09/12/2024
Por Revista Herramienta
“Las Venas abiertas de América Latina”: una introducción
La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) nació en mayo de 2011, y al juntarse con otras organizaciones dio vida a la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) en diciembre de 2019. Su recorrido generó una representación gremial para quienes trabajan en lo que se denomina “economía popular” (EP). Este es un sector de personas que, en condiciones de marginalidad, han logrado crearse su propio trabajo. La idea fundamental del presente artículo es dar cuenta de la relevancia de la experiencia organizativa de la CTEP y algunos de sus elementos centrales. A tal fin, en estas primeras líneas, se plantea realizar algunas aclaraciones y menciones que puedan ser útiles como claves de lectura.
En primer lugar, es necesario aclarar que la CTEP se caracteriza como actor político relevante en base a ciertos elementos, por ejemplo: a) originalidad en la propuesta, b) poder cuantitativo de organización y de movilización y c) la obtención de logros concretos (leyes, mayores derechos, etc.). Con foco en estos tres aspectos, se intentará plasmar una interpretación particular. Sin embargo, se debe saber que también podrían pensarse otros aspectos, asimismo relevantes, como por ejemplo, ciertas relaciones que posee esta Confederación. Por citar un caso testigo, infinitamente mencionado, podríamos referirnos a la relación con el Papa Francisco. Esta afinidad se ha transformado en fundamental para la perspectiva de la organización. Las “3T” (Tierra, Techo y Trabajo) como lema sintetizado por el “sumo pontífice” en un encuentro con movimientos sociales, terminaron siendo el nudo programático de la Confederación y las organizaciones cercanas que luego, confluyeron en la UTEP.
En segundo lugar, quisiera aclarar un aspecto ligado al enfoque general del trabajo. El análisis que se presenta está construido de manera comprometida, pensando “con” la organización estudiada y sus compañeras/os y no “sobre”. Como ha planteado María Inés Fernández Álvarez (2017): “… un eje en mi trabajo en los últimos años relativo a los términos en que establecemos nuestros vínculos cuando hacemos trabajo de campo con (no sobre) organizaciones sociales.” (p. 51). En un sentido similar, se podría retomar el aporte de Xochitl Leyva Solano (2018) quien reconociendo tensiones entre los mundos militantes y académicos, propone recuperar traslapes y convergencias que permitan dar una “lucha epistémica” en favor de una perspectiva antropológica de “co-labor”.
Dicho esto, se pasará a dar cuenta de la particular experiencia la CTEP que no es otra cosa que la experiencia de un sector de la “clase que vive del trabajo”.[1]
“Demasiada presión”: trabajar en la economía popular
La antropología, disciplina central para el presente trabajo, ofrece preguntas que son determinantes, que abren puertas y en ciertas ocasiones, podríamos decir… también mundos. En este sentido, para abordar la EP puede ser interesante recuperar un interrogante planteado por Contreras Román, Contrare Vargas, Pérez Castro (2017):
¿Qué hace la gente para vivir y por qué? (Narotzky, 2013). Dicha pregunta obliga a acercarse a los procesos económicos desde abajo, sin dejar de considerar la dimensión estructural que condiciona las prácticas de reproducción social de grupos determinados de personas según su lugar en la estructura social. (p. 3).
Fernández Álvarez, en este sentido, recupera lo planteado por quienes trabajando en la fábrica Brukman, decidieron no ceder a su cierre, luchar por su trabajo y empezar a producir bajo su control. Ha escrito lo siguiente:
apelando al trabajo como único medio de garantizar una vida digna, articularon en esa construcción nociones como supervivencia y dignidad. Estas categorías se actualizaron en las prácticas desarrolladas para mantener las fuentes de trabajo que se defendió con “uñas y dientes”, poniendo en juego la vida. (Fernández Álvarez, 2017, p. 93).
