11/12/2024
Por Revista Herramienta
(Parodos Verlag, Berlin 2019)
El autor de este libro nació en Meishan, Provincia de Sichuan, República Popular China en 1964, y se doctoró en la Universidad de Jilin en el año 2000. Es profesor en el Departamento de Filosofía, presidente del Comité Académico del Instituto de Filosofía Marxista y Modernización de China, y director del Centro de Filosofía Práctica en la Universidad Sun Yat-sen. Ha publicado varios libros en su país, así como más de 100 artículos en revistas académicas. Entre otros países, ha dictado conferencias en Canadá, Australia, Japón, EE. UU., el Reino Unido, Grecia, Suiza, Alemania, y Francia.
En su libro incluye una serie de ensayos del autor, basados en artículos que ya habían sido publicados en distintas revistas, y que de conjunto ofrecen una introducción al pensamiento social y político chino contemporáneo, donde se discute ampliamente, desde las interpretaciones del pensamiento de Marx por parte de los académicos chinos actuales, hasta los problemas políticos de su país, la globalización y la ecología mundial. Al autor se lo considera en la actualidad como uno de los miembros importantes de la pléyade de intelectuales chinos que son críticos de muchos aspectos del régimen actual en su país, y al mismo tiempo son fieles a la esencia del pensamiento de Carlos Marx.
El primer capítulo amplía y profundiza un ensayo anterior, ya publicado en castellano en 2015 en nuestro país, con el título de “Marx en China”[1]. En este capítulo se analiza exhaustivamente la versión oficial del pensamiento de Marx en el temprano siglo XXI, junto a otras interpretaciones del mismo, que son “aprobadas o toleradas por el Partido Comunista Chino” (en adelante, PCCh). Siendo el PCCh el único partido gobernante, y el marxismo su ideología oficial, sus interpretaciones son necesariamente un punto de referencia importante para caracterizar las distintas recepciones. En este capítulo el autor aclara que distinguirá entre los términos “Marx”, y “marxismo”.
Comienza describiendo las actuales investigaciones “marxológicas” sobre el pensador de Tréveris que llevan a cabo los intelectuales y académicos chinos, en las cuales, en algunos casos se critica implícitamente muchos aspectos de la política gubernamental. Tengamos en cuenta que actualmente la población en China supera a los 1.300 millones de habitantes, y el PCCh tiene más de 80 millones de miembros. El marxismo que expone el Partido “es universalmente el único políticamente aceptable y como tal es propagandizado, justificado y aplicado por los medios oficiales”. El autor divide la recepción de Marx en el siglo XXI en tres categorías: las interpretaciones oficiales del PCCh, las interpretaciones de los académicos “aprobadas por el Partido”, y las interpretaciones personales de intelectuales “toleradas por el Partido”. Aunque reconoce que estas distinciones no son muy precisas, no sólo porque comparte un fundamento ideológico, sino porque los intelectuales en China generalmente suelen aparentar que concuerdan con el discurso ideológico del Partido cuando expresan sus interpretaciones personales. En cuanto a las interpretaciones del Partido, en este libro se cita como ejemplo al informe político en el XVIII Congreso Nacional del PCCh (el 8 de noviembre de 2012), presentado por su entonces Secretario General Hu Jintao: “El logro más importante de nuestras iniciativas en los últimos diez años es que hemos articulado la ‘Perspectiva Científica del Desarrollo’, siguiendo la guía del marxismo-leninismo, el pensamiento de Mao Zedong, el pensamiento de Deng Xiaoping y la teoría de la ‘Triple Representatividad’[2], y haciendo audaces innovaciones (…) para la construcción del ‘socialismo con características chinas’”.
