20/04/2024

El Hezbolá

Por Achcar Gilbert , ,

El Hezbolá nació a partir de una radicalización en el seno de los chiítas libaneses, el medio más receptivo a la influencia de la revolución iraní por su afinidad confesional. Entre los chiítas, ya había otro movimiento comunitario, el Movimiento de los desheredados o Amal, que no era integrista aunque también había sido fundado por una personalidad religiosa, Moussa Sadr, "desaparecido" en el año 1978 durante una visita a Libia.

La invasión israelí de 1982 precipitó una radicalización en el seno de Amal y el surgimiento de un ala que se reivindicaba partidaria de la revolución iraní. Este sector se construyó con la ayuda directa de Teherán y ocupando el terreno de lucha en contra de la ocupación. Los recursos iraníes, utilizados con inteligencia, sirvieron al Hezbolá para conformar una red de asistencia social y construirse así una base de masas en el seno de la comunidad chiíta.

Inicialmente, el Hezbolá llevó adelante un feroz combate contra sus competidores en los medios chiítas. Una de las fuerzas a las que consideró como un enemigo a destruir fue el Partido comunista libanés, que tenia una importante implantación entre los chiítas y había tomado la iniciativa de la resistencia anti-israelí. El combate contra los comunistas no fue sólo ideológico: existen fuertes sospechas de que el Hezbolá tuvo responsabilidad en el asesinato de varias de las personalidades comunistas chiítas más conocidas. Después de los primeros años marcados por una implacable competencia, el Hezbolá llegó a establecer un modus vivendi con las otras organizaciones presentes en el medio chiíta (Amal, Partido comunista libanés, Partido nacional social sirio, etcétera). Y cuando en el año 2002 Israel debió optar, obligadamente, por evacuar la última porción del territorio libanés que había ocupado en 1982, Hezbolá reivindicó el prestigio de esta victoria, en base a méritos ciertamente reales, pero ocultando al mismo tiempo el rol no despreciables de otras corrientes, laicas o de izquierda, en la resistencia.

Con el correr de los años, el Hezbolá fue mutando de modo tal que el estatus de partido de masas progresivamente fue sobreponiéndose al rol de organización de la resistencia armada, hasta llegar a ser predominante. Retomando el concepto que Annie Kriegel forjara para el partido comunista francés, un sociólogo libanés ha descrito al Hezbolá como una "contra sociedad". Es que, tal como los partidos obreros de masas, el movimiento chiíta ha organizado todo tipo de servicios sociales. Se lanzó al campo político e institucional desde los años 90, convirtiéndose en una de las mayores fuerzas de la escena políticas libanesa. El partido llego a disponer de una fracción parlamentaria importante y dos ministerios. Es, de lejos, la fuerza con mayor popularidad en la colectividad chiíta, la mas numerosa de las comunidades libanesas: su legitimidad parece pues inatacable.

Todo lo que acabo de decir no es contradictorio con el hecho de que la ideología original del Hezbolá es integrista. Pues el integrismo islámico es múltiple y diferenciado: entre una organización de masas como el Hezbolá y una red terrorista "sustitutista" como Al-Qaeda, existe la misma diferencia que pudo existir entre el Partido comunista italiano y las Brigadas Rojas, aunque ambas se consideraran "comunistas". Washington e Israel califican Hezbolá como "organización terrorista" y la acusan de ejecutar operaciones llamadas "terroristas", incluso contra blancos civiles, en el Líbano y el extranjero, pero esto está lejos de haber sido probado y Hezbolá lo niega. Y en todo caso, ya hace mucho tiempo que no hay una sola operación "terrorista", en el sentido de operativo dirigido deliberadamente contra civiles, que sea imputable o que haya sido siquiera imputada al partido.

