstas un rango superior. Sokal reconoce la independencia metodológica de las ciencias sociales y diría: “si las ciencias sociales son ciencias por derecho propio ¿porqué vienen a sacar cosas de nuestros canteros y, por otra parte, mal usadas?”
 
EM: No es que los científicos sociales le reconozcan un estatuto de superioridad a las ciencias duras, sino que es Sokal quien lo dice reiteradamente en el libro: que son más perfectas, más importantes, fundamentales, que responden a una metodología mucho más precisa, sistemática, etc. Eso afirma Sokal.
Pero insisto, suponiendo que tuviera razón con respecto al mal empleo de la matemática y de la física que llevan a cabo estos autores, yo estaría dispuesto a concederle la razón, si el resto de la obra, que él alega desconocer, si la raíz del resto de la obra, estuviera determinada por esos conceptos matemáticos. Es decir, si yo uso esos conceptos matemáticos como estructura básica, entonces sí admitiría que Sokal puede tener razón.
Pero, lo que pasa es que no hay un solo autor, desde la antigüedad hasta el presente, que no le guste -esto lo puso de relieve Althusser refiriéndose a Marx cuando habla de Hegel en el capítulo primero de El capital; dice: “Marx no habla de Hegel para darle un estatuto fundamental dentro de su teoría, sino que ‘coquetea’ con Hegel”-, que se sustraiga al hecho de “coquetear” con otros autores, que no son precisamente los de su posición, y que incluso son adversos, pero que son influyentes en su época. Esto lo han hecho todos los autores, y es difícil encontrar algún filosofo importante que deje de hacerlo. Entonces, el hecho que estos autores puedan coquetear con conceptos matemáticos, o puedan plantear cuestiones matemáticas o físicas, no los invalida, si Sokal no demuestra que esos conceptos son la raíz fundamental de sus puntos de vista.
Otro de los problemas que yo encuentro es que confunde a los autores realmente posmodernos con estos autores que, en todo caso, si podemos llamarlos de alguna manera serían post-estructuralistas. Algunos sí son posmodernos, como Baudrillard, y yo coincido con la crítica que le hace.
Pero hay algo más. Sokal se erige contra el relativismo gnoseológico, contra el relativismo cognoscitivo, y afirma que hay varios tipos de relativismos, el relativismo ético, el estético. De la misma manera, hay distintos tipos de posmodernismos. Hay un posmodernismo en el arte, en la ética, en la literatura, etc., que no tienen absolutamente nada que ver con el presunto posmodernismo en la política y el posmodernismo en la filosofía. Si Sokal se limitara a estos dos últimos, estaría dispuesto a darle la razón, porque son peligrosos. Generalmente son los autores posmodernos que Sokal no menciona, como Lyotard que sostiene que se terminó la época de los grandes relatos como el marxismo, el cristianismo, etc. Es también el caso de Lipovetsky que hace una precisa caracterización, porque es un autor muy inteligente, de la sociedad actual, en donde la ética está desagregada, en donde ya no hay una moral universal de tipo kantiano -donde la máxima de mi voluntad sea aplicable a todo el resto de los seres-, o algún tipo de utilitarismo -en donde la utilidad de uno es la máxima de lo justo y de lo injusto en la medida que se pueda extender a la mayoría-; es decir, todo eso ha desaparecido, ahora lo que rige es un egoísmo total. Desapareció la posibilidad que sostenía la sociedad moderna, la sociedad capitalista, de que mi egoísmo es la base de la prosperidad de los demás, y ahora lo único que quedó –porque ese tipo de utilitarismo desapareció- es el egoísmo. Bueno, estos autores posmodernos que critican la modernidad, lo que están haciendo es validar un nuevo sistema, es decir, critican la modernidad, pero no critican las consecuencias de esta situación actual. No critican la economía globalizada. No critican el sistema económico tal como funciona hoy, el capitalismo salvaje. Se excluyen de todo ese tipo de crítica. En este sentido estos autores son peligrosos, por lo menos para un autor de izquierda, que es como se presenta Sokal.
 
