1. Las movilizaciones contra la globalización neoliberal, para lograr otra globalización, están cambiando. Desde Seattle se han sucedido a ritmo acelerado y con creciente participación. Las últimas de Génova han movilizado a más de 200.000 personas. Walden Bello lo había anticipado titulando su contribución al Foro Social de Génova: “Próxima estación del expreso anti-globalización: Génova”. Ese título nos hace recordar al del último CD de Manu Chao: “Próxima estación: esperanza”.
2. La crisis de legitimidad del G8, del FMI, del Banco Mundial y la OMC es de tal magnitud que seguramente deberán renunciar a reunirse con tanta parafernalia como antes. En el futuro, convocarán a reuniones mucho más restringidas, en lugares lo menos expuestos posible a las protestas. La OMC se reúne en Doha, Qatar, en noviembre de 2001. El G8 de 2002 se reunirá en un pueblito perdido de las Montañas Rocosas en el Canadá. El Banco Mundial, que debió suspender su reunión anual en junio de 2001 en Barcelona, se verá asediado en su asamblea anual (conjunta con el FMI a principios de octubre) por grandes manifestaciones y es verosímil que esta reunión de Washington, luego del fiasco de Praga, será la última de su género.
3. Quienes pretenden conducir al mundo no tienen ninguna intención de hacer concesiones a los cada vez más numerosos oponentes. De modo que están combinando dos tácticas para tratar de poner diques al movimiento: recurrir a una represión cada vez más vigorosa e instrumentar una campaña de sistemático desprestigio tendiente a empañar la imagen de quienes protestan (cuestionando su representatividad y su capacidad de proponer alternativas, amalgamando a la gran mayoría con los pequeños grupos violentos...), por una parte, y tratando de recuperar parte de esos movimientos, especialmente las ONG, por la otra.
4. Como ya lo dijera el dictador Napoleón Bonaparte: “Con las bayonetas todo es posible, menos sentarse sobre ellas” (Gramsci lo tradujo, hablando de hegemonía, de manera menos trivial refiriéndose a la necesidad de consenso para asegurar la estabilidad del sistema). Durante 20 años los dueños del neoliberalismo, comenzando por Reagan, Bush padre y Thatcher, se han beneficiado con elementos reales de consenso y legitimidad, a los ojos de una gran parte de la población de los países industrializados. Situación que se alimentó con la implosión del bloque soviético y la “victoria” del capitalismo a escala planetaria. Y también la legitimación de la guerra del Golfo. Desde 1997 se han venido acumulando las pérdidas de consenso y de legitimidad: crisis sucesivas en países clave de la periferia (Sudeste Asiático, Brasil, Argentina, Rusia, Turquía...), fracaso del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI), fracaso de la Ronda del Milenio en Seattle, crisis bursátiles y desaceleración económica en los países más industrializados, pauperización a escala mundial, jamás igualada en 50 años, feminización de la pobreza, continua degradación del medio ambiente, nueva carrera armamentista... La crisis de legitimidad y la falta de consenso impulsan la búsqueda de soluciones alternativas y acrecientan las movilizaciones. La reiterada violencia policial con su saldo de víctimas (incluidas las baleadas) disminuirá aún más la legitimidad de las instituciones que pretenden conducir la mundialización neoliberal.
5. En cuanto a los movimientos de protesta, es posible visualizar varios elementos positivos. En primer término, la convergencia entre movimientos sociales y organizaciones de diferente naturaleza (Vía Campesina, Attac, Marcha Mundial de las Mujeres, algunos sindicatos, grupos de reflexión como el Foro Mundial de Alternativas, Focus on the Global South, movimientos contra la deuda como Jubileo Sur y el Cadtm...), convergencia que se plasma en un calendario y en objetivos comunes: tal como puede verse en la declaración de los movimientos sociales del Foro Social Mundial de Porto Alegre. En segundo término, el establecimiento de redes comprometidas a escala planetaria, aun cuando todavía de forma desigual (movimientos más débiles en Europa oriental, China y África) Y en tercer lugar, la aparición de un ciclo de radicalización en una parte importante de la juventud, aunque igualmente desigual a escala planetaria (donde se registran mayores avances es en América del Norte y en el Sur de Europa).