Y luego, avanza expresando el sentido adjudicado al trabajo:
Los sentidos del trabajo (…) fueron puestos en movimiento en el proceso de demanda articulándose en una serie de ejes reivindicativos que se sintetizaron en las ideas de trabajo digno y genuino. Se combinaron en estas ideas construcciones morales e históricas sobre el trabajo, sobre la base de la que este último se definió como espacio de disputa y objeto de derecho al tiempo que la afirmación del colectivo de trabajadoras como sujetas dignas apeló principalmente al mérito. Fue la combinación de ambas, mérito y derecho, que se articularon las reivindicaciones, se sostuvieron las demandas y se legitimaron las acciones. (Fernández Álvarez, 2017, p. 106).
Estas líneas podrían escribirse de manera muy similar al pensar en múltiples experiencias que conforman la CTEP. En la gran mayoría de los casos, los recorridos comparten estos elementos centrales, ya que la EP fue la manera de salir de una situación “desesperante” para millones de personas. “Nori” Montes, referente del Movimiento Evita y quien fuera secretario general de CTEP Córdoba, lo define así:
Nosotros siempre decimos que la economía popular se podría resumir en que es el trabajo que se inventan los compañeros para subsistir ante la falta de laburo o de oportunidades. A veces, son opciones. A veces, no te queda otra. (P. Montes, entrevista personal, 29 de agosto 2019).
Ahora, este sector de la “clase que vive del trabajo” tiene algunas particularidades, como no contar con derechos básicos e incluso tener que luchar para ser reconocidos/as como trabajadores y trabajadoras. Infinitamente invisibilizado, este sector no es una porción menor de la clase. Sin embargo, sus mediciones suelen ser debatidas. En parte, su nivel de marginalidad genera complicación en estas estimaciones. En este sentido, podríamos decir que existen ciertas aproximaciones. Los cálculos cuantitativos actuales en nuestro país, hablan de entre cuatro y cinco millones de personas involucradas en las actividades de la EP. Por ejemplo, Grabois y Pérsico (2015) han recuperado la siguiente información:
En realidad, sabemos que entre trabajadores independientes, trabajadores cooperativos y trabajadores dependientes de unidades productivas informales somos más de 5 millones, ¡y estos son los datos oficiales de la Organización Internacional del Trabajo! (p. 48).
Por otro lado, Bruno y Cardozo (2018) han socializado que
según estimaciones del Ministerio de Trabajo y de centros de investigación como el CISBA (dependiente del Banco de la Provincia de Buenos Aires) y el IDAES (Universidad Nacional de San Martín) lxs trabajadorxs de la economía popular representan entre el 27 % y 30% de la población económicamente activa, es decir, cerca de 4.3 millones de trabajadorxs. (p. 3)
Asimismo, los datos informados por la Mesa Nacional de Barrios Populares, donde participó la CTEP, hablan de más de 4 millones de personas viviendo en barrios populares, lo cual suma a comprender el tenor de la importancia del sector.[2] En fin, más allá de ciertas diferencias numéricas, la cantidad de gente que ha decidido ganarse la vida trabajando en el sector de la EP es relevante y estimativamente podría agrupar entre el 30 y 40% de la “clase que vive del trabajo”. Una certeza indiscutible es la siguiente: en Argentina, millones de miles de personas trabajan en condiciones de marginalidad siendo parte de la EP. Asimismo, también se podría afirmar que una parte de este conjunto de personas se organiza con perspectiva sindical día a día. Motor de este proceso ha sido la CTEP y las experiencias relacionadas.
Por algunos de los elementos planteados, trabajar en la EP y buscar organizarse gremialmente implica una disputa identitaria. La CTEP, al mismo tiempo que desarrolló luchas por derechos, debió expresar su voz frente a un conjunto de debates relacionados a los imaginarios. Desde su nacimiento, la Confederación tuvo que enfrentar diferentes visiones estigmatizadoras sobre quienes trabajan en la EP. En este sentido, Mariela Cepeda, referenta del Movimiento Atahualpa y de la CTEP de la Regional Mar del Plata, afirmó en una entrevista reciente:
vos decís economía popular y nos dicen planeros. Nosotros no cobramos planes, cobramos un programa, un salario social complementario, la misma palabra te va diciendo lo que es (…) “vayan a laburar”, nos tildan de vagos, de planeros. Y nosotros nos levantamos todos los días para ir a trabajar, de lo que sea. Desde hacer una prepizza hasta vender un par de medias, vender una película, vender una artesanía. ¿Entendés? Entonces no me vengan a decir vaga o que yo no trabajo.[3]
En este sentido, es necesario detenerse y dar cuenta que la identidad no es un problema secundario.
