La lucha que llevan adelante los trabajadores y las capas pauperizadas urbanas y rurales en todas partes del mundo contra el capital se desarrolla hoy en el marco de la economía y la sociedad capitalista mundial, en un momento específico de su historia, que es también la de la humanidad. La crisis económica y financiera que comenzó en julio-agosto de 2007, tuvo un primer momento de paroxismo en septiembre de 2008 (quiebra de Lehman) y desembocó en una recesión mundial seguida por un estancamiento interminable,
[i] es mucho más que otra “crisis muy grande”. Marca, en un grado sin precedentes, los límites históricos del capitalismo que, al no haber podido ser trascendidos, anuncian una nueva época de barbarie. Esta incluye centralmente la degradación, por supuesto diverso según países y continentes, en las formas de explotación y condiciones de vida de los trabajadores y masas pauperizadas, pero también el cambio climático y las otras dimensiones de la crisis ambiental (por ejemplo las poluciones químicas), cuyas consecuencias ya son los primeros en sufrir y, finalmente, las nuevas guerras de las que otra vez son las primeras víctimas, como en el Cercano y Medio Oriente. Las luchas llevadas adelante por los trabajadores y oprimidos están fragmentadas por país. En el marco europeo, donde en los años 1990 las grandes huelgas habían tenido algún eco entre un país y otro, esos progresos no resistieron a la crisis y el aumento de la desocupación. El poner en competencia directa a los trabajadores a nivel del empleo y los salarios entre países de un mismo continente así como entre uno y otro continente en el marco de la economía mundializada de hoy, da a cada burguesía, sea cual fuere su lugar en la cambiante jerarquía del capital mundial, una posición de fuerza, inédita históricamente, con respecto a sus “propios” trabajadores, incluidos los trabajadores inmigrantes.
Este texto apunta a contribuir a la caracterización de este momento histórico. Trata aspectos específicos relativos al movimiento económico del capitalismo mundial (no diré casi nada sobre el cambio climático) y es complementario del que escribí en agosto 2014,
[ii] algunos de cuyos argumentos son retomados o desarrollados. Combina referencias teóricas esenciales (cuya exégesis sigue pareciéndome necesaria, aunque frecuentemente sea considerado algo “arcaico”) en las que me apoyo para desarrollar algunas interpretaciones y presentar datos empíricos referidos a cuestiones que no reciben la debida atención. La primer parte se centra principalmente en la producción y la apropiación de la plusvalía en el marco de la economía mundializada. La segunda parte se referirá a la acumulación de capital, a partir de los 1960, en forma de capital ficticio, los nuevos tipos de activos especulativos creados en los años 1990, la crisis financiera de 2007-2008 y la potencia que la finanza ha conservado. En esta segunda parte nos referiremos al
“shadow banking”.
El mercado mundial plenamente constituido
Desde el pasaje al siglo XXI, para dar una fecha desde la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, asistimos a la culminación del proceso que Marx enunciara escribiendo que “la tendencia a crear el mercado mundial está dada directamente en la idea misma del capital” (Marx, 1971: 360). Luego de Marx y Engels, entre los grandes pensadores revolucionarios es sobre todo Trotsky quien desarrolló este enunciado y sus consecuencias. Tomemos La revolución permanente, escrita contra la teoría del “socialismo en un solo país” desarrollada por Stalin:
El marxismo parte del concepto de la economía mundial, no como una amalgama de partículas nacionales, sino como una potente realidad con vida propia, creada por la división internacional del trabajo y el mercado mundial, que impera en los tiempos que corren sobre los mercados nacionales. (Trotsky, 1972: 2-3)
Esa cualidad de “potente realidad con vida propia” de la economía mundial se expresa, en primer lugar, en el hecho de que la anarquía de la producción capitalista y las leyes inmanentes de la producción capitalista que “se imponen a los productores individuales como las leyes imperativas de la competencia”
[iii] tiene como terreno al mercado mundial. Y hace mayores estragos por cuanto se impone a muy grandes grupos industriales y comerciales sostenidos por aparatos de Estado, protagonistas de una intensa rivalidad oligopólica de consecuencias incontrolables. Un ejemplo son los movimientos del precio del petróleo: después de una fase de aumento muy fuerte, una caída brutal en 2014. Esto es consecuencia de cambios en las fuentes de aprovisionamiento y en la estrategia geopolítica de los Estados Unidos en relación a Arabia Saudita (sin hablar de la mayor presión sobre Venezuela y sobre Rusia), pero de conjunto su efecto es demorar aún más la “recuperación”. La velocidad de propagación mundial de las crisis financieras, cómo ejemplifica la de 2008, es un ejemplo de esta “potente realidad con vida propia” que nace con la constitución del mercado mundial.
La economía mundial constituye un conjunto jerarquizado. Si bien “Inglaterra y la India, los Estados Unidos y el Brasil […] forman parte integrante, y en proporción cada día mayor, de una realidad superior que se llama economía mundial” (Trotsky, 1972: 4), no ocupan todos el mismo lugar. En el momento en que escribe Trotsky, unos han determinado su configuración como potencias imperialistas, en tanto a otros se les asignó un lugar subordinado de país colonial o neocolonial. Algunos han podido luego salir a causa del inter-desgarramiento de los Estados imperialistas y de los movimientos de liberación nacional de los años 1945-80. Pero para muchos países el término neocolonial sigue siendo una caracterización exacta y también la mejor definición de una situación en la cual los países sufren los efectos de lo que púdicamente se denomina “relaciones asimétricas”.
Sigamos leyendo:
El desarrollo del capitalismo –no en las fórmulas abstractas del segundo tomo del Capital, que conservan toda su significación como etapa del análisis, sino en la realidad histórica–, se ha efectuado, y no podía dejar de efectuarse, por medio de un ensanchamiento sistemático de su base. En el proceso de su desarrollo y, por lo tanto, en lucha contra el desarrollo de sus contradicciones internas, cada capitalismo nacional recurre en un grado cada vez más considerable a las reservas del “mercado exterior”, esto es, de la economía mundial. (Trotsky, 1972: 8)
La génesis y expansión de la mundialización del capital contemporáneo, también llamada mundialización “neoliberal”, se deben analizar a partir de las “contradicciones internas” de los Estados Unidos y de Europa. En los Estados Unidos deben buscarse los gérmenes de la crisis económica y financiera mundial abierta en julio-agosto 2007. Ellos fueron los que pusieron en movimiento la “potente realidad con vida propia” que se manifestó en la gran crisis de 2008 en los mercados financieros, donde la tendencia a la autonomía del capital-dinero a interés y del capital ficticio había alcanzado un nivel fuera de todo control. A partir del cambio de siglo, bajo el efecto de “sus contradicciones internas”, China, reducida a un estatus semicolonial a fines del siglo XIX, devenida luego un espacio de acumulación autocentrada, debió también volverse hacia “las reservas del ‘mercado exterior’”, con una fuerte dependencia de las exportaciones y debido a las necesidades de materias primas y la importancia de sus capitales también a establecer relaciones de dominación económica con los Estados africanos y de rivalidad con los “viejos” países industriales que grosso modo guardan relación con el análisis hecho por Lenin en el capítulo VII del Imperialismo, fase superior del capitalismo.