El papel de la magia, la alquimia y el hermeticismo
en el pensamiento de las figuras de la modernidad
 
LA: El mismo Sokal dice que es injusto con estos autores, porque los economistas de Chicago, escudados tras cálculos matemáticos, estadísticas, etc., cometen mayores imposturas que los autores criticados. Dice: “un economista de Chicago produce más mal a la sociedad que miles de Lacanes”, y agrega, que es una deuda pendiente atacar las imposturas de los economistas yanquis.
 
EM: Perfecto. Yo estoy de acuerdo con eso. Si Sokal está pensando en Milton Friedman o en Becker o en Richard Posner, que realmente manejan las matemáticas a la perfección, porque así como yo no tengo suficiente formación como para discutir a Lacan, tampoco la tengo para evaluar la calidad matemática de estos autores. Si Sokal critica a estos autores en ese sentido, yo lo acompaño en la totalidad.
Pero hay otro problema en Sokal. ¿Cuáles serían los científicos que estarían en la vidriera para ser admitidos, reconocidos o considerados, desde todo punto de vista, como líderes, héroes, o como quieran llamarles a estas personas, que dan una imagen buena de la modernidad?
Vamos a suponer que tienen que ser Newton, Galileo, Bacon, Descartes, Kepler, Harvey. Estos son los autores que formarían parte del avance de la sociedad a partir de la modernidad, de la revolución de las ciencias y el desplazamiento del oscurantismo medieval religioso. Darwin, también.
Comencemos por Descartes, el gran creador del racionalismo moderno. Sokal se presenta como defensor del racionalismo. Uds. saben que Descartes fue un caso típico de lo que se llama la cobardía de los filósofos. El se inició con los jesuitas en La Fleche, y a través del proceso de la duda metódica, del método de la duda, trató de recuperar el pensamiento de acuerdo a ese famoso procedimiento: estoy sentado en la chimenea, comienzo a dudar de las impresiones sensoriales, después sigo dudando de los conceptos matemáticos, quizás si estuviera dormido pensaría que estoy aquí, sentado en la chimenea, cuando en realidad estoy metido en la cama. Pero hay algo de lo que no puedo dudar: que pienso. Si pienso, luego existo; si pienso, entonces, soy. Es decir, recupera la razón, el pensamiento, a través de la duda. Pero al mismo tiempo, pretende recuperar con el argumento ontológico, la figura de Dios, recuperar “racionalmente” a Dios. Toda la vida el pobre Descartes se pasó tratando de obtener el apoyo de la Iglesia, incluso muchas de sus obras la Iglesia nunca las aceptó y murió en Holanda esperando obtener ese reconocimiento de la Iglesia, a la cual le brindaba este argumento ontológico, justificar a Dios por la vía de la Razón. Entonces, ¿qué es más oscuro?, ¿lo que dice Descartes sobre la racionalidad, o lo que dice con respecto a recuperar racionalmente a Dios, y no como producto de la fe?
Yo creo que ningún autor puede negar a Descartes como fundador de la modernidad, porque haya tenido un “coqueteo” -mucho más profundo del que hablaba Althusser de Marx con Hegel-, con respecto a Dios.
Pasemos a Giordano Bruno, que murió en la hoguera. Bruno también es un representante de la racionalidad moderna, sin embargo, todo el mundo sabe que ligaba su manera de pensar con la alquimia, con lo mágico, con el hermeticismo, con todas esas cosas. Cita a Asclepius y al tratado mágico atribuido a Hermes Trimegisto, no obstante, fue uno de los grandes fundadores del racionalismo moderno al cual Sokal apoya sin dudar.
Kepler, entre la astrología y la astronomía, le daba prioridad a la astrología. Con un pie en el viejo mundo de la armonía universal y absorbiendo las lecciones de los magos, trabajó en el mundo de Rodolfo II de Praga fascinado por los inventos mecánicos que ligaba con fuerzas talismánicas ¿Acaso duda Sokal de la racionalidad de Kepler?.
