América Latina experimenta un fin de ciclo. Ese ciclo fue denominado de distintas maneras: gobiernos populares o progresistas, neopopulismos, neodesarrollismos, postneoliberalismos. Lo que por un tiempo apareció como el resurgimiento de la política luego del momento neoliberal característico de buena parte de las décadas de 1980 y 1990, hoy se revela más bien como una fase moderadamente distributiva del capital en busca de relegitimación de la democracia representativa y presidencialista, sobre bases económico-sociales que no han podido ser alteradas de manera decisiva.
Sería insuficiente simplificar esos gobiernos como fenómenos superficiales. Crearon consenso, facilitados por el ascenso de los precios internacionales de los bienes primarios, los programas de “inclusión” y el aumento de los ingresos en la fase ascendente del ciclo. Gracias a ello forjaron un sostén electoral que habilitó varias reelecciones.
La construcción de hegemonía fue sin embargo endeble. La misma comenzó a derrumbarse cuando arribó a América Latina la crisis mundial desplegada a partir de 2008. Los datos macroeconómicos se desplomaron, tanto por la fragilidad de toda economía extractivista como por su repliegue en una forma política donde las fuerzas populares fueron consideradas como beneficiarias, consumidoras, votantes o espectadoras. Este rasgo político es decisivo en momentos de revancha por parte de los capitales concentrados, finanzas y sectores derechistas. No se observa una respuesta democrática y de masas. Es que los gobiernos “progresistas” descansaron en buena medida en la desmovilización política. Por eso, más allá de las acciones de la derecha social y política, lo que está en cuestión es su modo jerárquico, delegativo y burocrático de construir poder, y de sobrestimar la soberanía del Estado.
Estas circunstancias no deberían conducir a comprender el periodo “desde arriba”, donde los actores principales fueron las dirigencias políticas o las grandes y anónimas estructuras económicas. En buena medida esos gobiernos “populares” ascendieron al poder del Estado tanto por la crisis de las gobernabilidades neoliberales como por las experiencias de lucha popular, luchas que luego supieron capitalizar electoralmente. La presión desde abajo condujo a desplegar políticas de relegitimación que incluyeron dimensiones de inclusión socio-económica, jurídica y simbólica. Las resistencias populares fueron doblegadas y en parte se incorporaron, así fuera parcialmente, a las bases de legitimación estatal. A pesar de ello perseveran ideas y repertorios de una cultura política y social contestataria que dificulta un simple retorno al neoliberalismo.
Desde el consejo editor de Herramienta hemos organizado este número encabezándolo por un dossier sobre la crisis (y en algunos casos ya el balance) de los “gobiernos progresistas” y las alternativas actuales. Es que no solo se requiere un examen cuidadoso de lo ocurrido en estos últimos años. Los artículos aportan reflexiones sobre los casos argentino, brasileño, boliviano y mexicano. Un rasgo de esos trabajos es que además de una preocupación explicativa, los textos elaboran horizontes sobre el qué hacer, esbozan o trazan líneas hacia las alternativas que se abren para las prácticas emancipatorias. La fórmula de un capitalismo progresista, donde a la par de la incorporación de demandas sociales se preservan las estructuras básicas heredadas del momento neoliberal, se encuentra en una profunda crisis. El dossier aspira entonces a presentar análisis pero también a ser un instrumento –junto a otros– para pensar críticamente la realidad y para modificarla.
Además del dossier, la sección artículos presenta un conjunto de importantes reflexiones sobre la actualidad en relación con el capitalismo como civilización, la amenaza de catástrofe climática cada vez más aguda, la reemergencia de derechas radicales en Europa. Junto a ellos un texto rescata la innovadora concepción historiográfica de Luis Vitale. Finalmente tres reseñas revisan algunas publicaciones recientes vinculadas al marxismo y los movimientos sociales.