6. Mencioné anteriormente las tentativas de recuperación tendientes a encontrar los cabos de la legitimidad perdida, por una parte, y la acentuación de la represión destinada a tratar de quebrar el círculo de acumulación de fuerzas opuestas que se viene produciendo, por otra. Examinemos el primer elemento de estas tácticas. Los intentos de recuperación proceden esencialmente de los gobiernos y del Banco Mundial. En los países del Tercer Mundo, pero también en los más industrializados, se trata especialmente de maniobras destinadas a comprometer a la sociedad civil a acompañar las políticas de ajuste estructural rebautizadas: “Marcos estratégicos de lucha contra la pobreza y para el crecimiento”. No hace falta más que observar la cantidad creciente de encuentros internacionales que se producen en Washington o en otros lugares sobre “la lucha contra la pobreza”, con pasajes de avión y viáticos incluidos. Se implican también empresas multinacionales y nacionales: recordemos la Initiative “global compact” que reunió junto al secretariado general de las Naciones Unidas a algunas multinacionales y ONG (Ginebra, mayo de 2000), la declaración conjunta de ONG belgas y empresas belgas. Otros ejemplos: el flirt entre Tony Blair y la campaña Jubileo 2000 (a la que sucedió la campaña Drop the Debt); el condicionado apoyo financiero del gobierno a la plataforma de las ONG belgas en oportunidad de la presidencia belga de la UE; la apertura de Jospin, actual primer ministro y candidato a presidente francés, a los movimientos ciudadanos luego de Porto Alegre y Génova.
7. Las autoridades italianas, a semejanza de lo ocurrido en Suecia, con motivo de la cumbre de Goteburgo, privilegiaron el segundo de estos elementos, recurriendo a la estrategia de la tensión. Es de temer que otros gobiernos sientan la tentación de seguir –cada uno a su manera– los pasos del gobierno italiano. ¿Cuál será la actitud del gobierno Bush en Washington a finales de septiembre/principios de octubre, cuando se reúnan las asambleas del FMI y del BM? ¿Qué hará el gobierno belga durante la próxima cumbre europea, en Bruselas, a mediados de diciembre? En cualquier caso, combinarán represión e intentos de recuperación.
8. Volvamos a la actitud de las autoridades italianas. Crearon un ambiente que desalentaba la participación de la población en las manifestaciones de Génova. Incluso llegaron hasta a pedirle a los habitantes de Génova que abandonaran su ciudad durante todo el período de duración de la cumbre del G8. Asistidas por los medios de comunicación, muchos de ellos bajo el control de Berlusconi, las autoridades asustaron deliberadamente a la población. Más del 50 por ciento abandonó efectivamente la ciudad durante los días en que se celebró la cumbre y el 80 por ciento de los establecimientos comerciales cerró sus puertas durante cuatro días.
El aspecto más visible de esta estrategia de la tensión la representó la construcción de una infranqueable barrera de tres metros alrededor de la “zona roja” (el centro histórico donde se celebraba el G8): a ella sólo podían acceder las personas que pudieran probar que residían en la zona, policías, miembros del ejército y, naturalmente, los participantes de la cumbre del G8. Las autoridades italianas se negaron a entablar un diálogo serio con las organizaciones del Foro Social de Génova, promotor de debates y manifestaciones, que federaba a más de 1.000 organizaciones.
El viernes 20 de julio, mientras los participantes al G8 iban llegando, más de 50.000 manifestantes decidieron acercarse a la “zona roja”. Fue el momento elegido por las fuerzas del orden para lanzar a una parte importante de sus 20.000 hombres en violentas cargas contra los “Túnicas Blancas” (Tute Bianche), un grupo que ejerce la desobediencia civil de manera pacífica y que había reunido a más de 5.000 jóvenes, y contra los “Cobas” (comités sindicales de base). Fue en esas circunstancias en que el joven genovés Carlo Giuliani (de 23 años) fue muerto de una bala en la cabeza por un carabinero de 20 años. Ante las cargas de la policía, Carlo Giuliani había echado mano de un extintor que a todas luces se preparaba para arrojar contra el Land Rover donde se encontraba el carabinero que le disparó a quemarropa.
Las autoridades italianas crearon adrede condiciones que favorecieran un enfrentamiento violento, y adoptaron disposiciones prácticas propicias para que cayera gente víctima de las balas de las fuerzas del orden. Ejemplos: reunir a 20.000 hombres, preparados para un enfrentamiento con los manifestantes, equiparlos con armas de fuego, darles la orden de cargar contra grupos de manifestantes no violentos...
A pesar de este trágico acontecimiento, al día siguiente, sábado 21 de julio de 2001, cerca de 200.000 manifestantes estaban en las calles de Génova para denunciar las políticas del G8. Y nuevamente, las fuerzas del orden recibieron la directiva de agredir, con sorprendente saña, a miles de manifestantes que iban a la cola del cortejo. El saldo fue de centenares de manifestantes ensangrentados.