Tomemos a Francis Bacon, uno de los grandes creadores a través del método experimental. Todos los autores de la modernidad lo reivindican, pero se olvidan de todo lo que Bacon recoge de la filosofía renacentista que glorificaba al mago y lo visualizaba como cosa importante en la prehistoria del pensamiento científico. En Advancement of Learning comenta temas que pertenecen a esta tradición como “la fascinación” y lleva más lejos la magia como poder del hombre. En De occulta philosophia de Agrippa no descarta la astronomía, pero quiere una astrología reformada. Tampoco era ajeno al movimiento de los rosacruces y su Sylva Silvarum es de procedencia alquimista. Estas indicaciones oscuras o metafóricas no fueron, con toda justicia, tomadas en cuenta para retacearle reconocimiento por la modernidad.
Sokal dice: todos estos autores posmodernos -insisto con este equívoco del nombre-, refiriéndose a los franceses, le dan prioridad al lenguaje sobre la realidad, es decir, propone una vuelta al positivismo lógico, ya un poco pasado de moda, del Círculo de Viena. Y dice: estos autores dicen que la realidad depende de lo que ellos piensan de la realidad.
En una oportunidad, Sartre dijo algo muy bueno: la gran disputa que hay entre el lenguaje y la realidad, radica en el hecho que los seres humanos no pueden referirse a la realidad si no es a través del lenguaje. Este es el tema fundamental. Nadie se puede referir a la realidad si no es a través del lenguaje. Ahora bien, esto no significa negar la realidad. Y ninguno de estos autores, por lo menos de los que yo he estudiado, niegan la realidad, de la manera como los presenta Sokal. Habla que hacen narraciones, mitos, relatos de los hechos. Bueno, realmente una de las cosas en que más se destacó Bacon -a justo título uno de los más aceptados por Sokal-, es por su estilo. Bacon se caracterizó por su estilo narrativo, donde puso la imaginación, aunque se apartó de la alquimia y de la magia, imperantes durante el Renacimiento; no obstante, su estilo fue exclusivamente narrativo e imaginativo. Sin embargo, Sokal no se ocupa de puntualizarlo.
Buena parte de estos autores de la modernidad, como Bruno -no hablemos de Pitágoras, uno de los iniciadores de la Geometría y la Matemática, con su famoso teorema, que estaba directamente ligado con los mitos órficos, porque es de otra época-, como Kepler, veían a estos mitos no como algo que había que rechazar, sino como la posibilidad de recuperar fracciones importantes de la realidad. ¿Cuál es la diferencia entre esto y lo que dice, por ejemplo, Reichenbach, que habla de contexto de descubrimiento y contexto de justificación? Dice que desde el contexto descubrimiento se puede llegar a una teoría correcta, a partir de un sueño, de una ilusión, a partir de un mito o racionalmente estudiando el problema. Lo importante no es este contexto, sino el de justificación y el de aplicación. Esto es exactamente lo mismo que decían Kepler o Bruno con respecto a estos temas, es decir, en estos mitos puede haber algo importante como para reestructurar segmentos de la realidad. Y Bacon lo hizo de manera muy precisa, aunque se opuso a la teoría heliocéntrica de Copérnico. Este es otro autor que partía también de bases que no eran puramente racionalistas.
Newton, por su parte, y esto lo admite Sokal como excepción, conoció las notas de John Conduitt en las que se habría enterado que su trabajo en matemáticas era investigar si la astrología tenía algún fundamento de validez.
 
Conceptos de verdad
 
LA: Es evidente que el conocimiento racional, para llamarlo de una manera genérica, no nace ab ovbo, limpio de malezas, de supersticiones, creencias, mitos o ideologías. Pero, ¿el método de las ciencias no es precisamente, limpiar las teorías de esas malezas, de los mitos, creencias, de supercherías? Pensar que los científicos nacen limpios de toda creencia es, por lo menos, ingenuo. En este sentido, ¿no es necesaria gente como Sokal que aparece para desmontar las malezas y dice: “ojo, en este punto, fulano está macaneando”?
 
