20/04/2024

Más allá de la supervivencia: la economía social como alternativa real

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Las raciones para los esclavos nunca fueron constantes. Así también en el capitalismo ha sido posible para los trabajadores y ciudadanos, gracias a sus luchas, obtener alguna tajada de los beneficios del trabajo social. Pero la globalización capitalista y la ofensiva de la política neoliberal invadieron todas esas conquistas de las luchas pasadas; y la respuesta a quienes fueron sorprendidos por lo efímero de esas victorias fue el mantra del TINA (There Is No Alternative: "no hay alternativa"). Sin embargo, a medida que la devastación de la ofensiva capitalista se ha vuelto cada vez más obvia, surgió la oposición, especialmente en América Latina. Los trabajadores de todo el mundo buscan hoy aquí la demostración de que "un nuevo mundo es posible".

Pero, ¿tienen razón en buscarlo aquí? ¿Está surgiendo aquí una alternativa real o es simplemente para negociar mejores condiciones en el contrato implícito con la globalización capitalista? ¿Es posible que una nueva economía social o solidaria se desarrolle en los rincones o grietas del capitalismo global? ¿O estas islas de cooperación fomentadas por estados, organizaciones no gubernamentales e instituciones benéficas de la iglesia son simplemente "paragolpes" para las consecuencias económicas y políticas de la globalización capitalista?

En mi opinión, de los cinco países latinoamericanos donde la oposición a la política neoliberal ha producido importantes cambios gubernamentales, en la actualidad sólo hay un caso en el que los cambios acaecidos puedan hacer de la economía social una alternativa real al capitalismo. Permítanme desarrollar mis premisas y mi razonamiento.

En primer lugar, ¿qué es lo que constituye una alternativa real al capitalismo? Diría que es una sociedad en la que el objetivo explícito no es el crecimiento del capital o de los medios materiales de producción, sino el desarrollo humano mismo: el crecimiento de las capacidades humanas. Esta perspectiva la podemos ver encarnada en la Constitución Bolivariana de Venezuela: en el énfasis de su artículo 299 sobre "asegurar el desarrollo humano integral", en la declaración del artículo 20 de que "toda persona tiene el derecho al libre desenvolvimiento de su personalidad" y en el enfoque del artículo 102 sobre "desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el ejercicio pleno de su personalidad en una sociedad democrática".

En estos pasajes (que no agotan en absoluto el conjunto de esa constitución), hay la concepción de una alternativa real; una economía social cuya lógica no es la lógica del capital. "La economía social", ha dicho el presidente Hugo Chávez en septiembre de 2003, "basa su lógica en el ser humano, en el trabajo, es decir, en el trabajador y en la familia del trabajador, es decir en el ser humano". Esa economía social, continuaba, no se enfoca en el beneficio económico, en los valores de cambio; sino que "la economía social genera principalmente valores de uso". Su propósito es "la construcción del hombre nuevo, de la mujer nueva, de la sociedad nueva".

Hermosas ideas. Hermosas palabras. Pero, por supuesto, sólo ideas y palabras. El primer grupo proviene de una constitución, y el segundo, del seminario nacional educacional regular conocido como "Alo Presidente". ¿Cómo hacer realidad esas ideas y palabras? Si me permiten, sugeriré cuatro precondiciones para la realización de esta alternativa al capitalismo y luego hablar sobre lo que ha ocurrido en Venezuela.

1) Toda discusión sobre el cambio estructural debe comenzar de una comprensión de la estructura existente; en resumen, de una comprensión del capitalismo. Necesitamos entender que la lógica del capital, la lógica en la que el objetivo es la ganancia y no la satisfacción de las necesidades de los seres humanos, domina tanto donde fomenta las "ventajas comparativas" de la represión como donde acepta un aumento en las raciones de los esclavos.

2) Es esencial atacar ideológicamente a la lógica del capital. Al no comprenderse la naturaleza del capital, y que el capital es el resultado del trabajo social del trabajador colectivo, la necesidad de sobrevivir a los estragos de la política neoliberal y represiva sólo crea el deseo de una sociedad más justa, la búsqueda de una mejor porción para los explotados y los excluidos; en suma, la barbarie con rostro humano.

