21/11/2024
Por , , Matamoros Ponce Fernando
La otra campaña, el viento de abajo en el presente de la resistencia
"Cuentan estos antiguos que era el Yacoñooy un guerrero pequeño, pero valiente y audaz, que nada temía, por grande y poderoso que pareciera... Rió el sol, confiado en su poder y fortaleza, e ignoró al pequeño ser que, desde el suelo, lo retaba. Yacoñooy volvió a desafiarlo y así dijo: ‘No me espanta la fuerza de tu luz, tengo por arma el tiempo que en mi corazón madura’, y tensó su arco, apuntando la flecha al centro mismo del soberbio sol. Rió de nuevo el sol y apretó entonces el meridiano cinturón de fuego de su calor en torno al rebelde, para así más empequeñecer al pequeño. Pero el Yacoñooy se protegió con su escudo y ahí resistió mientras el mediodía cedía su lugar a la tarde. Impotente veía el sol cómo su fuerza disminuía al paso del tiempo, y el pequeño rebelde seguía ahí, protegido y resistiendo bajo su escudo, esperando el tiempo del arco y la flecha".
Desde las montañas del sureste mexicano.
Subcomandante insurgente Marcos.[1]
En México han pasado construcciones de tiempos de esperanza y utopía, tiempos para madurar decisiones frente al tiempo del capital y la guerra del mercado. En el proceso de construcción de este contexto de guerra, los zapatistas, en su lucha y su furia acumulada por las traiciones, han ido madurando sus concepciones y propuestas nacionales e internacionales para cambiar al mundo y al país[2], están esperando "el tiempo del arco y la flecha". Así, la Sexta Declaración de la Selva Lacandona de junio de 2005[3], búsqueda de oxígeno ante el "suicidio" de la soledad de lo local, abrió una posibilidad de romper el hielo de los alrededores violentos del neoliberalismo. Esas palabras son una acumulación de experiencias dentro de lo que Marcos ha llamado la Cuarta Guerra Mundial[4]. Saben que si pierden, ya no habrá otra guerra contra la soberbia del poder. La Sexta es una interpelación, una propuesta no sólo de pensamiento sino también organizativa del espacio de acción política. La Otra Campaña es el riesgo de una nueva apuesta en el presente para dejar de ser los cautivos de la selva. En el repetitivo y angustiante paisaje de las políticas electorales tradicionales del poder, las palabras de la Sexta declaración son un incendio vivificado por el viento de abajo, un volcán en erupción del "fuego y la palabra"[5].
Sin embargo, lo sucedido en los últimos 20 años en México ha mostrado que no podemos pensar que una "solitaria" formación política o la máscara de un individuo nos salvará del "desastre" del mundo neoliberal. En este sentido, no se puede centrar en personajes carismáticos y mesiánicos la fe en otro mundo. Así, por más que concentren una organización y sujeto de la historia una gran cantidad de significaciones sociales, no podemos pensar que una solitaria organización nos salvará del desastre del continuum del tiempo vacío y homogéneo del corazón de hielo del capital. Peor aún, sin olvidar que existen en las mismas comunidades representantes carismáticos (no se entrega a cualquiera el "bastón de mando" comunitario, ni invitan a "todos" los profanos a los grandes actos del exterior, ni a conferencias con los jefes de la subversión), no podemos creer que el EZLN y su estructura de dirección o representantes carismáticos serán los únicos Mesías para la salvación. Por lo tanto, los análisis no se deben centrar solamente en personajes carismáticos y/o mesiánicos, aunque sea Marcos o Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Pero, aún con estas consideraciones, debemos tomar en cuenta la dimensión social de resistencia del subcomandante Marcos (u otros miembros reconocidos de la Comandancia Clandestina Revolucionaria Indígena -CCRI), lo que significan sus actos, rituales y re-presentaciones públicas, en el sentido de la "emergencia" de los tiempos modernos, o urgencia ante la catástrofe del poder, la guerra y destrucción. Si no estamos negando las concentraciones de negatividad de los dirigentes ("detrás de nosotros están ustedes..."), tampoco debemos caer en las caracterizaciones carismáticas de los héroes y las estructuras que los mantienen. Debemos resaltar que la liberación de los discursos dominantes, la emancipación como movimiento, no son los dirigentes aunque encarnen dimensiones sociales de resistencia, sino que ellos son expresión de formas diferenciadas ligadas a la subjetividad de la dominación y sus discursos. Como dicen los indígenas mexicanos, por más pequeños que parezcamos al exterior, la fuerza esta en el corazón, en el interior que puede engrandecer la tierra donde nacimos, el mundo terrestre.