A medianoche, horas después de la manifestación, que se había acabado a las 17 horas, las fuerzas policiales anti-insurrección (bajo las órdenes directas de su dirección en Roma) se introdujeron con increíble violencia en el centro de coordinación y de prensa del Foro Social de Génova, y en una escuela vecina en la que se alojaba un pequeño centenar de periodistas de la prensa asociativa. Oficialmente “para buscar armas”, supuestamente escondidas en dichos locales, la policía golpeó metódicamente y con sangrienta brutalidad, apuntando al cráneo, a todos los ocupantes de la escuela, algunos de los cuales ya dormían. Sesenta y tres tuvieron que ser internados en un hospital.
Yo llegué a la escuela 10 minutos después de la irrupción de los policías. Como los demás testigos, pude observar el alucinante espectáculo que componía el ir y venir de decenas de ambulancias, que se llevaban los cuerpos de rostro ensangrentado y tumefacto. Como otros, llamé por teléfono a la mayor cantidad posible de responsables del Foro y de periodistas de la prensa internacional. Un cordón de policías anti-disturbios impedía todo acceso a la escuela: ningún representante parlamentario, ningún abogado pudo entrar en la escuela durante cerca de 2 horas, a pesar de que allí aún había heridos.
Finalmente, la llegada bastante rápida de los medios de comunicación internacionales decidió a las autoridades a levantar el sitio alrededor de las 2.30 de la mañana...
Es alentadora la profunda movilización que, después de estos acontecimientos, se produjo en Italia. Martes 24 de julio: cerca de 300.000 personas (de las cuales 100.000 en Milán) se manifiestan por las ciudades de Italia para protestar por la violencia policial.
Ni la utilización de un arma de fuego contra un manifestante, que le produjo la muerte, ni la irrupción de las fuerzas del orden en los locales del Foro Social son accidentales. Los más altos responsables políticos italianos deberán rendir cuenta de sus actos ante la justicia. Es de esperar que las iniciativas actualmente en curso en ese sentido puedan llevar a un verdadero juicio.
9. La presencia de pequeños grupos violentos en las últimas manifestaciones (Goteburgo, Génova) plantea un grave problema para la gran mayoría de los manifestantes que se adhieren al movimiento de manera pacífica. Estos grupos, llamados “bloque negro” (bloc noir) se dedican a romper vitrinas y escaparates, a destruir e incendiar agencias de banco y locales de empresas multinacionales, vehículos privados, etcétera. Utilizan métodos que son contrarios a los intereses del movimiento. Al actuar junto a los manifestantes, o infiltrándose en manifestaciones pacíficas para provocar a las fuerzas del orden, ponen en peligro a la mayoría de los manifestantes y les dan a las fuerzas policiales el pretexto para intervenir y atacar a los grupos pacifistas. Como pudo verse más de una vez, las fuerzas del orden dejaban de perseguir a los “bloque negro” cuando tenían la oportunidad de cargar contra los manifestantes pacifistas. En general, los “bloque negro”, poco numerosos, muy móviles y disponiendo a veces de la complicidad policial, lograban escapar a las cargas policiales.
Durante las manifestaciones de Génova, las fuerzas del orden participaron o coordinaron sistemáticamente las acciones de algunos de estos grupos “negros”. Existen de ello testimonios fotográficos o videos, reproducidos por los medios de comunicación italianos, incluidos periódicos conservadores como La Stampa y el Corriere della Sera, que muestran a policías disfrazándose de negro y/o conversando tranquilamente con miembros del “bloque negro”. Estas situaciones plantean todo el problema de la infiltración.
El movimiento que lucha por otro mundo va a tener que darle una respuesta original a dicho problema, que apenas empieza a plantearse. Deberá garantizarse el derecho de libre manifestación, incluido para aquellos que reivindican el derecho a la desobediencia civil. Para ello, habrá que protegerse tanto de las fuerzas represivas de los estados como de los “grupos negros” que participan en la estrategia de la tensión. No va a ser fácil.
10. En el caso de la presidencia belga de la UE, debemos obtener la garantía de poder manifestar en las ciudades en que se celebren las actividades oficiales, en particular, naturalmente, en Bruselas, los días 14 y 15 de diciembre. El gobierno belga, además, debe garantizar la circulación de las personas que deseen acudir del extranjero para participar en las manifestaciones. El gobierno y las fuerzas del orden belgas deben aprender de lo ocurrido en Goteburgo y Génova: deben prohibirse las armas de fuego en las manifestaciones, y el gobierno debe además comprometerse a instaurar un proceso de diálogo, a más tardar en septiembre de 2001, que permita garantizar la seguridad de los manifestantes pacifistas. Las organizaciones que participen en las manifestaciones deberán, por su parte, encontrar mecanismos de colaboración mutua que les permitan también a ellas garantizar esa seguridad.
