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Inicio > Alberto J. Pla y su compromiso militante por una historiografía socialista
30/05/2009
Por Camarero Hernán , ,
El 10 de agosto de 2008 falleció en la ciudad de Rosario, donde había nacido en enero de 1926, el historiador marxista Alberto J. Pla, especialista en el estudio del movimiento obrero y de la realidad latinoamericana durante el siglo xx. Por su preocupación en el desarrollo de una historiografía de izquierda comprometida con la lucha política y social emancipatoria, por su honestidad y consecuencia en el mantenimiento de los principios socialistas y por su empeño en divulgar, ampliar y renovar la cultura marxista, la vida y la obra de Pla merecen un análisis y un homenaje. En la existencia de Pla se confundieron de manera creativa y fértil, una y otra vez, la dimensión del militante con la del intelectual universitario, de ninguna de las cuales quiso abdicar, sino, precisamente, potenciar en su mutua interrelación.
Su interés por la política se inició de manera precoz en la ciudad de La Plata, adonde se había traslado a estudiar hacia mediados de los años cuarenta. Tras un fugaz paso por la juventud del Partido Socialista, en 1946 Pla ingresó al pequeño Grupo Obrero Marxista (GOM), liderado por Nahuel Moreno, uno de los dos grupos más importantes del movimiento trotskista argentino de aquella época. El otro era el Grupo Cuarta Internacional (GCI), orientado por J. Posadas, luego oficializada como sección argentina de aquella organización mundial. Pla abandonó las filas del GOM y, hacia fines de los años cuarenta, se incorporó al CGI, luego transformado en Partido Obrero Revolucionario. Su participación activa en la tendencia de Posadas se mantuvo durante más de una década y media. Alejado de una inserción orgánica en dicha corriente, desde mediados de los años sesenta, se mantuvo durante cierto tiempo próximo a algunas de sus posiciones teóricas y políticas. Con el transcurso de los años, Pla definió una adscripción más global al pensamiento y las posturas inspiradas en la tradición de León Trotsky, apostando a una reivindicación y reinvención de un marxismo clásico y al mismo tiempo abierto, no dogmático e inconformista. Desde esa ubicación, nunca abandonó su compromiso con la lucha de los trabajadores, de los explotados y de los oprimidos por el capitalismo, el imperialismo, las dictaduras y los regímenes burocráticos falsamente denominados socialistas.
Sin renunciar a sus compromisos militantes y en forma paralela a ellos, Pla supo desplegar una relevante trayectoria como intelectual académico. Egresado de la carrera de Historia, hacia mediados de los años cincuenta, combinó, durante el medio siglo siguiente, una dedicación apasionada por la docencia, la investigación y la escritura. En su intento por entrelazar el marxismo con los aportes de la historia social, en especial con la influenciada por la escuela francesa de los Annales, Pla encontró en José Luis Romero y Sergio Bagú a algunos de sus primeros puntos de referencias en su disciplina. En su primera etapa, su actividad docente se desarrolló en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Luego, sus clases y sus estudios se extendieron por las universidades de Buenos Aires, Bahía Blanca y Salta. Por mantener sus ideas fue varias veces afectada su inserción en los claustros; primero, con la imposición de la dictadura de Onganía y su política de intervención a las universidades, luego, con el accionar de la ultraderecha bajo el gobierno de Isabel Perón y, finalmente, con la llegada del feroz régimen del Proceso. En su obligado exilio en la ciudad de Caracas, Pla enseñó en la Universidad Central de Venezuela, al mismo tiempo que fundó un Centro de Estudios del Movimiento Obrero. Por esos años, elaboró y defendió su tesis doctoral en la Universidad de Paris VIII, sobre la historia sindical venezolana durante la primera mitad del siglo XX. En 1982-1984, vivió en México, como académico en la Universidad Autónoma de Puebla. Tras su regreso al país, en 1985, fue profesor regular de las cátedras de historia de América Latina Contemporánea en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y, la mayor parte del tiempo, en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Unos años después, fue nombrado Investigador Principal del Conicet. En 2005, la entrega del doctorado Honoris Causa de la UNR confirmó el lugar de Pla como uno de los más importantes representantes de las ciencias sociales del país en las últimas décadas.