Tiempo y espacio
Así, no debemos subestimar la importancia de los discursos zapatistas de la Otra Campaña, los escudos de las resistencias, los hilos de colores de los tejidos múltiples de los carnavales de la vida, las bambalinas o juegos teatrales hacia el "centro" del escenario nacional y mundial. Debemos entender las diferencias como parte de las aspiraciones de cambiar el mundo, comprender que en el mismo tiempo y espacio del capital se constituyen los tiempos de la esperanza, la fuerza del corazón que enfrenta la guerra de los poderosos. Así, en 1994, cuando se tomaron decisiones radiantes del progreso capitalista en las alturas del poder, sin consultar a los pueblos concernidos por el Tratado de Libre Comercio, el re-surgimiento o el bajar de las montañas de los "chancludos" zapatistas al escenario político "civilizado" de las ciudades volvió a poner la cabeza en la tierra.
A todos nos (les) movió el pensamiento y el corazón las representaciones y caracterizaciones de un qué hacer de la política con la política en los espacios particulares, un arcoiris de los tiempos modernos y discordantes. Comenzó una nueva era de redes, se constituía una subjetividad del sujeto social, un tiempo nuevo agitado por la rebeldía y la insubordinación. Grandes analistas de las revoluciones o teóricos de las universidades estaban desconcertados, todo podrían ser estos "locos" guerrilleros, suicidas, menos indios, no existían sino al margen de la historia constituida en los discursos del poder. Para otros, más ligados al poder, estos encapuchados eran agentes extranjeros, guerrilleros sudamericanos, o, simplemente, narcotraficantes manipulando a los "pobres indios". Para una izquierda nostálgica por las derrotas del pasado, estos nuevos actores (aunque no tan nuevos cuando se acerca uno a la historia de la esperanza) no tenían cabida en las posibilidades sin las categorías del campesinado, menos en las del proletariado como sujeto de la historia. Las huellas de la no-presencia de lo indio en la historia paradigmática e institucional de la categoría del ciudadano (de la que fueron excluidos los indígenas) fueron y son presencia activa en las representaciones e imágenes acumuladas en el pensamiento como acción. Las redes de autonomía siguieron formándose, aunque la palabra indio fuera borrada de la Constitución. Estos actores no sólo son fragmentos de las imágenes dialécticas de los excluidos de la historia, son también parte de las constelaciones de los vencidos que viven y se representan en los cuerpos (Michel de Certeau, 1994 y 1993) significaciones de conquistas, cambios y derrotas. Al de-construir en el despertar de los movimientos sociales cada momento histórico en sus componentes dialécticos negativos podemos resaltar, como historiadores de nos-otros mismos, el lugar histórico de la memoria colectiva del cuerpo social, las cicatrices-abiertas de los mismos héroes y mártires de su historia[6].
Así, la salida de los zapatistas el 1° de enero de 2006 no es ni un punto de partida ni un punto de llegada. Es parte del caminar que nutre y construye las posibilidades utópicas del mundo, es parte de la subjetividad de un Sujeto activo en las transformaciones del mundo, en la lucha contra los discursos guerreros del capitalismo. Como afirma John Holloway (2002), ellos son parte de las acumulaciones del tiempo de negatividad y dignidad del poder-hacer la vida contra la muerte, producir otro mundo, otra luz contra la miseria y condena. El nos-otros somos todo, o "queremos todo para todos, nada para nosotros", es una fuerza cotidiana de luchas contra el reforzamiento del discurso del tiempo y la identidad del capital, es la dignidad irrumpiendo en el continuum de la historia de una sociedad basada en la negación de la dignidad.