Actualmente, “partir de la economía mundial” exigiría poner a China en el centro del análisis en lugar de tratarla como una gran economía a la que se trata (o no) de incluir al término de reflexiones que siguen tomando como eje a los Estados Unidos. Fue China quien en 2009 permitió al capitalismo mundial evitar que la recesión iniciada en los Estados Unidos se transformase en una depresión como la de 1930. La inyección de dinero para salvar al sistema financiero no hubiese tenido resultado si la acumulación masiva de capital real en China no hubiera asegurado una amplia salida tanto a las máquinas industriales alemanas como a las materias primas básicas provenientes de los vecinos países de Asia y de América del Sur. Hoy, el efecto de la débil recuperación estadounidense sobre el estado de la economía mundial es muy inferior al que tiene la pérdida de velocidad de crecimiento chino afectado por la sobreacumulación de medios de producción y tributario de relaciones económicas y políticas del sistema que se manifiestan en la burbuja inmobiliaria y la formación de un
“shadow banking” chino. Como escribí en el artículo de agosto 2014, el FMI y la OCDE hacen ahora proyecciones mundiales en las cuales China es central, pero por carecer de los conocimientos específicos requeridos no puedo investigar la metodología utilizada. En países como Brasil los efectos de los cambios en la demanda china están ahora cuantificados, pero una “macroeconomía mundial”, marxiana o marxo-keynesiana-estructuralista hace mucha falta.
[iv]
La división internacional del trabajo hoy
El capital acumulado y centralizado en el marco de las economías del Estado-nación se extiende hacia el exterior por la inversión directa tanto como (y en muchos sectores más) que por las exportaciones. El surgimiento contemporáneo del “mercado mundial plenamente constituido” es, sucesivamente, resultado de la internacionalización de grupos financieros con dominante industrial
[v] de los años 1965-1985, en un marco de economías con acumulación autocentrada todavía parcialmente protegidas, y luego, desde los 1990, de la mundialización del capital propiamente dicho. Esta nació de la liberalización y de la desregulación organizada inicialmente con las operaciones y flujos financieros por los países del G7, el FMI y el BM desde los años 1978-1982, luego con los intercambios comerciales y las Inversiones Directas en el Extranjero (IDE) en el marco de la OMC. La liberalización, la desregulación y la mundialización financiera han sido la primera etapa y una especie de punta de lanza de la mundialización del capital, pero la dimensión decisiva fue la articulación entre la liberalización y desregulación de los intercambios comerciales y las IDE. A partir de 1994 la partida esencial para el capital financiero y los gobiernos del G7 se jugó en la OMC. La plena integración de China al mercado mundial con su adhesión a la OMC marca el pleno éxito y el momento de apogeo de la mundialización neoliberal.
Hoy las decisiones de inversión de los grandes grupos financieros con dominante industrial y comercial y las formas organizativas adoptadas por estas inversiones son el factor más poderoso en la determinación del lugar y las formas de inserción de las diversas economías nacionales en la división internacional del trabajo. El 80% de los intercambios mundiales conlleva la intervención de alguna compañía transnacional (STN). Solamente en los Estados Unidos y China los gobiernos aún disponen de cierto margen de decisión en lo referido a su inserción en la división del trabajo mundial. El uso que le dan refleja las relaciones antagónicas de clase con los trabajadores y, en el caso estadounidense, la configuración interna del capital en la fase de financiarización del capital mundializado. Las economías capitalistas industriales que con anterioridad habían podido parcialmente escoger, con ayuda de políticas más o menos pensadas y discutidas, su lugar en la división internacional del trabajo –Alemania, Francia, Japón, más tarde Corea– tienen poco margen. Sufren las incertidumbres de la demanda mundial de mercancías producidas o están encerradas en elecciones adoptadas hace varias décadas. Es el caso de Francia con lo nuclear y las industrias militares “clásicas”. El Reino Unido es un caso muy particular, cuyo lugar está construido en base a la institución multicentenaria de valorización del capital-dinero que es la City. En el marco de la financiarización del capitalismo mundial, Brasil y Argentina han vuelto a ser proveedores de materias primas minerales y agrícolas.
Más allá de estas situaciones todavía fácilmente identificables, la división internacional del trabajo es muy compleja. Al término de las dos etapas de internacionalización y de mundialización propiamente dicha, más de la mitad de las importaciones mundiales de productos manufacturados consiste en bienes intermedios (bienes primarios, piezas sueltas y componentes, productos semifinales), y más del 70% de las importaciones mundiales de servicios está relacionado con servicios intermedios, como servicios a las empresas. Es la resultante sucesiva y combinada del incremento de los intercambios intra-industrias (intercambios cruzados que representan una división del trabajo cada vez más y más fina en la que pequeñas y medianas empresas pueden participar), los intercambios intra-grupos entre las filiales de las STN (36% del comercio mundial en 2006) y finalmente los mecanismos organizativos de captación por las STN de valor producido en empresas más débiles para las cuales
debería ser estrictamente reservado el término “cadenas de valor global” (CVG).
[vi] Más adelante se les dedicará una subsección específica. El que la mayoría de las transacciones internacionales de bienes y servicios consista hoy en
intrants intermedios, traduce la internacionalización del momento P del circuito completo del capital (D-M-P-M’-D’) y su complejización. En la mayoría de las economías, aproximadamente un tercio de las importaciones de las mercancías llamadas “bienes intermedios” termina en exportaciones. Mientras más pequeña es la economía, más importante es esta parte, pero incluso en los Estados Unidos y Japón, la misma llega a ser respectivamente el 17% y el 22% de la producción total. Luego analizaremos la intensidad decuplicada de la explotación que en el marco de las CVG experimenta una muy gran parte de los trabajadores, especialmente en los países de Sudeste Asiático, pero es necesario establecer de inmediato las condiciones que la posibilitan.
Competencia internacional entre trabajadores y ejército industrial de reserva mundial
La liberalización de las IDE y los intercambios de mercancías en el marco de la OMC, que se acentuó aún más con el marco institucional de mercados únicos como la Unión Europea, tuvo entre otras la consecuencia de poner en competencia directa, a nivel del empleo y los salarios, a los trabajadores de diversos países de un mismo continente así como de distintos continentes. Aquí está el zócalo de las relaciones entre capital y trabajo a nivel mundial que da a cada burguesía, independientemente de cual sea su lugar en la cambiante estructura jerárquica del capital mundial, una ventaja objetiva inmediata de la que nunca antes había gozado, en la relación con sus “propios” trabajadores, inmigrantes incluidos. Para analizar y comprender su alcance puede en primer lugar leerse el pasaje del Manifiesto Comunista donde se habla de la competencia que el capital crea entre los trabajadores y de los medios a los que éstos deben recurrir en sus luchas para limitar sus perjuicios:
Los intereses, las condiciones de vida del proletariado se nivelan cada vez más a medida que la maquinaria va borrando las diferencias entre los trabajos, y rebaja los salarios casi en todas partes a un nivel igualmente bajo. La creciente competencia recíproca entre los burgueses, y las crisis comerciales que de ella se derivan, hacen que el salario de los trabajadores se torne cada vez más oscilante; el incesante perfeccionamiento de la maquinaria, que se desarrolla de manera cada vez más vertiginosa, hace que se tornen cada vez más inseguras las condiciones de vida de los trabajadores; las colisiones entre el trabajador individual y el burgués individual asumen cada vez más el carácter de colisiones entre dos clases. Los trabajadores comienzan, con ello, a conformar coaliciones en contra de los burgueses; se reúnen para defender su salario. Ellos mismos fundan asociaciones duraderas, con vistas a aprovisionarse para las eventuales sublevaciones. Aquí y allá, la lucha se convierte en insurrecciones.
