París, Montréal, Maison des Sciences de L’Homme, 2008, 248 páginas.
El libro pretende articular un diálogo sobre teoría y escritura de la historia entre historiadores, filósofos, teóricos de la literatura y especialistas de cine, tomando como punto de partida la última obra de Kracauer: History. The last Things before the Last. Kracauer fue un intelectual inusual –sociólogo, novelista, crítico del cine y de los medios, etnólogo de las metrópolis– y dejó una obra multiforme; fue, además, una figura de avanzada entre la intelectualidad de izquierda de la llamada República de Weimar. Fue amigo de Theodor Adorno, Walter Benjamin, Ernst Bloch, entre otros, y como todos ellos se vio también obligado a exiliarse a partir del ascenso de Hitler al poder a comienzos de 1933. Aquel que describe el “asilo para desamparados”, las salas de cine en “El culto de la distracción”, y los bulevares como “patria de los sin patria” en el libro sobre Offenbach, se convirtió él mismo en un extraterritorial, un “desamparado trascendental” (Lukács), conforme con la figura alegórica que, antes de desaparecer, peregrina por las épocas: Ahásvero, el judío errante, que Kracauer evoca en el capítulo 6 de History. El historiador que, partiendo del presente, se inmiscuye en el pasado y extraña (verfremdet) a ambos.
Una de las máximas de History reza: “la historia de las ideas es la historia de los malentendidos”.[1] Kracauer fue siempre muy consciente de esto; pero sobre todo su última producción, realizada durante el exilio en los EE.UU. –de 1941 a 1966– generó y sigue generando una sucesión de equívocos. Por ejemplo, se piensa que De Caligari a Hitler (1947), obra en que analiza la producción cinematográfica alemana de entreguerras –durante décadas, prácticamente su único libro conocido fuera del mundo alemán, y aun dentro de él– no pasa de ser una mera interpretación supuestamente “teleológica” de la vida cultural de la República de Weimar, que además muestra un estilo “entablillado”, en la medida en que está escrito en inglés; o se estima que su Theory of Film (1961) es inactual, pues no tiene en cuenta el film en color, o no consigue ver más allá del neorrealismo italiano; para no hablar de que su libro póstumo representaría una ruptura con su producción intelectual anterior, sobre todo con la obra de Marx. Basta con leer la introducción a History para disipar de inmediato todos esos malentendidos. Pues en ella Kracauer destaca la continuidad entre su producción de la época en que era editor cultural de la Frankfurter Zeitung (1921-33) –citando su ensayo “La fotografía”–, y las incompletas reflexiones expuestas en History.
Este libro compilado por Philippe Despoix y Peter Schöttler es una iniciativa que intenta derribar las jergas creadas en torno a la obra de Kracauer, e incluirlo en el debate historiográfico-cultural de lengua francesa, dando continuidad a la discusión iniciada en Culture de masse et modernité. Siegfried Kracauer, sociologue, critique, écrivain (2001), compilado por el propio Despoix y por N. Perivolaropoulou. Son once ensayos en total; intento aquí llamar la atención sobre algunos de ellos. En primer lugar, cabe decir que todos los autores coinciden en testimoniar el desconocimiento de la obra de Kracauer en el mundo académico –y no solo, digamos al pasar, en las universidades francesas–, sobre todo en relación con su polémica sobre las tradiciones historiográficas alemana, francesa e inglesa. Como destacan los compiladores en su introducción: “A pesar de una fuerte representación de la historiografía francesa, en particular por medio de Marc Bloch y de la actualidad de su temática, el libro de Kracauer no fue leído en el medio académico francófono” (6). La compilación coincide con la traducción francesa de History.[2]
1. Despoix traza un paralelo ingenioso entre la historia y los medios fotográfico y cinematográfico en la reflexión de Kracauer en el ensayo “¿Otra historia?”, y lo hace mediante cinco proposiciones: a. “todo documento es vestigio físico del pasado” (17); b. “el lado externo del archivo en cuanto ‘fuera de campo’ fotográfico” (18); c. “la antinomia entre el ‘primer plano y el plano conjunto’” (19); d. “el episodio (fílmico) como modo apropiado de la narrativa histórica” (20); 5. “la paradoja de la empatía y de la alienación”. A continuación, compara ese texto fragmentario de 1966 con el film de Antonioni del mismo año, Blow up; es decir, el trabajo del historiador, su esfuerzo para “hacer que el documento hable”, se asemeja al del fotógrafo del film, que descubre y vuelve visible un crimen por medio de ampliaciones sucesivas de un negativo: trabajo de detective, palimpsesto.