EM: Vamos por partes. Es cierto lo que Ud. dice, es precisamente lo que le critico a Sokal, que no pone en tela de juicio que todos los científicos de alguna manera parten de inexactitudes, aunque luego van reestructurando metodológicamente la realidad y se apartan de ellas. ¿Qué pasa? No existe, como pretende Sokal, un método único. Actúa como los miembros del Círculo de Viena. Como Carnap, Otto Neurath y otros, que proponían el fisicalismo, es decir, la traducción de todas las ciencias a la que para ellos tenía el lenguaje más perfecto, que era la Física. Ese proyecto no se pudo realizar porque fue absurdo. Y esto es lo que en definitiva pretende Sokal, indirectamente, porque plantea que sólo hay un método, y además que existe un solo concepto de verdad. El concepto de verdad que propone es el tradicional, aristotélico, el de correspondencia de la verdad. Pero existen muchos conceptos de verdad, que han sido defendidos por otros autores que también son racionalistas, en el interior mismo del Círculo de Viena. Otto Neurath, que era marxista, defendía la teoría de la coherencia, es decir, que una teoría es verdadera no en función de su correspondencia con la realidad, sino en función de que todos los enunciados que la componen sean coherentes. Carnap luego lo criticó diciendo que, de ser así, no se podría distinguir un cuento de hadas de una teoría científica. Pero al margen de esta crítica, esta teoría de la coherencia es una teoría que funciona en determinados contextos.
Dentro del ámbito anglosajón tenemos la teoría de la redundancia de la verdad. La verdad no dice nada. Un enunciado de que algo “es verdadero” equivale a repetir el enunciado sin referencia alguna a la verdad. 
Entonces no hay un solo concepto de verdad. Nadie le va a quitar el carácter de racionalista a Habermas, o a Kuhn -a pesar de que Sokal lanza sus misiles contra Kuhn también-, por el hecho de que admitan la teoría de la verdad por consenso. Yo no estoy de acuerdo con la teoría del consenso. Pero por el hecho de que uno defienda una teoría de la verdad distinta de la teoría de la correspondencia, no deja de ser racionalista. ¿Alguien puede afirmar que Popper no es racionalista porque planteó la teoría de la verdad haciendo una composición mucho más oscura de la que hacen los autores franceses a los que alude Sokal, con respecto a la teoría semántica de la verdad de Tarski por un lado y, por otro, a las Ideas kantianas y al pragmatismo? Es un verdadero galimatías que hizo Popper y, sin embargo, ¿Sokal afirma que Popper es un irracionalista?
 
LA: Sokal dice que Popper fracasó, y debido a este fracaso nacen las teorías del “todo vale”, de que todo es relativo…
 
EM: Es cierto que lo dice en su libro. Popper, sin embargo, tuvo aciertos que Sokal no puede dejar de reconocer, por ejemplo, decir que la metafísica era importante. Gran parte de la teoría de Darwin es metafísica y ¿porqué es importante la metafísica? La metafísica es importante porque permite generar después teoría científica; es decir, la concepción del hombre de Darwin aunque sea metafísica, posteriormente permitió cosechar frutos, razonamientos válidos. Es decir que no siempre la metafísica se tiene que rechazar como hace Sokal. Él rechaza todo como absurdo, todo como oscuro.
 
La cuestión del lenguaje
 
LA: Sokal reivindica en un reportaje[2] que hay una carga teórica en todo concepto científico, y hasta acepta llamarla metafísica; como Carnap, que plantea lo intraducible de los términos teóricos a los términos operacionales. Siempre habrá un plus de “metafísica”, un plus de teoría indemostrable, un plus de suposición. Esa carga metafísica, dice Sokal, es la hipótesis de la regularidad de los fenómenos, que funciona como “criterio heurístico”. Afirma que hasta la vida cotidiana depende de ciertas hipótesis metafísicas: “el mundo es razonable, es regular y no es arbitrario”. 
 