De cuando en cuando, triunfan los trabajadores, pero sólo en forma transitoria. El auténtico resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la unión de los trabajadores, que se propaga cada vez más. Esta se ve favorecida por los crecientes medios de comunicación, que son producidos por la gran industria, y ponen a los trabajadores de las distintas localidades en contacto entre sí. Pero sólo hacía falta el contacto para centralizar las múltiples luchas locales, que en todas partes poseen el mismo carácter, en una lucha nacional, en una lucha de clases. Toda lucha de clases es, sin embargo, una lucha política. Y la unión que a los burgueses de la Edad Media, con sus caminos vecinales, les llevó siglos alcanzar, es lograda al cabo de pocos años por los Esta organización de los proletarios como clase y, con ello, como partido político, es quebrantada de nuevo a cada instante a través de la competencia entre los propios trabajadores. Pero la organización vuelve a nacer una y otra vez: más fuerte, más firme, más poderosa. Obliga a que se reconozcan algunos intereses de los trabajadores bajo forma legal, en la medida que aprovecha las divisiones internas de la burguesía. Así ocurrió en Inglaterra con la legislación de las diez horas. (Marx y Engels, 2008: 36-37).
Después de que esto fuera escrito, el marco de la lucha sindical y política por los salarios y las leyes sociales fue, efectivamente, siempre nacional, con un grado de eficacia que tenía como una variable el recurso de las diversas burguesías a las reservas de mano de obra en el campo y a la inmigración. La Asociación Internacional de Trabajadores, la Segunda Internacional y la Tercera en sus primeros años (grosso modo hasta la cuestión de la revolución china y el apoyo –luego subordinación política– a Chiang Kai-chek), posibilitaron que los partidos obreros revolucionarios y reformistas radicales nacionales se reunieran y trataran de forjar teorías y valoraciones de la situación común. Pero estos partidos nunca coordinaron luchas obreras ni siquiera entre países vecinos y solamente el texto de Trotsky sobre los Estados Unidos Socialistas de Europa esboza la idea de una división del trabajo organizada entre partidos revolucionarios de diversos países. La mayor aspiración de las corrientes auténticamente internacionalistas de la Segunda y Tercera Internacional, después de la Cuarta, fue llevar adelante la lucha común contra la guerra, tanto la de 1914 como la de 1939, y dar apoyo y ayuda a las luchas de liberación nacional en los países coloniales. En el caso de Europa, durante los años 1960 y 1970, los únicos terrenos de un real internacionalismo fueron el apoyo a las luchas de liberación nacional y, en menor medida, el combate contra las armas nucleares.
La liberalización de las IDE y del intercambio de mercancías hizo del mercado mundial constituido el terreno sobre el cual hoy se da la tendencia a la creación de una “superpoblación relativa” en relación a la necesidades de mano de obra del capital. Recordemos las palabras de Marx en el capítulo XIII de El capital:
La ley según la cual, gracias a los progresos hechos por la productividad del trabajo social, puede ponerse en movimiento una masa cada vez mayor de medios de producción con un desgaste cada vez menor de fuerza humana es una ley que, dentro del régimen capitalista, en que los obreros no emplean los instrumentos de trabajo, sino que son éstos los que emplean a los obreros, se trueca en esta otra: la de que, cuanto mayor es la fuera productiva del trabajo y mayor, por tanto, la presión ejercida por el obrero sobre los instrumentos que maneja, más precaria es su condición de vida: la venta de la propia fuerza para alimentar la riqueza de otro o alimentar el incremento del capital. Es decir, que el rápido desarrollo de los medios de producción y de la productividad del trabajo, así como de la población productiva, se trueca, capitalísticamente, en lo contrario: en que la población obrera crece siempre más rápidamente que la necesidad de explotación del capital. (Marx, 1973a: 546)
El grado en que el capital tiene o no necesidad de comprar fuerza de trabajo llevó a que distinguiera para Gran Bretaña al momento de escribir El capital que
Prescindiendo de las grandes formas periódicas que le impone el cambio de fases del ciclo industrial y que unas veces, en los períodos de crisis, hacen que se presenten con carácter agudo, y otras veces, en las épocas de negocios flojos, con carácter crónico, la superpoblación relativa reviste tres formas constantes: la flotante, la latente y la intermitente. (Marx, 1973a: 543)
La posibilidad de que el capital de tal o cual país con un ritmo de acumulación superior al de otros recurra a la inmigración, dio a este movimiento desde fines del siglo XIX un carácter internacional, acentuado luego por la posesión de colonias.
La liberalización de las IDE y el flujo de mercancías acompañadas por procesos políticos (caída de la URSS, éxito en China de la política de Deng) llevaron desde mediados de los años 1990 a la incorporación de la fuerza de trabajo ofrecida al capital de los trabajadores de China, India y los países de la antigua Unión Soviética. La fuerza de trabajo mundial se duplicó entre 1980 y 2000.
[vii] Está calculada en 3,5 billones de trabajadores.
[viii] Sin que esté fijado un salario medio a nivel del mercado mundial, ni siquiera en la Europa del mercado único, hoy el
“China wage” (más aún que el del trabajador vietnamita) y, en la UE el trabajador “falsamente clandestino” (que es conocido por la policía, pero está en manos del capitalista local dada su situación de
“sans papier”) tienen un estatus referencial
. Mientras más elevado es el ejército industrial de reserva, mayor es la posibilidad de flexibilización del trabajo y la precarización de los trabajadores aumenta. Esta inmensa masa de trabajadores es la que sufre los flujos y reflujos de la demanda de fuerza de trabajo por el capital según el momento del ciclo de acumulación, que es hoy el de una crisis mundial crónica. Lo sufren evidentemente de manera diferente según los países (a causa
inter alia del tamaño, la tasa de crecimiento del PBI, su configuración en relación a la economía mundial y el grado de organización política y sindicalización de los trabajadores), así como por actividad o sector y nivel de educación. La ley de superpoblación relativa opera a nivel mundial, pero sólo es posible analizar a escala de cada país los diversos estratos del ejército industrial de reserva. Cabe a la burguesía y al gobierno de cada país administrar los efectos de las fases de reflujo en el requerimiento de fuerza de trabajo por el capital y adoptar medidas sociales y políticas en función de las dimensiones y rasgos específicos de cada estrato.
