21/11/2024
Por Casas Aldo Andrés , ,
Buenos Aires, Nuestra América Editorial, 2006, 483 páginas y CD
En primer lugar, debo decir que estamos frente a un libro que no se presta a una simple "lectura": dispara sentimientos, cuestionamientos, reflexiones… Recorrí sus páginas casi "de un tirón". Ciertamente, lo leí con atención, porque debía comentarlo. Pero también con una emoción que no quería ni pude sofocar. Y conmoción.
Porque no es un libro más. No es un objeto pasivo a la espera de lectores. No es un texto para quedar "encerrado" en las librerías o dormir en los estantes de una biblioteca: merece circular, ser comentado y discutido. No es un relato mas sobre la barbarie represiva y la resistencia… Es una memoria de la resistencia convertida en elocuente y viva expresión de resistencia presente. Flavio Koutzii, un compañero brasileño que pasó largos años en las cárceles de la dictadura argentina, supo escribir sobre esa experiencia diciendo: "El poder decidió mi prisión y sus formas, pero yo decidiré que hacer con esos años de prisión". Estas compañeras, estas presas políticas, también decidieron y lo que hicieron con esos años de prisión fue convertirlos en una irrefutable lección de humanidad y, por ello mismo, de abrumadora superioridad ética y política por sobre sus verdugos.
Un equipo integrado por cinco compañeras y la coordinación de Viviana Beguán seleccionó y compaginó el abundante material aportado por 112 presas políticas: son nueve capítulos y un epílogo ordenados cronológicamente. Desde las primeras presas políticas llegadas a Devoto en 1974, hasta las últimas liberadas, en 1983, recuerdan la vida de la cárcel y también, como en un calidoscopio, imágenes y vivencias del país todo convertido en cárcel. El volumen ofrece una amplia crónica de esos años terribles, multiplica testimonios, denuncia… Son casi quinientas páginas escritas y más de quinientas cartas atesoradas en el CD que lo acompaña, que reflejan (y con ello mismo, renuevan) el compromiso de quienes, aún presas, siguieron luchando y dando un testimonio que nos interpela y convoca a nuevos y renovados compromisos… Estaba por decir que no es una obra "literaria", pero me rectifico: ciertamente, no es un libro de "ficción". Pero no es menos cierto que la obra tiene también pasajes de lograda tensión y fuerza artística.
Con el correr de las páginas, asistimos a la re-construcción colectiva de esa seguramente difícil convivencia y solidaridad que debió ser construida, también colectivamente, en aquellas condiciones extremas impuestas por el Terrorismo de Estado. Impresiona y alecciona descubrir en gestos y prácticas aparentemente anodinas una persistente resistencia al proyecto dictatorial. Gestos y actitudes y actividades muchas veces de insignificante apariencia, casi meras acciones de supervivencia física y salud mental… Toda una lección, para recordarnos o enseñarnos que existen una multiplicidad y diversidad de prácticas sociales que son también portadoras de una poderosa y compleja dimensión política. Y esto viene a cuento, porque soy de la opinión que Nosotras narra un enfrentamiento complejo y dinámico que, en cierto sentido, se sigue librando. "Ellos", los carceleros y torturadores y asesinos, fueron a la larga derrotados políticamente, pero la otra cara de la moneda es que su tétrica "obra" sigue presente y operando, y no sólo en el "inconsciente" colectivo.
Por eso, así como afirmo que este volumen es una prueba elocuente de que la superioridad ética y política de las presas se impuso, creo que no debo ser autocomplaciente, y no puedo dejar de preguntarme y preguntarles a quienes lean este libro ¿Hemos sido acaso capaces de sacar todas las lecciones y frutos de esta experiencia y esta construcción? ¿Modificó y enriqueció sustancialmente nuestras modalidades y capacidades de acción y construcción política?
Dejo las respuestas libradas a la experiencia y opiniones de cada uno. Pero en todo caso, creo que hay temas que han seguido abiertos, o que esta lectura invita a reabrir:
· Como ya dije, el libro muestra que el Terrorismo de Estado encontró respuesta en una polimorfa práctica y construcción social de las presas, que integró vínculos y solidaridades interpersonales, que mezcló lo lúdico, lo educativo, lo artístico-artesanal, la generación de normas para la cotidianeidad, todo ello como sustrato y condición de posibilidad para otras expresiones y actos abiertamente políticos. Creo que en todo eso hay mucho para aprender y trasladar a nuestra alienada cotidianeidad, porque esa construcción carcelaria supo articular facetas de la personalidad y prácticas que general y lamentablemente suelen aparecer disociadas o incluso enfrentadas.
· Las presas políticas nos cuentan lo suyo, y muy bien. Pero deberíamos plantear(nos) algunos interrogantes, tal vez incluso posibles líneas de investigación. Por ejemplo, una consideración mas atenta de las interrelaciones, soportes y tensiones, que se establecieron entre la resistencia en el interior de las cárceles y centros de detención, con la resistencia exterior. Lo mismo cabría para con las relaciones que se establecieron entre los familiares y amigos directos de las presas, las organizaciones políticas en las que éstas militaban y los organismos de derechos humanos.
· Todos sabemos que la clase trabajadora fue víctima principal del Terrorismo de Estado, y este libro directa o indirectamente lo ratifica. Pero tras la lectura surge también la fuerte impresión de que, en la resistencia de las presas y en el respaldo exterior a la misma, brillan por su ausencia cualquier tipo de acciones orgánicas, colectivas - apuntadas a sostenerla - de los trabajadores. En otras palabras, no se advierte la presencia de la clase trabajadora en cuanto clase en esta gesta. Y si esto es así, cabe preguntarse ¿Fue sólo por la complicidad activa de la burocracia sindical con la Dictadura? ¿Qué consecuencias tuvo y tiene semejante desencuentro, entre resistencia a la represión y defensa de la dignidad y los derechos humanos por un lado y por otro la resistencia obrera, que existió pero discurrió en general por otros carriles?
Para terminar, diré que este libro nos habla de manera concreta y descarnada de lo que ocurrió en nuestro país años atrás... Ahora, algunos genocidas están presos, otros serán juzgados, se viene la anulación de "indultos" y leyes de "punto final" y "obediencia debida", parecería que hemos vuelto al Estado de derecho... Desgraciadamente, las cosas no son tan así. Cuando cerré el libro, no pude dejar de asociarlo con lo que el filósofo Giorgio Aganben llama el Estado de Excepción. Porque Aganben no se limita a contarnos lo evidente, como que el nazismo fue derrotado y sus campos de extermino cerrados. Su preocupación no es tanto enfrentarnos con el pasado, sino con lo que queda de Auschwitz . O más en general: decirnos que nuestro mundo vive en Estado de Excepción. Proyecta sus sombras sobre nosotros una "democracia" planetaria caracterizada por los "detenidos" de Guantánamo, las "cárceles secretas"diseminadas por la CIA en todo el mundo y la "legalización" de un tratamiento ilegal a los perseguidos en nombre de la guerra al terrorismo… Y no podemos dejar de mencionar que, treinta años después, debimos salir nuevamente a reclamar "Aparición con vida de Julio López".
Que la memoria (y la lucha) nos ayuden. Y muchas gracias a ese nosotras colectivo que nos legó un libro tan valioso.
* Sobre la base del comentario realizado el 28 de septiembre de 2006 en ocasión de la presentación de Nosotras en la Sección de Antropología Social de la FFyL de la UBA, con participación de Viviana Beguán y otras autoras del libro.