EM: Es el último Carnap, que empieza a reconocer los errores del Círculo de Viena. Otro problema es que Sokal critica la carga teórica de los hechos y eso no es algo del sello de los franceses. Al contrario, son los anglosajones, la filosofía anglosajona cuando dice que términos como mesa, fuerza, volumen, carga eléctrica, pueden ser tomados como términos empíricos metodológicamente porque proceden de teorías presupuestas, en las cuales esos términos habrían sido teóricos. Algunos epistemólogos de esta tradición sostienen que la carga teórica de los términos empíricos depende de la propia teoría que los emplea. Un término empírico como “gen”, “genoma”, dependería de la propia teoría genética que lo emplea. Pero este hecho tampoco invalida la teoría. Lo que hace Sokal es atribuirle a estos autores cosas que ellos no dicen, y que siguen siendo controvertidas en el campo de la epistemología. Yo les pregunto ahora ¿ustedes revisaron alguna vez este libro, The Logical Estructure of Mathematical Physics de John D. Sneed? Si lo revisan van a ver que hay un lenguaje técnico y una cosa oscura, pero para el que no lo entiende es diez veces más oscuro. Si Ud. lee Truth and Meaning de G. Evans y John Mc Dowell le aseguro que a pesar de los esfuerzos que hice no lo pude terminar de leer, por lo confuso, lo oscuro de los planteamientos, pero esa es deficiencia mía y no del libro.
Otra tema es que la prioridad a la cuestión del lenguaje no la dan estos autores que Sokal critica.   La prioridad en cuestiones de lenguaje la da la filosofía analítica, que es una filosofía típicamente anglosajona que empieza con Austin, Strawson, y la sigue en parte Searle, donde la prioridad es el lenguaje. Al contrario, si en algo se caracterizan estos autores franceses, es por la gran sensibilidad que tienen por los problemas sociales del mundo contemporáneo. No como los autores analíticos que se ocupan del lenguaje un poco como decía Adam Schaff, construyendo una enorme grúa lógica para levantar un cacharro que se lo puede levantar con la mano. La grúa analítica, lingüística, es la que da prioridad al lenguaje y no los autores contra los que arremete Sokal. Pero ello no implica que la filosofía analítica sea un absurdo y un pozo de oscuridad. Se trata simplemente de selección de gustos y estilos en el filosofar.
 
LA: Cuando Perry Anderson en Tras las huellas del materialismo histórico hace la crítica del post-estructuralismo, en especial de Lacan, Habermas y Foucault, pone como una de las tres características que unifican a estos autores la exorbitancia del lenguaje. Se juega no sólo con la polisemia de los términos, sino también, que las reglas de la lingüística se traspolan para hacer análisis sociales, históricos o psicológicos. 
 
EM: Reitero lo que le dije antes, es una cuestión de estilos. Penetrar en los estilos es importante para comprender, para encontrarle significado a las cosas. Pero la propuesta de Sokal sería reducir todo a un estilo chato, banal, reducido, axiomático, al modo que tiene de hablar algún autor como Nagel, no el filósofo de las ciencias, sino el que se ocupa de ciencias políticas; Ud. encuentra un libro de 300 páginas donde en última instancia se pregunta ¿qué me quiso decir con este estilo tan sencillo, tan chato y simple? Bueno, me quiso decir que al mundo hay que dejarlo como está, porque es el mejor de los mundos posibles, como decía Pangloss en el Cándido de Voltaire: sólo hay que cultivar el jardín. Este es un problema. Anderson, con todo el respeto que me merece, puede criticar el estilo, tiene todo su derecho, pero de ahí a decir que es confuso, oscuro, es porque no quiere penetrar en el fondo de ese lenguaje. Yo, por ejemplo, he leído toda la obra de Foucault, y no sólo no me parece oscura, sino que, al contrario, la encuentro iluminadora en algunos aspectos y en otros controvertible. Ahora si Ud. no quiere hacer el esfuerzo es muy fácil decir después que es oscuro.
 