Según el informe de Hu, los principales elementos de la mencionada “Perspectiva Científica del Desarrollo” incluyen: 1) tomar el desarrollo económico como la tarea central; 2) fortalecer a China desarrollando la ciencia y la educación, formando un personal competente y buscando un desarrollo sustentable; 3) insistir en poner al pueblo primero y promover el desarrollo integral de la persona; 4) promover el progreso económico, político, cultural, social y ecológico, asegurando el progreso coordinado en todas las áreas, y equilibrando las relaciones de producción con las fuerzas productivas, así como a la superestructura con la base económica; 5) adoptar un enfoque global para nuestro trabajo relacionando a la reforma, el desarrollo y la estabilidad; y 6) mantener el liderazgo del Partido y el socialismo con características chinas para completar la creación de una sociedad moderadamente próspera en todos los aspectos. Y de acuerdo a ello, en la esfera económica, las principales tareas son, en el plano nacional, mejorar la economía de mercado socialista, cambiar el modelo de crecimiento y desarrollar la economía pública y no pública, e internacionalmente promover el libre comercio y la inversión y oponerse al proteccionismo.”
Es evidente que la Perspectiva Científica del Desarrollo, así como la teoría de Deng Xiaoping y el pensamiento de Jiang Zemin sobre la Triple Representatividad, se han distanciado del marxismo de Mao Zedong, aunque heredan y mantienen muchas de sus ideas. Xu Changfu interpreta por su parte que en la doctrina original de Marx hay implícitamente cierto grado de tensión entre sus fines ideales y los medios concretos para alcanzar esos fines. Cita como ejemplo, El manifiesto comunista, donde por un lado, Marx y Engels dicen que “el libre desarrollo de cada uno es la condición para el libre desarrollo de todos”[3]. Y por el otro lado, articulan un programa político radical con 10 medidas, entre las cuales figura la de “centralizar todos los instrumentos de producción en manos del estado”[4]. Para Xu, los autores del Manifiesto, aunque “no ven una contradicción entre los fines y los medios, sino que afirman que hay una necesaria relación entre ambos, lamentablemente, “durante casi cien años, la práctica socialista del PCCh ha mostrado que la centralización de los instrumentos de producción en las manos del estado es incompatible con el libre desarrollo de todas las personas. Mao hizo cuanto estuvo a su alcance para centralizar los instrumentos de producción, pero sacrificó al libre desarrollo de las personas”; en sus palabras, adoptó los medios de Marx, pero se desvió de sus fines. Y a esta situación, Xu la llama “la des-liberalización del marxismo en China”.
En cambio, “Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao atendieron cada vez más al libre desarrollo del pueblo y dejaron de proseguir con la centralización. O en otras palabras, recuperaron gradualmente los fines de Marx, pero tuvieron que ir abandonando al mismo tiempo sus medios. De todos modos, desde la reforma de las rígidas estructuras de la centralización, China ha logrado notablemente un rápido desarrollo y se ha convertido en la segunda economía en el mundo. Una inmensa mayoría de los chinos se ha liberado del hambre y la pobreza y alcanzaron las condiciones para conseguir una vida mejor”. Evidentemente, gracias a que “la Reforma y Apertura” del PCCh han elevado apreciablemente el nivel de toda la economía nacional, se puede afirmar, al menos, que la gran mayoría del pueblo está objetivamente más cerca del fin ideal de Marx, aunque la nueva dirección del Partido ha generado nuevos problemas, especialmente un aumento de la desigualdad social. De hecho, hay muchos problemas graves en la China de hoy, entre los cuales los más trascendentales no están en la economía sino en la política. En el Manifiesto se afirmaba que el primer paso en la revolución de la clase obrera era “ganar la batalla de la democracia”. Y en La guerra civil en Francia Marx planteaba que el “sufragio universal” era la forma fundamental de la democracia proletaria. Sin embargo, afirma Xu Changfu, “el derecho al voto que posee todo ciudadano chino está limitado a los niveles de la ciudad y de la comarca. Aún allí, los ciudadanos no pueden votar directamente a candidatos a cargos ejecutivos, como los de alcaldes, sino solamente para confirmar a los candidatos que ya ha nombrado el PCCh como diputados para los congresos, donde los miembros ejecutivos (también ya elegidos por el Partido), serán confirmados por los diputados.”
De este modo, Xu afirma que aunque hay un aparente derecho a la elección, en la realidad el poder y los recursos públicos son monopolizados por el Partido. Esta situación ha generado el acceso a privilegios políticos sólo para una clase burocrática, que protege y aumenta sus intereses creados. Esto ha dado lugar a una corrupción política incontrolada en el país, que es la causa primordial de una amplia brecha entre los ricos y los pobres, con los consiguientes conflictos de clase y la turbulencia social. Hay entonces una continuidad política entre el PCCh de la época de Mao con el de hoy, que es evidentemente más fuerte que su continuidad económica, dando lugar a lo que se afirma en el libro: “la des-liberalización política ha sido mayor que la des-liberalización económica, o que “la re-liberalización política ha sido menor que la re-liberalización económica”.