Cada concepto en danza expresa una forma diferente de pensar la actividad y sobre todo de pensar a los seres humanos que la desarrollan. Con la iniciativa de la CTEP y otras organizaciones, esto se ha transformado en un debate relevante. Incluso se podría afirmar que la auto-percepción de quienes trabajan en la EP replantea una infinidad de dimensiones, por ejemplo, en relación a las posibilidades (o no) de organización. Si una persona se piensa a sí misma como “vaga”, cualquier organización carece de sentido. En cambio, si se asume como parte de quienes viven del trabajo, esto cambia. Esta cuestión se ha ido problematizando en diversas “ramas”. Por mencionar un caso específico: para quien trabaja en un merendero de un barrio popular, no representa lo mismo pensarse como una persona que va a “dar una mano en un merendero” o identificarse como una “trabajadora de la rama socio-comunitaria”. Esto último es lo que siempre ha propuesto la CTEP al hablar de trabajadores y trabajadoras de la EP.
En fin, trabajar en la EP suele implicar no sólo realizar determinada actividad, sino también dar la lucha por el básico reconocimiento de la propia actividad como trabajo.
“Basta de llamarme así”: la CTEP
Habiendo empezado a describir algunas particularidades del sector de la EP, es imposible poder comprender el nacimiento y desarrollo de la CTEP sin problematizar el contexto en el cual ha dado sus primeros pasos y ha crecido. Las transformaciones capitalistas en las últimas décadas, así como las particularidades de la región y más específicamente de Argentina, ofrecen elementos que han sido “condiciones de posibilidad”.
La reproducción del sistema económico global, en su paso del capitalismo industrial de posguerra a la financiarización neoliberal, ha implicado una redefinición de las relaciones entre capital y trabajo (…). La desvalorización del trabajo y, por ende, de las condiciones de vida de la mayoría de la población, repercuten en la precariedad generalizada (…). En el capitalismo contemporáneo, la precariedad pasa de ser un estado excepcional a constituir un estado permanente de la existencia de amplios contingentes de personas. (Contreras Román, Contrare Vargas, Perez Castro, 2017, p. 3-4)
Esa situación estructural-general es la que se ha expresado de manera particular en nuestro país, generando ciertas condiciones especificas de vida para quienes terminaron trabajando en el sector de la EP. En esa perspectiva, Laura Cibelli, dirigenta del Movimiento de Trabajadores Excluidos (organización pilar de la experiencia de la CTEP y ahora de la UTEP) de la zona sur del conurbano bonaerense, ha expresado en un video reciente:
Argentina tiene una tradición histórica de la organización desde el trabajo, estar desocupado era no acceder al trabajo o estar trabajando en condiciones malas y también hay una lectura de un mundo que cambia que ya no es el mundo del pleno empleo, donde no entran todos, un mundo que excluye a un sector es un mundo donde no va a haber condiciones para todos y también la precarización empieza a ser una forma de relación de trabajo. Ya no estamos hablando de una relación donde te contratan, formas precarias de contratación, hoy muchos estamos vinculados al monotributo o contratos basuras y otro sector ni es parte de eso e inventa su trabajo, pero sin poder salir de una situación de exclusión en todo su contexto de vida.[4]
Sobre este terreno y estas lecturas de las dinámicas de la realidad fue naciendo la CTEP. Por eso, en su acta fundacional, en su primera declaración pública del 1° de mayo del año 2011, desde el Teatro Verdi de La Boca (CABA), la Confederación sintetizó estos planteos afirmando, entre otras cosas, que:
1. La fragmentación social, económica y organizativa de la clase trabajadora ha abierto una brecha que atenta estructuralmente contra la unidad del movimiento obrero y la dignidad de los trabajadores.