LA: ¿Cómo hacer para desterrar teorías erradas en Ciencias Sociales? En las ciencias “duras” es relativamente fácil porque uno va, experimenta y se comprueba en la realidad. Mientras, en las ciencias sociales persisten ciertos ideólogos por décadas en la Universidad y aunque tengan opositores se los sigue considerando, no como meros charlatanes y a sus teorías charlatanerías, sino como eminencias. Evidentemente, hay una cuestión ideológica, social, política; pero, ¿existe un hilo de Ariadna que nos permita empezar a ver cuáles son las teorías malas en Ciencias Sociales –me refiero a la Sociología, la Antropología, la Historia-, para empezar a desecharlas? 
 
EM: Yo creo que no hay un hilo conductor para desechar teorías. Por ejemplo, la teoría de Max Weber a mí no me satisface en absoluto. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que es una teoría estructurada, racional, que se puede atacar o defender por razones ideológicas. La teoría de Durkheim es mucho más fácil de atacar. Y también otras. Las ciencias naturales están en conexión con elementos de la naturaleza que no pueden hablar, es muy diferente a la conexión que tiene el científico de ciencias sociales que trata con seres humanos, donde influyen una serie de factores como herencias intelectuales, ideas religiosas o laicas, imaginarios sociales, ideologías. Por todo esto es mucho más difícil el panorama. Suele suceder que hay teorías que se aceptan por un tiempo y luego se dejen de lado y otras que habiendo sido dejadas de lado se reconoce que tuvieron mucha influencia y descendencia. Le pregunto ¿Ud. dejaría de lado la teoría de Marx?, sin embargo, fíjese lo que dicen todos los posmodernos verdaderos –no los que apunta Sokal-, acerca de que se acabó la historia, como Fukuyama, la caída del socialismo real, todo ese tipo de cosas. Suponga Ud. que Sokal hiciera un estudio profundo de El capital y llega a la conclusión que alguna de las operaciones matemáticas que hace Marx están equivocadas ¿Sería este un motivo para abandonar totalmente la obra de Marx?
Yo creo que detrás de todo esto hay también una cuestión de régimen de poder que siempre los científicos de las ciencias exactas quisieron mantener con respecto a las ciencias sociales. Hay cuestiones de distribución de fondos, de dinero, de subsidios.
 
LA: El problema es que Sokal nunca deja de reconocerle a las ciencias sociales el rango de ciencia, al contrario, dice que son lo suficientemente desarrolladas como para tener que tomar cosas prestadas de la Física y la Matemática; recomienda claramente a los psicólogos no utilizar la matemática para medir nada porque son fenómenos poco mensurables.
 
EM: Sokal me hace recordar a La carta robada de Poe cuando August Dupin le dice al inspector: “para que las cosas se vean con mayor claridad, vamos a apagar la luz” y el inspector reacciona pensando que la petición de Dupin era una cosa muy extraña. Y Dupin, con ironía, agrega, “lo que pasa es que el inspector vive siempre rodeado de extrañezas”. Para Sokal todo lo que él no entiende son cosas extrañas. Lo atribuye al lenguaje, al estilo. Vive como el inspector.
 
LA: Creo que hay bases para hacer esa crítica. Hay algunos autores que me hacen acordar al personaje de Alicia en el País de las Maravillas, Humpty Dumpty, que le dice: “las palabras significan lo que yo quiero que signifiquen. Se trata de quién tiene el poder, de quién manda”. Me parece que acá hay un poco de esto. Sin caer en el positivismo que Ud. critica bastante, tiene que haber un límite a la significación de las palabras.
 
EM: Todas las disciplinas se manejan con convenciones, con un lenguaje convencionalista sobre lo que se quiere decir. Estoy de acuerdo con Ud. en que de todas formas hay una cuestión de poder; pero es un poco la soberbia de los filósofos que quieren crear una jerga o una palabra que los haga pasar a la posteridad. Ningún filósofo quiere ser menos que otro.
 