Si bien mantiene un importante brazo armado, que pudo verse en acción durante la guerra reciente, para el Hezbolá la lucha armada -incluso la más legítima- ha pasado a ser una actividad secundaria, en comparación con sus actividades de partido político. Tras la evacuación del 2000, las esporádicas operaciones militares del partido estuvieron inscriptas en la guerra de baja intensidad que se mantuvo con Israel. Pero Hezbolá en 1996 llegó a un acuerdo con el gobierno israelí con el propósito de salvaguardar a los civiles, y respetó este acuerdo mejor que éste. El operativo del 12 de julio que Israel tomó como pretexto para lanzar su agresión, por otra parte, tuvo como blanco soldados y no civiles. Hassan Nasrallah, el jefe de Hezbolá, destacó en un discurso el hecho de que su organización no había comenzado a bombardear el Norte de Israel -a ciegas, dado el tipo de misiles de que disponen- sino como respuesta a los bombardeos israelíes dirigidos deliberadamente contra blancos civiles.

Es verdad que el Hezbolá no tiene mas que algunos millares de combatientes entrenados, pero posee una formidable capacidad de movilización y ha dado pruebas de una eficacia y determinación notables: algunas decenas de combatientes en Bint-Jbeil tuvieron en jaque durante varios días al ejército israelí, a pesar de su considerable superioridad numérica y de medios. La popularidad del Hezbolá está ahora reforzada por el rol que juega ayudando a la reconstrucción de las zonas arrasadas, con el respaldo de Irán, de tal manera que el desastre sufrido por los chiítas no pueda ser utilizado en su contra. La generosa ayuda prodigada por el Hezbolá hace que goce, por el contrario, de una gratitud popular que aumenta su prestigio.

Otra especificidad más del Hezbolá con respecto a la gama del integrismo islámico se relaciona con la especificidad del Líbano: puesto que es un país multiconfesional en el que los chiítas, aún siendo las comunidad más numerosa, no tienen una mayoría tal como para disputar el ejercicio exclusivo del poder, y dado que una parte importante de la población no es siquiera musulmana, el Hezbolá renunció a la aplicación de su programa integrista de "república islámica" en el Líbano. Sigue reivindicándose ideológicamente del modelo iraní, pero se contenta con ser en el Líbano una fuerza política comunitaria, plenamente comprometida en el juego político interconfesional, actualmente por medio de una alianza con el general Michel Aoun, figura principal en el seno de la comunidad cristiana maronita.

Como casi la totalidad de las corrientes integristas musulmanas, el Hezbolá no cuestiona de ninguna manera el orden económico neoliberal que está en vigor en el Líbano. Es inútil tratar de pintarlos de rojo como algunos sectores de la izquierda revolucionaria intentan hacer. El rol de los progresistas no es respaldar al Hezbolá. Su rol es el de oponerse a la agresión israelí, el de defender la soberanía del Líbano frente a todos los estados que embisten con sobre esta soberanía -Israel y los Estados Unidos, pero también Siria, que fue combatida ferozmente por la izquierda libanesa y los palestinos en 1976. Los progresistas que quieren apoyar la resistencia libanesa contra la agresión israelí, deben apoyar a las fuerzas progresistas libanesas, que también existen. Así, el Partido comunista libanés perdió muchos de sus miembros en el combate contra la última agresión israelí. La situación es en definitiva bastante clásica: la historia ha conocido numerosas luchas de liberación nacional conducidas por organizaciones que a nivel social son conservadoras.

No se trata de ninguna manera de identificarse con cualquier dirección, sea cual fuere, que exprese una soberanía nacional o una resistencia nacional en determinado momento, sino de oponerse a las agresiones imperiales: en esto consiste una posición de principios. Por lo demás, son los pueblos mismos los que deben encontrar su camino. Es preciso evitar dos obstáculos: el primero consiste en juzgar a una fuerza solamente por su ideología y terminar con discursos del tipo que recientemente utilizó Bush sobre el "islamo-fascismo". El otro obstáculo consiste en no ver en el Hezbolá mas que su defensa de la soberanía nacional, una práctica antiimperialista con la originalidad de tener un barniz religioso intrascendente. Porque el Hezbolá es una organización que tiene una visión de de las relaciones sociales y de género que está determinada por su integrismo religioso: por lo tanto, en este terreno, está muy anclado en la derecha.


Traducido del francés con autorización del autor para Herramienta por Aldo Casas. Es un extracto del reportaje publicado en Mouvements n° 47, septiembre-octubre del 2006.

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