En cuanto a las interpretaciones sobre el pensamiento de Marx aprobadas por el Partido, Xu Changfu describe cómo en el sistema político de su país, el Partido organiza y controla la mayor parte del estudio de Marx y el marxismo. Desde comienzos de este siglo, se le ha dado una creciente importancia a esa organización y control. En China, se planifica el estudio de Marx y el marxismo así como se planifica la tasa de nacimientos, aun cuando a la economía ya no se la planifica en el mismo grado que antes. Así fue que en 2004, el Comité Central del PCCh lanzó un proyecto nacional para estudiar y desarrollar la teoría marxista. Su principal objetivo era reescribir los textos básicos sobre el marxismo y sobre los temas principales de las humanidades y las ciencias sociales, para incorporar los textos actualizados del Partido en el currículum, y reformar la concepción de los estudiantes sobre el marxismo y su identidad política. Cada año, desde entonces, el “Fondo Nacional para las Ciencias Sociales” organiza concursos abiertos con proyectos de investigación fuertemente financiados, centrados particularmente en la ideología y la política del Partido. Los temas prescriptos, están basados esencialmente en el ya citado informe político de Hu al XVIII Congreso. El autor afirma que “además de este proyecto, hay miles de otros, similares, a los niveles nacionales y locales. Evidentemente, estos proyectos tienen la intención de crear un campo ideológico homogéneo en gran escala y por consiguiente, los resultados de los mismos se parecen entre sí en forma muy peculiar”.
El autor pasa luego a analizar las interpretaciones personales de estudiosos y académicos que son “toleradas por el Partido”. Se trata de un sector intelectual paralelo al descripto anteriormente, el del “mundo oficial”, al cual él considera muy importante. Desde la implementación de la Reforma y Apertura, especialmente a partir del año 2000, el PCCh ha ido mostrando su creciente tolerancia hacia las interpretaciones de Marx o del marxismo mientras parezcan irrelevantes para sus actuales intereses. Este trato contrasta con el que había años antes de las reformas, cuando se castigaba sin piedad a toda palabra o acto que se desviara de la política imperante en el Partido. Bajo esta relativa tolerancia, además de la promoción de becas de estudio para la generación más joven, y la influencia, directa o indirecta, de colegas occidentales, el estudio del pensamiento de Marx en China ha generado algunas interpretaciones que se van desviando de la ideología partidaria oficial. Gracias a estos estudios, se ha rescatado a Marx respecto de la ideología marxista oficial y cierta cantidad de académicos que quieren “abordar a Marx” o “regresar a Marx” se han ido diferenciando de las filas marxistas hegemónicas en el PCCh. Entre los intelectuales que cita el autor, se encuentra Gao Qinghai, (1930-2004) muy crítico de la versión estalinista de la filosofía marxista y el primer académico chino que desafió al estatus sagrado del sistema ortodoxo de la filosofía marxista, conocido como el binomio del “materialismo dialéctico y materialismo histórico”. Gao elaboró una teoría innovadora: una filosofía del género, que para Xu, provenía del concepto del “género” del mismo modo que lo utilizaba el joven Marx.[5]. Gao también se apoya en los Grundrisse, en un párrafo donde Marx dividía a las formas sociales en tres categorías, desde el ángulo del desarrollo humano: la primera era la de las “relaciones de dependencia personal”, la segunda, era la de la “independencia personal fundada en la dependencia respecto a las cosas” y la tercera era la de la “libre individualidad”[6]. En su vejez, publicó sus Obras filosóficas completas, en 8 tomos. Luego de su fallecimiento, sus discípulos en la Universidad de Jilin, entre otros, Sun Zhengyu, Sun Litian y He Lai, han seguido promocionando su causa, particularmente en el área de la dialéctica marxiana. Otro caso notable para Xu Changfu en el terreno de la investigación de la filosofía marxiana, se halla Yu Wujin (1948-2014, Universidad de Fudan), al que considera como “el especialista más sobresaliente entre los intelectuales chinos. Su más importante contribución fue revelar, analizando las relaciones entre Marx y Kant, que la libertad es la esencia de la concepción marxiana de la práctica; de modo que Yu sigue ofreciendo una base teórico, fiel a Marx, para la re-liberalización del marxismo en China. Sin embargo, Xu lamenta que “dado que Yu siempre había expresado interpretaciones inoportunas de la obra de Marx, y en especial sobre las diferencias entre Marx y Engels, se lo había excluido del grupo especialista del proyecto nacional, que estudia y desarrolla la teoría marxista”.