La obra escrita dejada por Pla es vasta y diversa. Además, trascendió el ámbito local, pues buena parte de ella se editó, circuló y se hizo conocida en varios países latinoamericanos (México, Venezuela, Perú) y España. Uno de sus asuntos más abordados fue el de la historia económica, social y política de nuestro continente desde visiones globales y de larga duración. Representativas, en este sentido, fueron sus obras América Latina siglo xx: economía, sociedad, revolución (1969) y La burguesía nacional en América Latina (1971), en donde trazó un retrato de la clase dominante de la región a partir de la sociedad colonial, proponiendo un análisis teórico que se centraba en los conceptos de modo de producción y de formaciones económico-sociales; allí también indagó en el frustrado desarrollo independiente de la burguesía continental durante el siglo xix, y el margen de autonomía que aquella podía exhibir frente al imperialismo en el siglo xx. En el marco de la discusión sobre la teoría de la dependencia, polemizó con Andre Gunder Frank y Theotonio dos Santos, y rescató un concepto de raigambre "posadista", el de "Estado revolucionario", para proponer una respuesta a la alternativa planteada por él como inevitable en aquellos convulsionados años setenta: imperialismo o socialismo. Auscultó de manera meticulosa y apasionada los procesos revolucionarios latinoamericanos: México (1911), Bolivia (1952), Cuba (1959), Nicaragua (1979), rechazando las concepciones etapistas e intentando restituir el carácter vivo, dinámico y permanentista de los mismos. En Modo de producción asiático y las formaciones económico-sociales inca y azteca (1979), continuó su examen al período precolombino. La otra temática a la que Pla dedicó atención fue la historia del movimiento obrero y de la izquierda en América Latina, sobre la cual aportó muchos artículos, folletos y libros, como su compilación Clase obrera, partidos y sindicatos en Venezuela, 1936-1950 (1982) y La Internacional Comunista y América Latina (1996). Asimismo, hay que mencionar los proyectos que encaró en el mítico Centro Editor de América Latina, como director de dos colecciones de textos, escritos por diversos académicos militantes: Historia de América en el siglo xx (1971-1972) e Historia del Movimiento Obrero (1972-1974). Los materiales se publicaron y vendieron masivamente, en entregas por fascículos, y luego fueron compiladas en varios tomos. En aquella década, miles de militantes y estudiantes comenzaron su formación en estos temas a partir de estas obras. Varios de los que nos iniciamos en la vida política e intelectual desde principios de los años ochenta, repetimos ese mismo ejercicio, casi como un ritual inevitable.
Por otra parte, Pla incursionó en los problemas teóricos, metodológicos y epistemológicos, tanto del marxismo como de la historiografía y las ciencias sociales en general, ámbitos que siempre pensó de manera entrelazada. En este sentido, pueden señalarse Ideología y método en la historiografía argentina (1972), La Historia y su método (1980), Historia y socialismo (1988) y el más reciente América Latina: mundialización y crisis (2001). En ellos, el autor realizó una disección de las diversas concepciones y corrientes historiográficas, nacionales e internacionales. En las obras más antiguas, impugnó la historiografía tradicional local (tanto la liberal como la revisionista) y señaló los límites de la nueva historiografía económica y social emergente desde los años cincuenta-sesenta, al mismo tiempo que afirmó (a partir de una crítica de la obra de Rodolfo Puiggrós y Jorge Abelardo Ramos) la inexistencia de una genuina corriente historiográfica marxista en la Argentina. También arremetió contra el estructuralismo, especialmente en su versión althusseriana, por entender que incomprendía el carácter contradictorio de la realidad y liquidaba el devenir y la historicidad, en función de modelos estáticos, proponiendo recolocar a la lucha de clases en el lugar central de análisis. Si bien pueden discutirse varios de los argumentos de Pla, es rescatable el motivo central que los animó: la intención de reestablecer y valorizar el pensamiento y el proyecto científico-político de Marx (de cuya tradición poseía un conocimiento erudito), en contra de los reduccionismos, los determinismos y las manipulaciones.
Pla también tuvo importancia en la formación de nuevas generaciones de historiadores, que realizó desde una perspectiva académica y militante, con sencillez y lejos de la pedantería. En las últimas dos décadas, parte de sus investigaciones se realizaron en un espacio colectivo por él impulsado, el Centro de Estudios de Historia Obrera (CEHO) de la UNR. También merece destacarse su experiencia como uno de los fundadores y principales animadores, a partir de 1984, de la revista socialista de teoría, sociedad y política Cuadernos del Sur, que representó una bocanada de aire fresco en el campo intelectual y político de la izquierda argentina.
Fue un crítico implacable del orden existente y de la dominación burguesa. Hasta sus últimas reflexiones, siempre entendió que la crisis del capitalismo mundial transnacionalizado no era otra cosa que una "crisis de civilización", sólo superable con la construcción consciente y libre de una sociedad socialista por parte de las masas autoemancipadas. Ese fue uno de sus grandes legados, de vigencia inquebrantable.