03/12/2024
Avellaneda, Manuel Suárez - Editor, 2004.
Con este trabajo el autor se propuso recuperar una mirada crítica en el campo de la teoría marxista. Es un libro provocativo que estimula en los lectores el deseo de encarar interrogantes y problemas generalmente ignorados o subestimados. Tiene asimismo la virtud de tratar un tema que podría resultar árido o dificultoso para los no especializados en ciertos rubros de la filosofía, presentando sus argumentos en forma fácil de leer y comprender adecuadamente.
Vazeilles se planta "contra la corriente" de un modo doble, no sólo contra los lugares comunes de la ideología burguesa, sino también contra los de la llamada cultura de izquierda, en no pocos casos tributaria vergonzante de las modas posmodernas. Pasa de esta manera a atacar la adoración acrítica contemporánea por dos autores, uno del siglo xix (Friedrich Nietzsche) y el otro del siglo xx (Martin Heidegger), mantenida y alentada por los intelectuales llamados "posmodernos", y a la proliferación en general de modas nietzscheanas y heideggerianas en Europa y otras partes del mundo.
Para ello, se apoya en los fundadores del pensamiento marxista, en Luxemburgo, en Lukács y parcialmente en Gramsci, enfrentándose con las escuelas revisionistas, como el austromarxismo y la degeneración en que cayó el "marxismo soviético", cada vez más convergente con el primero y con el pensamiento de Kautsky.
Se detiene principal y extensamente en el trabajo de Lukács El asalto a la razón. La trayectoria del irracionalismo desde Schelling hasta Hitler. Pero va más allá del pensador húngaro, en cuyo análisis del pensamiento de Nietzsche encuentra insuficiencias críticas y limitaciones. Es muy probable que esas insuficiencias o limitaciones se deban a que otros textos lukácsianos que también trataban este tema lamentablemente aún no han sido traducidos a nuestro idioma. De todos modos, su comentario sobre la crítica de Lukács, "lúcida pero pálida", se apoya en los propios textos nietzscheanos con su confusión de conceptos y categorías tratadas habitualmente en la filosofía alemana de su tiempo, su ignorancia de Hegel, por no hablar de la de Marx y otros elementos que justifican para Vazeilles colocar la obra de Nietzsche fuera del campo de la filosofía. Ese rechazo nietzscheano a la racionalidad que es constitutiva de la filosofía justifica para nuestro autor calificar de una verdadera "jerga basural" a sus textos.
En forma similar, en el texto se enfatiza la "insuficiencia de la crítica de Lukács a Heidegger", apoyándose abundantemente en el ya citado libro El asalto a la razón... Al señalar las inconsecuencias del filósofo húngaro con sus propias premisas, Vazeilles subraya un elemento importante a tener presente: "La juventud e inmadurez del materialismo dialéctico", proponiendo la urgente necesidad de "su renovación, hacia una crítica más profunda del capitalismo y una autocrítica del socialismo". Encara luego un análisis crítico del pensamiento de Horkheimer, Adorno y Herft, y la influencia de la escuela de Frankfurt y su análisis sobre el modernismo y el iluminismo.
Vazeilles ahonda en el significado del irracionalismo fundado por Nietzsche, con un uso profuso de citas que muestran su pensamiento abiertamente irracional y sus conexiones evidentes con expresiones de los nazis. Afirma que fue la doctrina dominante y oficial del estado alemán en 1933-1943, aunque ese pensamiento "compartió el resto del tiempo (pág. 103) con otras variantes ideológicas". Estas otras variantes en el último cuarto de siglo habrían aprovechado algunas de las enseñanzas del pensador alemán para "generar patrañas propagandísticas", acentuando aspectos como la transmutación de valores, la creencia de que el mundo social se genera en la subjetividad y otros aspectos. De ahí que algunas expresiones del llamado postmodernismo podrían ser considerados como un fascismo blando y vergonzante, pues según nuestro autor, hay una "corriente irracionalista... de Nietzsche hasta Göbbels." (Pág. 106).
La relación entre Husserl y Heidegger es enmarcada por el autor en el contexto económico, social y político de la República de Weimar, sugiriendo una de las claves para explicar dicha relación y el emparentamiento entre las corrientes racional-formalistas y las irracionalistas durante la primera mitad del siglo xx.
Finalmente, queremos compartir algunas dudas respecto a la primera parte del libro, específicamente la referida a Nietzsche y el irracionalismo y su filiación directa con la ideología nazi. Este es un problema ya tratado en el terreno del marxismo, que ha dado lugar a importantes polémicas, y de ningún modo podría considerárselo cerrado. Por ejemplo, recordamos aquí la opinión del filósofo Carlos Astrada, quien evolucionó hacia el marxismo en sus últimos años, sobre la filosofía de Nietzsche, y su caracterización por Lukács:
No toda filosofía de la vida es expresión de la política y de los intereses inhumanos del imperialismo. No todo irracionalismo es reaccionario, como infundadamente piensa y afirma Lukács; ni tampoco todo racionalismo está al servicio de la lucha del proletariado por su emancipación. La identificación que hace Lukács de irracionalismo y fascismo, aparte de falsa, es de una ingenua simplicidad. Nada más peligroso y deformante de doctrinas y hechos, y que esté más en pugna con el punto de vista realista y concreto en que debe situarse la filosofía, que generalizaciones ilegítimas de esta índole. Es que Lukács incurre en un anacronismo histórico al considerar el irracionalismo como un antecedente directo del fascismo.[1]
No está cerrada, pues, la polémica, y bienvenido el aporte de "Pico" Vazeilles, que reaviva la discusión, que en nuestra tierra parecía monopolizada por los posmodernistas à la page.
[1] Nietzsche y la crisis del irracionalismo, Buenos Aires, 1959, pág. 169.