3) En esta batalla de ideas es fundamental la conciencia de que la capacidad humana sólo se desarrolla mediante la actividad humana, sólo mediante lo que Marx entendía como "práctica revolucionaria": el cambio simultáneo de las circunstancias y de la actividad humana. El verdadero desenvolvimiento humano no cae del cielo en forma de dinero para apoyar la supervivencia o los gastos de los gobiernos populares en educación y salud; ni es fomentado por la tutela mezquina y las decisiones de los jerarcas de las sociedades estatistas. La idea que desafía a la lógica del capital es la que explícitamente reconoce la centralidad de la auto-gestión en el lugar de trabajo y el auto-gobierno de la comunidad como los medios de desatar la potencialidad humana; o sea, la idea de una economía social, una economía solidaria, en fin, del socialismo para el siglo XXI.

4) Pero la idea de esta economía solidaria no puede desplazar al capitalismo real. Ni las minúsculas islas cooperativas pueden cambiar al mundo compitiendo exitosamente contra las corporaciones capitalistas. Se necesita el poder para fomentar las nuevas relaciones productivas al mismo tiempo que para truncar la reproducción de las relaciones productivas capitalistas. Se necesita arrancar del capital al poder estatal, y se necesita usar ese poder cuando el capital reacciona frente a las usurpaciones. Cuando el capital declara la huelga, se debe estar preparado para avanzar y no para entregarse. Ganar "la conquista de la democracia" y valiéndose del poder "para despojar, paulatinamente, a la burguesía de todo el capital" sigue siendo tan decisivo ahora como cuando Marx y Engels escribieron el Manifiesto comunista.

En los nuevos gobiernos de izquierda latinoamericanos, ¿se cumplen estas condiciones? Todo lo contrario. En su mayoría, el modelo despliega las características familiares de la socialdemocracia, que no entiende la naturaleza del capital, no ataca ideológicamente la lógica del capital, descree que haya una alternativa al capitalismo y en consecuencia, cuando el capital amenaza con la huelga, se rinde. Comparten la misma perspectiva del premier socialdemócrata de la Columbia Británica en Canadá en la época en que yo presidía la comisión política del partido, cuando afirmaba: "no podemos matar a la gallina de los huevos de oro". Aunque es demasiado pronto para juzgar el curso de los acontecimientos en Bolivia, me atrevo a sugerir que en Venezuela está sucediendo algo diferente. Me ocuparé ahora de eso, de lo que ha sucedido y de las luchas actuales.

El camino venezolano

La Constitución Bolivariana no sólo afirma el objetivo del desarrollo humano. También es inequívoca al indicar que los seres humanos desarrollan su capacidad sólo mediante su propia actividad. No sólo el artículo 62 declara que la participación del pueblo es "el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo", sino que la Constitución se centra específicamente sobre el planeamiento democrático y el presupuesto participativo en todos los niveles de la sociedad y (como en el artículo 70), sobre la "autogestión, la cogestión, las cooperativas en todas sus formas" como ejemplos de "formas asociativas guiadas por los valores de la mutua cooperación y la solidaridad".

Con su énfasis en una sociedad "democrática, participativa y protagonista", la Constitución Bolivariana contiene definitivamente las simientes de la economía solidaria, las simientes del socialismo para el Siglo XXI; y esos precisos elementos continúan inspirando a las masas venezolanas. Pero esa constitución también garantiza el derecho de propiedad (artículo 115), designa un papel para la iniciativa privada en la generación del crecimiento y el empleo (299) y llama al estado a promover la iniciativa privada (112). Esa constitución, en resumen, apoya el desarrollo capitalista continuado, y esta era la dirección del plan inicial diseñado para los años 2001-2007. Mientras rechazaba el neoliberalismo y afirmaba la importancia de la presencia del estado en las industrias estratégicas, el centro de dicho plan era alentar la inversión del capital privado, tanto local como extranjero, creando una "atmósfera de confianza".