LA: Yo recuerdo que Ud. usa una cita de Marx de La ideología alemana: “Como los filósofos independizaron al pensamiento, debieron independizar el lenguaje en un reino propio… El problema de descender del mundo del pensamiento al mundo real se transforma en el problema de descender del lenguaje a la vida...”
 
EM: Es una crítica a la filosofía analítica. La mitad de este siglo estuvo bajo el dominio de la filosofía analítica. Era una permanente discusión sobre los enunciados, pero nunca iban al contenido de las cosas. Hoy, por suerte, la filosofía analítica está en mengua. Ahora lo importante es la ética, aquella que le faltaba a Popper. Todo el mundo que habla de Popper no lo critica por su falta de ética cuando declara que los norteamericanos hicieron muy bien en tirar la bomba atómica porque así salvaron vidas norteamericanas que eran mejores que las japonesas. Entonces hicieron muy bien en tirarla. Esta era la ética de Popper. Por eso hay que buscar el fondo y no los estilos.
 
UBA. Jubilados de oficio
 
MH: Profesor, antes de terminar, me gustaría conocer su opinión sobre la jubilación de oficio que afectará a varios profesores de la Facultad de Ciencias Sociales, entre ellos Ud., por resolución del Rectorado de la Universidad de Buenos Aires.
 
EM: Ese es un tema que tiene dos facetas. Por un lado está la cuestión de que casi en todos los países del mundo a los 65 años la gente se tiene que jubilar, con lo cual no se considera realmente lo que está pasando con la prolongación de la vida, con el hecho de que la persona siga produciendo, siga escribiendo, publicando, haciendo una actividad académica positiva.
Acá lo hacen con el pretexto de dar lugar a los jóvenes profesores, lo cual es falso. Los jóvenes que están como interinos en la Facultad de Ciencias Sociales, ahora van a quedar igual que nosotros, en el sentido que automáticamente les van a bajar los sueldos a dedicación simple.
En Sociales hay una situación especial. En la época de la dictadura militar se cerró la facultad y la constituyeron en un departamentito y la trasladaron a la Facultad de Derecho, donde profesores reaccionarios estaban a cargo de Sociología. Durante todo ese período no se formaron profesores. Se tuvieron que formar afuera de la Facultad, algunos a partir de la Filosofía o de la Ingeniería como es el caso de Oteiza. Lo lógico es que hubieran tenido en cuenta todo esto y no plantear una contradicción joven/viejo.
En el fondo, a mi modo de ver, a la Universidad le interesa muy poco la calidad de los profesores. Uno puede decir ‘se va a resentir la educación’, pero que se resienta o no se resienta no es un problema fundamental, sino lo hubieran estudiado más.
Otra de las cosas que no se tuvo en cuenta son los profesores interinos, a quienes ponen en la categoría de dedicación simple.
¿Quién va a ir a enseñar, salvo que tenga mucha vocación y dinero? Esa gente que se ha dedicado a la enseñanza, a la investigación, ¿cómo queda llegado el momento que la Universidad le dice “a Ud. no le vamos a pagar, tiene que trabajar prácticamente gratis”?
Por otro lado, en Ciencias Sociales nunca se hicieron concursos, han sido mínimos, entonces la Facultad queda muy mal. La prueba está que van a aplicar la medida recién en julio para poder reorganizarla un poco. Creo que ha sido una medida apresurada y que debería revocarse.
Estas son verdaderas pruebas, evidencias, como diría Sokal, evidencias empíricas de que, en rigor de verdad, la situación de los jubilados y de la cultura en la Argentina no forman parte del interés general de la política. Que esto ocurra en la Universidad es un desplazamiento, un corrimiento a una situación errónea, que debe ser repuesta en su carril normal.


[1] Sokal, A. y Bricmont, J.; Impostures Intelectuelles, Editions Odile Jacob, París, 1998.
[2] Ciencia Hoy, Vol.8, N° 47, julio-agosto 1998.

 

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