A la memoria de Aníbal Verón[2]
Los nuevos movimientos micropolíticos alertan al mundo
No hacen revoluciones. Despiertan conciencia
y la recuperación de las voces acalladas de la protesta
Nuevas formas de insurrección se estarán gestando en este momento
Por los bordes. Por fuera de lo previsible.
“Se puede” parecen insinuar. Todavía se puede.
Este trabajo simplemente intenta ser un aporte en la discusión de los movimientos sociales que impulsan la protesta en la Argentina de hoy, movimientos en los que las viejas identidades sindicales y políticas se reconfiguran y mezclan con nuevos actores, nuevas voces que dejan escuchar el clamor de sectores empujados a la miseria, por las políticas de ajuste neoliberal. Los cortes de ruta en el noroeste argentino hacen hoy visible un costado oculto de la Argentina, la de las economías regionales quebradas con su ejercito de desocupados a la deriva, la de las demandas indígenas insatisfechas, la de los pequeños productores campesinos sin tierra, la de los jóvenes sin futuro, etc.
Imágenes de Tartagal, provincia de Salta, Argentina
noviembre 2000
Toma uno
Dos trabajadores se encadenan y se rocían con nafta y dicen estar dispuestos a prenderse fuego si no son reincorporados por la empresa de electricidad EDESA, de la cual fueron despedidos sin motivo aparente.
Toma dos
Desempleados de la empresa de transporte Atahualpa cortan la ruta 34 reclaman por el despido de varios compañeros y el pago salarios atrasados, dicen ser los autores del corte de ruta: “nosotros cortamos la ruta, el corte es nuestro”.
Toma tres
Una mujer con su pequeño hijo en los brazos reclama trabajo, es madre soltera y dice que está en corte de ruta por que allí come.
Toma cuatro
Indígenas cortan la ruta y reclaman por sus tierras, por ayuda social y alimentaria: “también somos argentinos nosotros, ¿o no?”.
Toma cinco
Un hombre de unos cincuenta años dice ser ex trabajador de YPF, esta sin camisa, con una vincha y declara: “Acá antes había de todo, había trabajo, después de la privatización no quedó nada... se llevan todo, se llevan el petróleo y el gas, acá no queda nada”.
La ruta
Estas imágenes pudieron verse en la TV argentina durante algo más de 10 días desde principios de noviembre del 2000. ¿Cómo leer estos diferentes mensajes, en las que se observan diferentes demandas? ¿Qué sentido cobra la ruta y el corte de ruta para todos estos habitantes del noroeste argentino?
1) Trabajadores dispuestos a morir si son despedidos.
¿Qué hace un trabajador de Tartagal, Abra Pampa, Cutral Có o la Matanza si llega a ser despedido? ¿Qué puede hacer –mejor dicho–, en un país donde más de un tercio de la población tiene serios problemas de empleo? ¿Es ridículo pensar en prenderse fuego si este trabajador, además, es padre de una familia numerosa? ¿La muerte o la ruta? El corte de ruta comienza a ser visto como uno de los pocos escenarios de protesta “exitosos” de los últimos tiempos. La ruta como espejo en el que se ven los excluidos del sistema.
2) Una empresa (en este caso una empresa de transporte regional) adeuda más de seis meses de salarios y echa a trabajadores.
¿Qué camino le queda a este trabajador para hacer escuchar su voz? Sabe también que la empresa está en crisis y que su futuro está atado a ella. Éste es el caso de miles de trabajadores de pequeñas y medianas empresas que están al borde del cierre, la quiebra o en el mejor de los casos en procesos de “achicamiento”. La ruta como altavoz de la situación de crisis regional de trabajadores y pequeñas empresas.
3) Una mujer que se llega al corte de ruta por que allí encuentra una olla popular que le permitirá alimentarse, al menos hoy. Una demanda inmediata, urgente: comida.
La situación social en particular de mujeres solas, con varios hijos, en las que el compañero se fue en busca de trabajo, porque donde viven no lo encuentran o porque la crisis de su matrimonio, llegada de la mano de la miseria y la falta de empleo, hizo estallar su proyecto familiar de vida. Mujeres a la deriva, sin ayuda ni contención estatal, niños con hambre. La ruta como alimento.
4) Indígenas de varias etnias reclaman la entrega de tierras, eternamente prometida por los gobernantes de turno, reclaman ayuda social y respeto por su cultura.