A esto se agregaría el desarrollo de una "economía social", concebida como una vía "alternativa y complementaria" al sector privado y el sector público. Pero es significativo cuán pequeño papel se concebía para la autogestión y las actividades cooperativas con las que se conquistaría el "completo desarrollo, tanto individual como colectivo". En esencia éste era un programa para incorporar al sector informal a la economía social. El plan argumentaba que es necesario "transformar a los trabajadores informales en pequeños gerentes". De acuerdo a ello, se alentaría mediante la instrucción y el microfinanciamiento a las microempresas familiares, cooperativas y autogestionadas (por parte de instituciones como el Banco de Desarrollo de la Mujer) y mediante la reducción de regulaciones y cargas fiscales. El objetivo del estado era descrito explícitamente como el de "crear una clase gerencial emergente".

Sin embargo, la lucha de clases nutrió las semillas de esa economía social de tal modo que fue vista crecientemente como la alternativa al desarrollo capitalista. Aun cuando las medidas iniciales del gobierno para permitirle continuar su orientación "a la Tercera Vía" no eran un ataque al capitalismo como tal, la demasiado consentida oligarquía venezolana (apoyada totalmente por el imperialismo norteamericano) respondió primero con su golpe de abril de 2002 y luego con el lock-out patronal del invierno de 2002-2003. Esta reacción de la oligarquía provocó la movilización de las masas en sus lugares de trabajo y comunidades e impulsó a la Revolución Bolivariana a un curso que se alejaba del capitalismo.

A medida que los ingresos gubernamentales se revitalizaron a fines de 2003 (con la renacionalización efectiva de PDVSA, la compañía estatal petrolera), las flamantes misiones sobre salud y educación comenzaron a demostrar el compromiso real por parte del gobierno bolivariano para eliminar la enorme deuda social que había heredado. La Misión Mercal, construida sobre la experiencia de la distribución gubernamental de alimentos durante el lock-out patronal, comenzó a principios de 2004 a suministrar alimentos significativamente subsidiados a los pobres (y continúa expandiéndose a expensas del sector capitalista). Sin embargo, quedaba en pie la cuestión: ¿cómo sobreviviría el pueblo? ¿Cómo podría alentarse y no defraudar la creciente confianza y sentimiento de dignidad experimentados por los explotados y excluidos al egresar de los programas educativos?

En parte la respuesta fue la creación en marzo de 2004 de la Misión Vuelvan Caras, un programa para el desarrollo endógeno radical orientado a la construcción de nuevas capacidades humanas mediante la enseñanza de oficios específicos y la preparación a las personas para entrar en nuevas relaciones productivas mediante cursos en cooperación y autogestión. En el contexto de este proceso había otro en el que el presidente Chávez estaba atacando directamente a lo que llamaba la "lógica perversa" del capital y enfatizando la alternativa; esa economía social cuyo propósito es "la construcción del hombre nuevo, la mujer nueva, la nueva sociedad".

Aunque la actividad productiva bajo estas nuevas relaciones (con la cantidad de cooperativas aumentando de 800 cuando Chávez fue electo por primera vez en 1998 a casi 84.000 en agosto de 2005) se expandía, ¿hasta dónde podía constituir una alternativa al capitalismo? Las nuevas cooperativas fomentadas por "Vuelvan Caras" están destinadas a ser pequeñas y no es probable (al menos en sus comienzos) que sean fuentes importantes de acumulación y crecimiento. Sin embargo, en su énfasis en el reemplazo del sistema del trabajo asalariado por otro basado en la cooperación y la propiedad colectiva, son el microcosmos de una alternativa a la lógica del capital, y desde el lock-out general, han sido complementadas por una tendencia hacia la autogestión y la cogestión por parte de los trabajadores en industrias estatales y en fábricas cerradas por sus mismos dueños.