Máscara y espejo para mirarse al interior
Los gritos, saturación de tiempo de la insubordinación y la cultura en los espacios particulares, son como estrellas en la oscuridad de la noche. Falta que se comprenda que son ellas, como luz, los deseos que inspiran el caminar en-contra y más allá de las condenas del tiempo del capital. Así, no debemos confundir las confusiones de un candidato que se dice de izquierda. Debemos resaltar, comprender la dimensión social y organizativa de un voto. El voto por una cara o un discurso en el espacio de las elecciones no es necesariamente adhesión al individuo, sino expresión social de las decisiones sociales contra o por algo, una posibilidad para organizarse, potencializar el desarrollo del cambio. En la práctica de las personas (máscaras) está lo colectivo, lo social del "Detrás del pasamontañas estamos ustedes", detrás de las elecciones estamos nosotros. El pasamontañas y las luchas electorales son espejos donde podríamos mirar-nos hacia el interior. Para retomar a Michel Foucault (s/a), podría ser el lugar para conocernos y actuar para y con la libertad, una cita más con la memoria de las luchas por lo imposible en el mundo real: la tierra para los que la trabajan; la libertad contra la represión, las luchas por la democracia y la verdad y la justicia.
El tiempo de la insubordinación a las diferentes formas discursivas del pulpo del poder es tan importante como el tiempo que creamos en el espacio particular (urbano o rural) para caminar. Comprender las relaciones sociales que concentran un voto o una acción particular es conocer la parte negativa de nuestra subjetividad y de las representaciones contra la ley. La solidaridad desatada durante los últimos años hacia ciertos personajes y/o movimientos no es un síntoma de la admiración al individuo abstracto, es parte de saturaciones del tiempo de las experiencias del no afirmado como sí, tanto de nuestras frustraciones como de las preguntas que nos hacemos para existir y caminar en el mundo que nos niega, nos rechaza, nos reprime y nos etiqueta hasta el grado de a-terrorizar.
Transformados por los hombres y mujeres (Marcos ha sido transformado en San Marcos y en barrios populares de la Ciudad de México ponen veladoras en altares a AMLO), esos actores de la resistencia son huellas y recuerdos que se inscriben en las cosas y los cuerpos. Son la contra-memoria de las memorias al modelo institucional de memoria, son las imágenes dialécticas de los deseos de la utopía en acción. Aunque diferenciado por las experiencias diversas del mundo, el tiempo de ellos está en el de nos-otros. En nuestros propios cuerpos y subjetividad, somos la expresión de esa acumulación de tiempos de resistencias y luchas, nuestro tiempo de vencidos del pasado pero no para la eternidad -muertos y desaparecidos en campaña de guerrillas, de partidos, de izquierda radical desde luego, u otras expresiones de negatividad, los indígenas, las mujeres, los gays
La sexta, maduración del corazón
Si el escenario de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y la salida de los zapatistas no resuelven nada teóricamente, sí son, en la escritura y en los actos, pragmáticamente, la búsqueda de oxígeno ante el "suicidio" de la soledad de lo local. En 1994, Marcos mencionaba en "Dos vientos: una tempestad y una profecía" que estas corrientes del tiempo de la utopía se han reforzado:
"Y este viento de abajo, el de la rebeldía, el de la dignidad, no es sólo respuesta a la imposición del viento de arriba [...], no es sólo la destrucción de un sistema injusto y arbitrario, es sobre todo una Esperanza, la de la conversión de dignidad y rebeldía en libertad y dignidad. De la montaña vendrá este viento, nace ya bajo los árboles y conspira para un nuevo mundo, tan nuevo que es apenas una intuición en el corazón colectivo que lo anima"[7]
Sin sectarismos, el origen de la Sexta Declaración se encuentra en la acumulación de nuevas experiencias que abren otras perspectivas: es la parte del tiempo de la insubordinación; es la maduración del tiempo del corazón; es el fruto de la semilla del eco de los Caracoles, del "canto venido del exterior" llevado por el viento de abajo. Es saber escuchar las otras resistencias acumuladas en el tiempo, son Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, París, Roma, Berlín... Los arcos que se heredaron de Yacoñooy, son las tensiones contra el centro mismo del soberbio sol, son las flechas de humo que atraviesan los océanos para enfrentar el vacío del corazón del poder. Como experiencia comunitaria, el EZLN no solamente es parte de una nueva forma de qué hacer como dirección paradójica inscrita en lo estructural de lo global, es la intensidad mesiánica de lo nuevo, la esperanza, una búsqueda (diría Ernst Bloch, 1976, vol., II, pág.56) hacia la "felicidad". En efecto, esa búsqueda de los deseos no puede quedarse quieta en el tiempo y el espacio concreto. Pronto, la intensidad del deseo de felicidad se confunde con otro espacio construido con el crecimiento del imaginario, un nuevo "país de las maravillas", lejano del tiempo y espacio del capital.