Los diferentes grupos indígenas (wichi, toba, chorote, chulupi, chiriguano, coya) que habitan en las tierras altas, el pedemonte andino y las tierras del gran Chaco fueron los grandes protagonistas de la historia socioproductiva del noroeste argentino (Trinchero 2000). De sus tierras se extrae el gas y el petróleo que compañías multinacionales explotan y comercializan, su trabajo, su sudor, su explotación hizo posible la otrora pujante explotación del quebracho o la imponente agroindustria azucarera. Hoy exigen lo que siempre fue de ellos: la tierra. Y aspiran a ser respetados como grupo que pre-existió a la conformación del estado nacional. La ruta como espacio de confrontación intercultural.
5) Yacimientos Petrolíferos Fiscales daba trabajo a decenas de miles de obreros, hoy casi una década después de su privatización, el 80% de esa masa de hombres quedaron sin empleo, hoy esos hombres se ven a sí mismos como “ex trabajadores de YPF”.
Las viejas identidades vinculadas al trabajo, a las demandas sindicales logradas con décadas de lucha, entraron en un paréntesis, en un espacio de resignificación, el clásico movimiento sindical que expresaba a este como a muchos otros “laburantes”, en su mayoría traicionó, se convirtió en sindicato/empresa o se convirtió en un apéndice de la patronal. El corte como expresión de las nuevas formas de lucha.
¿Cómo hacer para entender o ver algo homogéneo donde no lo hay? Las viejas identidades sociales, como las del movimiento sindical, permanentes, macizas y cristalizadas por la historia han sido reemplazadas por identidades fluidas, entremezcladas y precarias, como precario es el mercado de trabajo y la incertidumbre que amenaza a cada argentino. Ya no hay centro que organice a la sociedad y desde donde sea posible explicarla, al menos no fácilmente... Todo se ha vuelto gelatinoso, borroso, incierto y sin horizontes de futuro que sirvan para diferir las expectativas del presente. Ahora más que actores históricamente constituidos, como fue el movimiento sindical, lo que hay es la conformación efímera de acciones contestatarias, más propias de la multitud precapitalista que del clásico movimiento obrero y que surgen en la coyuntura por agregación inmediata, para desaparecer (en muchos de los casos) luego de la protesta (Lazarte 2000).
Recordemos las formas que tomó la protesta a comienzos de los ‘90: los saqueos a los supermercados caracterizados como “revuelta” o el santiagueñazo de diciembre de 1993 caracterizado como “motín”, es decir, formas “primitivas” en la escala de la protesta social (Iñigo Carrera 1998). Es en este sentido que hay que ubicar a los cortes de ruta como formas de lucha, que si bien están en un escalón superior de la protesta, (no tan inorgánica como los “saqueos”) y que en el caso de los cortes de ruta en el noroeste argentino logran aglutinar a distintos actores con demandas diversas (siendo una de las principales la falta de trabajo) todavía no logran cristalizar en formas organizativas que le permitan superar la instancia de demandas puntuales y a corto plazo (puestos de los planes trabajar, alimentos, medicinas, etc.).
Los conflictos del pasado, organizados alrededor de polos poderosos de movilización, tenían fuerza, eran identificables y se sabía con certeza cuál era el agente del conflicto, hoy todo es más borroso: los trabajadores desocupados llegan a la ruta empujados por la desesperación, el hambre, la miseria de un sistema que excluye y que viene empujando a la grandes mayorías “cuesta abajo”
[5]. Los conflictos surgen en muchos casos por “explosión” e incluso en ciertas circunstancias pueden convertirse en activadores de otros conflictos, promesas incumplidas, crisis de los partidos políticos, etc. Gabriel Vommaro expresaba en un artículo “La rutinización de la vida partidaria, el estallido de nuevos conflictos y lógicas de lo social (heterogeneidad de situaciones de pobreza, desigualdad, explotación, etc.) junto a los efectos del dispositivo genocida de la última dictadura, fueron algunos de los factores más importantes para que emergiera el espacio de los
movimientos sociales (ligados a la defensa de los derechos humanos, de la vivienda, a movimientos de desocupados, de genero, vecinales, anticapitalistas, etc.) Así, éstos son a la vez expresión de la complejidad creciente de los problemas sociales y de la imposibilidad (incapacidad, falta de voluntad, etc.) del campo partidario para estructurar dichos problemas como problemas políticos. El debilitamiento (por múltiples factores) de los sindicatos también dejó un espacio abierto para esta forma de politización de lo social. (Vommaro 2000).