2. Pese al fuerte avance del sector laboral en la distribución de la renta nacional durante el período 2003-2011, existen iniquidades estructurales que obstaculizan el progreso de los trabajadores en su conjunto e impiden que dicha transformación se transforme en dignidad para todos.
3. Así, más de un tercio de la fuerza de trabajo se encuentra sometida a condiciones de precarización. (Grabois y Pérsico, 2015, p. 204)
De esta forma, se ofrecía una caracterización de la etapa en Argentina: en los últimos años, previos a su fundación, hubo avances en término de derechos y mejoras en las condiciones de vida de las grandes mayorías, pero asimismo, había quedado pendiente avanzar en muchos otros aspectos. Por eso, se planteó la necesidad de generar una organización que visualice a los “garabombos”,[5] a esas personas que se crearon su propio trabajo con “lo que había a mano”, en condiciones de marginalidad y que por eso, tuvieron la particularidad de contar con los medios de producción en sus manos. Así lo sintetiza Juan Grabois (2018):
los excluidos se inventaron su propio trabajo, recuperando viejos oficios en un heterogéneo conjunto de nuevas actividades, combinando recursos humanos y materiales descartados por el mercado moderno. Esa autoadministración de factores productivos residuales es lo que llamamos economía popular. (p. 158)
En el mismo sentido, Fernández Álvarez (2018) afirma que
quienes forman parte de la economía popular son aquellas personas que se vieron obligadas a “inventarse un trabajo para sobrevivir” como consecuencia de un proceso creciente de desposesión que las ha dejado fuera del empleo asalariado como posibilidad. (p. 27)
Teniendo en cuenta estas características, muchas de las teorías clásicas sobre el trabajo y sus protagonistas debieran repensarse, o por lo menos, actualizarse frente a este “tipo de trabajador”. ¿Cómo pensar entonces a quienes poseen los medios de producción, pero en condiciones de marginalidad? Evidentemente, el de la EP es un sector que requiere análisis particulares. Su misma existencia organizada expresa una originalidad específica. Sobre todo, porque gracias a su organización han logrado a reconocerse y ser reconocidos/as como trabajadores/as y al mismo tiempo, conquistar derechos históricamente negados. Sin embargo, como es imaginable, este proceso de organización no pudo estar exento de problemas y tensiones. La CTEP, a lo largo de su intensa vida, no logró ser lo exactamente que deseaba. Esta estructura ha nacido como una “coordinación de organizaciones” que apostaba por la construcción de una confederación gremial, que aún dando pasos adelante, no lo logró ser. El nacimiento reciente de la UTEP recupera el acumulado y mantiene vivo este desafío. En este sentido, afirmó “Nori” Montes: “Estamos a mitad. Queremos que sea el gremio del sector, pero no deja de ser, ya hace varios años, un acuerdo de movimientos populares en construir ese gremio...” (P. Montes, entrevista personal, 29 de agosto 2019).[6] Ese acuerdo fue sostenido en acciones concretas y en conquistas. En esa perspectiva, se destacan la conformación de secretarías y el comienzo de la organización en ramas por actividad. Este desarrollo, como no podría haber sido de otra manera, fue “desigual y combinado”. Las formas organizativas previas de las organizaciones que lanzaron la CTEP debieron amoldarse a la nueva estructura propuesta a fin de permitir este desarrollo de la herramienta gremial. Dice Lucio Fernández Mouján (2018) al respecto:
La definición de “organización por ramas” se tensiona con la estructura previa de conformación de la CTEP, en tanto que se entremezclan las dinámicas organizativas de los movimientos que la conforman –que suelen adquirir un carácter más territorial– con la estructura de carácter sindical que se busca otorgarle a la organización. (p. 54)
“Los condenaditos”: avances con la organización