Las experiencias de la política, las constelaciones, aun en la soledad de las montañas o en el abandono de los suburbios, son el pasado y el presente de los prometeos, de los cristos o de los guevaristas que se enfrentan a los dioses del poder y a la ley hecha mito de la verdad que es también no-verdad, diría Theodor W. Adorno (2001). En este sentido, el EZLN es parte de una historia a contrapelo (movimientos campesinos indígenas, cristianos de la liberación, guevaristas, Frente de liberación nacional). Un tapete que se ha ido tejiendo como sujeto contra la identificación con el objeto, el neoliberalismo. Con la escritura como armas o las armas de la escritura, las diversas resistencias (no identificadas aún, ni por el poder ni por el mismo zapatismo) son los que rompen el hielo de la historia de los historiadores institucionales, irrumpen y se vuelven a centrar en el escenario de la historia de la lucha de clases.
Las imágenes y símbolos de resistencia nos permiten pensar y crear nuestro tiempo con el tiempo de lo real, la parte de la dialéctica de esas mismas imágenes, no como futuro sino como instante del presente de lucha, un ahora en movimiento contra la clasificación e identificación empírica. Son las saturaciones del tiempo en el pensamiento; crean puentes como arco-iris para frenar el tren de la modernidad y del progreso donde viajamos hacia el abismo (M. Löwy, 2002). Esas constelaciones unen el somos-nosotros con los otros, como base de la escritura para la comunicación de las significaciones para la acción y la redención -para la explosión del tiempo acumulado en el pensamiento de la negatividad del pasamontañas (constelación) de la historia a contrapelo.
Aunque las imágenes como resignaciones existan, sin esperanzas ante el poder y la dominación, debemos penetrarlas para resaltar las significaciones que indican lo que falta o lo que faltó en la cotidianidad del instante; las transformaciones revolucionarias, una dialéctica del ya basta (de "l’arrêt" diría Walter Benjamin -1989, pág. 59.) que enfrenta las contingencias del exterior. Así, si en la modernidad capitalista la fantasmagoría de Internet (como nueva forma de remodelación del capitalismo) ha prescrito el rito de la adoración del fetiche de la mercancía, en el fondo del mundo social siguen apareciendo escudos de negatividad, siguen resucitando nuevas formas para construir ¡un mundo donde quepan muchos mundos! Todas las luces de los incendios en el mundo de los "miserables", todos los teatros posibles sirven no sólo para vestirse para el carnaval y verse nuevamente en los espejos de la identidad, el de explotados, denigrados, golpeados en nuestros más mínimos derechos, sino también, con la dignidad, volver a intentar actuar en el escenario de la Utopía con las mejores vestimentas del deseo y del amor humano, una salida del laberinto de la oscuridad del tiempo del capital.
Con Marcos y todos los excluidos debemos volver a salir a las calles, nuestras calles, abandonadas y solitarias por el miedo a la inseguridad creada contra nosotros mismos: los explotados, los pobres, los miserables, los sin papeles, los sin techo o con techos derruidos en las colonias populares. Debemos volver a recuperar los espacios y crear nuestro tiempo, gritar en el lugar (o no-lugar de la historia institucional) que nos tocó vivir. Debemos unir los esfuerzos de los deseos acumulados en el pasado y presente, en el presente con los zapatistas para romper -diría Walter Benjamin- con la "dinamita" de las imágenes y representaciones, hechas pensamiento y acción, la cantera del continuum del discurso "glacial" (Max Weber) e individualista del capital. Como en los múltiples puentes creados por el zapatismo en su propia realidad del preguntar (CND-FLN-Intergaláctica-FZLN-Sexta), se sigue invitando a todos para discutir y platicar preguntando-pensando-reflexionando para caminar, para poder volar juntos en el cielo, inclusive bajo el suelo, para cosechar con los deseos acumulados del saber-hacer una nueva posibilidad del Novum zapatista del "todo para todos, nada para nosotros". La ruptura con las lógicas de la democracia del capital, un "pasaje" del mandar obedeciendo, ha potencializado, desde la perspectiva indígena, la crítica a las formas tradicionales de justicia y libertad.