Si bien muchos de los liderazgos forjados en los piquetes y los cortes de ruta en estos últimos años, tenían que ver con viejas tradiciones de lucha del movimiento obrero fabril-industrial en el cual se encontraban emplazados (muchos de los que cortaban la ruta en los cortes de estos últimos años eran ex trabajadores Altos Hornos Zapla, Ingenio Ledesma y Ingenio la Esperanza y la Mendieta en Jujuy, o en Cutral Có vinculado a YPF, cordón industrial de Rosario, La Matanza, etc.) (Ogando 1998) éstos resultaban en su mayoría efímeros
[6], y la organización del movimiento de protesta posterior a los cortes era débil y en muchos casos nulo
[7].
La crisis... algunas cifras del noroeste argentino
El achicamiento del aparato productivo, a causa de la política de ajuste instaurada por el menemismo y profundizada por el gobierno de la Alianza, hizo estragos en las provincias periféricas del noroeste argentino (como Jujuy, Salta, Tucumán y Santiago del Estero) profundizando la crisis, con su costado de empobrecimiento por parte de miles de familias. Los gobiernos provinciales debilitados ante la perdida constante de autonomía y recursos, con un fuerte componente de corrupción interna, pasan a ser meros ejecutores de las políticas impuestas desde el poder central.
Los cortes de ruta son entonces la materialización de la lucha y el escenario donde se visualizan las necesidades de un sector de los trabajadores expulsados del circuito productivo por esta “nueva forma del capitalismo” (Therborn 1999), caracterizada por la exclusión de grandes masas de la población. Los desocupados, los nuevos (los jóvenes que todavía no trabajaron nunca por que no encuentran trabajo) y los viejos desocupados (obreros del surco, las minas, la explotación petrolera, ex trabajadores del Estado, etc.) son los grandes protagonistas de esta historia, de esta lucha todavía en construcción. Pero recordemos que el desempleo no es sólo un flagelo para quien lo padece sino que es el cinturón mediante el cual los distintos sectores empresarios ajustaron y ajustan a los trabajadores ocupados. El desempleo tiene que ver con la naturaleza del sistema
[8] como señala el investigador Nicolás Iñigo Carrera “El crecimiento de la desocupación, de la superpoblación relativa, que cumple la función de ejercito industrial de reserva, constituye una de las condiciones para la depresión del precio de la fuerza de trabajo (...) Según FIDE los salarios cayeron un 33% entre 1985 y 1993 en términos reales”
[9].
Hacia principios de los años 80, el desempleo en la República Argentina rondaba el 3%, hacia 1990 se estacionaba en un 6%, ascendiendo rápidamente, luego de la política instaurada por el presidente Menem, hasta llegar hacia 1995 al 18%, fluctuando en esa cifra de tasa de desocupación abierta
[10] hasta la actualidad. Si a esto lo cruzamos con otros datos, como en lo que se refiera a la distribución del ingreso, la situación es aún más alarmante.
Con la aplicación de estas políticas se ve una importante polarización de la riqueza y una apropiación de una porción cada vez mayor de la renta por una cantidad cada vez menor de personas. En la Argentina el 20% más rico se apropia del 52,9 % de los ingresos mientras que el 20% más pobre sólo del 4,5%
[11]. Esta polarización nos muestra que mientras una pequeña porción de la población mejora su situación y ganancias de manera extraordinaria, millones de personas se empobrecen, pierden su empleo o se encuentran con empleos precarios y mal remunerados: en las provincias del norte esta polarización llega hasta limites grotescos (Ogando 2000).
Jujuy
Desocupación 19,2%
Subocupación 15,8%
Población NBI (necesidades básicas insatisfechas) 44,2 %
Deuda Provincial en millones de pesos 741,5
Ingreso Promedio Familiar $123
Salta
Desocupación 13,8%
Subocupación 15,6%
Población NBI 22,5 %
Deuda Provincial en millones de pesos 649,5
Ingreso Promedio Familiar $150
Tucumán
Desocupación 19,9%
Subocupación 17,3%
Población NBI 29,9 %
Deuda Provincial en millones de pesos 1.145
Ingreso Promedio Familiar $141
[12]
Los cortes son también la cara de esta miseria expresada en cifras, dentro de cada uno de los porcentajes se observan los trabajadores despedidos, las madres sin alimentos para sus hijos, los indígenas explotados y mal alimentados, todos los protagonistas del comienzo de este articulo.
Los cortes de ruta expresan también el sentimiento de malestar que se ha apoderado de la gente y deriva de la percepción que estos sectores tienen del país, de los políticos, de los que gobiernan y de las elites dominantes, imagen que se han formado lentamente en años, a través de lo que viven y de lo que les llega diariamente por los medios de comunicación. Son las historias deprimentes e indignantes de la corrupción, la impunidad, el enriquecimiento; las denuncias de fraude, denuncias sobre la policía, acusaciones de corrupción en la clase política, quiebras de bancos costeados con recursos públicos y del contribuyente, denuncias de fortunas mal habidas, empresarios dolosos y jueces corruptos, salarios inmorales, etc. (Lazarte 2000, Petras 2000).
