28/03/2024

«Sociología da cultura. Lucien Goldmann e os debates do século XX», de Celso Frederico

Por ,

San Pablo, Cortez, 2006, 151 pp.

El libro de Frederico tiene varios méritos. El primero de ellos, y el más importante, es la elección del tema: el ensayo rescata de un olvido injusto a uno de los pensadores marxistas más importantes del siglo XX. Los libros de Goldmann, apenas con suerte, pueden llegar a ser conseguidos en las librerías de usados; sus intervenciones parecen formar parte de una lucha intelectual en un pasado remoto. Otro mérito del libro es que ubica la obra del pensador rumano en el seno de los debates acontecidos, especialmente en la década del 60m entre el estructuralismo, por un lado y el existencialismo sartreano por el otro. La discusión que Goldmann propiciaba representaba una defensa del marxismo y la dialéctica histórica frente a corrientes que la combatían o la deformaban. Un tercer mérito del libro es su modo de exposición: si la calidad de un docente se mide en su claridad conceptual, en hacer entendible lo difícil, de hacer simple lo complejo, Frederico lo es en una medida sobresaliente. Si bien, Frederico participa activamente en el debate que promueve la obra goldmanniana, discute y cuestiona muchas de sus posiciones, se cuida de separar cuáles son sus juicios de valor y cuál es el pensamiento de Goldmann. Nunca lo distorsiona y lo expone con objetividad. Finalmente el más importante logro de este libro consiste en proponernos una invitación: la de seguir explorando la obra de Goldmann, analizarla y exponerla a la luz de los problemas políticos y sociales en este siglo que recién comienza; la de descubrir, para sorpresa de muchos, su vigencia y actualidad.

Frederico desgrana en 5 capítulos los diversos temas que comprenden el itinerario intelectual de Goldmann. En el primero pone atención a la obra temprana del pensador rumano, El hombre y lo absoluto[1] y extiende su análisis a la Introducción a la filosofía de Kant. El hombre y lo absoluto representa un proyecto donde se estaría construyendo una nueva genealogía para el marxismo. La trasgresión de colocar a Pascal y a Kant como antecedentes del marxismo, de hacer surgir el pensamiento trágico de ambos autores como anticipaciones del marxismo rompe con el dogma racionalista que ubica a Hegel como su raíz. Esta operación intelectual es tanto un intento de conciliar la fe con la dialéctica, como una manera de enfrentarse al racionalismo individualista y al relativismo de Descartes. Frederico hace notar que Goldmann encuentra en Pascal la idea de totalidad. Esta categoría tendría varios sentidos; por un lado representa un modo de conocimiento en que se busca establecer relaciones entre las partes y el todo. En este sentido el conocimiento no sería algo cerrado y concluso, sino un proceso vivo que transcurre en el tiempo que no tiene fin, en el que cada estadio constituye la base para el siguiente, en un movimiento progresivo en el que se establecen nuevas relaciones. El conocimiento sería inagotable porque la realidad también lo es. Da cuenta además de, que en esta obra Goldmann lanza al ruedo intelectual la categoría que lo identifica como su aporte personal para los estudios literarios marxistas, la categoría de homología de estructuras. Según ella, la obra de arte tendría una estructura significativa que se corresponde con la estructura de la sociedad. El elemento mediador entre una y otra sería la visión del mundo del grupo o de las clases sociales; en esto el pensador rumano se estaría apoyando en Historia y conciencia de clase de Lukács. El segundo sentido de totalidad se refiere al cumplimiento de valores absolutos que solamente se realizarían en la ciudad de Dios y que, por lo tanto, es imposible cumplir en la vida terrena. La búsqueda de estos valores nos acercaría a la fe y nos alejaría del mundo degradado. Este sentido también está inspirado en el Lukács de El alma y las formas. El tercer sentido de totalidad es social y político lo encuentra Goldmann en la figura de Pascal, pero por sobre todo en Kant: la idea de comunidad y de sujeto colectivo. La oposición de Pascal con Descartes representa un tiro por elevación no solo contra las ideas liberales que él combatía, sino también contra las formulaciones marxistas centradas en el sujeto (Sartre). Los opositores a Goldmann le reprochaban que el pensador rumano tuviera una interpretación libre de la teoría marxista; mientras tanto, aquel ridiculizaba estos cuestionamientos, según señala Frederico, diciendo que era "una discusión de estudiantes" ya que sus formulaciones tenían un interés de fundar una nueva filosofía con un propósito ideológico y político que sus objetores no reconocían.