Recopilemos lo que se viene afirmando hasta el momento: en determinado contexto generado por la dinámica del capital y situaciones estructurales, un sector cuantitativamente relevante de la “clase que vive del trabajo” ha logrado generarse el propio trabajo recurriendo a diversas actividades dentro de la EP. Asimismo, se ha destacado que una parte de ese conjunto de personas ha decidido dar un paso más, asumiéndose como trabajadores/as para organizarse reconociendo intereses comunes. De este proceso complejo forman parte la CTEP y otras organizaciones como la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y Barrios de Pie (BP). Estos tres espacios, conformaron el “tridente de San Cayetano”, denominado así por su aparición pública el 7 de agosto del año 2016 donde movilizaron más de cien mil personas, fueron el germen del nacimiento de la UTEP. Al unirse estas organizaciones, junto a otras más pequeñas, lograron expresar, al decir de Womack (2007), un gran “poder asociativo”. Evidentemente, este grupo de trabajadores y trabajadoras no cuenta con un rol estratégico en la producción ni con una representación positiva que se pueda considerar un cierto “poder moral” (como, por ejemplo, quienes son docentes universitarios). Sin duda, uno de los fuertes de este sector es su peso cuantitativo. Gracias a este elemento quienes forman parte de la EP han logrado obtener triunfos de peso. Mediante una entrevista en junio del 2017, Grabois (2017), destacó algunos como los más relevantes: 1: la personería social de diciembre de 2015; 2: la Ley de Emergencia Social (LES), que establece un nuevo derecho laboral en Argentina, como el “salario social complementario”, que es una prestación del 50% del “salario mínimo vital y móvil” y 3: el Certificado de vivienda familiar y el registro de barrios populares (RENABAP).[7]
Sobre la personería social, por ejemplo, Oscar Martínez, referente del Movimiento Popular La Dignidad (MPLD) y de la CTEP Córdoba, en una entrevista reciente, afirmó que la CTEP
se termina de potenciar cuando, sobre el final del gobierno de Cristina, se le otorga la personería social (no gremial), esta… terminó siendo la herramienta institucional que aglutinó a todos los que estábamos en contra de lo que se venía (…) y demostró lo acertado de pensar en esa instancia organizativa sindical.[8]
En relación a la LES, Martín García, referente del MTE y CTEP de la ciudad de Mar del Plata destaca:
Haber ganado la Emergencia Social en el 2016 con y como se ganó, ¿no?, no fue una puja de un sector contra otro sino que fue todos los sectores políticos con unanimidad en el Congreso de la Nación y con la movilización popular (…) se reconoció la existencia de los trabajadores y trabajadoras de la economía popular. Que exista esa reglamentación en el trabajo y empiece a nombrarse cuáles son las tareas que significan que hay trabajadores y trabajadoras de la economía popular empieza a consolidar un proceso que viene de abajo, que viene de la construcción del poder popular y lo vuelve política pública. Y ahí hay un salto de calidad para toda nuestra sociedad.
Con respecto al certificado de vivienda familiar, se comparte las palabras de Iván Fernández, referente del Encuentro de Organizaciones de Córdoba (EO) y quien fuera secretario adjunto de la CTEP regional:
en el medio vos tenés al RENABAP, rescatando otras cosas importantes que ha hecho la CTEP, digamos… que es la urbanización y la integración urbana de un montón de barrios que nada… la pasan muy mal y son parte del ejido urbano, pero a eso hay que destinarle mucho recurso y mucha cabeza. (...) ha logrado una idea de consenso social, la Ley de Integración Urbana, entonces por lo tanto, de algún modo, aunque siguen pasando, de algún modo frenan los desalojos, digo… hay algunos, son recursos de autodefensa, si se quiere. En lo material, tiene una potencia zarpada.[9]
A estos logros, se les podrían sumar otros como la creación de la Mutual Senderos[10] de la CTEP. Esta iniciativa, en los lugares del país donde funciona, además de garantizar un derecho básico como el acceso a la salud, se ha convertido en un paso contundente hacia la estructuración sindical de la organización. Al respecto, Martín García afirmó
que nosotros tengamos una mutual, que otro sindicato tenga otra mutual, es lo que también ayuda en cosas concretas a pensar que es lo que pasó. Que los compañeros y compañeras que nunca en su vida habían pisado una clínica y tengan un turno al toque para ir al odontólogo.[11]
Un último ejemplo, puede ser la lucha y obtención de la “emergencia alimentaria” del año pasado. Esto es un logro destacable aún cuando quede pendiente la disputa por su efectiva aplicación integral.[12]
“Siguiendo la luna”: la UTEP y algunas perspectivas
Como se ha intentado expresar en las líneas precedentes, la CTEP junto a otros espacios de la EP, logró hacer camino al andar, organizando un sector de la “clase que vive del trabajo” que no había sido organizado gremialmente. Al mismo tiempo, se puede afirmar que dejó un acumulado de derechos y una orientación política basada en las 3T.