Entre otros más de los que reflexionan críticamente sobre el marxismo dogmático, en el libro de Xu se mencionan a Wang Nanshi y su discípulo Xie Yongkang; a Yang Xuegong; y a Wu Xiaoming y Zou Shipeng, que exponen el valor contemporáneo de la revolución filosófica de Marx comparándola con la filosofía de Heidegger. Los logros académicos más importantes de la interpretación china de Marx en las últimas dos décadas se deben a la lectura atenta de sus textos. Para Xu, al libro Un regreso a Marx, de Zhang Yibing (Universidad de Nanjing) se lo puede considerar la monografía china sobre Marx más excelente hasta la fecha, pues se trata un intento exitoso por parte de un investigador chino de examinar los pensamientos de Marx a través del texto de MEGA2[7]. Xu considera que la profunda investigación de esa monografía sobrepasa a las obras de sus predecesores, y es un perfecto ejemplo del método del estudio textual o textológico, que contrasta con el método de la propaganda ideológica que se practica en el Partido.
El estudio textual o textológico ha sido promovido en Beijing como “marxología”. Según el autor, tres publicaciones marcaron en 2006 la fundación de la Marxología China. Sin embargo, considera que en el contexto ideológico chino, el marxismo significa “lo proletario” y “lo revolucionario”, mientras que la marxología denota lo “burgués” y lo “contrarrevolucionario”. De todos modos, para él, que haya académicos que puedan investigar a Marx bajo el título de la marxología muestra que, por un lado, su estudio de Marx ha excedido los límites ideológicos del PCCh, y por el otro, que el Partido puede tolerar algún estudio “neutral” de Marx.
Por último, Xu entiende que los estudios sobre Marx que vayan más allá de la marxología “neutral” respecto del PCCh, como este mismo libro que estamos reseñando aquí y textos similares, publicados en el exterior, no pueden ser publicados en su propio país, porque sobrepasan el límite de la tolerancia partidaria. Quizás estos estudios puedan ser considerados como una categoría extra, aunque su influencia social en el país sea prácticamente nula. Pero Xu nos advierte que hay un caso individual, excepcional, que escapa a todas las categorías mencionadas: Li Zehou, miembro de la Academia China de Ciencias Sociales, con una excelente reputación por sus méritos en diversas áreas, que incluyen la estética, la filosofía, la ética, y la historia intelectual. Debido a su crítica a la respuesta oficial a los acontecimientos de Tiananmen en 1989, fue considerado como un disidente y debió emigrar a los EE. UU. en 1992. Sin embargo, en los últimos años, se ha permitido que se publiquen algunos de sus libros y antologías, aún cuando él sigue viviendo en el extranjero. En una publicación reciente, él propugna una “ontología dual”, haciendo hincapié en la primacía de la producción material y la ultimidad de los valores mentales para la existencia de los seres humanos. Irónicamente, Xu supone que para algunos las obras de Li Zehou parecerían ser más aceptables que el propio Li Zehou…
Con respecto a la recepción de Marx en la población china de conjunto, existe un vacío significativo. El autor de este libro considera que desgraciadamente, la mayoría de los obreros son indiferentes con respecto al marxismo en la China de hoy. “El marxismo y China, en apariencia se conocieron; pero en esencia, no se encontraron”. Cuando triunfó la denominada revolución proletaria en la primera mitad del siglo XX, la burguesía y los obreros chinos eran agrupamientos minoritarios de la población; y el antagonismo entre ellos recién estaba comenzando. Pero desde la etapa de la “Reforma y Apertura”, el propio PCCh ha recreado a la burguesía y al proletariado y a su antagonismo, mediante la economía mercantil. Ahora, probablemente, no sólo entre ambas clases ya suman la población más numerosa en China, sino incluso en toda la historia humana. Al autor le parece un enigma histórico (que debería ser resuelto) que el Partido defina a la sociedad actual como un “socialismo con características chinas”, en lugar de un “capitalismo con características chinas”.