Voto, realidad y negatividad
Hay que mirarse hacia adentro, hacia la negatividad que compone los discursos y prácticas políticas (estratégicas o tácticas) para minar el poder, hacer un hoyo en los muros de la vergüenza humana. No se trata de dar un voto ciego a los candidatos de "izquierda". Es necesario mirar la fuerza social que los compone. Desde el inicio público del EZLN, son la experiencia y el eco de las resistencias los que han constituido las estrategias hacia fuera. ¿Fue la solidaridad de millones de seres en la tierra la que convocó a la Convención Nacional Democrática? ¿Fue la repercusión de múltiples luchas de los partidos políticos de izquierda, de sindicalistas, de hombres sin tierra, desempleados, etc., la que invitó a la formación del Frente de Liberación Nacional? ¿Fueron los millones de internacionalistas (trotskistas, anarquistas, comunistas, etc) los que constituyeron las redes de la Intergaláctica? ¿Hoy, la Sexta declaración es la experiencia y las relaciones con el mundo exterior lo que convoca? Quedarse encerrado en la soledad del cautiverio de los Montes Azules no podrá resolver las dificultades de los niños que formaron lo nuevo del zapatismo (como se ha mencionado, niños de 4 o 6 años, son el pilar de la nueva dirección del EZLN). Todas esas experiencias de resistencia son la búsqueda de conjugar esfuerzos de 20 años de luchas, convocan a reforzar las líneas del arte de conjugar el no activo con el no de otros espacios. Los imaginarios subyacentes en el dolor y la tristeza de los huracanes, ligados a las experiencias locales, se mezclan con dimensiones colectivas, con otras subjetividades, otros discursos. Son, por ejemplo, los reflejos de las sociedades y comunicación de los autos quemados en Francia los que unen los diferentes campos, político, religioso y económico. Los pensamientos que discurren la Sexta Declaración son tanto una reconstrucción de lo vivido (experiencias diversas de solidaridad y luchas internacionales) como una construcción en la desesperación de la guerra global intergaláctica.
El EZLN puso en práctica un estilo político en el que el símbolo y el silencio tomaron el lugar de las racionalizaciones políticas tradicionales. Marcos no deja de reformular algo tan antiguo como el origen del hombre: la búsqueda de una ética de comportamiento de lo político, un gobernarse desde abajo, un grito para que la subjetividad del todos somos uno se vuelva todos somos delegados, no los dejados y abandonados después de las elecciones.
El discurso de la Sexta declaración muestra que el discurso es parte de las experiencias históricas del pasado inmediato, son el fruto de la semilla sembrada en 1994, una cosecha de los intercambios entre comunidades indígenas, solidaridades diversas, religiosas, socialistas, comunistas, anarquistas, utopías re-novadas en el curso de la historia.
La apuesta de los pequeños con el tiempo del arco y la flecha
Frente a los designios del mito del fin de los tiempos, de la guerra civilizatoria del neoliberalismo y de los "piratas" de la posmodernidad democrática, los zapatistas, desde su lugar y experiencia siguen levantándose como gigantes, llenan el tiempo homogéneo y vacío del progreso, enfrentan y crean otras posibilidades, renovadas con el mismo espíritu que los hizo nacer. Con sus reivindicaciones, propuestas y puentes de redes de resistencia, los indios volverán a salir de su esfera comunitaria y volverán a pensarse, re-crear la palabra para inventar otro mundo para muchos mundos. En julio de 2005, durante las primeras reuniones con organizaciones y pueblos indígenas para el comienzo de la "Otra Campaña", Marcos mencionó que fue la palabra primero la que encontró otra palabra, que es parte de la raíz y de la rama del nacimiento del mundo.
Cuentan nuestros antiguos que al principio no hay nada y en realidad el mundo se empieza a andar, echa a andar cuando aparece la palabra (...), la palabra, dicen los antiguos empieza a pensarse a sí misma para adentro, dicen, a reflexionar. Por medio de la palabra los primeros dioses, los que forman el mundo se empiezan a consultar entre sí, se hablan, se ponen de acuerdo y se reflexionan. Así empezó todo, con la palabra que se piensa para adentro, o sea, que se reflexiona en el corazón que es espejo para adentro, para mirarnos lo que somos. (...) Y ya luego, pues fue la palabra que se encuentra con otra palabra [8].