Un elemento destacable y que siempre ha sido bandera de la organización es la autonomía de los partidos políticos y de los gobiernos. El foco permanente fue y es obtener avances para el sector. Por ejemplo, dicen referentes de la CTEP en Mar del Plata:
Necesitamos respuestas, respuestas para los que menos tienen, para la gente de las barriadas. Los chicos tienen que comer todos los días. Vos a una mamá no le podés decir “no, no tenemos”, aunque haya ganado Alberto Fernandez.[13]
Nosotros no estamos organizados para aplaudir a un funcionario ni para llegar al gobierno. Estamos organizados para que cambie nuestra sociedad, la meta no es llegar al gobierno, la meta es que la sociedad deje de vivir las injusticias que vive.[14]
La UTEP, recupera este recorrido. Lo hace buscando superar lo ya conquistado. Los objetivos pueden ser tildados de ambiciosos, pero así fueron vistos, en su momento, muchos de los logros ya conquistados. Las perspectivas son múltiples. Por ejemplo y en términos generales, dice Oscar Martínez:
apostamos a que haya un proceso de recambio de este país y que la economía popular en los próximos cuatro años sea parte del proceso de recuperación de la producción y el trabajo en la Argentina.[15]
En definitiva, hay disputas políticas en curso que son fundamentales para comprender la experiencia de quienes siendo parte de la EP se organizaron para ir por sus derechos. Gracias a esta experiencia, a la organización. Difícilmente, alguien pueda actualmente, afirmar con seriedad que la UTEP no es un actor político colectivo de relevancia en el escenario argentino. Incluso, esto deben reconocerlo quienes buscaron negar hasta la propia existencia de este subsuelo sublevado de la sociedad.
Bibliografía
Antunes, Ricardo. ¿Adiós al trabajo? CABA. Herramienta. 2004.
Bruno, Daniela y Cardozo, Mariela. “La atención de salud de las mujeres trabajadores de la economía popular. Apuntes preliminares de una investigación sobre la experiencia de la mutual Senderos.”. En Cartografías del Sur, N.º 7, mayo 2018. Avellaneda. UNDAV-SIVTI. 2018. Disponible en http://cartografiasdelsur.undav.edu.ar/index.php/CdS/article/view/109/96
Contreras Roman, Contrare Vargas, Perez Castro. “Hacia una antropología económica de las formas contemporáneas de ganarse la vida”. En Revista San Gregorio. México. UNAM. 2017. Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6108736
Fernández Álvarez, Maria Ines. La política afectada. Experiencia, trabajo y vida cotidiana en Brukman recuperada. Rosario. Prohistoria Ed.. 2017.
Fernández Álvarez, María Inés. “Más allá de la precariedad: prácticas colectivas y subjetividades políticas desde la economía popular argentina”. En Iconos, Revista de Ciencias Sociales N.º 62. Quito. FLACSO. 2018. Disponible en https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=50957390002
Fernández Álvarez, María Inés. “Territorios móviles, políticas sociales y prácticas de organización de trabajadores de la economía popular”. En Ciudadanías N.º 4. Buenos Aires. UNTREF. 2019. Disponible en http://ciudadanias.untref.edu.ar//n4_dossier_art5.php
Fernández Mouján, Lucio. Debates, alcances, encrucijadas de la organización de los sectores populares: la CTEP, una nueva experiencia sindical. CABA. UMET. 2018.