No obstante, Xu reconoce que debido a que el PCCh monopoliza la interpretación del marxismo, controla a la prensa, y coopta institucionalmente a la mayoría de los intelectuales, no hay elementos básicos que permitan a los trabajadores llegar por una vía independiente a conocer el pensamiento de Marx. Ya esto se suma que las masas chinas han escuchado demasiada y tediosa propaganda marxista, y han vivido demasiados momentos penosos bajo el “socialismo”, por lo que resulta muy difícil que se sientan atraídos por más mensajes marxistas. Ahora, en que todas las posibilidades legales del marxismo solo las ofrece el Partido, es comprensible que los trabajadores se mantengan renuentes al pensamiento de Marx. Xu Changfu cita a la gran huelga obrera que hubo en Dongguan en abril de 2014, donde no se pudo hallar señal alguna de la consciencia de clase del proletariado en un sentido marxista. Indudablemente, donde debería aparecer esa consciencia por parte de los trabajadores, sigue habiendo un vacío importante. Pero el autor no descarta que los trabajadores chinos volverán a encontrarse con las ideas del hombre “que arrancó la filosofía de las academias para ponerla en los puños del mundo” como lo caracterizó el escritor argentino Luis Franco.
De acuerdo a este libro, el Marx que ha recibido hasta ahora el pueblo chino está cambiando su perfil, desde lo singular hacia lo plural. Los distintos “Marxes” en la China actual cubren un amplio espectro: en los discursos ideológicos partidarios existe un Marx que por esta razón parece moderno, y existe el otro Marx en algunos discursos académicos de intelectuales semi-independientes y por consiguiente parece libresco, aparte de los Marxes a juicio de los disidentes y de las masas de trabajadores. La tensión entre las dos recepciones extremas de Marx plantea una pregunta: el Marx para el pueblo chino, ¿se lo debería recibir por medio de la interpretación del PCCh, o podría ser recibido directamente a través de sus escritos? Para el autor, “tal vez, esto despierte en la memoria de los lectores occidentales una cuestión similar creada y vivida por sus ancestros hace varios siglos, en la época de la Reforma: los cristianos, ¿deberían conocer a Dios a través de la mediación de la Iglesia Católica Romana, o podrían conocer a Dios directamente mediante la Biblia?” Con esa pregunta retórica, finaliza Xu Changfu el primer capítulo de este recomendable libro.
Francisco T. Sobrino, miembro de la redacción de Herramienta, Revista de debate y crítica marxista
[1] Marcello Musto (ed.), De regreso a Marx. Nuevas lecturas y vigencia en el mundo actual (Buenos Aires, Ed. Octubre: 2015).
[2] Teoría política creada por Jiang Zemin, ex Secretario General del PCCh y ex presidente de la República Popular China, según la cual, “el Partido debe siempre representar las inquietudes del desarrollo de las fuerzas productivas avanzadas de China, y representar los intereses fundamentales de la mayor parte de su población”. Según algunos observadores, esta teoría, entre otras cosas, legitima la inclusión de directivos y empresarios en el PCCh.
[3] Karl Marx y Friedrich Engels, El manifiesto comunista (Buenos Aires: Ed. Herramienta), pág. 52.
[4] Ob. cit., pág. 51.
[5] Ver Karl Marx, Manuscritos económico-filosóficos de 1844 (Buenos Aires: Colihue), al cual se debe referir Xu.
[6] Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-|858 (Buenos Aires: Siglo XXI, 1973), pág. 85. Xu hace referencia a una definición de Marx en un fragmento, titulado “El dinero como relación social”, donde clasifica a las distintas sociedades de una forma que contradice las lecturas marxistas dogmáticas.
[7] MEGA2 es el segundo intento internacional de publicar una colección completa de las obras de Marx y Engels en su idioma original.