2. Peter Schöttler es el autor de “El historiador entre objetivismo y subjetivismo”, una de las mejores contribuciones de la compilación, que establece una estimulante aproximación entre Kracauer y Marc Bloch. Comienza indagando la dificultad para leer History; es decir, la dificultad para responder, después de la lectura del libro, a la pregunta: ¿a quién está dirigido? ¿A los historiadores? ¿A los filósofos? ¿A quién, al fin de cuentas? Sumamente interesante es el diálogo que se reconstruye aquí entre Kracauer y el autor de Apologie de l’histoire; a partir de este diálogo formula Schöttler –eligiendo la fotografía como un modo de percepción sutil y productivo– la teoría de la “pasividad activa” del proceso fotográfico; compara a este último con el trabajo del historiador con sus fuentes, evocando la técnica del “disparo automático” (déclencheur automatique) como el máximo de objetivismo en la aproximación subjetiva a lo real (85). Pertenece también a Marc Bloch la expresión “el tacto de las palabras” (tact des mots), aquella “característica de la última fase del trabajo del historiador” (89). Aquel instante en que el historiador vislumbra elementos utópicos “antes de las últimas cosas”, al encontrar, conforme se lee en la última frase de History, “la terra incognita en una valla común entre países que nos son familiares” (90).
3. Jean-Louis Leutrat muestra que Theory of Film y History forman un díptico: “El díptico de Kracauer, o cómo estar presente en su propia ausencia”. El propio Kracauer enfatiza que el segundo libro es una prolongación del primero. Como destaca Leutrat: el primero, que es un libro sobre el cine, habla mucho sobre fotografía; el segundo, por lo menos a través de ciertos nombres de referencia (Proust, Tolstoi, Griffith, Valéry o Kafka…), no es una obra ‘ortodoxa’ sobre la historia en la época de su publicación” (211). Para Kracauer, historia e imagen están imbricadas y Leutrat establece una aproximación inusitada entre Kracauer, Godard y Griffith:
Kracauer y Godard están próximos entre sí, asimismo, por la utilización de fragmentos como fuentes. Kracauer, para comprender la ‘ley de los niveles’ que gobierna el vaivén entre la micro y la macrohistoria, se refiere a un ejemplo extraído de Theory: el del primer plano de las manos de la actriz Mae Marsh en el film de D. W. Griffith Intolerance (222).
El tema de la tensión dialéctica entre micro y macrohistoria es retomado también en el ensayo de Carlo Ginzburg “Detalles, primeros planos, microanálisis”.
[3]
4. El ensayo de Christian Delage, “Kracauer, el Museum of Modern Art y la propaganda nazi”, arroja luz sobre un aspecto poco discutido y conocido de su obra, que es su análisis de la propaganda y de los documentales nazis en la época de la Segunda Guerra. Escribe Delage:
Durante su exilio en París, Siegfried Kracauer recibió, el 3 de mayo de 1937, una carta de Horkheimer que le llamaba la atención sobre la reciente creación de la cinemateca del Museo de Arte Moderno de Nueva York, y lo animaba, sobre todo por intermedio de Meyer Shapiro, a tomar conocimiento de su colección de filmes y a entrar en contacto con Iris Barry, que era responsable (188).
Gracias a este contacto, Kracauer pudo obtener finalmente la visa para partir, en 1941, a los Estados Unidos, y realizar su paciente investigación sobre los filmes de ficción y los noticieros nazis; parte de este material fue publicado como anexo a De Caligari a Hitler. Delage subraya también el modo de análisis de Kracauer:
[…] un análisis estructural que parte de la percepción de las películas y de su corpus y no de un esquema sociológico abstracto. El film de propaganda nazi se le presenta constituido por tres modos de expresión: ‘el comentario, comprendiendo, a su vez, las expresiones verbales y las constataciones ocasionales’; ‘la imagen, comprendiendo la realidad de la cámara y los numerosos mapas’; el sonido, compuesto de efectos sonoros y la música, incluyendo las canciones (202).
5. Por último, no podemos dejar de llamar la atención sobre dos estudiosos pioneros de la obra de Kracauer en Francia, N. Perivolaropoulou y Olivier Agard. La primera, en su ensayo “El Jacques Offenbach de Kracauer. Biografía, historia y cine”, discute una faceta poco conocida (la de guionista) del autor de Jacques Offenbach y el París de su tiempo (1937), que es el guión que Kracauer escribió para la filmación de algunos pasajes de su libro; guión de inusual humor que, desgraciadamente, nunca fue filmado. Agard, por su parte, muestra cómo se entrelazan historia y autobiografía en el pensamiento de Kracauer: “Los elementos de autobiografía intelectual en History”. Colaboran también en este volumen, con importantes aportes, Sabina Loriga, Jacob Tanner, Walter Moser, Bertrand Müller.
El libro es, sin duda, una incitación para comprender el universo intelectual de Kracauer, la relación entre imagen fotográfica e historia, la tensión entre micro y macrohistoria, la dialéctica entre tiempo físico e historia, etc. Una buena oportunidad para que los lectores más curiosos descubran los comentarios críticos desarrollados por Kracauer en History –y el presente libro es una excelente contribución en cuanto a la precisión cartográfica, en esta dirección– acerca a la concepción de la historia en autores como Hegel, Marx y Benjamin entre otros; también para registrar la originalidad de este outsider.
[1] Kracauer, S.,
History. The Last Things before the Last. New York, Oxford U.P., 1995, pág. 8; 1ª ed.: 1969).
[2] Kracauer, S.,
L’Histoire. Des avant-dernière choses. París, Stock, 2006.
[3] Cf. también Ginzburg, C.,
O fio e os rastros. San Pablo, Cia. das Letras, 2007, págs. 231-248.