Sus condiciones materiales de existencia junto a estas imágenes televisadas han ido lentamente destilando en la conciencia de estos sectores golpeados por las políticas de ajuste, una impotencia ante los abusos y la impunidad de los poderosos; una rabia contenida luego de años de desencanto, de un malestar creciente, que sólo esperaba una oportunidad para estallar en un conflicto. Los cortes de ruta no son más que una manifestación de ese “malestar”, malestar que se expresa en la quema de comisarías, municipalidades y casas de políticos como ocurrió en el departamento San Martín en la provincia de Salta en noviembre de 2000.
Todos los días junto a las denuncias televisadas y a los corruptos cercanos, que impunemente muestran su dinero saqueado de las arcas públicas, vemos nuevas formas de protesta, cacerolazos, marchas de silencio, cortes de ruta... de grupos y colectivos sociales que empujan la lucha, en muchos casos, por afuera de las tradicionales estructuras, que hasta no hace mucho canalizaban la protesta.
Un fuerte sentimiento de injusticia vivida por los pobres, los excluidos del sistema, que entienden que las políticas económicas sólo han beneficiado a los ricos. Una población que ya casi no cree en nadie, víctima de tantas ofertas incumplidas, al amparo de la fácil demagogia y el marketing electoral.
Los habitantes del noroeste argentino perciben que los costos sociales impuestos por el ajuste han sido demasiado grandes sin correspondencia con los sacrificios consentidos, peor aún los más de dos tercios de la población que viven en la pobreza, comienzan a percibir que estos sacrificios alimentaron y alimentan la riqueza, los beneficios de unos pocos, que nunca pierden ni se sacrifican. Luchar contra esta realidad comienza a ser una de las tareas. “Se llevan todo, se llevan el petróleo y el gas, acá no queda nada”, decía el ex trabajador de YPF.
La ruta entonces como espacio con múltiples significados, como alimento, como altavoz, como expresión de los conflictos y las demandas étnicas, como espejo de la exclusión, etc.
Los cortes aunque tímidamente, luego de pedir por pan y trabajo, dejan escapar muchos interrogantes y abren un camino, transitado por distintos actores y variadas demandas. ¿Cuestionan al sistema? Sí, porque es en estas luchas, muchas con reivindicaciones puntuales, donde estos movimientos sociales micropolíticos, (al decir de Pavlovsky) como es el de desocupados, o el indígena, expresan que se puede luchar, se puede resistir y obtener triunfos (al menos parciales por ahora), Holloway decía en una de sus conferencias en la Argentina “la emancipación no se puede entender simplemente como resultado de la lucha: es el proceso mismo de lucha”
[13]. En este marco todas las luchas suman.
Los actores de los cortes de ruta hacen, con sus luchas y reclamos, visible lo oculto, los efectos de las políticas de ajuste que nos dominan: primer paso para fortalecer una subjetividad golpeada, harta del “no se puede”.
Bibliografía
Anderson, Perry (1999) “Neoliberalismo: Un balance provisorio” en La Trama del neoliberalismo, Emir Sader y Pablo Gentili comp., Clacso-Eudeba, Bs.As.
Boletín de Estadísticas Laborales, primer semestre de 1996, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Borón, Atilio (1999) “La sociedad civil después del diluvio neoliberal” en La trama del neoliberalismo, Emir Sader y Pablo Gentili comp., Clacso-Eudeba, Bs.As.
Encuesta Permanente de Hogares -EPH-, (mayo1997 – mayo 2000), INDEC.
Iñigo Carrera, Nicolás y Cotarelo, Maria Celia (1998) “Los llamados cortes de ruta” en PIMSA, Documentos y comunicaciones, 1998, Bs As.
Iñigo Carrera, Nicolás y Podestá, Jorge (1997) “Las Nuevas condiciones en la disposición de fuerzas objetivas” en PIMSA, Documentos y comunicaciones, 1997, Bs. As.
Lazarte, Jorge (2000) “Nuevas formas de ingobernabilidad o la rebelión del cólera” lista electrónica Rumbos, Francia.
Minujin, Alberto –comp. (1992) “Cuesta abajo. Los nuevos pobres: efectos de la crisis en la sociedad argentina” de UNICEF – Losada.
Ogando, Ariel (1998) “Cortes de ruta en el noroeste Argentino” en Revista América Libre Nº 13, Bs. As. (2000) “Cortes de ruta, represión y crisis En las provincias del noroeste argentino”. En revista electrónica Wayruro (http://www.geocities.com/wayru.geo) agosto de 2000.