11. El factor fundamental, que alimenta la contestación, es el sentimiento cada vez más generalizado, el convencimiento, de que los dirigentes del G7 y de las instituciones multilaterales que controlan impulsan una lógica contraria a los intereses del conjunto de la humanidad. Una lógica de muerte. Dicho convencimiento se ve alimentado por las decisiones adoptadas en distintas cumbres internacionales y desemboca, en el caso de algunos sectores de la sociedad, en un sentimiento de rebelión absolutamente justificado. El hecho de que esa rebelión se exprese, a veces, por medio del recurso a la desobediencia civil, o incluso cierta violencia, parece perfectamente comprensible. Esa rebelión se expresa allí donde se reúnen quienes imponen la continuación de una lógica de muerte, y no en otro lado. ¿Cómo explicar, por ejemplo, que no haya habido situaciones de violencia durante el transcurso de las manifestaciones ciudadanas durante la cumbre de la Unctad (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), en Bangkok en febrero de 2000; en la cumbre de las Naciones Unidas en Ginebra, en junio de ese mismo año o en la cumbre de la Unctad para los países menos avanzados, que se celebró en Bruselas en mayo de 2001?
Cuando son el G7, el FMI, el Banco Mundial o la OMC quienes organizan sus reuniones, la rebelión se manifiesta con toda firmeza.
12. Las decisiones del último G8 seguirán alimentando ese sentimiento de rebelión. Es saludable que así ocurra. En materia de medio ambiente, a pesar de que los compromisos de Kioto eran minimalistas, Bush y Berlusconi confirmaron que no tenían la intención de respetarlos. En materia de carrera armamentista, Bush se apuntó varios tantos en la realización de su proyecto de escudo anti-misiles (NMD-TND). Blair confirmó su apoyo y la postura de Pútin se habría aproximado a la de Bush.
En materia de lucha contra la especulación financiera internacional: nada.
Con respecto a la anulación de la deuda, no se adoptó ninguna medida que permitiese reducir su importancia. Tal vez deba recordarse que desde que los medios de comunicación anunciaron con bombos y platillos que sería anulada, la deuda del Tercer Mundo no ha hecho sino aumentar. Lo que se propone a los campesinos más pobres es contrario a los intereses de la población: mayor apertura comercial por un lado, más privatizaciones...
Las dos iniciativas que algunos presentan como simpáticas, o generosas, son en realidad absolutamente escandalosas. Se habla de “Iniciativa a favor de África” desde hace 15 años. Sin embargo, ninguna de las resoluciones de las Naciones Unidas, ninguna de las resoluciones relativas a los países menos avanzados, ha sido realmente llevada a la práctica. Varias instancias de la ONU, como la Unctad o la FAO, lo han dicho sin rodeos.
En cuanto al fondo de 1.300 millones de dólares destinados a luchar contra el Sida, la tuberculosis y la malaria en el Tercer Mundo, no es sino un subsidio público concedido a las multinacionales farmacéuticas, puesto que ese dinero servirá para comprarles medicamentos protegidos por patentes, mientras esos mismos medicamentos podrían producirse en los países del Tercer Mundo bajo forma genérica a un coste inferior. El Financial Times del día 23 de julio comentó la decisión de Génova de la siguiente manera: La medida respeta escrupulosamente los intereses de las empresas farmacéuticas norteamericanas que realizaron, ante los jefes de Estado, un trabajo de lobby coronado de éxito. Además, si se comparan con los 9.000 millones de dólares que anualmente solicita la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cifra de 1.300 millones, para un período de varios años, es ridícula.
Una cifra vale más que mil discursos: en 2001, los miembros del G8 se gastaron 500 mil millones en gastos militares (de los cuales 300 mil millones sólo en los Estados Unidos). ¡Cualquiera se rebelaría por menos que eso!
13. Más allá de las manifestaciones de protesta, el movimiento una de cuyas banderas es el lema “Otro mundo es posible”, va a continuar elaborando alternativas y completando la “puesta en red” de un número creciente de organizaciones a escala planetaria. Las próximas citas, ya son conocidas: México, del 12 al 14 de agosto de 2001 convocados por Attac, Vía Campesina, la CUT (de Brasil) y Focus on the Global South (Tailandia); Lieja (Bélgica), los días 22 y 23 de septiembre de 2001, con motivo del “Congreso Ciudadano Europeo” organizado por iniciativa de Attac; el segundo Foro Social Mundial en Porto Alegre, en febrero de 2002, entre otras…