La “financiarización” del capital mundializado
La relectura de El capital buscando delimitar con más claridad la noción de financiarización en relación con la mundialización del capital nacida de la liberalización de las inversiones y el comercio, me lleva a definir la financiarización como una fase específica de la historia del capitalismo en la cual: 1º) la apropiación de plusvalía ya creada ha vuelto a desarrollarse al lado de la producción de plusvalía llegando incluso a superarla en determinadas configuraciones de la relación capital/trabajo; 2º) ganancia, interés y renta tienden a confundirse debido a las formas de interpenetración entre el capital altamente concentrado en sus tres formas (capital industrial, capital comercial y capital dinero) y 3º) finalmente el fetichismo de la mercancía ha invadido todas las actividades sociales. Esta fase engloba y acentúa los rasgos del imperialismo como “capitalismo monopolista” en los que sobre todo Lenin puso el acento, esto es, el carácter parasitario y rentista del capital financiero. Pero ya no es posible seguir afirmando con él, como aún lo hacíamos hace cuarenta años, aunque fuese introduciendo algunos matices, que
El capitalismo, en su fase imperialista, conduce de lleno a la socialización de la producción de la producción en sus más variados aspectos; arrastra, por así decirlo, a los capitalistas, en contra de su voluntad y conciencia, a un nuevo régimen social, de transición entre la absoluta libertad de la competencia y la socialización completa. (Lenin, 1960: 215-6).
O que: “De todo lo que hemos dicho sobre la esencia económica del imperialismo se desprende que hay que calificarlo de capitalismo de transición, o, con más exactitud, de capitalismo agonizante”. (Ídem: 317)
En todo caso habría que decir que ese capitalismo “agonizante” arrastra a la humanidad y la civilización en su agonía. Sobre esto diré, sin desarrollar el argumento, que las teorías llamadas “estancacionistas” (de las que Monthly Review es el principal soporte) ofrecen una representación gravemente equivocada del capital, al que su movimiento “sin fin y sin límites” impulsa a un agresión interminable y en formas constantemente renovadas contra los trabajadores y contra el medio natural.
Esta definición de la financiarización a nivel teórico se apoya en primer lugar en una relectura de El capital. En el libro II, al estudiar el circuito del capital en sus tres formas (capital en dinero, capital en mercancías y capital productivo), define:
El capital industrial es la única forma de existencia del capital en que es función de éste no sólo la apropiación de la plusvalía o del producto excedente, sino también de su creación. Este capital condiciona, por tanto, el carácter capitalista de la producción; su existencia lleva implícita la contradicción entre capitalistas y obreros asalariados [bastardilla de Chesnais]. (Marx, 1973b: 51).
Agrega luego que este modo de existencia del capital, que no se basa sólo en la apropiación de plusvalía sino en su producción, supone, tiene como condición, la subordinación del capital comercial y del capital en dinero:
No son más que modalidades de las distintas formas funcionales que el capital industrial asume unas veces y otras abandona dentro de su órbita de la circulación, modalidades sustantivadas y estructuradas unilateralmente por la división internacional del trabajo. (Ídem).
Sin embargo, tres párrafos más adelante en el mismo capítulo, se observa que incluso en tales condiciones el capital dinero recupera un primer plano en las fases de euforia financiera: “todas las naciones en que impera el sistema capitalista de producción se ven asaltadas periódicamente por la quimera de querer hacer dinero sin utilizar como medio el proceso de producción” (Ídem: 52).
Y explica la razón de esto:
Precisamente porque la forma-dinero del valor es la forma tangible e independiente en que se manifiesta, la forma de circulación D - D’, cuyo punto de partida y cuyo punto de final es el dinero efectivo, el hacer dinero, expresa del modo más tangible el motivo propulsor de la producción capitalista. El proceso de producción no es más que el eslabón inevitable, el mal necesario para poder hacer dinero [bastardilla de Chenais]. (Ídem).
La tesis que defiendo es que aunque dicho “vértigo” alcance su paroxismo en determinados momentos, como en los años y meses que precedieron la crisis financiera de 2007-2008, la búsqueda de la primacía del ciclo corto D-D’ por sobre el circuito D-M-P-M’-D’ ha echado raíces. Ahora tiene un carácter sistémico y marca al capitalismo de punta a punta. El modo de existencia del capital a interés-capital ficticio y del fetichismo del dinero que engendra y proyecta, tienen repercusión en el conjunto del proceso de reproducción ampliada. Retomemos el circuito completo D-M-P-M’-D’. En el momento D se encuentran los más grandes bancos y fondos financieros, pero también los “fondos propios”
(“stockholder’s equity”), las reservas de tesorería de los grandes grupos con dominante industrial y comercial. El capital altamente concentrado que opera en el momento M’ del circuito ha devenido un par del capital comprometido en la producción de plusvalía, en tanto que en el momento P las modalidades organizativas y de funcionamiento del capital “industrial” (minas, agro-industria, manufacturas y servicios) descansan tanto en la producción de plusvalía como en la apropiación de plusvalía ya producida. La contradicción de clase opone a los obreros asalariados y rurales, así como al campesinado en donde este aún existe, al capital como un bloque en el que los niveles y ritmos de rendimiento están determinados según criterios dictados por el capital-dinero. En el momento D’ se encuentran simultáneamente una oligarquía financiera perfectamente identificable
[ix] (el 1% que denuncian los estadounidenses) y una situación de dominio de los “mercados” (financieros) que son la expresión más desarrollada históricamente del fetichismo del dinero y de la pretensión a la autonomía del capital dinero. Es posible también retomar este análisis en los términos de la teoría del capital financiero.
Un siglo después de Hilferding y Lenin: “capital financiero” y “finanza capitalista”
A diferencia de las lenguas latinas, el inglés permite utilizar dos términos próximos, pero que hoy es necesario distinguir para un análisis que precise en detalle las relaciones capitalistas. Por un lado el
“finance capital”, el capital financiero en el sentido de Hilferding y Lenin, es decir la interrelación en diversas configuraciones nacionales de los grandes bancos y las mayores empresas. Por el otro, el
“financial capital”, hoy en día los grandes conglomerados financieros y los fondos de inversión, agentes de la acumulación de capital-dinero con interés-capital ficticio que operan en los mercados financieros, para los que en las lenguas latinas es preciso recurrir a la palabra
“finance” en francés en singular
[x] y en otras lenguas en plural.
[xi] Son el rol de los fondos de pensión e inversión financiera en la centralización del ahorro, el pasaje de la banca al conglomerado financiero y la intensidad de la influencia fetiche de los mercados financieros los que crean la necesidad de introducir esta distinción entre “capital financiero” y “finanza”, aún si tienen relaciones de interdependencia una de cuyas manifestaciones más estudiadas es la denominada “grupos financieros con dominante industrial”. Estos son los elementos constitutivos de lo que yo llamo “la acumulación financiera propiamente dicha”, en oposición a la acumulación real de capital productivo de plusvalía. Son considerados en diversos momentos en los tres capítulos sucesivos del libro III de
El capital a los que Engels tituló precisamente “capital-dinero y capital efectivo”. Me limitaré a dar solo una cita:
La acumulación de capital de préstamo consiste simplemente en que el dinero cristalice como dinero susceptible de ser prestado. Este proceso difiere mucho de su transformación efectiva en capital; (…) esta acumulación puede expresar, como ha sido puesto de manifiesto, factores muy distintos de la verdadera acumulación. Al irse ampliando constantemente la acumulación efectiva, esta acumulación ampliada de capital-dinero puede, en parte, ser resultado suyo y en parte resultado de factores que la acompañan, pero que difieren totalmente de ella, y en parte, finalmente, resultado incluso de entorpecimientos de la verdadera acumulación. (Marx, 1973c: 476).