Pavlovsky, Eduardo (2000) “Micropolíticas” en Revista Herramienta Nº 12, Bs. As.
Petras, James (2000) Globaloney. El lenguaje imperial, los intelectuales y la izquierda, Colección Herramienta, Edit. Antídoto, Bs. As.
Rofman, Alejandro (1999) Las economías regionales a fines del siglo XX, Edit. Ariel, Bs. As.
Therborn, Gõran (1999) “La crisis y el futuro del capitalismo” en La Trama del neoliberalismo, Emir Sader y Pablo Gentili comp., Clacso-Eudeba, Bs.As.
Trinchero, Hugo (2000) Los dominios del demonio, Eudeba, Bs. As.
Vommaro, Gabriel (2000) “Algunas cuestiones sobre los movimientos sociales y la representación política”, en Revista Periferias Nº 8, Bs. As.
[1]Una versión preliminar de este artículo fue publicada en Grecia por la revista
Señales Humo Nº 5, en diciembre de 2000.
[2]Aníbal Verón era un trabajador de la empresa de transportes Atahualpa, que fue despedido en noviembre del 2000
y al que se le adeudaban 8 meses de salarios. Fue uno de los tantos trabajadores que estaba en el corte de ruta ante la desesperación y la angustia por la falta de trabajo. Murió asesinado por las fuerzas represivas que intentaron desalojar el piquete en la ruta nacional 34, como revela la crónica de los hechos en el diario
Pagina/12, del 12 de noviembre: La muerte.
“Eran las ocho y media de la mañana. Los compañeros –recuerda el piquetero Rodolfo Peralta– con piedras y palos los habían hecho retroceder a los policías hasta la 34. Cuando me acerco a la cabecera de la movilización veo que Verón se desploma. Lo abrazo y les grito a unos changos que traigan la ambulancia. Verón tenía un agujero en el ojo, por la nariz y la boca la sangre le salía a chorros. Cuando llegamos al hospital de Mosconi el médico nos dice que lo llevemos a Tartagal. Pero ya era tarde, Verón ya se había muerto”.
[4] Fragmento de la introducción del texto “Micropolíticas” de Eduardo “Tato” Pavlovsky. (Pavlovsky 2000)
[5] Expresión utilizada para explicar la pauperización de la clase media en el libro de Alberto Minujin (comp.)
Cuesta abajo. Los nuevos pobres: efectos de la crisis en la sociedad argentina de UNICEF - Losada.
[6] Véase el libro de Alejandro Isla, Mónica Lacarrieu y Henry Selby
Parando la Olla págs. 18 y 19.
[7] Es de destacar, sin embargo, el importante papel que tuvieron las diferentes organizaciones sindicales combativas (la Central de Trabajadores Argentinos y la Corriente Clasista y Combativa) en la lucha de los desocupados, y los cortes de ruta de La Matanza y el Gran Buenos Aires en octubre-noviembre de 2000. Estas dos agrupaciones sindicales son las que más están trabajando en la organización de los trabajadores desocupados.
[8] Como señala Perry Anderson, uno de los éxitos del neoliberalismo es el crecimiento del desempleo, concebido como un mecanismo necesario y natural de cualquier economía de mercado eficiente. (Anderson 1999).
[9] En Nicolás Iñigo Carrera, Jorge Podestá (1997
) “Las Nuevas condiciones en la disposición de fuerzas objetivas” en PIMSA,
Documentos y comunicaciones 1997, Bs. As.
[10] Boletín de Estadísticas Laborales, primer semestre de 1996, del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
[11] Encuesta Permanente de Hogares -EPH-, (mayo1997), INDEC.
[12] El trabajador del Estado- septiembre 2000, INDEC.
[13] Conferencia de Holloway en la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo el 18 de octubre de 2000, un párrafo de este autor nos puede ayudar a tratar de desarrollar lo que decía más arriba en pocas palabras “
Cada vez que un niño pequeño toma dulces de un quiosco sin percibir que debe darse dinero a cambio de ellos, cada vez que los trabajadores se niegan a aceptar que el mercado dicta que su lugar de trabajo debe ser cerrado o que deben perder sus empleos (...), el valor como una forma de relacionarse con el otro está en discusión, es constantemente objeto de lucha, está constantemente en proceso de ser quebrado, re-constituido y quebrado. No somos una bella durmiente, una humanidad congelada en nuestra alienación hasta que nuestro príncipe-encantado-partido-proletario venga a besarnos; vivimos más bien en constante lucha por liberarnos del curso del embrujo.”