El capítulo 2 muestra la manera en que Goldmann reelabora las ideas de Marx y Lukács para afirmar su propia teoría. La defensa del materialismo histórico presupone la unidad del sujeto y objeto y la unidad de teoría y práctica. Goldmann señala la posición dualista del joven Marx que, por un lado hace un análisis de tipo sociológico y por otro, consideraciones políticas y éticas. Es decir, divide la esfera del ser y del deber ser, las separa e ignora la mediación entre una y otra. Este dualismo fue superado a partir de La ideología alemana y Las "Tesis sobre Feuerbach".

En cuanto a Lukács, como señala Frederico, resulta "una presencia constante" en la obra de Goldmann. Esta presencia está centrada solamente en tres trabajos de Lukács: El alma y las formas, Teoría de la novela e Historia y conciencia de clase; esto le valió un duro reproche por parte de Lukács, por recortar de esa manera su producción tomando solamente sus trabajos de juventud. El interés de Goldmann, como bien refiere Frederico, era apropiarse de algunos conceptos operattivos del pensador húngaro para fundamentar su filosofía.

El primitivo concepto de forma en Lukács es utilizado y transformado por Goldmann para descubrir las "estructuras significativas" de los géneros literarios y correlacionarlas con la estructura globalizante de las sociedades en que ellas fueron engendradas; este doble movimiento de comprensión y explicación constituye el método dialéctico instituido por él y llamado a partir de la década del 60 estructuralismo genético. Aquí se revisan los conceptos base de Historia y conciencia de clase: totalidad, identidad sujeto-objeto, las relaciones entre conciencia empírica y atribuida, y la teoría de la reificación. Goldmann descree del papel revolucionario de la clase obrera y despoja a estas categorías del elemento determinista y teleológico presente en la obra del pensador húngaro. La aspiración a la totalidad y al socialismo, en su discípulo, es una apuesta, en términos pascalianos, a un sujeto colectivo no del todo determinado soslayando, en opinión de Frederico, las condiciones materiales, que en Lukács se imponen de una manera férrea.

El capítulo 3 analiza la Sociología de la literatura. En este apartado Frederico subraya con un tono cuestionador lo que denomina "las dos epistemologías" utilizadas por Goldmann: una apoyada en la idea de que la literatura es la expresión de la visión del mundo de un grupo determinado; otra, encarnada en el nouveau roman, constataba el retraimiento de la conciencia con el triunfo definitivo de la reificación.

El capítulo 4 incursiona en las posiciones políticas del pensador rumano. Este siempre tuvo una posición anticapitalista que no se alineaba con el PC francés. A partir de 1960, con lo que él llamo "el triunfo de la reificación", abandonó la idea del proletariado como sujeto de transformación social. En los años del Mayo Francés, modificó su posición pesimista y pasó a ver una nueva clase obrera, vinculada a los sectores de punta de la producción, como agente posible de un tránsito al socialismo, y también a idealizar el modelo autogestionario que tenía como referencia la experiencia yugoslava.

En el capítulo 5, Frederico pone en escena el coloquio de Royaumont donde participó Goldmann. Aquí, este había discutido con otros participantes orientados según las teorías de la información y la cibernética, estas posiciones se aproximaban a las teorías del estructuralismo no genético que combatió Goldmann toda su vida. Este capítulo es casi una puesta teatral donde se muestra que Goldmann esgrime la categoría de posibilidad, entendida por el papel activo de la acción humana en la construcción de la realidad social, en combate contra la teoría de la probabilidad, por un lado y, por otro, contra la teoría de la necesidad. Inspirado en las enseñanzas de Piaget, Goldmann construye el concepto de conciencia posible, por el cual se demuestra el carácter significativo de los hechos humanos, siempre orientados por equilibrios dinámicos y provisorios.

En la conclusión están volcadas todas las opiniones de Frederico sobre la obra de Goldmann. El pensador brasileño se pregunta: ¿se puede hablar de una completa homología entre la creación cultural y una base social como la clase o grupo? Frederico considera que no siempre la obra es la expresión directa de las clases y sus visiones del mundo. Sostiene que el análisis literario presupone una teoría literaria y, en ella la referencia última no es la clase social, sino el género humano. Acusa al método estructuralista genético de formalista y lo enfrenta con la Ontología del ser social de Lukács, teoría que sí le da prioridad al objeto, al contenido.

Esta conclusión muestra un gesto de humildad en relación con todo su trabajo. No solo por las pocas páginas dedicadas a hablar de sí mismo, o sea sus opiniones y juicios de valor, sino que ni siquiera esta conclusión está mencionada en la presentación de su plan de trabajo en la introducción. El sentido de su ensayo es exponer en su extensión y profundidad, con objetividad, el legado del pensador rumano; su opinión es su aporte a un debate que permanece abierto para quienes piensen de otro modo.

Jorge Cymlich

Facultad de Filosofía y Letras (UBA)


[1] Título original en francés: Le dieu caché.

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