Esta acumulación específica resulta por supuesto de “una plétora constante de capital-dinero, la cual aumenta a medida que se desarrolla el crédito” (
ídem), pero es también consecuencia de otros fenómenos como el incremento en los depósitos provenientes de las rentas inmobiliarias y la división de la ganancia entre interés y ganancias de empresa y excedentes de tesorería de los capitalistas industriales debido a caídas en el precio de materias primas. En esto, al igual que en el asunto del “vértigo periódico” anteriormente discutido, sostengo que se ha pasado de configuraciones que todavía eran en gran medida de tipo coyuntural a una situación sistémica específica que corresponde a la financiarización como fase histórica. Esta situación es el resultado de un largo movimiento de acumulación de capital-dinero potencialmente de préstamo, luego de capital ficticio en sus formas clásicas de créditos, obligaciones y acciones y posteriormente en formas cada vez más puramente especulativas. Comenzó alrededor de 1965 en la City, inicialmente alimentada por las ganancias no reinvertidas de las STN estadounidenses, luego con las comisiones correspondientes al reciclaje de los petrodólares después de 1973, posteriormente del servicio de los intereses de la deuda del Tercer Mundo. Con la liberalización y desregulación financiera de los años 1979-82, su centro de gravedad se desplaza a Nueva York y Chicago (los “futuros”), sin que Londres deje de ser la primera plaza financiera para determinadas transacciones así como el corazón de la mayor red de paraísos fiscales. La primera mitad de los años 1980 asistió a la disparada de la deuda pública en los Estados Unidos y otros países “industrializados”
[xii] con una modificación cualitativa en la dimensión de los flujos de intereses con vocación de valorizarse como capital de préstamo. Es entonces cuando se desarrolla la separación, las tijeras entre el crecimiento y la acumulación de capital-dinero y del capital efectivo, una idea de cuya magnitud está presentada con un gráfico en el artículo de agosto de 2014. Con la profundización de esto durante los años 1990 se amontonaron los ingredientes de la crisis financiera de 2007-2008. De esto trataremos en la segunda parte del texto.
Conviene precisar lo que esta acumulación financiera, parte de la cual es debida a los mismos grupos financieros con dominante industrial, introduce como un cambio en la configuración del capital financiero según su clásica definición y el posicionamiento y operaciones del “capitalista industrial”. Conviene para esto retomar el análisis propuesto por Hilferding en el capítulo XIV de su libro, más extensamente de lo que lo hiciera Lenin, que apenas citó un breve pasaje. Hilferding destaca en primer lugar que la concentración industrial y la concentración bancaria se desarrollan paralelamente y se alimenta mutuamente:
El desarrollo de la industria capitalista tiene como resultado el incremento de la concentración de los bancos. Esto a su vez es un factor importante del incremento del grado de concentración en los carteles y los trusts. La cartelización lleva así al agrupamiento de los bancos, así como este lleva a la cartelización. (Hilferding, 1970: s/i)
Este doble movimiento se continúa hoy en el proceso de concentración transnacional que pone a los trabajadores ante inmensas STN y conglomerados financieros mundializados. La cartelización internacional constatada en los años 1920 así como la se estableció a nivel nacional en algunos países y bajo determinadas formas, cedió lugar a una rivalidad oligopólica intensa en la cual la explotación de la fuerza de trabajo es un “factor de competitividad” central. En Hilferding capital-dinero y capital real o efectivo constituyen una unidad. El banquero es a su manera un industrial. Los bancos son los representantes de los propietarios del dinero centralizado y “ponen a disposición de la industria, no solamente todo el capital de reserva de la clase capitalista, sino también la mayor parte de los fondos de las clases no productivas” (ídem). Incluso comprometen en la industria sus propios fondos convirtiéndose en industriales:
Una parte cada vez mayor del capital de la industria no pertenece a los industriales que lo utilizan. Sólo lo tienen a su disposición por medio de la banca, que representa ante ellos el propietario. Además, la banca debe fijar un parte cada vez mayor de sus capitales en la industria. Se convierte así, en un grado creciente, en capitalista industrial. Yo denomino al capital bancario, es decir capital en forma de dinero, que de este modo se transforma en realidad en capital industrial, el capital financiero. (Ídem)
La fusión que se produce entre capital-dinero y capital efectivo se describe así:
Si la industria cae bajo la dependencia del capital bancario, esto no quiere decir sin embargo que también los magnates de la industria dependan de los magnates de la banca. Más bien, dado que como el capital mismo deviene, a su más alto nivel, capital financiero, el magnate del capital, el capitalista financiero, reúne de más en más la disposición del conjunto del capital nacional en forma de dominación del capital bancario. También aquí la unión personal juega un rol importante.
[xiii] (
Ídem)
La “liquidez” procurada por los propietarios está garantizada: “Con relación a los propietarios, [el capital financiero] conserva siempre su forma dinero, está colocado para ellos en forma de capital-dinero, capital a interés, y puede siempre ser retirado en forma de dinero” (Ídem). Pero también lo está la estabilidad de los industriales: “…en realidad, la mayor parte del capital así colocado por los bancos es transformado en capital industrial, productivo (medios de producción y fuerza de trabajo), y fijado en el proceso de producción” (Ídem).
Hoy estamos muy, muy lejos de todo eso. El banquero de Hilferding que se hace industrial reúne las posiciones del “capital como propiedad” y del “capital como función” que Marx distingue e incluso opone en el libro III del El capital. No impone criterios puramente financieros en la “gobernanza de las empresas” y considera que le conviene sostener la inversión, la acumulación de medios de producción. En lugar de aquel banquero se encuentra hoy en día una personificación completamente distinta del capital-dinero, o sea un conjunto de organizaciones e instituciones poseedoras de los rasgos indicados en el análisis del capital a interés, la posición del “capital como propiedad”, la “exterioridad respecto a la producción” y la tendencia a engendrar la relación fetichizada en que
El capital se revela aquí como una fuente misteriosa y autónoma de interés, de su propio incremento. Una cosa (dinero, mercancía, valor) es ya de por sí, como simple cosa, capital, y el capital aparece como una simple cosa; (…) El dinero tiene la virtud de crear valor, de arrojar interés, lo mismo que el peral tiene la virtud de dar peras. (Marx, 1973b: 373/4)
Hay un último punto en el que la configuración ha cambiado completamente. Para Hilferding el retroceso del capital comercial “es definitivo y el desarrollo del capital financiero reduce el comercio absoluta y relativamente y transforma al comerciante, antes tan poderoso, en un simple agente de la industria monopolizada por el capital financiero” (Hilferding, 1970: s/i).