Grabois, Juan. “Entrevista a Juan Grabois”. En Revista digital La Veta. Córdoba. 2017. Disponible en https://lavetablog.wordpress.com/2017/06/09/entrevista-a-juan-grabois/
Grabois, Juan. Personería Social. Ed. CABA. Universidad de Derecho. 2016.
Grabois, Juan. La clase peligrosa. CABA. Planeta. 2018.
Grabois, Juan y Pérsico, Emilio. Organización y economía popular. CABA. CTEP. 2015.
Leyva Solana, Xochitl. “¿Academia versus activismo? Repensarnos desde y para la práctica teórica-política”. En Prácticas otras de conocimiento(s): Entre crisis, entre guerras. Tomo II. México. CLACSO. 2018.
Piqueras Infante, Andrés. “Algunas consideraciones sobre el valor y su relación con la democracia y otros fetiches capitalistas”. En Cuadernos de Antropología Social N.º 49. CABA. Facultad de Filosofía y Letras. 2019. Disponible en http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/CAS/article/view/6191/5627
Scorza, Manuel. Garabombo, el invisible. La Plata. De la Campana. 2010.
Womack, John jr. Posición estratégica y fuerza obrera. México. Fondo de Cultura Económica. 2007.
[1] Ver libro de Ricardo Antunes ¿Adiós al trabajo? en el que se analiza las metamorfosis del mundo del trabajo en los nuevos escenarios globales y se considera que hay que ampliar el concepto de “clase trabajadora” que clásicamente se entendió como el mundo asalariado, para dar cabida a crecientes porciones de la población que viven de su trabajo sin ser asalariados.
[2] Este dato es significativo porque gran parte de la gente que trabaja en la EP vive en estos barrios. El informe RENABAP de la Mesa Nacional de Barrios Populares del año 2019 se encuentra disponible en http://www.ctepargentina.org/wp-content/uploads/2019/07/PNIU.pdf
[3] Entrevista realizada por el autor a Mariela Cepeda el 17/01/2020
[4] Esta declaración aparece en un video de facebok live del 12/09/19 en la “fan-page” de Juan Grabois, entre los minutos 21-23. Disponible en https://www.facebook.com/GraboisJuan/videos/920298428338646/
[5] Garabombo es el personaje central de la novela Garabombo, el invisible de Manuel Scorza. La particularidad del personaje mencionado es que no puede ser visto por las instituciones estatales y sus representantes, pero si por las/os demás integrantes del pueblo. Esta particularidad, le permite encabezar una rebelión popular en su pueblo.
[6] Entrevista a Pablo “Nori” Montes realizada por el autor el 29 de agosto del 2019, en el local central de CTEP Córdoba.
[7] Grabois, Juan (2017). “Entrevista a Juan Grabois” en revista digital La Veta. Disponible en https://lavetablog.wordpress.com/2017/06/09/entrevista-a-juan-grabois/
[8] Entrevista realizada por el autor a Oscar Martinez el 14/09/2019.
[9] Entrevista realizada por el autor a Ivan Fernandez el 12/10/2019
[10] Para más información visitar la propia página de la mutual: http://mutualsenderos.org.ar/
[11] Entrevista realizada por el autor a Martín García el 16/01/2020
[12] Para más información sobre esta conquista se recomienda leer la breve nota escrita por el autor: https://observatoriodeconflictoscordoba.wordpress.com/2019/09/09/la-arveja-esperanza-la-lucha-por-la-emergencia-alimentaria/
[13] Entrevista realizada por el autor a Mariela Cepeda el 17/01/2020
[14] Entrevista realizada por el autor a Martin García el 16/01/2020
[15] Entrevista realizada por el autor a Oscar Martínez el 14/09/2019
* Mariano Román Schejter, nació en Buenos Aires en 1982 (reside en Córdoba), licenciado en Sociología (UBA), doctorando en Antropología (UBA) y becario CONICET (CIECS-UNC). Integra diversas cátedras y proyectos de investigación en la UNC y en la UNVM. Sus trabajos se centran en el desarrollo de la clase que vive del trabajo y su tema de investigación es la CTEP y la UTEP. Es militante de Nueva Mayoría en el Frente Patria Grande. Mail: mschejter11@gmail.com