Durante el último año, la solidaridad y no el egoísmo ha pasado a ser un tema importante en las discusiones de la economía social (ahora llamada el socialismo para el siglo XXI). Partiendo de la discusión de Istvan Meszaros (en su Más allá del capital) sobre la concepción de Marx sobre la sociedad comunal, el presidente Chávez llamó hace un año a la creación de un nuevo sistema comunal de producción y consumo; en el que hay un intercambio de actividades determinado por las necesidades y los fines comunales. En su programa "Alo Presidente" del 17 de julio, dijo que tenemos que construir "este sistema comunal de producción y consumo, ayudar a crearlo, desde las bases populares, con la participación de las comunidades, mediante las organizaciones de la comunidad, las cooperativas, la autogestión y las diferentes formas de crear este sistema."

En el centro de esta concepción se halla la democracia protagónica: la combinación del desarrollo democrático de los fines al nivel comunal y la ejecución democrática de estos fines en la actividad productiva. Una parte fundamental de este proceso son los nuevos consejos comunales (basados en 200 a 400 familias en las vecindades urbanas existentes y 20 a 50 familias en las áreas rurales). Ahora se están estableciendo estas instituciones para diagnosticar democráticamente las necesidades y prioridades comunales. Con el desplazamiento de recursos sustanciales desde los niveles municipales al nivel de la comunidad, el apoyo de nuevos bancos comunales para proyectos locales y de un tamaño tal que permitan que el organismo que toma las decisiones sea la asamblea general en lugar de representantes electos, los nuevos consejos comunales suministran una base no sólo para la transformación de los seres humanos en el curso del cambio de las circunstancias, sino también para la actividad productiva que esté realmente basada en las necesidades y los fines comunales.

Por el lado de la producción, hay una expansión sustancial de las nuevas compañías estatales, comenzó la introducción de la cogestión en la industria básica con la empresa estatal de aluminio ALCASA y se creó una nueva institución: las Empresas de Producción Social (EPS). La idea es que estas nuevas empresas de producción social se comprometan a servir a las necesidades de la comunidad e incorporen también la gestión obrera. Partiendo de una cantidad de fuentes: las cooperativas existentes (dedicadas ahora hacia la comunidad y no solamente al egoísmo colectivo), las empresas estatales más pequeñas y las firmas privadas ansiosas por obtener acceso a los negocios estatales y créditos en condiciones más favorables, la lógica de las EPS es reorientar la actividad productiva desde el valor de cambio hacia el valor de uso, relacionando a la comunidad y al sector estatal como partes de una misma cadena productiva. En suma, el objetivo es alejarse progresivamente desde la separación del trabajador colectivo, lo que es inherente a la producción mercantil, hacia la solidaridad en el seno de la sociedad.

Cuando se considera este cuadro, se comprende mejor la afirmación de Chávez en el Foro Social Mundial 2005 en Porto Alegre, sobre la necesidad de "reinventar el socialismo", la necesidad de desarrollar nuevos sistemas que se "construyen sobre la cooperación, no sobre la competencia." Y cuando refirma que el capitalismo debe ser rebasado si queremos terminar con la pobreza de la mayoría del mundo. "Pero no podemos recurrir al capitalismo de estado, que sería la misma perversión de la Unión Soviética. Debemos reclamar el socialismo como una tesis, un proyecto y un sendero, pero un nuevo tipo de socialismo, humanista, que sitúe a los humanos y no a las máquinas o al estado a la cabeza de todo".

¿Hacia dónde va Venezuela?

De las premisas con que comenzamos, debería quedar claro que hoy sólo en Venezuela hay un desafío real al capitalismo (que se opone a alentar estrategias de supervivencia y a negociar nuevas condiciones en el contrato implícito con el capital). Sin embargo, ¿está teniendo éxito Venezuela? Sin duda, se intenta comprender la lógica del capital, hay esfuerzos por atacarlo ideológicamente en una batalla de ideas y se desarrolla una concepción alternativa al capitalismo. Pero, ¿qué pasa con la creación real de esa alternativa?