Estamos lejos, lejísimos. El altísimo nivel de concentración nacional e internacional en la distribución, es uno de los desarrollos más notables de los últimos cuarenta años. Por una parte los grupos de la distribución tienen la capacidad de imponer condiciones de acceso al mercado final de bienes de consumo y de imponer un favorable reparto de la plusvalía y de la ganancia industrial, incluso a los grandes grupos de la alimentación. Por otra parte, ellos organizan directamente una integración vertical hacia atrás con tercerizaciones y nuevas modalidades operatorias de las “cadenas de valor” global.
La concentración nacional e internacional del capital
Los grandes grupos financieros con dominante comercial e industrial combinan la brutalidad de las relaciones de explotación permitida por la puesta en competencia internacional de los trabajadores y una sofisticación organizativa en comparación con la cual la cadena de montaje fordista era una forma tecnológica simple que permitía todavía que los trabajadores se agruparan fácilmente para hacer frente al capital. El número muy reducido y por tanto el inmenso poder económico y político de esos grupos es la resultante de un proceso de centralización y concentración del capital llevado a un nivel incomparable con el existente hace apenas una treintena de años. La lista de 500 grupos reseñados por la revista Fortune sólo incluye en estos 500 a los más gigantescos (incluidos conglomerados financieros). Llegan a ser 5000 si se hace una lista más exhaustiva. El oligopolio es la forma de mercado absolutamente dominante de la actual etapa de la mundialización. Esta concentración mundial de capital muy alta en los momentos M y M’ del circuito del capital, así como el reducido número (que es hoy generalmente del orden de una decena o incluso menos en algunos sectores) de grupos que monopolizan el momento P, en relaciones de rivalidad oligopólica, en cada sector o rama industrial, son el resultado de un largo proceso de centralización y de concentración del capital realizado primero en el marco nacional y luego en el marco mundializado de los años 1990.
A nivel nacional un proceso conjunto de centralización industrial y financiera se remonta a comienzos del siglo XX en el caso de Alemania, los Estados Unidos y Japón, con formas particulares en cada uno de ellos. En Francia la fuerte centralización industrial y financiera no tuvo un desarrollo similar en la industria antes de los años 1960, cuando se hizo con impulso del Estado e incluso adoptando la denominación de “creación de campeones nacionales”. En los Estados Unidos, luego de la fase de treinta años posteriores a la Segunda Guerra Mundial durante la cual se aplicaron las leyes antitrust, a mediados de los años 1980 se vio el reinicio del movimiento bajo efectos del comienzo de la desregulación financiera. El caso de Gran Bretaña es muy particular. Fue la centralización por el mercado bursátil de Londres lo que financió la expansión imperial británica del siglo XIX, así como la dominación británica de países semicoloniales en Latinoamérica, con Argentina a la cabeza. La importancia del mercado bursátil no fue acompañada por la formación de muy grandes bancos (durante muy largo tiempo la Lloyds, dedicada a los seguros marítimos, fue la mayor sociedad financiera británica) y solamente un pequeño número de grandes grupos internacionalizados (ICI, Unilever, Glacso) fueron constituidos, de modo que las compañías petrolíferas British Petroleum y Royal Dutch-Shell han sido y siguen siendo las STN británicas más fuertes.
La segunda mitad de los años 1980 vio el inicio de las fusiones-adquisiciones
(M&A) transfronterizas que la UNCTAD comenzó a contabilizar. Después de un corto reflujo entre 1991 y 1993, tomaron plena expansión a partir de 1997, alcanzando un primer pico en 2000 y tras una ligera desaceleración un nuevo pico en 2007. La ola de fusiones-adquisiciones transnacionales de fines de los años 1990 fue impulsada en particular por la privatización de las grandes empresas de servicios (telecoms, electricidad, agua) especialmente en América Latina y de los grandes grupos de distribución (Carrefour fue quien más lejos llevó el proceso). De éstas fusiones-adquisiciones transnacionales resultó el actual nivel de concentración mundial en muchas industrias. Las principales excepciones son Microsoft, Apple, Google, Facebook, cuyo crecimiento ha sido “endógeno” siempre que, por supuesto, se haga abstracción de la gran proyección mundial del capitalismo estadounidense y de su adosamiento al poderío tecnológico (ligado al militar) y financiero del Estado norteamericano. El ingreso de grupos chinos en la lista de los más grandes grupos mundiales también resulta por ahora de un proceso de concentración nacional, sobre todo en el petróleo, los métales básicos y la agroindustria (y por supuesto el sector bancario).
[xiv] Pero los grupos de los países emergentes también se internacionalizan empleando la vía de las fusiones-adquisiciones. Son parte integrante, así sea en sectores donde priman “las dotaciones naturales”
[xv], de ese capitalismo de los “monopolios-oligopolios capitalistas generalizados” de que habla Samir Amin, quien reconoce que también “existen oligopolios en los países del Sur”, pero les atribuye aún la capacidad de combatir “a los del Norte” e incluso de producir una “desconexión”:
Es posible imaginar que los “conflictos Norte/Sur” están llamados a tomar gran amplitud en los años por venir. Las respuestas que “el Sur” dará a esos desafíos podrían entonces constituir el gran eje del cuestionamiento al sistema mundializado. Un cuestionamiento que no es directamente al “capitalismo” pero que seguramente lo es a la mundialización conducida por la dominación de los oligopolios. La sustancia de estas respuestas del Sur debería pues ser precisada en la perspectiva de contribuir a armas a los pueblos y los Estados del Sur frente a la agresión de los oligopolios de la tríada, facilitar su “desconexión” relativa respecto al sistema de mundialización existente, promover alternativas de cooperación Sur-Sur múltiples y consecuentes. (Amin, 2010: s/i)
El “procedimiento violento de anexión”, el poder oligopólico y las “cadenas de valor mundiales”
En el libro primero de El capital y refiriéndose al capital industrial, se establece una distinción, que luego se perdió, entre por una parte “la concentración, idéntica a la acumulación” y por la otra “de la concentración de los capitales ya existentes, […] de la aglutinación de muchos capitales pequeños para formar unos cuantos capitales grandes […] Se trata de una verdadera centralización, que no debe confundirse con la acumulación y la concentración” (Marx, 1973a: 529). Por detrás de la concentración existen dos mecanismos:
…la vía de la violencia, en forma de anexión –lo que acontece cuando ciertos capitales se convierten en centros tan absorbentes de gravitación para otros, que rompen su cohesión individual asimilándose luego sus trozos sueltos–, o mediante la fusión de una multitud de capitales ya sea formados o en curso de formación, siguiendo la senda lisa y llana de la creación de sociedades anónimas, el efecto económico es siempre el mismo. Al crecer las proporciones de los establecimientos industriales, se sientan por doquier las bases para una organización más amplia del trabajo colectivo de muchos, para la transformación cada vez más acentuada de toda una serie de procesos de producción explotados aisladamente y de un modo consuetudinario en procesos de producción combinados social y científicamente organizados” (Marx, ídem: 531).
Los estudios sobre la financiarización de los grupos industriales se han focalizado en la colocación financiera de las ganancias así como en sus operaciones especulativas en los mercados de derivados.
