21/11/2024
Por , , Echaide Javier
Buenos Aires, Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación, 2007, 200 páginas.
A mediados de agosto de este año el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (CCC) editó el libro El libre comercio en lucha. Más allá de la forma ALCA de Rodrigo Pascual, Luciana Ghiotto y David Lecumberri, todos ellos investigadores del CCC, con prólogo de Ana Dinerstein, profesora de la Universidad de Bath de Gran Bretaña.
El libro es la conclusión de una investigación de más de 3 años sobre el libre comercio, iniciada a fines de 2003 y reorientada durante su desarrollo. Como resultado de esa reorientación uno de los aportes más significativos que ofrece esta publicación es el de no-constituir una nueva descripción sobre el contenido explícito del ALCA -que ya ha sido abordado en muchas otras publicaciones, sobre todo a partir del conocimiento de sus borradores en el 2001-, sino que analiza, mediante un marco teórico distinto, las relaciones que se encuentran por detrás (o mejor dicho, dentro) del proyecto del Area de Libre Comercio de las Américas. En este sentido, el aporte de los autores es importante ya que su aproximación teórica permite ampliar la base de análisis para la generalidad de acuerdos librecambistas, como ser los Tratados de Libre Comercio (TLC) o mismo las negociaciones que se realizan dentro de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Tal como su prologuista explicita, "los autores han optado por la incomodidad teórica que les ofrece el marxismo abierto". El marxismo abierto ("open marxism") se trata de una corriente no muy difundida y que da ciertos -y muy necesarios a decir verdad- aires nuevos dentro de la ideología marxista. Nacida a fines de los años ´70 y principios de los ´80 en Inglaterra y en un contexto de fuerte avance por parte del neoconservadurismo y el neoliberalismo (en plena época de Thatcher, Reagan y la "revolución conservadora"), esta corriente plantea nuevos enfoques para "abrir" las clásicas categorías de Marx. Heredero del enfoque "autonomista" italiano, el marxismo abierto pone en el centro del análisis la lucha entre trabajo y capital, lo cual ayuda a entender de otra forma las crisis del capitalismo. Quizás el exponente más conocido de este enfoque sea el abogado irlandés John Holloway, junto con autores como Werner Bonefeld, Alberto Bonnet, Sergio Tischler y la mencionada Ana Dinerstein.
Desde ya que esta escuela británica del marxismo del nuevo milenio no ha dejado de despertar interesantes y fuertes debates incluso dentro de la propia izquierda, pero no por ello debe negarse el muy oportuno aporte para reanalizar las categorías del clásico intelectual Karl Marx y toda la corriente de pensamiento originada a partir de sus escritos. Debe reconocerse sin embargo que no toda la batería de aportes teóricos puestos en el debate quizás tenga la madurez y solidez teórica que se le invoca, como tampoco esté demasiado errado decir que de sus planteos originales se llegue a conclusiones conceptuales no faltas de cierto grado de voluntarismo.
Ello no obsta los aciertos en proposiciones que resultan además históricamente muy oportunas. Así, el marxismo abierto es tal en tanto rechaza dos posturas de los que podrían llamarse "marxismos cerrados": 1) la determinación de un devenir histórico único e inequívoco; y 2) el uso trans-histórico de categorías de Marx sin considerar el momento específico de la lucha en que se construyeron dichas categorías.
Con este marco teórico, los autores polemizan con dos visiones habituales que referencian al ALCA, por un lado, con una instancia institucional que establece un "nuevo pacto decimonónico" para fortalecer las relaciones de dependencia entre centro y periferia; por otro, la contextualización del proyecto como un producto de la globalización, y que sólo puede entenderse a partir de la década de 1990 en adelante.
Del primer enfoque -más institucionalista si se quiere- resaltan que el ALCA no se trata simplemente de una relación entre Estados dentro de espacios multilaterales o bilaterales institucionalizados en pos de una regulación "países desarrollados - países no desarrollados" o si se quiere "centro-periferia", sino que se trata de una forma que toman las relaciones de clase en su dimensión global. El libro destaca que la teoría del libre cambio no es nueva, data de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX; por ende ¿cómo es que puede explicarse este refluente de una teoría político-económica tan añeja y al mismo tiempo con un impulso tan renovado a raíz del actual proceso de globalización si no es por un propósito de fondo que sea presentado hoy bajo formas novedosas? La propuesta de los autores es que el ALCA y los TLC son nuevas formas políticas mediante las cuales el capital intenta subordinar (abstraer) al trabajo, y al cual -como tales- se les presentan fuerzas adversas a dicho intento de subordinación bajo la dinámica de lucha de clases.
Con respecto al segundo punto, contextualizan a los TLC como producto no inmediato de esta última globalización sino como consecuencia de la puesta en crisis del trabajo abstracto a partir del período entre fines de la década del ´60 y mediados de los ´70. Desde entonces el capital ha buscado una salida a dicha crisis, logrando diseñar un complejo entramado de condicionamientos para intentar garantizar la sujeción del trabajo, para lo cual entran en juego -y en una forma para nada marginal- los mecanismos jurídicos como los TLC, procesos de integración regionales, tratados de protección de inversiones (TBI), intentos de constituciones regionales (para el caso europeo), etc.
En síntesis, se trata de un muy interesante y provocativo trabajo realizado por tres jóvenes intelectuales argentinos, y no falto de polémicas.
Javier Echaide