Osea que las primeras palabras no crecen sin realidad y sin sueños, son parte de lo que se siembra en el pasado. En un texto mural zapatista los indígenas transcribieron sus deseos para caminar, en sus preguntas "navegan los sueños de colores". Se preguntan para caminar en el mundo objetivo del despojo, la explotación, la miseria y el hambre. La negatividad del Ya basta! surge para escucharse, para sacar un acuerdo para viajar más allá del mundo de la desolación y la guerra. Su grito con el ruido de los fusiles de madera y cartón, herencia de la opción del tiempo del arco y la flecha, no fue ni un lujo ni una locura. Fue, paradójicamente, la respuesta pacífica a la violencia mítica del derecho que los volvió a expulsar de su deseo, un "paraíso" re-buscado, re-novado constantemente. Volverán a prestar sus pasamontañas para reflejar las imágenes de la realidad, se los pondrán quienes quieran renovar su tiempo. Lo prestaran para que otros se miren en su práctica de libertad, para que se sigan re-inventando las prácticas de la libertad, trabajar juntos por la construcción de ese mundo donde quepan todos nuestros mundos, con nuestras diferencias pero con un mismo compromiso derrotar las políticas genocidas del poder.
Ya que lo único que compone las máscaras de las personas y de las sociedades es el pre-sentimiento, la posibilidad de la Salvación o la Redención, como Pascal (L. Goldmann, 1985, págs. 373-399), los hombres apuestan al triunfo de su causa. En efecto, los deseos de justicia no empezaron hoy y los hombres siguen exigiendo lo imposible. La sobrevivencia, aquí, ahora y más allá de lo real siempre está en busca de certezas del presente, construyen autónomamente las posibilidades de otro mundo. Como los caballeros andantes y quijotes, y al igual que los monjes misioneros que constituyeron la crítica de sociedad y las utopías del siglo XVI, se volverán a encarnar los procesos de transición de la vida contra la muerte. Del destierro y el éxodo con la libertad, aún con los miedos, volverán a deslizarse para caminar con el sueño-despierto hacia adelante. Conjurarán a los fantasmas del desierto para pensar y hacer el bien a esas ánimas del "purgatorio", a esos millones de condenados por el capital y su miseria a las guerras y enfrentamientos comunitarios.
En este nuevo milenio, en los momentos de fortalecimiento de las prácticas verticales del poder y en la ausencia de democracia, en este periodo del regreso de las tinieblas religiosas integristas (que se manipulan, como en el pasado, por ejemplo, en el aumento "hollywoodiano" de películas de terror), millones de hombres se preguntan y resisten a las condenas de las pesadillas cotidianas. Con "llaves maestras", abren los cerrojos de las puertas de la historia de los vencidos para re-invertir en la realidad los posibles, lo humano.
De esta manera, en el 2006, Yacoñooy se une a la historia de los vencidos. Otro caminar del tiempo del calendario de lo indio y la resistencia ha comenzado con los sonidos de los caracoles de las otras campañas difundidos por el viento de abajo. El tiempo del deseo del pasado se une a las campanas de las luchas del presente.
El sonido de este repicar de campanas resuena aún en todos los oídos y se mezcla con cada llamado alegre de afuera [...] El deseo punzante de lo mejor se aferrará y subsistirá, cualesquiera que sean las trabas que se impongan a ese Mejor (Ernst Bloch, pág. 58)
En otros espacios, el eco de la sexta ha llegado. Se preguntan para caminar en la resistencia y la lucha por otro amanecer, otra mañana en el horizonte. Religiosos y ateos-creyentes vuelven a Creer en un futuro posible. Rezan contra el olvido a los muertos de la vida, los que dan vida. No es un rezo del corazón hacia un más allá inalcanzable, es la aspiración concreta para que no falte en el caminar un mañana nuevo. Así, el EZLN es una máscara colectiva en ese mundo al revés del carnaval de las artes de la resistencia. Detrás del ejército zapatista están los sonidos de los caracoles, el tiempo del nos-otros contra el individualismo reinante en la sociedad del espectáculo, el pasamontañas, verdadero rostro fugaz y negativo de la posibilidad de otro mañana, ese rostro del nos-otros, un espejo donde podemos mirarnos en el tiempo y el espacio de la figura de la lucha de clases.