[xvi] Pero las dimensiones más importantes de su financiarización se encuentran en las formas actuales de “la vía de la violencia, en forma de anexión” y la instalación por parte de los grupos de mecanismos de apropiación de la plusvalía que fusionan ganancia y renta en la producción industrial misma. De hecho, la definición de la financiarización que más arriba he propuesto descansa en la especial atención concedida a las cadenas de valor globales (CVG). La apropiación-centralización por los grupos oligopólicos de plusvalías creadas por pequeñas empresas o por “trabajadores independientes” es el rasgo central que conduce a su vez a las formas y situaciones de explotación del trabajo notablemente feroces de hoy en día.
En el sentido específico que adoptó el término en el curso de su evolución durante una veintena de años, las CVG son definidas en un estudio de la OCDE como “el conjunto de las actividades realizadas por una empresa para poner un producto en el mercado, desde su concepción hasta su utilización final”.
[xvii] El términos designa más precisamente la organización por parte de los mayores grupos oligopólicos de una división internacional del trabajo en las etapas P-M’ del circuito del capital, que va desde la creación de un modelo
(design) hasta su producción y distribución, pasando por la logística. La producción está situada, mediante subcontrataciones con capitalistas locales, en países donde el ejército industrial de reserva es a la vez abundante y sin defensas y la comercialización se hace en todos los países donde existe una demanda final, ya sea a través de establecimientos con franquicia, o de los grandes grupos de distribución. Samir Amin habla imaginativamente de una situación en que los monopolios-oligopolios
…ya no son islas, aun importantes, en un océano de firmas que no lo son, sino un sistema integrado (en el cual) las pequeñas y medianas empresas e incluso grandes empresas (…) están encerradas en redes de medios de control hacia atrás y hacia adelante instalados por los centros oligopólicos. (Amin, 2012: 15)
Se sabe, gracias a que la OCDE lo escribe en su estudio, que “los progresos tecnológicos han permitido la emergencia de las CVG pero la liberalización de los intercambios y de las inversiones también tuvieron un rol”. Las CVG son el resultado de la liberalización de los intercambios comerciales y de las IDE así como de los continuos progresos de la informática y la comunicación (TIC). Los más importantes son los que combinan sistemas de telecomunicaciones cada vez menos onerosos y más fiables y la utilización de grandes programas de gestión de la información y computadoras cada vez más poderosas. Han reducido los costos y acelerado la velocidad de la coordinación de actividades complejas en el interior de las empresas y entre ellas. Paralelamente la contenedorización, la estandarización y la automatización del transporte de mercancías han hecho lo mismo en relación a su circulación. También acá la OCDE reconoce que “las políticas de desregulación en segmentos claves de los sectores del transportes y las infraestructuras, como en el transporte aéreo, contribuyeron también a la disminución de costos”.
Estudios universitarios, principalmente estadounidenses,
[xviii] han establecido hará unos quince años una distinción entre las cadenas llamadas
“buyer-dominated” y las denominadas
“producer-led” o
“producer-dominated”, pero la diferencia fue ampliamente desdibujada. Las cadenas que se articulan en torno a grupos como Wall-Mart que explotan su posición monopsónica controlando el acceso a importantes segmentos del mercado final mundial, comenzando por el de los Estados Unidos, o que han establecido como Carrefour filiales en el extranjero son claramente
buyer-dominates. Con las cadenas construidas por grupos como Nike, prototipo de los primeros
“études de cas”, la marca cobra importancia. Las mercancías son relativamente simples (vestimentas, artículos para el hogar y juguetes) y el costo de las inversiones manufactureras se traslada a los subcontratistas de manera que solamente los costos de construcción de las redes logísticas y de marketing son asumidos por los grupos. Los grupos que encabezan las CVG se concentran exclusivamente en el diseño, marketing y redes de distribución. Instalan vastas redes de “proveedores independientes” con configuraciones similares a las que sugiere la figura adjunta. Los proveedores en el extremo de la cadena son capitalistas locales adeptos de una explotación desenfrenada. En el sector de vestimenta controlado por las grandes marcas (Zara, Mango, HM, etc.), Bangladesh, donde se han producido muy graves accidentes de trabajo como la catástrofe de Rana Plaza en 2013, es el ejemplo por excelencia en cuanto a la organización de la producción. Los trabajadores son en el caso de los países asiáticos en su mayoría mujeres. En todas partes sus salarios son muy inferiores al nivel medio.
País
|
Distancia con el salario local medio
|
Distancia con el salario medio inglés
|
Bangladesh
|
44%
|
7%
|
China
|
47%
|
11%
|
India
|
45%
|
9%
|
Marruecos
|
60%
|
25%
|
Tailandia
|
50%
|
14%
|
Vietnam
|
56%
|
11%
|
Fuente: Koen de Backer, OECD Work on Global Value Chains and Trade in Value Added, Presentación en la Conferencia COMPNET, Dublín, 13 de marzo de 2013.
Se encuentran luego las CVG en las industrias cuyas mercancías finales están marcadas por la coexistencia y combinación de “altas tecnologías” basadas en la “Investigación-Desarrollo” y tecnologías medias estandarizadas. Es el caso en especial de la electrónica, pero también del sector automotriz y la industria farmacéutica. Los grandes grupos controlan la concepción y la organización de la división internacional de la producción, incluyendo el ensamblaje, entre firmas más pequeñas de diversos países.
El
“savoir faire” en materia de tecnología (incluyendo la concepción, etc.) y de producción constituye una capacidad estratégica. No hay transferencia ni se comparte tecnologías de alguna importancia con potenciales competidores locales, excepto cuando un país poseedor de un mercado muy importante puede controlar el exceso (caso actual de China). En la electrónica los subcontratistas pueden ser de muy grandes empresas e incluso grupos transnacionales. Es el caso del grupo taiwanés adosado de hecho al aparato de Estado del Partido Comunista Chino, Foxconn, que es la mayor empresa de ensamblaje electrónico del mundo y proveedor de todas las grandes marcas del sector (Apple, Sony, HP, Dell, Nintendo, Nokia, Motorola, Microsoft). Se ha convertido en una STN adquiriendo el 10% del capital del grupo japonés Sharp y posee plantas de producción en una docena de países, entre ellos Brasil con 5 fábricas y la UE con fábricas en la República Checa, en Eslovaquia y en Hungría. En su fábrica de Longhua en Shenzhen son entre 250.000 y 300.000 los trabajadores que están sometidos a condiciones de trabajo y de vida propias de un cuartel, si no de un campo de concentración.
[xix]
Finalmente las CVG tienen dimensiones directamente relacionadas con la finanza. Fueron precedidas por las denominadas “nuevas formas de inversión” en las que una transferencia de tecnología o el acceso a un mercado valía a un grupo una parte del capital en empresa-conjunta (Chesnais, 1997: 99/101), pero pasaron a ser una práctica habitual y a gran escala. En los sectores industriales en los que es importante la tecnología, los derechos de propiedad intelectual, permisos y licencias representan con los cambios del derecho internacional una fuente de renta cada vez más importante.