En Build it Now: Socialism for the 21st. Century ("Construyámoslo ahora: el socialismo para el siglo XXI"), un libro que se publicará el mes que viene, escribí lo siguiente sobre la Revolución Bolivariana:

En resumen, en Venezuela ha comenzado la revolución económica, pero la revolución política (que comenzó dramáticamente con la nueva constitución pero exige la transformación del estado en otro donde el poder venga de abajo) y la revolución cultural (que exige atacar urgentemente las persistentes estructuras de la corrupción y el clientelismo) vienen con mucho retraso. Si no avanza en estos dos aspectos, la Revolución Bolivariana no podrá evitar su deformación.

Aunque la Revolución Bolivariana ha logrado proporcionar una enorme esperanza y dignidad a los pobres, aún enfrenta muchos problemas y sólo triunfará luchando. No sólo contra el imperialismo yanqui, el campeón de la barbarie en todo el mundo, que se siente amenazado por todo lo que sugiera que sí hay una alternativa a su dominio. Y no sólo contra la oligarquía local con sus enclaves capitalistas en los medios de comunicación de masa, los bancos, sectores industriales y los latifundios. Para estas luchas debe prepararse la Revolución y para ello es esencial la solidaridad. Pero me parece que la lucha realmente difícil está en el seno mismo de la Revolución Bolivariana.

Estos problemas se resumen en una sola pregunta: ¿quiénes son los sujetos de esta revolución? Está claro quiénes han sido los principales beneficiados: los pobres (y especialmente las mujeres) y por ello, sus más apasionados seguidores. Sin embargo, el desarrollo de la revolución exige que al proceso revolucionario lo guíe no sólo las necesidades del pueblo sino también la actividad transformadora de éste.

En este sentido, un paso absolutamente fundamental en este proceso es la creación de los consejos comunales, porque crean el terreno para el autodesarrollo de los sujetos revolucionarios. Al mismo tiempo, sin embargo, ha retrocedido la gestión obrera en las llamadas industrias estatales "estratégicas", y estos reveses han desmoralizado a los trabajadores revolucionarios. Confinar a los trabajadores al papel antagónico que juegan en el capitalismo, no hace más que fortalecer las tendencias egoístas de la vieja sociedad. Sin una producción democrática, participativa y protagónica, los seres humanos siguen siendo los seres fragmentados y mutilados que produce el capitalismo. Es más; si las empresas estatales siguen tomando decisiones solamente los jerarcas, ¿cuánto tiempo pasará para que los productores en las empresas de producción social (EPS), articuladas en las cadenas de producción con ellas descubran que no son más que asociaciones de trabajadores asalariados colectivos? ¿Dónde estará entonces, la economía social como una alternativa al capitalismo?

En resumidas cuentas, hoy hay en la Revolución Bolivariana importantes contradicciones. Para algunos chavistas que quieren "Chávez sin socialismo", el proceso ha ido demasiado lejos. Entonces, en la medida en que hay resistencia a la toma de decisiones desde abajo (sea en los lugares de trabajo o en la comunidades), el autodesarrollo de los seres humanos sólo avanzará por la lucha. Pero en estos momentos no hay medios de coordinarse para los obreros organizados, miembros de cooperativas, trabajadores del sector informal, campesinos y profesionales que están preparados para luchar por la democracia protagonista en el lugar de trabajo y en la comunidad; no hay una fuerza unida desde abajo que demande transparencia y esté preparada para luchar contra la corrupción y la deformación de la Revolución.

Para llevar adelante la Revolución Bolivariana y demostrar la posibilidad de que un "nuevo tipo de socialismo, humanista, que sitúe a los humanos y no a las máquinas o el estado a la cabeza de todo", es esencial crear instituciones que fomenten el desarrollo y coordinación de los sujetos revolucionarios; personas que se transforman en el curso de la lucha por un mundo mejor. Como escribió en prisión Hugo Chávez en 1993, "el pueblo soberano debe transformarse en el objeto y el sujeto del poder. Para los revolucionarios, esta opción no es negociable."


* Presentación ante la IV Reunión Internacional de la Economía Solidaria, Universidad de Sao Paulo, Brasil, 21 al 23 de julio de 2006. Enviado por el autor para su publicación. Tradujo para Herramienta Francisco T. Sobrino.

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