Independientemente de quien llegue a la presidencia, las grietas se extienden y se refuerzan hacia afuera, hacia lo nacional e internacional. Los zapatistas saben que los muros de la vergüenza, los vientos de arriba, siguen elevándose, pero insisten. A partir del primero de enero de 2006, Marcos, el "delegado zero" caminará preguntando por todo el país durante seis meses (hasta junio)[9]. No se trata de atacar a AMLO y al PRD, pero sí posicionarse en el ajedrez político, exigirles a los gobernantes que digan lo que han hecho, hacen y quieren hacer, pues, para los zapatistas, la memoria es centro de su qué hacer. Recuerdan que en abril del 2001, todos los partidos se pusieron de acuerdo para votar contra los Acuerdos de San Andrés, no olvidaron que los traicionaron en "reuniones secretas"[10], que se burlaron de los indios y sus esperanzas de re-conocimiento votando en contra de la ley indígena. Según el EZLN, fue un "cálculo político" de ciertas corrientes del PRD para evitar una salida pública y nacional de su organización y mantenerlos cautivos en las Montañas Azules de Chiapas. Aunque muchos perredistas se solidarizan con el EZLN, los zapatistas no olvidan que otros los abandonaron, condenándolos a una muerte lenta, de la misma manera cuando, en el pasado, se apostó a la muerte de los indios mediante políticas indigenistas de aculturación e integracionistas a los modelos de desarrollo y civilización.
6 de diciembre de 2005
Bibliografía
Adorno, Theodor W., Dialectique négative, 2003, París Payot.
Benjamin, Walter, Euvres, 3 vols, 2000, París, Gallimard.
Benjamin, Walter, Paris, capitale du XIX siècle, 1989, París, Cerf.
Bloch Ernst, Le Principe Espérance, 3 vols., 1976, Paris, Gallimard.
Certeau, Michel de, La culture au pluriel, 1993, Paris, Seuil.
Certeau, Michel de, La prise de parole, 1994, Paris, Seuil.
Foucault, Michel, Hermenéutica del sujeto, La Plata-Argentina, Altamira, s/a.
Goldmann, Lucien, El hombre y lo absoluto. El dios oculto, 1985, Barcelona, Ediciones Península.
Holloway, John, Cambiar el mundo sin tomar el poder, 2002, Buenos Aires, Herramienta-BUAP.
Lôwy, Michael, Walter Benjamin. Aviso de incendio, 2002, Buenos Aires, FCE.
Marcos, "La Cuarta Guerra Mundial", en La Jornada, 23 de octubre de 2002, México. www.jornada.unam.mx/2001/10/23/per-lacuarta.html
Marcos, en La Jornada, 3 de febrero de 2003, México D.F.
Matamoros Ponce, Fernando, Memoria y utopía en México. Imaginarios en la génesis del neozapatismo, 2005, UV-BUAP, Veracruz.
Rodríguez Lascano, Sergio, "La Sexta, la razón y la ira", en Rebeldía, N° 33, julio 2005, México, págs. 21-31.
Sexta declaración de la selva lacandona, en http://www.ezln.org/documentos/2005/sexta.es.htm, Junio de 2005.
Artículo enviado por el autor para su publicación en Herramienta.
[1] Marcos, en La Jornada, México D.F., 3 de febrero de 2003.
[2] Sergio Rodríguez Lascano, "La Sexta, la razón y la ira", en Rebeldía, num. 33, México, julio 2005, págs. 21-31.
[3] Sexta declaración de la selva lacandona, en http://www.ezln.org/documentos/2005/sexta.es.htm, Junio del 2005.
[4] Marcos, "La Cuarta Guerra Mundial", en la Jornada, México, 23 de octubre de 2001, www.jornada.unam.mx/2001/10/23/per-lacuarta.html
[5] EZLN, "20 y 10, el fuego y la palabra. Crónica de una campaña", en Rebeldía, num. 15.
[6] Ver Fernando Matamoros Ponce, Memoria y utopía en México. Imaginarios en la génesis del neozapatismo, UV-BUAP, Veracruz, 2005.
[7] EZLN, en Documentos y comunicados, vol. I, México, Era, 1994, pág. 63.
[8] Javier Hernández, Palabras de apertura del EZLN, en Rebeldía, N° 34, México, agosto 2005, págs. 23-24. En septiembre, dos meses después de la Sexta Declaración, 680 organizaciones ya habían adherido a ella. Ver Marcos, La Jornada, México, D.F., 4 de septiembre de 2005.
[9] "Crece el asedio contra zapatistas ante inminencia de la otra campaña", en la Jornada, México, 27 de diciembre de 2005.
[10] Marcos, "Palabras de apertura de la Otra campaña", en Rebeldía N° 34, México, agosto 2005, pág. 9.