[xx] Pero existe sobre todo la generalización por parte de las STN del traslado a los subcontratistas así como a los establecimientos con franquicia que están al fin de la cadena, del costo de las inversiones. El texto de la OCDE no lo examina, pero sí lo hacen los recientes informes sobre las STN de la UNCTAD. Calificadas como
“non-equity modes of international production” o
“modes de production internationale sans participation au capital” (MPISPC), incluyen una amplia gama de relaciones de dominación-subordinación en la producción y la comercialización de mercancías, ya sea que se trate de bienes o servicios: subcontrataciones y franquicias. Veamos una definición muy amplia, ilustrada con una lista no exhaustiva:
… fabricación por contrato, la subcontratación de servicios, la agricultura por contrato, las franquicias, la concesión de licencias, los contratos de gestión y otros tipos de relaciones contractuales que permiten a las ETN coordinar actividades en sus cadenas mundiales de valor e influir en la gestión de las empresas de los países receptores sin tener ninguna participación en ellas. (UNCTAD, 2011: 17).
La UNCTAD evaluó groseramente el monto de los MPISPC en el 2010 en 2.000 billones de dólares, que pueden ser comparados con los 1.650 billones de dólares de las IDE el mismo año.
******
Las industrias o sectores en que la explotación de los trabajadores y la centralización de la plusvalía están organizados mediante las CVG y las MPISPC son en general los más beneficiados con la liberalización de las inversiones e intercambios y aquellos en que la composición orgánica del capital está claramente inclinada hacia el lado del trabajo intensivo. El grado de concentración en términos de cantidad de empresas industriales significa que se marcha hacia un grado de concentración análogo de plusvalía y sobre producto hacia las grandes plazas financieras entre las cuales se cuentan las del Sudeste de Asia. Para tener una visión de conjunto del capital financiero en todos sus componentes, será preciso introducir en el artículo siguiente introducir en el cuadro general las operaciones del capital concentrado en sectores llamados “extractivistas”, ahora cada vez más estudiados
[xxi], en los que la ganancia y la renta sobre los recursos naturales se confunden, luego los de los conglomerados financieros fuertemente internacionalizados de la banca y los seguros. Sólo entonces será posible profundizar el análisis del capital ficticio y sus operaciones. Pero podemos desde ya concluir que la creencia fetichista en que “el dinero tiene la virtud de crear valor, de arrojar interés, lo mismo que el peral tiene la virtud de dar peras” está basada en relaciones de exlotación mundial extremadamente fuertes.
Bibliografía
Amin, Samir (2012) L’implosion du capitalisme contemporain. Automne du capitalisme, printemps des peuples? París: Editions Delga.
Chesnais, François (1997) La mondialisation du capital. París: Syros.
UNCTAD (2011) Informe sobre las inversiones en el mundo 2011.
Engels, Friedrich (1945) Anti-Dühring. México: Ediciones Fuente Cultural.
Hilferding, Rudolf (1963) El capital financiero. Madrid: Tecnos.
Lenin, Vladimir I. (1960) El imperialismo, fase superior del capitalismo, en Obras Completas, tomo XXII, Buenos Aires, Editorial Cartago.
Marx, Karl (1971) Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858. Buenos Aires: Siglo XXI.
Marx, Karl (1973a) El capital. Crítica de la economía política, vol. I. México: Fondo de Cultura Económica.
Marx, Karl (1973b) El capital. Crítica de la economía política, vol. II. México: Fondo de Cultura Económica.
Marx, Karl (1973c) El capital. Crítica de la economía política, vol. III. México: Fondo de Cultura Económica.
Marx, Karl & Engels, Friedrich (2008) El manifiesto comunista. Buenos Aires: Herramienta Ediciones.
Morin, François (1974) La structure financière du capitalisme français. París: Calmann-Lévy.
Trotsky, León (1972)
La revolución permanente. París: Ruedo Ibérico.
[xxii]
Artículo escrito especialmente para Herramienta y enviado el 7 de febrero de 2015.
Tradujo del francés Aldo Casas.
[i] Ver las últimas previsiones a la baja del FMI, http://www.imf.org./external/pubs/ft/weo/2014/update/02/
[iii] “Nadie sabe qué cantidad de artículos de los suyos se lanzan al mercado, ni cuántos necesita éste; nadie sabe si su producto individual responde a una necesidad efectiva, ni si podrá cubrir gastos, ni siquiera vender la producción. Impera la anarquía de la producción social. Pero la producción de mercancías tiene, como toda otra forma de producción, sus leyes características, inherentes a ella, inseparables de ella; y estas leyes se abren paso en ella y a través de ella, a pesar de toda la anarquía. Toman cuerpo en la única forma de trabazón social que subsiste: en el intercambio, y se imponen a los productores individuales como las leyes imperativas de la competencia. En un principio estos productores las ignoran, y es necesario que una larga experiencia vaya revelándoselas poco a poco. Se imponen pues, sin los productores y aún en contra de ellos, como otras tantas leyes naturales ciegas que rigen esta forma de producción. El producto impera sobre el productor.” (Engels, 1945: 277).
[v] “Groupes financiers à dominante industrielle” es el término propuesto muy tempranamente por François Morin y adoptado en Francia por todos los que trabajaron sobre la internacionalización del capital productivo (ver Morin, 1974).
[vi] Ahora la UNCTAD y la OCDE las incluyen en bloque bajo la denominación CVG (80% del comercio mundial) lo que les quita especificidad.
[x] De ahí el título debido a Dominique Lévy del libro colectivo (S. de Brunhoff, F. Chensnais, G. Duménil, M. Husson, D. Lévy) de 2006 del Seminario marxista,
La Finance capitaliste. Publicado en 2009 por Herramienta Ediciones con el título
Las finanzas capitalistas. Para comprender la crisis mundial.
[xi] De hecho el libro de Hilferding (
El capital financiero) se refiere, en las condiciones de débil financiarización de la época, a los dos, aunque dedica un tratamiento más extenso a
“la finanza” que al
“capital financiero”.
[xii] Las deudas ilegítimas.
[xiii] Dimensión que Lenin acentuó fuertemente.
[xvi] Ver el trabajo de Claude Serfati, muy anterior a otros, “Le role actif des groupes à dominante industrielle dans la finaciarisation de l’économie”, en F. Chesnais (coord.)
La mondialisation financière. Genèse, enjeux et coûts, París, Syros, 1996. Y más recientemente, el de Greta Krippner, “The financialization of the American Economy”, en
Socio-Economic Review, 2005.
[xviii] El pionero es Gari Gereffi.
[xx] Claude Serfati, “Financial Dimensions of Transnational Corporations, Global Value Chain and Technical Innovation”, en
Journal of Innovation Economics, 2008, nº 2.
[xxi] José Seoane, Emilio Taddei y Clara Algranati,
Extractivismo, Despojo y Crisis Climática. Desafíos para los movimientos sociales y los proyectos emancipatorios de Nuestra América, Buenos Aires, Herramienta Ediciones, Editorial El Colectivo, GEAL; Henry Veltmeyer y James Petras,
The New Extractivism: A Post-Neoliberal Development Model or Imperialism of the Twenty-First Century? Londres: Zed Books, 2014.